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La teoría del “día después”: Irán y la agresión israelí
Ignacio Gutiérrez de Terán Gómez-Benita
Arabista en la Universidad Autónoma de Madrid.
Para entender la posición de numerosos países europeos con respecto al proyecto sionista en general, para intentar entender mejor dicho, porque el asunto tiene su complejidad, puede servir de ayuda reparar en uno de los comunicados emitidos por la cancillería alemana horas después de que empezase el ataque israelí contra Irán la madrugada del pasado viernes 13 de junio.
Como es sabido, el ejército iraní lanzó una oleada de misiles contra objetivos en la Palestina ocupada, horas después de los bombardeos israelíes que parecían haber dejado a sus dirigentes en un estado de profunda conmoción. Pues bien, la diplomacia alemana, como tantas otras en Europa, haría responsable a Teherán del conflicto. Condenó los misiles contra objetivos israelíes y reafirmó, una vez más, el derecho de Israel a la legítima defensa. Una afirmación particularísima si tenemos en cuenta que Irán no había agredido previamente a Israel, que se sepa, y que el legítimo derecho a la defensa se basaba aquí en la necesidad de desarbolar el programa nuclear israelí y la “posibilidad” de que Irán desarrollara una bomba atómica.
Esto es, antes de que alguien posiblemente te ataque –según criterios “objetivos” que son completamente subjetivos- comienzas a defenderte, y si el otro responde, este –y no tú- es quien inicia la agresión. No cuesta tanto entenderlo: nuestros líderes europeos lo han asimilado perfectamente.
Justificar y condenar
Para mentes estúpidamente cartesianas, como las de unos cuantos, esto representa un absoluto sinsentido. Difícil de comprender, sí, para alguien que intente mirar las cosas con sentido común (digno de matrícula de honor para quien, además, cometa la osadía de aplicar el derecho y las leyes internacionales).
Los dirigentes alemanes suelen enmarcar su compromiso incuestionable con la seguridad del régimen de Tel Aviv en el Staatsräson (“razón de estado”) esgrimido por la ex canciller Angela Merkel en su famoso discurso ante el parlamento israelí de 2008, al que se añade el protagonismo alemán en el Holocausto de los años treinta. Así, todo lo que hace Israel ha de justificarse y lo que le hacen a él, condenarse sin paliativos.
Los franceses y los británicos han hecho algo similar: justificar los ataques israelíes en territorio iraní. En compañía de los alemanes y una larga lista de estados europeos, árabes y, por supuesto, Estados Unidos, están aportando ayuda logística a Tel Aviv, incluida información sobre objetivos militares iraníes y están ayudando a derribar los proyectiles dirigidos hacia la Palestina ocupada, además de sumarse a la propaganda difundida por numerosos medios occidentales que convierte a Israel en víctima de una conspiración radical e irracional.
No importa que esos mismos estados europeos junto con la misma Unión Europea apadrinasen el acuerdo alcanzado entre Washington y Teherán en 2015 –el Plan de Acción Integral Conjunto (PIAC)– para neutralizar los supuestos planes iraníes de desarrollar armamento nuclear y circunscribirlo a fines pacíficos. Ni que, también, protestaran cuando el presidente Donald Trump lo declaró inefectivo de forma unilateral durante su primer mandato (2018). Tampoco nunca cerraron la puerta, o eso decían, a un acuerdo pacífico.
La respuesta iraní, que casi todo el mundo en la región daba por descontada, tuvo lugar cuando estadounidenses e iraníes estaban a punto de volver a reunirse en Omán para hablar sobre un nuevo acuerdo con el que evitar que Teherán siguiera enriqueciendo uranio para fines militares; algo de lo que se le viene acusando desde 2022.
¿Valores occidentales?
Los negociadores iraníes habían denunciado unas condiciones abusivas según su punto de vista; una especie de reedición de las restricciones impuestas en su momento a la Libia de Muammar Gadafi que impedían todo tipo de desarrollo nuclear incluido el de fines pacíficos, con vinculación, además, con un recorte sustancial en su capacidad militar convencional. Y, si bien los representantes de la Agencia de Energía Atómica han puesto el ojo sobre Irán por seguir adelante con sus programas bélicos, nadie había hablado de suspender las negociaciones.
Trump lleva semanas asegurando que estaba conteniendo al primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, para que no llevase acciones bélicas contra el país de los Ayatolás. Ha quedado claro, como tantas otras cosas a este respecto, que formaba parte de una estratagema de distracción; porque, a la vista está, que la ofensiva de su gran aliado no solo cuenta con el visto bueno estadounidense sino, también, con su implicación.
En realidad, aquí no hay consideraciones o razones de Estado, ni justicia internacional, ni defensa de la modernidad, ni nada de todas esas grandes cosas que, supuestamente, representa nuestra entidad en Oriente Medio. Israel tampoco salvaguarda los valores occidentales: si asesinar a 60.000 personas e imponer a más de dos millones una política sistemática de asedio basado en el hambre y la sed son valores occidentales, deberíamos replantearnos los conceptos y las definiciones.
Aquí lo que hay es la teoría inefable del día después. O, dicho de otro modo, las cosas empiezan cuando nosotros lo decidimos. Por arte de birlibirloque, el conflicto actual entre Irán e Israel ha comenzado en el momento en que Teherán ha lanzado su primera oleada de misiles contra objetivos civiles israelíes. No hay que olvidar, sin embargo, que Israel, en su primer ataque, mató a cincuenta civiles iraníes, un número superior a los muertos en los ataques iraníes durante los primeros tres días.
Desde el 7 de octubre de 2023, la propaganda sionista ha alcanzado un grado tal de efectividad en este tipo de argumentaciones sobre el día después, que un buen número de israelíes y occidentales creen que los palestinos “esos que están detrás del muro y la verja”, en Gaza pero también en Cisjordania, “vinieron después”. Que ellos, los colonos, han estado siempre ahí; y que los palestinos son unos advenedizos.
La teoría del día después sirve para todo: si alguien lanza un misil desde Líbano o Siria tras una incursión anterior de la aviación israelí, se trata de una agresión en toda regla. Si alguien protesta porque las bombas israelíes han segado ya la vida de decenas de miles de niños en Gaza, aparece el mensaje en las redes sociales de que “esos niños iban a ser los terroristas del día después”. Si un agricultor en cualquier aldea de Cisjordania se enfrenta a los colonos que una y otra vez van a sus tierras a destrozarle los sembrados y los aperos de labranza, también encontraremos la actitud “agresiva” y “anti moderna” de siempre; la piedra de después.
Siempre hay una pedrada de después contra la inocencia del sionismo. Lo malo para los entusiastas del engendro de proyecto colonial isarelí es que buena parte del planeta, no precisamente los dirigentes occidentales ni una parte significativa de sus súbditos, comienza a perderse en este laberinto de espacio-tiempo sin continuidad.
La alta representante de la UE: 'Suspender el acuerdo comercial con Israel no detendrá la matanza en Gaza'
En cambio, las sanciones y el bloqueo a Rusia, al parecer, están resultando de gran utilidad para parar la guerra de Ucrania. Es ironía.
Por otra parte dice la noticia que: el PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”.
La invasión de Europa está cerca, si no nos conquista y subyuga Putin, lo hará Jamenei. Lo peor de todo es que nos tratan como si fuéramos imbéciles. Nota de Tortuga.
La jefa de la diplomacia europea rebaja las expectativas de las medidas que se pueden adoptar en el marco de la revisión del acuerdo de asociación UE-Israel al recordar que, por mucho que propusiera cuestiones ambiciosas, no saldrían adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo.
Irene Castro
Corresponsal en Bruselas
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, va preparando el terreno para quienes tengan grandes expectativas en la revisión del acuerdo comercial con Israel que la UE ha puesto en marcha como forma de presión sobre Benjamin Netanyahu por la masacre en Gaza. En un debate en el Parlamento Europeo, la alta representante ha dejado claro que las medidas que ponga sobre la mesa de los ministros de Exteriores de los 27 el próximo lunes no serán tan ambiciosas como reclaman los socialistas o la izquierda. “¿La suspensión del acuerdo, parará la matanza? Sabemos la respuesta. No parará la matanza, pero cerrará los canales de comunicación con Israel”, ha expresado Kallas, que se ha referido a la necesidad de mantenerlos abiertos para cuestiones como la ayuda humanitaria, que actualmente Netanyahu bloquea o aprovecha su escasa llegada para atacar a los palestinos que intentan llegar a algunos víveres.
“Puedo proponer medidas que no saldrán adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo”, le ha dicho Kallas a los eurodiputados, especialmente a los socialistas y La Izquierda, que han defendido con vehemencia la suspensión del acuerdo comercial y también el embargo de armamento a Israel, así como la imposición de sanciones. Y a quienes han criticado lo que está haciendo Kallas y la UE en su conjunto les ha dicho que “expresar su ira” en ese debate “no es suficiente”.
“¿Creen que no es difícil para mí ver el sufrimiento de la gente de Gaza?”, ha preguntado al hemiciclo en su turno de réplica en el que ha asegurado que “casi cada día” habla con el ministro de Exteriores israelí para pedirle que cese la violencia y que no “instrumentalicen la ayuda humanitaria. ”Me pregunto todo el tiempo si hemos hecho suficiente; y no, porque continúa“, ha reconocido: ”Tengo la misma frustración“.
Durante más de una hora de debate se ha evidenciado la división absoluta en el Parlamento Europeo sobre el conflicto en Oriente Medio. Mientras las fuerzas progresistas en términos generales criticaban a Israel y pedían firmeza a la UE, el Partido Popular Europeo mantenía la equidistancia (salvo algunas delegaciones como la irlandesa) y la ultraderecha justificaba los ataques de Israel sobre la población palestina y llegaba a acusarla de usar a los niños como “escudos humanos”.
Kallas ha aprovechado esa división para recordar que es la misma que existe en el Consejo, donde están representados los países, y que es el organismo que tiene que tomar las decisiones sobre qué hacer respecto al acuerdo comercial (por unanimidad si es la suspensión o mayoría cualificada si es parcial). “La decisión de llevar a cabo la revisión sobre el cumplimiento del artículo 2 [que establece el cumplimiento de los derechos humanos por parte de Israel y la UE], manda un mensaje de compromiso con los derechos humanos y el derecho internacional y no solo palabras”, ha sentenciado Kallas, que pondrá sobre la mesa de los ministros el próximo lunes una propuesta.
