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Interior admite la "extralimitación" de un agente que costó la vida a un detenido en Elche
Cuatro policías nacionales salieron absueltos, uno de los cuales habría sido el autor material, y el ministerio, con base en el informe forense, reconoce una indemnización por responsabilidad patrimonial porque la muerte fue "de origen violento".
INFORMACIÓN
El Ministerio del Interior reconoce "extralimitación" de un agente de Policía Nacional que, junto a otros tres compañeros más, redujo a un joven de Elche en agosto de 2017, al que presionó el cuello mientras estaba boca abajo, engrilletado de pies y manos, y falleció. "Hay nexo causal existente entre el actuar administrativo y el resultado de muerte", sostiene. Interior, tras estudiar el caso que se instruyó en un juzgado, pero tuvo que archivarse al tener un accidente el policía que intervino directamente en el incidente y que le dejó incapacitado, estima que se produjo "un ejercicio de la fuerza no ajustado a los principios y protocolos normativos que provocó un daño grave, irreparable y antijurídico".
Así se desprende de la resolución, a la que ha tenido acceso Europa Press, en el que Interior estima parcialmente la reclamación en concepto de responsabilidad patrimonial de la Administración del Estado formulada en representación del padre y de un hermano de la víctima y fija una indemnización para ellos. La madre de la víctima fue indemnizada en una resolución aparte. Los hechos se remontan a agosto de 2017, cuando la víctima se encontraba en su domicilio en un estado de gran agitación debido a una enfermedad que padecía. Ante esta situación, los padres llamaron a Emergencias, lo que implicó también que se enviara a la vivienda un operativo de la Policía Nacional.
A la llegada del operativo, la víctima se atrincheró en el sótano de la vivienda, por lo que se hizo necesario solicitar el refuerzo de otro binomio de policía. Los agentes consiguieron desposeer al joven de una navaja que portaba en esos momentos y procedieron a reducirle. Debido a la fuerte resistencia opuesta por el joven, los agentes ejercieron presión sobre su cuello, torso y extremidades. Finalmente, lograron esposarle, pero no cesaron de ejercer presión sobre él y falleció. Los familiares del joven tuvieron conocimiento directo de los hechos al encontrarse en aquellos momentos en una estancia contigua. De hecho, la madre recriminó su acción a los agentes en el momento en que se ejecutaba, tal como consta en las minutas policiales.
Según el informe forense que se le practicó a la víctima, en el que se deja constancia de que no se detectó la presencia de drogas de abuso, psicofármacos o alcohol, se concluye que la causa de su fallecimiento fue por "un mecanismo de muerte por inhibición parasimpática de la circulación en relación con el incremento de presión sobre los senos carotídeos a consecuencia de la presión ejercida a nivel cervical". "La muerte es de origen violento", se señalaba. Al respecto, Interior considera probado que, a partir de ser esposado el joven, "se produjo una extralimitación que resulta contraria a los principios que contiene la instrucción séptima recogida en la Instrucción 12/2007, de la Secretaria de Estado de Seguridad sobre los comportamientos exigidos a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para garantizar los Derechos de las personas detenidas o bajo custodia policial".
Juzgado y archivo
El asunto se estudió inicialmente en un juzgado. El agente que presionó el cuello a la víctima sufrió a lo largo del procedimiento un accidente que lo privó de su capacidad para declarar en el juicio, lo que supuso el archivo provisional de la causa abierta contra él. Posteriormente, sus compañeros resultaron absueltos en el proceso seguido contra ellos al no haber sido hallados culpables de haber causado la muerte del joven.
Por los daños padecidos, los familiares reclamaban indemnización a través de la vía de la responsabilidad patrimonial e incidían en la responsabilidad de todos los agentes actuantes, así como en su presunta actuación negligente. Fundamentaban esta valoración en la ausencia de lesiones en los agentes actuantes, en su superioridad de medios y en que la muerte del joven se produjo a causa de las lesiones producidas una vez que éste se encontraba esposado y, por tanto, indefenso.
"Resulta indubitado"
El Ministerio de Interior, pese al archivo judicial, sí reconoce una indemnización para la familia de la víctima al tener en cuenta el informe de la autopsia que indica que la muerte del joven "fue de origen violento y causada por la presión ejercida a nivel cervical (...). Resulta indubitado, a la luz de los informes definitivos y ampliatorios de autopsia, que su muerte fue de origen violento, que no estuvo relacionada con el consumo de fármacos o estupefacientes y que se debió a un mecanismo de muerte por inhibición parasimpática de la circulación en relación con el incremento de presión sobre los senos carotídeos a consecuencia de la presión ejercida a nivel cervical", indica.
Por otro lado, estima que carece de consistencia la versión sostenida por uno de los agentes, que atribuía la lesión que provocó el fallecimiento al joven a que se habría ahogado cogiéndose el cuello con ambas manos hasta el punto de estrangularse a sí mismo. Frente a ello, Interior da por válido que en los instantes previos a su muerte, el joven se hallaba con las manos engrilletadas y sujeto en el suelo por cuatro agentes, y uno de ellos efectuó algún tipo de técnica de reducción o manipulación sobre su cuello.
Aunque no se ha podido determinar si se trataba efectivamente de la llamada técnica de 'mata león', a la que apuntaba un auto del juzgado de Elche, "lo cierto es que resulta patente que éste fue el único miembro del operativo que actuó sobre la parte del cuerpo donde se produjo la presión". "Dado que no constan otras posibles concausas, las anteriores consideraciones permiten apreciar el nexo causal existente entre el actuar administrativo y el resultado de muerte", concluye.
Fase dos del genocidio israelí: Ocupación del 53% de Gaza, asesinatos, segregación y línea amarilla
Olga Rodríguez
En una semana de tregua Israel ha matado a 38 personas, varios niños y niñas, mantiene bloqueado el paso de Rafah y consolida su ocupación en más de la mitad de la Franja, con la señalización de una línea de separación.
En solo una semana desde el anuncio de alto el fuego, el Ejército israelí ha violado decenas de veces la tregua, ha asesinado a treinta y ocho personas y herido a más de un centenar en la Franja de Gaza. Este viernes mató a once miembros de la familia Abu Shaaban que viajaban en un vehículo en la ciudad de Gaza: eran siete niños y niñas, dos mujeres y dos hombres. Trataban de llegar a su casa, para comprobar si seguía en pie e inspeccionar los daños. No lo lograron.
Israel insiste en que disparará contra todas las personas que crucen la invisible línea de separación –llamada ‘línea amarilla'– que divide en dos la Franja, establecida a través del plan de Donald Trump. La reportera palestina Hind Khoudary explica, desde Gaza, que la mayoría de la población no tiene acceso a Internet ni información precisa sobre la ubicación exacta de esa línea de demarcación.
El ministro de Defensa israelí ha anunciado que la nueva frontera ha empezado a ser señalizada en el terreno “con marcas continuas especiales”, oficializando así la apropiación de al menos un 53% del territorio de la Franja, sin plazo de caducidad. La denomina “línea de separación política y de seguridad”.
Esa frontera amarilla aparece ya en los mapas israelíes publicados estos días por el Gobierno, al igual que en 1949 se trazó la llamada ‘Línea Verde' para marcar el territorio conquistado por Israel en la guerra del 48. La verde, al igual que hoy la amarilla, iba a ser transitoria, “de armisticio”, pero se convirtió en la frontera de facto hasta que el Ejército israelí invadió más territorio palestino en 1967.
Con esta nueva demarcación, Israel alcanza parte de sus objetivos: desgajar territorialmente Gaza, mantener a su población en un gueto más reducido y dar un paso más en su ocupación ilegal.
El director del grupo de investigación Forensic Architecture, Eyal Weizman, ha mostrado una imagen aérea de los años sesenta en la que se ve que la ‘línea amarilla' ahora trazada por Israel “coincide aproximadamente con el límite de la duna de arena costera de la zona, dejando a Gaza sin la mayoría absoluta de sus áreas agrícolas en los suelos fértiles del este”.
Violaciones habituales
“Desde 2008-09 Israel repite el mismo guión: El alto el fuego israelí es tú paras y yo disparo”, denunció esta semana la relatora de la ONU, Francesca Albanese, en referencia a las violaciones israelíes de la tregua. El modus operandi no sorprende. Desde el alto el fuego acordado en Líbano hace un año, Israel lo ha incumplido en más de 4.500 ocasiones, matando a “cientos de personas, incluidos menores, derribando decenas de miles de viviendas y anexionándose cinco áreas del país”, señala el exembajador británico Craig Murray. Este mismo viernes el Ejército israelí volvió a bombardear territorio libanés.
Tampoco se ha relajado la ocupación ilegal en Cisjordania, donde Israel se anexiona más áreas y traza ya la construcción de veintidós nuevos asentamientos, el plan de robo de tierras más gigantesco de las últimas décadas en la zona. Allí, en un pueblo cercano a Hebrón, el Ejército israelí mató a otro niño esta semana, Muhammad al Hallaq, de diez años de edad.
Con esta son ya 1.001 las muertes causadas por tropas y colonos israelíes desde octubre de 2023 en Cisjordania. Una quinta parte de esos asesinados son niños, según cifras de Naciones Unidas. “Es necesario revertir la anexión de Cisjordania, debe haber rendición de cuentas por todas las violaciones del derecho internacional”, ha insistido el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk.
La supervisión de los palestinos es el eje del plan, basado en la misma idea racista de hace más de un siglo, cuando el colonialismo todavía no había sido prohibido por el derecho internacional.
El alto el fuego ha sido diseñado a la medida de los intereses israelíes. Da luz verde a la ocupación de más territorio palestino en Gaza, establece control colonial, no contempla rendición de cuentas y deja la puerta abierta a un genocidio ralentizado.
Cambia la fase, el ritmo y algunos métodos, con un marco más ajustado a las necesidades narrativas de los gobiernos occidentales más aliados de Estados Unidos e Israel, que ya lo usan como coartada para no adoptar sanciones contra Tel Aviv. Pero eso no significa que cesen los crímenes, la segregación y la desposesión progresiva que sufre el pueblo palestino.
El Gobierno israelí no renuncia a sus objetivos: expulsión o desplazamiento forzado de la población de la Franja, control de territorio y configuración definitiva del “Gran Israel”, con Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán sirios y zonas del sur libanés. Este lunes el primer ministro Netanyahu defendió, una vez más, la “soberanía israelí” sobre Jerusalén, Cisjordania y los Altos del Golán sirios, territorios ocupados ilegalmente.
El bloqueo
Esta semana Israel volvió a bloquear la entrada en la Franja de productos necesarios y, tras ello, la está limitando a unos trescientos camiones diarios, una cantidad insuficiente. Además, mantiene varios pasos cerrados, incluido el de Rafah, que es clave. La mayoría de la población vive en tiendas de campaña u otros refugios provisionales con temperaturas cada vez más bajas, y los hospitales siguen sin lo mínimo necesario.
“Los niños y bebés siguen luchando contra la desnutrición; vemos un aumento de casos de diarrea, sarna y neumonía en nuestros centros de salud”, informan desde Save the Children. A todo ello se suma la desestructuración familiar, provocada por las matanzas.
En los dos últimos años los ataques israelíes mataron a dos mujeres y niñas cada hora, más de 33.000 en total, según datos de Naciones Unidas. “Hoy en día, más de un millón de mujeres y niñas necesitan ayuda alimentaria y 250.000 precisan apoyo nutricional urgente. Una de cada siete familias de Gaza está dirigida por una mujer”, indican desde ONU Mujeres.
Las imágenes aéreas de la Franja muestran un territorio arrasado por las bombas, con buena parte de los edificios dañados, destruidos o en riesgo de derrumbe.
“Hay cincuenta millones de toneladas de escombros mezclados con huesos humanos de niños y adultos, con explosivos sin detonar y con restos químicos y otros contaminantes de las armas. ¿Qué se va a hacer con ello?”, se pregunta la investigadora estadounidense Phyllis Bennis, del Instituto Transnacional y del Institute for Policy Studies. “El lenguaje de la reconstrucción esconde una ocupación rediseñada a través del control económico y la gestión extranjera”, advierte.
Jerarquía colonial
Lo que se impulsa no es la paz, sino la consolidación del poder colonial, diseñado por Estados Unidos e Israel con la firma de Egipto, Turquía y Catar y con el apoyo de otros países árabes y europeos. El plan impuesto establece un marco de control del territorio y de la población palestina que lo habita. La tregua no detiene las estructuras de dominación que dictan quién debe gobernar Gaza, quién gestionará la ayuda y quién se beneficiará de la reconstrucción.
El proyecto del presidente de EEUU, protector de Netanyahu, excluye a los palestinos de los principales niveles de toma de decisiones. Su diseño prevé un organigrama jerárquico, con un organismo de gobierno en la cúpula denominado Autoridad Transitoria Internacional de Gaza, un término parecido al de Autoridad Provisional de Coalición de Irak, nombre del gobierno de ocupación ilegal de Irak en 2003.
Por debajo se pretende crear instituciones económicas destinadas a controlar las inversiones y los negocios urbanísticos y de reconstrucción, con comités de empresas internacionales al mando.También se establecerán equipos para la seguridad y, en un nivel inferior, comités para la ayuda humanitaria. “En el escalafón más bajo estará el equipo de coordinación constituido por tecnócratas palestinos, de los que nadie sabe quiénes serán ni cómo van a ser elegidos”, explica Bennis.
La supervisión de los palestinos es el eje vertebral del plan, basado en la misma idea racista que sustentó los mandatos británicos y los protectorados franceses en todo el mundo árabe hace más de un siglo, cuando el colonialismo todavía no había sido prohibido por el derecho internacional. Entonces los colonizadores ocupaban territorios con la excusa de que tenían que civilizar a las ‘poblaciones bárbaras' porque no se podía confiar en que se gobernasen a sí mismas.
“Antes lo hacían en nombre de la civilización. Ahora lo llaman paz”, denuncia el periodista palestino estadounidense Ahmed El Din.
Torturas
A través del plan de Trump la medida más urgente no es la retirada de la gigantesca cantidad de escombros, ni el rescate de los cadáveres de los miles palestinos desaparecidos en Gaza, sino la búsqueda de los cuerpos de los dieciocho rehenes israelíes que faltan. Muchas familias palestinas aguardan su turno para localizar a sus muertos.
Esta semana Israel entregó decenas de cadáveres de palestinos arrestados, en el marco del acuerdo alcanzado. La mayoría llegaron irreconocibles, con signos de maltrato, tortura y ejecuciones sumarias, con brazos y piernas atados, señales de golpes, cortes, disecciones y disparos.
Los testimonios de los más de mil novecientos palestinos puestos en libertad el lunes, a cambio de los últimos veinte rehenes israelíes vivos, también mencionan maltrato o torturas. Es el caso del doctor Ahmad Mhanna, director del hospital Al Awda de Gaza, arrestado hace un año y diez meses, o el de Mahmoud Abu Foul, de 28 años, que ha salido con los ojos destrozados. “Me provocaron ceguera con descargas eléctricas continuadas y después me negaron el tratamiento médico que necesitaba”, ha denunciado.
La mayor parte de los palestinos liberados de las cárceles israelíes no tenían ni cargos ni condenas. Las detenciones arbitrarias, sin garantías y a menudo sin visitas son una práctica habitual de Israel, y así lo han denunciado informes de relatores de Naciones Unidas y organizaciones internacionales de derechos humanos. Una ley israelí permite arrestar sin cargos a cualquier palestino, incluso a menores de edad, sin juicio y con posibilidad de prórroga cada seis meses, lo que los convierten en rehenes de facto.
Actualmente, de los nueve mil palestinos que están en cárceles israelíes, al menos tres mil quinientos se encuentran en esa situación: sin cargos ni juicio. Entre ellos hay unos cuatrocientos menores, cincuenta y dos mujeres y decenas de médicos y sanitarios que fueron secuestrados en sus propios hospitales.
Jerarquía racial
La deshumanización de la población palestina está normalizada, y la propaganda proisraelí busca ahora dar un paso más en ese sentido. Así lo denuncia la relatora de la ONU para Palestina, Francesca Albanese: “El mundo ignora a los REHENES [sic] palestinos debido a una ‘barrera de especímenes': en la jerarquía del valor humano, los palestinos no son vistos como plenamente humanos y, por lo tanto, no pueden ser ‘rehenes' de lo sobrehumano. Seguimos ahí: barbarie disfrazada de orden”.
La jerarquía racial aplicada por el sistema de apartheid israelí contra los palestinos ha sido asumida también por el plan Trump y otros mandatarios internacionales que lo apoyan. Se mira hacia otro lado ante las evidencias de torturas y crímenes masivos. Se sigue apoyando al autor del genocidio y aplastando a sus víctimas.
En este sentido, la organización israelí B'Tselem ha señalado esta semana que “la misma base que permitió los crímenes de Israel en Gaza y Cisjordania durante los últimos dos años permanece intacta: el total desprecio por la vida y la dignidad palestinas en nombre de la supremacía judía. La ocupación y el apartheid siguen con toda su fuerza; la constante negación de la humanidad e identidad palestina, que posibilitó el genocidio, continúa hoy”.
La directora de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, también ha señalado que los crímenes continúan y ha lamentado que la Unión Europea haya retirado la votación para la suspensión de algunos puntos del Acuerdo de Asociación preferencial comercial con Israel, basándose en el ‘cambio de contexto': “Un alto el fuego no significa el fin del genocidio, la ocupación ilegal o el apartheid. El acuerdo entre la UE e Israel debe suspenderse”, ha escrito.
Tras dos años de masacres, de desplazamientos forzados, de hambre provocada sin posibilidad de huida para la mayor parte de la población, la segunda fase del genocidio israelí reduce el ritmo y la cantidad de asesinatos, pero no los detiene. Israel sigue destruyendo al pueblo palestino a través de la ocupación, de la segregación, del encierro entre muros y vallas, de asesinatos y desplazamiento forzado. El plan de Trump disfraza este nuevo escenario para permitir más apartheid y una ocupación militar de facto que roba más territorio a los palestinos.
El sector militar español contaminó en 2023 tanto como tres millones de automóviles
Colonialismo, el abismo entre el norte y el sur
Salam Aleikum
¿Quién no recuerda lo que hacía el 11 de septiembre de 2001? ¿Alguien recuerda algo relevante entre el 28 de agosto y el 7 de septiembre de 2011?
