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Enzo Traverso: 'La islamofobia juega hoy el papel que históricamente fue el del antisemitismo'
María Daniela Yaccar
Hace ya casi 10 años de la publicación, en francés, de Las nuevas caras de la derecha, libro del historiador italiano Enzo Traverso, que en esas páginas conversaba con el periodista Régis Meyran (tiene el formato de una entrevista). En Argentina, Siglo XXI lo editó en 2018 y acaba de relanzarlo con un nuevo prefacio, en tiempos en que partidos y referentes de ultraderecha siguen ganando terreno tanto en Europa como en EEUU y América latina. "Fue publicado mucho antes de Milei y otros acontecimientos. En diez años cambiaron muchas cosas en el mundo y otras se mantienen", dice Traverso. Para él, el presidente argentino representa la "vanguardia de la nueva derecha radical global", aunque su liderazgo es, a simple vista, "más frágil" que el de otros mandatarios.
Las nuevas caras de la derecha, potencia y contradicciones de la etapa posfascista aporta para interpretar el escenario de la Argentina actual e, incluso, el mapa global. Ya en 2016, el historiador marxista radicado en Nueva York, agudo observador de tendencias de época, planteaba algo que está en discusión en este momento, acerca de las relaciones de las nuevas derechas con el fascismo clásico, y prefería usar el término "posfascismo". Buscaba características comunes y distintivas entre los representantes, e intentaba entender el motivo por el cual una nueva ola de derecha se afianzaba y amenazaba al mundo. "Hay algunas líneas de interpretación que me parecen confirmadas por la evolución de la situación global y otras que me parece necesario revisar", aclara Traverso.
-Leído en la Argentina de hoy parece un libro visionario. ¿Sentís que se anticipó a algo que se gestaba y que se fue consolidando?
No sé si se puede decir visionario porque mis ideas eran compartidas ya en la época. La tendencia era bastante clara: un ascenso de la extrema derecha a nivel global. En diez años esta derecha tomó un perfil más bien definido. Hace diez años era posible destacar rasgos o tendencias que hoy son claramente definidos. El primer mandato de Trump fue muy distinto del segundo. Fue elegido probablemente sin que lo esperara porque todo el mundo pensaba que la elegida iba a ser Hillary Clinton. Ni Trump mismo sabía bien qué hacer en la presidencia. Fue un mandato de tentativas, confusión, eslogans con pocos hechos.
Hoy todo es diferente. Llegó a la presidencia y empezó un programa de cambio radical, yo diría no solamente del gobierno y del sistema político sino de la sociedad misma, con un impacto internacional fuerte. Y esto tiene la consecuencia de fortalecer todos los gobiernos y las corrientes de derecha radical en varios continentes. Ese es un poco el tema de mi libro. Definir el perfil, investigar la estructura y las direcciones tomadas por esta nueva derecha radical, que es muy heterogénea porque hay diferencias significativas entre Milei por un lado, Meloni y Le Pen por otro lado, y y Trump en el medio que es la figura de vanguardia.
-Decías que el triunfo de Trump no se veía venir. En la Argentina pasó parecido: gran parte de la sociedad vivió un shock con el triunfo electoral de Milei. ¿Son personajes que arrasan con patrones previos y por eso impacta que lleguen al poder? ¿Traen algo nuevo?
Es importante destacar el papel visionario y vanguardista de Milei. Creo que no hubiera podido aparecer hace diez años; el contexto general no hubiera permitido su emergencia. Hace diez años se hablaba mucho de populismo, mucho más que de fascismo, neofascismo o posfascismo. El ascenso de las derechas radicales tenía una causa muy clara: aparecían como una manera muy conservadora, reaccionaria y de derecha -es decir, xenófoba, nacionalista y todo lo que quieras- de contestar a la crisis del neoliberalismo. Aparecían como una alternativa. Trump aparecía como el candidato en contra de las elites. El establishment en EEUU estaba encabezado por Hillary Clinton. Y Trump era el candidato populista capaz de concentrar todo el malestar social en contra del establishment.
Pasó lo mismo en otros países. Meloni en la época era muy marginal en Italia; Marine Le Pen ya estaba subiendo, pero aparecía como una 'outsider'. En el debate por las elecciones presidenciales apareció como una candidata que no tenía la envergadura de una jefa de Estado, no tenía ideas claras sobre qué hacer con el euro, la Unión Europea, la política internacional... era una protesta sin proyecto. Todas las elites del gran capital, de la financiación internacional, las fuerzas poderosas del neoliberalismo no tenían ninguna confianza en las extremas derechas. El liderazgo del neoliberalismo en Europa era la Comisión Europea, que es en Francia Macron, en Italia, Draghi. En Alemania era Merkel. En EEUU, el establishment tomó medidas para contener Trump. Y después de meses hubo límites que Trump no podía sobrepasar.
Diez años después, el paisaje cambió mucho. La crisis del establishment tradicional, del liberalismo clásico, de las fuerzas conservadoras o socialdemócratas, que acompañaron el capitalismo neoliberal hasta ahora, es mucho más profunda que antes. Se ve la caída del Partido Demócrata en EEUU, es el síntoma más claro. Y las élites del gran capital y del capitalismo neoliberal establecieron un diálogo con las nuevas derechas, que se volvieron un interlocutor fiable. Y esto en todo el mundo. Meloni, que fue hasta hace poco enemiga de la Unión Europea, hoy es un pilar de la estabilidad de las instituciones europeas, una defensora del euro; Le Pen lo mismo, etcétera. En EEUU, este cambio tuvo una forma espectacular, con la ceremonia de investidura de Trump con todos los poderosos atrás de él.
-Entonces, ¿estos referentes de la ultraderecha dejaron de ser 'outsiders'?
Esta es la administración de los grandes monopolios y del gran capital, ¿no? No sé si se puede hablar de un bloque histórico en el sentido gramsciano, pero desde este punto de vista Trump fue un artista excepcional, porque fue capaz de establecer una alianza entre las capas más explotadas de la sociedad, los pobres, los que sufren el neoliberalismo, y hegemonizar su rebelión y malestar en una alianza con los sectores más poderosos del neoliberalismo. No sé cuánto tiempo puede durar...
-Esa era la siguiente pregunta.
No sé. No estoy convencido de que esta alianza precaria pueda volverse un bloque histórico, pero ahora funciona. Y desde este punto de vista, Milei fue un vanguardista, porque fue capaz de dibujar una derecha radical ultra neoliberal. Es decir, Meloni se oponía al neoliberalismo; Le Pen y Trump hablaban en contra del establishment y llegó Milei que es un neoliberal radical. Alguien que asume el neoliberalismo no solamente como un modelo económico que implica sacar el estado social, los derechos, todo un conjunto de conquistas.
Es un modelo de sociedad. Alguien que no solamente piensa la economía como moldeada y organizada por el mercado, y el provecho como el objetivo de la acción económica. Piensa un modelo antropológico y social; el neoliberalismo como el modelo que moldea la vida de los seres humanos. Fue alguien que indicó el horizonte de esta nueva derecha radical global.
-¿Milei es más radical que Trump?
Ideológicamente sí. No vivo en la Argentina, soy un observador exterior. Podríamos decir que Bolsonaro fue una prefiguración de Milei. Pero Bolsonaro es el típico líder demagogo y populista que no tiene una ideología. Sí, es anticomunista, fascista, neoliberal, racista pero, como Trump, es muy pragmático. Milei tiene una ideología, un proyecto, ideas claras sobre lo que quiere hacer. Y desde este punto de vista se lo puede considerar como la vanguardia de la derecha radical en una escala global. Eso no significa que sea quien dirige: es un aliado. Hay una jerarquía económica, militar y geopolítica. La Unión Europea es más importante que la Argentina y EEUU es más importante que la Unión Europea.
Lo que no está claro, lo que me interroga, está vinculado a dinámicas nacionales argentinas que no entiendo muy bien (risas). Pero el hecho es que, atrás de Trump, en la imagen de la ceremonia, estaba el gran capital que había financiado su campaña. Esa no es la situación de la Argentina. No creo que el neoliberalismo argentino tenga una fuerza comparable a la del de EEUU y Europa, por razones, también, históricas, por la vinculación entre economía y Estado. En Brasil, las grandes fuerzas del capitalismo, como Petrobras, estaban vinculadas al PT mucho más que a Bolsonaro.
Creo que el éxito de Milei se explica por la búsqueda de una alternativa después de muchas opciones que fracasaron y no por la suma de un conjunto de fuerzas que crearon un bloque histórico, una hegemonía ideológicamente bien definida. Puede ser que a pesar de su proyecto ideológico claro y con un perfil muy definido sea un fenómeno transicional, y que tenga raíces más frágiles y precarias de lo que aparece en la superficie. Es una hipótesis.
-Esta extrema derecha se instala en el poder con un discurso que asegura cierta novedad. En el caso de Milei fue muy fuerte la apelación a la lucha contra la casta, pero recientemente el Gobierno argentino quedó envuelto en un importante escándalo de corrupción. ¿El doble discurso es capaz de perforar a las nuevas derechas?
Ese es un signo de que Milei es mucho más frágil que Trump, porque Trump fue capaz, en pocos meses, de someter al poder judicial, y ahora toma todo un conjunto de medidas inconstitucionales que son legitimadas en última instancia por la Corte Suprema. El Partido Demócrata no comprendió que esa era la dinámica y no sabe bien cómo reaccionar. Se está construyendo una especie de ejército, de milicia personal, un aparato bajo el control de Trump.
En la Argentina no se da esta situación. Milei no fue capaz de hacer hasta ahora lo que hizo Trump. Cuando Trump recibe 280 mil millones de dólares para su campaña y después nombra al tipo en su gobierno.... es una corrupción muy abierta del poder pero se hace de manera legal. Milei no es el dictador que tiene todos los poderes sin límites. Hay formas de resistencia, tensiones y contradicciones en las instituciones.
-En la Argentina desde que asumió Milei se está debatiendo si es fascista o no...
Conozco muy bien el ejemplo de Meloni. Llega de un partido fascista, siempre reivindicó su cultura, su admiración hacia Mussolini, su ideología fascista. El jefe del Senado, que es la segunda institución de la República, tiene bustos de Mussolini en su despacho. Decir que Meloni es fascista es obvio. Eso no significa que Italia lo sea: es una república parlamentaria con un gobierno dirigido por una fascista que quisiera más poderes para el ejecutivo pero que modera mucho su propio fascismo por la pertenencia de Italia a la Unión Europea, por el contexto geopolítico, porque Italia recibe financiación de la Unión Europea. Entonces aparece como una defensora del euro, de las instituciones europeas y de la democracia. Repite todo el tiempo que no es fascista pero tampoco antifascista. Encabeza una democracia que sería "anti antifascista", porque el antifascismo sería totalitario.
Esas son las contradicciones de muchos. Le Pen no dice "voy a establecer una dictadura"; dice, "quiero ser elegida presidente de la república francesa y acepto el marco de las instituciones europeas y de la república". Yo escribo para Il manifesto, es un diario legal, no está amenazado por el gobierno de Meloni. Cuando los movimientos de izquierda radical organizan una manifestación, hay un conjunto de policía híper armada. Creo que en la Argentina es lo mismo. Todas las oposiciones pueden actuar legalmente.
En EEUU la situación es más compleja: Trump lanzó una campaña en contra de las universidades, bajo el pretexto del antisemitismo, para sacar a todos los estudiantes extranjeros y la normalización de las universidades controlando lo que hacen los departamentos de humanidades, LGBTQ+, los que trabajan sobre el mundo árabe y Palestina. EEUU es el país más avanzado en la puesta en cuestión del estado de derecho y de las normas de la democracia liberal, mucho más que Italia o Argentina. Se está acercando al modelo de la Ucrania desde el golpe del Maidan, en la cual había elecciones también.
El modelo es el de una "democracia autoritaria", un régimen autoritario que preserva una fachada de democracia liberal. Es una tendencia general de las nuevas derechas radicales en este comienzo del siglo XXI. El fascismo clásico estaba en contra de la democracia, quería destruirla, a pesar de que en Italia y en Alemania pudo llegar al poder a través de las instituciones. Pero una vez que se estableció en el poder, destruyó la democracia. Desde un punto de vista ideológico, eso estaba muy claro. La ideología, la cultura, la filosofía política del fascismo clásico, era antidemócrata, antiliberal. Hoy las nuevas derechas quieren establecer una forma de autoritarismo dentro de la democracia liberal. Es lo que yo llamo posfascismo: una transformación autoritaria de la democracia liberal sin destruir sus instituciones.
-¿Y cuáles son los riesgos?
Los riesgos son que una vez que el proceso se acabe no haya más democracia, estado de derecho. Un conjunto de libertades estarán comprometidas o destruidas. Trump está preparando el proceso para establecer su poder en caso de que no pudiera ser reelegido; quiere transformar las leyes para presentarse otra vez o poner otro candidato como sucesor legítimo. Ahora están tomando un conjunto de medidas para transformar los distritos electorales, para garantizar la mayoría republicana y que el proceso pueda seguir en un marco institucional liberal demócrata. Es un régimen autoritario que preserva la fachada de la democracia. Si eso no funciona, va a suprimir las elecciones.
