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La Ministra española de Defensa confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases andaluzas de Morón y Rota
La Ministra española de Defensa confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases andaluzas de Morón y Rota
Robles confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases de Morón y Rota como refuerzo por el conflicto entre Israel e Irán
La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha confirmado este miércoles la llegada de bombarderos y aviones cisterna en el marco del refuerzo militar de la Administración Trump por el conflicto entre Israel e Irán, pero ha asegurado que Estados Unidos usa las bases con arreglo a los acuerdos bilaterales y los tratados.
“En este momento sí que es verdad que Estados Unidos está utilizando las bases, pero siempre dentro de los límites del acuerdo que tenemos entre los dos países y con arreglo a los tratados”, ha dicho Robles en declaraciones a los medios en el pasillo del Congreso, aunque no ha entrado en más detalles.
Datos recabados por la BBC muestran que al menos 30 bombarderos y aviones cisterna para reabastecer aviones de combate han hecho escala en bases aéreas estadounidenses en España, Escocia e Inglaterra, mientras Trump ha advertido a Irán de que la paciencia de Estados Unidos “se está agotando”, en plenos enfrentamientos entre Teherán y el Estado hebreo.
La ministra ha querido trasladar la “preocupación” del Gobierno ante el deterioro de la situación y ha pedido que la situación se “reconduzca” y ambas partes puedan alcanzar “pronto” un acuerdo de paz.
La teoría del “día después”: Irán y la agresión israelí
Ignacio Gutiérrez de Terán Gómez-Benita
Arabista en la Universidad Autónoma de Madrid.
Para entender la posición de numerosos países europeos con respecto al proyecto sionista en general, para intentar entender mejor dicho, porque el asunto tiene su complejidad, puede servir de ayuda reparar en uno de los comunicados emitidos por la cancillería alemana horas después de que empezase el ataque israelí contra Irán la madrugada del pasado viernes 13 de junio.
Como es sabido, el ejército iraní lanzó una oleada de misiles contra objetivos en la Palestina ocupada, horas después de los bombardeos israelíes que parecían haber dejado a sus dirigentes en un estado de profunda conmoción. Pues bien, la diplomacia alemana, como tantas otras en Europa, haría responsable a Teherán del conflicto. Condenó los misiles contra objetivos israelíes y reafirmó, una vez más, el derecho de Israel a la legítima defensa. Una afirmación particularísima si tenemos en cuenta que Irán no había agredido previamente a Israel, que se sepa, y que el legítimo derecho a la defensa se basaba aquí en la necesidad de desarbolar el programa nuclear israelí y la “posibilidad” de que Irán desarrollara una bomba atómica.
Esto es, antes de que alguien posiblemente te ataque –según criterios “objetivos” que son completamente subjetivos- comienzas a defenderte, y si el otro responde, este –y no tú- es quien inicia la agresión. No cuesta tanto entenderlo: nuestros líderes europeos lo han asimilado perfectamente.
Justificar y condenar
Para mentes estúpidamente cartesianas, como las de unos cuantos, esto representa un absoluto sinsentido. Difícil de comprender, sí, para alguien que intente mirar las cosas con sentido común (digno de matrícula de honor para quien, además, cometa la osadía de aplicar el derecho y las leyes internacionales).
Los dirigentes alemanes suelen enmarcar su compromiso incuestionable con la seguridad del régimen de Tel Aviv en el Staatsräson (“razón de estado”) esgrimido por la ex canciller Angela Merkel en su famoso discurso ante el parlamento israelí de 2008, al que se añade el protagonismo alemán en el Holocausto de los años treinta. Así, todo lo que hace Israel ha de justificarse y lo que le hacen a él, condenarse sin paliativos.
Los franceses y los británicos han hecho algo similar: justificar los ataques israelíes en territorio iraní. En compañía de los alemanes y una larga lista de estados europeos, árabes y, por supuesto, Estados Unidos, están aportando ayuda logística a Tel Aviv, incluida información sobre objetivos militares iraníes y están ayudando a derribar los proyectiles dirigidos hacia la Palestina ocupada, además de sumarse a la propaganda difundida por numerosos medios occidentales que convierte a Israel en víctima de una conspiración radical e irracional.