En esas fechas se desarrolló la Conferencia Mundial sobre el Racismo, en Durban, República Sudafricana. Antes ya se habían celebrado dos, ambas en Ginebra, en 1978 y 1983. En 1998, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2001 como «Año Internacional de la Movilización contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia». Desde entonces, se han celebrado nuevas conferencias en 2009 (Ginebra), 2011 (Nueva York, Estados Unidos) y 2021 (también en Nueva York), aunque también han recibido el apelativo corto de Durban II, III y IV, respectivamente. La conferencia de 2009, denominada Conferencia de Examen de Durban y conocida más popularmente como Durban II, se celebró entre el 20 y el 24 de abril en Ginebra (Suiza) con el fin de evaluar el cumplimiento de las metas establecidas ocho años antes. Fue boicoteada por Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Israel, Italia, Nueva Zelanda, los Países Bajos y Polonia. La República Checa canceló su asistencia el primer día y otros 23 países de la Unión Europea enviaron delegaciones de segundo nivel. Los países occidentales habían expresado su preocupación de que se utilizara la conferencia para promover el antisemitismo y leyes contra la blasfemia percibidas como contrarias a los principios de libertad de expresión, y que por el contrario la conferencia no abordara la discriminación contra las personas homosexuales.
La conferencia cubrió varios temas controversiales. Entre los cuales estuvo el debate en torno a las reparaciones por el comercio transatlántico de esclavos, así como la ciudadanía de segunda clase de la población palestina en Israel. Dos delegaciones, la de Estados Unidos y la de Israel, se retiraron de la conferencia debido a objeciones con un borrador del documento final que equiparaba al sionismo con el racismo. Estuvo presidida por Kofi Annan, Secretario General de la ONU, y por Mary Robinson, entonces alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y anteriormente presidenta de Irlanda.
Del 28 de agosto al 2 de septiembre se reunieron los representantes de más de 3.000 organizaciones no gubernamentales procedentes de los cinco continentes. En cuanto a los jefes de Estado y de gobierno, se reunieron del 31 de agosto al 7 de septiembre. Se buscaba que las ongs, los representantes de sindicatos, las ligas campesinas, las comunidades religiosas, etc, se desahogasen de alguna para rebajar la presión antes de que se abriera la conferencia intergubernamental.
Utilizamos como fuente principal el libro de Jean Ziegler «El odio a Occidente. La memoria herida de los pueblos del Sur«.
Recomendamos encarecidamente su lectura porque
argumenta clara y contundentemente el odio que sienten los pueblos del Sur hacia Occidente, basándose en datos y hechos culturales, políticos y económicos actuales y de la historia.
Es un libro de muchísimo interés para entender el colonialismo y la explotación del Tercer Mundo por parte occidental.
Ziegler destaca (pg.100) que hay cuatro sistemas de dominación que ha usado Occidente, por orden cronológico:
Las conquistas. «A partir de 1492, los occidentales descubrieron las Américas y tomaron posesión de sus tierras. Destruyeron o cargaron de cadenas a poblaciones hasta entonces «desconocidas«».
El comercio triangular. «… y la deportación masiva de negros africanos hacia el continente americano despoblado por la matanza de los indios«.
Sistema colonial. En África y Asia durante todo el siglo XIX, y antes. «La ocupación militar garantizó el acceso directo a los recursos mineros y agrícolas. La destrucción de las civilizaciones autóctonas por parte de los misioneros cristianos y apóstoles del universalismo republicano quebró las resistencias. Eso facilitó enormemente la introducción del trabajo forzado«.
El mercado occidental. «En la percepción de los pueblos del Sur, el actual orden del capital occidental globalizado, con sus mercenarios de la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, sus sociedades transcontinentales privadas y su ideología neoliberal, representa el último, y de lejos el más asesino, de los sistemas de opresión. … La violencia ejercida por la famosa «Mano invisible» del mercado, la monopolización de las riquezas por parte de las oligarquías transcontinentales, perpetúa, agravandolos, los tres sistema de opresión anteriores«.
Al hacer que la primera conferencia precediera al encuentro de los jefes de Estado y de gobierno, los organizadores pretendían que la conferencia de la sociedad civil tenía que desempeñar el papel de válvula de seguridad y permitir que los representantes de los sindicatos, las ligas campesinas, las comunidades religiosas, etc., se desahogasen de alguna manera para rebajar la presión antes de que se abriera la conferencia intergubernamental.
Ziegler nos cuenta que la idea de anticipar las reuniones de la ongs para dejar despejada la vía a los gobiernos fue un fracaso total. Dice que el odio a Occidente estalló desde el primer día. «Y es que, en Durban, el estado de ánimo de los miles de representantes de los movimientos sociales estaba perfectamente en sintonía con el de la grandísima mayoría de dirigentes de los Estados del Sur».
El 2 de septiembre de 2001, en Durban, el ministro de Justicia de Costa de Marfil, Oulai Siene, subió a la tribuna. Y dijo: «Si creen que la esclavitud ha desaparecido, piénselo de nuevo. ¿Cómo entender, si no, que el precio de un producto fabricado durante largos meses y con un duro trabajo, bajo el sol y la lluvia, por millones de campesinos, lo determine alguien que está sentado en una silla detrás de un ordenador en una oficina aclimatada, sin tener en cuenta sus sufrimientos? Lo único que ha cambiado (tras la abolición de la esclavitud) son los métodos. Se han vuelto más «humanos». Ya no se embarca a los negros en barcos hacia las Antillas y las américas. Permanecen en el suelo. Transpiran sudor y sangre para ver luego cómo se negocia el precio de su trabajo en Londres, París o Nueva York. Los esclavistas no han muerto. Se han transformado en especuladores bursátiles.»
Prácticamente, todos los demás jefes de Estado del Sur formularon las mismas exigencias:
justicia reparadora
arrepentimiento de Occidente
y reconocimiento de la memoria herida de los pueblos del Sur
Como se ve, nada extraño ni exagerado. Las dos últimas exigencias se podrían cumplir fácilmente con sólo un poquito de sensibilidad y empatía histórica. Sólo requiere decisión política. La primera también es necesario (imprescindible) cumplirla para equilibrar las desigualdades que ha causado, innegablemente, el colonialismo, aunque es más complicada de concretar en actuaciones apropiadas. Requiere decisión política y organización práctica, coordinación y reuniones. Pero sin ella será imposible cumplir los Objetivos del Milenio.
Sin embargo, la reacción de Occidente fue nefasta:
aquello apestaba a desprecio colonial
¿Justicia reparadora? ¡Una exigencia absurda nacida de rencores personales!
¿Petición de arrepentimiento? Una fanfarria destinada a desviar la atención de una población argelina descontenta con su propia suerte hacia enemigos occidentales satanizados.
¿Trabajo de la memoria? Un discurso culpabilizador, o peor: un chantaje que pretende arrancar a Occidente concesiones financieras y comerciales
Por último, los representantes del gobierno de Washington abandonaron Durban al cabo de 48 horas. Los representantes de los Estados de la Unión Europea se contuvieron in extremis, después de que Nelson Mandela hubiera llamado personalmente a varios comisarios de Bruselas. Pero los jefes de gobierno y los ministros europeos rechazaron cualquier idea de compensación financiera y ni tan siquiera de pedir excusas.
En un tono cercano a la desesperación, Abdulaye Wade, presidente de Senegal, imploró la comprensión de Occidente: «Lo que queremos es que la humanidad comprenda que en un momento determinado de su evolución se con causó un perjuicio incalculable, que se cometió con nosotros una gran injusticia. Lo que queremos es que las generaciones actuales y futuras comprendan esto. A este efecto, pienso que los países desarrollados, y más generalmente la comunidad internacional, deberían hacer figurar la esclavitud y la trata en los programas escolares de los niños, en los cursos universitarios y los programas de investigación. Se deberían erigir estelas y monumentos, y realizar películas para restablecer la historia en toda su autenticidad. Los archivo, y digo bien todos los archivos, deberían ser accesibles a los investigadores de todos los países del mundo.
Bajo la presión de Estados Unidos y Gran Bretaña, Mary Robinson perdió su puesto de alto comisario en 2002.
La última tentativa de recuperación de la catastrófica conferencia de Durban se llevó a cabo en 2007. La ONU creó un Durban Review Committee, encargado de reanudar el diálogo entre los Estados Occidentales y los Estados del Sur. El embajador de Chile, Juan Martabit, diplomático de probada paciencia infinita, fue nombrado presidente de este comité. Pero después de tres sesiones celebradas en el Palacio de las Naciones de Ginebra, al borde de un ataque de nervios, Martabil dimitió.
Aleikum salam.
Educación y noviolencia para la Paz, contra el genocidio
Guadalupe Jover.*
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas
¿Es lo mismo «educar para la paz y la no violencia», que hacerlo «para la paz y la noviolencia»?
Hace unos días publicaba Elena Álvarez Mellado un artículo en ElDiaro.es titulado «El “no” del Presidente», en el que reflexionaba acerca de la agilidad que tenemos como hablantes a la hora de identificar, en oraciones que llevan el adverbio “no”, el foco de la negación. Y esgrimía, entre otros, estos ejemplos: «En “La violencia no es el camino”, la negación afecta a la totalidad de la oración (negamos que la violencia sea el camino); pero en “La no violencia es el camino”, el foco de la negación afecta exclusivamente a la palabra “violencia”, lo que estamos afirmando es que la ausencia de violencia es el camino a seguir».
La explicación reforzaba, a mi manera de ver, un equívoco habitual, y no pude evitar este comentario. «Cuando decimos —ante un conflicto, una injusticia o un genocidio— que “la no violencia es el camino”, no siempre afirmamos, sin más, «que la ausencia de violencia es el camino a seguir». Lo que sostenemos quienes estamos por la noviolencia es la necesidad de una resistencia activa frente al atropello o la barbarie, pero renunciando, eso sí, al ejercicio de la violencia. La «no violencia» puede entenderse en ocasiones como «pasividad». La «noviolencia», jamás».
La cosa tiene su enjundia para los filólogos: ¿es «no violencia» un grupo nominal formado por un adverbio y un sustantivo, y su significado, por tanto, «ausencia de violencia»? ¿O es una locución nominal, cuyo significado no equivale a la suma de sus dos componentes, tal y como ocurre en otras locuciones como «patas de gallo», «llave inglesa» o «pez gordo»? No sería difícil argumentar —y son muchos los ensayos acerca de la «noviolencia» como forma de acción política en que podríamos basarnos— que estamos ante un significado unitario, diferente a la suma de las partes. La «noviolencia» incorpora un elemento de llamada a la acción, de resistencia civil y de contribución al cambio social y político que la grafía «no violencia» diluye.
Sin embargo, cuando las diferentes leyes educativas subrayan entre sus principios el de «educar para la no violencia»; cuando se alienta cada 30 de enero a recordar las figuras de Gandhi, Rosa Parks y Martin Luther King; cuando en el artículo 1 de la LOMLOE se precisa la necesidad de educar «para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial en el del acoso escolar y ciberacoso con el fin de ayudar al alumnado a reconocer toda forma de maltrato, abuso sexual, violencia o discriminación y reaccionar frente a ella», parece claro que lo que se reclama a los docentes es promover aquellos aprendizajes que ayudarán a nuestro alumnado a hacer frente a la violencia, y no a permanecer impasibles frente a ella.
Pensaba en todo esto este verano cuando leía, de manera simultánea, dos títulos igualmente enjundiosos. De un lado, Abril es un país. Los heroismos desconocidos de la Revolución de los Claveles, publicado en Tusquets. En él, la periodista Tereixa Constenla rescata las historias de hombres y mujeres cuya acción noviolenta contra la dictadura salazarista en Portugal hizo posible aquel 25 de abril la revolución incruenta que acabó con ella. De otro, el librito del Saler al Túria, editado por PrunaLlibres/El Magnànim, escrito por el arquitecto Carles Dolç y dedicado “a les ciutadanes i als ciutadans que van iniciar i formar part dels moviments socials que aconseguiren evitar la destrucció completa de la Devesa del Saler i la conversió del Túria en un llit d'autopistes. El libro narra con extraordinaria precisión y viveza cómo se fueron articulando ambos movimientos de resistencia, y cómo consiguieron frenar dos proyectos urbanísticos que parecían imparables. Quienes hoy disfrutamos, sea como residentes o como turistas, esa maravilla que es el jardín del Turia, un espacio verde de más de nueve kilómetros que atraviesa la ciudad de Valencia, deberíamos conocer la intrahistoria de lo que en su momento parecía un sueño irrealizable.
Leía ambos volúmenes y pensaba en cuánto cambiaría nuestra formación ciudadana si nuestro aprendizaje de la Historia no estuviera jalonado por una incesante sucesión de guerras y desastres, sino (también) por las luchas noviolentas que desembocaron en la ampliación de derechos que hoy disfrutamos, por los movimientos de resistencia activa de quienes se opusieron a dictaduras, injusticias o al uso de la violencia y las armas. Y pensaba en el movimiento sufragista, en las madres y abuelas de la Plaza de mayo, en la campaña de boicot que tan decisivamente contribuyó a acabar con el apartheid en Sudáfrica, en la contribución de las mujeres al fin de la guerra civil de Liberia en 2003, y por la que Leymah Gbowee recibiría el Premio Nobel de la Paz en 2011.
«Las guerras no son inexorables»: recuerdo la gravedad con que el historiador José María Jover Zamora nos prevenía acerca de unos libros de texto -los manuales de Historia de 7º y 8º de EGB, que acababa de hojear- cuyos índices no eran sino un continuum de guerras, con su infinito despliegue de antecedentes, causas, fases y consecuencias.Presentar la historia en estos términos es un extraordinario disparate, subrayaba. «Las guerras son fruto de decisiones humanas y, por tanto, son siempre evitables».
Cuántas veces he vuelto sobre sus palabras. También ahora, ante un genocidio.
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas.
Es aquí y es ahora. Lo sabemos. Lo estamos viendo.
«Es más difícil estar a la altura de las circunstancias que au dessus de la mêlée», escribía Antonio Machado durante la guerra civil española en Juan de Mairena. ¿Vamos a estar, como educadores, a la altura de las circunstancias, o preferimos la inhibición y el silencio? ¿Somos un claustro decidido a condenar el genocidio del pueblo palestino, y a manifestar nuestra oposición al suministro de las armas con que el Estado de Israel lo está llevando a cabo? «Si un Estado mata civiles, esconder los cadáveres es pactar con los asesinos un trato beneficioso», decía Gervasio Sánchez para referirse a los medios que decidían no mostrar las fotos del horror. Lo mismo vale para nosotros, los docentes. Podemos mostrar o esconder, hablar o callar. En los claustros y en nuestras clases. Tanto una acción como otra suponen ya una toma de postura.
Para quienes tienen alguna sombra de temor y de duda, me gustaría decirles que la ley les ampara. Recordemos el artículo 1 de la LOMLOE. Así que no perdamos esto de vista: si ante la barbarie optamos por el silencio, por mirar hacia otro lado, ¿con qué fuerza moral pediremos luego a nuestras alumnas y alumnos que denuncien los casos de acoso o abuso, si nosotros no somos capaces de dar un paso al frente?
«Marea por Palestina: La Educación contra en el genocidio», está articulando e impulsando iniciativas en este sentido. Estemos, por favor, a la altura de las circunstancias.
(Y solo nos falta instar a la RAE para que estudie la incorporación del sustantivo “noviolencia” a la próxima edición del Diccionario. Quizá contribuiría a evitar el colosal malentendido que nos ha tenido sumidos en la inacción).
*Guadalupe Jover. Profesora de lengua y literatura en Instituto de Secundaria. Este artículo ha sido publicado previamente en la Revista El Diario de la Educación el 07,09 2025 https://eldiariodelaeducacion.com/2...
Un anillo para gobernarlos a todos (IV): Ingeniería social
Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.
Ver también:
Un anillo para gobernarlos a todos (I): ¿Qué es el poder?
Un anillo para gobernarlos a todos (II): Coacción
Un anillo para gobernarlos a todos (III): Adoctrinamiento
Ingeniería social
Es práctica primigenia la intervención para el control de la cantidad y cualidad de los integrantes de una colectividad humana definida. Las formas e intensidades varían según los contextos. Así, la antropología estudia fenómenos como la guerra, el comercio de mujeres, niños y esclavos, tabúes —o no tabúes— como el incesto, la homosexualidad, la poligamia-poliandria, el infanticidio, etc. En sociedades de poder concentrado este tipo de cosas pierden, podría decirse que es lo lógico, su carácter de mecanismos de adaptación espontánea al medio y autorregulación, y se convierten en meros instrumentos de control. A partir de ahí es cuando podemos utilizar la etiqueta «ingeniería social».
En ese sentido, el esfuerzo más básico que emprende el poder en su tarea de rodearse de una sociedad diseñada en pro de su interés, es el de destruir lo que no le conviene. El arrancar o podar, según la metáfora. Hacia dentro y hacia fuera. Bauman entendía que la culminación de su «estado jardinero» era el totalitarismo del siglo XX, quien, en su afán de lograr un jardín que respondiese al detalle a su pretensión de diseño, no dudó en podar toda rama, toda maleza, toda hierba no deseada. El horror nazi escandalizó también, entre muchos otros, a los teóricos de la escuela de Frankfurt, algunos de los cuales lo padecieron en primera persona, y dio no poco que pensar sobre la condición y los límites del poder a la intelectualidad occidental de la segunda parte del siglo. Sin embargo, la utilización que se hizo del genocidio en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, ni era nueva en la historia, ni se circunscribió a la actuación de los perdedores. Ni dejó de suceder con posterioridad.
La guerra, un medio que el poder concentrado-expansivo emplea desde que es tal y hasta el día de hoy, no deja de ser un instrumento altamente cualificado de ingeniería social. Con ella se desplazan poblaciones, se destruyen organizaciones político-económicas y aun culturas en su integridad, como hemos reseñado en capítulo anterior. La limpieza étnica primero vacía (aniquila o desplaza), y después ya se verá si coloniza o no, pero por lo pronto el elemento indeseado ha dejado de estar. Tales guerras se emprenden contra «enemigos» externos e internos. Los nazis lucharon contra otros estados que deseaban absorber, pero también contra las minorías propias que pretendían eliminar. En ello replicaron añejos esfuerzos de homogeneización social y represión de disidencias y heterodoxias. Piénsese en guerras y cruzadas religiosas, o en la «quema» de brujas y herejes de todo signo y condición (entiéndase aludida también la eliminación física de la disidencia de tipo político, como en la Argentina de Videla o el Chile de Pinochet). A día de hoy, el poder sigue combatiendo todo tipo de minorías identitarias.