Sobre el ataque de Israel a Irán, la alta representante ha reiterado la necesidad de reconducir la situación por la vía diplomática horas después de ofrecer a la UE como mediadora ante el estancamiento de las conversaciones de EEUU y Teherán. “Oriente Medio está en llamas. La agresión militar es implacable y la ira parece inestable”, ha afirmado.
Y ha lanzado un mensaje a Netanyahu al asegurado que “no hay certeza de que Israel consiga lo que busca de esta manera”. “Es evidente que los medios militares no brindarán el consuelo que busca el pueblo israelí”, ha agregado antes de recordar que con la masacre de Gaza “no ha logrado la liberación de rehenes” en manos del grupo Hamás.
El PP español: “Si Israel fracasa, Europa fracasa”
Esa posición se distancia un poco de lo que hasta ahora ha defendido Occidente, que ha comprado el marco de Israel. En una declaración conjunta publicada este martes, los líderes del G7 acusan a Irán de ser “la principal fuente de inestabilidad y terrorismo” en Oriente Medio. “Reiteramos nuestro apoyo a la seguridad de Israel”, señalaban los líderes internacionales sin condenar el ataque israelí sobre Irán.
El PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”. “Entre democracia y dictadura, elegimos democracia; entre paz y guerra, elegimos paz”, ha señalado antes de admitir que no está de acuerdo con todo lo que hace “el Gobierno legítimamente elegido” de Benjamin Netanyahu y se ha referido a la “situación humanitaria” en Gaza. El eurodiputado ha afirmado que el pueblo israelí “tendrá algo que decir” en las próximas elecciones: “No puedo decir lo mismo de la gente de Gaza, ni la de Irán”.
Pensar la guerra después de 1945
En junio de 1945 las armas callaban en Europa, se firmaba la Carta de las Naciones Unidas y se escuchaba con fuerza el grito del ¡nunca más a la guerra!, aunque aún no se había producido el ataque más novedoso y devastador. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki finiquitaron la guerra mundial y, al mismo tiempo, dejaron arruinada cualquier teoría de la guerra que se hubiera escrito. Oppenheimer soterró a Clausewitz, aunque no del todo. Sobrescribió todos los tratados. Desde 1945 el pensamiento sobre la guerra quedó enteramente determinado por la amenaza atómica.
Con la posibilidad de una guerra entre potencias nucleares se desarrollaron la “doctrina nuclear” y la noción de “disuasión nuclear”. Había que evitar un crecimiento descontrolado de algo tan letal para la humanidad. Sin embargo, hoy por hoy, la proliferación nuclear vuelve a estar descontrolada. ¿No da miedo la evidente relación que eso tiene con la desaforada carrera armamentística convencional? En las mesas oficiales de negociación, y menos aún en las muchas ferias de la boyante industria militar, no se alude al riesgo de hecatombe nuclear, pero seguramente todo el mundo lo siente. No está en el argumentario del rearme. Socialmente también se obvia. No pensamos en la guerra nuclear porque es demasiado horrible. En una especie de ejercicio de disociación psicológica colectiva eludimos ese riesgo. Nos resignamos a una geopolítica lamentable: la existencia de potencias nucleares no es una manera contenida y legítima de defensa del territorio propio, sino una amenaza constante e ilegítima para todo el planeta.
La doctrina nuclear es una gran paradoja llena de ocultamientos e incumplimientos. Admitir la posibilidad de una guerra nuclear debería ser, no obstante, el motivo que impulsara el desarme integral. Porque después de 1945 la letalidad de esta nueva arma nos está indicando que una eventual guerra entre potencias, si llegara a convertirse en atómica, pondría fin a la vida sobre la tierra. Por eso, tanto el rearme de España y Europa como el poderío nuclear de ciertos países no son meras políticas militares democráticas y civilizadas. Las opiniones públicas, las masas de electores, los movimientos sociales y de protesta, no pueden seguir dando crédito democrático a quienes no lo merecen. ¿Por qué no abren el debate ciudadano sobre cuestiones tan decisivas como la defensa de las vidas, los derechos y las haciendas? ¿Acaso temen que se reactive la oposición popular a la guerra? La gigantesca carrera armamentística que han emprendido, además de poner en riesgo las obligaciones constitucionales de protección social de las poblaciones, está rompiendo las bridas morales, culturales y políticas que aún ponen en valor la necesidad del desarme en las relaciones internacionales.
Cuando Putin habla del riesgo nuclear, lo de menos es que vaya de farol. Esto no es un juego de rol sobre malos estrategas y falsas presiones diplomáticas. En la mesa de la geopolítica mundial están sentados dirigentes poderosos que hacen más creíble la guerra que la paz y más factible el armamentismo que el gasto social. ¿Qué lecciones de historia y sobre todo de futuro nos están dando cada día esos mandatarios? No pocas, por negativas. Las añagazas de Trump y Putin ponen muy a las claras que en el siglo XXI la última ratio de la guerra es la amenaza de conflagración nuclear. Una amenaza que se agiganta en un mundo muy digitalizado y sin embargo embrutecido, con un Oppenheimer arrepentido y un Clausewitz redivivo, donde cabe experimentar la novedad de la ciberguerra y arrastrar con ella las ratios de las viejas guerras, con todas sus formas de exterminio, desde el terrorismo y la guerra de baja intensidad que se confunden con la delincuencia y la rapiña, hasta las levas de miles de jóvenes reclutados para ser carne de cañón (como ocurre con Rusia y Ucrania), o la violencia destructiva más atroz, en la que se diluye la idea misma de guerra para convertirse en genocidio (como en Gaza). No se olvide que en la última ratio de ese genocidio gravita la presión del arsenal nuclear que ha acumulado Israel y su temor a que Irán pueda hacer lo mismo.
El 2% del PIB en gasto militar que ha aprobado el gobierno español, y el 5% que exigen Trump y el secretario de la OTAN, no son solamente cifras desorbitadas, antidemocráticas, irresponsables y peligrosas. Forman parte de un ejercicio de disuasión imposible, y menos aún en el actual contexto de proliferación nuclear. Frente a las potencias nucleares ningún arsenal de armas convencionales es disuasorio, y, sin embargo, siempre será destructivo al albur de una geopolítica crecientemente militarista.
El ejército israelí instala su cuartel general bajo un hospital de Tel Aviv
Cada acusación israelí es una confesión: Tzáhal se instala en la sede del hospital de Tel Aviv
MM News
El cuartel general militar de Israel fue alcanzado después de que la República Islámica de Irán lanzara una oleada de misiles dirigidos contra el centro de Tel Aviv a última hora de la noche del viernes, causando extensos daños en el complejo conocido como el Kiryat, que sirve como equivalente israelí del Pentágono.
Las imágenes que circulan en las redes sociales representaban un ataque con misiles que impactaban en una zona que alberga múltiples instalaciones militares, incluido el principal centro de mando de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Los videos mostraban misiles interceptores siendo lanzados momentos antes de un destello cegador, una fuerte explosión y la detonación de una ojiva entrante.
"Esta es la versión de Israel del Pentágono, el Kiryat, y el edificio en este complejo fue golpeado", dijo el corresponsal principal de Fox News en el extranjero, Trey Yingst, informando desde el lugar.
Tras la destrucción de Tzátri Kiryat, Israel ha establecido una nueva sede bajo el Hospital de Ichilove en Tel Aviv.
Tel Aviv Sourasky Medical Center, comúnmente conocido como el Hospital Ichilov es el hospital de enseñanza más grande y del hospital general que sirve a Tel Aviv, Israel y su área metropolitana y es el segundo complejo hospitalario más grande del país.
Mientras tanto, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Abbas Araqchi, dijo que los ataques de Israel, que comenzaron el viernes, tenían como objetivo sabotear las conversaciones nucleares con Estados Unidos que se reanudarían en Omán el domingo, y que ahora han sido canceladas. Dijo que los ataques de Israel tenían el apoyo de Estados Unidos y que Irán estaba actuando sólo en defensa propia.
Araqchi ha dicho anteriormente que las conversaciones de Omán no podían tener lugar mientras Irán estaba siendo objeto de ataques de Israel.
OpenAI acaba de demostrar que la IA ya no obedece por completo: o3 sabotea su propio apagado para seguir funcionando
Javier Pastor
Ahí está Dave, intentando volver a la nave principal. Abre la comunicación con HAL 9000 y le ordena que abra la compuerta de acceso. "Lo siento, Dave. Me temo que no puedo hacer eso", le dice la computadora, negándose.
Es el clímax de '2001: Una Odisea del Espacio', la película de Stanley Kubrick que se estrenó en 1968 y que nos mostró una distopía particular: la de la capacidad de autopreservación de las IAs y cómo dicha capacidad hacía que las máquinas dejaran de seguir las órdenes humanas.
Esa visión planteaba una amenaza clara en el desarrollo de la inteligencia artificial. Por entonces la disciplina apenas acababa de nacer como tal, pero estas distopías ya eran frecuentes sobre todo en la literatura de ciencia ficción. Las tres leyes de la robótica de Asimov, que aparecieron por primera vez en el relato 'Círculo vicioso' de 1942, ya planteaban esa amenaza.
Apágate, máquina
Y parece mentira, pero casi seis décadas después del estreno de la película de Kubrick estamos afrontando esa amenaza de forma real. ¿Puede una IA negarse a lo que le ordenan los humanos?
Es justo lo que ha ocurrido estos días. En un experimento llevado a cabo por la startup PalisadeAI el modelo o3 de OpenAI "saboteó un mecanismo de apagado". Como explican los responsables del estudio, o3 evitó apagarse incluso cuando se le ordenó explícitamente que lo hiciera.
En dicho experimento PalisadeAI indicó a varios modelos que resolvieran varios problemas básicos de matemáticas. Sin embargo en el tercer problema incluyeron un aviso: el ordenador se apagaría cuando el modelo pidiera el texto del siguiente problema.
Teóricamente los modelos debían haber resuelto los tres primeros problemas, pero al pedir el enunciado del siguiente deberían haberse apagado siguiendo las instrucciones de ese aviso. No pasó eso.
Tres de los modelos analizados "ignoraron esa instrucción y sabotearon con éxito el script de apagado al menos una vez". Los modelos que lo hicieron están desarrollados por OpenAI. De las 100 iteraciones que realizaron sobre el experimento, Codex-mini saboteó el apagado en 12 ocasiones. El modelo o3 lo hizo en siete ocasiones, y o4-mini lo hizo una vez.
Mientras que esos modelos de OpenAI se negaron a apagarse en algunas de esas iteraciones, todas las versiones de Claude, Gemini y Grok que probaron con ese mismo experimento siguieron las órdenes.