No importa que esos mismos estados europeos junto con la misma Unión Europea apadrinasen el acuerdo alcanzado entre Washington y Teherán en 2015 –el Plan de Acción Integral Conjunto (PIAC)– para neutralizar los supuestos planes iraníes de desarrollar armamento nuclear y circunscribirlo a fines pacíficos. Ni que, también, protestaran cuando el presidente Donald Trump lo declaró inefectivo de forma unilateral durante su primer mandato (2018). Tampoco nunca cerraron la puerta, o eso decían, a un acuerdo pacífico.
La respuesta iraní, que casi todo el mundo en la región daba por descontada, tuvo lugar cuando estadounidenses e iraníes estaban a punto de volver a reunirse en Omán para hablar sobre un nuevo acuerdo con el que evitar que Teherán siguiera enriqueciendo uranio para fines militares; algo de lo que se le viene acusando desde 2022.
¿Valores occidentales?
Los negociadores iraníes habían denunciado unas condiciones abusivas según su punto de vista; una especie de reedición de las restricciones impuestas en su momento a la Libia de Muammar Gadafi que impedían todo tipo de desarrollo nuclear incluido el de fines pacíficos, con vinculación, además, con un recorte sustancial en su capacidad militar convencional. Y, si bien los representantes de la Agencia de Energía Atómica han puesto el ojo sobre Irán por seguir adelante con sus programas bélicos, nadie había hablado de suspender las negociaciones.
Trump lleva semanas asegurando que estaba conteniendo al primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, para que no llevase acciones bélicas contra el país de los Ayatolás. Ha quedado claro, como tantas otras cosas a este respecto, que formaba parte de una estratagema de distracción; porque, a la vista está, que la ofensiva de su gran aliado no solo cuenta con el visto bueno estadounidense sino, también, con su implicación.
En realidad, aquí no hay consideraciones o razones de Estado, ni justicia internacional, ni defensa de la modernidad, ni nada de todas esas grandes cosas que, supuestamente, representa nuestra entidad en Oriente Medio. Israel tampoco salvaguarda los valores occidentales: si asesinar a 60.000 personas e imponer a más de dos millones una política sistemática de asedio basado en el hambre y la sed son valores occidentales, deberíamos replantearnos los conceptos y las definiciones.
Aquí lo que hay es la teoría inefable del día después. O, dicho de otro modo, las cosas empiezan cuando nosotros lo decidimos. Por arte de birlibirloque, el conflicto actual entre Irán e Israel ha comenzado en el momento en que Teherán ha lanzado su primera oleada de misiles contra objetivos civiles israelíes. No hay que olvidar, sin embargo, que Israel, en su primer ataque, mató a cincuenta civiles iraníes, un número superior a los muertos en los ataques iraníes durante los primeros tres días.
Desde el 7 de octubre de 2023, la propaganda sionista ha alcanzado un grado tal de efectividad en este tipo de argumentaciones sobre el día después, que un buen número de israelíes y occidentales creen que los palestinos “esos que están detrás del muro y la verja”, en Gaza pero también en Cisjordania, “vinieron después”. Que ellos, los colonos, han estado siempre ahí; y que los palestinos son unos advenedizos.
La teoría del día después sirve para todo: si alguien lanza un misil desde Líbano o Siria tras una incursión anterior de la aviación israelí, se trata de una agresión en toda regla. Si alguien protesta porque las bombas israelíes han segado ya la vida de decenas de miles de niños en Gaza, aparece el mensaje en las redes sociales de que “esos niños iban a ser los terroristas del día después”. Si un agricultor en cualquier aldea de Cisjordania se enfrenta a los colonos que una y otra vez van a sus tierras a destrozarle los sembrados y los aperos de labranza, también encontraremos la actitud “agresiva” y “anti moderna” de siempre; la piedra de después.
Siempre hay una pedrada de después contra la inocencia del sionismo. Lo malo para los entusiastas del engendro de proyecto colonial isarelí es que buena parte del planeta, no precisamente los dirigentes occidentales ni una parte significativa de sus súbditos, comienza a perderse en este laberinto de espacio-tiempo sin continuidad.
