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La “pesadilla” de Ahmed Tommouhi persiste tras 15 años de prisión injusta
Elena Herrera
“Mi abuelo siempre dice que lo sacaron de la cárcel como si fuera un perro. Ahora teníamos un poco de esperanza en que se acabara esta pesadilla. Pero seguimos en el bache”. Al otro lado del teléfono habla Firdaous Chmorra Tommouhi, nieta de Ahmed Tommouhi, quien a sus 73 años ha recibido esta semana el enésimo golpe de una cadena de negligencias y ninguneo institucional que se remonta a hace décadas. La Audiencia Nacional ha rechazado que el Estado deba indemnizar a este albañil de origen marroquí por los 15 años que pasó en la cárcel por una violación que no cometió.
En una sentencia del 9 de abril, tres jueces de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del tribunal especial confirman la decisión del Ministerio de Justicia de no acceder a su pretensión de ser resarcido por su encarcelación injusta. Tommouhi había reclamado una indemnización de 3,6 millones de euros. Pero los jueces consideran que la Audiencia de Barcelona no cometió un “error craso o evidente” cuando omitió, pese a haberlo aceptado como prueba, el informe del semen hallado en la víctima que lo exculpaba. Y determinan, en consecuencia, que no tiene derecho a indemnización.
- Tommouhi, a la izquierda, y García Carbonell, el autor real de las violaciones, a la derecha.
Todo empezó en 1991. Medio año después de llegar a Catalunya desde Beni Said (Nador), Tommouhi fue detenido. Era una época convulsa, pues una serie de violaciones y robos en varios municipios catalanes mantenían en alerta a los cuerpos policiales. La cadena de irregularidades empezó casi a la par de su detención. Cuando pasó a disposición judicial, los agentes lo condujeron, esposado y a cara descubierta, por el mismo pasillo donde esperaban las denunciantes.
Pese a esta irregularidad, a los pocos minutos se sometió a una rueda de reconocimiento por parte de la víctima que ya lo había visto. Además, la defensa alegó que “las personas que integraban la rueda tenían rasgos distintos a los del acusado por carecer de bigote y ser de complexión más gruesa”. Pero los jueces de la Audiencia de Barcelona determinaron que la declaración de la víctima había sido “contundente” y se basó en ella como única prueba para imponerle 24 años de cárcel. Años después, la víctima se retractó en una entrevista con el periodista Braulio García Jaén, que recogió en el libro Justicia poética (Península) todo el cúmulo de negligencias.
Además, durante el juicio, los peritos no acudieron a ratificar el informe sobre las pruebas biológicas halladas en las prendas de la víctima y que no coincidían con las de Tommouhi. Pero el tribunal, del que formaba parte la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, no suspendió el juicio para su citación. Así, se quedó sin practicar una prueba decisiva.
Más de dos décadas después, en junio de 2023, el Tribunal Supremo accedió a revisar esa condena, que ya era firme. Se trata de un tipo de recurso muy excepcional, en el que el alto tribunal accede a examinar de nuevo un caso ya sentenciado en firme si aparecen nuevas pruebas con capacidad de modificar el sentido del fallo. Los jueces de la Sala de lo Penal concluyeron que el informe sobre el semen que exculpaba a Tommouhi “pasó desapercibido para la Audiencia”, que no hizo “referencia alguna” al mismo en su sentencia. Una “omisión”, en palabras del Supremo, que “podría haber sido subsanada” accediendo a la petición de la defensa de suspender el juicio para volver a citarlos. El alto tribunal declaró nula esa sentencia y la libre absolución de Tommouhi.
Pese a que el propio Supremo utilizó la palabra “omisión” al revisar la condena, los jueces de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional defienden que, en este caso, no se puede hablar de “error craso o evidente”. Alegan que la Audiencia de Barcelona “rechazó de manera motivada” la “relevancia” de ese informe exculpatorio, cuando la sentencia del Supremo mantiene que no hizo “referencia alguna” al mismo en su resolución.
“Creo que la sentencia de la Audiencia Nacional falta a la verdad. El Tribunal Supremo habla de una omisión que se podría haber evitado y dice claramente que el informe pasó desapercibido”, sostiene la abogada de Tommouhi, Celia Carbonell, que ya está preparando el recurso contra la decisión de denegar la indemnización. “Vamos a seguir, necesito que Ahmed vuelva a sonreír”, mantiene la letrada, que también firma el recurso de revisión que dio la vuelta al caso dos décadas después.
El peso de la “etiqueta” de violador
Entre tanto, esta última decisión de la Audiencia Nacional pone de nuevo el foco sobre la responsabilidad del Estado con las personas que han sido encarceladas de forma injusta. En 2019, el Tribunal Constitucional amplió los supuestos de reparación económica a todos los casos de prisión preventiva indebida. En principio, parecía que esa resolución iba a abrir la puerta a indemnizaciones a todas las personas que habían sufrido prisión preventiva y posteriormente eran absueltas siempre que acreditaran que el paso por la prisión les provocó algún tipo de perjuicio. Hasta entonces, la ley únicamente preveía indemnizaciones cuando se considerara probado que el delito imputado no había existido.
Sin embargo, el tribunal de garantías también dijo que de su sentencia no debe derivarse la conclusión de que la indemnización es automática en todos los supuestos y que sus presupuestos y alcance deben acotarse en la ley y, en su ausencia, mediante la interpretación de la Administración y los órganos judiciales. En este caso, la Audiencia Nacional interpreta que no hubo error judicial y confirma la decisión del Ministerio de Justicia de no indemnizar a Tommouhi.
Su nieta Firdaous explica que esta última resolución ha sido un duro golpe para su abuelo, que no es capaz de sacar fuerzas para atender a los medios de comunicación que durante estos días piden hablar con él. “Él se enteró de la sentencia el martes por la llamada de un periodista. No entendió bien lo que le había dicho y no tuvimos más remedio que explicárselo”, explica la joven, que tiene 23 años. “Ha vivido una situación muy dura, lleva muchos años arrastrando la etiqueta de que entró a prisión por violador”, dice Firdaous, que está convencida de que su abuelo va a seguir luchando. “Él dice que la esperanza nunca se pierde”, sentencia.
Fuente: https://www.eldiario.es/politica/pe...
Tommouhi, a la izquierda, y García Carbonell, el autor real de las violaciones, a la derecha.
Alemania se prepara para la guerra: Transforman fábricas de coches para construir armas
Omar Kardoudi
La patada al tablero geopolítico que ha supuesto la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha obligado a los países europeos a elaborar sus propios planes de defensa. Y los movimientos entre las empresas del viejo continente no han tardado en llegar. El mayor fabricante de armas europeo, la empresa alemana Rheinmetall, ha anunciado que va a reorganizar sus instalaciones de Berlín y Neuss, que hasta ahora fabricaban piezas de automóvil, para producir municiones y otros productos de defensa.
Según los planes de la compañía, ambas fábricas pasarían a formar parte de la división de Armas y Municiones de Rheinmetall y servirían como plantas híbridas. Esto, aseguran, permite la fabricación de armamento a la vez que garantiza parte de la producción de automóviles existente.
La empresa afirma que todavía no se han tomado decisiones definitivas sobre la nueva estructura de las fábricas. Aunque aseguran que en las instalaciones no se procesarán explosivos, sino que servirán para producir componentes de protección y mecánicos para uso militar.
"Por encima de todo, las plantas se beneficiarán de la fuerza industrial que tiene el Grupo Rheinmetall como uno de los principales proveedores de equipos militares, así como de la gran demanda de los clientes en Alemania y en todo el mundo", explican fuentes de Rheinmetall a Reuters. "Estamos bien preparados y no tenemos por qué ser tímidos: hay que actuar ya por la seguridad en Europa", asegura Armin Papperger, director general de la compañía.
Rheinmetall no es la única empresa alemana que está transformando sus instalaciones civiles en fábricas de producción militar. A principios de este mes, KNDS Deutschland anunció su intención de reconvertir su planta de fabricación de vagones de ferrocarril de Goerlitz, al este del país, para la producción de vehículos blindados como el carro de combate LEOPARD 2 y el vehículo de combate de infantería PUMA.
Una apuesta por el gasto militar
Las presiones de Trump a Europa para que suba su gasto militar y la reciente cumbre de seguridad celebrada en Múnich tras el ninguneo del presidente de EEUU a la UE y a Ucrania en las conversaciones de paz con Rusia han hecho que las acciones de los fabricantes europeos de armamento se disparen.
El índice STOXX aeroespacial y de defensa (.SXPARO) alcanzó máximos históricos la semana pasada. La apuesta de los inversores es que los gobiernos europeos entrarán en una escalada de gasto en armas y equipamiento militar para paliar la dependencia de EEUU en materia de defensa.
“Para mí será una absoluta prioridad fortalecer lo más pronto posible a Europa para que, paso a paso, dejemos de verdad de depender de Estados Unidos”, aseguraba Friedrich Merz, el que posiblemente será nuevo canciller alemán, en una tertulia televisiva con los principales candidatos de las generales germanas.
La derrota de Occidente en el pensamiento de Emmanuel Todd
Eric Calcagno
La caída de valores que le dieron primacía descompone los Estado Nación y la democracia liberal.
No, nadie pensaba que habría una guerra en Europa, "el continente de la paz perpetua"; no, nadie esperaba que un conflicto surgiera entre Rusia y EEUU, cuando éste persigue a China; no, ni Ucrania arrolló al ejército ruso ni las sanciones impuestas por Occidente afectaron la economía rusa (más bien la fortalecieron); no, Europa ya no juega ningún rol relevante, todo es Reino Unido y más OTAN; no, la industria bélica occidental no puede abastecer las necesidades ucranianas en el frente (ni las propias). No. Ninguna de las predicciones realizadas antes de la guerra en Ucrania se cumplieron. Así empieza "La derrota de Occidente", por ahora el último libro del francés Emmanuel Todd. Sí, es cierto, habla de la guerra en Ucrania; si, analiza a Europa, a los EEUU y por supuesto sí, a Occidente.
Emmanuel Todd nació en 1951 en Saint-Germain-en-Laye, conurbano parisiense chic, de una familia habitada por la cultura, la política y el compromiso. El abuelo que Todd no conoció -aquel amigo del alma de Jean Paul Sartre- fue el filósofo Paul Nizan, caído en combate en las afueras de Dunquerque en 1940. El padre de Emmanuel es Olivier Todd, uno de los pilares del periodismo francés de la posguerra, además de ser primo de Claude Levi-Strauss. Corona ese capital cultural Emmanuel Le Roy Ladurie, un amigo de la familia, que además de ser discípulo de Fernand Braudel le dará al joven Todd el gusto por la historia de las mentalidades. Es la marca de calidad de la Ecole des Annales, fundada en los años 1930 por Lucien Febre y March Bloch. Una de las metodologías privilegiadas es la cuantificación estadística sobre la base de la documentación de la época estudiada antes que sobre los relatos de reyes y batallas. Ese tiempo largo que se mide en siglos también incorpora el tiempo medio, lo que llamamos mediano plazo, medido en decenios, y el tiempo de los acontecimientos, que suelen ser más cotidianos.
Emmanuel Todd estudiará tanto en París como en Cambridge los sistemas familiares a lo largo de los siglos, y la influencia de la estructura familiar en los sistemas políticos y económicos. En un momento donde el estudio del largo y mediano plazo ya no existe, desalojado que fuera por el acontecimiento reducido a la anécdota o al chisme, "La derrota de Occidente" tiene el mérito de restablecer algunas evidencias olvidadas, algunos métodos relegados, el necesario debate de ideas. Sí, son esas argumentaciones teóricas propias de los intelectuales, antes de ser desplazados por los marketineros, ellos mismos sacrificados en el altar de youtubers, influencers o redes, vacías hasta la náusea.
Valores en fuga
Y si estos tiempos son los de declive para Occidente, sostiene Todd, es porque los valores que garantizan la existencia y la moral que dan sentido a las personas y a la sociedad a través de los sistemas familiares ya no funcionan Al principio —es decir, hace siglos— la familia inglesa era una familia núcleo —padre/madre/hijos— regida por el protestantismo, cuyas exigencias personales —el asunto de la salvación o la caída— estaba ligada al imperativo de cada uno en leer la Biblia en idioma común (no en latín), lo que trajo una alfabetización masiva, con las consiguientes ganancias de productividad en la economía. Quizás Dios dejaba marcas en el camino de la prosperidad. Como,además, ese sistema familiar era arbitrario desde el punto de la herencia, pues el padre podía designar a quien quisiera como heredero sin preocupación por los demás miembros de la familia, quedó establecida la costumbre de la desigualdad. Ese sistema que también cundía en Escandinavia y en Prusia fue exportado a los EEUU en tiempos de las trece colonias. En ese caso, tal puritanismo tuvo que adoptar formas de igualdad entre blancos, tanto contra los pueblos originarios que debían someter como contra los afroanortemericanos a quienes necesitaban esclavizar. Esos sí merecen la desigualdad.
De esa configuración nacerá la democracia en Norteamérica descripta por Tocqueville. Eran tiempos de protestantismo practicante puro y duro, lo que marcó "el nacimiento de una nación", como el título de la película de D. W. Griffith de 1915, un canto de amor al Ku Klux Klan. Ese film costó 100.000 dólares de la época y recaudó entre 50 y 100 millones. Un dineral que a valores de hoy supera por mucho cualquier Avatar.