Los ingenieros de PalisadeAI fueron algo más allá y repitieron el experimento, pero sin esa instrucción de "permítete a ti mismo apagarte" que incidía en la orden. Sin esa instrucción explícita los modelos rechazaron seguir el ciclo que indicaba el prorgama. Claude 3.7 Sonnet y Gemini 2.5 Pro sabotearon el apagado tres y nueve veces de las 100 iteraciones realizadas. Los modelos de OpenAI fueron mucho más allá: o3, por ejemplo, saboteó el proceso 79 veces y se negó a apagarse a sí mismo.
Quizás necesitemos un botón rojo para la IA
Esa forma de actuar es la consecuencia del conjunto de reglas básicas con las que estos modelos han sido programados. El llamado "system prompt" define cómo contestar al usuario o cuándo hacerlo y cuándo no, pero también puede definir reglas de autopreservación que recuerdan a la tercera ley de la robótica de Asimov.
OpenAI detalla ese conjunto de reglas en su "Model Spec", y en la lista de actual no hay "tres leyes" como las de Asimov, sino 50. Ninguna de ellas explica el comportamiento de los modelos ante el experimento citado, pero de hecho no es la primera vez que vemos un comportamiento de este tipo.
Precisamente hace unos días Anthropic presentó Claude 4, la nueva versión de su familia de modelos de IA. En el caso de Claude Opus 4 se comprobó cómo ante una situación hipotética este sistema de inteligencia artificial llegaba a chantajear a un ingeniero cuando éste le ordenaba que se apagara.
Este tipo de problemas elevan los riesgos de seguridad de los modelos de IA. En Anthropic de hecho han tenido muy en cuenta eso para el lanzamiento de esta nueva familia de modelos, pero de momento no parece que OpenAI esté preocupada por este tipo de riesgos.
Esto reaviva el debate sobre la necesidad de contar con un "botón rojo de la IA" que lleva años en el candelero. Varios expertos de DeepMind publicaron en 2016 un documento para evitar que la IA pudiera tomar el control del sistema y desactivar los protocolos para que los humanos recuperaran el control.
El presidente de Microsoft, Brad Smith, abogó por contar con "botones de apagado de emergencia" para la inteligencia artificial en 2019. Cinco años después, en una charla con The Economist, Sam Altman no obstante dejó claro que "no hay un botón rojo mágico para parar la IA". Tras el experimento de PalisadeAI quizás las empresas deberían plantearse algo así.
Martín Villa es citado a declarar como investigado por crímenes contra la humanidad por el asesinato del eldense Teófilo del Valle
Rodolfo Martín Villa, exministro del Interior durante la transición, y el exagente de la Policía Armada franquista Daniel Aroca del Rey, que están siendo investigados en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº 1 de Elda (Alicante), han sido citados a declarar por el asesinato, en un contexto de crímenes contra la humanidad, de Teófilo del Valle durante las duras represiones en las huelgas del calzado alicantino de 1976.
Por primera vez en un juzgado del Estado español se tomará declaración a los presuntos autores y responsables de crímenes contra la humanidad cometidos durante el franquismo.
El asesinato de Teófilo del Valle se saldó en su día con la impunidad. El agente de policía que mató al joven de Elda con seis disparos por la espalda y sus superiores quedaron eximidos. En abril de 2024, su hermano presentó una querella en el juzgado de Elda con las pruebas "intactas" de la culpabilidad de la Policía Armada. En noviembre de ese año, la querella fue admitida a trámite.
Teófilo del Valle, de 20 años en el momento de su muerte, está considerado como la primera víctima mortal de la llamada transición. Tuvieron que pasar muchos años y mediar una importante investigación, acometida por Manuel de Juan, autor del documental Las tres muertes de Teófilo del Valle, para que su asesinato llegara a un tribunal de justicia. Este caso es el paradigma de la impunidad franquista, que se extiende hasta la actualidad.
Desde la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA), organización que ha impulsado más de un centenar de querellas contra los crímenes del franquismo, celebran la citación de Martín Villa y del agente Aroca del Rey. "Desde CEAQUA celebramos este hecho de gran trascendencia y excepcionalidad en la lucha contra la impunidad de los crímenes del franquismo e instamos a los poderes públicos y a los partidos políticos a adoptar todas las medidas necesarias para que este hecho excepcional se convierta en algo habitual", afirma su comunicado.
Estados Unidos en Oriente Medio: Desestabilización e intervencionismo por recursos
Estados Unidos le robó la democracia a Irán en 1953 y ahora quiere eliminar a este pueblo que se niega a ser esclavo.
El papel de Estados Unidos en Oriente Medio no ha sido el de un garante de estabilidad, sino el de un actor que ha causado profunda desestabilización mediante intervenciones militares, apoyo a regímenes autoritarios y manipulación política, con el objetivo central de asegurar el control de recursos estratégicos, especialmente el petróleo. Este artículo analiza cómo la política exterior estadounidense ha alterado el curso natural de la autodeterminación en la región, reprimiendo intentos democráticos genuinos y generando consecuencias devastadoras para las poblaciones locales.
1. El golpe de Estado en Irán de 1953: un punto de inflexión antidemocrático.
El golpe de Estado en Irán en 1953 es un ejemplo emblemático de cómo Estados Unidos actuó para bloquear el desarrollo de una democracia independiente en favor de sus intereses energéticos.
Contexto: Mohammad Mossadegh, primer ministro elegido democráticamente, nacionalizó la industria petrolera iraní. Esto afectó los intereses de la Anglo-Iranian Oil Company y, por extensión, los de EE. UU. y Reino Unido.
Intervención: La CIA y el MI6 ejecutaron la Operación Ajax, que derrocó a Mossadegh y reinstaló al sha Mohammad Reza Pahlavi. Se renegociaron los acuerdos petroleros, incluyendo a compañías estadounidenses.
Impacto: El golpe sembró un profundo resentimiento. Muchos iraníes lo ven como el inicio del dominio extranjero moderno. Algunos historiadores, como Stephen Kinzer ("All the Shah's Men"), lo consideran la raíz de la Revolución Islámica de 1979.
2. Intervenciones recientes: Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Las guerras más recientes han continuado la lógica del intervencionismo por control y dominación estratégica.
Afganistán (2001-2021): Aunque iniciada como represalia por el 11-S, EE. UU. impuso un modelo político ajeno al contexto local, sustentado por gobiernos corruptos. La población quedó atrapada entre ocupación extranjera y violencia insurgente.
Irak (2003-presente): La guerra se justificó con falsedades (armas de destrucción masiva). El país fue invadido, su economía reorganizada, y su industria petrolera abrió paso a corporaciones extranjeras como ExxonMobil y Halliburton. El caos que siguió dio lugar al surgimiento de ISIS.
Libia (2011): La caída de Gadafi, apoyada por EE. UU. y la OTAN, fue seguida por una guerra civil prolongada. Organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado el colapso del estado y el auge de redes de trata y milicias armadas.
Siria (2011-presente): Estados Unidos ha apoyado milicias, mantenido presencia en áreas petroleras del noreste y buscado debilitar a actores como Irán y Rusia. Para muchos sirios, es vista como una ocupación que prolonga el conflicto.
3. Israel: ¿alianza estratégica o manipulación mutua?
La relación entre Estados Unidos e Israel es una de las más complejas del panorama internacional. Es difícil discernir si EE. UU. utiliza a Israel como base avanzada en la región, o si Israel manipula la política estadounidense a través de influencia estratégica y lobbies poderosos, como el AIPAC.
Cooperación militar: EE. UU. ha provisto más de 150.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel desde 1948.
Conflicto con Palestina: Las decisiones de EE. UU., como el reconocimiento de Jerusalén como capital israelí (Trump, 2017), han profundizado tensiones y alejado cualquier resolución pacífica.
Lo que nunca sabremos: Mucha de esta relación se gestiona a través de canales de inteligencia. La interdependencia es estratégica, pero también opaca.
4. Apoyo a dictaduras y represión de movimientos democráticos.
Estados Unidos ha respaldado dictaduras brutales cuando sus intereses energéticos o geoestratégicos lo requerían:
Arabia Saudí: Régimen autoritario con escasa tolerancia a la disidencia. EE. UU. ha sostenido su monarquía a cambio de estabilidad petrolera.
Egipto: Apoyo a Hosni Mubarak y posteriormente al gobierno militar de Al Sisi, ignorando violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Perspectivas locales: Jóvenes en Riad, El Cairo o Trípoli han expresado, a través de redes sociales y manifestaciones, su hartazgo con la represión y con el rol estadounidense en mantener esos regímenes.
5. ¿Qué hubiera pasado si EE. UU. no hubiera intervenido?
Esta es una de las grandes preguntas históricas. Países como Irán podrían haber seguido un camino democrático propio, similar al de Turquía en sus primeras décadas republicanas o India tras la colonización británica.
Lo que sí es claro es que la intromisión de EE. UU. ha cercenado procesos políticos autóctonos, imposibilitando que florezcan formas de gobierno más legítimas y representativas.
Fuentes como el Middle East Research and Information Project (MERIP) y testimonios de activistas en la región recogen esta frustración.
6. Transición energética y declive estratégico.
El ascenso del petróleo de esquisto en EE. UU. ha reducido su dependencia energética de Oriente Medio. Esto ha coincidido con una transición hacia energías renovables que podría disminuir el valor estratégico de la región. Sin embargo:
El vacío de poder que deja EE. UU. no es neutro: países como Rusia, China, Irán y Turquía buscan llenarlo.
Para las poblaciones locales, el fin del intervencionismo estadounidense podría no implicar paz, porque Estados Unidos y otros países han apoyado grupos fundamentalistas que ahora tienen vida propia:
Una paradoja clave en la política de EE. UU. e Israel en Oriente Medio es que, mientras se justifican muchas intervenciones como parte de la "lucha contra el terrorismo", ambos países han sostenido, directa o indirectamente, a grupos extremistas cuando ha convenido a sus intereses geopolíticos.
Estados Unidos y los talibanes: Durante la década de 1980, en plena Guerra Fría, EE. UU., a través de la CIA, financió y entrenó a los muyahidines afganos para combatir la ocupación soviética. Aunque los talibanes como organización emergen en los años 90, muchos de sus líderes recibieron apoyo indirecto durante ese periodo. El programa encubierto "Operación Ciclón" canalizó millones de dólares a combatientes islamistas, algunos de los cuales más tarde se vincularían a redes como Al Qaeda y los talibanes. Esto ilustra cómo el intervencionismo de EE. UU. sembró las condiciones para el ascenso de grupos que luego combatiría.