Dice Theodore Kaczynski que «en la sociedad moderna, la fidelidad personal debe ser primero al sistema y sólo secundariamente a una comunidad de pequeña escala, porque si la fidelidad interna a las comunidades de pequeña escala fuera más fuerte que la fidelidad al sistema, estas comunidades perseguirían su propio provecho a expensas del sistema.» Entiéndase por «comunidad a pequeña escala», por ejemplo, la comunidad rural tradicional o el grupo indígena, pero también minorías con entidad propia dentro de la propia sociedad contemporánea capaces de mantener lazos superiores de fidelidad, como, por ejemplo, los gitanos, las maras o algunos grupos religiosos. Incluso la propia institución familiar. La excusa o coartada esgrimida para forzar su «integración», o simple eliminación, es lograr una sociedad óptima mejorando uno a uno a sus individuos: extirpando los elementos personales y colectivos que se consideran nocivos y desarrollando fórmulas para que los restantes adopten identidades sociales de carácter ideal. El objetivo subyacente tras el concepto «eugenesia» no se refiere al logro de un individuo humano feliz o imperfectible sino, más bien, al de una masa social perfectamente adaptada a los deseos del poder-jardinero. Como en la novela de Aldous Huxley. Y no pensemos en sistemas distópicos de ciencia ficción o en experimentos sociales históricos derrotados. Como ha sido reseñado, la cuestión tiene perfecta vigencia en nuestra misma sociedad.
Vuelvo a Michel Foucault, de quien tantos conceptos estoy tomando prestados en este capítulo. Hablaba de «biopoder» para referirse a la capacidad del sistema de dominación de hacerse presente en la propia vida cotidiana de los individuos de una sociedad para, desde ahí, conseguir sus objetivos. Foucault y Bauman, que caminan juntos en esta cuestión, juzgan que hay un gran cambio histórico en el ejercicio del poder a partir de la era moderna. Es el paso de guardabosques a jardinero. Las nuevas autoridades estatal-burguesas desarrollarán por primera vez formas de control de carácter personal e íntimo. Hemos hablado ya de los mecanismos de adoctrinamiento. Según Foucault, los sistemas de vigilancia y disciplina instaurados a partir del siglo XVIII tenían como fin la individualización del cuerpo social: lograr una masa compuesta por individuos dóciles y fragmentados, fácilmente controlables por la autoridad. Mediante esta dinámica, de gran importancia para la instauración y consolidación del sistema industrial capitalista, se obtiene un sujeto del que se espera alto rendimiento laboral, fácilmente insertable en la maquinaria fabril. Recordemos las teorías de Bentham y su panóptico. El paradigma y resultado de dicho modelo de ejercicio de poder es la producción industrial en cadena: fordismo y taylorismo. Chaplin lo retrató mejor que bien mediante la caricatura en «Tiempos Modernos» (1936). El cuerpo sometido al proceso económico (13).
Más allá de esta cuestión, y refiriéndose también al momento actual, con el término de «biopolítica» matiza la capacidad del biopoder de intervenir en los aspectos biológicos de los individuos de una sociedad: sus tasas de natalidad, mortalidad y fecundidad, de emigración e inmigración, identidades de género, ocupación de la vivienda, empleo y desempleo, seguridad material en la vejez, acceso a servicios médicos... Puede decirse que en la edad contemporánea todo lo que tiene que ver con funciones corporales es objeto de control por parte del poder. La biopolítica busca la autorregulación «normalizadora» del cerebro de los miembros de la sociedad, los cuales son así determinados hacia ciertas formas de vida e identidades: sexuales, nacionales, de clase, de grupo etc. Incluso, muy importante esto último para lo que estamos tratando en este ensayo, el tipo de disidencia que cabe o no mantener como activismo confrontativo. En cierta medida supone la otra cara de la moneda de la función «podadora» o aniquiladora del poder: aquello diferente que no es destruido, es transformado, reciclado, de cara a la asimilación o integración (14). Según Foucault, lo más significativo de esta cuestión radica en la puerta que abre al poder para «normalizar» toda relación social mediante el empleo de «la ley». Hoy somos testigos de cómo el proceso normativizador avanza como un rodillo que tiende a acaparar cada vez más dimensiones relacionales. Las nuevas tecnologías, en esta cuestión, juegan un papel, más que destacado, inexorable.
Apoyados en el estribo que nos propone esta lectura, podemos nombrar someramente algunos de los aspectos biológicos, vivenciales, de nuestras personas sometidos a los efectos de la ingeniería social del poder.
En primer lugar, por su obviedad, está la cuestión demográfica. A cuánta gente le es permitido residir en cada sitio. Y qué tipo de gente. El poder político controla el número de la población, y para ello dispone en ocasiones de medios para incentivar o desincentivar la natalidad: ayudas por familia numerosa, cheque bebé, legislaciones que favorecen lo que se da en llamar conciliación laboral... Por la otra parte, normas que penalizan tener hijos, como ocurrió durante décadas en China, campañas de esterilización forzosa... Cabe destacar que hoy la principal influencia sobre el número de hijos que engendra cada pareja y, por tanto, sobre la pirámide demográfica de cada lugar, no es política sino económica. El modelo urbano basado en el trabajo asalariado y la incorporación masiva de la mujer al mismo ha sido determinante a la hora de generar sociedades conformadas por familias nucleares de pocos miembros.
El poder también actúa sobre la curva de mortalidad. Incrementándola en algunos casos: guerras, desplazamientos forzados, expolio económico que, a su vez, provoca pobreza y desnutrición, destrucción de sistemas económicos basados en la soberanía alimentaria... O disminuyéndola: fomentando la investigación y atención médica, geriátrica, pediátrica…, programas de salud pública (tabaquismo, alimentación saludable, deporte), control higiénico-sanitario, vacunaciones, etc. En su día, la implantación generalizada de estas políticas en Occidente, junto a la mejora de los hábitos alimenticios que posibilitó la bonanza económica, provocó una drástica disminución de la morbilidad, la cual, desde entonces, se ha mantenido en valores mínimos. Esta circunstancia, que no deja de ser un medio de ingeniería social, forma también parte de la dimensión de seducción (hay que tener a la gente contenta) que emplea el poder para obtener la estabilidad que pretende.
Cuando, según determina en cada sitio el poder económico, faltan individuos para mantener competitivamente el factor productivo, o sobran en exceso, produciendo peligrosas bolsas de pobreza, el principal sistema regulador es la migración. Ésta, que no constituye ninguna novedad histórica, en la era moderna es cuidadosamente controlada. Véanse, a la hora de impedirla, los potentes y militarizados filtros fronterizos de Occidente y las, más que restrictivas, legislaciones a la hora de conceder visados, permisos de residencia, e incluso asilo político. En contrapartida, también podemos contemplar cómo se importa mano de obra especializada a menor coste, de forma puntual o generalizada, cuando el interés de la empresa lo requiere. Es como la deslocalización pero al revés. En lugar de llevar la fábrica allá donde la mano de obra es barata, traemos ésta aquí para que trabaje estacionalmente. Luego nos deshacemos de esas personas devolviéndolas (o expulsándolas) a su lugar de origen. Y a colación de esto, cabe reseñar un debate de actualidad en la sociedad española a fecha de estar escribiendo estas líneas: ¿Qué pasará con las pensiones cuando, por efecto de un fuerte envejecimiento de la población, sean minoría quienes estén en edad de trabajar (y cotizar)? Quizá, si la coyuntura lo permite, el poder económico aproveche para hacer caja (la famosa «acumulación por desposesión» de Harvey) y las prestaciones sean recortadas. Pero también —mucho más probable, me parece— se abrirá lo necesario el grifo de la inmigración (si es que antes no ha sido sustituido por máquinas el grueso de la fuerza laboral). Llama la atención lo poco que se cita dicha variable en los debates mediáticos sobre el tema. Nuevamente el discurso del miedo.
Lo demográfico es una directriz de carácter macro cuyos efectos principales, aunque afecten a personas concretas, sólo se advierten a escala global. Mucho más personal es la cuestión laboral. Sugeríamos en páginas anteriores (ver capítulo «la libertad un regalo envenenado») que las poblaciones que pasaron de gestionar por si mismas sus necesidades básicas a depender del sueldo de un empleador, con ello, perdieron el pulso sobre el reloj, el dominio sobre su tiempo y, por ende, sobre la gran mayoría de facetas de sus vidas. Ninguna herramienta de ingeniería social, de biopolítica, aplicada sistemáticamente, logra tanto impacto sobre el individuo y la sociedad como el salariado. Éste no solo somete a las personas a ritmos y frecuencias marcadas por el poder —actualizado en este caso por la figura del empleador—, a comportamientos (incluidos los reproductivos), roles e identidades relacionadas con su puesto, sino que, además, las sitúa bajo la espada de Damocles de la competencia y el desempleo, lepra de las sociedades postindustriales. El grifo de la inmigración del que hablábamos estará, a su vez, más o menos abierto y cerrado en función de los porcentajes de paro que convienen al poder. El trabajo asalariado, por si fuera poco, determina las fases de infancia y juventud, que serán íntegramente dedicadas a preparase para poderse incorporar al mercado laboral en las condiciones menos desventajosas que cada cual logre alcanzar, tras un proceso de competencia y selección. Cual si fuera una mercancía. Y más cosas: teniendo en cuenta que a día de hoy, aproximadamente, la mitad del esfuerzo de un asalariado medio se traduce —de unas y otras formas— en pago de impuestos, podemos decir que nunca antes logró el estado, y con él el poder económico, tal exacción de la masa social. Como las hormigas pastorean a los pulgones, con ese dinero se financia, por ejemplo, la maquinaria militarista dedicada al control social. Es la pescadilla que se muerde la cola. ¿Talón de Aquiles del sistema tal vez? Mucho podría decirse sobre el salariado, circunstancia capital que a casi nadie da que pensar —o rebelarse— a día de hoy. Baste por el momento con lo dicho.
Hay más dimensiones en las que se ejerce la intervención del poder sobre la vida biológica de los gobernados: por ejemplo, los discursos hegemónicos sobre sexualidad y reproducción (15), la investigación genética que, bajo la coartada de la lucha contra la enfermedad, profundiza en cierta eugenesia, la aplicación de la ciencia psicológica y la psiquiatría, la medicalización generalizada o la machacante presión para el consumo compulsivo —y el materialismo—.
Por otra parte, algunos grupos que desafían al poder también emplean la ingeniería social para el logro de sus objetivos. La guerra o guerrilla insurgente, por ejemplo, que tanto afecta a la población de los escenarios bélicos. O la táctica terrorista; una forma de inyectar miedo en una sociedad concreta, influyendo en sus pautas y costumbres.
Cuestión capital para entender la dominación en la vida cotidiana que unas personas ejercen sobre otras es el género. Estudiosos de la antropología y la política no llegan a ponerse muy de acuerdo en la lectura de este asunto —de hecho hay visiones absolutamente contrapuestas al respecto— y yo he de decir que, en este tema, tampoco tengo el punto de vista suficientemente depurado que me gustaría poseer. Para empezar, ni siquiera los términos «género» y «patriarcado» gozan de una definición precisa y hay quienes los aplican o no a según qué realidades. Porque, tratando nuevamente de fugarnos de nuestra prisión etnocéntrica, no está claro que la desigualdad de roles entre sexos, incluyendo el reparto de tareas, represente necesariamente diferencias de poder, de prestigio o algún tipo de subordinación. Clastres, por ejemplo, en el capítulo «El arco y el cesto» de su obra «La sociedad contra el estado», estudia detenidamente el desglose de funciones según sexos entre los guayakíes, una tribu amazónica en la que no observa diferencias materiales ni de poder entre sus miembros. De su descripción no se desprende subordinación alguna de la mujer hacia el hombre. De hecho, la tribu estudiada practica la poliandria y Clastres refiere varios casos de homosexualidad perfectamente integrados en su seno. Sin embargo, hay grandes diferencias entre ambos sexos: tipos de tareas que realizan, instrumental que utilizan, formas de expresarse, de relacionarse con el entorno, de cantar. Algunas de ellas consagradas mediante el tabú. De ello no cabe deducir que toda sociedad no-estatal sea igualitaria en cuanto al poder de decisión o acceso a los recursos. La antropología nos muestra no pocos casos de grupos humanos de ese tenor en los que la mujer está subyugada por el varón; pueblos poligámicos e incluso algunos que comercian (o intercambian) mujeres cual si fueran objetos. En las propias tribus estudiadas por Clastres la función de jefatura, que no aporta poder de decisión sobre el colectivo pero sí prestigio, es invariablemente ocupada por varones.
Para empezar a cortar el paño quizá sea bueno distinguir dos realidades: el reparto de tareas según sexos por una parte, y la preeminencia masculina en distintos sentidos por la otra. En la actual sociedad occidental se ha heredado una situación en la que ambas cosas concurren y la citada preeminencia masculina —que podemos llamar aquí «patriarcado»— se apoya con fuerza en el reparto de tareas y en las diferencias culturales entre sexos: lo que habitualmente se denomina «el género». Como decíamos, no está claro que siempre haya sucedido tal cosa: que el género —las características diferenciadas que la sociedad atribuye a cada sexo— desemboque en patriarcado. Incluso podríamos decir que, en caso de que efectivamente así hubiera sido, nada impide —en pura teoría— una relación igualitaria entre personas de distintos sexos que desempeñan, a su vez, diferentes funciones.
En cuanto a la primera parte, la especialización, sin entrar en demasiadas honduras, podemos concluir que entre las primitivas comunidades humanas y pre-humanas que vivían de los recursos que podían obtener directamente del medio natural hay una razón clara para que se dé, al menos, cierto reparto de tareas: la reproducción. Que implica embarazo, parto y alimentación-cuidado de crías que precisan periodos muy largos, mayores que en cualquier otra especie, para ser autónomas. Por una cuestión de optimización del esfuerzo en una sociedad no basada en la distinción entre individualidades, sino en la pertenencia al común, no carece de lógica que los individuos no afectados directamente (en lo biológico) por esta función de vital importancia para la pervivencia del grupo, sustituyan durante el periodo reproductivo a quienes sí lo están, en aquellas otras tareas básicas que éstas no pueden atender o que les supone un esfuerzo añadido hacerlo. De este reparto resulta un bien que afecta a todas las partes (16).
De lo dicho emanan otras lógicas posibles: que la especialización no se circunscriba al periodo reproductivo sino que termine por extenderse a la vida completa de cada sexo dando lugar así al género. Que el sexo encargado de la reproducción aproveche su menor movilidad a causa de ello para, además, asumir otro tipo de tareas «logísticas» (cocinar, mantener la vivienda, atender ancianos y enfermos, confeccionar ropa y utensilios…), etc. Cabe entender que, al ser igualmente necesarias para la sociedad las funciones desempeñadas por cada sexo, ningún tipo de especialización tendría porqué proporcionar prestigio o poder, o suponer agravios comparativos. De hecho, no falta documentación sobre sociedades primitivas (orgánicas, las llama Bookchin) del neolítico y de la actualidad, matrilineales, matrifocales y/o matricéntricas (no matriarcales en sentido estricto, concepto que se refiere a dominación del sexo femenino sobre el masculino, de lo cual no constan evidencias); es decir, en las que las mujeres detentan las funciones (identidad de linaje, decisión sobre cuestiones económicas, interlocución externa, elección sexual…) que desde el contexto jerárquico y patriarcal de Occidente se consideran centrales. Esta supuesta «centralidad», conviene subrayarlo, al contrario que en las sociedades patriarcales, no se traduce en dominación-subordinación entre sexos.
La propia entrada de la Wikipedia sobre el patriarcado (marzo 2018) señala su origen en el momento en que la especie humana se sedentariza y comienza a dedicarse en forma amplia a la agricultura. La necesidad de producir, conservar excedentes y defenderlos del asalto de grupos externos hizo precisa una alta demografía. Todo esto recuerda mucho a lo que decíamos sobre el origen del estado. En las precedentes tribus nómadas —según la enciclopedia virtual—, la movilidad era condicionante de que se tuviera poca descendencia, lo que impedía que surgieran grandes diferencias operativas entre ambos sexos. En la sociedad sedentaria la mujer se especializará en tener un gran número de hijos y el hombre en la obtención y defensa de los recursos. Esta forma extremada de la especialización está determinada por una organización social amplia y compleja, y ya no vinculada directamente al medio. En ella el hombre atiende la labor y el ganado y se entrena para la guerra, acaparando las funciones políticas, mientras que la mujer permanece en el ámbito doméstico (estoy simplificando mucho), dedicada a la reproducción y a la cría. Tal situación produce la emergencia, con carácter general, de la jerarquía y, en buena lógica, la dominación del sexo femenino por el masculino. La clave del patriarcado, según esta lectura, sería el factor reproductivo en el contexto de una organización social de alta concentración.
Repasando la historia universal, y sin necesidad de hilar finísimo, puede afirmarse que, desde que en Occidente existe el poder concentrado (esto es, el estado en cualquiera de sus formas), el patriarcado está presente en él de forma inherente. Cualquier imperio de la antigüedad, incluyendo Roma en todas sus épocas, estuvo definido por una neta preeminencia masculina en lo político, lo económico y lo cultural. Los pueblos que conquistaron Europa a la caída de Roma eran patriarcales, como también lo era la Iglesia Católica, que actuó como reservorio ideológico en la Edad Media, sobre todo en su primera mitad, ese momento en el que algunos quieren ver un igualitarismo entre sexos en el norte cristiano de la Península Ibérica. Patriarcal continuó siendo la sociedad occidental a lo largo de la Edad Moderna y —a pesar de la Ilustración— hasta nuestros días. Pienso que la clave principal hay que buscarla en el factor reproductivo. Siempre que la mujer, sometida al reparto cultural extremado de tareas, jugó un papel secundario en la obtención del sustento y la defensa violenta del mismo y estuvo fundamentalmente dedicada a la logística de la vivienda y la reproducción, se encontró en una situación de dependencia frente al varón. Circunstancia que —a diferencia de otras sociedades— fue recurrente a lo largo de la historia de Occidente, podríamos decir, hasta antesdeayer.