Pensá en lo que ocurrió el 6 de enero de 2021. El argumento no era "vamos a organizar un golpe en contra de la democracia porque queremos establecer el régimen de Trump". Era "organizamos una rebelión porque Biden ganó a través de un fraude". Fue una mentira total, pero ese era el argumento y mucha gente que participó de esta rebelión lo hizo pensando que estaba defendiendo las instituciones de la democracia norteamericana, en contra de los corruptos, los traidores, los que habían organizado un fraude. Eso es también el universo mental del posfascismo. Después de décadas y décadas de democracia, del rechazo al fascismo, las dictaduras militares, no es posible... En la Argentina, hoy Milei no podría decir "soy el nuevo Videla" porque la sociedad no lo aceptaría. Meloni tampoco dice "soy la reencarnación de Mussolini".
-Pero el gobierno argentino sí niega la dictadura militar.
Eso es bastante claro, pero sería un error pensar a las nuevas derechas como una reproducción del fascismo clásico. Por eso es mejor hablar de posfascismo. Es algo diferente. También desde un punto de vista cultural, ideológico, simbólico. Estas nuevas derechas no indican ninguna continuidad con el fascismo clásico.
Islamofobia-En el libro hay todo un capítulo dedicado a la "islamofobia". ¿Qué rol juegan conflictos como el de Gaza en alimentar discursos islamófobos a nivel global?
El genocidio en Gaza es un factor importante en la reconfiguración ideológica, cultural y simbólica de las nuevas derechas. Porque el elemento que reúne toda esa galaxia de las extremas derechas es el soporte incondicional a Israel y a su genocidio, bajo el pretexto de la lucha contra el antisemitismo. El antisemitismo completamente instrumentalizado, y eso es algo nuevo. Es decir, este es el planteamiento de corrientes que tienen en su propia historia rasgos antisemitas muy claros. Si vas a ver la historia del Rassemblement National en Francia, es la principal fuerza antisemita en la sociedad francesa. Fratelli d'Italia son los herederos de los fascistas que deportaron a los judíos italianos. Alternative für Deutschland son los herederos del nazismo. Y todos hoy son amigos de Netanyahu y apoyan al régimen israelí.
Es un cambio notable porque históricamente el antisemitismo es uno de los pilares del proceso de formación de los nacionalismos europeos. Fueron antisemitas por lo menos hasta la posguerra. Hoy son todos hiperfilosionistas. ¿Y cómo explicar este cambio? El papel de chivo expiatorio, de minoría que puede ser golpeada como responsable de todos los problemas sociales, son los migrantes, y ellos son negros, asiáticos, árabes y en su gran mayoría musulmanes.
El Islam reemplazó al judaísmo en la definición de esta identidad negativa. Por un siglo y medio, el judaísmo fue definido como el enemigo de la civilización occidental y cristiana. Ahora se habla de civilización judeo-cristiana amenazada por el Islam. La islamofobia juega hoy el papel que históricamente fue el del antisemitismo en las políticas nacionalistas, xenófobas, de las nuevas derechas del fascismo. Se produjo rápido, antes incluso de que las nuevas derechas sean capaces de despojarse de su antisemitismo.
Página 12
Sandías para Ayuso
Mientras la presidenta autonómica mezcla frutas con cadáveres, la Vuelta Ciclista no pudo acabar en Madrid por la resistencia pacífica de la gente que se niega a blanquear un genocidio.
Banksy pintó en 2005, en un muro de Cisjordania, a un joven activista que no arrojaba piedras ni cócteles molotov sino un ramo de flores. El mural se titulaba Love is in the air y era, más que una postal estética, un manifiesto. Las flores convertidas en proyectiles, la dignidad hecha arma contra la ocupación. Un ramo como representación de desafío, de humanidad frente a la barbarie.
Veinte años después y en Madrid, Isabel Díaz Ayuso afirma, con sorna, que no se puede combatir a Hamás “con magdalenas y flores”. Una imagen, una frase, dos contextos, dos mundos opuestos que comparten símbolo y lo vacían o lo colman de sentido. Las flores de Banksy iluminan nuevas posibilidades; como en la revolución portuguesa, donde un clavel en la boca de un fusil simbolizó la derrota de una dictadura sin necesidad de un solo disparo. Frente a las armas, una flor. Frente a la ocupación ilegal, una flor. Frente a la violencia del poder, una flor. Mientras Banksy ve en las flores un acto de resistencia y esperanza, Ayuso las reduce a sarcasmo para justificar un genocidio. El arte no cambia gobiernos, pero puede incomodar y transformar miradas, porque el símbolo no solo nombra, también abre mundos. La política mal usada, en cambio, corre el riesgo de cancelarlos. En esa distancia abismal se juega mucho más que un debate semiótico. Se dirime la posibilidad de seguir llamando “civilización” a algo que entiende como libertad de expresión que se ironice con la muerte ajena o se llame terroristas a quienes defienden la paz. Dos mundos separados por kilómetros y, sobre todo, por toneladas de conciencia y humanidad.
La paradoja no es nueva ni única. En 1948, mientras el mundo firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nacía el Estado de Israel. La primera proclamaba que todo ser humano tiene derechos por el mero hecho de existir. El segundo se ha dedicado durante más de setenta años a recordarnos que no, que no todos los seres humanos son seres humanos. Gaza es la confirmación brutal de esa contradicción: la negación práctica del principio mismo de humanidad, retransmitida en directo para el silencio o aplauso de las capitales occidentales.
En esa negación encaja Ayuso con su ramo convertido en chascarrillo de mal gusto. Simone Weil advirtió en La Ilíada o el poema de la fuerza que la violencia convierte a las víctimas en piedra, pero también transforma a los verdugos en monstruos. Esos monstruos no siempre llevan uniforme o conducen tanques; a veces sonríen detrás de un atril, escriben en un periódico, improvisan juegos semánticos ante un micrófono o se hacen virales con una ocurrencia que trivializa un genocidio. El alcalde de Madrid ya lo hizo, la presidenta de esa misma Comunidad repitió el gesto. Madrid, Madrid, Madrid.
La trayectoria verborreica de Díaz Ayuso puede leerse como un catálogo de lo esperpéntico. Lo mismo suelta una gracieta sobre terrazas y cañas en plena pandemia que trivializa con los muertos en las residencias con un “qué más da, si se iban a morir igual”. Lo mismo se saca de la manga un exabrupto barriobajero tipo “me gusta la fruta” que reduce la devastación de Gaza a un chiste doméstico con magdalenas y flores. Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal” al describir a los burócratas nazis convencidos de cumplir con su deber. Con Ayuso, entramos en un terreno distinto: la maldad de lo banal. No se trata del funcionario dócil que estampa su firma, sino de la política que transforma la muerte en meme y la destrucción de un pueblo en un gag de rueda de prensa. Ayuso utiliza las flores no para denunciar la violencia sino para justificarla. Frente a la barbarie, sarcasmo; frente a la destrucción de un pueblo, burda ironía castiza.
Y mientras la presidenta y el alcalde madrileños mezclan frutas con cadáveres, la Vuelta Ciclista, con todas sus interrupciones, como señala Amador Fernández-Savater, no ha podido acabar en Madrid. Los corredores no pudieron levantar los brazos en la Castellana ni recibieron las flores manchadas de metáforas que suelen celebrar el esfuerzo y la victoria. La resistencia pacífica de la gente común decidió que la Vuelta Ciclista no podía concluir como si nada. Madrid quedó atrapada entre dos imágenes: de un lado, la banalidad dañina de quienes gobiernan; del otro, la obstinación ética de quienes decidieron que no se pedalea sobre cadáveres y se niegan a blanquear el genocidio. La paradoja es cruel y al mismo tiempo luminosa: los gobernantes apoyando el exterminio de un pueblo, los gobernados recordando que la humanidad no se negocia. En esa diferencia, mínima y enorme, late todavía la posibilidad de que las flores vuelvan a ser lo que Banksy pintó en un muro: armas de dignidad contra la violencia.
18 y 19 de octubre: Encuentro estatal antimilitarista y por la Paz
Tortuga
Los próximos días 18 y 19 de octubre de 2025 tendrá lugar en BASOA Defendatzaileen Etxea (Casa de las defensoras) en Artea, Bizkaia, un encuentro con carácter estatal de colectivos antimilitaristas y que trabajan por la Paz.
Convocado por Alternativa Antimilitarista-Moc, este encuentro es de carácter abierto y a él están invitadas todas las personas que participan en colectivos que trabajan temas de carácter pacifista y antimilitarista. Dado que el lugar tiene plazas limitadas, es preciso registrarse en el formulario de la web del evento: https://www.antimilitaristas.org/ba...
En un momento en el que las élites gobernantes en Europa han comenzado a recortar servicios ciudadanos básicos con el objetivo de engrasar la industria y la maquinaria militar, lo que nos encamina hacia un futuro incierto en el que la amenaza bélica es cada vez más real, este encuentro pretende contribuir a generar una respuesta ciudadana para empoderar a la sociedad y defenderla de la amenaza del militarismo y de la guerra.
Según reza en la propia convocatoria, son objetivos del encuentro: conocer a personas, grupos, iniciativas y experiencias de trabajo pacifista, antimilitarista y noviolento, compartir análisis, aprendizajes y desafíos del antimilitarismo en el contexto actual, crear un mapa actualizado de iniciativas antimilitaristas en el estado español y fortalecer el trabajo antimilitarista.
A lo largo de dos días de convivencia se darán diferentes ponencias, debates y puestas en común, relacionadas con la memoria histórica del movimiento, el análisis de la coyuntura actual, el tejido de redes y el trazado de estrategias.
Podéis acceder al horario del encuentro, sus contenidos y la información logística en esta web: https://www.antimilitaristas.org/ba...
¡Os esperamos!
Una marcha del río Ebro al mar Cantábrico para denunciar a las empresas vascas que colaboran con Israel
Raquel Andrés Durà
“Desde el río hasta el mar” es la frase que resume la reivindicación de recuperar los territorios históricos de Palestina, desde el oeste del río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Una tierra ocupada hoy, en gran parte, por el Estado de Israel. En la misma línea, ahora la marcha Ibaitik Itsasora cruza parte de Euskal Herria, desde el río Ebro hasta el mar Cantábrico, para señalar las empresas y entidades vascas que están colaborando con el sionismo de Israel y con el genocidio en Gaza.
Los caminantes empezaron a andar en Tutera el 10 de septiembre y, tras recorrer Iruñea el pasado domingo, prosiguen hacia el norte de Nafarroa, pasando por Elizondo y Bera, para afrontar la última etapa el sábado 20, desde Irun hasta Hendaia. Un total de 11 etapas en las que se van haciendo paradas para denunciar la complicidad y colaboración con Israel de empresas por las que se va pasando, como CAF, Teva, M.Torres, Zara o Carrefour, que se complementan con actividades impulsadas por colectivos locales como proyección de documentales, charlas, conciertos, danzas y plantaciones de olivos.
Dos de los organizadores, Txuri Ollo y Richard Weyndling, explican que utilizan “la geografía de Euskal Herria” para “visualizar la reivindicación legítima del pueblo palestino para vivir en su territorio histórico, desde el río hasta el mar”, pasando por las tres zonas administrativas del país (Nafarroa, CAV e Iparralde). “Llevamos dos años haciendo manifestaciones y concentraciones todas las semanas en Iruñea y hemos dado cientos de charlas. Pero esto no se mueve, no hay sanciones, no hay medidas contra Israel, se mantienen las relaciones diplomáticas, armamentísticas y comerciales y la gente tiene ganas de manifestarse contra todo esto”, observa Ollo.
Weyndling señala que la marcha Ibaitik Itsasora tiene dos objetivos fundamentales: “Tejer la solidaridad, reforzar y aprovechar la extensa red de apoyo a Palestina que hay en Euskal Herria, y destapar la complicidad, denunciar a las empresas e instituciones que colaboran y se benefician de la ocupación ilegal, del apartheid y del genocidio”.
Aseguran que la respuesta “ha sido increíble”. “Nos dan sitios para dormir, casas o pisos enteros, nos preparan comidas, la gente sale a las carreteras a ofrecernos agua o fruta, participan los ayuntamientos y toda la población en general... Cada día nos emocionamos con tantos detalles”, apunta Ollo, mientras de Weyndling destaca un momento especial que vivió la marcha en sus primeros días: “El recibimiento en Tafalla de los niños y niñas en la escuela y los estudiantes de FP desde las ventanas del centro animándonos fue realmente bonito y nos trajo a la memoria el sufrimiento de la infancia en Gaza”.
En la jornada del pasado domingo 14 de septiembre, de Noain a Ansoain, también se sintió la emoción. El día comenzó a las puertas de la empresa M.Torres, en el Valle de Elorz, a la que se acusó de ser “cómplice” con el gobierno sionista por su participación en la producción de aviones de guerra para la industria armamentística israelí.
Prosiguió con un recibimiento del concejal de Cultura del Ayuntamiento del Valle de Elorz, Daniel Lanz, de Aldatu Elortzibar, quien denunció el genocidio perpetuado por el “estado terrorista de Israel” y agradeció el papel de la lucha ciudadana: “A veces parece que la agenda mediática la marcan los políticos, pero estos días se ha demostrado que la sociedad civil organizada ha sido la punta de lanza”, en alusión a las protestas en La Vuelta a España o al abandono de los siete jugadores israelíes del torneo de ajedrez de Sestao. Además de haber apoyado una moción de apoyo a Palestina, Lanz anunció que esta semana su gobierno aprobará una donación de 10.000 euros a la asociación Salam Gaza.