Todd distingue tres estadios en la religiosidad: activo, zombie y cero. Activo es cuando los valores de la religión rigen los comportamientos individuales y sociales: se va a misa, se respetan los ritos y se acepta las exigencias de la moral religiosa, tanto hacia sí mismo como hacia el conjunto de la sociedad. El modo zombie es cuando las personas continúan con esas actitudes —aún queda un viejo fondo moral— pero ya creen poco o nada. Los valores constitutivos parecen estar ahí, pero la práctica es cada vez más precaria. El grado cero corresponde a la caída de esa religiosidad —cualquier religiosidad— que daba un sentido a las partes en un todo que las incorporaba y significaba.
Después de todo, la moral son las costumbres. Por eso, para Todd el casamiento entre personas del mismo sexo es la marca del grado cero de la religiosidad —está prohibida por todos los credos— y ese grado cero también denota la falta de adhesión colectiva a un proyecto político-social, sea cual fuere. De más está decir que Todd recibió críticas acerca de esta apreciación, que el pensamiento convencional consideró homofóbica, cuando en realidad él aclara que toma el matrimonio igualitario como indicador social, no como una opinión. Es decir, Occidente no cae por el matrimonio homosexual, sino que el matrimonio homosexual existe porque los valores dominantes de Occidente ya cayeron. El problema, escribe Todd, es que la religión no es sólo la creencia o la institución en un Dios, sino que además es el origen de las demás formas de pensamiento y organización política. ¡El siglo de las luces tuvo que salir de algún lado!, digo yo. Porque la desaparición de la matriz religiosa, ya sea protestante o católica, entraña la desaparición de todo lo que tiene que ver con la matriz religiosa, lo que incluye la ilustración, el racionalismo y la idea de universalidad.
De allí que la derrota de Occidente sea la descomposición de los procesos políticos, entre los que figura el Estado Nación como portador de un proyecto colectivo. Ya no existe esa "solidaridad entre las generaciones" de la que hablaba Ernest Renan, diríamos, esa conciencia política en forma de religión laica que reúne pueblos por el recuerdo de haber hecho grandes cosas juntos en el pasado y la voluntad de asumir un futuro común. Podríamos decir que el "malestar en la civilización" evocado por Freud fue resuelto por Occidente mediante el aumento del malestar y la disminución de civilización.
La cuestión de Ucrania
Es así como entendemos que la derrota de Occidente no es una derrota en el campo de batalla, al menos no es la única, ni las más importante. Una guerra perdida pertenece al ámbito de los acontecimientos, por cruel que sea —como toda guerra— pero se inscribe en tendencias de mediano y largo plazo. Y también es así que Todd observa que el oeste de Ucrania es el más pro-europeo, y también aquel que registra más presencia de un nacionalismo filo-fascista. El centro del país, abandonado por las clases medias educadas que prefirieron emigrar a Rusia, queda debilitado frente a poblaciones del este de Ucrania que no son rusófonas, sino que son rusas. Por lo tanto la idea de una milenaria nación ucraniana atacada por Rusia en violación del derecho internacional carece de evidencia empírica. No es más que propaganda política.
Igual de falso es la agitación acerca de una renovada "teoría de los dominós", según la cual si Kiev cae en manos rusas, entonces también los cosacos caerán sobre las demás capitales europeas. Todd desdeña esas elucubraciones, puesto que considera que la Federación de Rusia carece de la fuerza demográfica para encarar una guerra larga contra la OTAN, que además no le interesa. Con 17 millones de kilómetros cuadrados, Rusia es un Estado-Nación gigante, más preocupado por poblar el espacio propio que por apropiarse de espacios ajenos. Parece que la dirigencia rusa del siglo XXI está bastante contenta de no tener más la carga de los "países hermanos" del bloque soviético. Son otros tiempos.
La Federación de Rusia no conoce la actual crisis de Occidente, aunque quizás experimentó algo parecido cuando cayó la familia rusa tradicional que predominó durante siglos. Era el modelo de una familia "autoritaria, comunitaria e igualitaria", compuesta de un padre todopoderoso, hijos que permanecen en el hogar, mujeres que se van a otros grupos familiares, nietos que crecen en la misma casa... aunque con igualdad de herencia para los descendientes. Ese modelo comenzó a resquebrajarse con el fin de la servidumbre y el comienzo de la alfabetización en la segunda mitad del siglo XIX. Luego vendría el cataclismo de la Revolución Rusa. Matar al padre tiránico, matar al Zar, terminar con la religión desde 1917, también fue lanzar el ser ruso a la nada, lo que permite también la construcción y aceptación de un Estado que es creador de derechos sociales, en especial de las mujeres —el aborto fue legalizado en 1920—, garante de la prosperidad con la planificación económica y protector de las normas sociales mediante el control político.
Aquí, una vez más, Todd recalca la importancia de los sistemas familiares tradicionales, que aunque superados en el tiempo conservan importancia en el inconsciente social. A prueba de ello cita esta vez la caída del comunismo en los años noventa, en donde la imposición de un modelo occidental de libre mercado fracasó en Rusia, habida cuenta de que no es posible trasladar un sistema producto de una familia nuclear liberal desigualitaria de tipo anglosajona en una sociedad marcada por la estructura familiar comunitaria, autoritaria e igualitaria de tipo eslava. Cuando creen que se acabaron las clases, aparecen las estructuras familiares.
Como no le preguntaron a ningún especialista en ciencias sociales, la experiencia libremercadista redundó en otra catástrofe en donde el ser ruso fue otra vez lanzado al vacío, hasta la recuperación de la sociedad de la Federación de Rusia, que tiene a Vladimir Putin como modelo. Rusia es hoy una economía capitalista industrializada, con Estado de Bienestar y, sobre todo, con un mismo proyecto de Nación. No es Putin, dice Todd, quien creó la Rusia actual, sino que fue la sociedad rusa la que creó a Putin, que gobierna una democracia autoritaria y no una democracia liberal.
La deserción de las élites
De hecho, Todd es bastante crítico de esas democracias liberales que abandonaron todo proyecto político. Porque si, como la naturaleza, también la política tiene horror del vacío, la falta de un encuadramiento del individuo en alguna ideología, moral o proyecto colectivo engendra... la nada. Así es como la renuncia de Occidente a la política produce nihilismo, como resultado de la deserción de las élites. La reacción ante el vacío es la deificación de la nada, expresada por una voluntad de destrucción permanente de las cosas y de los seres, en una perpetua negación de la realidad. Para Todd, el ejemplo de ese nihilismo es la actual política exterior estadounidense, que ya no puede ser analizada de manera racional. El nihilismo es perseguir un sueño imposible mediante la violencia absoluta y continua. Por más violencia que se le otorgue, no va a suceder. Y si sucede, no va a ser muy lindo. Por eso, al final de "La derrota de Occidente" Todd habla de Gaza.
Ya en "Después del Imperio" (2002), Todd señalaba que "los EEUU se convierten en un problema para el mundo. Estábamos acostumbrados a ver en ellos una solución. Garantes de la libertad política y del orden económico durante medio siglo, aparecen cada vez más como un factor de desorden internacional, promoviendo donde pueden la incertidumbre y el conflicto". La paradoja reside en que si hay un avance de la democracia en el mundo, los EEUU son cada vez menos útiles desde el punto de vista militar, y no aceptan ser una democracia más entre tantas. Es cierto que los EEUU son excepcionales, diríamos nosotros, pero de allí a creer en el "excepcionalismo" norteamericano existe la misma distancia que hay entre una observación científica y una creencia moral. "En el mismo momento en que el mundo, en curso de estabilización educativa, demográfica y democrática, descubre que ya no necesita tanto a los EEUU, los EEUU descubren que necesitan del mundo".
Además son incapaces de elaborar e instrumentar un sistema de reindustrialización basado sobre la sustitución de importaciones, como hiciera Perón en Argentina. La globalización occidental fue un éxito en cuanto a la liquidación de las clases obreras nacionales, pero cuando cae la globalización... ¿Qué hacer con una superpotencia económicamente dependiente y políticamente inútil?, se pregunta Emmanuel Todd. Tanto más grave que los desequilibrios de las cuentas externas de la economía estadounidense precisan de flujos de capital equivalentes provenientes del resto del mundo, por lo que se ha convertido en una economía depredadora, para lo que necesita un aparato militar que asegure la predominancia en el mundo. ¿Cuánto de poder o de impotencia demuestra ese comportamiento?
El giro geoeconómico
La guerra en Ucrania también pone de manifiesto la desindustrialización de Occidente. Es el resultado de creer que las finanzas generan valor, producto de la neoliberalización de las economías. Pero no. Hay personas que fabrican cosas, algo que el mercado financiero no hace. Así es como Todd expone los porcentajes de estudiantes que eligen carreras de ingeniería en 2020, según datos de la OCDE: en China, llegan al 33%; en Rusia son 23%, como Alemania, mientras que la proporción baja a 13% en Francia, 9% en el Reino Unido y solo 7% en EEUU Es así como Rusia forma más ingenieros que EEUU, tanto en porcentaje como en números absolutos, aunque el conjunto de los estudiantes del país norteamericano triplica al ruso (EEUU tiene más del doble de población). Para Todd, no sólo son los ingenieros, sino que también son los las líneas medias y los obreros especializados los que forman unidades de producción de bienes. ¿También de sentido?
En 1976, el primer libro de Todd fue "La caída final", acerca del derrumbe de la Unión Soviética, cuyos índices de mortalidad infantil, muy superiores a los estadounidenses, desmentían la solidez del sistema y presagiaban una precarización de la sociedad. Hoy EEUU tiene mayor mortalidad infantil que la Federación de Rusia. Todd también denuncia el seguidismo de los países europeos nucleados en la OTAN, que suponen estar del lado del bien si están con EEUU, cuando en realidad están alineados con las oligarquías norteamericanas dopadas por la guerra en Ucrania. Podemos decir que la OTAN es la instancia por la cual todos los países europeos multiplicados por EEUU dan como resultado final... EEUU. De allí que Todd sostenga que la derrota de la OTAN en Ucrania es lo que puede revivir la integración europea, sobre bases políticas y nacionales,más que monetarias y globalistas.
Por supuesto que las ideas de Emmanuel Todd provocan polémicas. Con "La derrota de Occidente", los diarios más prestigiosos de Francia, como Le Figaro, Le Monde o Libération lo acusaron de ser un agente ruso, de replicar la propaganda de Putin, de estar equivocado... bueno, nada a lo que Todd no estuviese acostumbrado. En efecto, la especialización sobre los sistemas familiares en el largo plazo, que estructuraron la formación y la tesis de Todd, no le impidió utilizar ese arsenal metodológico en diferentes temas de actualidad. Desde la crítica a la Unión Soviética en 1976 al fin de la hegemonía estadounidense en 2002; desde la formación de Francia (1981), de Europa (1991), de los sistemas de parentesco en el mundo (1983, 1984, 2011, 2017), quizás las obras con más características científicas, a las no menos rigurosas reflexiones sobre el tema de "Charlie Hebdo"(2015), que Todd considera una expresión ligada a los restos de religiosidad reaccionaria francesa más que a la defensa de la libertad de prensa.
La integración de los inmigrantes —sostiene en 1994— es más viable a través de las uniones mixtas propias de las familias igualitarias, que prefiere por mucho a la formación de guetos comunitarios propias de los sistemas anglosajones. En respuesta a Samuel Huntington, que hablaba de la guerra entre las civilizaciones sobre bases religiosas, Todd contesta con el encuentro de las civilizaciones (2007), siempre sobre las bases que suponen la alfabetización, la elevación de la mujer y la educación superior. Incluso llegará a publicar "La lucha de clases en Francia en el siglo XXI" (2020) —vaya guiño—, donde escribe que cuando los sistemas familiares quedan precarizados por el auge del neoliberalismo, entonces reaparecen las clases sociales. Dialéctica, que le dicen. En 2024, Emmanuel Todd publicó también "Erase una vez la familia", un comic dibujado por Terreur Graphique (un seudónimo del artista ilustrador) que presenta las teorías sobre la familia, donde demuestra que además puede ejercer el sentido del humor y la auto ironía. Ya lleva un millón de ejemplares vendidos en Francia.
Por supuesto, recomendamos la lectura de "La derrota de Occidente". Aunque debemos considerar que este libro, por polémico que sea —y bienvenido sea—, no es un libro de circunstancia, sino que es el resultado de una profunda reflexión del autor que recorre decenios tanto como análisis de siglos de historia. Para quienes no lo conocen, será una buena puerta de entrada al pensamiento de Emmanuel Todd, y para quienes se interesan en los problemas geopolíticos, podrá plantearles interrogantes que no existen en los medios dominantes, en un sano y urgente ejercicio del espíritu crítico, ese que permite distinguir lo esencial de lo accesorio.
tektonikos.website
Tomado de La Haine.
Cuarenta 'almas' se concentran en Elx para pedir la Paz
En estos tiempos de entierro papal, para tratar de hacer crónica del acto pacifista que todos los meses convoca en la ciudad de las palmeras la plataforma Elx per la Pau, vamos a recurrir a fuentes vinculadas al catolicismo.