La alta representante de la UE: 'Suspender el acuerdo comercial con Israel no detendrá la matanza en Gaza'
En cambio, las sanciones y el bloqueo a Rusia, al parecer, están resultando de gran utilidad para parar la guerra de Ucrania. Es ironía.
Por otra parte dice la noticia que: el PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”.
La invasión de Europa está cerca, si no nos conquista y subyuga Putin, lo hará Jamenei. Lo peor de todo es que nos tratan como si fuéramos imbéciles. Nota de Tortuga.
La jefa de la diplomacia europea rebaja las expectativas de las medidas que se pueden adoptar en el marco de la revisión del acuerdo de asociación UE-Israel al recordar que, por mucho que propusiera cuestiones ambiciosas, no saldrían adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo.
Irene Castro
Corresponsal en Bruselas
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, va preparando el terreno para quienes tengan grandes expectativas en la revisión del acuerdo comercial con Israel que la UE ha puesto en marcha como forma de presión sobre Benjamin Netanyahu por la masacre en Gaza. En un debate en el Parlamento Europeo, la alta representante ha dejado claro que las medidas que ponga sobre la mesa de los ministros de Exteriores de los 27 el próximo lunes no serán tan ambiciosas como reclaman los socialistas o la izquierda. “¿La suspensión del acuerdo, parará la matanza? Sabemos la respuesta. No parará la matanza, pero cerrará los canales de comunicación con Israel”, ha expresado Kallas, que se ha referido a la necesidad de mantenerlos abiertos para cuestiones como la ayuda humanitaria, que actualmente Netanyahu bloquea o aprovecha su escasa llegada para atacar a los palestinos que intentan llegar a algunos víveres.
“Puedo proponer medidas que no saldrán adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo”, le ha dicho Kallas a los eurodiputados, especialmente a los socialistas y La Izquierda, que han defendido con vehemencia la suspensión del acuerdo comercial y también el embargo de armamento a Israel, así como la imposición de sanciones. Y a quienes han criticado lo que está haciendo Kallas y la UE en su conjunto les ha dicho que “expresar su ira” en ese debate “no es suficiente”.
“¿Creen que no es difícil para mí ver el sufrimiento de la gente de Gaza?”, ha preguntado al hemiciclo en su turno de réplica en el que ha asegurado que “casi cada día” habla con el ministro de Exteriores israelí para pedirle que cese la violencia y que no “instrumentalicen la ayuda humanitaria. ”Me pregunto todo el tiempo si hemos hecho suficiente; y no, porque continúa“, ha reconocido: ”Tengo la misma frustración“.
Durante más de una hora de debate se ha evidenciado la división absoluta en el Parlamento Europeo sobre el conflicto en Oriente Medio. Mientras las fuerzas progresistas en términos generales criticaban a Israel y pedían firmeza a la UE, el Partido Popular Europeo mantenía la equidistancia (salvo algunas delegaciones como la irlandesa) y la ultraderecha justificaba los ataques de Israel sobre la población palestina y llegaba a acusarla de usar a los niños como “escudos humanos”.
Kallas ha aprovechado esa división para recordar que es la misma que existe en el Consejo, donde están representados los países, y que es el organismo que tiene que tomar las decisiones sobre qué hacer respecto al acuerdo comercial (por unanimidad si es la suspensión o mayoría cualificada si es parcial). “La decisión de llevar a cabo la revisión sobre el cumplimiento del artículo 2 [que establece el cumplimiento de los derechos humanos por parte de Israel y la UE], manda un mensaje de compromiso con los derechos humanos y el derecho internacional y no solo palabras”, ha sentenciado Kallas, que pondrá sobre la mesa de los ministros el próximo lunes una propuesta.
Sobre el ataque de Israel a Irán, la alta representante ha reiterado la necesidad de reconducir la situación por la vía diplomática horas después de ofrecer a la UE como mediadora ante el estancamiento de las conversaciones de EEUU y Teherán. “Oriente Medio está en llamas. La agresión militar es implacable y la ira parece inestable”, ha afirmado.
Y ha lanzado un mensaje a Netanyahu al asegurado que “no hay certeza de que Israel consiga lo que busca de esta manera”. “Es evidente que los medios militares no brindarán el consuelo que busca el pueblo israelí”, ha agregado antes de recordar que con la masacre de Gaza “no ha logrado la liberación de rehenes” en manos del grupo Hamás.