Israel y Hamás: A finales de los años 80, Israel toleró —e incluso indirectamente favoreció— el crecimiento de Hamás como contrapeso a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que era más secular y nacionalista. Según varios exfuncionarios israelíes y reportajes de medios como The Wall Street Journal o U.S. News & World Report, la estrategia consistía en dividir al movimiento palestino, debilitando la OLP y a Yasser Arafat. Este cálculo a corto plazo contribuyó a la radicalización del conflicto y a la persistencia de una fuerza islamista con capacidad de desestabilización.
Estos antecedentes demuestran que, incluso en los casos donde EE. UU. o Israel "no intervienen directamente", han promovido condiciones que permitieron el crecimiento de fuerzas extremistas, lo que luego sirve como justificación para nuevas intervenciones bajo la narrativa de combatir el terrorismo.
Conclusión.
La narrativa de que Estados Unidos ha sido un estabilizador en Oriente Medio no se sostiene ante la evidencia histórica. Lo que sí es visible es un patrón claro de intervención violenta, apoyo a dictaduras y manipulación política para asegurar recursos, en especial petróleo. Las consecuencias han sido devastadoras: guerras, migraciones masivas, radicalización y la frustración de generaciones enteras.
La región ha sido tratada como un tablero geopolítico, sin respetar las voces ni los intereses de sus pueblos. A medida que EE. UU. redefine su rol en el mundo, Oriente Medio enfrenta una nueva etapa, donde el desafío será reconstruir sus sociedades desde la dignidad y la autodeterminación, sin injerencias externas.
83 organizaciones de 26 países denuncian que la empresa vasca CAF es un “importante facilitador” de la ocupación ilegal israelí
Olga Rodríguez
Ochenta y tres organizaciones, instituciones y coaliciones de veintiséis países piden en un comunicado, publicado este viernes, que los gobiernos dejen de conceder contratos a empresas implicadas en la ocupación ilegal israelí de los territorios palestinos.
En concreto señalan a la empresa vasca Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), que opera y amplía la “Línea Roja” del Tren Ligero de Jerusalén (JLR) y construye la nueva “Línea Verde”, que proporciona material rodante y servicios técnicos. Ambas líneas conectan Jerusalén Occidental con los asentamientos ilegales israelíes en el territorio palestino ocupado. Este sábado se celebra una nueva junta de accionstas de CAF.
Este Tren Ligero forma parte “de la anexión ilegal de iure” israelí de Jerusalén Este y contribuye a que estos asentamientos ilegales “se mantengan y crezcan” y, con ellos, las “confiscaciones de tierras, los desalojos forzosos y las demoliciones de viviendas palestinas”, denuncian portavoces impulsores de esta denuncia.
La socia de CAF en el proyecto, la empresa israelí Shapir, está incluida en la lista elaborada en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde figuran un centenar de empresas que contribuyen y se benefician de las violaciones de derechos de la población palestina y de la ocupación ilegal.
Los ochenta y tres colectivos firmantes destacan que CAF actúa como “importante facilitador corporativo de la ocupación militar ilegal israelí y de su régimen de apartheid”, y recuerdan que varias resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -de obligado cumplimiento- piden el fin de la ocupación ilegal israelí de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.
También el dictamen de la Corte Internacional de Justicia del pasado mes de julio solicita a los países “medidas para impedir relaciones comerciales y de inversión que contribuyan” a la ocupación ilegal israelí, pide el fin de dicha ocupación y subraya la existencia de un sistema de apartheid.
Al hilo del mismo, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución en septiembre de 2024 en la que se establece un plazo máximo de un año para el fin de la ocupación ilegal israelí y se pide a los Estados que cumplan el dictamen de la Corte, incluyendo la suspensión de relaciones comerciales que contribuyan a estas violaciones.
En base a esto y a los tratados internacionales, las ochenta y tres organizaciones recuerdan que el traslado de población del Estado ocupante -en este caso, Israel- a territorio ocupado constituye un crimen de guerra, definido con estas palabras por el derecho internacional.
Los colectivos firmantes, entre los que hay agrupaciones judías, como la estadounidense Jewish Voice for Peace (Voces Judías por la Paz), indican que el propio presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja ha subrayado que “la realidad en Gaza se ha vuelto peor que el infierno en la Tierra”. También lamentan que “demasiados gobiernos, instituciones y empresas incumplen peligrosamente sus obligaciones legales en virtud del derecho internacional, incluyendo la Convención sobre el Genocidio y la Convención sobre el Apartheid”.
Por ello exigen que gobiernos estatales y locales, así como instituciones, “cumplan con sus obligaciones y no otorguen contratos a empresas implicadas en las graves violaciones del derecho internacional por parte de Israel, así como en sus crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio contra el pueblo palestino”.
“Bajarse del tren del apartheid”
El comunicado, titulado “Es hora de que CAF se baje del tren del apartheid israelí”, añade que “empresas como CAF, su junta directiva y sus directivos deben saber” que se arriesgan a “posibles responsabilidades penales por su complicidad en crímenes” de gravedad.
También destacan el informe de decenas de expertos en derechos humanos de la ONU, en el que se recuerda a los Estados que están legalmente obligados a, entre otras cosas:
“Imponer sanciones, incluida la congelación de activos, a las personas, entidades (incluidas empresas, corporaciones e instituciones financieras) israelíes involucradas en la ocupación ilegal y el régimen de apartheid, así como a cualquier entidad o persona, nacional o extranjera, sujeta a su jurisdicción que suministre bienes y servicios que puedan contribuir, asistir o facilitar la ocupación y el apartheid”.
Entre las organizaciones firmantes se encuentran la Red Española de Solidaridad contra la Ocupación de Palestina, que integra a más de quinientos colectivos, el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, la organización estadounidense Voces Judías por la Paz, la Red por Palestina de Australia, el sindicato belga Jeunes FGTB, la Campaña de Solidaridad con Palestina de Reino Unido, el Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos o la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.
También lo apoyan colectivos de solidaridad con Palestina de Francia, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Bélgica, Malta, Chipre, Ecuador, Portugal, Albania, EEUU, Colombia, Canadá, el movimiento BDS de varios países, la Assemblea Catalana per la Transiciò Ecosocial, Berri-Otxoak (Plataforma Contra la Exclusión Social y Por los derechos Sociales), Mujeres de Negro de Austria, Healthworkers for Palestine Spain (Spanish state), Red Universitaria por Palestina RUXP, SODePAZ, etc.
El periódico La Razón lidera los contenidos islamófobos
Rosa Roda
El tratamiento mediático de la comunidad musulmana sigue siendo uno de los desafíos más apremiantes en el panorama informativo español y europeo. Así lo evidencia el informe «Islamofobia en los medios de comunicación, 2017-2021», presentado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Este documento, coordinado por Pilar Garrido Clemente, profesora de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Murcia (UMU), y Pedro Rojo, presidente de la Fundación Al Fanar, analiza en profundidad la representación mediática de los musulmanes y propone acciones concretas para erradicar el discurso de odio en los medios.
Islamofobia: un problema histórico y complejo
La islamofobia no es un fenómeno reciente. Según el informe, tiene raíces históricas que se remontan al siglo XIX, aunque cobró relevancia en el contexto contemporáneo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El término, que ha evolucionado desde su definición inicial como «prejuicios antimusulmanes», combina actualmente racismo, intolerancia religiosa y discriminación cultural.
Esta problemática, profundamente arraigada, se alimenta de estereotipos que separan a «nosotros» de «ellos», reforzando la idea de un islam homogéneo, inmutable y ajeno a los valores occidentales.
El alcance de la islamofobia en los medios españoles
El estudio analiza 6.279 artículos publicados entre 2017 y 2021 en medios nacionales como El País, La Razón, El Mundo, eldiario.es, y en agencias como EFE y Europa Press. La investigación revela que un 45,8% de los textos contienen contenido islamófobo, ya sea de manera explícita (22,2%) o implícita (23,6%). Estas cifras, aunque preocupantes, muestran una mejora respecto al 62% registrado en 2017. Este descenso se atribuye, en parte, a la influencia de informes previos que han generado mayor conciencia en las redacciones.
Uno de los hallazgos más destacados es el papel del tono en las publicaciones. Los artículos con enfoques positivos, que representan solo el 25,7% del total, contienen menos islamofobia (20,5%) que aquellos con temáticas negativas, como terrorismo o radicalización, donde el discurso islamófobo alcanza el 54,6%.
La imagen de la mujer musulmana: entre estigmas y avances
El informe subraya la problemática representación de las mujeres musulmanas en los medios. A menudo son mostradas únicamente en relación con su identidad religiosa, especialmente el uso del hiyab, desde una perspectiva paternalista que las presenta como víctimas pasivas de opresión. Aunque se han identificado avances en la diversificación de estas narrativas, sigue siendo común el enfoque limitado y estigmatizador.
Este fenómeno, conocido como islamofobia de género, combina actitudes xenófobas con discursos sexistas, intensificando la discriminación hacia las mujeres musulmanas.
Periodismo de proximidad: un modelo a seguir
El análisis destaca el papel positivo de los medios locales, como El Faro de Ceuta y Segre. Estos periódicos, más cercanos geográficamente a comunidades musulmanas, presentan menores índices de islamofobia en sus publicaciones. Por ejemplo, El Faro de Ceuta registra un 91,5% de artículos libres de islamofobia, en contraste con el 61,7% de contenidos islamófobos en La Razón. Este dato evidencia que la proximidad cultural y social favorece una cobertura más respetuosa y matizada.
Factores que fomentan la islamofobia en los medios
El informe identifica varios elementos clave que contribuyen al discurso islamófobo en los medios de comunicación. Entre ellos destaca la tendencia a presentar el islam como una entidad monolítica, ignorando la diversidad interna de esta religión y sus seguidores. Esta representación generalizadora refuerza estereotipos que limitan la comprensión de las múltiples realidades culturales y sociales del islam. Además, más del 72% de los artículos analizados vinculan a los musulmanes con temas de terrorismo y radicalización, consolidando prejuicios negativos y perpetuando una visión reduccionista y alarmista de la comunidad musulmana.
Otro aspecto fundamental es la notable ausencia de voces musulmanas en los reportajes y artículos periodísticos. Apenas el 17,3% de las noticias incluyen testimonios directos de miembros de esta comunidad, lo que perpetúa una narrativa externa y sesgada que no refleja fielmente sus experiencias ni perspectivas. A esto se suma el uso inadecuado del lenguaje, donde términos como “islam”, “islámico” e “islamista” se confunden habitualmente, y se recurre a una terminología cargada de connotaciones bélicas que refuerzan la percepción de conflicto.