No obstante, en ciertos ámbitos de campesinos y ganaderos minifundistas basados en la cooperación, el patriarcado pudo llegar a atenuarse mucho —nunca desaparecer por completo (la «auctoritas», nominal cuando menos, del «paterfamilias», está más que documentada para todo tipo de sociedades a lo largo y ancho de la historia de Europa)—. En estas sociedades el concepto higiénico y gastronómico era muy distinto al actual. Mantener limpia y en orden la vivienda y las pocas pertenencias o hacer la comida no requería demasiado tiempo. La optimización de recursos que suponía la atención de personas dependientes entre los miembros de una familia extensa (y más allá, mediante mecanismos como, por ejemplo, la lactancia compartida), permitía liberar mucho tiempo de las mujeres para la producción de alimentos. Así, podían desempeñar esas tareas de forma casi paritaria —mayor en algunos casos— a la de los varones, lo cual les daba mayor presencia política en su comunidad y en la familia (17).
Como contrapunto a esta situación, desde finales del siglo XIX, por efecto del proceso de aburguesamiento que le venía sucediendo a la clase obrera, muchas de las mujeres de ese sector, residentes en ciudades, acaban recluidas en sus viviendas monofamiliares, dedicadas a cocinar, limpiar, lavar y criar hijos mientras sus maridos trabajan en las fábricas y departen luego en el bar. Esta situación, que estuvo perfectamente normalizada en todas las clases sociales en las décadas centrales del siglo XX (ama de casa, profesión «sus labores»...) y que, en forma menguante, ha llegado a la actualidad, supuso, en su día, un impulso de la dinámica patriarcal y, opino, es en buena parte, la causa pretérita de las actuales tasas de desigualdad laboral, remunerativa, de presencia en determinados cargos y funciones en el seno de la sociedad capitalista, que tanto dan que hablar. El paradigma que se implanta en estos momentos representa la asunción por parte de la industria capitalista del reparto de roles que era propio del mundo tradicional. El empresario, mediante la figura del trabajador varón, remunera a toda la familia, la cual es una comunidad de bienes en todos los sentidos. Se vincula la correcta productividad de un trabajador masculino con la «liberación» de una mujer para que pueda desempeñar las tareas domésticas y atender a las personas dependientes. Obviamente, de esta dinámica, mediatizada, además, por un tercero en búsqueda única del beneficio económico y la acumulación de capital, solo puede resultar fortalecida la desigualdad entre sexos.
Si bien las grandes plumas de la Ilustración no tuvieron prácticamente en cuenta al sexo femenino en sus propuestas de cambio social, sí puede decirse que es a partir de este momento cuando nace la toma de conciencia antipatriarcal. Es de cajón que de la reflexión sobre la igualdad, antes o después, debe surgir el tema de la desigualdad entre sexos. De hecho, es también una obviedad, el patriarcado no es compatible con la cosmovisión de la modernidad. Desde finales del siglo XVIII ya existe literatura feminista (18), y si la desigualdad de sexos perdura, ello tiene que ver sobre todo con el hecho de que, entre las capas sociales que por su grado de instrucción son susceptibles de conocer esta nueva sensibilidad, se mantiene una división funcional de tareas que perpetúa el estado de dependencia económica de las mujeres hacia sus maridos. Sin minimizar, desde luego, la fuerte impronta cultural-ideológica heredada que supone el patriarcado, la cual no es superable así como así.
En el siglo XX las cosas comienzan a cambiar en Occidente. Existe un feminismo organizado que se ubica, fundamentalmente (aunque no solo), en el seno de los partidos y organizaciones socialdemócratas (19). Así, su objetivo principal será la obtención de derechos civiles para las mujeres. Especialmente el voto. Posteriormente aparecerán corrientes feministas, denominadas de tercera y sucesivas olas (existe cierta controversia en la nomenclatura), que ampliarán el foco hacia las restantes consecuencias prácticas del patriarcado, mestizándose, asimismo, con todo tipo de ideologías y dando lugar a enfoques y propuestas bastante variadas, que no me voy a detener a pormenorizar aquí.
A partir de la segunda mitad del siglo XX el heteropatriarcado comienza a perder terreno en las sociedades occidentales. El punto de vista feminista y el de los colectivos de homosexuales, a través de movimientos sociales y partidos políticos progresistas, comienza a estar presente en el poder estatal y en los medios de comunicación. A ello hay que añadir la instrucción masiva, que consigue extender el estándar cultural moderno y el pensamiento cartesiano a todas las capas de la sociedad. La tecnología, por su parte, acaba con la mayoría de determinantes de tipo físico que hacían que fuese más productiva la presencia del sexo masculino en según que tareas. Incluso abre a la participación masculina una cuestión que venía siendo tan importante para la permanencia de la mujer en casa como la lactancia. Pero lo realmente trascendente es el cambio de hábitos: la reducción drástica de la natalidad —llegándose en muchos lugares al crecimiento cero e incluso negativo— y, como consecuencia (o causa; más bien retroalimentación) de lo anterior, la incorporación de un elevado porcentaje de mujeres a los estudios medios y superiores, y al mercado de trabajo asalariado, hecho que logra, por fin, romper los vínculos de dependencia económica entre sexos y tiene un gran impacto en el imaginario social. Aunque parezca mentira, podría decirse que nada ha hecho más daño a la cultura patriarcal a lo largo de la historia de Occidente, que la necesidad —o el interés— del capitalismo moderno (incluido el capitalismo de estado de los países soviéticos) de integrar a las mujeres en sus centros de trabajo. Con el propósito de contar con más personas produciendo pero, sobre todo, obteniendo, con su salario, el poder adquisitivo necesario para que el «mercado», la sociedad de consumo, pudiera acrecentar sus dimensiones.
La idea, empero, de que una participación igualitaria en las tareas productivas (fuera del hogar) es sinónimo de fin del patriarcado debe ser matizada. Podemos constatar realidades sociales en las que tal cosa no es así. Por ejemplo, es común en amplias áreas de América Latina (imagino que ocurre lo mismo en otros lugares) el hecho de que mujeres que producen tanto o más que sus parejas masculinas, se encuentren fuertemente subordinadas a éstas habiendo de padecer, incluso, su parasitismo económico, el maltrato, la infidelidad sexual unilateral normalizada o el abandono frecuente. En nuestro ámbito cercano hemos sido testigos de una situación que, si bien se encuentra en declive, todavía mantiene vigencia: la primera generación femenina que se incorporó masivamente al trabajo por cuenta ajena hubo de comprobar cómo ello no le liberaba de las tareas domésticas. Cómo éstas habían de ser desempeñadas por ella —y no por el varón— al regreso de ambos al hogar, tras cumplir con la jornada laboral. Así era en mi familia, sin ir más lejos. Entiendo que estas situaciones se encuentran relacionadas con procesos de transición. Como se sugería arriba, la impronta cultural del patriarcado no es algo que pueda desaparecer de un día para otro. Aunque varíen las circunstancias objetivas que generan y alimentan la desigualdad entre sexos, desarraigar el patriarcado de las estructuras mentales y culturales es algo que va mucho más lento y que, según en qué casos, puede demorarse generaciones. En el nuestro, creo que es fácilmente comprobable el hecho de que hay un cambio en marcha en tal sentido. A medida que transcurren las generaciones, la tendencia de los roles de género a difuminarse y la disminución de la influencia de la educación paterno-materna y familiar en sentido amplio (en beneficio de, por ejemplo, la que se ejerce desde la escuela, los medios de comunicación, etc.), hacen cada vez más difícil que esos patrones tradicionales, los cuales solo se materializan de forma intermitente y discontinua, se vayan transmitiendo. Más teniendo en cuenta que hay una nada desdeñable —y creciente— presión social en su contra. Argumento que, por otra parte, no ha de llevar al sofisma de que como el proceso, de algún modo, es automático e inexorable (estructural), toda lucha feminista está de más. Que se den esas luchas, es obvio, acelera la transición.
Tal proceso, como se apunta, sucede con ritmos distintos en cada área geográfica y, dado que hoy, incluso donde más se ha avanzado, persisten algunas tasas de discriminación, puede decirse que en ningún lugar ha concluido. Empieza en los estados del norte de Europa. No por casualidad éstos son los primeros donde cae la natalidad y donde se establece en fechas tempranas un sólido, y no superado, estado de bienestar (ambas cosas parecen ir de la mano). Algunas películas españolas de los años 60 y 70 muestran el estupor de la sociedad ibérica ante las costumbres «liberales» de las turistas nórdicas. La abundancia económica permitirá prestar apoyo institucional suplementario a la incorporación de la mujer al trabajo: instauración de bajas remuneradas por paternidad y maternidad, legislaciones laborales que aseguran la lactancia, guarderías... En otros lugares los cambios van con alguna que otra década de retraso. En el sur de Europa es posible que —nos acordamos de Max Weber al hacer esta especulación— la influencia del catolicismo, muy importante hasta fechas recientes, haya ralentizado el proceso. En otros lugares del mundo, por ejemplo América Latina, lugar en el que se experimenta una concreta y compleja confluencia entre formas culturales tradicionales del mundo indígena, la herencia de la cultura colonizadora española y portuguesa, y la violenta y acelerada aplicación de formas económicas capitalistas depredadoras —todo ello afectado por la tardía importación de los contemporáneos estándares culturales europeos y norteamericanos—, el patriarcado, que allí tiene connotaciones propias y diferenciadas según estados y sub-regiones, apenas está iniciando su retirada.
Aunque la definición de que el patriarcado es una más de las «estructuras estructurantes» que operan en la actual sociedad tiene hoy numerosos y activos detractores, no creo que tal idea pueda ser puesta en tela de juicio. Cualquier hombre (o mujer) que se esfuerce en analizar la realidad con un mínimo de objetividad y desapasionamiento podrá reconocer, más allá de los datos escandalosos que salen en los medios de comunicación, numerosas situaciones de pequeña ventaja del varón frente a la mujer. Baste pensar —generalizando— en quiénes se suelen levantar y quiénes permanecen sentados para poner y retirar platos en los banquetes familiares. Quién baña, da la cena y acuesta a la persona anciana que no ha sido ingresada en un geriátrico. Entre muchos ejemplos similares que podríamos nombrar. Generalizando, repito, que sus excepciones las hay. Hoy pocos —casi nadie— defienden en Occidente, al menos de forma pública, algún tipo de supremacía del varón sobre la mujer. Lo que no impide que situaciones como las descritas sigan sucediendo. Ello es así porque todavía existen importantes reminiscencias —más y menos soterradas según el nivel cultural y la extracción social de las personas concernidas— de la ideología que legitimaba y normalizaba el patriarcado (20).
A día de hoy, esta cuestión y sus implicaciones (violencia física y sexual hacia las mujeres, diferencias salariales, de presencia en puestos de prestigio...), a pesar de su mengua paulatina, está dando mucho que hablar en Occidente. Desde hace unos años se ha multiplicado la atención mediática y social hacia el tema. Hay quien afirma que de forma inducida desde el poder. Yo soy poco amigo de querer ver manos negras y señores en cuartos oscuros tramando conspiraciones. Pero sí es cierto que en este asunto, tal vez, podría estar dándose una confluencia de intereses, más o menos casual, entre la reivindicación feminista —especialmente en su versión más institucional— y los objetivos implícitos del poder estatal y económico. No hay más que ver cómo grandes próceres políticos de izquierda y derecha, personajes famosos e importantes empresas capitalistas se suman a la causa. Uno de los fines del biopoder, según Foucault, es el de atomizar la sociedad disolviendo en lo posible los vínculos privados entre sus miembros. Hay quienes señalan que el encendido debate mediático sobre el patriarcado y, concretamente, sobre lo que se da en llamar «violencia de género», y las medidas legislativas punitivas que se vienen implantando por doquier al respecto, no hacen otra cosa que cavar un foso de desconfianza y recelo entre ambos sexos, dinamitando, entre otros, los fundamentos de la última célula social que mantiene algo de vida propia y cierta autonomía con respecto al estado: la familia. No hay ya capitalismo que aliena y expropia a las personas, mundo rico viviendo a costa del mundo pobre, sino solo hombres oprimiendo y maltratando a mujeres en el civilizado Occidente. Con independencia de que dichas opresión y maltrato son reales, sería deseable poder opinar —sin arriesgarse a sufrir ningún tipo de linchamiento— sobre los posibles aprovechamientos de su éxito mediático por parte del poder.
Los antiguos estados del bloque soviético, nunca pilotados por mujeres como se dijo, ni tampoco libres de discriminaciones y techos de cristal, sí tuvieron como una de sus más reconocibles políticas la igualdad de género. Es decir, el objetivo de reducir, minimizar, todo tipo de diferencia social, política y aun cultural entre varones y mujeres. Este tipo de ingeniería social tiene hoy su continuidad. Por ejemplo, en los discursos e iniciativas que, por distintas razones, definen como incorrecto, y a corregir, el mayor vínculo de las mujeres con la vida familiar. O que tratan de que los niños jueguen con muñecas y las niñas con camiones. Igual número de hombres y mujeres trabajando en la guardería y en la mina (o en el ejército). La «discriminación positiva» (cuotas, listas cremallera)... Sería largo y complejo (aunque no se debe desistir por ello) analizar y debatir la pertinencia de estas y otras líneas políticas de actuación que pretenden —se supone— el establecimiento de una sociedad igualitaria entre sexos (21).
Por otra parte, lo que sí es cierto, como se dijo, es que la actual lucha contra el heteropatriarcado pone en cuestión el modelo de familia nuclear que venía siendo indiscutido hasta hace poco. Es obvio que cabe alegrarse de que el tipo de familia monoparental o integrada por personas homosexuales esté paulatinamente obteniendo la aceptación social. Siempre y cuando no lo haga denostando el modelo anterior. La modernidad destruyó en su día el vínculo comunitario de las sociedades agrarias minifundistas y la familia extensa. La posmodernidad parece ir hoy contra la familia biparental heterosexual de carácter permanente, a la que juzga opresiva y limitante de la libertad individual. Además de tildarla —qué mejor coartada— de reducto del patriarcado. Ya he comentado en capítulo anterior mi opinión sobre este tipo de deriva hacia el individualismo total.
Notas
13- El filósofo germano-coreano Byung-Chul Han (1959), muy de moda últimamente, acomete una revisión de la teoría del poder de Foucault a la luz de las nuevas circunstancias del presente. En su opinión, la clave de la dominación del poder sobre la vida y el logro de la atomización social, hoy, no se basa en la negación, en la negatividad (vigilancia y castigo), sino en la positividad: una abundancia de opciones perfectamente interiorizada, que somete al individuo a una dinámica y un ritmo vital frenético, convirtiéndolo en «emprendedor de sí mismo», un engranaje de la máquina que no deja nunca de girar y que lo hace de forma autónoma (y automática). En su obra «La sociedad del cansancio» (2010) afirma que: «La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya “sujetos de obediencia”, sino “sujetos de rendimiento”. Estos sujetos son emprendedores de sí mismos. Aquellos muros de las instituciones disciplinarias, que delimitan el espacio entre lo normal y lo anormal, tienen un efecto arcaico. El análisis de Foucault sobre el poder no es capaz de describir los cambios psíquicos y topológicos que han surgido con la transformación de la sociedad disciplinaria en la de rendimiento. Tampoco el término frecuente “sociedad del control” hace justicia a esa transformación. Aún contiene demasiada negatividad.»
14- Una curiosa excepción a lo dicho es la trayectoria histórica del pueblo gitano en Occidente. Una sociedad nómada, endogámica, constituida desde su propia tradición, creencias y sistema de autoridad. Presente en Europa desde hace más de medio milenio (está datada su llegada a la Península Ibérica en el siglo XV), funcionó paralela y transversalmente a la sociedad dominante, obteniendo de ésta su modo económico de vida pero sin disolverse ni mestizarse apenas con ella. La historia del pueblo gitano en Europa está jalonada de infructuosos intentos por parte del poder de asimilarla y aun destruirla físicamente. La persecución a la minoría refractaria gitana fue una constante en Europa durante toda la era moderna y aun contemporánea: esterilizaciones y abortos forzados, deportación, expulsión, intentos de asimilación forzosa, esclavización, reclusión y, finalmente, intento de exterminio fueron los métodos utilizados. También en España. Es, sin embargo, la positividad y no la negatividad la que está logrando la «normalización» del pueblo gitano. La vertiginosa evolución de la sociedad de consumo, en lo cultural y lo tecnológico, ha dejado en fuera de juego sus sistemas económicos tradicionales, que no han podido adaptarse a la suficiente velocidad. Así, se han visto obligados a la sedentarización y a una paulatina —aunque lenta— incorporación al sistema laboral asalariado. La escuela y la televisión están haciendo el resto. Cabe destacar que la gitanofobia ha sido y es una constante en las sociedades en las que esta cultura ha estado presente. Lo cual es indicativo del nivel de «interferencia» que es capaz de causar al sistema occidental una minoría no integrada. También merece señalarse que el proceso de asimilación de los gitanos a la sociedad tecnológico-urbanita no está sucediendo sin disfunciones y conflictos de diverso signo, como pueden comprobar muchas personas que residen en barrios con fuerte presencia de esta etnia.
15- Desde algunos sectores del poder político y económico, incluyendo el feminismo institucional, se plantea legalizar de derecho algo que siempre lo estuvo de facto: la prostitución. No es el machismo rancio quien lo reivindica, que sería lo normal, sino el progresismo ilustrado. Obviando el problema de la prostitución forzosa o por causas de pobreza económica, circunstancias que enmarcan ampliamente el fenómeno en la actualidad, el discurso llega a hablar de «empoderamiento de la mujer», la cual, así, habría de ser liberada de tabúes y leyes patriarcales, a fin de poder utilizar su cuerpo, incluida su dimensión sexual —e incluso reproductiva—, en cualquier forma que pudiera desear: como una posibilidad más de obtener dinero, si tal es su libre e individual decisión. No conviene olvidar, por otra parte, que esas mismas voces que no encuentran diferencia entre ofrecer el cuerpo como fuerza de trabajo en el mercado asalariado y comerciar con la propia sexualidad, en cambio sí hacen una enorme (y apropiada) distinción cuando una persona es agredida, en función de si la agresión tiene o no carácter sexual. La argumentación en defensa del derecho a prostituirse añade la exigencia de que este «trabajo», considerado como cualquier otro en el marco capitalista, goce de la «protección» del estado. Esto es, el derecho a beneficiarse del sistema de cobertura laboral pagando —esta vez en dinero y no con carne, aunque de ella procede—, periódicamente, al estado por ello. Aún más allá, un sector de esta progresía reivindica la plena normalidad, social y legal, de lo que se llama eufemísticamente «maternidad subrogada»; el poder comprar de encargo (quien se lo pueda permitir) hijos gestados en un vientre ajeno. De una mujer joven que ha decidido «libremente» prestarse a ello, claro. Hay todo un mercado conformado por parejas homosexuales con gran poder adquisitivo, por famosos millonarios con poco tiempo para dedicar a esos menesteres o por parejas que, simplemente, más allá de la clásica adopción, prefieren comprarse un niño de estas características para «no perderse» los primeros compases de la paternidad. No se puede cosificar/mercantilizar más al sexo femenino y a los propios bebés. En algunos países empobrecidos existen ya «granjas» de mujeres dedicadas a este menester. Por ahora no se habla, al menos en España, del derecho legal a vender propios órganos, que encajaría perfectamente en la lógica expuesta, pero todo llegará.