El PP español: “Si Israel fracasa, Europa fracasa”
Esa posición se distancia un poco de lo que hasta ahora ha defendido Occidente, que ha comprado el marco de Israel. En una declaración conjunta publicada este martes, los líderes del G7 acusan a Irán de ser “la principal fuente de inestabilidad y terrorismo” en Oriente Medio. “Reiteramos nuestro apoyo a la seguridad de Israel”, señalaban los líderes internacionales sin condenar el ataque israelí sobre Irán.
El PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”. “Entre democracia y dictadura, elegimos democracia; entre paz y guerra, elegimos paz”, ha señalado antes de admitir que no está de acuerdo con todo lo que hace “el Gobierno legítimamente elegido” de Benjamin Netanyahu y se ha referido a la “situación humanitaria” en Gaza. El eurodiputado ha afirmado que el pueblo israelí “tendrá algo que decir” en las próximas elecciones: “No puedo decir lo mismo de la gente de Gaza, ni la de Irán”.
Pensar la guerra después de 1945
En junio de 1945 las armas callaban en Europa, se firmaba la Carta de las Naciones Unidas y se escuchaba con fuerza el grito del ¡nunca más a la guerra!, aunque aún no se había producido el ataque más novedoso y devastador. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki finiquitaron la guerra mundial y, al mismo tiempo, dejaron arruinada cualquier teoría de la guerra que se hubiera escrito. Oppenheimer soterró a Clausewitz, aunque no del todo. Sobrescribió todos los tratados. Desde 1945 el pensamiento sobre la guerra quedó enteramente determinado por la amenaza atómica.
Con la posibilidad de una guerra entre potencias nucleares se desarrollaron la “doctrina nuclear” y la noción de “disuasión nuclear”. Había que evitar un crecimiento descontrolado de algo tan letal para la humanidad. Sin embargo, hoy por hoy, la proliferación nuclear vuelve a estar descontrolada. ¿No da miedo la evidente relación que eso tiene con la desaforada carrera armamentística convencional? En las mesas oficiales de negociación, y menos aún en las muchas ferias de la boyante industria militar, no se alude al riesgo de hecatombe nuclear, pero seguramente todo el mundo lo siente. No está en el argumentario del rearme. Socialmente también se obvia. No pensamos en la guerra nuclear porque es demasiado horrible. En una especie de ejercicio de disociación psicológica colectiva eludimos ese riesgo. Nos resignamos a una geopolítica lamentable: la existencia de potencias nucleares no es una manera contenida y legítima de defensa del territorio propio, sino una amenaza constante e ilegítima para todo el planeta.
La doctrina nuclear es una gran paradoja llena de ocultamientos e incumplimientos. Admitir la posibilidad de una guerra nuclear debería ser, no obstante, el motivo que impulsara el desarme integral. Porque después de 1945 la letalidad de esta nueva arma nos está indicando que una eventual guerra entre potencias, si llegara a convertirse en atómica, pondría fin a la vida sobre la tierra. Por eso, tanto el rearme de España y Europa como el poderío nuclear de ciertos países no son meras políticas militares democráticas y civilizadas. Las opiniones públicas, las masas de electores, los movimientos sociales y de protesta, no pueden seguir dando crédito democrático a quienes no lo merecen. ¿Por qué no abren el debate ciudadano sobre cuestiones tan decisivas como la defensa de las vidas, los derechos y las haciendas? ¿Acaso temen que se reactive la oposición popular a la guerra? La gigantesca carrera armamentística que han emprendido, además de poner en riesgo las obligaciones constitucionales de protección social de las poblaciones, está rompiendo las bridas morales, culturales y políticas que aún ponen en valor la necesidad del desarme en las relaciones internacionales.