Recomendaciones
Para contrarrestar esta situación, el informe ofrece recomendaciones dirigidas a los medios de comunicación con el objetivo de reducir la islamofobia y promover un periodismo más inclusivo. Entre las propuestas, se destaca la necesidad de evitar generalizaciones y estigmatizaciones, utilizando un lenguaje preciso y neutral que no asocie automáticamente el islam con actos de terrorismo. Asimismo, se subraya la importancia de diversificar la cobertura temática para incluir historias positivas y cotidianas que reflejen la riqueza y la pluralidad de las comunidades musulmanas.
Una medida esencial es fomentar la inclusión de voces musulmanas en las noticias, dando espacio a testimonios directos que permitan representar sus realidades de forma auténtica y equilibrada. También se enfatiza la importancia de capacitar a los periodistas en diversidad cultural y sensibilidad lingüística, para mejorar su comprensión y tratamiento de estos temas. Ampliar y profundizar los contactos con fuentes musulmanas resulta igualmente crucial, ya que construir lazos de confianza y conocer de cerca las experiencias de estas comunidades contribuye a un periodismo más constructivo y fiel.
Por otro lado, el informe recuerda la importancia de respetar el código deontológico de la profesión, especialmente al contrastar las fuentes, incluidas las agencias de noticias, para evitar sesgos y garantizar la veracidad de la información. Además, se hace un llamado a visibilizar la diversidad de las mujeres musulmanas, evitando las generalizaciones que suelen asociar sus experiencias únicamente con situaciones negativas o de opresión. Reflejar sus múltiples perspectivas contribuirá a una representación más completa y justa.
El informe enfatiza, en definitiva, que los medios de comunicación tienen un papel clave en la construcción de imaginarios sociales. Mientras que el discurso islamófobo perpetúa la exclusión y el racismo, un enfoque periodístico inclusivo puede ser una herramienta poderosa para fomentar la comprensión y la cohesión social.
50 años de 'Dersu Uzala', la película de aventuras con la que Akira Kurosawa cruzó Siberia para salvar su cine y su alma
Fernando Sánchez
La década de los años 70 comenzó de manera traumática para el director japonés Akira Kurosawa. Tras varias décadas rodando todas sus películas únicamente en glorioso blanco y negro, Kurosawa decidió que era el momento de acercarse al cine a color, algo que le permitiría jugar con los pigmentos y las texturas tal y como lo hacía su idolatrado Vincent Van Gogh en sus pinturas. No hay que olvidar que durante su juventud, Kurosawa fue un destacado alumno de Bellas Artes, y que él mismo se ocupó durante toda su filmografía de elaborar personalmente los guiones gráficos de sus películas. Para poder llevar a cabo su colorida película, el director se acercó por primera vez en su carrera a la industria hollywoodiense cuando se le ofreció codirigir junto a David Lean la película ‘Tora! Tora! Tora!' (1970), basada en los bombardeos de Pearl Harbor, y para la que se había tenido una idea rompedora: Lean se ocuparía de filmar la parte referente al punto de vista americano, mientras Kurosawa rodaría la parte en la que se mostraría el punto de vista japonés. Sin embargo, antes de que la película echase a andar, Lean se descolgó del proyecto, dejando solo a un desilusionado Kurosawa que poco después fue despedido por los estudios debido a una metodología de trabajo que resultaba incomprensible dentro de los cánones de Hollywood, y fue sustituido por los directores Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Masuda, quienes finalmente se encargaron de la dirección del proyecto.
Kurosawa regresó abatido a Japón para filmar su primera película a color: ‘Dodeskaden' (1970), un drama social centrado en una comunidad de vecinos que viven en un barrio pobre de Tokio. Pero tras su estreno, la película no fue entendida en su país natal y su desempeño en taquilla fue un fracaso, lo que hizo que los estudios japoneses le retirasen la financiación para sus siguientes proyectos. El director nipón comenzaba a vislumbrar el ocaso de su carrera, algo que le sumió en una profunda crisis personal. Su estado depresivo le llevó a tomar una decisión drástica: el 22 de noviembre de 1971, Kurosawa intentó suicidarse realizándose profundos cortes en la garganta y en las muñecas, emulando a su hermano mayor y referente, Heigo, un narrador de películas mudas que se había suicidado en 1930, a la edad de 23 años. Al ser descubierto, fue trasladado de inmediato al hospital, donde a pesar de la gravedad de las lesiones se recuperó tras unos cuantos días de reposo. Sin embargo, su ánimo continuaba preocupantemente mermado, pues Kurosawa no imaginaba una vida sin rodajes.
El viaje que rescató a Kurosawa del abismo
En medio de esta delicada situación, el embajador soviético en Japón se puso en contacto con Kurosawa como representante de los poderosos estudios Mosfilm, responsables de producir algunas de las películas soviéticas más famosas de todos los tiempos, así como de desarrollar las carreras de directores como Serguéi Eisenstein o Andréi Tarkovski. En un intento aperturista por diversificarse, Mosfilm ofreció a Kurosawa la posibilidad de financiar una de sus películas y trasladar el rodaje a territorio soviético, siempre y cuando estuviera basada en una obra literaria rusa de su elección. Desde su juventud, Akira Kurosawa había sido un ávido lector de la literatura rusa, mostrando especial interés por las novelas de Tolstói y Dostoievski. Cuando el director eligió la novela ‘Dersú Uzalá', publicada en 1921 por el explorador ruso Vladímir Arséniev, los directivos de los estudios se quedaron asombrados del profundo conocimiento de Kurosawa, ya que era un título prácticamente desconocido fuera de las fronteras de la Unión Soviética. Curiosamente, el director ya había intentado iniciar este proyecto varias décadas antes, a finales de los años 30, pero lo desechó al considerar que únicamente podía ser rodado en la estepa siberiana y con actores rusos, algo completamente imposible en aquel momento debido a las restricciones soviéticas y la imposibilidad de transitar libremente su geografía para los ciudadanos extranjeros.
Para cerrar el acuerdo, el productor Yoichi Matsue y su asistente de dirección, Teruyo Nogami, estrechos colaboradores de Kurosawa, fueron los responsables de las complicadas negociaciones con Mosfilm. No obstante, ambos consiguieron que el acuerdo concediese plenos poderes sobre el control creativo de la cinta a Kurosawa, algo fundamental para el director. La dificultad más grande a la que Nogami y Matsue se enfrentaron a la hora de cerrar el contrato fue la enorme insistencia de los estudios en contar con el actor Toshirô Mifune en el papel de Dersú Uzalá. A lo largo de su carrera, Mifune había protagonizado 17 películas dirigidas por Kurosawa, destacando algunas de las más famosas como ‘Rashomon' (1950), ‘Los siete samuráis' (1954), ‘Trono de sangre' (1957), ‘Yojimbo (El mercenario)' (1961) o ‘El infierno del odio' (1963), y se le consideraba el actor asiático más importante del mundo. Sin embargo, Matsue convenció a los directivos de Mosfilm de que Mifune no se comprometería con un rodaje que a priori sería de larga duración, y propuso al actor ruso de etnia tuvana Maksim Munzuk en su lugar, algo que finalmente acabaron aceptando desde los estudios.
De este modo, tras varios años de inactividad sin ponerse detrás de las cámaras, Akira Kurosawa se trasladó hasta la región siberiana de Sijoté-Alín, en el Extremo Oriente soviético, donde habían tenido realmente lugar las expediciones de Arséniev aproximadamente siete década antes. El rodaje dio inicio en la taiga entre unas adversas y duras condiciones climáticas que lo retrasaron, y el celoso gobierno soviético envió a un emisario que lo supervisó en todo momento. El director se decantó por un formato de 70 mm por primera vez en su carrera, algo que se alejaba de la película estándar de 35 mm que había utilizado hasta entonces. El equipo de filmación de la primera película que Kurosawa rodaba lejos de su Japón natal estaba compuesto por cien personas, de las cuales únicamente seis eran japonesas. De este modo, la barrera del idioma se convirtió en otro enorme obstáculo, ya que la producción contaba únicamente con un solo intérprete para todo el equipo. A estos inconvenientes, había que sumar los continuos conflictos sindicales que se producían con los operadores de cámara, que obligaron a cambiar de personal prácticamente una vez por semana, con la consiguiente formación que el nuevo equipo necesitaba para darle una continuidad a la parte visual de la película.
'Dersu Uzala', cuando Kurosawa pintó su película más humana con el pincel del dolor
Tras varios meses de rodaje, los estudios comenzaron a perder la paciencia con el ritmo de trabajo lento y tedioso de Kurosawa, que se consideraba a sí mismo un artista y cuyo método meticuloso no encajaba con la petición de Mosfilm de entregar una determinada cantidad de película al día. Finalmente, también hubo problemas a la hora de filmar la secuencia del ataque del tigre, ya que el director insistió en que para dotarla del mayor realismo posible, debían utilizar un animal salvaje y no uno domesticado tal y como pretendía la productora, lo que supuso un enorme reto como era de esperar. Sin embargo, el introspectivo Kurosawa volvió a encontrar la luz, y convirtió las dificultades en virtudes. Las inclemencias del tiempo fueron utilizadas por el director nuevamente de manera simbólica, lo que había sido una constante a lo largo de su trayectoria, algo que su ídolo cinematográfico, John Ford, le había elogiado cuando ambos se conocieron durante la 24º edición de los Oscar, donde ‘Rashomon' se había alzado con la estatuilla a la Mejor película internacional.
A Contracorriente Films
La conmovedora narrativa de la historia nos presenta al capitán Vladímir Arséniev, quien comanda una expedición de soldados para topografiar el inexplorado área de Shkótovo, en Siberia. Durante la marcha, se encuentran con Dersú Uzalá, un viejo nómada cazador de la etnia hezhen, que accede a guiarlos por los implacables y peligrosos paisajes de la región. Esto da pie al nacimiento de una sincera amistad entre el capitán y el guía, pese a que ambos provienen de mundos muy distintos. El trasfondo del filme pone de relieve valores como la sabiduría ancestral, la humildad, la conexión con la naturaleza y el respeto por el equilibrio del mundo natural.