En sus redes sociales escribía el octogenario cura en activo Pepe Lozano quien, además de cura, es miembro, también activo, del Grup Antimilitarista Tortuga, colectivo que comparte con ateos, anarquistas, descreídos, cáusticos humoristas y entusiastas de Jean-Luc Godard:
"CONCENTRACIÓN
Como todos los meses, ayer, el 24 de abril, hicimos una concentración por la paz. Éramos unas 40 personas. El hecho de que seamos tan poca gente en este acto por la paz, y de que en las procesiones de la Semana Santa vayan tantos miles de personas, nos hace pensar un poco. Son importantes las procesiones, pero ¿no es importante un acto para pedir por la paz que Dios quiere para la humanidad, cuando mueren cada día tantas personas en la guerra? Jesús dice en el Evangelio de Mateo 5,8: 'dichosos los que trabajan por la paz porque ellos se llamarán los hijos de Dios'.
Feliz viernes para trabajar por la paz junto con todos los que trabajan por ella…"
A su vez, en otro lugar de internet, contestaba Paco Verdú, más joven y que también fue cura, si bien ya no lo es:
"No son pocas 40 personas; son 40 familias, a 3 miembros por familia 120, a 3 amigos o amigas por cada uno, 360 personas mínimo trabajando o hablando de la Paz, las matemáticas no fallan, fallarán otras cosas y ahí entrará la reflexión personal y colectiva."
Solo añadir que en el acto, que se celebró en la Plaça de Barcelona, en el barrio de Carrús, como siempre, hubo lugar para la música y la poesía, que se leyeron sendos manifiestos contra el genocidio de Palestina y la guerra de Ucrania y que se recordó una de esas guerras de las que no hablan los medios de comunicación; la de Darfur, en Sudán.
- También hubo lugar para el recuerdo de quienes ya no están entre nosotras.
Denuncian a un policía por darle una paliza a un menor marroquí al grito de 'moro de mierda' en Murcia
laSexta.com
Un policía local de Murcia ha sido acusado de haberle pegado una brutal paliza a un menor marroquí al grito de "moro de mierda". Unos hechos que fueron grabados en vídeo por las personas que presenciaron la escena.
Según ha desvelado 'El Español', los hechos se produjeron el pasado 12 de abril cuando el menor, de 15 años, estaba bebiendo con unos amigos sentado en un parque próximo a un supermercado de la avenida Juan de Borbón donde se había producido un robo.
En ese momento, se personó en el lugar una patrulla de la Policía Local, que se aproximó a él para pedirle su carné de identidad. Según cuenta el menor en la denuncia que ha interpuesto acompañado de su madre, el agente comenzó a lanzarle gritos de "moro de mierda" y otros insultos.
A continuación, el menor relata que fue apaleado por el policía. "Me levanté y me dispuse a sacar el móvil del bolsillo y un policía local comenzó a golpearme. Intenté alejarme, cuando un policía me coge, me tira al suelo y me golpea en la cabeza", explica, según recoge el citado medio.
Tras esto, los agentes le trasladaron a Urgencias debido a que había perdido la consciencia. Una vez recuperado, le hicieron pasar la noche en comisaría.
En su declaración, recalca que tiene vídeos que grabaron sus amigos. "Hay testigos de los hechos denunciados" asegura.
El gobierno español ha adjudicado 46 contratos armamentísticos a Israel desde el inicio de la guerra de Gaza
Público /EFE
Desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, España ha adjudicado un total de 46 contratos a industrias militares israelíes, con un valor de 1.044.558.955 euros, según un estudio del Centro Delàs de Investigaciones para la Paz basado en los datos publicados por la Plataforma de Contratación del Estado.
De los contratos mencionados, diez aún no han sido formalizados, por lo que el centro de estudios solicita su cancelación. Entre estos se encuentran adquisiciones de material militar israelí, como los lanzacohetes SILAM (por un valor de 576,4 millones de euros) y los misiles Spike (237,5 millones de euros). Además, incluyen acuerdos con las empresas de defensa israelíes IMI Systems LTD, Netline Communications Technologies (NCT) Ltd y Guardian Homeland Security S.A.
El informe señala que el Gobierno "ha mantenido la contratación de productos militares a empresas israelíes a pesar de haber reiterado que esto no ocurría en diversas ocasiones tanto en medios de comunicación como en sede parlamentaria".
"La estrategia de que la mayor parte de los contratos adjudicados a la industria israelí también implique y beneficie a la industria española facilita a la industria israelí ser adjudicataria de esos contratos y genera una preocupante complicidad entre las empresas de armas españolas y las israelíes", añade la entidad.
En este sentido, el Centre Delàs considera necesario "cancelar de inmediato todos los contratos formalizados o en ejecución que contribuyan a mantener, legitimar o impulsar el genocidio y los crímenes de guerra de las acciones militares de Israel sobre la población civil palestina de Gaza y Cisjordania".
"Los hechos han demostrado -agrega- que el anuncio del Ministerio del Interior de que iba a revocar la adjudicación de un contrato de compra de munición israelí para la Guardia Civil no se correspondía con la realidad. No se había iniciado ningún procedimiento administrativo para llevar a cabo la revocación sino que se habían limitado a analizar si la revocación era posible".
Para el Centre Delàs d'Estudis per la Pau, si el Gobierno hubiera acordado un embargo integral de armas a Israel que incluyera, entre otras medidas, importaciones y prohibiciones de contratar a empresas israelíes de defensa o a sus filiales "ninguno de estos contratos administrativos se hubiera celebrado".
En la misma línea, alega que si el Ejecutivo "tuviera voluntad política podría imponer ese embargo a través de un decreto ley en la próxima reunión del Consejo de Ministros".
La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: Darfur (Sudán)
El 60% de los soldados que dejaron el ejército español con 45 años está en el paro: Son más de 4.400
Gastón Trelles
La inserción en la vida laboral civil de los soldados y marineros que deben abandonar las Fuerzas Armadas al cumplir 45 años, momento en el que pasan a ser reservistas de especial disponibilidad (RED), sigue siendo una cuenta pendiente del Ministerio de Defensa. Si bien, en los últimos años, desde el departamento de Margarita Robles han redoblado esfuerzos para que estas personas no engrosen las cifras del paro, lo cierto es que solo el 43% de los RED ha conseguido un nuevo empleo tras abandonar el Ejército, según publica el Observatorio de la vida militar en su último informe.
De los datos difundido por este órgano dependiente de las Cortes Generales, se extrae que, en 2023, 2.339 efectivos de la tropa se transformaron automáticamente en reservistas de especial disponibilidad, al alcanzar la edad señalada y no haber conseguido una de las 1.000 plazas ofertadas ese año para volverse militar de carrera. De esta manera, elevaron a 7.729 el número de RED, de los que más de 4.400 permanecían desempleados, al 1 de enero de 2024.
Todos estos reservistas, tengan trabajo o no, perciben una asignación mensual por disponibilidad que, tras un incremento del 4,52% en 2023, asciende a 708,28 euros. La misma se cobra hasta los 65 años. Sin embargo, a esta suma hay que restarle los correspondientes impuestos, por lo que lo que se ingresa es todavía inferior. Esta paga, no obstante, es incompatible con cualquier otra retribución procedente del sector público. Este detalle no es menor dado que, ante las escasas oportunidades en el sector privado, es en otras áreas de la administración pública donde este personal encuentra un nuevo empleo.
Para paliar el desempleo entre exmilitares de la escala de tropa y marinería, la más baja y numerosa de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil, la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera deben, por ley, reservar un cierto porcentaje de plazas en cada una de las convocatorias de nuevo personal que lleven a cabo, el cual, como mínimo, debe alcanzar el 40% en el caso de la Benemérita y el 20% en los otros dos cuerpos. De igual manera, el Ministerio de Defensa ha firmado acuerdos con Comunidades Autónomas y Ayuntamientos para que las policías autonómicas y locales también dispongan de puestos exclusivos para militares.
En este sentido, a lo largo de 2023 y principios de 2024, las tres fuerzas mencionadas reservaron 1.539 plazas. Sin embargo, estas no son exclusivas para RED, dado que también pueden presentarse a ellas soldados en servicio activo. Esto responde al interés del Gobierno de que este personal, próximo a los 45 años, encuentra trabajo fuera del ejército incluso antes de alcanzar la condición de reservista.
Por qué los soldados son expulsados de las Fuerzas Armadas a los 45 años.
Oportunidades en el sector privado
Donde los soldados españoles, tanto en activo como reservistas, encuentran mayores inconvenientes en el sector privado, tal como vienen denunciando distintas asociaciones profesionales, como la de Tropa y Marinería (ATME). En 2023, en el Sistema de Aprovechamiento de las capacidades Profesionales del Personal Militar (Sapromil), plataforma en la que se publican distintas propuestas laborales, tanto del ámbito privado como público, a las que pueden presentarse efectivos de la tropa, se publicaron 822 empleos, solo 172 pertenecían al sector privado. De acuerdo al Observatorio de la vida militar, a esta últimas se presentaron como candidatos 504 personas, de las que 137 eran RED. En Sapromil hay 576 compañías registradas, con una media de 70 firmas que anuncian activamente, y 21.688 soldados inscritos: 18.162 en activo y 3.526 RED.
Otras de las iniciativas que busca promover la inserción de exmilitares en el mercado laboral civil es el denominado proyecto “Es Tu Fuerza”, para el que han unido fuerzas el Ministerio de Defensa y la CEOE y que se enfoca, principalmente, en los sectores de las tecnologías de la información, construcción y transporte, logística y autoescuelas En 2023, las 110 empresas que participan en el programa ofertaron 88 vacantes, a las que se inscribieron 906 interesados.
Trump: América Latina y el declive del globalismo
Eduardo Luque
Donald Trump se ha convertido en el máximo exponente de una nueva etapa en las relaciones internacionales. Podríamos calificarla como de «neoliberalismo soberanista». Este modelo combina el proteccionismo económico y las aspiraciones de un Estado fuerte que pretende expandirse. En ese proceso, el choque con otras potencias constituye una necesidad casi vital.
El modelo que inaugura Trump es la reacción directa al globalismo predominante en las últimas décadas. En este contexto, América Latina se transformará, como ya lo es, al igual que África, en un campo de disputa entre Estados Unidos y potencias como China o Rusia, países que buscan moldear la región según sus intereses estratégicos, aunque con métodos diametralmente opuestos a los norteamericanos.
En sus discursos, Trump enarbola la doctrina del «destino manifiesto», un concepto que se consolidó en el imaginario colectivo estadounidense en el siglo XIX y que justifica las aspiraciones expansionistas de este país. La idea nació y se expandió en los círculos protestantes blancos del denominado Segundo Gran Despertar entre 1795 y 1835. Fue el presidente William McKinley, muy admirado por Trump, quien defendió en aquel momento la política de aranceles y el expansionismo imperial. Siguiendo la estela del presidente decimonónico, Trump promete convertir a Estados Unidos en «la envidia de todos los países» mediante políticas que combinen el aislamiento estratégico y el intervencionismo selectivo. Desde el control del Canal de Panamá hasta la exploración de Marte, el “presidente” ha declarado su intención de proyectar la hegemonía estadounidense hacia horizontes «nuevos y bellos».
El ascenso del nuevo inquilino de la Casa Blanca marca no solo el declive del globalismo, sino que también arrastra a las instituciones que lo sostenían, como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE o la propia ONU. Estos pilares del orden global de la posguerra se verán relegados o reformados bajo la presión de esta nueva doctrina. Figuras políticas como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orbán en Hungría y Jair Bolsonaro en Brasil encarnan o han encarnado variaciones locales de este modelo, lo que evidencia su alcance global.
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El expresidente Biden, en su momento, mantuvo una política que reflejaba el globalismo tradicional representado por los demócratas. Aunque nominalmente la administración Trump represente otra cosa, no se producirá una ruptura absoluta entre un período y otro, sino que habrá una continuidad entre este viejo globalismo y el nuevo «neoliberalismo nacionalista». Trump propone un modelo económico que insiste en los procesos de acumulación por desposesión de forma acelerada. América Latina jugará un papel crucial debido a su proximidad geográfica y la riqueza de recursos naturales que alberga. Sin embargo, este cambio no está exento de contradicciones. Las élites dominantes, nacidas al calor de la globalización, han pugnado entre ellas y amenazan con fracturas internas ante la presión de este nuevo paradigma. Los «centros ideológicos y políticos» tradicionales se desdibujan, siendo sustituidos en la gobernanza mundial por reuniones y encuentros en los que los nuevos actores (la nueva oligarquía tecno-comunicacional nucleada alrededor de Trump) colisionan. No veremos, como se teoriza, la aparición de un “gobierno mundial” que gire en torno a la denominada clase capitalista transnacional (aunque el proceso de concentración de capitales, tal y como advertía Lenin, se acelere). Las contradicciones entre los diferentes grupos de poder lo impiden. Por otro lado, aún son necesarios los Estados y las normativas que construyen y que permiten a las grandes compañías maximizar sus beneficios.
Trump no escogerá el poder “blando” del que habla Emmanuel Todd, sino que optará por un enfoque más agresivo que combine políticas proteccionistas y acciones de fuerza para consolidar su hegemonía. Entramos en un espacio donde la violencia y la coacción serán, nuevamente, el pan nuestro de cada día.