Los participantes tuvieron un recibimiento muy emotivo en el parque de Bomberos de Navarra, donde desplegaron banderas de Palestina desde una grúa y otra gigante desde la azotea, además de mostrar pancartas y apoyo a pie de calle. Dos bomberas incluso caminaron un rato con la marcha. Ya en Iruñea, se unió mucha más gente al recorrido y se produjeron sendas protestas en la plaza de la Paz, ante Osasunbidea, por la compra de productos de Teva, gran farmacéutica israelí; y en la avenida San Ignacio, frente a una tienda de Zara, por la complicidad de Inditex con el sionismo porque, entre otras cosas, a principios de 2025 abrió su tienda más grande hasta la fecha cerca de Tel Aviv. “Zara viste genocidio, Zara viste apartheid”, gritaron los presentes.
Tras cruzar el casco viejo de Iruñea, la marcha se dirigió hacia Artica, donde se hizo otra parada de protesta frente a la sede de Orbital Critical Systems, que compró la vasca CAF a finales de 2021, según denunciaron, “para entrar en la industria armamentística”. La jornada concluyó en Ansoain con un acto de recibimiento con danza y música en el que se habló de la situación del campo de refugiados de Jalazone.
El reflejo de la presión popular en las declaraciones y decisiones políticas
Hace unos días, el lehendakari Imanol Pradales afirmó que “quizás” la empresa vasca de ferrocarriles CAF debería realizar “una reflexión ética” sobre sus contratos con Israel, el tren ligero de Jerusalén, valorado en 1.800 millones de euros en 2019, y el tren ligero-tranvía de Tel Aviv, de 1.000 millones de euros en 2022. Eso sí, rápidamente matizó que esa decisión “no es una cuestión sencilla” y aseguró que la empresa de Beasain logró las adjudicaciones “respetando todas las normativas de Naciones Unidas y las que se plantean a nivel internacional”.
Estas declaraciones contrastan con las de la relatora especial de la ONU para los territorios ocupados de Palestina, Francesca Albanese, que incluyó en julio a CAF en la lista de empresas occidentales que “sacan provecho de la ocupación ilegal israelí, del apartheid y ahora del genocidio”. Hay que recordar que la opinión del Gobierno Vasco sobre CAF no es banal, ya que tiene un 3% de participación en la empresa a través del fondo Finkatuz.
Pradales industria militar
Para uno de los organizadores de la marcha Ibaitik Itsasora, Richard Weyndling, estas declaraciones de Pradales, aunque tibias, “son un reflejo de la presión popular”. En todo caso, recuerda que “el Gobierno Vasco es accionista en CAF”, por lo que “también son cómplices”: “Pueden actuar y tienen la obligación legal de hacerlo para forzar que la empresa desinvierta en ese proyecto ilegal en Jerusalén que estrangulará los barrios palestinos y expulsarán a su población”.
Fruto de las protestas ciudadanas también es el hecho de que tanto el Gobierno como el Parlamento de Nafarroa se hayan comprometido “a romper relaciones con CAF”: “Nos han indicado que ya han cortado todos los contratos con la empresa. No lo hemos visto todavía, pero nos han asegurado que ya no existen. Parece una cosa pequeña, pero simbólicamente es muy importante porque rompe con esa falta de respuesta institucional. Es un éxito de la presión popular”.
Cazas, fragatas y misiles en Canarias: La OTAN convierte las islas en un escenario de guerra
El gobierno español anula el contrato de lanzacohetes con tecnología israelí que se desarrolla en Córdoba
Aristóteles Moreno
A las 16.12 minutos del martes, el Ministerio de Defensa anuló formalmente el contrato del primer gran proyecto armamentístico que nace en Córdoba al calor de la Base Logística del Ejército de Tierra. El acuerdo de suministro del Sistema de Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM), cifrado en 697 millones de euros, quedó nominalmente suspendido sobre el papel, instantes después de que el Consejo de Ministros aprobara un paquete de medidas contra el “genocidio de Gaza” y en “apoyo a la población palestina”.
La primera de las nueve disposiciones gubernamentales anuncia la inminente promulgación de un real decreto para “consolidar jurídicamente” un embargo de armas a Israel, que, según el Ejecutivo, se aplica desde octubre de 2023, tras la invasión de Gaza en respuesta a los atentados de Hamás. La anulación del contrato del lanzacohetes SILAM no especifica las razones de la suspensión pero todo indica que se produce como consecuencia del bloqueo armamentístico decretado. También ha sido cancelado el contrato de suministro de 168 sistemas de misiles contra carro Spike LR2, valorado en 287 millones de euros.
Aunque el Ejecutivo sostiene que suspendió todas las transacciones militares con Israel desde la invasión de Gaza, los datos oficiales de la Secretaría de Comercio lo desmienten. Entre febrero y mayo de este mismo año, España fue el país de la UE que más armas y municiones importó desde el país hebreo, tal como publicó elDiario.es.
De hecho, los lanzacohetes SILAM están íntegramente basados en el modelo israelí PULS, un arma letal desarrollada por el gigante Elbit Systems y probada en combate contra los territorios ilegalmente ocupados en Gaza y Cisjordania, así como en Líbano. El contrato para la fabricación de 12 equipos lanzacohetes fue adjudicado por el Ministerio de Defensa a Escribano M&E y Expal dos meses después de la operación militar desplegada contra Gaza, que ha costado ya más de 63.000 muertos, la demolición del 85% de las viviendas y el desplazamiento forzado de casi dos millones de palestinos.
El acuerdo militar podría vulnerar los tratados internacionales de comercio de armas y las cláusulas éticas de la UE, que prohíben comprar o vender material bélico a países que violen gravemente los derechos humanos. También transgrede dos compromisos éticos suscritos en 2012 por el Ayuntamiento y la Universidad de Córdoba contra las “transferencias militares” con países que atenten contra el derecho internacional y humanitario. La fábrica de lanzacohetes se levanta sobre una parcela de 23.000 metros cuadrados del Parque Tecnológico de Córdoba, cuyo consejo de administración está formado, entre otros socios, por la Universidad, el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Andalucía.
Pese a todas estas prescripciones, denunciadas por el Centro Delàs de Estudios por la Paz y el grupo parlamentario Sumar, el proyecto militar ha seguido su curso. Escribano M&E incluso ultimaba el pasado mayo la adquisición de otras cuatro parcelas municipales para ampliar en 16.300 metros cuadrados la factoría de lanzacohetes. No es la primera vez que gravita la amenaza de suspensión sobre el proyecto SILAM por la presión de los socios de Gobierno ante el avance del genocidio palestino. En octubre de 2024, la titular de Defensa ya anunció públicamente la cancelación de todas las transacciones militares con Israel y la búsqueda de una alternativa tecnológica. Un año después, Escribano y Expal mantienen activa su producción de lanzacohetes en Córdoba.
Tanto es así que el Ministerio de Defensa ultimaba los preparativos para probar los primeros equipos desarrollados por Escribano y Expal en Córdoba. Hace escasamente una semana el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) anunció la adjudicación de los “ensayos en mar dentro del marco del proyecto SILAM” a la empresa UTEK. “Se hace necesario la realización de una serie de ensayos previos a los tiros de calificación, tanto en pantano como en el mar, donde se llevará a cabo el ejercicio real de tiro de cohetes”, indica la memoria justificativa del contrato. La adjudicación revela que los primeros equipos militares con tecnología israelí se encuentran en avanzado estado de fabricación.
La empresa adjudicataria UTEK se encargará de gestionar los permisos y el alquiler de una embarcación para un plazo de diez días de ensayos que se realizarán en el pantano de San Juan, en Madrid. También incluye asistencia técnica para tres ensayos que tendrán lugar en Mazagón (Huelva) y en la Base Naval de Cartagena, todos ellos entre septiembre y noviembre de este año. “Se requiere embarcación no tripulada, neumática, semirrígida e hichable para el apuntamiento de coordenadas fijas”, señala el informe técnico. El documento justifica la adjudicación a la firma UTEK por su “experiencia acreditada en operaciones para la Armada y la OTAN”.
El calendario ya establecía que las primeras pruebas de fuego se iban a realizar a mediados de 2025 y la entrega de los grupos de artillería completos estaba prevista para dentro de dos años. El plazo de ejecución del contrato expira el 15 de diciembre de 2027, tal como figura en el acuerdo que ahora ha sido formalmente anulado por el Gobierno.
Cazas, fragatas y misiles en Canarias: La OTAN convierte las islas en un escenario de guerra
A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Mediante un comunicado remitido a la redacción de Canarias-semanal, la Plataforma Canaria por la Paz, Contra la OTAN y por la Neutralidad ha denunciado el uso del archipiélago para nuevas maniobras militares previstas para la próxima semana.
La organización critica con dureza el ejercicio militar “Eagle Eye 25-03”, que se llevará a cabo del 15 al 21 de septiembre con la participación de seis cazas F-18 del Ejército del Aire, así como los ejercicios “Sinergia 25”, que incluyen el despliegue de sistemas antiaéreos, fragatas y personal militar en la Base Aérea de Gando y sus alrededores.
La Plataforma considera que este tipo de operaciones "son parte de la estrategia del Gobierno español para profundizar su alianza con la OTAN y con el bloque militar encabezado por Estados Unidos y el Reino Unido".
Según expresa la Plataforma Canaria por la Paz, estas maniobras representan una escalada en la “militarización de Canarias”, lo que, a su juicio, expone a las islas a ser consideradas un “objetivo militar” en eventuales conflictos internacionales. En este contexto, advierten del grave riesgo que estas acciones suponen para la seguridad y la vida del pueblo canario.
El comunicado recuerda que, en el referéndum de 1986, el pueblo canario votó mayoritariamente en contra de la OTAN, un mandato que la Plataforma considera vigente y que exige que sea respetado. Por ello, "reclaman el cese inmediato de las maniobras militares en territorio canario y abogan por la desmilitarización completa del archipiélago".
Asimismo, la Plataforma exige que tanto el Parlamento como el Gobierno de Canarias impulsen de forma urgente un Estatuto de Neutralidad que impida la utilización de las islas en operaciones militares y conflictos ajenos.
Para el colectivo, “la seguridad de Canarias sólo será una realidad si conseguimos que nuestras islas se conviertan en un territorio neutral”.
El comunicado denuncia, igualmente, que "mientras el Estado español convierte al archipiélago en una plataforma militar, continúa enviando armas y respaldando a actores implicados en crímenes contra la humanidad, especialmente en África".
En este sentido, la Plataforma pone como ejemplo el genocidio en curso contra el pueblo palestino, que —dicen— se desarrolla “con el silencio cómplice de la OTAN y de la Unión Europea”.
Israel comienza el ataque por tierra en la Ciudad de Gaza, la ONU concluye que está cometiendo genocidio
Redacción El Salto
Durante la jornada del lunes el ejército de tierra de Israel ha iniciado definitivamente el ataque terrestre de la Ciudad de Gaza según ha anunciado el ministro de Defensa sionista Israel Katz, que en sus redes sociales celebraba la incursión militar exponiendo que “Gaza está ardiendo”. Katz, además ha anunciado que en las próximas horas y días se unirán nuevos efectivos según el plan anunciado por el primer ministro Benjamin Netanyahu. Esta incursión recrudece el genocidio puesto en marcha y el ataque a la capital del territorio costero de Gaza que, durante los últimos días, ha vivido decenas de bombardeos. Katz además insiste en que durante las próximas horas la ofensiva aumentará alegando que “no cederemos ni cederemos hasta que la misión se complete”.
Durante las últimas horas al menos 14 personas han sido asesinadas, a lo que se suma más de 40 personas heridas y decenas de personas desaparecidas en la Ciudad de Gaza según las autoridades sanitarias palestinas. Desde hace días, gran parte de la población gazatí está intentando huir hacia localidades del sur, pero la mayor parte de las salidas se encuentran bloqueadas. El ataque coincide con la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio que ha mostrado su “apoyo inquebrantable” al Estado sionista y ha apuntado que las relaciones entre ambos “nunca ha sido tan fuerte y sólida”.
Hoy, 16 de septiembre, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas, ha concluido en un informe que Israel ha cometido un genocidio, y se basa en cuatro puntos: los asesinatos, haber causado daños corporales y mentales graves, infligir deliberadamente condiciones de vida para provocar la destrucción, e imponer medidas destinadas a impedir nacimientos, la ONU valora que el país dirigido por Netanyahu ha cometido cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 1948.
Navi Pillay, presidenta de la comisión de investigación de la ONU, denuncia que la responsabilidad de estos actos “recae en las más altas esferas de las autoridades israelíes, que han orquestado una campaña genocida durante casi dos años con la intención específica de destruir al grupo palestino en Gaza”.
El pasado lunes, la relatora de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, exponía su preocupación en Ginebra y apuntaba que el número de fallecidos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 podría ser diez veces más que las cifras estimadas: “65.000 es el número de palestinos supuestamente muertos, de los cuales más del 75% son mujeres y niños, pero de hecho deberíamos empezar a pensar en 680.000 porque este es el número que algunos académicos y científicos afirman que es la verdadera cifra de muertos en Gaza".
No, una protesta pacífica no pasa a ser violenta por cortar un evento deportivo o por tirar unas vallas, según el derecho internacional
Según el Comité de los Derechos Humanos de la ONU, una protesta no deja de ser pacífica por el corte de una calle, la interrupción de un evento deportivo ni por el surgimiento de hechos violentos aislados.