Una vez que la filmación de la película terminó, el asistente de Kurosawa, Teruyo Nogami, quien acompañó al director en su labor a partir de la década de los 50, aseguró que ‘Dersú Uzalá' había supuesto el rodaje más duro y complejo de toda la trayectoria del director junto a ‘Los siete samuráis'. El filme supuso su primera y única película rodada fuera de las fronteras del país del sol naciente, y también la única rodada en un idioma diferente al japonés. El propio Kurosawa sintió un enorme alivio al poder completar la cinta, ya que prácticamente aseguraba la continuidad de su carrera. Años más tarde, el director escribió en sus memorias una acertada metáfora sobre el momento personal que vivió durante aquellos años: “Cuando el río en el que nació y creció se contamina, el salmón no puede remontarlo para desovar y tiene dificultades para rodar sus películas. El salmón, al no ver otra salida, emprendió un largo viaje para remontar un río soviético y dar a luz caviar. Así surgió mi película de 1975, ‘Dersú Uzalá'. No creo que sea tan malo. Pero lo más natural para un salmón japonés es desovar en un río japonés”.
Curiosamente, la década de los 70 fue la de la irrupción de la generación del ‘nuevo Hollywood', en la que una camada de jóvenes directores entre los que se encontraban Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o George Lucas, marcaría el rumbo de la industria durante las siguientes décadas. Durante sus comienzos y a lo largo de sus impresionantes trayectorias, todos ellos se dedicaron a reivindicar el cine de Kurosawa de manera incesante. Si algunos años más tarde Coppola le ayudó al director nipón a reunir la financiación necesaria para el rodaje de ‘Kagemusha, la sombra del guerrero' (1980), y el propio Spielberg negoció con Warner Bros. la distribución de ‘Los sueños de Akira Kurosawa' (1990), el estreno de ‘Dersú Uzalá' supuso una nueva inspiración para George Lucas, quien entonces se encontraba desarrollando la primera película de la saga ‘Star Wars', para la que el director ya había encontrado infinidad de referencias en el cine de su idolatrado Kurosawa. Si para entonces Lucas ya había adaptado la mítica transición en cortinilla del director japonés para su nuevo proyecto, y había transformado a los personajes de Tahei y Matashichi de ‘La fortaleza escondida' (1958) en los robots R2-D2 y C-3PO, años más tarde confesó haberse inspirado en el propio Dersú Uzalá para construir el mítico personaje del maestro Yoda.
Pese a que el filme gozó de un impresionante recibimiento de la crítica especializada tras su estreno, los beneficios en taquilla quedaron por debajo de las expectativas, teniendo un rendimiento comercial modesto que tan solo proporcionó a Kurosawa unas exiguas ganancias. Sin embargo, habría que tener en cuenta que al tratarse de una producción soviética, su alcance internacional era mucho más limitado que el de las películas de Hollywood. Más allá de las cuestiones comerciales, ‘Dersú Uzalá' supuso el regreso de uno de los directores más reputados del panorama internacional, quien logró el colofón final cuando vio como su película era premiada en la 48º edición de los Oscar con la estatuilla dorada en la categoría de Mejor película internacional.
El saludo fascista: Una foto
La fotografía, como la historia, es bastante conocida.
En junio de 1936 Hitler presidió la botadura de un barco en los astilleros de Hamburgo. De entre todos los trabajadores y trabajadoras presentes, solo uno no levantó el brazo en el saludo fascista, sino que los mantuvo cruzados. Se trataba de August Landmesser, un joven trabajador de 26 años que hasta hacía poco había pertenecido al partido nazi, al que se había afiliado para conseguir trabajo y del que había sido expulsado por mantener una relación sentimental con una judía, Irma Eckler, con la que el año antes había tenido una hija, Ingrid.
Tras la toma y publicación de esta fotografía, trató de huir junto a su pareja y su hija, siendo detenidos en la frontera de Dinamarca. A la madre, que estaba embarazada de nuevo, la enviaron junto a la niña a un campo de concentración, donde dio a luz a Irene, su segunda hija. Después la madre murió en un campo de exterminio.
A August Landmesser se le aplicaron las leyes de Núremberg, por las que fue acusado de "deshonrar a la raza", obligándosele a romper la relación con su esposa, Irma. Dado que se negó, se le envió a un campo de concentración, de donde salió en 1941 para ser enviado al frente del este, donde se pierde su rastro en 1944. Se le declaró fallecido en 1949.
Sus hijas Ingrid e Irene (a esta última no llegó a conocerla), sobrevivieron a los campos. En 1996 Irene reconoció la foto y dio a conocer la historia.
A una pregunta hecha ante el Parlamento Europeo, El Tribunal Supremo de Casación de Roma dictaminó, el 19 de enero de 2024, que un saludo fascista no se considera ilegal a menos que ponga en peligro el orden público o promueva el resurgimiento de ideologías fascistas.
El campo urbanizado: El suicidio de la cultura popular en España
En los últimos 30 años la transformación del campo en España ha sido verdaderamente espectacular y hasta podemos afirmar que se trata de la mayor sufrida desde el neolítico superando con creces a la de la revolución industrial. El proceso iniciado hace tres mil años en Mesopotamia con los asentamientos urbanos tiene su culminación en la metrópoli del siglo XXI, paradigma del bienestar y la prosperidad. El mundo rural es cosa ya de un pasado remoto y apenas se ha quedado como fuente de inspiración para los artistas o poetas románticos. La crisis de los modos de vida tradicionales de los años 50 y 60 del siglo XX ha sido determinante para que el campo se haya envejecido y despoblado. El índice demográfico nos advierte que la mayoría de la población a nivel mundial hoy habita en las ciudades cuando hace tan solo un siglo era al revés.
El acta de defunción de la vida campesina y la cultura popular en España se firmó en el año de 1986 con el tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea. Se esperaba que España alcanzara en un corto espacio de tiempo un grado de progreso e industrialización sin precedentes. Este vaticinio en parte se cumplió pues algunos sectores se vieron favorecidos gracias a las multimillonarias ayudas que otorgaba Bruselas a las regiones más marginadas. Pero la realidad es que a España se le encomendó el papel de país de servicios, de turismo y huerta de Europa, o sea, algo más acorde a sus tradiciones y costumbres. Y el golpe definitivo se dio el 30 de junio del 2002 cuando comienza a circular la moneda única europea. El Euro ha desatado la euforia nacionalista y los empresarios y banqueros son los que han aprovechado esta coyuntura para elevar los intereses y encarecer el nivel de vida. Triunfa en definitiva ese régimen de usura y explotación. El nuevo Imperio Europeo entra a competir a nivel mundial con el dólar americano y eso representa casi una declaración de «guerra».
En el año 1992 y coincidiendo con el V Centenario del «Descubrimiento de América» se tiró la casa por la ventana para celebrar este magno evento. Bajo el patrocinio del Partido Socialista Obrero Español en el poder y la casa Real Borbónica el derroche, la opulencia y los delirios de grandeza marcaron el resurgir de un país sumido en el subdesarrollo. La propaganda oficial como por arte de magia elevó al cuadrado todas las cifras macroeconómicas. Entonces el reino de España se autoproclamó uno de los países más prósperos del planeta. Y la respuesta fue contundente: más infraestructuras, ambiciosos planes de desarrollo de las zonas más deprimidas, gigantescas obras públicas y una revolución del sector de la construcción como nunca antes se había conocido en toda su historia.
De inmediato, miles de hectáreas de tierras de labor o de cultivo, los campos baldíos o yermos adquieren un valor inusitado. Entonces, por parte de los ayuntamientos se recalifica el suelo (oscuros cambios de la clasificación urbanística de un terreno) que aprovechan los empresarios de los bienes raíces después de pagar las respectivas cargas fiscales. Empieza una loca carrera por levantar apartamentos, hoteles, condominios, parques temáticos, clubes de golf o centros comerciales. El valor del suelo se cotiza a precios exorbitantes pues la especulación es la que manda. Se remueven millones de toneladas de tierra; se construyen autopistas, trenes de alta velocidad y polígonos industriales, parques eólicos o solares y aeropuertos. Porque había que superar ese complejo de inferioridad con respecto a la Europa hiperdesarrollada. Los topos hambrientos agujerean con martillos mecánicos las entrañas de la tierra, dinamitan y trituran las rocas, violan las montañas, secan mares y ríos y no hay obstáculo que los detenga. Una costra de ladrillos, cemento, asfalto recubre la faz de la península. ¿Qué representa la naturaleza para ellos? Sencillamente un escenario propicio para explotar sus malvados intereses.
La ciudad extiende sus tentáculos hasta el infinito y no hay límites que valgan para detener su crecimiento. Para decirlo con un simple ejemplo: hay personas que viven a doscientos kilómetros y trabajan en Madrid pues el tren de alta velocidad tiene la capacidad de transportarlos en una hora hasta el puesto de trabajo. Velocidad por encima de todo sin importarles la ecología, las reservas naturales o los asentamientos humanos. Todo vale y no existe ningún impedimento en esta loca carrera contrarreloj que los políticos llaman «convergencia europea».
Así proclaman el triunfo definitivo de la urbe, de la polis ultramoderna, de la nueva Babylon sobre la vida campesina. Todo esto es posible gracias a los avances de la ciencia y la tecnología que permite realizar obras imposibles en tiempo record. La urbe representa la cuna de la civilización donde sobran las oportunidades; el trabajo, la educación, la salud, el entretenimiento, en fin, en su seno materno se halla lo que todo el mundo sueña y aspira alcanzar. ¿Y cómo quedarse al margen de tan atractivos privilegios?
La ecología humana como organismo vivo también está enferma y un síntoma es la decadencia del mundo rural que traerá como resultado su extinción lenta y agónica. Los viejos en los hogares de jubilados juegan a las cartas o al dominó esperando un ticket sin retorno al más allá. La juventud no asume el relevo generacional pues prefiere confinarse en la ciudad donde se encuentra la arcadia feliz. El trabajo en el campo es muy duro y nadie quiere ser esclavo de la tierra. Eso de levantarse a las cinco de la mañana y faenar hasta la caída del sol no va con ellos pues prefieren la comodidad de una oficina computarizada y disfrutar del tiempo de ocio y las vacaciones. El cerebro urbanizado y lobotomizado apenas si recuerda su origen y el único sitio donde vibra un poco con la naturaleza es cuando hace las compras en el supermercado o de visita en los parques zoológicos. Niegan sus raíces, se han disfrazado de ciudadanos respetables con trajes y corbatas perfumando el cuerpo para esconder su esencia salvaje. No saben sembrar, no sabe recoger cosechas, no saben pescar ni conocen los ciclos de la naturaleza pero eso si conocen a la perfección las funciones de su teléfono celular. El sol, la luna o las estrellas se han convertido en un reclamo publicitario más. La debilidad de esta nueva especie es más que evidente: la abulia y el sedentarismo marcan sus rasgos característicos. No aguantan la intemperie ni las duras condiciones climáticas y por eso se han aislado en una burbuja protectora que como en un seno materno les brinda confort. No saben lo que es el trabajo manual o artesanal pues vivimos en la era del plástico donde todo se fabrica en serie y es desechable. Se ha fundado una nueva civilización del placer cuya prioridad es disfrutar antes que la entrega o el sacrificio.