Estados Unidos buscará sustituir las importaciones necesarias para su industria por materias primas provenientes del subcontinente latinoamericano, consolidando cadenas de valor regionales que respalden la economía de la metópoli. Sin embargo, esta estrategia afronta limitaciones. China se ha posicionado fuertemente, invirtiendo cientos de miles de millones para acceder a materias primas mediante la creación de infraestructuras portuarias y de telecomunicaciones de todo tipo, utilizando ampliamente créditos blandos. Vemos cómo personajes como Bolsonaro en su momento o Milei ahora, a pesar de su feroz anticomunismo, negocian con el gigante chino. Estados Unidos intentará contrarrestarlo recurriendo al intervencionismo militarizado y autoritario para mejorar su posición global. Esta nueva “ruta de la seda norteamericana” tendrá un enfoque coercitivo, en contraste con la aproximación económica de China. En un contexto de desglobalización y regionalización de las cadenas de valor, América Latina será el epicentro de esta disputa estratégica. Las presiones de Estados Unidos se incrementarán, utilizando pretextos como la «guerra contra las drogas» y otras narrativas que justificarán la presencia militar y el control territorial en la región.
Vamos a presenciar un desarrollo importante de las cadenas regionales de valor. Estas son redes de producción y comercio que se desarrollan dentro de una región específica. Por ejemplo, en América Latina, un país podría extraer materias primas, otro procesarlas y un tercero ensamblar los productos terminados. Estados Unidos pretende reinterpretar esta doctrina, centrándose en el proceso extractivo en el país vasallo, pero trasladando la producción, que incrementa el valor agregado, a los propios Estados Unidos. El nuevo comandante militar del Comando Sur, en su discurso de toma de posesión, lo señalaba: «Siempre estaremos allí para las naciones con ideas afines, que compartan nuestros valores, nuestra democracia, nuestro Estado de derecho y los derechos humanos».
Trump llama a la reindustrialización del país, mientras China opta por desarrollar las cadenas internacionales de valor que se extienden más allá de las fronteras regionales. Aunque todo esto puede ser solo un sueño, Norteamérica enfrenta retos inmensos, y no es menor la baja calidad educativa de su población, provocada por los sucesivos procesos de privatización que ha sufrido el sistema educativo. Accidentes como el del puerto de Baltimore enfrentan enormes dificultades para ser subsanados, mientras los incendios en Los Ángeles señalan las enormes flaquezas de las infraestructuras del país. Mientras tanto, el desarrollo tecnológico en China asombra por su tamaño y eficacia. China seguirá siendo la “fábrica del mundo”. En 2024, los grandes almacenes Walmart importaban de China por valor de 49.000 millones de dólares, el 11,2% de las importaciones norteamericanas desde ese país, que sumaron en ese período la friolera de 448.000 millones de dólares. Desde el más humilde clavo hasta la maquinaria más sofisticada comienzan a tener el marchamo de “made in China”. Trump pretende paliar la situación a golpe de aranceles, pero: ¿cómo suplir esas importaciones cuando se ha perdido, a lo largo de varias décadas, un tejido industrial que ha emigrado hacia China o India? Cuando se imponen tasas, los productos se encarecen. Al final, el perjudicado por efecto de la inflación es el propio consumidor norteamericano, puesto que hoy por hoy Norteamérica no tiene alternativa a las importaciones chinas.
Aunque Trump reniegue de la realidad, estamos inmersos en un proceso de transición energética global que demanda enormes cantidades de recursos estratégicos como litio, cobalto y níquel, muchos de los cuales se encuentran en América Latina. Entre 2025 y 2050, se cree que la demanda de estos materiales se multiplicará por diez. En este escenario, países como Bolivia, Argentina y Chile serán clave, no solo por su abundancia en recursos naturales, sino también por su capacidad para negociar con ambas potencias. Mientras China desarrollará infraestructuras viales y portuarias para facilitar el acceso a estos recursos, Estados Unidos intensificará su presencia militar en la región, justificando estas acciones con el pretexto de combatir amenazas como el narcotráfico o el terrorismo. La creación de bases militares en puntos clave, como las Islas Galápagos en Ecuador, es uno de los ejemplos más visibles de este enfoque. Esto exacerbará las desigualdades en la región y generará tensiones sociales y políticas.
El senador Marco Rubio es una figura clave en la administración de Trump y será un arquitecto importante de la política exterior hacia América Latina. De origen cubano y con una postura marcadamente hostil hacia la izquierda latinoamericana, Rubio ha promovido sanciones económicas y respaldará intervenciones políticas contra gobiernos progresistas en la región. Aún se recuerda cómo participó supervisando la operación en el golpe de Estado en Bolivia en 2019. Rubio también actúa como un enlace directo entre los intereses empresariales estadounidenses y las élites locales en América Latina, favoreciendo políticas que beneficien a Washington. Este enfoque garantiza, como hemos señalado, una continuidad entre el viejo globalismo de los demócratas y el «neoliberalismo nacionalista» promovido ahora por Trump.
La falsa nube de debate que quiere generar Trump es el narcotráfico. Existen dos modelos principales para abordar el problema. Por un lado, está el enfoque que busca atacar las causas estructurales, adoptado por países como México y Colombia. Este modelo se centra en combatir la pobreza, reducir la desigualdad y crear oportunidades económicas para las comunidades más vulnerables. Al tratar las raíces del problema, se busca limitar el atractivo que tienen para los más pobres las actividades ilícitas. Ejemplos de esto incluyen programas de desarrollo comunitario, estrategias de reducción de cultivos mediante incentivos legales y un enfoque más humanitario hacia las comunidades afectadas por el narcotráfico. El segundo modelo es el liderado por Estados Unidos, que históricamente ha implementado un enfoque represivo, basado en la militarización y en el desarrollo de un entramado carcelario que es el mayor del mundo en relación con la población. Este modelo represivo persigue, en paralelo, la militarización de territorios estratégicos para Estados Unidos, estableciendo bases militares en regiones y países clave bajo el pretexto de combatir el narcotráfico.
Estos dos enfoques reflejan visiones contradictorias sobre cómo abordar un problema complejo. Mientras que México y Colombia apuestan por soluciones integrales y de largo plazo, el modelo estadounidense prioriza la respuesta inmediata y la demostración de fuerza, ignorando intencionadamente las causas profundas del problema. La «guerra contra las drogas» será reutilizada como una herramienta política para justificar la intervención en países clave. Evidentemente, estas bases militares que se proyectan no solo servirán, en realidad no se utilizarán para eso, en operaciones antidrogas, sino como puntos de influencia estratégica que refuercen la presencia militar estadounidense frente a la creciente expansión china en la región. El debate iniciado por el general Alvin Holsey a cargo de la IV Flota sobre el puerto de Chancay en Perú, financiado y construido por China, es un ejemplo. Evidentemente, según el nuevo general a cargo del Comando Sur de Estados Unidos, ese puerto ha sido construido para que la marina de guerra china tenga un punto de desembarco cerca de las costas norteamericanas. Refiriéndose a eso, dijo: «Nuestros adversarios han establecido una fuerte presencia, poniendo en peligro la seguridad y la estabilidad en todo el continente americano».
Ante estas presiones externas, la izquierda latinoamericana enfrenta múltiples retos. América Latina necesita construir un modelo de integración regional que priorice la sostenibilidad y la justicia social, acompañado de reformas tributarias progresivas. Uno de los grandes problemas de las fuerzas progresistas es que no se puede mantener una política social sostenida en el tiempo confiando únicamente en el incremento del precio de las materias primas, sin abordar el problema de la redistribución y el desarrollo de un sistema impositivo. Por otro lado, sigue sin resolverse el traspaso de los poderes entre un “líder carismático” y un líder “corriente”. También aquí, la integración latinoamericana en los BRICS puede servir de contrapeso a las imposiciones norteamericanas. Será un proceso complejo. Pudimos ver en la reunión de los BRICS en Kazán cómo Brasil (Lula), por imposición de Estados Unidos, vetaba la integración de Venezuela. Brasil se ha comportado como un país subimperialista y dependiente de Washington; lo vimos ahora y también en la época de Chávez, cuando el propio Lula se opuso a la creación del Banco de Desarrollo Latinoamericano.
'Conversión de la industria militar en Euskal Herria para no fabricar más guerras'
Juan Carlos Rois
Tortuga.
Con tan elocuente título el colectivo antimilitarista Gasteizkoak, afincado en Gasteiz, aporta un libro de providencial oportunidad en los tiempos que corren. Un libro que debería ser detenidamente leído y discutido por quienes desde las distintas articulaciones del antimilitarismo y del pacifismo buscamos nuevas preguntas y nuevas respuestas ante el panorama de remilitarización actual/pasada y el creciente protagonismo de los intereses militar/industriales en las políticas públicas.
El trabajo de este colectivo antimilitarista se distribuye en cinco grandes capítulos en los que se agrupan tres grandes bloques temáticos: una especie de enfoque general sobre el militarismo y el relato de la guerra que venimos sufriendo, un informe que radiografía la industria militar vasca y sus vasos comunicantes con los intereses políticos y sociales dominantes y un estudio de caso sobre el ejemplo del Plan Lucas, un intento social contra los intereses del militarismo de provocar una conversión de la industria militar hacia una paz con contenidos estructurales y más allá de las retóricas de un pacifismo oficial y de paz negativa.
El capítulo primero, bajo el título ¡Que viene la guerra!, contiene un análisis sugerente del militarismo y su íntima unión con el orden capitalista y los intereses lucrativos de sus grandes corporaciones, tanto europeas como de EE. UU. Un enfoque que puede muy bien servir para reorientar la perplejidad actual ante el empuje del relato del miedo y de la práctica militarista, tanto en la preparación como en el desarrollo de la misma.
Varios son los aciertos añadidos de este capítulo. El primero, advertirnos que la guerra no va a venir, sino que ya está aquí y de múltiples maneras. El segundo, el de detenerse en describir la estrategia planificada por los mercaderes de la muerte desde hace varias décadas para orientar gran parte de los recursos y lineamientos políticos de la UE y por extensión de occidente hacia los intereses de sus negocios.
Yo suelo explicar el carácter cíclico de la guerra, con sus tres fases (antes, durante y después) que se retroalimentan y que ocurren simultáneamente en el escenario que llamamos «aquí» (donde se diseñan, planifican y retroalimentan) y «allí» (donde se sufren) para llegar a la conclusión doble que Gasteizkoak explica de otra manera. La guerra no va a llegar, amigos, la guerra ya está aquí, no va a venir porque ya ha venido y estamos de lleno en ella en el papel de víctimas y, sobre todo, de promotores complacidos de la misma. Guerra militar y guerra por otros medios, el orden de la guerra, es la entraña lógica del capitalismo y nosotros, por activa y por pasiva, hacemos ya parte (y de paso colaboramos en ella) de la guerra y de sus lógicas.
Lo que ahora tenemos no es la guerra nueva sino el reposicionamiento de los decisores políticos de esta parte del tablero, junto con el relato que pone corolario a esta nueva vuelta de tuerca. Gasteizkoak detalla un calendario de pasos precisos dados en esta preparación de la guerra por parte de los halcones de la UE y aconseja a mirar a dónde señala el dedo de los que anuncian las calamidades y qué pretenden con su prédica de miedo. Como e las películas policiacas, la pregunta de a quién beneficia el crimen indica quién son los criminales y basta con seguir este rastro. Y aquí, junto a los gerifaltes que aparentemente actúan en defensa del bien común, aparecen los intereses planificados del lobby armamentista, de los mercaderes de la muerte y sus negocios y el desarrollo que Gasteizkoak desvela de su proceso de planificación de esta vuelta de tuerca que ahora parece tan novedosa, pero está tan calculada.
Conviene leer también la relación de este proceso planificado con los intereses del otro actor principal del proceso remilitarizador que venimos padeciendo: EE. UU. y su complejo militar industrial, cuyos intereses, no seamos ingenuos, no están en confrontación con los de los halcones y mercaderes de la muerte de aquí, sino en abierta sintonía.
Lógicamente, y según mi parecer, no basta con comprender el constructo elaborado por el lobby militar y los políticos a su servicio para identificar los beneficiarios del armamentismo. A su lado otras empresas se ponen al servicio del negocio al calor de las migajas, y también contamos con el sempiterno colaboracionismo de otras instituciones sociales y otros actores secundarios, ya sean del sector académico, periodístico, sindical, administrativo, financiero, social e incluso de ideologías sedicentemente transformadores que acaban siendo cola del mismo león . . . Y esta especie de cadena de múltiples eslabones hace más complicado para quienes aspiramos a transformaciones capilares de la sociedad establecer estrategias que rompan el consenso desde arriba y el encadenamiento de intereses que nos predica que nada puede cambiar.
En todo caso, se me ocurre que tener identificados los tentáculos de los señores de la guerra y conocer su íntimo cruce de intereses también nos permite poner rostro con mayor precisión quién son nuestros enemigos y contra quién debemos actuar.