Gabriela Sánchez
La manifestación contra el genocidio de Gaza que este domingo provocó la cancelación de la última etapa de la Vuelta en Madrid ha sido tachada de “violenta” por parte de la derecha española y algunos sectores deportivos. Para justificarlo, quienes atacan la concentración contra la participación del equipo Israel Premier-Tech apelan a la retirada de las vallas en algunos de los puntos del recorrido ciclista para ocupar la calle e interrumpir el campeonato, así como la supuesta actitud violenta de algunos manifestantes. Pero el derecho internacional contradice sus argumentos: una protesta no deja de ser pacífica por el corte de una calle o la interrupción de un evento deportivo ni tampoco por el surgimiento de hechos violentos aislados.
Las resoluciones del Comité de los Derechos Humanos de la ONU, las conclusiones del Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Libertad de Reunión y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) recuerdan que todo acto de protesta es incómodo por naturaleza, por lo que la protección de las manifestaciones pacíficas no debe quedar diluida ante cortes en carreteras o interrupciones de eventos. Con esta base jurídica, Amnistía Internacional ha concluido este lunes que la concentración propalestina que acabó con la suspensión de la Vuelta “fue eminentemente pacífica” y ha recordado que “las acciones de desobediencia civil, como la obstrucción de calles, no constituyen actos violentos”.
“Un acto de la sociedad civil, como puede ser la obstrucción de una calle de forma pacífica, se considera un acto protesta que tiene la finalidad de que llegue al mayor número posible de personas y está protegido por el derecho de la expresión pacífica”, explica a elDiario.es Daniel Canales, investigador de Amnistía Internacional especializado en derechos humanos y justicia internacional. “La protección de un evento deportivo no es suficiente para limitar el derecho de manifestación”, apunta en la misma línea Julio González, catedrático de derecho administrativo en la Universidad Complutense de Madrid.
El Comité de los Derechos Humanos de la ONU recuerda que las concentraciones pacíficas “pueden causar, por su propia naturaleza, cierto grado de perturbación de la normalidad”. Por tanto, el organismo internacional sostiene que “se deben permitir esos trastornos” y solo se puede disuadir si genera “una perturbación desproporcionada, en cuyo caso las autoridades deben poder justificar detalladamente las restricciones”. El Relator Especial de la ONU para la libertad de reunión y asociación recordó en 2021 ante la Asamblea General que “el bloqueo de carreteras es un medio legítimo de protesta, que desde hace mucho tiempo ocupa un lugar central en los movimientos sociales de todo el mundo”. Estas actuaciones, por tanto, “nunca debe estar sujetas a la imposición de sanciones penales”.
El Comité de los Derechos Humanos solo justifica la disolución de una concentración que sea pacífica si causa “una gran perturbación” que sea “grave y sostenida”, un extremo que, a juicio del experto de Amnistía Internacional, no se produce por la interrupción de un evento deportivo como ocurrió este domingo en Madrid. El experto en derecho administrativo coincide en que la protección de la Vuelta “no es razón suficiente” para limitar el derecho a la manifestación.
“Toda manifestación provoca molestias, es indudable. Pero es uno de los derechos fundamentales que existen en todo estado democrático y toda limitación se tiene que hacer a razones muy fundadas. Si en este caso esa razón es la protección de un deportivo, no es razón suficiente”, zanja el catedrático de derecho administrativo.
Durante una manifestación, toda intervención de las fuerzas de seguridad debe cumplir con tres principios: legalidad, necesidad y proporcionalidad. “Legalidad, que estén cumpliendo la ley. Necesidad, que se trate de una medida necesaria para proteger el fin, mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos. Y proporcional en cuanto a que la actuación sea la mínima posible para conseguir ese fin”, explica el investigador de Amnistía Internacional.
“La obstrucción de una vía no justificaría una intervención para disuadir la concentración. Sí se podría, por ejemplo, si esa obstrucción dura varios días, si impide la distribución de suministros básicos durante un tiempo o si la carretera cortada impide el acceso a un hospital”, aclara Canales. En la misma línea se posiciona Julio González, catedrático en derecho administrativo de la Universidad Complutense de Madrid: “El corte de calles per se no es un acto violento que justifique disolver una protesta”.
Hechos violentos aislados
Según el análisis realizado en el terreno por observadores de Amnistía Internacional, pese a que algunos participantes en las protestas lanzaron objetos contra los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la manifestación fue “eminentemente pacífica”. Según la delegación de Gobierno, 22 agentes de policía resultaron heridos. El balance es de dos detenidos frente a las 100.000 que participaron en las protestas. Los investigadores concluyen que estos incidentes suponen hechos aislados que no representan a la mayoría de los concentrados en el centro de Madrid este domingo.
Una manifestación pacífica sigue considerándose pacífica aunque ocurran hechos concretos de violencia en la protesta, recalcan desde Amnistía Internacional. “El tribunal europeo de derechos humanos afirma que aunque ocurran hechos aislados de violencia o haya personas concretas generando hechos violentos no supone que la manifestación deje de estar protegida”, desarrolla Canales. “Las autoridades deben distinguir esas actuaciones y tener una respuesta para abordar los hechos de violencia que haya, sin que eso suponga restringir el derecho a la protesta pacífica que ejerza un mayor número de personas”.
En 2006, el Tribunal Europeo de DDHH condenó a Turquía por la disolución de una protesta pacífica no permitida y la posterior detención de los manifestantes. En el fallo, el Tribunal concluyó que “los actos violentos ocasionales o aislados o los delitos cometidos por algunos manifestantes, o incluso por agentes provocadores, no pueden privar a una manifestación de su carácter fundamentalmente pacífico”. La sentencia sostiene que la policía no debe dispersar a toda una manifestación por la violencia de unos pocos, sino que debe concentrar sus esfuerzos en aislar y neutralizar a los individuos violentos.
Uso de la fuerza
Un equipo de Amnistía Internacional estuvo sobre el terreno durante la tarde en calidad de observadora en puntos calientes de las manifestaciones convocadas en Madrid. A través de un comunicado, la ONG ha concluido que las fuerzas de seguridad respetaron el derecho por lo que durante la jornada “no se cometieron violaciones graves de derechos humanos”.
Sin embargo, Amnistía ha denunciado “casos preocupantes de uso excesivo de la fuerza” por parte de los agentes desplegados, entre los que menciona el “uso indebido de porras policiales” contra manifestantes pacíficos y periodistas, con golpes “en la espalda y en la cabeza” que provocaron algunos heridos. La organización también ha documentado la utilización de spray pimienta para dispersar a grupos de manifestantes pacíficos, de una manera “incompatible con los estándares internacionales”.
Carta abierta a Perico Delgado
Estimado señor Delgado,
lo suyo no fue un comentario deportivo. Fue un alineamiento político. Desde su micrófono en RTVE no defendió al ciclismo, defendió lo indefendible: que un evento deportivo pueda convertirse en escaparate de un Estado genocida sin que nadie levante la voz.
Cuando calificó a los manifestantes de “radicales” y dijo que “les da igual lo que ocurre en Gaza”, no solo insultó a miles de personas que ayer se jugaron el tipo en Madrid. También mintió. Porque si algo mueve a esas protestas no es la indiferencia, es la rabia contra la indiferencia de los cómodos. Y usted ayer eligió la comodidad: la de cerrar los ojos ante más de 64.000 asesinados en Gaza y abrir la boca solo para defender que la bicicleta siga rodando como si no pasara nada.
No se equivoque: lo que ensucia la imagen de España no son las banderas palestinas en la Castellana. Lo que la ensucia es ver a Ayuso recibiendo con honores al equipo israelí mientras en Gaza entierran niños bajo los escombros. Lo que la ensucia es escucharle a usted, una voz pública, despreciar a quienes ejercen un derecho democrático para que el genocidio no se normalice.
El ciclismo podrá ser su religión, pero no está por encima de la vida humana. Y menos cuando ese deporte se convierte en coartada de propaganda. Usted habla de “la imagen de la Vuelta”. La imagen que queda es otra: miles de personas en la calle demostrando que la dignidad está por encima del espectáculo.
¿De verdad cree que quienes bloquearon la Vuelta son enemigos del ciclismo? No, señor Delgado. Enemigo del ciclismo es quien lo utiliza como campaña de lavado para un gobierno que masacra. Enemigo del ciclismo es quien quiere que la televisión pública convierta un genocidio en nota al pie. Enemigo del ciclismo es quien, como usted, cree que pedalear importa más que gritar contra la barbarie.
Ayer quedó claro: ustedes corren por etapas, el pueblo corre por vidas. Y esa carrera no la van a ganar los cómplices del silencio.
Lo diré con la crudeza que usted no quiso asumir: quien calla ante un genocidio es cómplice. Y quien insulta a quienes lo denuncian, se convierte en altavoz del verdugo.
Cordialmente,
Javier F. Ferrero, Spanish Revolution
Protesta y lucha por la desmilitarización para el cambio de rumbo
Vivimos en un mundo cuyas instituciones políticas avanzan cada vez con mayor velocidad en el camino de la remilitarización; sin embargo, esta situación encuentra diferentes respuestas y en una sociedad descontenta.
Por una parte, nos encontramos con un pacifismo institucional y posibilista que promueve políticas de desarme selectivo o total; por otra, un pacifismo más social y transformador que aspira a una transformación capilar de las sociedades y en promover una agenda transversal de desmilitarización y paz positiva, con pretensión más social y horizontal.
En el siguiente informe, presentado por Juan Carlos Rois y el Grup Antimilitarista Tortuga, hacemos un repaso a las actividades realizadas por este segundo tipo de pacifismo, aquel que busca el empoderamiento de las sociedades frente a los enemigos de la seguridad ciudadana.
Para descargar el documento:
Noviolencia: ¿Para qué estamos educando?
Noviolencia
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas.
¿Es lo mismo «educar para la paz y la no violencia», que hacerlo «para la paz y la noviolencia»?
Hace unos días publicaba Elena Álvarez Mellado un artículo en ElDiaro.es titulado «El “no” del Presidente», en el que reflexionaba acerca de la agilidad que tenemos como hablantes a la hora de identificar, en oraciones que llevan el adverbio “no”, el foco de la negación. Y esgrimía, entre otros, estos ejemplos: «En “La violencia no es el camino”, la negación afecta a la totalidad de la oración (negamos que la violencia sea el camino); pero en “La no violencia es el camino”, el foco de la negación afecta exclusivamente a la palabra “violencia”, lo que estamos afirmando es que la ausencia de violencia es el camino a seguir».
La explicación reforzaba, a mi manera de ver, un equívoco habitual, y no pude evitar este comentario. «Cuando decimos —ante un conflicto, una injusticia o un genocidio— que “la no violencia es el camino”, no siempre afirmamos, sin más, «que la ausencia de violencia es el camino a seguir». Lo que sostenemos quienes estamos por la noviolencia es la necesidad de una resistencia activa frente al atropello o la barbarie, pero renunciando, eso sí, al ejercicio de la violencia. La «no violencia» puede entenderse en ocasiones como «pasividad». La «noviolencia», jamás».
La cosa tiene su enjundia para los filólogos: ¿es «no violencia» un grupo nominal formado por un adverbio y un sustantivo, y su significado, por tanto, «ausencia de violencia»? ¿O es una locución nominal, cuyo significado no equivale a la suma de sus dos componentes, tal y como ocurre en otras locuciones como «patas de gallo», «llave inglesa» o «pez gordo»? No sería difícil argumentar —y son muchos los ensayos acerca de la «noviolencia» como forma de acción política en que podríamos basarnos— que estamos ante un significado unitario, diferente a la suma de las partes. La «noviolencia» incorpora un elemento de llamada a la acción, de resistencia civil y de contribución al cambio social y político que la grafía «no violencia» diluye.
Sin embargo, cuando las diferentes leyes educativas subrayan entre sus principios el de «educar para la no violencia»; cuando se alienta cada 30 de enero a recordar las figuras de Gandhi, Rosa Parks y Martin Luther King; cuando en el artículo 1 de la LOMLOE se precisa la necesidad de educar «para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial en el del acoso escolar y ciberacoso con el fin de ayudar al alumnado a reconocer toda forma de maltrato, abuso sexual, violencia o discriminación y reaccionar frente a ella», parece claro que lo que se reclama a los docentes es promover aquellos aprendizajes que ayudarán a nuestro alumnado a hacer frente a la violencia, y no a permanecer impasibles frente a ella.
Pensaba en todo esto este verano cuando leía, de manera simultánea, dos títulos igualmente enjundiosos. De un lado, Capitanes de abril, publicado en Tusquets. En él, la periodista Tereixa Constela rescata las historias de hombres y mujeres cuya acción noviolenta contra la dictadura salazarista en Portugal hizo posible aquel 25 de abril la revolución incruenta que acabó con ella. De otro, el librito del Saler al Túria, editado por PrunaLlibres/El Magnànim, escrito por el arquitecto Carles Dolç y dedicado “a les ciutadanes i als ciutadans que van iniciar i formar part dels moviments socials que aconseguiren evitar la destrucció completa de la Devesa del Saler i la conversió del Túria en un llit d'autopistes. El libro narra con extraordinaria precisión y viveza cómo se fueron articulando ambos movimientos de resistencia, y cómo consiguieron frenar dos proyectos urbanísticos que parecían imparables. Quienes hoy disfrutamos, sea como residentes o como turistas, esa maravilla que es el jardín del Turia, un espacio verde de más de nueve kilómetros que atraviesa la ciudad de Valencia, deberíamos conocer la intrahistoria de lo que en su momento parecía un sueño irrealizable.