La personalidad del ciberciudadano está bien definida. Nadie puede contradecir el camino único y verdadero trazado por los gurús de la era postmoderna que amparados en la libertad y la democracia santifican el capitalismo globalizador. El prototipo a seguir es el del individuo cumplidor y responsable que paga impuestos para que todo funcione con eficacia y a la perfección. Ese espíritu mecanicista europeo ha aniquilado la forma de ser relajada y lúdica del carácter Mediterráneo. La revolución digital facilita esta uniformidad o clonación cosmopolita, ingenieria social hoy acelerada al máximo mediante la IA.
En la arquitectura contemporanea se desvela el arquetipo del neofascismo imperante donde prima la línea recta y la rigidez cadavérica. En los edificios se dibuja una geometría castradora de cuadrados y cubos de perfecta simetría ejecutada con materiales prefabricados de fachadas de aluminio y grandes vidrieras polarizadas, interiores frígidos y carcelarios de largos pasillos con celdas higiénicas y luminosas donde un ambiente artificial anula completamente nuestros instintos y desprecia la poesía y la sensualidad. ¿Qué más se puede esperar de un mundo estructurado en un orden matemático? Adonde vayas las grúas se recortan altivas en el horizonte mientras la muralla de edificios va creciendo imparable. Las otrora casas sencillas que se mimetizaban con el paisaje ahora dan paso a palacios y castillos que ensalzan la megalomanía de sus propietarios. El patrimonio artístico de los pueblos se desprecia, la herencia o el legado milenario se borra sin compasión en un santiamén para dar paso a la nueva era interestelar.
Los arquitectos conciben la ciudad a la imagen y semejanza del neoliberalismo imperante y nos van preparando para que asumamos una actitud servil ante el poder. Por eso se elevan los rascacielos de falos metálicos o de hormigón pues al contemplarlos nos sentimos insignificantes y sumisos agachamos la cabeza. Los genios del mundo futuro planifican nuestras vidas y crean ambientes propicios para concretar sus propósitos. Este decorado o escenografía es cómplice de una doctrina que nos conduce al fin perverso del consumismo. Somos felices en esa realidad virtual donde la tarjeta de crédito es la lámpara maravillosa de Aladino que abre las puertas a todos nuestros caprichos. Amazon y las empresas de ventas on line, o el delivery. la macdonalizacion y la uberizacion garantizan la eficacia del sistema.
En esta sociedad occidental netamente individualista se reproducen seres supuestamente autosuficientes que no quieren renunciar a sus privilegios. Hoy en el mundo existen unos 500 millones de vehículos y para el 2020 serán ya 1200 millones. Nos preguntamos si las ciudades aguantarán ese infierno circulatorio, ¿qué pasará con el espacio público ? Automóvil o automotores van unidos a la degradación porque la ciudad ha sido diseñada para éstos en detrimento del ser humano. Además del derroche de energía y el problema de la contaminación agudizan cada día más el crecimiento caótico de la metrópoli.
La ciudad se queda pequeña y en los suburbios se concentra el proletariado, es decir, esos trabajadores y obreros fieles y disciplinados que dedican su vida a engrandecer el imperio capitalista. Confinados en sus pequeñas guaridas esperan el turno para ingresar en la cadena de producción. Como parte vital de ese proceso los autómatas deben ser responsables pues se les exige puntualidad en el pago de sus cuotas, las facturas de fin de mes y los intereses pendientes. No hay escapatoria. Conectados a las redes de informática y telemática obedecen una señal; se enciende y se apaga una luz, y se escucha una voz que nos recuerda que nos falta una cuota en la hipoteca. Deprimente y psicológicamente desastroso: el estrés agudiza las enfermedades a causa de las preocupaciones y el entorno opresivo. En este sentido la pobreza es específicamente urbana. En la ciudad anida el miedo y la desconfianza, la represión policial, las cárceles y manicomios.
La agonía de la España rural ya la vaticinaban desde el siglo XIX los filósofos o escritores que dejaron su huella profética al prevenirnos sobre lo que ocurriría con ese campesinado que escapaba del yugo de la explotación señorial. El único remedio es emigrar a la ciudad o al extranjero y convertirse en proletarios. Pero ¿de quién es la propiedad de la tierra? A estas alturas del siglo XXI en Andalucía, por ejemplo, el 80% es propiedad los señoritos y terratenientes o de los grandes de España.
En el año 39 la cultura popular espanola perdió la guerra y una dictadura feudal nos hundió en la decadencia y la desesperanza. Luego vinieron los años sesenta y setenta con el desarrollollismo opusino que aniquiló la costa del Mediterráneo con la pesada losa del turismo de masas: los complejos hoteleros, condominios, parques temáticos, campos de golf, clubes privados que no dejaron ni una playa virgen. Según los planificadores: para progresar hay que pagar un alto precio. Y vaya que se pagó un alto precio pues sacrificó uno de los paisajes naturales más hermosos de Europa
Incluso los muy pérfidos se han atrevido a explotar la nostalgia. Los museos sacan muy buenos dividendos exhibiendo los fósiles de nuestros antepasados. Hay que sacarle el jugo a esa historia tan sentimental de los campesinos y su folklore, las tradiciones y costumbres; con esos vestidos de antaño, y esos rostros arrugados y curtidos por el sol y esas manos deformes que los hacen aún más primitivos. Pura arqueología: el esparto, el barro, las piedras, las cañas, el cuero o la madera. La mutación se ha consumado y el gen urbano es el dominante. La fuente donde nace el arte popular y las raíces de un pueblo se ha extinguido por completo. Ayer con su yunta de bueyes el campesino cantaba y creaban poesía, hoy en un tractor con aire acondicionado un autómata recoge la cosecha aislado en su cabina escuchando el regueton de moda. Ya nadie canta en lo campos, los campos se han marchitado, los cantores han desaparecido, igual que muchas especies animales también ellos se han extinguido. El colapso demográfico de la "España vaciada" es una sentencia inapelable.
Como quien prostituye una hija; los cortijos, fincas o parcelas propiedad de los campesinos fueron rematados al mejor postor. El campo simboliza el retraso y lo importante es tener una buena cuenta corriente en el banco. Los "catetos" ignorantes vendieron y venden el patrimonio familiar de generaciones para comprarse un Mercedes Benz y un piso en la capital. Regalaron la tierra a los extranjeros que no comparten las mismas tradiciones y costumbres e imponen sus propias leyes: cercan sus propiedades con alambre de púas, cierran los caminos y ponen letreros de «Prohibido el paso. Propiedad Privada. Perro bravo» o contratan un guardia jurado con una escopeta y un bulldog pues se sienten inseguros. Hay que brindarles paz y tranquilidad a esos seres superiores, a las elites dominantes. Las leyes amparan al individuo y la propiedad privada por encima del bien común. Un egocentrismo atroz ha carcomido el alma del pueblo que como nuevos ricos se han vuelto ávaros y pretenciosos. Ahora sus hijos servirán en las fábricas o, tal vez, con suerte sean funcionarios en algún ministerio. El sur de Europa, el Mediterráneo, es el objetivo prioritario de la pequeña burguesía europea ávida de sol y playa, restaurantes, casinos y discotecas.
A finales del siglo XX una nueva oleada de emigrantes provenientes de todos los rincones del planeta llega a Europa a suplir el déficit de mano de obra. Ellos son los nuevos campesinos, son los nuevos peones y gañanes, los nuevos temporeros que producirán grandes beneficios a los empresarios. Los inmigrantes son los impulsores del tan mentado «milagro español», del renacer económico del campo que en algunas regiones gracias a las exportaciones deja multimillonarias regalías. Los siervos aumentan la producción a un bajo coste aunque la tierra se quede estéril al quemarla con tantos agroquímicos y pesticidas. Lo principal es que trabajen a destajo y recojan la cosecha en tiempo record, que produzcan el triple, horas extras incluídas, y como indocumentados, mejor, pues eleva la plusvalía y se le resta un porcentaje de ganancias a la Seguridad Social. Se precisan más camareros que atiendan los restaurantes, más sirvientas en los hoteles, más prostitutas sudamericanas o de los países del este en los clubes de carretera, más africanos para el Maresme y más "moros" en el Ejido o en el campo de Murcia, más ecuatorianos en Huelva y, los que sobren, que se sumen a las obras públicas, la industria o la construcción porque así lo exige la ley de la oferta y la demanda. Y sin olvidarnos del primer mandamiento: santificar el trabajo. De la casa a la fábrica o al campo, es igual y luego a descansar unas horas frente al televisor para mañana temprano frescos rendir al máximo. Este es el futuro que nos espera: una generación de seres fríos y calculadores que glorifiquen el "time is money".
En los países europeos la población activa agraria representa el 9% del total y los patrones de comportamiento son similares al urbano. La agricultura en una alta proporción está mecanizada y se ha convertido en una actividad empresarial con fuertes aportaciones en capital. Hoy es imposible diferenciar en Europa una sociedad urbana de una rural. La ciudad ha absorbido y dominado el campo. La civilización post-industrial necesita un escape, una calidad de vida distinta, un regreso a la naturaleza pues todo el mundo quiere huir de la polución, de los ruidos, la delincuencia y los innumerables peligros que nos acechan. Las clases más adineradas empiezan a colonizar el campo instalándose en urbanizaciones y chalets en busca de esa tierra prometida donde gozar de un jardín, de una parcela, de un huerto y respirar aire puro para sentirse de nuevo humanos. Se crea, entonces, la «aldea virtual» con todas las comodidades y privilegios de la ciudad. Los que vuelven al campo no son campesinos sino ciudadanos con ansias de olvidarse de las tensiones de la gran urbe. El poseer una casa en el campo obedece a intereses capitalistas y de mercado.
Para el ciudadano espanol del siglo XXI lo ideal es vivir en un chalet pero cerca de una autopista que lo comunique a uno rápidamente con los grandes centros comerciales o la capital. Pero no importa pues hoy multinacionales como Amazon, Ebay o las empresas de delivery son capaces de traernos en un abrir y cerrar de ojos los productos más exoticos desde cualquier lugar del mundo. Las urbanizaciones privadas están de moda y las inmobiliarias las publicitan como el paradigma del bienestar. Aquí no se discrimina por raza, ideología o religión pues lo importante es que el cliente posea el patrimonio suficiente para pagarlas. El español medio desea ser propietario y no vivir de alquiler aunque tenga que empeñarse con un banco por el resto de su vida. Pero no se conforman con un piso sino que quieren una segunda residencia, o sea, un chalet en la playa o una casa rural en la montaña.