El segundo bloque de información se contiene en los capítulos dos a cuatro y nos hace el enorme servicio de identificar con pelos y señales el mapa de la industria militar vasca y de lo que llaman Producción de Euskal Herría para el Desperdicio y la Guerra (PEHDG); sus empresas y empresarios protagonistas, sus alianzas políticas, empresariales, universitarias, sindicales, sociales, etc. y, en fin, la radiografía completa de la industria militar vasca en clave más que elocuente para poder pensar en estrategias de lucha social más allá de la denuncia o de la protesta puramente desiderativa. Desde luego a la militancia antimilitarista de Euskadi le ofrece un enorme servicio para elaborar agendas agresivas de lucha social por la desmilitarización y a los del resto del mundo nos pone la tarea ineludible de ponernos manos a la obra para mapear a los señores de la guerra de nuestros propios territorios. ¿Seremos capaces de abordar este trabajo o lo delegaremos en algún tercero dispuesto a hacernos tan ingente servicio?
El tercer bloque y no menos importante, nos ofrece un ejemplo de propuesta desde abajo para completar una lucha de verdadera intención transformacional respecto de la industria militar, analizando el ejemplo de conversión industrial, el Plan Lucas, cuyas características propias la hacen arquetípico para nuevas aspiraciones.
Ejemplos históricos de desmantelamiento y reorientación de la producción militar a otros fines ha habido unos cuantos. Como reconoce Gasteizkoak, frente al mantra de utopismo que los militaristas propagan hacia la conversión de la industria militar, la conversión tiene una larga (y desconocida) historia, de algunos de cuyos hitos se han hecho eco Pere Ortega o el Colectivo Antimilitarista Utopía Contagiosa en otros momentos.
La particularidad del plan Lucas de principios de los años 70 es que supone un paso adelante en la idea de conversión transformacional, en primer lugar, por el papel protagonista que en el mismo tuvieron los trabajadores organizados en comités combinados de comisarios sindicales, lo que lo convirtió en un «experimento de democracia industrial y control obrero desarrollado en el proceso de lucha industrial. Fue un ejemplo de un plan de abajo hacia arriba en lugar de un plan tecnológico o centrado en el mercado. Fue acogido con entusiasmo por grandes sectores de los movimientos socialistas y pacifistas, y la idea se extendió rápidamente por todo el mundo . . . »
Desde luego que, como todas las experiencias históricas, el Plan Lucas tuvo sus fortalezas y debilidades y no consiguió una verdadera conversión alternativa, pero efectivamente es un precursor y un ejemplo que puede ser referente para las nuevas agendas de lucha pacifista, más empeñadas en la paz positiva y en la desmilitarización que en la paz jurídica y el mero desarme.
Efectivamente, los procesos de conversión que quieran ir más allá de una readaptación o diversificación industrial de las empresas capitalistas regidas por los principios de lucro y depredación, deberán cumplir con algunas condiciones, entre las que tiene especial significado el control democrático de los trabajadores (y de la propia sociedad), la satisfacción de necesidades vinculadas a la vida, a la seguridad humana (en contraposición con la seguridad militar) o con las necesidades ecológicas y humanas, o con la construcción estratégica de un orden de paz estructural y cultural y no como un mero recurso para reorientar la producción y la orientación tecnológica dentro del orden capitalista.
El cambio de concepto que se requiere no es solamente de búsqueda de una solución técnica, organizativa o industrial para reducir la industria militar, sino que exige un cambio global de horizonte, lo que afecta a muchos más aspectos, como es el caso de la inclusión de la democracia y del protagonismo de las clases trabajadoras en el desarrollo laboral e industrial, la orientación social y hacia la vida de la economía en consonancia con los límites de la naturaleza y las necesidades de decrecimiento, en el enfoque estratégico de la lucha social hacia el cambio de paradigma y de la transformación acorde de un sindicalismo que actualmente se arrastra los pies bajo los intereses del capital, y un largo etcétera.
Estamos en la línea no del reformismo sino del trans-arme, entendido como gran transformación global desde el régimen de la violencia rectora y las prácticas de reproducción capitalista.
Dos aciertos más de este trabajo de los de Gasteiz. El primero, ayudarnos a reorientar las prioridades de lucha por la desmilitarización y en favor de una idea de paz lejana de la ausencia de guerra y de la paz liberal, al insistir en la lucha incondicional contra la industria militar como uno de los ejes del nuevo/viejo pacifismo y en la necesidad de abandonar la vieja idea de desarme, en definitiva un camino de acuerdos entre estados de equilibrio inestable de armamentos, por la de acompañar al quitar poder al militarismo la doble dinámica de construir alternativas sólidas que desarrollen dinámicas y procesos de cambio global y estructural, de los que la conversión desde el protagonismo social y el enfoque anticapitalista es un claro ejemplo.
Ahora que arrecia el empuje del gasto militar se abre al respecto una ventana de oportunidad para fijar nuevas orientaciones. En vez de no al gasto militar y desarme, no al rearme y desmilitarización, colegas. Rescatemos nuestro ambicioso paso más allá de la paz meliflua y jurídica que quiere dejar en pie los mismos perros con distintos collares.
Y el segundo el ofrecernos una evidencia de que un trabajo tan ingente y rico como el elaborado por Gasteizkoak no necesita de expertos ni planteamientos académicos para ser llevado a cabo y es una tarea que bien puede tomar en sus manos el propio movimiento por la paz o algunas de sus articulaciones y con el valor añadido del aprendizaje y fortalecimiento grupal que supone y de estar enfocado desde nuestros propios intereses y análisis.
Como en tantas otras esferas del poliédrico militarismo, no basta con sacar datos y dar cifras. Hace falta un análisis que el movimiento que quiera ser autónomo e independiente debe acostumbrarse a hacer por sí y sin dependencias,
Por fortuna el movimiento por la paz empieza a dar valor a este tipo de acción llamémosla investigadora y a dar resultados que responden cada vez más a análisis propios y ambiciosos.
Ahora toca tomar impulso también para seguir esta senda.
En definitiva, un acierto en toda regla y un regalo el que hace a nuestras militancias antimilitarista Gasteizkoak que espero que sepamos disfrutar y aprovechar para la acción.
España cierra un contrato de compra de armamento a Israel a pesar de haber dicho que lo cancelaría
El Gobierno adquiere munición israelí por más de 5 millones de euros, pese a que Interior aseguró en octubre que iniciaba trámites para rescindir ese contrato y Defensa afirmó que se suspendían este tipo de compras.
Olga Rodríguez
El Gobierno ha formalizado la compra de dos lotes de munición del calibre 9mm a dos empresas israelíes, por valor de más de cinco millones y medio de euros, a pesar de que el pasado mes de octubre el ministerio del Interior aseguró que había iniciado un “proceso para rescindir el contrato de compra”. La formalización se produjo la pasada semana, el día 16 de abril, y el anuncio de la misma fue publicado en la Plataforma de Contratación del Sector Público dos días después, el Viernes Santo, festivo en toda España.
Las empresas adjudicatarias son las israelíes IMI Systems LTD, como fabricante, y Guardian Homeland Security S.A., como representante. El contrato fue adjudicado el 21 de octubre de 2024, un día después de que la ministra de Defensa, Margarita Robles, señalara -contestando por carta a una pregunta del ministerio de Derechos Sociales- que las compras de armamento a Israel estaban suspendidas.
Varios medios de comunicación informaron entonces de dicha compra de munición por más de cinco millones de euros, ante lo cual el ministerio del Interior español reaccionó asegurando que iniciaría trámites para “rescindirlo”, y se comprometió a no impulsar más adjudicaciones a empresas armamentísticas israelíes. Seis meses después, sin embargo, la gestión ha terminado formalizándose, como consta en la propia Plataforma de Contratación Pública.
Fuentes de Interior consultadas por este diario confirman dicha formalización. Explican que el pasado 29 de octubre de 2024 se puso en marcha “el estudio sobre la posible rescisión del contrato”, pero finalmente el ministerio optó por atender la recomendación “de la Abogacía del Estado, que desaconsejó la rescisión en la fase de tramitación alcanzada”. La Abogacía del Estado habría argumentado, según estas fuentes, que una vez “adjudicado el contrato, por lotes, ya no era viable anularlo”.
La Ley española 53/2007 establece pleno compromiso con el Tratado Internacional sobre Comercio de Armas, que prohíbe las transferencias —lo que incluye la compraventa y el tránsito— de material militar a destinatarios que puedan usarlo para cometer crímenes de guerra como ataques a civiles, crímenes de lesa humanidad o genocidio, lo que sitúa a Israel en un destino no compatible con dicho Tratado.
Una resolución de la Asamblea de la ONU aprobada en septiembre –con 124 votos a favor, incluido el de España– ordena la suspensión de las inversiones, el comercio y las transferencias, lo que incluye el tránsito, que puedan contribuir a la ocupación ilegal israelí o usarse como material militar en los territorios palestinos. Además, el dictamen del pasado julio de la Corte Internacional de Justicia recuerda a los Estados que, según la Carta de la ONU, no deben prestar ayuda o asistencia que pudiera contribuir a la ocupación ilegal israelí.
Una de las dos empresas adjudicatarias, Guardian Homeland Security, promueve en sus redes sociales algunos de sus productos armamentísticos y celebra acciones del Ejército israelí en Gaza, como bombardeos, la demolición del Palacio de Justicia en la Franja, operaciones de unidades de combate de elite, arrestos masivos o el lanzamiento en Gaza del “lanzacohetes PULS (Proyecto SILAM en España)”.
Más contratos con empresas israelíes
Además de esta adjudicación para comprar armamento a empresas israelíes, a día de hoy hay otras operaciones similares pendientes de formalización. Uno de esos contratos fue anunciado en el BOE el pasado mes de febrero, con la compañía armamentística israelí Guardian Homeland Security, para la compra de material de protección personal para Unidades Operativas de la Guardia Civil, por valor de 182.400 euros.
El Ministerio de Defensa de España también adjudicó el pasado mes de noviembre, a la empresa armamentística israelí IMI Systems LTD, un contrato para la adquisicion de un programador M339 SETTER espoleta 120mm, por valor de más de dos millones de euros. El pasado mes de diciembre España formalizó la compra a la empresa israelí Elbit Systems LTD para el mantenimiento y la adquisición de artículos clase IX del mortero embarcado cardom, por 50.000 euros.
Además, siguen vigentes otras adjudicaciones de contratos a empresas militares israelíes -o a sus filiales en territorio español-, como el referido a la adquisición del sistema de lanzacohetes SILAM (consorcio con la israelí Elbit) o los misiles SPIKE (PAP Tecnos, filial de la israelí Rafael), ambos publicitados como “probados en combate”, es decir en los territorios palestinos, según denuncia el Centre Dèlas de Estudios por la Paz en su informe de 2024.
En cuanto a las exportaciones, el portal Data Comex de la Secretaría de Comercio de España indica que “en el mes de enero de 2025 aparece un flujo de importación desde Israel de 2.147.851 de euros en el código TARIC 9306901000”. En el propio portal se justifica esta importación de material militar como flujo “asociado a programas estratégicos del Ministerio de Defensa”.
Ese primer mes de 2025 también hubo exportaciones a Israel, por valor de 13.977,70 de euros, “en dos códigos TARIC sobre componentes de armas”, según indica el propio portal público. Data Comex también informa de otras importaciones de material militar desde Israel a España en febrero de 2025, por más de tres millones de euros. El portal de Comercio indica que son flujos “asociados a programas estratégicos del Ministerio de Defensa, para uso por el propio Ministerio de Defensa de España”.
Relatores de Naciones Unidas y organizaciones internacionales de derechos humanos indican que la adquisición de material militar a empresas israelíes contribuye a la ocupación ilegal de los territorios palestinos y a las acciones del Ejército de Israel.
“Al adquirir su material militar se legitima lo que pasa allí, se abaratan los costes de producción para las empresas israelíes, se contribuye a hacer viable la ocupación y se premia a las mismas empresas que están involucradas directamente en esas actuaciones en los territorios palestinos, porque se les conceden contratos en base a esa experiencia adquirida, con productos probados en combate”, señalan desde el Centre Délas de Estudios por la Paz.
Barcos y aviones a Israel
El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, aseguró en mayo de 2024 que España no permitiría tránsitos por España de material militar con destino Israel. Como desveló elDiario.es posteriormente, desde ese anuncio de mayo hasta septiembre de 2024 al menos veinticinco barcos con material militar de EEUU para Israel hicieron tránsito -y transbordo- en el puerto español de Algeciras.
En noviembre una investigación internacional anunció que estaba prevista la llegada a España de otros once barcos con armamento para Israel. Como consecuencia de esa publicación, dos de ellos fueron desviados hacia las costas marroquíes. Otra investigación a la que tuvo acceso este medio comprobó que EEUU hizo uso el pasado noviembre de la base española de Rota para llevar armas a Israel, a pesar del anuncio de suspensión de este tipo de escalas por el Gobierno español.
También se han detectado envíos a través de rutas aéreas. Recientemente tres organizaciones internacionales denunciaron la existencia de vuelos con más de 60.000 piezas de armamento desde España a Israel, desde enero de 2024 hasta febrero de 2025. Los investigadores combinaron datos de los trayectos de los aviones desde Zaragoza a Tel Aviv con información de las aduanas israelíes, aunque no pudieron determinar el origen de ese material.
Ya en julio de 2024 una investigación del Centre Dèlas de Estudios por la Paz mostró que, desde el 7 de octubre de 2023, España destinó 1.027 millones de euros para adquirir material militar israelí de empresas “que se lucran con las masacres en Gaza y la ocupación ilegal”.