Leía ambos volúmenes y pensaba en cuánto cambiaría nuestra formación ciudadana si nuestro aprendizaje de la Historia no estuviera jalonado por una incesante sucesión de guerras y desastres, sino (también) por las luchas noviolentas que desembocaron en la ampliación de derechos que hoy disfrutamos, por los movimientos de resistencia activa de quienes se opusieron a dictaduras, injusticias o al uso de la violencia y las armas. Y pensaba en el movimiento sufragista, en las madres y abuelas de la Plaza de mayo, en la campaña de boicot que tan decisivamente contribuyó a acabar con el apartheid en Sudáfrica, en la contribución de las mujeres al fin de la guerra civil de Liberia en 2003, y por la que Leymah Gbowee recibiría el Premio Nobel de la Paz en 2011.
«Las guerras no son inexorables»: recuerdo la gravedad con que el historiador José María Jover Zamora nos prevenía acerca de unos libros de texto -los manuales de Historia de 7º y 8º de EGB, que acababa de hojear- cuyos índices no eran sino un continuum de guerras, con su infinito despliegue de antecedentes, causas, fases y consecuencias.Presentar la historia en estos términos es un extraordinario disparate, subrayaba. «Las guerras son fruto de decisiones humanas y, por tanto, son siempre evitables».
Cuántas veces he vuelto sobre sus palabras. También ahora, ante un genocidio.
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas.
Es aquí y es ahora. Lo sabemos. Lo estamos viendo.
«Es más difícil estar a la altura de las circunstancias que au dessus de la mêlée», escribía Antonio Machado durante la guerra civil española en Juan de Mairena. ¿Vamos a estar, como educadores, a la altura de las circunstancias, o preferimos la inhibición y el silencio? ¿Somos un claustro decidido a condenar el genocidio del pueblo palestino, y a manifestar nuestra oposición al suministro de las armas con que el Estado de Israel lo está llevando a cabo? «Si un Estado mata civiles, esconder los cadáveres es pactar con los asesinos un trato beneficioso», decía Gervasio Sánchez para referirse a los medios que decidían no mostrar las fotos del horror. Lo mismo vale para nosotros, los docentes. Podemos mostrar o esconder, hablar o callar. En los claustros y en nuestras clases. Tanto una acción como otra suponen ya una toma de postura.
Para quienes tienen alguna sombra de temor y de duda, me gustaría decirles que la ley les ampara. Recordemos el artículo 1 de la LOMLOE. Así que no perdamos esto de vista: si ante la barbarie optamos por el silencio, por mirar hacia otro lado, ¿con qué fuerza moral pediremos luego a nuestras alumnas y alumnos que denuncien los casos de acoso o abuso, si nosotros no somos capaces de dar un paso al frente?
«Marea por Palestina: La Educación contra en el genocidio», está articulando e impulsando iniciativas en este sentido. Estemos, por favor, a la altura de las circunstancias.
(Y solo nos falta instar a la RAE para que estudie la incorporación del sustantivo “noviolencia” a la próxima edición del Diccionario. Quizá contribuiría a evitar el colosal malentendido que nos ha tenido sumidos en la inacción).
Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2...
Tomado de: https://rebelion.org/noviolencia/
Sahel: Salir del atolladero militarista
Paul Martial
Viernes, 13 de junio. Apenas llegados a Malí, unos mercenarios de la nueva estructura militar rusa, el Africa Corps ‒que ha venido a sustituir al grupo Wagner, la milicia del ahora difunto Yevgueni Prigoshin‒ han caído en una emboscada entre Anefis y Aguelhoc, en la región de Kidal. El balance es pésimo: se habla de varias decenas de muertos. Reivindica la operación el Frente de Liberación de Azawad (FLA), que agrupa principalmente a los independentistas tuáregs.
Esta celada choca con la narrativa que presenta a los mercenarios rusos, sean de Wagner o del Africa Corps (y en muchos casos pertenecientes sucesivamente a ambas unidades), como temibles combatientes que, en el terreno militar, iban a marcar la diferencia. Relativiza asimismo el único éxito que puede esgrimir el grupo Wagner, a saber, la recuperación de Kidal, bastión de los movimientos independentistas tuaregs y presentado por las autoridades malienses como la reconquista de la soberanía nacional, que resulta ser cuando menos precaria.
La sustitución de Wagner por el Africa Corps no cambiará a fondo la relación entre las autoridades malienses y los suplentes rusos. La mayor parte de los combatientes de Wagner se han integrado en el Africa Corps. Lo que sí podría producirse es un mayor control de la política maliense por las autoridades rusas, dado que la nueva fuerza militar depende del ministerio de Defensa, cosa que no sucedía con el grupo Wagner. Es posible que se produzcan otros cambios, en particular en el terreno económico: el gobierno maliense pagaba cada mes 10 millones de dólares a la unidad de mercenarios.
Con el Africa Corps asistimos más bien a una formalización de la intervención rusa entendida más como una relación de Estado a Estado que eventualmente abrirá la vía a una exoneración de este pago para el gobierno malienses. En lo esencial no cambiará nada, ni siquiera en el terreno militar, tanto en Malí como en los otros dos países, Níger y Burkina Faso, que constituyen la Alianza de Estados del Sahel (AES) y se enfrentan asimismo a la hostilidad de los yihadistas.
Una situación humanitaria deteriorada
Desde la toma del poder por las juntas militares de los países de la AES, los yihadistas del JNIM, acrónimo de Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), afiliado a Al Qaeda, y las tropas del Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS) no cesan de progresar. De las 135 entidades administrativas que componen estos tres países sahelianos, la mayoría de expertos consideran que dos tercios se hallan bajo control más o menos laxo de los grupos islamistas.
Este avance viene acompañado de un aumento importante del número de muertos, cerca de 11.200 contabilizados a finales de junio de 2024, es decir, el triple del registrado en 2021. Además, hay que contemplar esta evolución con prudencia, ya que el control de la información por parte de las juntas y la represión contra las y los periodistas permiten sospechar que las cifras reales son superiores.
En la vertiente humanitaria, la situación también ha empeorado, pues han sido desplazadas cerca de cinco millones y medio de personas. En la mayoría de las zonas en que hay combates entre las fuerzas islamistas y los respectivos ejércitos, las escuelas y los centros de salud han cerrado, privando a las poblaciones de servicios educativos y sanitarios. A modo de ejemplo, en Burkina Faso el 20 % de los establecimientos sanitarios y alrededor de 5.300 centros escolares están cerrados. El resultado es que el 40 % de las niñas y niños no pueden acceder a una escuela.
Se considera que la inseguridad alimentaria constituye un riesgo importante. En Malí, el 12 % de la población sufre malnutrición, en Níger la mitad de la población infantil padece carencias nutritivas moderadas o severas, y en Burkina Faso más de 2,3 millones de personas pasan hambre.
El avance yihadista
Los grupos islamistas ganan terreno aprovechando el debilitamiento de los ejércitos nacionales, que tiene que ver con la dejadez y la corrupción de la mayoría de oficiales superiores. Desvían los sueldos de la tropa, utilizan una parte del dinero que dedican los Estados a la defensa para construirse casas o comprar empresas. A esto se añade el tráfico de armas, que a veces se venden a los grupos armados. Los expertos del instituto de investigación Conflict Armament Research calculan que la parte fundamental del armamento y de las municiones de los insurgentes provienen de los ejércitos nacionales, que en buena parte se obtienen asaltando convoyes militares o cuarteles.
Además, los yihadistas han invertido mucho dinero en tecnologías, especialmente en los sistemas de comunicación, que gracias a las redes Starlink permiten que circule a información entre los combatientes, lo que les proporciona una ventaja decisiva en las batallas. Este refuerzo de las capacidades operativas viene acompañado, gracias a la red de satélites de Elon Musk, de su presencia en las principales redes sociales o de vídeos cortos que destacan los éxitos de sus operaciones militares, desmintiendo los mensajes oficiales de las autoridades.
Además, la ventaja que tenían las fuerzas armadas de los países sahelianos en el espacio aéreo tiende a desaparecer con la utilización de drones por parte de los grupos armados. Los usan para recoger informaciones, para efectuar bombardeos y también para dirigir batallas. La primera vez que se emplearon drones fue en Malí en abril de 2024, donde los combatientes utilizaron un cuatrirrotor equipado con granadas y obuses de mortero para atacar una milicia dozo aliada del ejército nacional.
En Burkina Faso, el ataque al campamento militar de Diapaga, que causó la muerte de una cincuentena de personas y permitió a los yihadistas hacerse con el arsenal, en particular ametralladoras automáticas, se dirigió con la ayuda de drones. Esto permitió a los mandos de los insurgentes tener una visión global del campo de batalla. Es probable que la utilización de drones por los grupos armados se intensifique, aumentando su potencia de fuego.
En este contexto, los ejércitos nacionales son incapaces de mantener bajo control los territorios, los cuarteles se convierten en dianas y cada ataque incrementa el número de soldados muertos o apresados, provocando la desmoralización en sus filas. El ejemplo del campamento de Bulikesi, considerado de gran importancia estratégica para el control de las carreteras en el centro de Malí, es sumamente revelador. Atacado dos veces en un mes, el ejército maliense no ha sabido hacer otra cosa que abandonarlo, alegando el eufemismo de retirada estratégica.
Las juntas en el poder
Tanto a nivel social como securitario, la situación es sumamente preocupante y no deja de deteriorarse. Sin embargo, fue precisamente para poner fin a la falta de seguridad que los militares de los tres países habían decidido derrocar el régimen civil, como si el ejército no tuviera nada que ver con ese estado de cosas. La toma del poder por los militares tuvo lugar en un contexto de fuerte combatividad popular, aunque con diferencias en cada uno de los tres países.
En Malí hubo movilizaciones importantes, en particular encabezadas por el Movimiento del 5 de junio – Alianza de Fuerzas Patrióticas (M5-AFP), contra el gobierno del presidente Ibrahim Bubacar Keita, que no se había contentado con acumular fracasos económicos y militares, sino que también se había visto salpicado por diversos escándalos de corrupción. En el punto de mira estaban especialmente las barrabasadas bling bling del hijo del presidente, Karim, que aparece en las redes sociales haciéndose una autofoto en un yate de lujo donde el champán corre a raudales y disponiéndose a bailar con unas jóvenes. Los militares se adelantaron a la movilización popular usurpando el poder con la complicidad de una minoría del M5-AFP dirigida por Choguel Maiga, quien sería nombrado primer ministro sin tener poder real.
En Burkina Faso, en 2014 una revolución tumbó la dictadura de Blaise Compaoré, allanando el camino a la convocatoria de elecciones, en que los dos candidatos principales eran liberales proclives a Francia. El gobierno de Roch Marc Christian Kaboré, al igual que el de su correligionario civil maliense, fue incapaz de enderezar el barco ni siquiera mínimamente. El asalto al cuartel de la gendarmería de Inata levantó una ola de indignación de la población, porque a pesar de varios llamamientos, los gendarmes quedaron aislados, teniendo que recurrir a la caza para alimentarse. A raíz del ataque de los yihadistas murieron una sesentena de militares.
Si bien la responsabilidad de este acontecimiento incumbe en gran medida tanto al gobierno de Kaboré como al ejército, ello no impidió a los militares tomar el poder mediante un primer golpe de Estado encabezado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, seguido de un segundo. El ejército burkinés tenía el campo totalmente despejado, contrariamente a Malí, ante la ausencia de cualquier oposición política. La voluntad del movimiento Balai Citoyen [Escoba Ciudadana], bien implantado entre la juventud, de desempeñar únicamente un papel de observador de la escena política, anuló la posibilidad de aparecer como una alternativa a los políticos cuya lealtad a Francia era evidente.
Se podría haber emprendido otra vía, a semejanza de los Comités de Resistencia de Sudán, que aparecieron primeramente como un movimiento civil de ayuda y solidaridad, y después como un instrumento de movilización, para ser capaz al final, justo antes de estallar la guerra entre los generales, de proponer una “carta revolucionaria del poder popular”, presentada como una alternativa a los militares, pero también a los partidos políticos del sistema.
El de Níger es un caso muy diferente. El presidente Mohamed Bazoum fue elegido en un proceso electoral globalmente satisfactorio. Había comenzado a abrir una vía interesante para tratar de poner fin a la guerra librada por los yihadistas planteando simultáneamente una respuesta militar y una política de apertura de cara a unas conversaciones de paz. Sin embargo, apareció como el hombre de los franceses al aceptar la presencia de tropas francesas en el país, tropas que habían sido expulsadas previamente de Malí y de Burkina Faso. Antes de ocupar la presidencia, Bazoum había sido ministro de Interior y de Seguridad, habiendo dejado recuerdos muy malos entre los y las activistas del país.
Un incidente que quedó relativamente silenciado, pero que refleja las tensiones y movilizaciones contra el imperialismo francés, fue la manifestación en Tera, en la región de Tillaberi, contra el convoy de la operación Barjane, en la que murieron dos personas, sin duda por los disparos de soldados franceses.
Quiérase o no, la toma del poder por los militares en los países de la AES es una consecuencia de las movilizaciones populares contra los gobiernos civiles corruptos. También se ha nutrido de la incomprensión por parte de las poblaciones de la ausencia de resultados tangibles del combate de las tropas francesas contra el yihadismo, unas tropas que dicen conocer el terreno, pero que fueron incapaces de impedir los ataques enemigos.