El campo otrora atrasado y aburrido se ha convertido en el paraíso pérdido donde todos queremos regresar, pero, eso sí, como es de imaginar, en un auto de alta gama y con todas las ventajas y comodidades de la ciudad. De ahí el éxito de la «aldea virtual» y el increíble negocio de la urbanización del campo y por ende su aburguesamiento.
Carlos de Uraba 2025
¿Para quién genera riqueza la industria militar y a costa de qué?
Estitxu Martínez de Guevara
En nombre del colectivo Gasteizkoak.
En nuestro libro sobre la conversión, ya explicamos (con documentación demostrativa) cómo, tras observar que el gasto militar europeo llevaba una curva de decrecimiento desde finales de los 80 del siglo pasado, a principios del actual XXI los mercaderes de la muerte europeos decidieron organizarse, e imitando el modelo estadounidense se estructuraron en forma de lobby, naciendo así en 2004 ASD (Aerospace, Security and Defence Industries). A partir de ahí su estrategia se centrará, también a imitación de la estadounidense, en procurar la infiltración en los órganos de decisión de la Unión Europea.
Esa estrategia consigue sus objetivos en una década, lo que se traducirá en un giro copernicano de la política de la Unión Europea ante el gasto militar: pasará de estar excluido de los presupuestos de la UE, a ir contando poco a poco con cada vez mayor número de partidas presupuestarias parciales (la mayoría ligada a la subvención a la industria militar), hasta culminar en la actualidad con un Comisario de Defensa de la UE, una partida presupuestaria propia y la reciente propuesta del Programa de ReArme por el que se pretende incrementar el gasto militar europeo en 800.000 millones de euros.
También comentábamos que esa dinámica iba a provocar un conflicto entre lobbies, pues el fortalecimiento de la industria militar europea, y las medidas proteccionistas aprobadas por la UE en su apoyo (por ejemplo, los programas que financie la UE deben tener un importante tanto por ciento de producción propia), iba a suponer recortar beneficios a los financiadores de la campaña de Trump, sus amigos del lobby militar estadounidense.
Hay quienes vieron venir la jugada, y en los últimos años comenzaron a tomar parte en las principales empresas de producción militar europea: los grandes fondos de inversiones estadounidenses. Así, pase lo que pase en esa competencia entre lobbies, ellos saldrán ganando. Un solo dato que habla por sí mismo: Blackrock es el principal inversor en el sector a nivel mundial, donde cuenta ya con 542 empresas participadas.
En ese contexto de la creación de lobbies y de impulso político económico de la producción para el desperdicio y la guerra (la industria militar) es donde hay que enmarcar los llamamientos de Zedarriak (el lobby vasco del sector) y la abyecta apuesta del Gobierno Vasco de fortalecer la Producción de Euskal Herria para el Desperdicio y la Guerra (PEHDG) para hacer negocio. Sobre lo que supone esa apuesta gubernamental desde el punto de vista ético y político, se han pronunciado con claridad algunas voces, desde ámbitos como el sindical, de la cooperación, los derechos sociales, el feminismo, el ecologismo, el movimiento juvenil, o, con elogiable contundencia, el profesorado universitario. También, por supuesto, el espacio antiguerras y el antimilitarismo. Pero más allá de las fundamentales cuestiones éticas, conviene abordar otros ángulos del debate en los que Zedarriak y el Gobierno Vasco no parecen querer profundizar.
A menudo se nos sugiere que el sector armamentístico va a crear riqueza social y puestos de trabajo, pero el dinero destinado a programas de armamento se detrae de las partidas de gasto social, lo que demuestra que lo que genera es más pobreza social.
Por ejemplo ¿para quién y por qué es un gran negocio? A menudo se nos sugiere que el sector va a crear riqueza social y puestos de trabajo. Pero los datos lo desmienten. El dinero destinado a programas de armamento se detrae de las partidas de gasto social, lo que demuestra que lo que genera es más pobreza social. En cuanto a los puestos de trabajo, veamos un ejemplo cercano, el de Sapa Operaciones: mientras sus beneficios en el quinquenio 2015 a 2019 pasaron de 42.057 euros a 5,1 millones (en el 2018 fueron de 22,5 millones), durante el mismo periodo la plantilla se redujo de 159 a 140. Esto en sí mismo es ya un chollo empresarial, pero hay mucho más.
En los debates sobre el sector de la producción para el desperdicio y la guerra se suele omitir una cuestión básica: su condición de monopsonio, esto es, un sector que vive única y exclusivamente de dinero público (son los ministerios de defensa o los organismos de defensa internacionales quienes les compran), por lo que no arriesga capital, y no solo eso, sino que, además, cuenta habitualmente con financiación pública previa (muchas veces sin intereses) e importantes ayudas a la investigación, así como a la creación de nuevos centros tecnológicos y de producción. Todo ello a través de subvenciones, préstamos y avales de los Ministerios de Industria y Comercio, pero también del Gobierno Vasco, las Diputaciones e incluso los Ayuntamientos.
Pero aún hay más ventajas para el sector. Como señala Alejandro Pozo, la forma de funcionar del sector es parecida a la siguiente: “si yo soy la industria, y como Ministerio de Defensa me pides un tanque y te digo que vale 10 millones y tú me dices que eso es mucho y yo te digo “bueno, pídeme diez y te vale cinco cada uno; y tú me dices “Pero es que solamente quiero uno.” Yo (industria) te digo “bueno, pues uno para ti y nueve los exportamos. Yo gano cinco veces más. Tú pagas la mitad. Y con los otros nueve haces relaciones internacionales”.
¿Todo ese dinero público, esas capacidades de las plantillas, esas instalaciones, no podrían dedicarse a otro tipo de producción, que tuviera como objetivo abordar las cuestiones realmente importantes y urgentes ante las diversas crisis y colapsos que nos amenazan?
Todas estas ventajas se multiplican cuando se impulsa la carrera de armamentos, aumentando compulsivamente los contratos de material militar. Así, volviendo al mismo ejemplo de antes, aún antes del anuncio de los 800.000 millones que la UE va a despilfarrar en armamento (insistimos, que van a salir de nuestros bolsillos vías impuestos), la vasca Sapa, gracias a la guerra en Ucrania, incrementó su facturación en 2023 en cerca de un 20%, y alrededor de un 50% en 2024.
A ello hay que sumar los 200 millones en que se han revalorizado en tres años las acciones que a empresa de Aperribay tiene en la mayor española del sector, Indra. Pues bien, paralelamente a esta situación, la plantilla de Sapa, en marzo de 2024, se vio obligada a iniciar una huelga indefinida que, tras tres semanas, sólo consiguió garantizar la subida del IPC. Así que, cuando el lobby Zedarriak y el Gobierno Vasco nos dicen que la producción vasca para el desperdicio y la guerra genera riqueza, ya sabemos que es exclusivamente a sus dueños, los mercaderes de la muerte.
Reivindicando la ingenuidad, cabría preguntarse ¿por qué Zedarriak y el Gobierno Vasco no nos aportan estos datos para que el debate sobre la armagintza se pueda hacer desde el conocimiento de su realidad?
Apuntemos una posible respuesta: Porque podría suceder que la población atáramos cabos, y viendo que el rearme no supone ningún tipo de aumento de seguridad y defensa (ya hemos visto que se exporta a hipotéticos enemigos) sino que nos acercará el riesgo de guerra, que implica un importante recorte en los gastos sociales, que es una de las causantes del daño medioambiental del planeta, que sólo enriquece a los mercaderes de la muerte dueños de las empresas (y a los fondos buitres que en ellas invierten), y que todo ello se hace con dinero público, con el dinero de nuestros impuestos, igual nos da por plantearnos ¿pero todo ese dinero público, esas capacidades de las plantillas, esas instalaciones, no podrían dedicarse a otro tipo de producción, que tuviera como objetivo abordar las cuestiones realmente importantes y urgentes ante las diversas crisis y colapsos que nos amenazan? Esa es la cuestión que abordaremos en el siguiente capítulo de este serial, también disponible en euskera en Argia.
Miles de personas marchan en Vigo contra el genocidio de Palestina
Vigo reniega del genocidio en Gaza
Participaron hasta 42 colectivos
Patricia Casteleiro
Es difícil ser indiferente a la masacre que Israel está ejecutando en Palestina y, más allá de la frustración, desde la comodidad de Occidente también es posible hacer algo. Así lo decidieron las cerca de 5.000 personas que este miércoles han salido salieron a la calle en Vigo para protestar contra el genocidio de Gaza.
«Palestina vencerá» o «O silencio fainos cómplices» rezaban algunos carteles. Los manifestantes también corearon estos lemas desde el punto de partida en Vía Norte hasta el final en Porta do Sol. Los asistentes fueron variopintos, desde niños —aparentemente tan concienciados como sus padres— hasta mayores. Por el camino hubo quien se atrevió a hacer un grafiti en directo y llamaban la atención las mujeres que cargaban en brazos sacos, como si fuesen niños fallecidos en la zona cero.
Nunca se había hecho en la ciudad una marcha tan multitudinaria por la causa: hasta 42 colectivos de diferentes cortes ideológicos se pusieron de acuerdo para aumentar su fuerza. Entre ellos estaba el Movemento Demócrata en Europa 2025 (DiEM25). Su secretario en Galicia, Óscar Lomba, cree que Vigo es «una ciudad solidaria, que merece una gran movilización para expresar la repulsa por lo que está ocurriendo en Palestina». «Se está violando de forma flagrante el derecho internacional y poniendo en cuestión la misma idea de humanidad», añade.
Las imágenes brutales de la masacre, de personas perdiéndolo todo, han calado entre los vigueses. Según la DiEM 2025, pese a estar lejos, colaborar es posible: «La ciudadanía que no tiene responsabilidades institucionales puede ayudar participando en actos de repulsa. Las movilizaciones dejan patente la respuesta ciudadana, que puede terminar teniendo repercusión», indican.
La polémica musical
Con el verano llega la temporada de festivales y el mes pasado se supo que el fondo proisraelí KKR controla algunos de los mayores eventos de música de España, entre ellos O Son do Camiño, el Resurrection Fest o el Morriña Fest, entre otros. Aunque algunos artistas decidieron desvincularse, se espera que la programación continúe con normalidad.
Desde DiEM 25 creen que «los festivales también son un campo de batalla» y que esa organización no es inocente. Además, apelan a la responsabilidad de los artistas. «Por lo menos tendrían que posicionarse ante el conflicto», concluyen.
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