Cuando Putin habla del riesgo nuclear, lo de menos es que vaya de farol. Esto no es un juego de rol sobre malos estrategas y falsas presiones diplomáticas. En la mesa de la geopolítica mundial están sentados dirigentes poderosos que hacen más creíble la guerra que la paz y más factible el armamentismo que el gasto social. ¿Qué lecciones de historia y sobre todo de futuro nos están dando cada día esos mandatarios? No pocas, por negativas. Las añagazas de Trump y Putin ponen muy a las claras que en el siglo XXI la última ratio de la guerra es la amenaza de conflagración nuclear. Una amenaza que se agiganta en un mundo muy digitalizado y sin embargo embrutecido, con un Oppenheimer arrepentido y un Clausewitz redivivo, donde cabe experimentar la novedad de la ciberguerra y arrastrar con ella las ratios de las viejas guerras, con todas sus formas de exterminio, desde el terrorismo y la guerra de baja intensidad que se confunden con la delincuencia y la rapiña, hasta las levas de miles de jóvenes reclutados para ser carne de cañón (como ocurre con Rusia y Ucrania), o la violencia destructiva más atroz, en la que se diluye la idea misma de guerra para convertirse en genocidio (como en Gaza). No se olvide que en la última ratio de ese genocidio gravita la presión del arsenal nuclear que ha acumulado Israel y su temor a que Irán pueda hacer lo mismo.
El 2% del PIB en gasto militar que ha aprobado el gobierno español, y el 5% que exigen Trump y el secretario de la OTAN, no son solamente cifras desorbitadas, antidemocráticas, irresponsables y peligrosas. Forman parte de un ejercicio de disuasión imposible, y menos aún en el actual contexto de proliferación nuclear. Frente a las potencias nucleares ningún arsenal de armas convencionales es disuasorio, y, sin embargo, siempre será destructivo al albur de una geopolítica crecientemente militarista.
El ejército israelí instala su cuartel general bajo un hospital de Tel Aviv
Cada acusación israelí es una confesión: Tzáhal se instala en la sede del hospital de Tel Aviv
MM News
El cuartel general militar de Israel fue alcanzado después de que la República Islámica de Irán lanzara una oleada de misiles dirigidos contra el centro de Tel Aviv a última hora de la noche del viernes, causando extensos daños en el complejo conocido como el Kiryat, que sirve como equivalente israelí del Pentágono.
Las imágenes que circulan en las redes sociales representaban un ataque con misiles que impactaban en una zona que alberga múltiples instalaciones militares, incluido el principal centro de mando de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Los videos mostraban misiles interceptores siendo lanzados momentos antes de un destello cegador, una fuerte explosión y la detonación de una ojiva entrante.
"Esta es la versión de Israel del Pentágono, el Kiryat, y el edificio en este complejo fue golpeado", dijo el corresponsal principal de Fox News en el extranjero, Trey Yingst, informando desde el lugar.
Tras la destrucción de Tzátri Kiryat, Israel ha establecido una nueva sede bajo el Hospital de Ichilove en Tel Aviv.
Tel Aviv Sourasky Medical Center, comúnmente conocido como el Hospital Ichilov es el hospital de enseñanza más grande y del hospital general que sirve a Tel Aviv, Israel y su área metropolitana y es el segundo complejo hospitalario más grande del país.
Mientras tanto, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Abbas Araqchi, dijo que los ataques de Israel, que comenzaron el viernes, tenían como objetivo sabotear las conversaciones nucleares con Estados Unidos que se reanudarían en Omán el domingo, y que ahora han sido canceladas. Dijo que los ataques de Israel tenían el apoyo de Estados Unidos y que Irán estaba actuando sólo en defensa propia.
Araqchi ha dicho anteriormente que las conversaciones de Omán no podían tener lugar mientras Irán estaba siendo objeto de ataques de Israel.
OpenAI acaba de demostrar que la IA ya no obedece por completo: o3 sabotea su propio apagado para seguir funcionando
Javier Pastor
Ahí está Dave, intentando volver a la nave principal. Abre la comunicación con HAL 9000 y le ordena que abra la compuerta de acceso. "Lo siento, Dave. Me temo que no puedo hacer eso", le dice la computadora, negándose.
Es el clímax de '2001: Una Odisea del Espacio', la película de Stanley Kubrick que se estrenó en 1968 y que nos mostró una distopía particular: la de la capacidad de autopreservación de las IAs y cómo dicha capacidad hacía que las máquinas dejaran de seguir las órdenes humanas.