Para mucha gente joven, esta incomprensión se ha transformado en duda y después en la convicción de que existe complicidad entre Francia y los grupos armados. Una opinión que estuvo muy presente en las redes sociales y que también debe su éxito a la política del ejército francés de tejer una alianza, informal pero real, con los independentistas tuáregs, agrupados en aquel entonces en el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA). La lucha en común entre el MNLA y el ejército francés contra los yihadistas se vio como un atentado a la soberanía nacional, pues implicaba la conversión de la región de Kidal en un santuario para los tuáregs.
En el plano económico, la junta maliense está librando un pulso con compañías mineras occidentales con vistas a un reparto más equitativo de las ganancias. Si bien este objetivo ha dado pie a medidas coercitivas contra los dirigentes de las filiales de las multinacionales, ello no constituye como tal una ruptura con el orden económico. Muchos gobiernos africanos han revisado su legislación minera y la han enmendado a fin de obtener un reparto mejor de las riquezas. En el pasado, gobiernos claramente reaccionarios y totalmente alineados con los gobiernos occidentales, adoptaron a veces medidas mucho más radicales, como fue el caso, por ejemplo, de la política de zairización en Congo, que comportaba una vertiente económica lanzada por Mobutu.
Dicha política dio lugar al cambio de moneda y a la nacionalización de los bienes raíces y comerciales pertenecientes a extranjeros. La campaña se lanzó con una voluntad declarada de romper con todo lo que podía representar a Occidente en el país, por lo que se modificaron los nombres de pila, los de las ciudades y de las calles, incluido el nombre del país: Congo pasó a llamarse República de Zaire. Esta política violenta, burocrática e impuesta desde arriba fue un medio para consolidar una política clientelar en aras a la perennidad del poder. Es lo que pasa con las juntas militares de la AES, que se benefician en gran parte de la renta securitaria con el fuerte aumento de los presupuestos de defensa.
Los métodos de corrupción siguen siendo los clásicos, con contratos públicos opacos adjudicados a dedo a miembros de la familia y amigos de quienes componen las juntas, junto a la represión contra los periodistas y las ONG para evitar que circulen informaciones sobre estos tejemanejes. Sin embargo, resulta más difícil ocultar las mansiones de lujo construidas recientemente por los miembros de las juntas.
En cuanto a las narrativas soberanistas propagadas por los golpistas, apenas logran ilusionar. Conviene recordar que los caciques de la Francáfrica tampoco dudan en utilizar el vocabulario anticolonialista o de las organizaciones panafricanaspara atacar a las ONG que denuncian la corrupción de esos sátrapas. Así, la ONG Dignidad y Conciencia Africana organizó una conferencia de prensa para “hacer frente a los ataques de las ONG occidentales contra los dirigentes africanos” con la pregunta: ¿Cómo aceptar que jefes de Estado de países independientes sean objeto de semejantes intrusiones en los asuntos internos de sus respectivos países?”
Los dirigentes malienses han comprendido perfectamente que la cuestión de la reconquista de Kidal podría reforzar su popularidad y acreditar un poco sus declaraciones soberanistas, por mucho que a medio plazo esta política ha resultado catastrófica, como veremos más adelante. Es cierto que las declaraciones contra la política de Francia se reciben siempre con entusiasmo, tanto si las hace el primer ministro, Choguel Maiga, en la tribuna de Naciones Unidas, donde afirmó que Francia había abandonado a Malí en el campo de batalla, como si provienen del dirigente burkinés Ibrahim Traoré, quien criticó las políticas neocolonialistas de Occidente, bajo la mirada complacida de su anfitrión, Putin, aportando así una mala copia adulterada de Thomas Sankara.
Está claro que el comportamiento de las autoridades francesas no hace más que alimentar esta retórica. Con Barjane, la jerarquía militar francesa dirige las operaciones y hace caso omiso de la opinión de los países sahelianos afectados. Los soldados franceses han operado en colaboración con milicias que han cometido crímenes de guerra como el GATIA (Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad y Aliados). Las fuerzas galas han bombardeado a civiles, concretamente en Bunti, donde mataron a 19 personas, y han rechazado sistemáticamente la creación de una comisión de investigación independiente. Las autoridades francesas querían intervenir militarmente para restituir a Bazoum tras el golpe de Estado. Sin hablar ya de la continua arrogancia del presidente Macron, que indispone tanto a africanos como franceses.
Las juntas militares contra la población
La cuestión central para las tres juntas militares podría resumirse en cómo mantenerse en el poder con un balance bastante alejado de las promesas efectuadas para justificar el golpe de mano. Durante meses, los discursos sobre la soberanía y la segunda independencia de los países de la AES fueron bien recibidos. Este planteamiento se resquebraja ahora ante los ataques casi diarios de los grupos armados, con su peaje de muertos, prisioneros, testimonios de soldados atacados que no reciben ningún refuerzo a pesar de sus llamadas desesperadas, aldeas rodeadas y abandonadas a su triste suerte por las autoridades. Las políticas adoptadas por las juntas consisten ante todo en censurar las informaciones en beneficio de una propaganda basada, como diría Trump, en la verdad alternativa. Así, han clausurado las emisoras de radio y cadenas de televisión independientes, amenazado a la prensa y amordazado a las y los periodistas.
Las voces disidentes también deben acallarse, e incluso los partidarios de primera hora de los golpes de Estado que se muestran críticos son encarcelados en Malí o enviados al frente en Burkina Faso. En Níger, militantes antiimperialistas como Mussa Tchangari están en la cárcel por orden del presidente Abdurahaman Tiani, exjefe de la guardia presidencial. Este último pretende ahora ser el portaestandarte de la soberanía nacional, cuando a lo largo de su prolongada carrera no se ha distinguido especialmente en la lucha contra el neocolonialismo francés.
En Burkina Faso, los sindicalistas, como Musa Diallo, secretario general de la CGT-B, no tienen más remedio que volver a la clandestinidad. En Malí, los partidos están prohibidos y militantes como Umar Mariko, dirigente del partido de izquierda radical Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia (SADI), han tenido que exiliarse. Al mismo tiempo, las estructuras ad hoc creadas y sometidas a las juntas ascienden a los presidentes: así, Asimi Goita, quien ha pasado directamente de coronel a general de cinco estrellas, podrá ostentar la presidencia de Malí mientras el país esté en riesgo de ataques terroristas.
Su gestión de la guerra ha agravado visiblemente al situación. En Malí, la junta militar ha denunciado unilateralmente los acuerdos de Argel suscritos por una serie de grupos armados, en su mayoría independentistas. Después los ha calificado de terroristas y ha lanzado la operación de reconquista de Kidal. No solo la junta maliense se ha enemistado con Argelia, la principal fuerza regional, acusándola de desestabilizar Malí, sino que ha abierto un nuevo frente interno, con el riesgo de que se materialice una alianza entre el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanesv (JNIM) y el Frente de Liberación de Azawad (FLA).
En Burkina Faso, la huida hacia delante adopta la forma de creación de los Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDP). Los civiles reclutados reciben durante una o dos semanas una instrucción militar rudimentaria. Se supone que servirán de ayuda para el servicio de inteligencia del ejército. Esparcidos en las aldeas, son detectados rápidamente por los yihadistas. La mayoría de los VDP provienen de las filas de los koglweogo, que desempeñaban en el medio rural un papel de policías y jueces al mismo tiempo. Fueron denunciados a menudo por las organizaciones de defensa de los derechos humanos por actos de tortura contra personas sospechosas de bandidaje.
Actualmente, acusan a los VDP de cometer masacres contra la comunidad peul, sospechosa de apoyar al JNIM. Las fuerzas armadas nigerinas también se apoyan en milicias comunitarias, aunque en menor medida, especialmente en los zankai de la comunidad zarma, que tienen en el punto de mira a los peuls, a quienes acusan de apoyar al Estado Islámico, en particular en la región de Tillaberi.
Los ejércitos de la AES, acompañados de sus mercenarios rusos o comunitarios, han matado a más civiles que yihadistas. Las últimas revelaciones del diario Le Monde y del semanario Jeune Afrique sobre las torturas practicadas por los mercenarios de Wagner, aderezadas con insultos racistas, son una ilustración espeluznante de lo que pueden sufrir las poblaciones de estos tres países. El aislamiento y las violaciones a gran escala de los derechos humanos no hacen más que reforzar las posiciones de los grupos armados, islamistas o independentistas.
La ironía es que la estrategia de huida hacia delante militarista adoptada por las fuerzas armadas nacionales es la misma que siguieron los militares franceses, con el mismo resultado: un estrepitoso fracaso que se explica por la naturaleza de la crisis en el Sahel.
La estrategia de los yihadistas
En el Sahel son muchas las razones para unirse a la lucha yihadista. A menudo tienen que ver con la preocupación por protegerse a uno mismo, a la familia o a la comunidad. También puede tratarse del deseo de vengarse por los abusos de las autoridades o de milicias que se reclaman de otra comunidad. La cuestión económica, es decir, la posibilidad de dedicarse a una actividad lucrativa, también es mencionada por los prisioneros yihadistas o los arrepentidos interrogados por académicos. Una conclusión es clara: muy pocos señalan la religión.
Es cierto que existen debates sobre la importancia de la religión en esta radicalización. Parece ilusorio descartar completamente este dato. Sobre todo porque la mayoría de los líderes tienen un enfoque diferente y más religioso, que transmiten a diario a los combatientes. Esto permite dotar la acción de un marco, pero también de una justificación de la guerra librada con su séquito de sufrimiento y muerte.
La fuerza de los grupos yihadistas reside en su capacidad de integrarse en las comunidades de diferentes maneras y participar en conflictos muy locales. En otras palabras, las luchas políticas y, en ocasiones, armadas, suelen ser muy anteriores a la aparición de los grupos yihadistas. Si tomamos el caso de las rebeliones tuáregs, estas se remontan al inicio de la independencia de Malí. Níger también ha sido escenario de revueltas armadas de estas comunidades.
En este sentido, la trayectoria de Iyad Ag Ghali, líder del JNIM, es muy reveladora y característica de la historia de la lucha de los tuáregs en las regiones de Malí. A finales de la década de 1980, fundó el Movimiento Popular de Liberación de Azawad (MPLA), que no tiene nada de religioso y defiende las reivindicaciones de los tuáregs. Fue a principios de la década de 2000 cuando la cuestión religiosa pasó a ocupar un lugar central.
En el centro de Malí, la katiba de Macina del predicador Amadou Koufa se construyó defendiendo a las poblaciones más pobres, denunciando los abusos, la obligación de pagar un peaje para acceder a los pastos, criticando a los grandes propietarios de rebaños y a los religiosos corruptos. Esta misma retórica se encuentra en el grupo Ansarul Islam, de Burkina Faso, que se ha integrado en el JNIM. Su líder, Ibrahim Malam Dicko, propugna la igualdad entre las clases sociales, defiende a las personas de origen servil y critica a los jefes tradicionales. Estos discursos tienen un gran impacto entre los numerosos jóvenes marginados y sin futuro.
Los yihadistas garantizan al menos a la población una justicia que parece equitativa y rápida. Esta dimensión suele subestimarse, pero es importante, incluso vital, cuando se trata de resolver cuestiones relacionadas con la propiedad de la tierra o el ganado. Esta lucha armada viene impulsada por las profundas desigualdades sociales, la violencia de las fuerzas armadas y la ausencia de justicia, y no está sobredeterminada por cuestiones religiosas, aunque en general la población tiene un fuerte apego al islam. Ganar esta guerra implica profundas reformas sociales.
Por sorprendente que pueda parecer, el ejército francés había integrado esta dimensión e intentó responder a ella lanzando el proyecto de la Alianza Sahel y después la Coalición por el Sahel, solicitando la participación de la Unión Europea y las instituciones financieras internacionales. Esta acción no dio resultado, ya que entraba en contradicción con el objetivo declarado de la intervención, a saber, la erradicación de los terroristas y no la aplicación de una política de desarrollo y mejora de la gobernanza. Una política de este tipo se habría topado con la oposición de las élites gobernantes y, en última instancia, habría dado crédito a los combatientes islamistas que critican la corrupción y la ineficacia de las autoridades.
Los miles de millones que se han gastado y se siguen gastando son dinero tirado por la ventana y podrían haberse invertido en programas que mejoraran realmente la suerte de la población.
¿Qué futuro?
Al margen de las particularidades de cada país miembro de la AES, podemos destacar algunos elementos comunes que pueden desempeñar un papel importante en el futuro.
En primer lugar, existe desde hace años una voluntad manifiesta de la población de entablar un diálogo con los yihadistas y, en general, con los grupos armados para avanzar hacia la paz. Si tomamos el caso de Malí, esta petición se ha reiterado en varias ocasiones. En 2017, durante la Conferencia por un Acuerdo Nacional, la sociedad civil hizo llamamientos al diálogo. En 2019, de nuevo, durante el diálogo nacional inclusivo, un buen número de los 3.000 delegados se pronunciaron a favor de iniciar conversaciones con Amadou Koufa e Iyad Ag Ghali para instaurar la paz.
En Níger, el Gobierno de Bazoum entabló negociaciones en 2022, antes de ser derrocado. En Burkina Faso, bajo la presidencia de Kaboré y posteriormente, tras el primer golpe de Estado liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, la voluntad de negociar la paz se topó con la intransigencia de las autoridades francesas, que se habían marcado como línea roja la negativa a dialogar y, más aún, a negociar con quienes calificaban de terroristas. Una norma que se incumplió sistemáticamente cuando se trató de negociar la liberación de rehenes occidentales.