16- La tradición feminista de inspiración marxista afirma que el patriarcado surge cuando la aparición de las clases, en algún momento de la historia, da lugar a la especialización en el trabajo. En este contexto, el poder masculino —que, de alguna manera, sería protocapitalista— subyuga a las mujeres, controlando su factor reproductivo y obligándolas a las tareas «inferiores». La idea procede de «El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado», un libro que Engels escribió en 1884 apoyándose en algunas notas de Marx y, sobre todo, en «La Sociedad Antigua» (1877), obra del antropólogo Lewis H. Morgan. Este esquema, muy arraigado, y que no se opone frontalmente a lo que trato de exponer aquí, falla, en mi opinión, cuando evita poner su mirada comparativa en las actuales sociedades primitivas y, aun, en el comportamiento de las especies animales más próximas. La especialización por sexos es previa a la aparición de cualquier tipo de forma estatal o acumulación económica. Incluso a la «sapientización» de los homínidos. No creo que eso sea discutible. Lo que es posterior es asignar poder y prestigio a unas funciones en detrimento de otras. Si hay que hablar de patriarcado en relación al reparto de tareas debería ser en estos términos y no en aquéllos.
En una línea similar, ha tenido cierta influencia la obra escrita en 2004 por la neomarxista y feminista Silvia Federici «Calibán y la Bruja. Mujeres, Cuerpo y Acumulación Originaria». En ella, apoyándose en datos e interpretaciones históricas más y menos controvertidas, establece un vínculo bastante unidireccional entre patriarcado y capitalismo, relacionando la emergencia de este sistema económico y la destrucción del sistema rural descentralizado que lo precedió, con un proceso de subyugación y pérdida de autonomía de las mujeres. Todo ello en el marco de las nuevas necesidades productivistas del capital. Destaca especialmente la persecución y ejecución de las señaladas como «hechiceras”, acción con la que, según su interpretación, se procedió a una sistemática destrucción de los roles autónomos de la mujer.
17- Algunos manuales de antropología señalan la comarca de La Maragatería, en León, como uno de los puntos de posible matriarcado en la península. Entiéndase matriarcado en sentido figurado; sinónimo de un patriarcado de muy baja intensidad. Muchos maragatos, tradicionalmente eran arrieros, los transportistas peninsulares históricos por excelencia. La prolongada ausencia de los varones a causa de sus viajes hacía que fueran las mujeres las que, de facto, gestionaran y gobernaran la casa, la hacienda y la vida familiar, dando lugar así a numerosas costumbres que remarcan el peso femenino en la comunidad. Por su parte Julio Caro Baroja, en su obra antológica «Los Pueblos de España» (1946), refiriéndose a La Cabrera, comarca interior de los Montes de León, dice que: «como ejemplo característico de viejas prácticas de fisonomía matriarcal que no se hallan uniformemente, podemos poner la costumbre de las "ceibas" o emparejamientos, propia del territorio de la Cabrera Baja. Consistía en el emparejamiento de mozos y mozas que en el período de verano, de mayo a octubre, dormían juntos en los "palleiros" de los pueblos después de que los hombres solicitaban a una mujer y ésta aceptaba, costumbre que puede compararse muy bien con las de licencia sexual y vida particular de los solteros en parejas, en determinadas chozas y graneros, que los etnólogos han encontrado en pueblos agrícolas y matriarcales...» También me parece interesante la recuperación de la memoria de la siguiente costumbre arcaica, recogida en el libro de Argimiro Crespo Pérez «Cartas a Minerva. Relatos, Costumbres, Leyendas y Canciones de las Comarcas de La Carballeda y Sanabria en la Provincia de Zamora» (1990): «La palabra rebecar se decía en la comarca de La Carballeda, mientras que rebrincar se usaba en la comarca zamorana también y limítrofe, de Aliste (...) Es la acción de luchar para medir la fuerza, el temperamento y el carácter entre mozos y mozas. No era una lucha brutal ni agresiva, pero como en todas las competiciones gustaba y se deseaba quedar vencedor y no vencido y humillado. Estas luchas o rebeques surgían espontáneos en las majas, trillas, en el concejo, en los grupos que en las tardes soleadas se reunían a la puerta. Solo se necesitaba la iniciativa de una de las partes; con mucha frecuencia era la moza, la hembra la que provocaba al mozo.» Algunas cuestiones similares se refieren en el contexto vasco y en otros lugares del ámbito rural pretérito.
18- Dejando aparte algunos precedentes premodernos, es en torno a la Revolución Francesa cuando surgen las primeras expresiones de feminismo político-intelectual. En 1791 Olimpia de Gouges, publica su «Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana», tratando de completar el documento dos años anterior «Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano». En 1792 Mary Wollstonecraft redacta en Inglaterra la «Vindicación de los Derechos de la Mujer». Ambos escritos reivindican la igualdad de derechos civiles, laborales, educativos, jurídicos, etc. Su trabajo será continuado, en las primeras décadas del siglo XIX, por escritores varones como Condorcet o Stuart Mill, dando lugar así al llamado «feminismo liberal», que entroncará con la generación llamada «de segunda ola», conocida, sobre todo, por el movimiento sufragista.
19- Por su parte, los estados del bloque soviético, o simplemente comunistas, habitualmente se han posicionado en contra del patriarcado, en cuya pervivencia han querido ver una consecuencia más de la «podrida» sociedad burgués-capitalista. Sin embargo, a pesar de desarrollar algunas políticas homogeneizadoras, contrarias a ciertas identidades de género, como muestra un botón, la presencia femenina en los altos puestos gubernamentales (o militares) de dichos estados ha sido irrisoria. De hecho no recuerdo uno solo de ellos que haya sido presidido por una mujer. Con pocas excepciones, lo dicho es trasladable a la mayoría de partidos y organizaciones comunistas europeas del siglo XX.
20- Dado que la función reproductiva es la razón fundante de la cultura patriarcal, será su objeto de mayor preocupación. Así, el marido se convertirá en el guardián de la capacidad reproductora de su esposa e hijas. Éste es el principal motivo de la obsesión con lo sexual de la religión cristiana (y de otras, como la musulmana, propias asimismo de sociedades patriarcales). Extendido a cualquier relación de tipo sexual, el paradigma tiene vigencia, por ejemplo, en las comunidades actuales de adolescentes, entre las cuales se dan sorprendentes —por supuestamente anacrónicos— episodios de vigilancia y control de las relaciones sociales y cibernéticas de las jóvenes por parte de sus «novios». Por otra parte, cabe recordar que en el ámbito doméstico, o en la pequeña comunidad aún no sometida a la vigilancia e intervención del poder estatal, la violencia física era un recurso muy habitual para implementar todo tipo de soluciones: desde la educación de los hijos a la defensa del patrimonio, pasando por la resolución de conflictos interpersonales. Por ello no tiene nada de extraordinario que su uso estuviera normalizado socialmente para mantener la autoridad patriarcal. Traigo a colación esta cuestión para señalar que la violencia privada no es intrínseca a las relaciones entre sexos, sino que responde a un espectro más amplio. A día de hoy, el uso privado de la violencia, especialmente la que se aplica por motivo patriarcal, resulta extemporáneo y, tras ciertas campañas mediáticas, objeto de fuerte estigma social. Obviamente, cabe alegrarse de esta evolución, que sería deseable fuese extendida hacia otro tipo de violencias; las que sigue ejerciendo impunemente el poder, por ejemplo.
21- Cabe añadir que no todas las líneas del feminismo abogan por esta equiparación de roles. Algunos grupos, ya en la primera mitad de siglo XX, reivindicaban la igualdad de derechos sin que las mujeres hubieran de renunciar a los rasgos culturales de su sexo. La organización anarquista —integrada en la CNT— «Mujeres Libres» llega a afirmar en 1936, en la edición número uno de su periódico homónimo: «El feminismo lo mató la guerra dando a la mujer más de lo que pedía al arrojarla brutalmente a una forzada sustitución masculina. Feminismo que buscaba su expresión fuera de lo femenino, tratando de asimilarse virtudes y valores extraños, no nos interesa; es otro feminismo, más sustantivo, de dentro a afuera, expresión de un modo, de una naturaleza, de un complejo diverso frente al complejo y la expresión y la naturaleza masculinos». Esta escora reivindicativa de lo femenino daría lugar hacia los años 70 al llamado «feminismo de la diferencia», un desarrollo del feminismo radical estadounidense que hace, precisamente, de la diferencia con los hombres la bandera de la liberación de las mujeres. Dicha corriente, coetánea de la eclosión de la posmodernidad, concediendo gran importancia a las formas distintas de concebir la sexualidad y la vida relacional, daría lugar a variados enfoques. Algunos crípticamente filosóficos. Otros, de tipo esencialista; focalizados hacia lo estrictamente femenino (maternidad, lactancia, lesbianismo…) o, en su dimensión política, negadores de y enfrentados a lo masculino.
El sector militar español contaminó en 2023 tanto como tres millones de automóviles
Óscar F. Civieta
El sector militar mundial fue responsable de alrededor del 6% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) en 2023. El español, en concreto, contaminó tanto como lo hacen 2,9 millones de automóviles. El parangón muestra la magnitud del impacto en la atmósfera tanto de las Fuerzas Armadas como de las empresas armamentísticas.
Esta contaminación, apuntan en el informe Malos humos militares: la huella de carbono del sector militar en España, elaborado por Centre Delàs d'Estudis per la Pau y Ecologistes en Acció, es creciente por el aumento en el gasto militar que están aplicando todos los países de la OTAN.
También, aclaran en el estudio, el cálculo es aproximado, ya que los Estados no están obligados a informar al respecto. En la actualidad, esta demanda es voluntaria, tal y como se aprobó en el Protocolo de la COP de París de 2015.
Los ejércitos y la industria militar representan el 6% de las emisiones mundiales de CO2
En 2023, con datos del informe referido, las emisiones GEI mundiales fueron de 37.550 millones de toneladas de CO2 equivalente (tCO2e). El sector energético es el máximo responsable (con un 26% del total), seguido de la industria (11%) y por detrás ya está el sector militar (6%), por encima incluso de la aviación (2%).
El sector militar, por tanto, emitió 2.253 millones de tCO2e en 2023. En el estudio señalan que este cálculo se hace solo contando las emisiones de ejércitos estacionarios en sus instalaciones, bases militares, campos de entrenamiento, maniobras y prácticas de tiro, más los residuos que generan.
“Y sin tener en cuenta las emisiones de las Fuerzas Armadas que intervienen directamente en guerras. Por ejemplo, se estima que en la guerra de Ucrania entre 2022 y 2024 se ha emitido una huella de carbono a la atmósfera de 2.700 millones de tCO2e”, agregan.
La contaminación de las Fuerzas Armadas españolas ha aumentado un 46% en cuatro años
En el estudio destacan que para evaluar la huella de carbono “es necesario contemplar todas las fases del ciclo de producción, desde la extracción de materias primas necesarias para la fabricación de las armas y equipos militares, hasta la utilización de esas armas y la gestión de los residuos que todo ello genera”.
En el caso de España, y siempre con las limitaciones provocadas por la falta de transparencia en la materia, los autores parten del informe Under the Radar: Europe's military sectors dodge scrutiny under European Green Deal, publicado por la Izquierda del Parlamento Europeo en 2021 –que da información sobre las emisiones GEI militares de España– para hacer una extrapolación con la situación actual.
Así, cifran en 2,8 millones de tCO2e las emisiones de las Fuerzas Armadas de España en 2019, y de 4 millones en 2023, es decir, un aumento del 46%. Si se suman las emisiones de las empresas, el total del sector militar es de 4,97 millones de tCO2e.
Desde el Centre Delàs destacan que de las 400 empresas armamentísticas que, según el Ministerio de Defensa, hay en España, disponen de datos de 126, y solo nueve de éstas informan de sus emisiones y de su huella de carbono. Por tanto, de nuevo, es grande la dificultad para hacer el cálculo.
Aun así, queda claro que la que lidera las emisiones es Navantia, con 567.899 toneladas de dióxido de carbono en 2023. Es la huella ecológica más alta de la industria militar española, reiteran, “y tiene su explicación en que la producción de los astilleros navales militares necesita de materiales sujetos a un valor añadido de seguridad y resistencia que no precisan los buques civiles, y que en su extracción y producción necesitan de mucha más energía que otros sectores militares o civiles”.
Más gasto en defensa, más emisiones del sector militar
Los investigadores hacen una correlación lógica entre las emisiones del sector militar en España y el presupuesto del Ministerio de Defensa, que fue de 14.453 millones de euros en 2023 (el 1,13% del PIB).
Como existe el compromiso del Gobierno, acordado en la Cumbre de la OTAN de 2022 en Madrid, de alcanzar el 2% del PIB en 2029, “en ese año, el presupuesto debería alcanzar la cifra de 25.582 millones, y representaría un incremento del 56,5% respecto al presupuesto de 2023. Si se aplica ese mismo incremento a las emisiones GEI de las Fuerzas Armadas, entonces las emisiones podrían alcanzar los 6.336.226 tCO2e en 2029”, sostienen.
Algo similar sucedería en otros países de la OTAN, que también aumentarán su gasto militar. De hecho, en el informe El clima bajo fuego cruzado: cómo el objetivo del 2% de gasto militar de la OTAN contribuye al colapso climático (también del Centre Delàs) estimaban que el gasto militar de los Estados miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte había aumentado en 100.000 millones de dólares en dos años.
Fuente: https://climatica.coop/sector-milit...;:text=Par%C3%ADs%20de%202015.-,Los%20ej%C3%A9rcitos%20y%20la%20industria%20militar%20representan%20el%206,las%20emisiones%20mundiales%20de%20CO&text=En%202023%2C%20con%20datos%20del,equivalente%20(tCO2e).
Bienvenidos al internet muerto: Por primera vez en la historia hay más robots que personas en la red, y la tendencia va a crecer hasta el infinito
Internet muerto.
Paula García
Internet, tal y como lo conocíamos, ha desaparecido por completo. O, al menos, eso es lo que piensan miles de usuarios y también un buen puñado de expertos. El internet muerto ha llegado por fin... pero ¿qué significa este concepto?
La “Teoría del Internet Muerto” defiende que, desde alrededor del año 2016, las plataformas online han ido desplazando progresivamente los mensajes, imágenes y opiniones creadas por humanos y favoreciendo el contenido creado por máquinas. En origen, era apenas una teoría conspiranoica creada y apoyada por algunos usuarios. Sin embargo, se ha convertido en una manera tristemente realista de describir el rápido declive de Internet como plataforma basada, fundamentalmente, en la interacción humana.
La popularización y democratización de los modelos de Inteligencia Artificial basados en LLMs, como el popularcísimo ChatGPT de OpenAI, Gemini, la IA de Google, o Apple Intelligence, han acelerado todavía más este proceso. Los expertos del Instituto de Estudios Futuros de Copenhague ya estiman que, para el año 2030, el 99% contenido de Internet estará creado por Inteligencia Artificial.
Y lo cierto es que las cifras lo respaldan. La empresa de seguridad NewsGuard mantiene un seguimiento constante sobre la cantidad de sitios de noticias online que están operados y nutridos únicamente por contenido creado a través del uso de Inteligencia Artificial.
A fecha de mayo de este año, ya han identificado más de 1.271. La mayoría de estos sitios web buscan hacerse pasar por periódicos locales o medios especializados operados por humanos, pero sus artículos, creados sin supervisión humana, frecuentemente muestran “afirmaciones falsas sobre líderes políticos, muerte de celebridades, eventos inventados, y planteamientos de eventos pasados como si acabasen de suceder”.
La desinformación es una de las principales consecuencias de este auge de la IA y de la ausencia del filtrado y la autoría humana en la red, pero no es la única. También se generan percepciones inexactas sobre los gustos, opiniones e incluso inclinaciones políticas de la mayoría.
Según el Informe Bad Bot, un estudio anual realizado por la empresa de ciberseguridad Imperva, a fecha de 2025 ya hay más de un 51% de usuarios de Internet que son bots. Es la primera vez desde que se realiza el informe que el porcentaje de robots y cuentas automatizadas alcanza una cifra tan alta que, en esencia, quiere decir que solo el 49% de los mensajes, posts e interacciones que vemos en la red proceden de personas reales.
A la luz de este dato, es difícil no replantearnos la mayoría de los vídeos, artículos y comentarios que consumimos cada día. ¿Son reales todos esos comentarios, bajo un vídeo sobre una crema hidratante, que nos explican lo bien que les ha funcionado? ¿Y las reseñas del producto que hemos comprado porque tenía buenas opiniones? ¿Podemos confiar de los mensajes en X o Instagram que nos recomiendan ver una película? ¿Significa algo que un vídeo tenga decenas de miles de reproducciones, o que una canción tenga millones de streams?
Otra consecuencia inevitable de la proliferación de la IA y los bots en Internet es que, tarde o temprano, estas máquinas acaban interactuando consigo mismas, retroalimentándose y generando conversaciones o situaciones absurdas.
La influencer y divulgadora Ophelia Pastrana ejemplifica la situación en una escena bastante corriente que probablemente haya sucedido en más de un instituto o universidad: nos plantea la historia de un profesor que le pregunta a ChatGPT sobre qué tarea debería asignarle a sus alumnos. Después, sus alumnos resuelven esa tarea utilizando ChatGPT… Y el profesor termina corrigiéndolas usando, a su vez, la Inteligencia Artificial. Máquinas hablando con máquinas. “En esta ecuación… ¿Dónde están los humanos?”