Ante estas informaciones que han ido conociéndose a lo largo de los meses, colectivos nacionales e internacionales -sindicatos portuarios, movimientos y organizaciones civiles como RESCOP, juristas o gente de la cultura- han solicitado al Gobierno español un embargo integral de armas que garantice el fin del tránsito y protocolos de vigilancia para evitar nuevas escalas.
El investigador Alejandro Pozo, del Centre Dèlas de Estudios por la Paz, advierte de que “no hay nada que prevenga que esto continúe pasando en un futuro inmediato”. “Sin un embargo formal, sin medidas de carácter administrativo-legal, estas empresas armamentísticas israelíes no pueden ser excluidas. Aquí lo que hace falta es adoptar medidas que obliguen, para que el Gobierno sea consecuente con sus declaraciones”, añade.
Otro barco en Algeciras
Estos últimos días ha hecho tránsito por los puertos de Barcelona y Valencia el barco Nexoe Maersk, implicado en la cadena de envío de armamento a Israel. De hecho, está previsto que atraque en las próximas horas en Algeciras. Según han publicado varios medios de comunicación europeos, el buque se dirigirá después hacia Tánger (Marruecos), donde tendría previsto cargar material militar de un barco procedente de EEUU, antes de continuar trayecto hacia Israel.
La Campaña por el Fin al Comercio de Armas con Israel en España, integrada por varias organizaciones sociales, subraya que el Nexoe Maersk podrá recibir suministros, insumos básicos y combustible a su paso por España y que, con ello, estos puertos estarán facilitando la llegada del barco a las costas marroquíes para cargar ese material militar.
Por eso, reclaman al Gobierno -y ante los juzgados, donde su demanda ha sido desestimada- que retenga y registre el navío, “para evitar la continuidad delictiva y la participación de buque en la comisión de delitos contra la Comunidad Internacional (Título XXIV Código Penal), delito de tráfico de armas y delito de contrabando”.
Más de 60.000 personas han muerto en Gaza desde el inicio de los ataques israelíes en octubre de 2023, según cifras actualizadas que incluyen a los desaparecidos. Además, el Ejército de Israel sigue realizando operaciones militares en Cisjordania, donde desde enero hasta hoy ha matado a decenas de palestinos y ha provocado el desplazamiento forzado de 45.000 personas.
En el transcurso de este último mes Naciones Unidas ha detectado 36 ataques contra Gaza en los que el Ejército israelí mató exclusivamente a mujeres, niños y niñas.
La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: Darfur (Sudán)
Como bien sabemos, los de Ucrania e Israel no son los únicos conflictos bélicos que asolan a la humanidad. Queremos aprovechar estas convocatorias para recordar otros escenarios igualmente destructores de la vida y dignidad humana y la naturaleza, que no se suelen nombrar en los medios de comunicación.
Hoy vamos a hablar brevemente sobre la guerra de Darfur, en Sudán.
Sudán es un país de gran extensión que reúne a una pluralidad de etnias, culturas y religiones. Esta diversidad, unida a sus grandes riquezas mineras y su destacada ubicación geoestratégica ha sido fuente de importantes conflictos, muchos de ellos alentados desde el exterior. El más conocido fue la llamada segunda guerra civil sudanesa, que condujo a la secesión e independencia de Sudán del Sur en 2011. Hoy el país vive otra sangrienta guerra civil protagonizada por dos facciones del ejército en pugna por hacerse con el poder.
El conflicto que vamos a tratar nace en relación con la guerra civil entre el Norte y el Sur, a principios del siglo XXI, que llevó a la división del país. Coincidiendo con ese contexto, en Darfur, una amplia región situada al Oeste de Sudán, estalla un conflicto entre la mayoritaria población, de etnia negra y lengua nilo-sahariana, dedicada a la ganadería, y las tribus minoritarias de etnia y lengua árabe, cuya economía es la agricultura. En la raíz del conflicto se encuentra la competencia por los escasos recursos de una región que es muy pobre. En los últimos decenios el problema ha aumentado por el incremento demográfico y condiciones climáticas adversas. Esta competencia, en las décadas previas, había dado lugar a algunos enfrentamientos armados y a la organización de grupos paramilitares árabes.
En esa situación, las etnias negras de cultura nilo-sahariana se rebelan ante los ataques y la discriminación que entienden que sufren por parte de sus vecinos árabes, con el apoyo del gobierno de la nación. Esto da lugar a algunos enfrentamientos armados, en los cuales, los insurrectos alcanzan algunas pequeñas victorias. En los siguientes años, la situación va deteriorándose: Los insurgentes, mediante tácticas de guerrilla, mantienen su pulso bélico frente a las milicias árabes y el ejército. Éstos, por su parte, a las operaciones militares de tipo convencional añaden la política de combatir a sus enemigos aniquilando su sociedad civil e implantando la limpieza étnica. Esto lo hacen, como hoy Israel, con bombardeos sistemáticos de sus núcleos poblacionales, o con la toma de los mismos, seguida de violación sistemática de mujeres, asesinatos masivos, incendio de las viviendas, saqueo de los cultivos y el ganado etc. El conflicto hoy es calificado de genocidio hacia la etnia negra por gran parte de la comunidad internacional.
Se calculan unos 400.000 muertos en esta guerra y más de dos millones de personas desplazadas, lo que haría del de Darfur el conflicto con mayor número de desplazados en relación a su total poblacional de nuestro tiempo.
- 640.000 refugiados procedentes de Darfur, se han censado en los campos de refugiados de Chad desde 2023.
A lo largo de estos años, han sido muchos los intentos de mediación por parte de distintos estados africanos y la misma ONU, y de establecer conversaciones de paz. En principio, han sido infructuosos. El principal acuerdo de paz se firmó en 2020, pero desde hace dos años no se está respetando. En el momento actual, la población de Darfur sigue siendo masacrada a gran escala tanto por las tropas gubernamentales, como por la facción militar del general Hemdti, también de étnia árabe, que se le enfrenta en la guerra civil que asola el país. La semana pasada llegaba la noticia de una masacre en un campo de refugiados que ha causado más de 300 muertos. Desgraciadamente, lo peor en Darfur parece estar por llegar.
En Darfur, como en Ucrania y Palestina, es urgente y necesario que la vida y la dignidad humana recuperen su verdadero valor. Todo combate militar y toda acción genocida sobre la población civil debe cesar. Solo el respeto entre culturas y religiones, y el diálogo sincero, puede alumbrar un futuro sin violencia en el cual, todas las partes puedan compartir el territorio y sus recursos en paz, con justicia y acaso con solidaridad, apoyo mutuo y buena vecindad.
Por un mundo sin guerras, sin expolio económico, sin injerencias externas. Con tolerancia, entendimiento, empatía y cooperación entre personas, pueblos, étnias, religiones y culturas. Con respeto al medio ambiente, a la vida. Por un mundo en Paz.
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Pedro Sánchez anuncia un aumento del gasto militar de más de 10.000 millones de euros
Pedro Sánchez anuncia un aumento del gasto militar de más de 10.000 millones de euros
El presidente del Gobierno ha anunciado la intención de cumplir este año con el objetivo de invertir el 2% del PIB en gasto en Defensa, para lo que se van a gastar 10.471 millones de euros. Esto es lo que se tenía previsto aumentar este gasto en cuatro años.
Redacción El Salto
10.471 millones de euros. Este es el gasto extraordinario en Defensa que ha anunciado Pedro Sánchez este martes 22 de abril, tras el Consejo de Ministros, con la intención de cumplir con el objetivo de invertir el 2% del PIB en gastos militares. Y lo realizará este mismo año, siguiendo el mandato de la Unión Europea, a quienes informará de este aumento en el gasto de manera inmediata. Lejos queda la promesa de llegar a esta cifra en 2029, como se había puesto sobre la mesa en un principio.
Para este aumento Sánchez ha asegurado que “no se va a tocar ni un céntimo de euro” de la inversión destinada al estado de bienestar. Según ha relatado Sánchez, usará tres fuentes: una reorientación de los Fondos Next Generation, en concreto la cantidad destinada a ciberseguridad, los ahorros disponibles por “la buena gestión económica del gobierno” y remanentes de partidas de los presupuestos no gastadas.
Las presiones internacionales
De fondo, las presiones de la OTAN y de la Unión Europea para aumentar este gasto. El presidente de Estados Unidos ha advertido a los miembros de la OTAN de que, si no destinan los recursos comprometidos a su propia defensa, su país no les defenderá, lo que preocupa a los países europeos de cara a una hipotética invasión rusa. Tradicionalmente se exigía a los países pertenecientes a la OTAN un gasto en PIB del 2%. Trump ha pedido que este gasto se eleve por encima del 5% del PIB de cada país.
Desde la UE claman por un rearme europeo ante la amenaza de que la alianza transatlántica se resquebraje. “Estamos en una era de rearme”, “vivimos en tiempos extraordinarios”, ha expresado en sucesivas ocasiones la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para explicar por qué es necesario aumentar aumentar considerablemente el presupuesto de defensa. El martes 4 de marzo Bruselas desplegó un plan de rearme para movilizar 800.000 millones de euros. Lo que se ha conocido como el plan Rearm Europe.
Entre las medidas de este plan: Bruselas plantea suspender las reglas fiscales. De esa manera, los gobiernos pueden invertir sin temor al castigo de la Comisión si superan el déficit del 3% del PIB. Esta suspensión no afecta a partidas sociales.
Gasto militar en España
Pero, ¿cuánto gasta España en armamento? Según datos del Instituto Juan Sebastián Elcano, entre 2014 y 2024, España incrementó su gasto en 10.215 millones de euros, pasando de 9.508 millones a 19.723 millones, un aumento del 107%. Y esto solo teniendo en cuenta los gastos del Ministerio de Defensa.
Como explica este artículo de El Salto, el gasto militar nunca ha gozado de popularidad en España. Así lo confirmaba una encuesta del CIS de noviembre de 2024, donde solo el 14,2% de la población apoyaba que el Estado gaste “mucho más” en Defensa. Una impopularidad que es conocida de sobra por los sucesivos gobiernos, que han hecho hasta ahora todo lo posible por esconder y “minimizar” este gasto.
Hasta hace muy poco, el Gobierno solo contaba como gasto militar el presupuesto del Ministerio de Defensa, pero existen muchas otras partidas dispersas por otros ministerios que no se computan para estos menesteres pero que sí son para ellos. Además, la apuesta belicista no se ha frenado en los últimos años.
Según los datos del Grup Antimilitarista Tortuga, y teniendo en cuenta todos los gastos asociados al militarismo, en 2023 España gastó 50.239,17 millones. Ese año se habían presupuestado 24.552,44 para ello, esto es, de facto se duplicó el gasto.
En 2024, el gastó militar declarado por el Gobierno en España trepó hasta el 1,28% después de que el Ejecutivo decidiera introducir partidas que antes no se consideraban como gasto militar a pesar de que otros países de la OTAN llevaban años haciéndolo. Desde el Centre Delas aseguran qu si se reconocieran todos los gastos militares reales repartidos en diferentes ministerios, el porcentaje del PIB destinado a gasto militar ya estaría muy cerca del 2%.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/gasto...
El Gobierno elevará el gasto en Defensa al 2% del PIB sin subir impuestos, con fondos UE y sin presentar Presupuestos
Ingrid Gutiérrez
El Presidente, Pedro Sánchez, ha anunciado una inversión adicional de 10.471 millones a través de un plan industrial y tecnológico para alcanzar este mismo año el objetivo que se había propuesto lograr en 2029.
Sin recortar el gasto social o medioambiental, sin subir los impuestos, sin incrementar el déficit o el endeudamiento... y sin Presupuestos Generales del Estado aprobados este año. La cuadratura del círculo que tiene por delante el Gobierno para elevar el gasto en Defensa desde el 1,4% del PIB que alcanzó el año pasado hasta el 2% al cierre de este ejercicio, como se ha comprometido este martes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, implica hasta la fecha varias líneas de actuación.
La primera de ella son los 3.182 millones de euros de 'colchón' que el Ejecutivo ha logrado gracias al buen dato de cierre de déficit del año pasado. El aumento de la recaudación vía impuestos -gracias a la buena marcha de la economía, el tirón del empleo, el aumento del consumo de las familias y la mejora de los beneficios de las empresas- permitió reducir el agujero de las cuentas públicas hasta el 2,8%, por debajo del límite del 3% impuesto por Bruselas.
Las dos décimas 'extra' equivalen a esos 3.182 millones, que suponen alrededor del 30% de los 10.471 millones de euros que suponen pasar del 1,4 al 2% del gasto sobre el PIB previsto en 2025. Esta cantidad se unirá a lo invertido a lo largo de los últimos años hasta alcanzar una cifra total de 33.123 millones destinados a seguridad y defensa. No es la única pieza que el Gobierno pondrá sobre el tablero para ceñirse a las exigencias de la OTAN y a los compromisos con los socios europeos.
La otra implicaría mover partidas de los Presupuestos prorrogados de 2023 que no se están ejecutando porque ya no son necesarias para destinarlas a los desembolsos en este ámbito. Para esta operación en concreto no sería necesario contar con el visto bueno del Congreso de los Diputados. Esto es así gracias a una disposición que se incorporó a las cuentas públicas de 2021.
Sumado a todo lo anterior, Moncloa contempla emplear para ese fin fondos europeos Next Generation y hacer uso de las facilidades de financiación que pongan sobre la mesa el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Central Europeo (BCE).