Esta voluntad de diálogo se encuentra en lo más profundo de los tres países. Aldeas y ciudades negocian con los yihadistas el fin del bloqueo o la suspensión de los ataques y, a menudo, son los notables y los religiosos quienes lideran estas conversaciones. Estos acuerdos entre los aldeanos y los grupos armados se consideran un apoyo a los yihadistas y provocan masacres de numerosos civiles por parte de los militares. La junta militar de Burkina Faso considera traidores a los partidarios del diálogo. Recientemente, Traoré declaró: “Los burkineses no negociarán con su enemigo. Lucharemos y venceremos. No cederemos en nada, absolutamente en nada.”
En segundo lugar, la situación internacional también repercute en los grupos armados, o al menos en algunos de ellos. La evolución del grupo Hayat Tahrir al Cham, dirigido por Ahmed al Charaa en Siria, podría marcar el camino que siga el JNIM. Es decir, una desvinculación de Al Qaeda y unas exigencias religiosas menores que permitirían tejer alianzas con otros grupos, como los independentistas de Azawad.
Ya existen conversaciones entre estas dos fuerzas, con dos puntos de divergencia: la cuestión religiosa y la cuestión de la independencia. Si cada entidad, por decirlo de esta manera, echa agua a su vino, entonces podría formarse una alianza. Si bien se produjeron escaramuzas entre el FLA y el JNIM al finalizar el acuerdo de paz, rápidamente se encontró un modus vivendi que abrió el camino a cooperaciones militares puntuales contra las fuerzas armadas malienses y los mercenarios de Wagner. Este fue el caso en Tin-Zouatin, cerca de la frontera con Argelia, donde murieron 82 rusos.
Tercer dato: el creciente aislamiento de las juntas militares en el exterior. Níger se niega a cooperar con su vecino Benín, lo que facilita los cada vez más numerosos ataques de los yihadistas en este país. Burkina Faso mantiene unas relaciones pésimas con Costa de Marfil, a la que acusa de querer desestabilizar el país sin que haya pruebas formales que respalden esta acusación. Malí se ha enemistado con Argelia, que desempeñó un papel decisivo en los acuerdos de paz denunciados desde entonces por la junta. Estos países vecinos de los miembros de la AES están cada vez más preocupados por el deterioro de la seguridad, que debilita sus propios regímenes y hace que poco a poco se produzcan incidentes violentos en su territorio. Es el caso, por ejemplo, del parque natural W-Arly-Pendjari (WAP), situado sobre la triple frontera entre Benín, Burkina Faso y Níger, auténtica base de retaguardia para los islamistas armados.
Cuarto punto: la fragilidad de las juntas gobernantes. De hecho, no se pueden descartar movimientos dentro del ejército. En Burkina Faso, Traoré denuncia intentos de golpes de Estado reales o imaginarios que han sido frustrados. Esto demuestra que no puede contar con la totalidad de las fuerzas armadas. Recientemente, Níger ha sufrido dos motines en dos días, uno en Filingué y otro en Tera. Las tropas se negaron a ir al frente, lo que dice mucho del estado de las fuerzas nigerinas. En Malí se escuchan voces disidentes dentro del ejército.
De cara al futuro existen numerosas opciones, entre las que cabe citar tres que se han dado en otros países. Un escenario como el somalí, en el que los grupos islamistas logran controlar la mayor parte de los territorios que rodean las capitales, que permanecen bajo el dominio de las juntas, intentando imponer un bloqueo y extendiendo sus guerras hacia los países costeros. Un segundo escenario se parecería a lo que ocurrió en Siria. La ruptura del JNIM con Al Qaeda y una relativa desconfesionalización que permitiría establecer alianzas con facciones del ejército en uno de los tres países de la AES en torno a la expulsión de las tropas rusas y una gobernanza sin corrupción. Por último, no se puede descartar el colapso, bajo los golpes de los yihadistas, de uno de los tres regímenes, lo que tendría un efecto dominó en los otros dos países. Un episodio que recordaría al de Afganistán, con todas las consecuencias catastróficas que ello supondría, especialmente para las mujeres.
Contretemps
Traducción: viento sur
Miles de personas impiden el final de la Vuelta sionista a España para denunciar el genocidio que Israel comete sobre el pueblo palestino
La Vuelta a España cancela su última etapa por las protestas contra el genocidio en Gaza
Diego Casado / Alberto Ortiz / Francesca Cicardi
La Vuelta a España se ha visto obligada a cancelar la llegada de su última etapa en Madrid por las protestas propalestinas. A su llegada a la capital, el pelotón ha tenido que detenerse en diferentes tramos y, finalmente, pasadas las 18:30 horas, la organización ha dado por concluida la carrera mientras los manifestantes desmontaban el circuito final.
El primer parón ha sido a la altura del Palacio Real, donde la dirección de la carrera inicialmente había neutralizado la competición después de que un pequeño grupo de manifestantes cortase la calle a la altura del Paseo de la Virgen del Puerto con una pancarta, llegando incluso a provocar un enfrentamiento físico con un ciclista.
En ese momento un enorme grupo de manifestantes cortaba en Gran Vía el circuito al que los ciclistas tenían que dar nueve vueltas por el centro de la ciudad y que en ese momento se encontraba vacío. El corte ha empezado por Callao al grito de “que viva la lucha del pueblo palestino” y ha ido avanzando por la Gran Vía en dirección a Cibeles, donde estaba situada la meta y el podio para la entrega de trofeos.
A su paso por la Gran Vía los manifestantes han ido echando abajo las vallas que delimitaban el circuito, lo que impedía que el pelotón pudiera recorrer el circuito planificado inicialmente y obligaba a la cancelación definitiva.
Después ha sido imposible que los ciclistas continuaran con el recorrido y la organización tomaba la decisión de cancelar, mientras el líder de la general se metía en un coche de equipo. En ese momento, la protesta ya convertida en manifestación que bajaba por la Gran Vía se encontraba con otro grupo en la calle Alcalá, que venía de la zona del Paseo del Prado. “El pueblo unido jamás será vencido”, gritaban los participantes en la protesta.
Hasta el momento de cancelar, la intención de la dirección de La Vuelta era que el recorrido terminase con el paso de los ciclistas entre la Glorieta de Neptuno y Colón pero evitando la llegada a la meta original que estaba situada en la Glorieta de Cibeles. Pero las múltiples invasiones del recorrido, que también han tenido lugar en las cercanías de Atocha, con algunas cargas policiales, han derivado en la cancelación final sin posibilidad de que los corredores llegaran como en ediciones anteriores a la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento de Madrid.
Hasta el Banco Central Europeo lo reconoce: Con el rearme vamos a ser más pobres durante décadas
El Banco Central Europeo ha reconocido lo que hasta ahora se insinuaba con eufemismos: el aumento del gasto militar en la Unión Europea se financiará, en gran medida, con nueva deuda. Según el BCE, este proceso “lastrará las finanzas públicas más allá del corto y medio plazo”, con más déficit, más intereses y menos margen para sostener servicios sociales.
ADAY QUESADA, PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Cuando los grandes guardianes de la “estabilidad” financiera reconocen en voz alta lo que normalmente esconden entre tecnicismos, conviene prestar atención. El Banco Central Europeo (BCE) acaba de admitir que el rearme acelerado de la Unión Europea no saldrá gratis. Más bien, al contrario: se financiará, en gran parte, con deuda nueva.
Y esa deuda -lo dicen ellos, - “lastrará las finanzas públicas más allá del corto y medio plazo”.
Traducido en roman paladino: la factura militar no solo engordará ahora, sino que se quedará a vivir con nosotros durante décadas en forma de intereses crecientes, déficits persistentes y recortes en otras partidas.
EL PLAN DE REARMAR EUROPA
La Comisión Europea ya había presentado su hoja de ruta: activar cláusulas de escape del Pacto de Estabilidad, emitir deuda conjunta y, por si faltara, desviar fondos de otros programas comunitarios. El Banco Central Europeo, en su Financial Stability Review de mayo, lo detalla con claridad.
El gasto militar masivo se financiará con deuda adicional y con refinanciaciones de bonos antiguos a tipos mucho más altos que los de la década pasada.
No se trata de un problema teórico. El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) registró en 2024 un salto histórico del gasto militar mundial hasta los 2,7 billones de dólares, con Europa y Oriente Medio a la cabeza. Solo en Europa, el gasto creció un 17 % ese año, alcanzando niveles que no se veían desde la Guerra Fría.
Alemania disparó su presupuesto en un 28 %, Polonia en un 31 %, Suecia en un 34 %. Francia también subió. Todos, salvo Malta, se sumaron a la carrera. Y el Parlamento Europeo lo documenta: entre 2021 y 2024, el gasto militar de los Estados de la UE subió más de un 30 %, hasta situarse en 326.000 millones de euros.
EL ESPEJISMO DE LA “AUTONOMÍA ESTRATÉGICA”
Quienes justifican este gasto apelan a la necesidad de “fortalecer la defensa europea” y reducir la dependencia de Washington. Pero el SIPRI recuerda un detalle incómodo: más gasto no significa más autonomía. Las compras de armamento están controladas por un puñado de corporaciones transatlánticas donde los fondos de inversión estadounidenses —BlackRock a la cabeza— son accionistas de referencia tanto en Europa como en Estados Unidos.
El resultado: Europa se endeuda, sus servicios públicos se aprietan el cinturón y las grandes firmas militares, con capital norteamericano dentro, multiplican beneficios.
LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES SE LAVAN LAS MANOS
El BCE no está solo en este reconocimiento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la OCDE ya advirtieron a Bruselas de que el nuevo gasto en defensa tensionará todavía más la sostenibilidad de la deuda pública. La receta de siempre: o recortas otras partidas o subes impuestos.
La AIReF (1), en España, lo dijo sin rodeos:
“10.000 millones de gasto en Defensa son 10.000 millones de déficit y deuda. No hay magia posible”.
¿Conclusión? O entran más ingresos (léase, más impuestos) o se baja otro gasto (léase, menos sanidad, educación o servicios sociales).
¿QUIÉN PAGA REALMENTE LA FIESTA?
Conviene mirar la aritmética con ojos de ciudadano corriente. Cada euro que se destina a tanques, cazas o misiles sale del mismo bolsillo colectivo que debería sostener hospitales, becas y pensiones. No tiene vuelta de hoja. El mismo BCE lo admite cuando alerta de que los pagos de intereses sobre la deuda crecerán respecto al PIB en los próximos años.
Es como hipotecarse para siempre en una casa que no será tuya: la propiedad y la rentabilidad se las quedan las empresas armamentísticas y los fondos de inversión, mientras que los contribuyentes cargarán con los plazos eternos.
EL GUION SE REPITE
La historia europea ofrece ejemplos de sobra. Tras cada crisis -sea la financiera de 2008, la pandemia de 2020 o ahora la guerra de Ucrania- los gobiernos encuentran dinero ilimitado para rescatar bancos o engordar presupuestos militares.
Pero, en cambio, cuando se trata de reforzar la Sanidad, la Educación o las pensiones, el discurso cambia:
“no hay margen fiscal”, “hay que ser responsables”, “los mercados no lo permitirían”.
Lo novedoso ahora es que el propio Banco Central Europeo, ese guardián de la ortodoxia, reconoce que el camino escogido pone en riesgo la sostenibilidad de las cuentas públicas. Claro que no lo plantea como una crítica política, sino como una advertencia técnica.
Pero para quienes viven de su salario, para quienes dependen de un sistema público que ya arrastra carencias, la traducción es clara: más gasto militar significa menos bienestar social.
Y, como siempre, la deuda será el mecanismo perfecto para que el negocio de la guerra quede blindado y se pague religiosamente durante generaciones enteras.
(1) La AIReF es la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal. Es un organismo público creado en España en 2013, tras la crisis financiera y las presiones de Bruselas, con el objetivo de vigilar la sostenibilidad de las cuentas públicas -En la práctica: Analiza presupuestos del Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos. Emite informes y recomendaciones sobre déficit, deuda y reglas fiscales. Actúa como un “árbitro fiscal”, intentando garantizar que los gobiernos cumplan con los compromisos de estabilidad presupuestaria.
Radiografía del blanqueamiento de Israel en el deporte mientras comete un genocidio en Gaza
David Romero González
Hay que remontarse a 1991 para encontrar el precedente más cercano en que Israel no participó en el Eurobasket. Concretamente, fueron dos ediciones consecutivas: tampoco lo hizo en 1989. Por aquellos años se estaba produciendo lo que la Historia ha dado a conocer como la Primera Intifada, un levantamiento popular palestino que comenzó en 1987 y se saldó con alrededor de 1.200 palestinos asesinados, así como 179 israelíes. Sin embargo, su ausencia en la competición tuvo un motivo meramente deportivo: no se clasificaron. No hubo veto. Tampoco lo hay ahora. Una situación que se repite, sin importar el deporte ni el torneo.
El equipo israelí debuta este jueves en el campeonato europeo de baloncesto contra Islandia. Es su participación número 29 desde que lo hiciera por primera vez en los años cincuenta del siglo pasado. Nada importan —para el máximo organismo europeo del baloncesto, FIBA Europa— los más de 62.800 gazatíes asesinados por Israel desde octubre de 2023. Porque este caso no es excepcional: Israel siempre está.