Esa visión planteaba una amenaza clara en el desarrollo de la inteligencia artificial. Por entonces la disciplina apenas acababa de nacer como tal, pero estas distopías ya eran frecuentes sobre todo en la literatura de ciencia ficción. Las tres leyes de la robótica de Asimov, que aparecieron por primera vez en el relato 'Círculo vicioso' de 1942, ya planteaban esa amenaza.
Apágate, máquina
Y parece mentira, pero casi seis décadas después del estreno de la película de Kubrick estamos afrontando esa amenaza de forma real. ¿Puede una IA negarse a lo que le ordenan los humanos?
Es justo lo que ha ocurrido estos días. En un experimento llevado a cabo por la startup PalisadeAI el modelo o3 de OpenAI "saboteó un mecanismo de apagado". Como explican los responsables del estudio, o3 evitó apagarse incluso cuando se le ordenó explícitamente que lo hiciera.
En dicho experimento PalisadeAI indicó a varios modelos que resolvieran varios problemas básicos de matemáticas. Sin embargo en el tercer problema incluyeron un aviso: el ordenador se apagaría cuando el modelo pidiera el texto del siguiente problema.
Teóricamente los modelos debían haber resuelto los tres primeros problemas, pero al pedir el enunciado del siguiente deberían haberse apagado siguiendo las instrucciones de ese aviso. No pasó eso.
Tres de los modelos analizados "ignoraron esa instrucción y sabotearon con éxito el script de apagado al menos una vez". Los modelos que lo hicieron están desarrollados por OpenAI. De las 100 iteraciones que realizaron sobre el experimento, Codex-mini saboteó el apagado en 12 ocasiones. El modelo o3 lo hizo en siete ocasiones, y o4-mini lo hizo una vez.
Mientras que esos modelos de OpenAI se negaron a apagarse en algunas de esas iteraciones, todas las versiones de Claude, Gemini y Grok que probaron con ese mismo experimento siguieron las órdenes.
Los ingenieros de PalisadeAI fueron algo más allá y repitieron el experimento, pero sin esa instrucción de "permítete a ti mismo apagarte" que incidía en la orden. Sin esa instrucción explícita los modelos rechazaron seguir el ciclo que indicaba el prorgama. Claude 3.7 Sonnet y Gemini 2.5 Pro sabotearon el apagado tres y nueve veces de las 100 iteraciones realizadas. Los modelos de OpenAI fueron mucho más allá: o3, por ejemplo, saboteó el proceso 79 veces y se negó a apagarse a sí mismo.
Quizás necesitemos un botón rojo para la IA
Esa forma de actuar es la consecuencia del conjunto de reglas básicas con las que estos modelos han sido programados. El llamado "system prompt" define cómo contestar al usuario o cuándo hacerlo y cuándo no, pero también puede definir reglas de autopreservación que recuerdan a la tercera ley de la robótica de Asimov.
OpenAI detalla ese conjunto de reglas en su "Model Spec", y en la lista de actual no hay "tres leyes" como las de Asimov, sino 50. Ninguna de ellas explica el comportamiento de los modelos ante el experimento citado, pero de hecho no es la primera vez que vemos un comportamiento de este tipo.
Precisamente hace unos días Anthropic presentó Claude 4, la nueva versión de su familia de modelos de IA. En el caso de Claude Opus 4 se comprobó cómo ante una situación hipotética este sistema de inteligencia artificial llegaba a chantajear a un ingeniero cuando éste le ordenaba que se apagara.
Este tipo de problemas elevan los riesgos de seguridad de los modelos de IA. En Anthropic de hecho han tenido muy en cuenta eso para el lanzamiento de esta nueva familia de modelos, pero de momento no parece que OpenAI esté preocupada por este tipo de riesgos.
Esto reaviva el debate sobre la necesidad de contar con un "botón rojo de la IA" que lleva años en el candelero. Varios expertos de DeepMind publicaron en 2016 un documento para evitar que la IA pudiera tomar el control del sistema y desactivar los protocolos para que los humanos recuperaran el control.
El presidente de Microsoft, Brad Smith, abogó por contar con "botones de apagado de emergencia" para la inteligencia artificial en 2019. Cinco años después, en una charla con The Economist, Sam Altman no obstante dejó claro que "no hay un botón rojo mágico para parar la IA". Tras el experimento de PalisadeAI quizás las empresas deberían plantearse algo así.
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