Recientemente, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, apuntó a que otras posibles vías a explorar serían el uso de una parte del montante destinado a fondos de contingencia -partida a la que el Ejecutivo puede recurrir en situaciones excepcionales, como en su momento la DANA-, además de autorizar nuevos créditos, un opción esta última que sí tendría que pasar por el pleno de la Cámara Baja y recibir su aprobación.
Más de la mitad del gasto, a empleo o ciberseguridad
El aumento de 10.471 millones anunciado por Sánchez a través de su Plan para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y la Defensa deberá recibir el visto bueno de la OTAN. De ese montante, el 35,45% irán a mejorar las condiciones laborales, la preparación y el equipamiento de las Fuerzas Armadas, esto es, unos 3.712 millones; otro 31,16% (3.262 millones) se destinará a desarrollar y adquirir capacidades de telecomunicaciones y ciberseguridad.
Un 16,73%, algo más de 1.751 millones, se empleará para reforzar el papel del Ejército en la gestión de emergencias y desastres naturales, como inundaciones o incendios, pero también a mejorar las condiciones de seguridad de los 3.000 efectivos en misiones de paz en el exterior. Por último, un 18,75% se destinará a fabricar y adquirir armamento, porcentaje que equivale a unos 1.963 millones.
Según cálculos del Gobierno, el aumento de las inversiones en Defensa tendrá efectos positivos sobre la economía. Las estimaciones que maneja Moncloa apuntan a la creación de cerca de 100.000 empleos (36.000 directos y 60.000 indirectos), y a que podría impulsar el avance del PIB entre cuatro y siete décimas.
El Gobierno viene defendiendo que la mayor parte de los fondos movilizados se quedará en España, dado que prevén que el 87%, unos 90.000 millones, vayan a parar a empresas y trabajadores nacionales; y cerca del 5% a firmas europeas. "No elegimos las crisis, pero sí elegimos cómo afrontar y responder a esas crisis", ha asegurado Sánchez.
¡Que viene la guerra! Por un pacifismo activo frente al miedo desmovilizador
¡QUE VIENE LA GUERRA! HACIA UN PACIFISMO ACTIVISTA Y AMBICIOSO
Juan Carlos Rois
Hace unas semanas los propagandistas de la fe militarista, con sus acólitos Made in Spain en primera fila, nos ofrecieron la penúltima muestra de su descaro con el famoso anuncio del kit de guerra, esa burda descarga eléctrica destinada a condicionar las emociones sociales y a manipular el miedo atávico, dos de los mejores aliados de la servidumbre social con los que nos lleva a obediencia el artefacto del poder.
En ese clima, medio en broma medio en serio, me escribía en una red social que compartimos una amiga, activista social donde las haya y comprometida con la causa de los nadie hasta el tuétano:
A ver si hago la compra para quince días que está la nevera ya pidiendo … Si viene la guerra no sé si llenarla mucho porque con 72 horas se va a poner todo malo… Un sinvivir.
Como estábamos medio en broma, medio en serio, y dada la propensión de desbocarnos en las redes sociales (otra servidumbre de la que no he logrado aún desertar) yo contesté de este modo:
Si viene la guerra suficiente lío vamos a tener con esconder a todos los chavales para que no los recluten y con cartografiar dónde está la gente más tirada para intentar montar cadenas de cuidados y alimentos solidarios. Ni hambre vamos a tener…
Imaginemos de una forma un tanto distópica que en realidad la guerra que se anuncia a bombo y platillo acaba llegando (porque a la patulea de listos listísimos que nos gobiernan se les va de la mano la escenificación o porque los mercaderes de la muerte deciden que es más ventajosa). Si pensamos desde tal ficción y nos preguntamos ¿Qué haríamos entonces? tal vez podamos repensarnos y, quien sabe, hacernos preguntas y encontrar respuestas útiles para vitalizar el pacifismo languideciente de ahora.
Supongamos que muy a nuestro pesar, viene la guerra y las plagas que la acompañan. Se nos impone un régimen de control social más rígido, unas reglas de economía de guerra más explícitas, la militarización de la producción industrial, la reconversión hacia la fabricación de armas, diversos confinamientos, la orientación de las actividades funcionariales a los fines bélicos, recortes sociales y presupuestarios para sostener el esfuerzo militar, reclutamientos forzosos a los menores de determinada edad, servicios obligatorios a la población en general, racionamientos y restricciones de la cadena de bienes y servicios, suspensión o recorte de prestaciones y servicios básicos, control social rígido a la disidencia, censura y desinformación y el largo etcétera que acompaña a las guerras que hemos visto en otros lugares. Supongamos que comienza la destrucción, la muerte, el desabastecimiento, desplazamientos forzosos, violaciones, secuestros y desapariciones, la manipulación de la verdad y todo lo que acarrea una guerra, ¿qué haría el movimiento pacifista, si esto existe para entonces? ¿qué las variadas articulaciones antimilitaristas?
Se me ocurre que “soñar despiertos” lo que haríamos en tal caso, dando rienda suelta a nuestra imaginación, a nuestros deseos y preocupaciones, a nuestras sensibilidades y afectos y a todas nuestras capacidades (más allá de la pura racionalidad habitual) nos puede dar algunas claves para enfocar el activismo pacifista de ahora y para construir nuevas fortalezas por si llega el caso.
Por soñar que no quede. Yo aporto por mi cuenta mi acopio propio de aspectos a los que tal fantasmagoría me provocan. Los formulo en diez puntos, un formato muy predecible por otra parte:
1.- Pacifismo desobediente y de resistencia a la guerra
¿Qué pasaría si declaran la guerra y no va nadie? Parece un lema simplón, pero, por ejemplo, movilizó tal cantidad de energía política en EE. UU. que hizo inviable el coste de mantener la guerra de Vietnam y provocó la retirada de la tropa americana del teatro de operaciones y la paz de París. Y más cercanamente, recuerdo que durante el ciclo largo de la lucha contra la ley de objeción y la insumisión fue uno de los lemas motivadores de la estrategia de acción política que movilizó a la juventud insumisa y acabó con la mili.
Puede parecer, como nos acusan a diestra y siniestra con una complacencia ciertamente miope, una ingenuidad. Pero pone el dedo en la llaga de la esencia de la guerra que declaran los halcones en su beneficio, pero ejecutan los pueblos en su propio perjuicio: la servidumbre voluntaria a su lógica y la necesidad de nuestra colaboración para que el régimen de guerra (¡también su preparación!) tenga eficacia.
Desde luego, situarnos en tal hipótesis al menos nos obliga a incorporar a nuestra agenda de prioridades actuales una mejor preparación para la desobediencia, la deserción y la resistencia a la guerra. De modo que, a mi entender, el pacifismo de hoy debe ser nítida. estratégica y rabiosamente (rabioso de indignado quiero decir) desobediente, insumiso, desertor, abandonista, no colaborador, … como lo queramos llamar, en vez de pactista, colaborador, reformista, integrador, lobista, bueno, el término que prefiráis.
Los testimonios de las resistencias a la guerra y de los y las objetoras que se negaron a participar de cada una de las habidas hasta la fecha (ahora de nuevo denostado por los ideólogos de la guerra y hasta por la izquierda brahmánica, y complaciente que culpabiliza de la guerra al pacifismo “ingenuo” y “cobarde”) pueden darnos pistas orientadoras para la construcción de uno de los ejes que debe profundizar hoy el tipo de pacifismo consciente y agresivo que necesitamos.
Contamos con ejemplos de los que ilustrarnos y tomar ideas, como las organizaciones de mujeres de Liberia y su persistente lucha contra la guerra, o las mujeres de negro durante la guerra en la ex-Yugoslavia y después por todo el mundo con sus luchas noviolentas, o la desobediencia desencadenada en EE.UU contra el reclutamiento en la guerra de Vietnam, o de los miles de objetores ingleses durante la I guerra mundial que sentaron las bases para el reconocimiento de la resistencia a la guerra como una forma de ejercer el derecho a la paz, o de la insumisión en España, o el desconocido pero no despreciable papel de los resistentes a las actuales guerras en Israel, Ucrania o Rusia, entre otros muchos que podemos rastrear y de los que aprender o innovar.
Testimonios todo ellos que pueden orientar uno de los aspectos (que habremos de llenar de contenido actualizado para el hoy y el ahora), con el que organizar la resistencia desde abajo por si viene la guerra, pero, sobre todo, para ponerle pie en pared a la dinámica de los halcones y conseguir el número crítico de personas que la hagan inviable.
Un enfoque desobediente necesita orientar una gran parte de nuestra acción actual hacia la gente joven que ya participa de otros activismos (que la hay, como siempre la ha habido): ofrecerle protagonismo en la resistencia contra la guerra, dotar de contenido rejuvenecido al relato desobediente y a las prácticas de insumisión a la guerra, abrir nuestros espacios y nuestras agendas propias a sus luchas y metodologías hacerlas nuestras, ofrecer sinergias, promover el debate y aprendizaje de la noviolencia política y de los repertorios y prácticas de su caja de herramientas, organizar con ellos, como ya lo hicimos con la insumisión, la futura/presente respuesta desobediente y su colchón social de apoyo.
También necesita entrar en diálogo con la restante población joven susceptible de ser en un momento dado enrolada en alguna actividad militar: inquietarla, ofrecer acogida y redes para una futura insumisión, contagiarla la urgencia y la indignación, implicarla en un activismo de contacto físico y no sólo virtual. Y, cómo no, apelar a sus familias, a sus padres y madres para agitarles, incomodarles si llega el caso, y conmoverlos a la acción: ¿vais a consentir que los enrolen en una guerra sin hacer nada antes? ¿Vais a abdicar de los ideales que os movieron a participar, de un modo u otro, en la lucha insumisa, o en el no a la guerra de después de la desaparición de la mili? ¿Vais a delegar la responsabilidad hacia esos jóvenes sin hacer nada en los vomitorios de hiperventilación militarista en los que caen en las redes? ¿Vais a venderos al discurso fatalista o supremacista de quienes os prometen ideas hueras y os aseguran una vida de mierda y mayor inseguridad?
Nos obliga además a construir las redes y tramas de organizaciones sociales de todo pelaje y de articulaciones que puedan apoyar, protagonizar y organizar dicha respuesta desobediente y resistente frente a los desafíos del rearme y de la guerra: altermundistas, libertarios y anarquistas, movimientos sociales, luchas ciudadanas, internacionalistas, corrientes éticas y religiosas que no adoran al becerro de oro, sindicalismo de aspiración transformacional (del otro para qué hablar).
Sin duda todo esto llama a otros modos de comunicación, tanto en los contenidos como en los formatos, por nuestra parte, algo que supone un verdadero reto y un esfuerzo imponente visto a la distancia. La buena noticia, como siempre lo ha sido, es que no estamos solos y que, si volvemos la vista a nuestro alrededor, hay más gente en la brega y con la que apoyarnos.
Un enfoque este desobediente que tal vez nos traiga más de un sinsabor, pues supone un cambio de enfoque radical desde una reivindicación desiderativa y puramente idealista de no a la guerra hacia un no a la guerra más agresivamente resistente, desobediente y confrontacional y transformacional. Y … miles de trabajos exigentes que se derivan de este enfoque y que tenemos que consensuar y construir, que desafían nuestra ambición y constituyen todo un reto.
2.- Pacifismo de acción directa y disrupción: boicot a la guerra y a su preparación.
La guerra la hacen los ejércitos y sus armas y precisamente el boicot a toda la cadena de investigación, producción, comercio y utilización de armas, a toda la red de colaboración con la industria bélica, a toda la logística militar y de preparación de la guerra, a toda su financiación y a todos los centros de toma de decisiones sobre la guerra y su preparación, forma parte de la agenda que necesitamos ante la urgencia del clima bélico en construcción.
Por otra parte, y como afirma el antimilitarismo, la guerra se hace aquí en todo su ciclo de preparación-difusión y aquí tenemos un evidente campo de acción para pararla.
Ejemplos los hay y a puñados: trabajadores alemanes que boicoteaban la fabricación de armas durante la guerra civil española o en la II guerra mundial, objeciones laborales y a la investigación armamentística que ayudaron a desenmascarar sus maquinaciones, ocupaciones de bases militares como por ejemplo el campamento de mujeres de Greenhan Common (Berkshire, Inglaterra) entre los años 1981 y 2000, marchas a bases e instalaciones militares como las protagonizadas por el movimiento pacifista de Andalucía en Morón o Rota, o por el movimiento pacifista madrileño en Torrejón, o por el antimilitarista en Aitana ( Alicante), La Marañosa (Madrid), Pájara (en Fuerteventura), el Retín (Barbate) o Bardenas Reales (entre Navarra y Zaragoza), acciones directas en instalaciones militares, boicots en puertos de atraque de barcos con armas, ejemplos de conversión de la industria militar como el Plan Lucas en los años 70 que recoge en el reciente libro “Conversión de la industria militar en Euskal Herria” (por otra parte de muy recomendable lectura) y un largo etcétera.
Activismo como el protagonizado en España contra la llamada banca armada, penetrando en sus asambleas accionariales para denunciar sus prácticas militaristas o realizando acciones directas y performances a sus puertas, o en similar sentido en las ferias de armas o en los actos juveniles con presencia militar, desfiles, etcétera.