Ángel Badillo es investigador principal de Lengua y Cultura española del Real Instituto Elcano. “La presencia israelí en todas las federaciones deportivas principales funciona como mecanismo de legitimación continua, proporcionando reconocimiento implícito por parte de organizaciones globales”, asegura el experto. Badillo considera que la participación deportiva opera como una forma de “soft recognition”, según la cual “incluso países que no mantienen relaciones diplomáticas formales con Israel interactúan implícitamente con sus representantes en contextos deportivos”. Es lo que ocurre, además, en espectáculos como Eurovisión.
El investigador del think tank español centrado en estudios internacionales y estratégicos considera 1994 como una fecha clave en el desarrollo geopolítico de Israel en esta materia. Ese año pasó de formar parte en la Confederación Asiática de Fútbol a ser miembro de pleno derecho de la UEFA, puesto que “los países árabes se negaban a jugar contra los israelíes”. Su incorporación al organismo europeo “simboliza su integración exitosa en estructuras occidentales y refuerza la narrativa de Israel como parte del mundo occidental democrático”.
Un caso de 'sportwashing'
Amnistía Internacional define este fenómeno como 'sportwashing' y consiste en blanquear la imagen de ciertos países donde no se respetan los derechos humanos. “Sabemos quiénes son los responsables: los Estados que acogen estos eventos deportivos y las instituciones organizadoras (FIFA, COI, RFEF, etc.)”. Estas palabras se enmarcan en los meses posteriores al Mundial de Qatar de 2022, donde más de 6.500 trabajadores migrantes murieron en la construcción de infraestructuras deportivas. Pero el blanqueamiento es extrapolable también a países que participan en grandes eventos como un actor internacional más. Como si nada ocurriera. O, en este caso, como si no se estuviera produciendo un genocidio.
“El beneficio es obvio: ofrecer una imagen de 'normalidad' y silenciar lo que sucede en Gaza”, asegura Carlos de las Heras, responsable de deporte y derechos humanos en Amnistía Internacional España. “No es algo nuevo, es una táctica que Israel y otros países vienen aplicando desde hace mucho tiempo”. No obstante, el caso de Israel encierra una mayor complejidad. En su caso, según el investigador Ángel Badillo, “combina las inversiones privadas, el patronicio, el diseño a largo plazo, la diversificación de deportes y, sobre todo, el bypass del conflicto árabe-israelí, ofreciendo otros marcos para pensar en el país (Israel país start-up, Israel vanguardia tecnológica)”.
Impunidad en el escaparate de los Juegos
Mientras Israel trata de llevar a cabo una limpieza étnica en la Franja, sus deportistas y clubes participan en competiciones deportivas con total impunidad, a menudo representando al Estado de Israel. Lejos queda el boicot deportivo a Sudáfrica en los años del apartheid. Eran los sesenta y setenta cuando el país africano era suspendido, primero, y expulsado, después, del Comité Olímpico Internacional (COI) o de la FIFA (el máximo organismo del fútbol mundial).
Pero, paradójicamente, también parece lejano el veto a Rusia, aunque fuera hace tan solo tres años. En mayo de 2022, la FIBA expulsó de sus competiciones a Rusia y Bielorrusia, como también hicieron el COI y la FIFA, entre otros. De hecho, los pasados Juegos Olímpicos —celebrados en París en 2024— solo contaron con 15 deportistas rusos, todos ellos bajo bandera neutral y ninguno en torneos de equipos. Israel, por su parte, pudo llevar una comitiva de 88 deportistas que lucieron una bandera que también se pudo ver en la ceremonia de apertura. Consiguió un total de 7 medallas, logrando el puesto 41. Un país más entre todos los participantes.
Y, lo que decide el COI, merece especial atención. Preguntada por elDiario.es, la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), organizadora del Eurobasket, justificó la presencia de Israel en la competición porque se clasificó “en función de sus resultados deportivos”. Sin embargo, atribuye al comité olímpico la elegibilidad de atletas y equipos en competiciones internacionales. Y, según este, “no se imponen restricciones a los equipos israelíes”.
Por su parte, la Federación Española de Baloncesto (FEB) señala a este medio que “como miembro de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), acata las decisiones que el máximo organismo rector del baloncesto mundial adopta en el seno de sus órganos de gobierno”. “Así sucedió en los casos de las sanciones a Rusia y Bielorrusia y así ocurrirá igualmente en cualquier otra situación de este tipo que pueda darse”, añade. Es decir, la FEB depende de la FIBA y esta, del COI.
Del baloncesto, al tenis: este periódico también ha contactado con la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés) con motivo de la eliminatoria de Copa Davis que disputarán en septiembre Canadá e Israel y que provocó una oleada de solicitudes (más de 400 deportistas y académicos) para que el país norteamericano cancelase el choque —la federación canadiense seguirá adelante con la eliminatoria, puesto que “no tiene autonomía para cancelar o excluir unilateralmente a una nación”, adelantan—. Y, si bien la ITF reconoce eufemísticamente que “se trata de una situación muy compleja que va mucho más allá del deporte”, el Estado dirigido por Netanyahu “no ha sido excluido de los eventos deportivos internacionales y no ha sido suspendido por el COI”. Por tanto, si el comité que organiza las Olimpiadas no da el paso, el resto de organizadores seguirá justificándose.
La explicación del COI
Siguiendo este hilo, ¿qué dice el COI? elDiario.es ha podido contactar con la organización, que ofrece la siguiente respuesta equiparando la participación de Israel con la de Palestina:
“Hay dos Comités Olímpicos Nacionales (CON): el de Israel y el de Palestina, que han sido reconocidos por el COI y gozan de los mismos derechos. Ambos cumplen con la Carta Olímpica”, señala el comité.
Sin embargo, el primer principio fundamental del Olimpismo, recogido en dicho documento, reza: “Al asociar el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto de los derechos humanos reconocidos internacionalmente y los principios éticos fundamentales universales dentro del ámbito de competencia del Movimiento Olímpico”. Al parecer, si el respeto de los derechos humanos se vulnera, pero excede la competencia del Movimiento Olímpico, este principio puede ser pasado por alto.
“Los equipos de ambos CON [Israel y Palestina] participaron en los recientes Juegos Olímpicos de París 2024 y sus atletas convivieron pacíficamente bajo un mismo techo en la Villa Olímpica”, añade el COI en su respuesta.
Frente a los ya mencionados 88 deportistas israelíes, solo ocho palestinos pudieron disputar las Olimpiadas. AP recoge en un artículo publicado en julio de 2024 que solo dos de estos deportistas nacieron en Cisjordania; todos los demás nacieron en otros países. “No hay deporte en Palestina”, dijo el nadador Yazan Al Bawwab. El primer deportista palestino en participar en unos Juegos fue Abu Maraheel, que murió a comienzos del año pasado porque no pudo continuar un tratamiento en Gaza y no pudo ser evacuado a Egipto, según recoge AP.
Rusia, no; Israel, sí
“La suspensión del Comité Olímpico Ruso se basa en la decisión unilateral del 5 de octubre de 2023 de anexionar y reclamar como miembros suyos a varias organizaciones deportivas regionales del territorio del Comité Olímpico Nacional de Ucrania. Esto constituye una violación de la Carta Olímpica, ya que viola la integridad territorial del CON de Ucrania, tal y como lo reconoce el COI de conformidad con la Carta Olímpica. Por lo tanto, las dos situaciones no son comparables”, alega el comunicado enviado a elDiario.es.
Según el COI, la gran diferencia entre ambos países radica en lo que uno y otro han hecho en la esfera deportiva. De nada sirve que el Comité Especial de la ONU encargado de investigar las prácticas israelíes considere que la ofensiva israelí sobre Gaza “es consistente con las características de un genocidio”. Ni que incluso organizaciones israelíes utilicen el término para referirse a los ataques de su país sobre Palestina.
En su explicación, el COI pasa a citar una resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo: “Las referencias del Comité Olímpico Ruso a los conflictos sobre el territorio de Cachemira, los conflictos sobre el territorio de Nagorno Karabaj y los conflictos en Palestina están fuera de lugar, ya que estas situaciones difieren significativamente del presente caso. A diferencia del presente caso, los Comités Olímpicos Nacionales pertinentes no extendieron su ámbito de jurisdicción sobre el de otro Comité Olímpico Nacional ni fuera de su propio ámbito de jurisdicción'”.
Según explica Badillo, para los países occidentales “Rusia e Israel son casos muy distintos en cuanto a las relaciones, históricas y contemporáneas”. “Israel es un aliado estratégico para Occidente; Rusia ya era un adversario geopolítico antes de la invasión de Crimea y de la más reciente invasión de los territorios del este”. “A diferencia del consenso occidental unificado contra Rusia —prosigue el investigador—, la oposición a Israel proviene principalmente de países de Oriente Medio y África que tienen menos influencia en federaciones deportivas dominadas por potencias occidentales”.
Desde Aministía Internacional, De las Heras considera que “la gran diferencia es la ausencia de resoluciones de Naciones Unidas que condenen los actos criminales” de Israel en la Franja. “En el caso de Rusia, son muchas las resoluciones aprobadas, por ejemplo, por la Unión Europa, condenando la agresión sobre Ucrania. Si trasladamos esto a la situación en Gaza, más allá de declaraciones vacías de contenido, no ha habido una acción contundente por parte de esta institución”.
A preguntas de elDiario.es sobre la participación de Israel en estas competiciones, el Gobierno de España defiende un “posicionamiento claro”: “Hemos pedido de manera reiterada, desde el inicio del conflicto, el cese inmediato de las flagrantes violaciones de Derechos Humanos que se están cometiendo y que han conducido a una hambruna intolerable”. “Esta situación tiene que terminar ya. España trabaja cada día para ello”, asegura el Ejecutivo, que aboga por seguir coadyuvando para una paz “justa y duradera basada en el reconocimiento de los dos Estados”.
Protestas en el ciclismo
Junto a estos deportes, en los últimos días ha estado el ciclismo en el centro de la polémica, después de que el director de La Vuelta a España, Javier Guillén, dijera en una entrevista concedida a Mundo Deportivo que el equipo Israel Premier Tech “está en la carrera por derecho propio”: “No somos ajenos a lo que pasa, pero no los podemos expulsar”.
Este miércoles, un pequeño grupo de unos cinco manifestantes interrumpió, como acto de protesta, la prueba contrarreloj por equipos al paso del equipo Israel Premier Tech durante su participación en la quinta etapa de la competición a su paso por Figueres (Girona). Los manifestantes, junto a los que se encontraba presente al menos un agente de los Mossos d'Esquadra, ondearon una bandera de Palestina, así como una pancarta, con la que trataron de impedir el paso de los ciclistas del equipo israelí.
Israel Premier Tech se desligó, en conversaciones con este diario, del gobierno de Netanyahu y aseguró que es “un equipo ciclista privado que no recibe financiación de ninguna organización gubernamental”. Preguntado acerca de los asesinatos del Ejército israelí, el club justificó que “respeta el derecho de todos a la libertad de expresión, pero como equipo ciclista profesional, nos centramos en el deporte”.
Las manifestaciones también han llegado en el fútbol. En el partido de Supercopa de Europa disputado el 13 de agosto entre el Paris Saint Germain y el Tottenham, la UEFA exhibió una pancarta en la que se podía leer: “Dejad de matar niños. Dejad de matar civiles”. La Fundación para la Infancia de la UEFA invitó, además, a dos niños palestinos refugiados a participar en la ceremonia de entrega de medallas del título, junto al presidente de la UEFA, Aleksander Čeferin.
Tres días antes, la relatora especial de la ONU para los derechos humanos en los territorios palestinos, Francesca Albanese, pidió a la UEFA que expulsara a Israel de sus competiciones por el genocidio de Gaza. “Hagamos que el deporte esté libre de apartheid y genocidio. Un balón, una patada a la vez”, publicó Albanese en su perfil de X, en respuesta a una publicación en la que el organismo rector del fútbol europeo despedía a un ex jugador palestino, Suleiman al-Obeid. El exfutbolista, llamado por la UEFA el 'Pelé palestino', había había asesinado por el Ejército israelí cuando acudía a un puesto de reparto de ayuda humanitaria.
Asimismo, la Asociación Italiana de Entrenadores de Fútbol pidió a la federación italiana de fútbol que esta demande a la UEFA y a la FIFA la “suspensión temporal de Israel de las competiciones internacionales”. “Es un imperativo moral”, defendieron los entrenadores en una carta. Su vicepresidente declaró al respecto: “Los valores de humanidad, que sustentan los del deporte, nos obligan a combatir las acciones de opresión con consecuencias terribles”. “El mundo está en llamas. Muchos pueblos sufren como el palestino. La indiferencia es inadmisible”, añadió otro de los vicepresidentes. Italia e Israel se enfrentarán en los partidos clasificatorios para la Eurocopa 2026.
¿Sirve el aislamiento?
Aun con la negativa ya instaurada del COI sobre las sanciones a Israel, la pregunta lógica a todo este respecto, máxime con situaciones tan dispares vigentes en la actualidad y con el antecedente de Sudáfrica a finales del siglo pasado, sería: ¿funciona el aislamiento?
Según Badillo, en el caso de Sudáfrica durante el apartheid el aislamiento funcionó, “pero no por sí mismo, sino como parte de una estrategia internacional mucho más amplia”. En el caso de Rusia, “al menos visto desde Occidente”, puntualiza, “parece haber tenido una repercusión más clara” en lo que a la percepción del país ruso se refiere. Sin embargo, el experto asegura que “el país ha creado redes deportivas alternativas con países que le son afines”. Y añade: “En el caso de Israel, parece poco probable a corto plazo que lo que no ocurre en otros espacios pueda ocurrir en las competiciones deportivas”.
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