Una situación bastante similar podemos encontrarnos, por ejemplo, en los comentarios y publicaciones de redes sociales como Facebook. Cada vez son más frecuentes los posts de “AI slop” —un término despectivo utilizado para referirse a contenido de baja calidad creado por IA— con cientos o miles de interacciones y comentarios incongruentes, destinados a crear una falsa sensación de conversación y comunidad y a obtener ingresos a través de clics y publicidad.
El filtrado algorítmico que las mayoría de las redes sociales utilizan para ordenar y mostrarnos sus mensajes o vídeos suele confiar, al menos en parte, en algún tipo de sistema impulsado por IA que sirve para determinar el contenido y el posible alcance de los distintos contenidos. De manera similar, estos bots escanean las plataformas para interactuar con aquellos posts que considerasen interesantes o relevantes.
Aunque, en ocasiones, las cuentas que publican estas imágenes sí están administradas por una persona humana, la intención de estas no es informativa, ni de entretenimiento: simplemente buscan atraer la mayor cantidad de clics posible (de humanos o de máquinas).
En una entrevista con la revista New York, un creador de contenido “AI Slop” procedente de Kenia, administrador de más de 170 páginas de Facebook, confesaba pedirle a ChatGPT las imágenes más atractivas posibles. “Genérame 10 imágenes de Jesús que vayan a conseguir muchas interacciones en Facebook”. Una vez las tiene, las postea en sus páginas sin ningún tipo de filtro.
El aumento de este tipo de interacciones falsas y de este contenido de baja calidad no ha pasado desapercibido, ni siquiera por parte de las empresas que, de hecho, han generado el problema.
El año pasado, Google manifestaba que había habido un aumento notable en la cantidad de contenido poco fiable generado por IA que aparecía en las búsquedas, y se comprometía a tratar de reducirlo. Y, hace unos días, Sam Altman, fundador de OpenAI y creador de ChatGPT, confesaba que estaba empezando a estar de parte de quienes denunciaban el progresivo deterioro de la web: “Nunca me he tomado la Teoría del Internet Muerto en serio, pero ahora mismo parece que hay muchísimas cuentas llevadas por LLMs”.
Más allá de la inconveniencia o el posible engaño al que pueden llevar estos mensajes generados por bots, lo cierto es que el problema se extiende todavía más allá: conforme el contenido creado por Inteligencia Artificial aumenta exponencialmente, las páginas webs creadas antes del boom de estos modelos va quedando, cada vez más, sepultada bajo estas toneladas de contenido falso.
Según un estudio realizado el año pasado, la mayoría de enlaces de Internet tienen una vida media de alrededor de dos años, después de lo cual quedan inutilizables. Este estudio analizaba 27 millones de páginas web archivadas entre los años 1996 y 2021, y concluía que, a día de hoy, el 64'7% habían desaparecido por completo.
El Pew Research Center confirmó recientemente que, a fecha de 2014, ya no quedaba nada de alrededor del 38% de las páginas web creadas en el año 2013. Y, si la tendencia continúa, es posible que pronto no quede absolutamente nada del Internet que conocemos.
Casi once millones de vidas desplazadas: El devastador impacto humano de la guerra en Ucrania
Rusia continúa su locura militarista contra Ucrania (introducción de Cristóbal Orellana)
Los organismos internacionales señalan todo tipo de crímenes de guerra cometidos por Rusia contra población civil ucraniana. Por su parte Ucrania, armada por la OTAN, comete también los suyos (según la ONU): “La comisión concluyó, asimismo, que ambas partes del conflicto han matado o herido con drones a soldados visiblemente heridos que no podían defenderse, lo que constituye un crimen de guerra. El informe también describe violaciones de las leyes internacionales de derechos humanos cometidas por las autoridades ucranianas contra personas acusadas de colaborar con las autoridades rusas”.
En esta guerra, sin duda provocada por la OTAN, decenas de miles de personas y millones se han visto obligadas a huir. La locura de Putin y de la OTAN, poniendo al mundo al borde de una tercera guerra mundial con armas de destrucción masiva, continúa.
Casi 11 millones de vidas desplazadas: El devastador impacto humano de la guerra en Ucrania
Tras cumplirse tres años desde que empezara la guerra en Ucrania, el país entra en su cuarto año de conflicto con consecuencias devastadoras para la población. ¿Qué implica esto para las personas desplazadas? Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, cerca de 11 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, buscando refugio dentro de Ucrania o en países vecinos. La crisis humanitaria es profunda, pero también lo es la respuesta internacional, con organizaciones como ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, trabajando incansablemente para proporcionar alivio, en medio de un conflicto que parece no cesar.
¿Cuál es la magnitud del sufrimiento para la población civil?
Desde que comenzó la guerra, alrededor de 6,9 millones de personas de Ucrania se han refugiado en otros países, mientras que 3,7 millones se han desplazado dentro del país, sin traspasar frontera. Este desplazamiento masivo ha afectado a una cuarta parte de la población del país, antes del conflicto. De todas estas personas, más de la mitad son mujeres, niñas y niños, quienes representan el 76% de los refugiados en el extranjero.
La devastación es igualmente alarmante en términos de vidas perdidas y propiedades destruidas. Más de 42.000 civiles han muerto o resultado heridos, entre ellos unos 2.500 niños. Además, más de 2,5 millones de viviendas han sido dañadas o destruidas, lo que equivale al 13% del total del país. El impacto económico de los ataques a infraestructuras clave, como viviendas, redes eléctricas y sistemas de transporte, ha sido enorme, con un coste estimado de 176.000 millones de dólares.
A pesar de estos horrores, una reciente encuesta realizada por ACNUR reveló que el 61% de los refugiados ucranianos y el 73% de los desplazados internos tienen el deseo de regresar a sus hogares.
¿Cómo se está respondiendo a la crisis humanitaria?
ACNUR y otras organizaciones internacionales están haciendo esfuerzos significativos para mitigar el sufrimiento. Desde el inicio del conflicto, ACNUR ha distribuido:
410.000 kits y materiales para albergues de emergencia se han distribuido inmediatamente después de los ataques.
300.000 personas han recibido apoyo psicosocial.
37.000 viviendas dañadas por la guerra han sido reparadas.
Junto a otras agencias de la ONU, ACNUR ha llevado más de 190 convoyes humanitarios, con suministros básicos de emergencia y asistencia vital a las comunidades atrapadas en las zonas de conflicto. Además, ha trabajado en la rehabilitación de viviendas destruidas por los constantes bombardeos. También se ha centrado en proporcionar ayuda inmediata a las personas desplazadas, ayudándolas a encontrar alojamiento temporal, suministrándoles artículos de primera necesidad, ayuda económica para alimentos y medicinas, y asistencia en efectivo para cubrir otros gastos durante su reubicación.
ACNUR también ofrece apoyo psicosocial que es vital para ayudar a las personas refugiadas y desplazadas a superar el trauma de la guerra y sobrellevar la situación de desplazamiento. Asimismo, ACNUR ayuda a las personas desplazadas a recuperar sus documentos personales, fundamentales para acceder a servicios gubernamentales y empleo.
Aproximadamente 12,7 millones de personas dentro de Ucrania y 6,9 millones de refugiados ucranianos requieren asistencia humanitaria urgente. Las principales necesidades incluyen alojamiento seguro, la reparación rápida de viviendas, artículos de higiene, atención médica, educación y apoyo emocional. La recuperación de documentos esenciales también es crucial para que las personas desplazadas puedan reintegrarse en la sociedad.
Para 2025, la ONU ha solicitado 3.830 millones de dólares para financiar la respuesta humanitaria, incluida la ayuda a la población refugiada. ACNUR trabaja de manera coordinada con el gobierno de Ucrania y organizaciones locales para garantizar que la asistencia sea efectiva y sostenible.
Trump autoriza operaciones de la CIA en Venezuela y anuncia ataques dentro del país: 'Ahora vamos a pararlos por tierra'
Andrés Gil
¿Tiene la CIA autorización para acabar con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro? “No quiero responder a una pregunta así”, contesta Donald Trump este miércoles en el Despacho Oval: “Es una pregunta que sería ridículo responder. Pero creo que Venezuela está sintiendo presión. No vamos a permitir que nuestro país se arruine porque otros quieran dejarnos a sus peores enemigos”.
Así ha confirmado el presidente de EEUU que ha autorizado a la CIA realizar acciones encubiertas en Venezuela, noticia adelantada por The New York Times, en lo que supone un paso más en la campaña de la Casa Blanca contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y que llega después de al menos cinco ataques del ejército estadounidense contra embarcaciones frente a las costas venezolanas que, según afirma Washington sin pruebas, transportan drogas, causando la muerte de 27 personas.
Fuentes gubernamentales citadas por NYT sostienen que el objetivo final es expulsar a Maduro del poder, y que la autorización a la CIA permitiría a la agencia llevar a cabo operaciones letales en Venezuela y realizar operaciones en el Caribe.
“Las he autorizado [las operaciones de la CIA] por dos razones”, ha abundado Trump: “Número uno, han vaciado sus prisiones en EEUU. Entraron porque teníamos una política de fronteras abiertas y han permitido que miles y miles de prisioneros y de instituciones mentales, manicomios, sean vaciados en Estados Unidos. Los estamos llevando de vuelta, pero es una situación realmente mala y lo hicieron a un nivel que probablemente no muchos países lo han hecho. Y el otro problema son las drogas. Tenemos mucha droga que entra desde Venezuela, y mucha de la droga venezolana entra por mar, pero vamos a detenerlos por tierra. Ya casi lo hemos detenido por mar. Ahora lo haremos por tierra”.
Al preguntársele por qué no utiliza la Guardia Costera para detener las lanchas supuestamente cargadas de drogas, Trump ha respondido: “Porque lo hemos estado haciendo durante 30 años y ha sido totalmente ineficaz. Tienen barcos más rápidos. Algunos de estos barcos son lanchas rápidas de clase mundial, pero no son más rápidas que los misiles. Gran parte de las drogas, entre el 25% y el 30%, entrarban por mar. Ahora mismo, diría que no entra nada por mar. De hecho, no sé qué pasa con la industria pesquera; si quieren ir a pescar, mucha gente ni siquiera se atreve a hacerlo”.
La agencia podría tomar acciones encubiertas contra Maduro o su gobierno, ya sea unilateralmente o en conjunto con una operación militar más amplia, según la información de The New York Times. Sin embargo, esta escalada se produce en un momento en que el ejército estadounidense planea sus propias acciones, preparando opciones para que el presidente de EEUU las considere, incluyendo ataques dentro de Venezuela.
No obstante, el historial de acciones encubiertas de la CIA en América Latina y el Caribe es elocuente. En 1954, la agencia orquestó un golpe de Estado que derrocó al presidente Jacobo Árbenz de Guatemala, lo que dio inicio a décadas de inestabilidad. La invasión de Bahía de Cochinos a Cuba en 1961, respaldada por la CIA, terminó en desastre, y la agencia intentó repetidamente asesinar a Fidel Castro. Ese mismo año, sin embargo, la CIA suministró armas a los disidentes que asesinaron a Rafael Leónidas Trujillo Molina, el líder autoritario de la República Dominicana.
La agencia también participó en un golpe de estado en Brasil en 1964, la muerte del Che Guevara y otras maquinaciones en Bolivia, un golpe de estado en Chile en 1973 y la lucha de la Contra frente al gobierno sandinista de Nicaragua en los años 80.
Despliegue militar
La magnitud del refuerzo militar estadounidense en la región es considerable: actualmente hay 10.000 soldados de EEUU allí, la mayoría en bases en Puerto Rico, pero también un contingente de marines en buques de asalto anfibio.
En total, la Armada de EEUU tiene ocho buques de guerra de superficie y un submarino en el Caribe.
Trump ordenó el fin de las conversaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro hace unos días, debido a la negativa del líder venezolano a acceder a las exigencias estadounidenses de renunciar voluntariamente al poder.
La CIA ha tenido durante mucho tiempo capacidad para colaborar con los gobiernos de América Latina en materia de seguridad e intercambio de inteligencia, lo que le ha permitido colaborar con funcionarios mexicanos para combatir a los cárteles de la droga. Sin embargo, dichas autorizaciones no le permiten llevar a cabo operaciones letales directas.
No obstante, las acusaciones del gobierno de Trump de que se ha beneficiado del narcotráfico y de que su país es un importante productor de drogas para Estados Unidos han sido objeto de contestación. El gobierno de EEUU ha afirmado que Maduro controla la banda criminal Tren de Aragua. Sin embargo, una evaluación de las agencias de inteligencia estadounidenses contradice esa conclusión, explica The New York Times.
Si bien el gobierno de Trump ha ofrecido públicamente justificaciones legales débiles, Trump declaró ante el Congreso que Estados Unidos estaba en un conflicto armado con cárteles de la droga que considera organizaciones terroristas y que los cárteles que traficaban drogas eran “grupos armados no estatales” cuyas acciones “constituyen un ataque armado contra Estados Unidos”.
Venezuela recurre a la Justicia internacional
El presidente del Parlamento de Venezuela, Jorge Rodríguez, informó este miércoles de que el Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz promoverá que se “establezcan responsabilidades de carácter penal” contra Estados Unidos por sus “amenazas y agresiones”, como parte de un conjunto de propuestas en defensa del país, informa Efe.
Rodríguez explicó que esta petición se hará ante la Fiscalía de Venezuela y ante instancias judiciales internacionales y forma parte de una serie de acciones del Consejo.
También, este consejo organizará en el país un congreso internacional de juristas y académicos por el “derecho a la paz”, con la participación de expertos internacionales que “expongan la violación al derecho internacional y a los derechos elementales del ser humano que está siendo utilizada -dijo el jefe del Parlamento- por el imperio grosero del norte en contra toda la población de Venezuela”.
El documento de las propuestas, que fue entregado a Maduro, incluye igualmente una reunión, en Venezuela, de parlamentarios de todo el Caribe para “insistir en la declaración” de esta región como una zona de paz.
“Más de 30 actividades para los próximos días que iremos informando al pueblo de Venezuela”, indicó Rodríguez, en una reunión del Consejo, transmitida por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV) y recogida por Efe.
Asimismo, se propone “una agenda de movilización cultural, deportiva, un ciclo de conferencias especializadas con voceros nacionales e internacionales en los temas relacionados con la paz y las nuevas formas de agresión psicológica”, explicó Rodríguez.
Quién es quién en el lobby sionista en España
Gran reportaje
La galaxia que niega el genocidio en Gaza orbita en torno a David Hatchwell y sus empresas y asociaciones. Reciben millones de dinero público del PP y del Estado, y apoyan a medios, políticos y agitadores de la extrema derecha.
El 11 de enero de 2021, en California, falleció el milmillonario Sheldon Adelson. A sus 87 años, dejó atrás un enorme imperio empresarial y un genocida corrupto perfectamente colocado en el tablero de la política internacional. Benjamin Netanyahu lo definió como “un maravilloso amigo y un campeón de la causa judía”, y no es para menos, pues Adelson dedicó una cantidad ingente de recursos a impulsar la carrera política del actual primer ministro de Israel.
Además de ayudar a financiar sus campañas electorales, Adelson llegó a crear en 2007 un periódico gratuito en Israel con el único objetivo de actuar como instrumento propagandístico a favor de Netanyahu. Tanto es así que quedó probado que el mandatario se comunicaba directamente con el director de Hayom –así se llama el diario– para definir la línea editorial. Siete años después de su fundación, las pérdidas ascendían a 190 millones de dólares , pero Adelson continuó sosteniéndolo más allá de toda lógica comercial. En definitiva, el objetivo no era hacer negocio. En 2023, el Hayom quedó clasificado en una encuesta como el periódico más leído en un país que, en gran medida, sigue apoyando las masacres cometidas en su nombre.
Otra de sus grandes apuestas políticas lidera hoy la complicidad internacional con el genocidio en Gaza y fantasea con hacer negocio con la aniquilación de Palestina. Tras invertir decenas de millones de dólares en las campañas de los republicanos George W. Bush y Mitt Romney –en este segundo caso, se gastó 100 millones en 2012 para intentar derrotar, sin éxito, a Obama–, Adelson se volcó en 2016 con Donald Trump. Sus inyecciones millonarias son solo uno de los muchos elementos que hacen de EEUU el principal colaborador de las masacres israelíes, pero las palabras del propio Netanyahu dan una idea de la relevancia de Adelson: “Las grandes acciones de Sheldon para fortalecer la posición de Israel en los Estados Unidos (...) serán recordadas por generaciones”.
El magnate judío estadounidense no vivió lo suficiente para disfrutar del último y más salvaje estadio del genocidio, inaugurado el 7 de octubre de 2023 tras los atentados de Hamás. Sin embargo, el pueblo palestino lleva décadas sufriendo matanzas, ocupación y apartheid . En un contexto como ese, el papel de sionistas convencidos y poderosos como Adelson se centra en limpiar la imagen de Israel en la escena internacional. Y España, a pesar de encabezar actualmente la solidaridad europea con Palestina, es uno de los países en los que el lobby sionista ha cobrado con más fuerza.
La fortuna de Adelson, el PP y Vox
Entre los años 2015 y 2016, la fundación de Sheldon Adelson donó dos millones de dólares a una organización sin ánimo de lucro llamada Friends of Israel Initiative. Creada el 8 de septiembre de 2010 en Miami, dos nombres resaltaban por encima del resto: José María Aznar y Rafael Bardají. El primero, por ser el impulsor de la iniciativa; el segundo, por presidir la organización –según La Marea, al menos hasta 2019–. Tan solo 16 días después se registró en España una fundación homónima constituida por cuatro personas: Carlos Bustelo, Enrique Gonzalo Navarro, Pablo Casado y, de nuevo, Rafael Bardají.
En los ejercicios de 2014, 2015 y 2016, las cuentas de Friends of Israel Initiative en EEUU –infladas por donaciones como las de Adelson– registraron varias transferencias a España. En total, fueron más de 700.000 dólares de cuyo destino solo se especificó que servirían como “apoyo” para una “fundación española”. Nada más. De lo que sí hay rastro, y muy evidente, es de las conexiones que pueden trazarse desde Friends of Israel y desde el propio Sheldon Adelson con algunas personas y organizaciones patrias cuya actividad encaja milimétricamente con las ambiciones del sionismo más descarnado.
PP y Vox son omnipresentes en el lobby que empieza a dibujarse entre las dos fundaciones homónimas. Aznar y Casado presidieron el Partido Popular, Bardají formó parte de él y Enrique Gonzalo Navarro fue asesor en Defensa durante la primera legislatura de Aznar. Con respecto a Vox, Bardají fue un actor clave, desde el Comité Ejecutivo Nacional, en la irrupción del partido en el tablero político, sirviendo de enlace con la extrema derecha trumpista a través de su ideólogo Steve Bannon; mientras que Bustelo es asesor internacional de la Fundación Disenso, una de las organizaciones fundamentales de la órbita Vox, presidida por Santiago Abascal y bajo sospecha por las transferencias millonarias realizadas por el líder fascista desde la caja del partido.
Networking por arriba, guerra sucia por abajo
En 2016, coincidiendo con el último envío de dinero a España de Friends of Israel Initiative –coincidencia no quiere decir correlación; o sí, no hay información al respecto–, surge la Fundación Hispano-Judía (FHJ). La ponen en marcha Alberto Ruiz-Gallardón y David Hatchwell. El primero reafirma la estrecha conexión del PP con el sionismo, el segundo es la llave que desbloquea el resto del entramado y permite ver la fotografía completa del lobby prosionista en España.
“Me parece vergonzoso que una ministra del Gobierno hable de genocidio por parte de Israel, cuando el 7 de octubre Hamás hizo un genocidio a la población israelí”. Hay pocas frases que representen la ideología de Hatchwell con tanta exactitud como esta. Su nivel de radicalización supera la negación/justificación del genocidio sionista, y llega incluso a colocar a Israel como víctima. Para más señas, en 2014 se hizo pública la lista de los 15 mayores donantes de la campaña electoral de Netanyahu; había 14 ciudadanos estadounidenses y uno español: David Hatchwell. El empresario había contribuido con 9.000€, prácticamente la cifra máxima permitida por persona, establecida en 9.609€. Y hay más: Hatchwell ejerció como representante y persona de máxima confianza de Sheldon Adelson en 2012, cuando el magnate pretendía levantar el proyecto Eurovegas en suelo madrileño.
Hijo de Maurice Hatchwell Toledano, un sefardita nacido en Casablanca, David heredó un imperio empresarial cuya piedra de toque es Excem. Originalmente concebida como una cementera, la compañía ha ido diversificando su negocio y actualmente se centra en la ciberseguridad, el espionaje y la inteligencia, aunque también se desenvuelve en el mercado de pisos compartidos a través de una socimi en la que participa el Grupo Medina. Esta empresa agroalimentaria andaluza, líder del mercado de la fresa de Huelva, recibió en 2022 la medalla Economía y Empresa de Andalucía en un acto presidido por el presidente de la Junta andaluza, Juan Manuel Boreno Bonilla, y por el portavoz, Elías Bendodo Benasayag, también judío sefardita (sus padres nacieron en Larache).
Perteneciente a la jet set desde su nacimiento, David Hatchwell se mueve como pez en el agua en la maraña de dinero y política que orbita alrededor de PP y Vox. En una entrevista fechada en junio de 2023, en el canal del periódico argentino La Nación, se le presentó como “mentor de Isabel Díaz Ayuso”, y el empresario definió a la presidenta madrileña como una “rockstar”, “una mujer extraordinaria” que “fue capaz de descabezar una hidra comunista populista”. Ambos coinciden en su querencia por la especulación inmobiliaria en la Comunidad de Madrid, puesto que la socimi de Excem alquila pisos por habitaciones para estudiantes en la capital, especialmente en distritos céntricos como Moncloa, Chamberí, Centro y Salamanca.
De vuelta en la Fundación Hispano-Judía, se trata del instrumento de poder blando del sionismo en España. Su objetivo es enraizarse en los ambientes de la élite nacional e internacional, y basta un vistazo a la lista de miembros del patronato para advertir su éxito. Entre los nombres destacan Juan Luis Cebrián (exdirector de El País), Juan Ignacio Entrecanales (vicepresidente de Acciona) o Alicia Koplowitz (una de las grandes fortunas del país). Además, Inditex aparece como una de las empresas benefactoras de la FHJ.
Fundada por un expresidente autonómico y exalcalde de Madrid –Alberto Ruiz-Gallardón–, la imbricación de la FHJ en el PP madrileño es total. A la relación entre David Hatchwell y Díaz Ayuso se suma un trato de favor notable por parte del alcalde José Luis Martínez-Almeida. En 2020, tras desalojar un edificio okupado por el centro social La Ingobernable, se lo cedió a la Fundación para la construcción del museo hispanojudío, su principal proyecto. La concesión no salió adelante por problemas con la documentación, y en 2023 la FHJ obtuvo la adjudicación de otro inmueble público para dicho fin. A finales de ese mismo año, en plena ofensiva genocida, Almeida decidió otorgarle la medalla de la ciudad de Madrid al Estado de Israel, aunque se vio obligado a rectificar y terminó dándosela a la comunidad judía madrileña.
Cremades y ACOM, el brazo jurídico y tuitero
Si la FHJ es el networking y los contactos en la élite, la agresividad y las estrategias de confrontación dura corren a cargo de la asociación Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM), estrechamente ligada a ella. Primero, porque David Hatchwell promocionó su lanzamiento y llegó a presidirla; segundo, porque la dirección postal de ambas organizaciones es exactamente la misma: una de las sedes del despacho Cremades & Calvo Sotelo, fundado por el miembro del Opus Dei Francisco Javier Cremades García, vicepresidente a su vez de la FHJ. En resumidas cuentas, ACOM es una suerte de brazo armado propagandístico de la FHJ y del sionismo.
Lo de “armado” no es una expresión vacía. La actividad en redes sociales de ACOM muestra un grado altísimo de violencia, desde montajes que combinan la bandera de Palestina con una esvástica nazi hasta acusaciones que afirman que las imágenes de cadáveres y heridos por los ataques israelíes son falsas –“Pallywood”, lo llaman, haciendo un juego de palabras con Hollywood y Palestina–, pasando por afirmaciones como que “no hay sociedad más bárbara y animal que la de Gaza”.
Según se ha sabido estos días, en 2019 OkDiario firmó con ACOM un contrato por el que recibiría 75.000€ anuales a cambio de publicar contenido patrocinado por la asociación. Es decir, el instrumento propagandístico del sionismo en España redactaría hasta diez textos para la web de Eduardo Inda que serían publicados bajo una apariencia informativa. Además, en una de las cláusulas se advertía lo siguiente: “El MEDIO se obliga a no difundir contenidos que, de algún modo, pudieran atentar contra la buena imagen de ACOM”. Como ejemplo de lo que aquello supuso, dos titulares reales de OkDiario, ambos de enero de 2020: “Una asociación proisraelí advierte que el ‘vicepresidente' Pablo Iglesias lanza mensajes de odio contra Israel”; “Iglesias paga el peaje iraní: celebra la liberación de Auschwitz sin mencionar a los judíos asesinados”.
Al frente de ACOM se encuentra Ángel Mas Murcia, fotografiado junto a Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros en una imagen compartida en Twitter por la cuenta de la asociación, acompañada de un texto en el que, primero, se declaran “apartidistas”, y después agradecen a Vox ser un “baluarte” de sus valores e intereses.
La relación con el partido de extrema derecha va más allá de la coincidencia ideológica, puesto que el ahora eurodiputado de Vox, Juan Carlos Girauta, declaró haber cobrado mensualmente –antes de entrar en la eurocámara– 1.000€ de ACOM y 2.000€ de la FHJ durante “quizá dos años, quizá algo más”, según sus propias palabras. Rosa Reigía es otro nombre compartido: actualmente ejerce como responsable de Relaciones Institucionales y Políticas de ACOM, pero fue directora de Relaciones Internacionales de la Fundación Disenso y coordinadora del Foro Madrid, evento clave en el desempeño internacional de Vox. Cabe recordar que Carlos Bustelo, uno de los fundadores de Friends of Israel Initiative, forma parte del comité de asesoramiento internacional de Disenso. Las piezas van encajando.
Persecución del antisionismo financiada con dinero público
ACOM no solo se dedica a esparcir odio y acusar de antisemitismo a cualquiera que se atreva a condenar el genocidio que sufre el pueblo palestino, sino que pone denuncias en ese mismo sentido a un ritmo demencial. Entre sus objetivos han estado las personas que participaron en las protestas durante la Vuelta Ciclista a España; Ione Belarra, por supuesta incitación al odio antisemita; o las universidades de Burgos, Málaga, Valencia, Granada y Complutense, por suspender relaciones con campus israelíes.
Semejante actividad tiene un coste que, a falta de transparencia en las cuentas de la asociación, podría explicarse, al menos en parte, introduciendo un nuevo elemento en este entramado: Zakut. Presidida por David Hatchwell y con Ángel Mas Murcia como vicepresidente, se vende como una aceleradora de startups “a la israelí”, aunque suscita serias dudas acerca de su verdadero propósito.
Solo 45 días después de su creación, y aun sin contar siquiera con estatutos, Zakut recibió medio millón de euros del Instituto de Fomento de la Región de Murcia. No solo es llamativo, sino irregular, puesto que los criterios para acceder a la subvención recogen la necesidad de aportar, entre otras cosas, los estatutos de la organización. Estos no fueron publicados hasta diez días después de recibir el dinero. Un año después, llegó otro medio millón de euros exactamente desde el mismo lugar.
Tanto la Fiscalía española como la europea decidieron investigar el caso tras una denuncia del abogado José Luis Mazón, aunque en el segundo caso se terminó archivando. No por falta de delito, sino porque se consideró que, al no ser fondos europeos, quedaba fuera de sus competencias.
El portal Las Noticias RM desveló que las subvenciones de la Región de Murcia suponían el 98% del presupuesto de Zakut tanto para el año 2021 como para el 2022. Es decir, la organización solo era viable económicamente gracias al sostén público. Además, la mitad de ese millón de euros se dedicó al pago de salarios, mientras que las actividades realizadas por la asociación tan solo supusieron un gasto de menos de 75.000€.
Ampliando un poco más el foco, queda al descubierto que, solo entre junio y diciembre de 2022, Zakut recibió algo más de dos millones de euros en subvenciones. Todos procedentes de solo tres gobiernos autonómicos: Andalucía, Región de Murcia y Comunidad de Madrid, por ese orden de importancia. Coincide que en los tres casos era el PP quien estaba al mando. Es reseñable también que, en el caso de Andalucía, la financiación se otorgase para la realización de unos cursos de formación para mujeres que no impartiría Zakut, sino una empresa administrada por una persona que forma parte de otra compañía presidida por David Hatchwell, que es dueño o socio de una enorme galaxia de sociedades mercantiles.
En total, desde junio de 2021 a diciembre de 2024, esta organización que sacraliza el “método israelí” y está encabezada por el representante de Sheldon Adelson en España ha recibido más de tres millones doscientos mil euros en subvenciones públicas de Murcia, Andalucía y Madrid. Por su parte, el Estado español concedió en enero de 2024 una subvención a la FHJ de casi 400.000€.
Un triángulo de datos más. El dominio web de ACOM está a nombre de José Carlos Pérez Gómez. En diciembre de 2021, Pérez Gómez fue invitado por Zakut a un evento sobre ciberseguridad en la era digital, en calidad de experto por su labor como director del departamento de Ingeniería e Innovación de Excem Technologies, la empresa de David Hatchwell. Esta compañía es puntera en términos de inteligencia, defensa y telecomunicaciones gracias a su estrecha colaboración con la industria armamentística israelí. En el periodo que va desde el 1 de enero de 2024 hasta el 24 de septiembre de 2025, Excem ha recibido más de 154 millones de euros en contratos públicos con el Estado español.
María Corina Machado asegura en una entrevista con el hijo de Trump que quiere privatizar el petróleo venezolano
ELPLURAL.COM
Hace escasos días se conocía que el Comité Noruego del Nobel decidía otorgar el Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado por "su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia".
En su declaración oficial, el Comité subrayaba que Machado representa “uno de los ejemplos más extraordinarios de coraje civil en América Latina en los últimos tiempos”. También resaltaba su papel como figura unificadora dentro de la oposición venezolana, que “encontró un terreno común en la demanda de elecciones libres y de un gobierno representativo”. Fuera de sus fronteras, concretamente en Occidente, la venezolana encuentra el principal apoyo para desplegar su campaña política contra el Gobierno de Venezuela. Conservadora católica en lo social y neoliberal en lo económico, Machado representó la reacción contra Hugo Chávez y ahora se desempeña contra Nicolás Maduro. Además de abanderar la lucha contra el gobierno venezolano, Machado ha defendido en más de una ocasión promover un acercamiento servil de su país a Estados Unidos.
Precisamente relacionado con esto último, María Corina Machado explicaba en una entrevista una estrategia que busca desarrollar y con la cual pretende entregar el petróleo de Venezuela a Estados Unidos. Respondiendo a una serie de preguntas que el hijo de Donald Trump le planteaba en su canal de Rumble, plataforma de video y streaming, Machado habló de privatizar toda la industria de su país y se mostraba incisiva a la hora de indicar que los estadounidenses debían de olvidarse de Arabia Saudí y centrarse en Venezuela, ya que, tal y como expresaba, "tenemos más petróleo". En este sentido, la venezolana le explicaba al hijo del presidente estadounidense que su país dispone de un "potencial infinito" y que "vamos a echar al gobierno de este sector". Así, expresaba que, cuando estuviera en el poder, van a proceder a privatizar toda la industria de este Estado.
De esta manera, María Corina Machado hablaba a Donald Trump Jr de los recursos de los que dispone Venezuela, como el gas, los minerales o la tecnología, y la localización estratégica de la que dispone. Este era un punto en el que empezaba a hacer mención en distintas ocasiones a Estados Unidos y lo positivo que resultaría para el país norteamericano invertir en esta región. Así, Machado subrayaba que Venezuela ofrece a las empresas estadounidenses la oportunidad de realizar inversiones y que "sus buenas personas" consigan "ganar mucho dinero".
El show de Trump: Una operación de lavado de imagen a Israel y un respaldo al genocidio
Olga Rodríguez
Tras dos años de crímenes masivos contra la población civil palestina en Gaza y Cisjordania, asistimos a la segunda fase de la normalización del genocidio, a través de la teatralización y el relato. Donald Trump ha salido al rescate del Gobierno de Netanyahu y ha iniciado una operación de lavado de imagen con la que intenta garantizar la impunidad israelí y el enriquecimiento de Estados Unidos sobre los escombros de Gaza.
“Gran trabajo”
Así lo demostró él mismo en la Knesset israelí -el Parlamento- este pasado lunes, acompañando y protegiendo a Benjamin Netanyahu. Allí, arropado por los aplausos de la mayoría parlamentaria de Israel, Trump agradeció al Gobierno de Israel el “gran trabajo” realizado y presumió de haber facilitado las acciones militares contra Gaza con el suministro de armamento estadounidense. Merece la pena prestar atención al contenido del acto.
“Tenemos las mejores armas y dimos muchas a Israel. Bibi [Netanyahu] me decía: ‘¿puedes darme esta y aquella?'. De algunas yo no había oído nunca; y se las dimos, y son las mejores. Las usasteis muy bien”, afirmó el presidente de EEUU ante continuas interrupciones con aplausos y vítores.
Esas y otras frases dejan clara la voluntad de Trump de respaldar los crímenes israelíes: “A mi gente [del Ejército] le encantó trabajar con vosotros”, aseguró ante el Parlamento israelí. “Con nuestra ayuda, Israel ha ganado todo lo que podía ganar con la fuerza de las armas”, añadió.
El acto fue una orgía de la impunidad, con la presencia de algunos de los hombres más cercanos al presidente de EEUU, su hija, su yerno –con grandes negocios en la zona– y también de Miriam Adelson, viuda del magnate de los casinos, de quien Trump quiso destacar dos cuestiones: que tiene, al menos, 60.000 millones de dólares y que ella y su marido le convencieron para apoyar más a Israel.
Ocupación y apartheid
Ahora llega la fase de la reconstrucción de los hechos a la medida de los intereses estadounidenses e israelíes, con un plan que pretende consolidar un proyecto colonial con ocupación permanente y segregación racial. En ese sentido, Trump ha reiterado esta semana su reconocimiento de Jerusalén como “capital eterna” de Israel y de la soberanía israelí de los Altos del Golán sirios, pese a que varias resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -la primera, de 1967- exigen la retirada de la ocupación ilegal israelí de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán sirios.
El proyecto de ese Gran Israel sigue en los objetivos de Netanyahu, quien esta semana agradeció a Trump haber respaldado en 2020 un plan para la anexión ilegal israelí de territorio palestino en Cisjordania. El presidente de Estados Unidos protege al mandatario de Israel. Tal es así que este lunes, en el Parlamento israelí, llegó a pedir el indulto para Netanyahu: “¿Por qué no le indultáis? Puros y champán, ¿a quién le importa?”, dijo en referencia a uno de los casos de corrupción.
El plan Trump ha sido diseñado para salvar a Israel con todo, con su ocupación ilegal y su sistema de apartheid, sin fecha de retirada de las tropas israelíes de Gaza y con un proyecto urbanístico para negocio y especulación estadounidenses. No contempla rendición de cuentas y deja un mensaje: que se puede cometer un genocidio durante dos años, recibir recompensa por ello y negar derechos a sus víctimas. Que se puede financiar y proteger al autor del genocidio y sonar como candidato al Premio Nobel de la Paz o autodenominarse “pacificador”. Que es posible mantener relaciones preferenciales con el Estado que impulsa crímenes masivos, no adoptar medidas para prevenirlo o pararlo durante casi dos años y, aún así, presentarse como defensor del derecho internacional, como sigue haciendo la Unión Europea, el mayor socio comercial de Israel.
La respuesta social
La operación cosmética ideada por el mandatario estadounidense llega en el momento de más respuesta social internacional contra los crímenes israelíes. Las protestas en muchos países estaban poniendo en aprietos a varios gobiernos aliados de Washington y, por ende, de Tel Aviv. En el contexto de bombardeos y masacres era cada vez más difícil justificar las alianzas con Israel, y así lo reflejaban tanto las calles como las encuestas que toman el pulso a la opinión pública estadounidense y europea.
Reino Unido, por ejemplo, ha tenido que afrontar manifestaciones masivas e incluso la aparición de un nuevo partido impulsado por integrantes del laborismo que han abandonado sus filas debido, entre otras razones, a la complicidad británica con el genocidio israelí, a través del envío de armamento.
En las últimas semanas, las movilizaciones sociales internacionales, la conclusión de la Comisión asignada por la ONU –que señaló que Israel comete genocidio– y algunos movimientos en Naciones Unidas obligaron a la Unión Europea a anunciar que estudiaría una suspensión de su acuerdo preferencial con Israel, aunque finalmente solo ha propuesto tibias limitaciones, pendientes aún de aprobación.
También la UEFA, la FIFA y Eurovisión se vieron forzadas a estudiar la suspensión de la participación israelí en sus competiciones de fútbol y el concurso de la canción. Ahora, con el plan Trump, han anunciado que congelan o postergan su decisión. El canciller alemán, Friedrich Mertz, insistió la pasada semana en que su país abandonará Eurovisión si Israel es excluido del evento.
Las sanciones
En julio de 2024 la Corte Internacional de Justicia señaló la ilegalidad de la ocupación de Israel de los Territorios Ocupados Palestinos y solicitó a los países medidas “para impedir relaciones comerciales o de inversión que contribuyan” a la ocupación y la segregación. Poco después, una resolución de la Asamblea General de la ONU exigió el fin de la ocupación israelí en el periodo máximo de un año. Ese plazo se cumplió en septiembre.
Ahora, con esta tregua, Estados Unidos, Reino Unido y Francia barajan la posibilidad de impulsar una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para respaldar el plan Trump, lo que supondría un retroceso en los avances legales internacionales registrados en el último año y medio. En la práctica, la aprobación de una resolución de esas características significaría dar el visto bueno a la ocupación israelí de Gaza durante un “periodo de transición” que podría no terminar nunca, como ha ocurrido tantas veces en el pasado, a través de la política de hechos consumados de Israel.
“Lo llaman paz, pero para los palestinos es el riesgo del peor apartheid”, ha advertido la relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, quien ha insistido en la necesidad de “boicot, sanciones y rendición de cuentas” para Israel. El pueblo palestino sigue enfrentando “ocupación, eliminación y genocidio”, advertía este lunes el historiador israelí Ilan Pappé.
“La plataforma Cartografía del Genocidio muestra, atrocidad tras atrocidad, cómo Israel destruyó todos los aspectos de vida palestina en Gaza. El genocidio no termina simplemente con un alto el fuego. Continúa mientras no se restablezcan las condiciones de vida”, ha señalado el director del grupo de investigación Forensic Architecture.
La ley internacional obliga a los Estados a prevenir, detener y sancionar el genocidio. Durante casi dos años los máximos aliados de Israel hicieron caso omiso de ese mandato: mantuvieron negocios, acuerdos preferenciales y todo tipo de relaciones con Tel Aviv, mientras decenas de miles de personas eran asesinadas en vivo y en directo. Con el transcurso de los meses, y pese a un relato predominantemente proisraelí, la realidad comenzó a ser más evidente e insoportable para grandes sectores de las sociedades occidentales.
Ante ello, Israel y sus aliados confían en volver a lo que la abogada palestina Diana Buttu llama “la píldora mágica”, un proceso de “paz”, como los Acuerdos de Oslo de los años noventa, que haga “invisible la ocupación” israelí y la segregación racial “ante los ojos de Occidente”.
Una parte de la comunidad internacional, la Unión Europea, Turquía, Qatar, Egipto y otros socios de Estados Unidos han optado por el plan de Trump, como si no existiera opción B. ¿Qué habría pasado si hubieran impuesto sanciones coordinadas a Tel Aviv hace tiempo? ¿Qué ocurriría si lo hicieran ahora? El proyecto estadounidense tiene como objetivo evitar esas sanciones y otras medidas de presión que podrían contribuir a garantizar derechos al pueblo palestino.
Trump y Netanyahu confían en que, sin masacres masivas, el mundo vuelva a olvidarse de Palestina. Si eso ocurre, Israel podrá seguir asesinando a civiles –como hizo este martes en Gaza– y consolidar su ocupación colonial con segregación racial. El regreso a un ritmo de limpieza étnica más lento, menos espectacular, sería más tolerable para la hipocresía de los aliados internacionales. Por eso la relatora de la ONU, Francesca Albanese, subraya la importancia de prestar atención y movilización social en esta nueva fase: “Pueblos del mundo, todas las miradas deben permanecer sobre Palestina. El legado de Nelson Mandela nos recuerda que nadie es libre hasta que todo el mundo sea libre”.
Como señala la abogada Diana Buttu, antigua asesora del equipo negociador de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), “los palestinos vivimos con dos formas omnipresentes de violencia: la violencia israelí, infligida directamente sobre nuestros cuerpos, tierra y sociedad; y la violencia occidental, en la que solo nuestra desaparición impulsa al mundo a notarnos y ver nuestra humanidad –pero poco”. Ha tenido que producirse una operación acelerada de destrucción para que el pueblo palestino sea visto, un poco.
Este lunes, cuando Trump presumió de haber proporcionado “el mejor armamento” al Ejército israelí, insistió en ser “fuerte y poderoso” por la vía de las armas para “traer la paz”. Esa es la dinámica que pretende consolidar, la de la ley del más fuerte y del más dispuesto a usar la fuerza bruta, sin espacio para la ley internacional y con “paz” obtenida a través de un genocidio, como si no hubiera otra opción.
Por eso Palestina condiciona el mundo. Sin derechos para la población de Gaza ni rendición de cuentas para los autores de los crímenes de lesa humanidad, la impunidad crece y, con ella, la desprotección de los pueblos. Ese es el nuevo ciclo que Trump y Netanyahu intentan impulsar, con el apoyo de varios aliados, bajo el nombre de “nuevo amanecer” o “era dorada” para Oriente Medio.
Israel está inundada de maldad, por eso tengo tanto miedo
Nunca he visto tanta maldad, tanta gente ansiosa por expresar su crueldad y compitiendo entre sí para demostrar su falta de empatía y humanidad. Nunca creí que las personas fueran capaces de ser tan malvadas: alegrarse del dolor ajeno, regocijarse cuando otros sufren, pasan hambre, lo pierden todo y son asesinados. Por eso nunca he sentido tanto miedo, porque tengo la sensación de que una enorme presa se ha roto y las masas de israelíes están despojándose de toda contención humana para revolcarse en el odio, la deshumanización y la violencia. Como si hubieran estado esperando el momento de liberarse de las reglas que los obligaban a mantener una apariencia de moralidad.
A gritos, se deshacen de las convenciones que la sociedad ha construido durante miles de años. La igualdad ha sido borrada de su léxico, por no hablar de la dignidad humana. La compasión, la empatía, amar al prójimo como a uno mismo… han sido abolidos. La nueva "unión israelí" se basa en una adicción al odio y a la sed de sangre.
Nada de esto ocurrió por ciencia infusa de la noche a la mañana. Hubo alguien que durante años construyó una sofisticada maquinaria de veneno y rencor. En la lista de crímenes contra la humanidad perpetrados por Netanyahu, despojar a muchos israelíes de toda inhibición moral es uno de los más graves. Y su punto culminante sucedió cuando logró convertir su fracaso más terrible, la masacre del 7 de octubre, en la excusa que justifica y estimula la nueva maldad israelí. Como una respuesta pavloviana implantada mediante hipnosis: basta con que la gente recuerde ese día, para que inmediatamente deseen la destrucción de los palestinos.
Netanyahu no es el único que tiene responsabilidad pública por la espantosa desintegración que estamos presenciando. Los miembros de su gobierno y los diputados de la coalición, los medios de comunicación que le sirven con una obediencia nauseabunda y cualquiera que aspire a un puesto de liderazgo y no establezca límites morales ni presente una alternativa, son igual de culpables.
Cuando una sociedad pierde su brújula moral se hace más necesario que nunca un liderazgo valiente que no tema llamar al mal por su nombre y exigir un comportamiento ético. De lo contrario, la sociedad israelí tendrá muy difícil salir del pantano donde se está hundiendo. Allí, en el fondo de la miseria moral, muchos ciudadanos de Israel están cegados frente a los 2 millones de gazatíes que están siendo expulsados y masacrados, mientras en Cisjordania se organizan pogromos con el respaldo de las autoridades y el ejército.
A pesar del estruendo de los israelíes que corren hacia el abismo, estoy segura de que la mayoría de nosotros desea la vida y la paz; que no hemos renunciado a la humanidad. Hemos sido silenciados ante la violencia y la fealdad, pero todavía estamos aquí.
Cómo el lobby sionista trabaja para controlar la política exterior de Estados Unidos
Diego Hernández
¿Puede un Estado financiar, mediante millonarios afines, a políticos en un país extranjero para que estos aprueben legislación a su favor? PAra la mayoría resulta muy difícil pensar que, por ejemplo, Francia pudiera pagar cientos de miles de euros a personas de todos los partidos en España para que beneficiaron en el Congreso los intereses económicos, militares y geopolíticos del país galo. Sin embargo, esta es la manera en la que Israel opera desde hace años en Estados Unidos.
La influencia del Estado de Israel en la vida política estadounidense es indudable desde la creación del propio Estado. El país, presidido por Benjamin Netanyahu, se sirve de lobbies y asociaciones financiadas por millonarios sionistas para ejercer una gran influencia sobre políticos tanto demócratas como republicanos. El lobby sionista en EEUU lo conforman organizaciones como Jews Democratic Council of America o Democratic Majority for Israel, además de la más influyente en ambos partidos, AIPAC –American Israel Public Affairs Committee– y su filial United Democracy Project.
AIPAC nace en 1954, fundado por el lobbista canadiense Isaiah L. Kenen como grupo de presión para contrarrestar la condena internacional a la masacre de la aldea de Qibya, en la cual el Ejército israelí asesinó a 69 civiles palestinos, dos tercios de ellos mujeres y niños.
Desde su fundación, AIPAC ha tratado de influir activamente en la política estadounidense, financiando campañas y presionando a los distintos gobiernos para beneficiar a los intereses de Israel. En 2003, el lobby sionista se mostró a favor de presionar a congresistas estadounidenses para favorecer la invasión de Irak, pero también ha tratado de influir en la imposición de fuertes sanciones contra Irán y sus aliados.
La influencia de ese grupo de presión va más allá de tratar de decantar primarias a nivel local o estatal, busca defender los intereses de Israel durante la toma de las decisiones más importantes en materia de política exterior. Para lograrlo financia las campañas de ambos candidatos a la presidencia y de los cargos más relevantes a nivel institucional.
El periodista argentino y experto en relaciones internacionales y geopolítica, Roberto Montoya, en conversación con infoLibre, explica que “la influencia de AIPAC ha llegado a tal punto que se aseguran tener gente afín a su mensaje en los gabinetes que controlan gran parte de la política exterior para Oriente Medio”. Pero no solo eso. Según Montoya, “tanto demócratas como republicanos han respetado la relación con Israel" y eso también se percibe en la relación con la propia organización sionista ya que "todos los presidentes se ven obligados a pasar por la reunión anual de AIPAC, donde van personas de mucho poder y tiene una gran relación con el Gobierno israelí”.
En la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la encargada de aprobar la legislación federal, han recibido dinero por parte de la AIPAC para sus campañas tanto el líder de la minoría, el demócrata Hakeem Jeffries (866.000 dólares), como el presidente de la propia cámara, el republicano Mike Johnson (618.000 dólares). El líder de la mayoría en el senado, John Thune, recibió 120.000 dólares entre 2019 y 2024, según datos del portal Open Secrets, lo que evidencia el control económico que ejerce el lobby sobre los órganos de poder estatal más importantes.
Además, el grupo de presión proisraelí presume orgullosamente en su página web de que los 129 candidatos demócratas apoyados por su lobby ganaron sus primarias en el año 2024, primarias que en muchas ocasiones se ven condicionadas por las cifras de dinero astronómicas inyectadas para favorecer al candidato que defiende los intereses de Israel.
Las voces discordantes
A pesar de la enorme influencia que ejerce el lobby sionista en Estados Unidos, una minoría de políticos demócratas y republicanos se mantiene firme ante las presiones económicas que ejercen estas organizaciones. Estos políticos se ven frecuentemente aislados en las votaciones sobre el envío de dinero para financiar material militar que posteriormente se utiliza para llevar a cabo el genocidio en Gaza. El republicano Thomas Massie ha sido uno de los más vocales dentro de su partido, al posicionarse en contra del envío de dinero a Israel, lo que le ha granjeado fuertes enemistades entre el resto de representantes republicanos y críticas de parte del presidente Donald Trump. Además, Massie ha realizado declaraciones contrarias a la línea de su partido sobre los documentos relacionados con Jeffrey Epstein, lo que ha provocado que Trump le retire su apoyo.
En los demócratas, Cori Bush, la primera congresista demócrata afroamericana, fue derrotada en las primarias de San Luis por cinco puntos, después de que se posicionara en contra del “castigo colectivo” contra los palestinos y AIPAC financiara la campaña de su rival con 8,5 millones de dólares, según informó el medio israelí Haaretz. En las primarias demócratas entre el congresista Bowman, muy vocal en contra del genocidio, y el centrista George Latimer, a favor del estado de Israel, el lobby sionista invirtió 14 millones de dólares en publicidad negativa sobre Bowman y en la campaña de Latimer, tal y como desveló la BBC, y acabó venciendo en la carrera electoral por lo que fue felicitado públicamente por AIPAC. Y es que tal y como explica Roberto Montoya: “Mantener una buena relación con el lobby te asegura un apoyo económico, de banqueros, inversores inmobiliarios, etc.”
Sin embargo, el lobby no puede ganar siempre, el pasado 24 de junio el candidato progresista del partido demócrata de Nueva York, Zohran Mamdani, venció en las primarias para la alcaldía de la ciudad.
El 'caso Mamdani'
Zohran Mamdani, suscitó todo tipo de opiniones tras su victoria hace ya tres meses en las elecciones para ser el representante del partido demócrata que buscará ostentar el puesto de alcalde de la ciudad de Nueva York. Este neoyorquino de origen ugandés se ha mostrado a favor del movimiento por la desinversión, el boicot y las sanciones, y durante su tiempo como miembro de la asamblea de la ciudad impulsó la aprobación de un decreto ley para acabar con la exención fiscal a organizaciones benéficas que colaboran con asentamientos israelíes ilegales.
El caso del candidato progresista ha representado una excepcionalidad rompedora. El nuevo candidato a la alcaldía de Nueva York por parte del Partido Demócrata fue capaz de vencer al exsecretario de Vivienda, Andrew Cuomo, quien era respaldado por las figuras más importantes dentro del propio partido, los lobbies sionistas más poderosos y formaba parte del equipo legal de Benjamin Netanyahu destinado a defenderle de las acusaciones de la Corte Penal Internacional. A pesar de haber distinguido siempre entre antisionismo y antisemitismo, Mamdani ha recibido agresivas críticas y acusaciones por parte de grupos de presión vinculados al Estado de Israel que lo consideran una amenaza.
Montoya explica que acusar de antisemitismo a las personas que critican las acciones del Estado de Israel es uno de los métodos habituales usados por parte del lobby sionista y que no es casual sino que se trata de una estrategia coordinada para acallar dichas críticas.
El rastro del dinero
AIPAC recibe dinero de parte de una incalculable cantidad de personas. Sin embargo, algunos de sus donantes son más generosos que otros: Jan Koum, empresario estadounidense de origen ucraniano y fundador de WhatsApp, fue el mayor donante de AIPAC en el ejercicio fiscal 2023-24, aportando 5 millones de dólares a su filial UDP, según datos del portal AIPAC Tracker. Koum, es uno de los mayores financiadores del sionismo a nivel mundial. En el año fiscal 2019-20 donó 17 millones a la European Jewish Association y 10,5 millones a la Federation of Jewish Communities of the CIS, según publicó el portal Ynet Global, filial en inglés del medio israelí Yedioth Ahronoth. El multimillonario, según informó The Times of Israel, ha financiado a través de su fundación familiar, entre otras muchas organizaciones, a la Asociación de Amigos de las Fuerzas de defensa Israelís y al Central Fund of Israel, fondo acusado de apoyar a colonos israelíes violentos en asentamientos ilegales en la Palestina ocupada.
Entre los donantes más destacados se encuentra también Miriam Adelson, una de las mayores partidarias de Donald Trump que junto a su marido, el ya fallecido Sheldon Adelson, ha financiado ampliamente todas las campañas del presidente republicano. Adelson aportó a AIPAC 5 millones de dólares en el año fiscal 2023-24, y se estima que ella y su marido han inyectado cientos de millones de dólares durante los últimos años a organizaciones que promueven el judaísmo y el Estado de Israel, tal y como reveló el medio israelí Jerusalem Post. Además financiaron directamente a la organización Birthright Israel, que organiza viajes planificados al Estado sionista de manera gratuita para jóvenes estadounidenses.
No solo individuos financian a este lobby, sino también importantes fondos de inversión como el grupo Kraft, propietario del equipo de fútbol americano New England Patriots. Este fondo donó un millón de dólares a la filial de AIPAC en el año 2022. Este no es el único caso en que sionismo y deporte se entrelazan en Estados Unidos: Martin Geller, fundador de Geller & Company, y propietario de una parte del equipo de baloncesto Philadelphia 76ers, donó 268.000 dólares en 2022 a UDP.
Una alianza inevitable
Ambos países viven en una relación de dependencia mutua que les mantiene inevitablemente ligados a las acciones del otro. En palabras de Montoya: “La relación entre Estados Unidos e Israel es de interés mutuo, Israel no podría vivir sin el apoyo de Estados Unidos” y, al mismo tiempo, “Estados Unidos ha visto que ese país puede controlar que no haya un bloque árabe unido que pueda condicionar el precio del petróleo o tener un poder militar importante, es el único país de Oriente Medio al que se le permite tener armas nucleares".
A día de hoy, y tras más de 68.000 palestinos asesinados, el Gobierno norteamericano mantiene una posición de respaldo férreo a las acciones del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu. El pasado 18 de septiembre, EEUU volvió a vetar una resolución de Naciones Unidas que pedía el alto al fuego en Gaza y era apoyada por los otros 14 miembros del Consejo de Seguridad, lo que demuestra su apoyo tajante a la barbarie que el Estado de Israel comete en la Franja y a la ocupación de los territorios palestinos.
La carrera belicista europea: ¿Quién está detrás de la industria de la guerra?
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