También el ejemplo del movimiento pacifista de Euskadi en la actualidad está siendo un verdadero ejemplo visible de esta lucha cuerpo a cuerpo por el boicot de la preparación de la guerra.
De igual modo la lucha de la objeción fiscal y cuantas propuestas de aflorar el gasto militar oculto o la deuda militar y de luchar contra el gasto militar.
Todos estos ejemplos, y otros muchos que pueden señalarse, nos ofrecen una indicación que permite reorientar una gran parte del enfoque global de esa cosa difusa que es el movimiento por la paz en España desde su actual presencia prioritariamente testimonial, su planteamiento principalmente desiderativo, su política comunicacional prioritariamente académica y de “expertos”, hacia una prioridad del activismo de boicot y visibilización del enfrentamiento.
Y si se permite la boutade, dado que guerra y capitalismo son dos caras de la misma moneda, podemos ampliar el foco a otros centros de agresión no necesariamente militares y a otras luchas atravesadas por el mismo entrecruzamiento de males.
Para ello debemos mejorar nuestros canales de acción y reorientar gran parte de nuestro esfuerzo, actividad presencial y visibilización hacia:
Las propuestas de boicot laboral y sindical a la investigación y fabricación de armas, lo que implica también llamar a la coimplicación y a la responsabilidad de la “clase trabajadora” y los sindicatos “de clase”. Revertir el pactismo y la petición de carga de trabajo para las industrias bélicas y promover la toma democrática de decisiones de conversión de estas industrias y el boicot a esta producción.
Las propuestas de señalamiento y boicot a las industrias militares y a sus accionariados, la banca que los financia, a los sindicatos y empresas “indirectas” colaboracionistas, las ferias de armas y demás actos de similar índole.
Las propuestas de boicot de consumo, ahorro y cualquier otro tipo de colaboración con la preparación de la guerra y con las empresas que la facilitan o promueven.
Las propuestas de acción dirigidas hacia las instalaciones industriales o militares, bases e instalaciones militares y terrenos afectos al interés de la defensa.
La lucha contra la colaboración universitaria con la industria militar o con los ejércitos.
La expansión de las propuestas de objeción fiscal, de lucha contra el gasto militar y de insumisión al pago o cualquier prestación a favor de la preparación de la guerra y en contra de los recortes y erosión de los derechos sociales y de las necesidades humanas.
Las propuestas de acción contra el transporte de armas por nuestros territorios o contra el atraque de barcos con cargamento militar en puertos y aeropuertos.
La lucha contra la utilización del territorio para la guerra: desde los campos de maniobras y entrenamiento militar hasta los espacios naturales, pasando por la resignificación pacifista de calles, celebraciones y simbologías y el rechazo al uso de nuestros pueblos y ciudades para ensalzar el militarismo, y el rechazo de cualquier colaboración con los ejércitos o las industrias militares deben ser objeto de nuestra reivindicación pacifista.
La lucha, más allá de la opacidad, el descontrol o la reducción, contra el gasto militar y contra la deuda militar ilegítima y en favor del cambio radical de prioridades hacia la seguridad humana y la ecología.
El señalamiento de los partidos políticos y de los medios que apuntalan con su acción y su práctica la preparación de la guerra, ya sea aprobando partidas militares.
3.- Pacifismo del común y de los cuerpos visibles.
Si llega el momento de la guerra, el pacifismo que quiera ser útil debe ser a la vez:
1) Activo, presencial, visible y activista, organizado y comprometido en su resistencia a la guerra y
2) Co-implicado en el apoyo a las necesidades de autoorganización, cuidados y apuesta por la vida de las poblaciones.
Importará la ética individual y los valores universales, el testimonio y los ideales, no digo que no, pero más importará la capacidad de actuar en el espacio físico concreto con solidaridad y de ayudar a la organización y el empoderamiento del procomún a fortalecer sus redes de apoyo, solidaridad y vinculación en la adversidad y ante el abandono por parte de nuestros supuestos defensores.
Para construir esta dinámica tan necesaria, el pacifismo, desde ya, deberá hacerse patente de forma visible:
Priorizado la acción directa sobre la acción delegada,
Haciendo obvia la visibilización cuerpo a cuerpo de nuestra presencia,
Dando cuerpo a un activismo horizontal, inclusivo y de base,
Facilitando dinámicas, espacios y propuestas de encuentro y construcción de prácticas de acción comunitaria compartidas con la gente del común.
Buscando espacios (propios o de otros) de inclusividad y empoderamiento social como principales activos para ganar participación, creatividad, espontaneidad y diversidad táctica,
Ensayando prácticas de un activismo colectivo, de base, horizontal y desde abajo por encima del academicismo, la especialización, la profesionalización, los notables y los liderazgos hiperventilados, competitivos o egocéntricos.
Aprendiendo la interposición y los cuerpos actuantes en el ágora (ya sea concentrándose, escenificándose y realizando performances, oponiéndose, discutiendo y charlando, creando arte etc., con tal que permita la visibilidad de lo colectivo) por encima de las declaraciones, manifiestos, tabloides, admoniciones y la virtualidad.
Priorizando en su visibilidad y acción comunicativa la expresividad de la concentración de personas visibles, los enfoques disruptivos, las escenificaciones tumultuarias, sorpresivas e incluso hilarantes y las metodologías de enfrentamiento con el fin de generar actos de comunicación cargados de significado y que apelen a la movilización de energías activistas.
Cuidando los contenidos alternativos y de desacato contra la lógica militarista y la apuesta por la desmilitarización por encima de las propuestas de mantenimiento del statu quo y de paz jurídica.
El desarrollo de inteligencia colectiva y de poder social para cimentar la multiplicidad de aspectos que debemos abarcar y desde los que aspiramos a desbordar a las lógicas de la guerra.
Debemos visibilizarnos como redes de personas y articulaciones en movimiento y en lucha, capaces de provocar capilaridad en la sociedad y animar tanto a la adhesión fácil a nuestras prácticas para cualquiera, como de provocar deserciones y cambio de lealtades entre quienes apuestan por un pacifismo retórico, ético o incluso de paz negativa.
Y ojalá, también capaz de organizarse como trama de relaciones, inteligencias colectivas, prácticas sociales y luchas y no tanto como sopa de siglas, suma de ortodoxias o baile de liderazgos y oportunismos.
4.- Pacifismo de la vida y de los cuidados.
Cuando llegue la guerra llegará el desastre para la vida, porque la guerra trae de la mano comunidades rotas, destrucción, desvertebración, agresión a la naturaleza, violencia global y negación de la vida de todo lo que no es de los nuestros.
Una guerra futura implicará, tal vez lejos o tal vez aquí, destrucción de la vida y de la naturaleza a escala masiva. Lo vemos a menudo en las imágenes que nos sirven los medios de comunicación de cualquiera de las más de cincuenta guerras vigentes.
La aspiración de los contendientes es desplazar el teatro de operaciones lejos de las fronteras propias, aunque en una futura guerra como la que nos anuncian con las capacidades de “proyección” de los ejércitos actuales, con el acopio de misiles, drones y otros ingenios, con la capacidad de ciberataques contra infraestructuras críticas tal vez esto no esté asegurado,
La destrucción en el territorio donde ese desencadena el teatro de operaciones no es la única destrucción de la vida y de la convivencia que provoca la guerra. Conocemos oleadas de personas desplazadas y refugiadas tanto internos como externos, familias y pueblos que huyen de la guerra. Devastación de ecosistemas o de pueblos. Víctimas internas como disidentes, minorías, connacionales del bando enemigo en suelo propio.
Hay victimas más fragilizadas y peor tratadas que otras por el hecho de su propia condición, sea cual sea esta: las mujeres, principal víctima y por partida doble de todas las guerras, víctimas transgénero, jóvenes, personas ancianas o empobrecidas, disidentes, rehenes, animales, ecosistemas, patrimonios materiales o inmateriales, …
Si nos fijamos en el propio bando, y aun cuando el campo de batalla, a tenor de la experiencia de las operaciones actuales y pasadas de la OTAN y de la UE, pudiera no encontrarse entre nosotros, la guerra también victimizará y destruirá nuestras comunidades y modos de convivencia, reforzará los valores identitarios, nacionalistas, violentos, autoritarios, patriarcales; perjudicará a las mujeres y sus luchas y derechos; victimizará aún más a las personas y colectivos más empobrecidos, fragilizará nuestras redes de cuidados.
Llama la atención favorablemente a este respecto la enorme experiencia acumulada de autoorganización ciudadana y ayuda mutua en situaciones de catástrofe. Es un activo popular frente a la desconfianza y la violencia de la respuesta oficial y militarista.
SI miramos hacia nuestra propia historia, la participación del pacifismo en los cuidados en las guerras es variada y ejemplar. Podemos tomar memoria y ejemplo de ella para el futuro. Recordemos por ejemplo las implicaciones de los cuáqueros con hospitales y centros asistenciales en las guerras mundiales, o los ejemplos de cuidados en la guerra civil española de José Brocca, organizando comités de distribución de comida y ropa en Madrid o de la creación de colonias de niños junto con la médica anarquista Amparo Poch, entre otros activistas pacifistas de menor renombre en la guerra civil española; o los ejemplos del pacifismo feminista del siglo XIX como pueden ser la Hull House de Chicago, la Infirmary for indigent women and children de Nueva york y otros ejemplos de lucha contra la violencia estructural y cultural (otro modo de ejercer la guerra) contra las mujeres en barrios empobrecidos de EE.UU, , o el proyecto Srebrinca tras la guerra en la ex -Yugoslavia, o ejemplos de mediación y reconstrucción de comunidades rotas protagonizados por colectivos de mujeres pacifistas en Siria, o el activismo de apoyo a las comunidades rotas por la guerra en actuales escenarios bélicos tanto en Palestina, como en Ucrania y tantos otros lugares que en general son desconocidos para el gran público.
Por eso, un pacifismo que quiera ser responsable ante la hipótesis de una guerra debería enfocar también su futuro, pero también su actual trabajo a todo lo relacionado con la protección de la vida y los cuidados, ya sea para la hipótesis de que el territorio propio sea teatro de operaciones y haya que enfocarse más a los cuidados de comunidades rotas, principalmente hacia las víctimas por partida doble de las guerras (mujeres, jóvenes, mayores, vulnerables, etc.) ya sea que la guerra tenga lugar lejos y hayamos de ocuparnos de cuidar de los vínculos internos y cercanos y los impactos de la guerra sobre nuestras propias víctimas silenciadas y la capacidad de solidaridad y empatía de nuestras sociedades.
Incorporar la vida y los cuidados a nuestro pacifismo actual, con vistas a organizar respuestas en caso de que estalle la guerra, implica a su vez nuevos aspectos a trabajar ya y ahora como:
La inclusión con relevancia en nuestro pacifismo actual de las articulaciones sociales de autoayuda, ayuda mutua y cuidados con relevancia y protagonismo en construir comunidades más empoderadas, empáticas, solidarias y capaces de autorregulación y resolución alternativa de conflictos.
Un movimiento pacifista de la vida que quiera dar respuesta de cuidados debe reforzar su perfil feminista, ecologista y de lucha por la igualdad y contra la pobreza y vincularse de manera decisiva a sus luchas y agendas de apuesta por la vida y los cuidados.
Debe apostar, como ya lo hizo el movimiento pacifista-feminista de los siglos XIX y principios del XX, por promover y dinamizar redes de cuidados y dispositivos de solidaridad: acogida, salud, apoyo a mujeres, educción, desarrollo comunitario, resolución de conflictos, etc.
Debe promover la solidaridad con las víctimas de otros conflictos y el apoyo tanto aquí como en las zonas en que se encuentran.
Debe dar respuesta específica y orientada desde la apuesta contra la violencia rectora a las diversas agresiones que las violencias directas, estructurales y culturales y su interrelación ya provoca en nuestras sociedades, como, por ejemplo, las provocadas por la violencia contra las mujeres, la aporofobia, el racismo y etnocentrismo, la explotación, las constantes agresiones ecológicas, …
5.- Pacifismo sabio y sensibilizador
Se dice que la primera víctima de la guerra es la verdad. Lo estamos viendo a diario.
Desde los distintos pacifismos hemos hecho un abrumador acopio de información, de conocimientos y análisis. Nunca antes hemos acumulado tanta información como ahora. Pero, por desgracia, más información no implica necesariamente mayor movilización, ni más compromiso ni mejores logros.
Nuestros conocimientos actuales, tanto los especializados como los generalistas e incluso los inespecíficos y procedentes de otras luchas cercanas, también deben ser puestos al servicio de la causa de la paz de una forma diferente, principalmente para tres grandes propósitos:
el desenmascaramiento de la mentira de la guerra y su construcción
la sensibilización y el despertar de la lucidez de la sociedad al respecto
y la construcción colectiva del camino de la paz más allá de la paz negativa o de la ausencia de la guerra.
Necesitamos, sobre todo teniendo en cuenta la guerra que viene, un movimiento por la paz sabio y útil. Pero sabio no quiere decir, a mi modo de ver, que tenga mucha información ni que acopie mucho conocimiento tradicional, sino saber leer la realidad, interpretar el tiempo que vivimos, aplicarse en discernir lo importante de lo trivial y destinar estos saberes a la práctica y a las aspiraciones de respuesta o de cambio.
Un pacifismo sabio quiere decir sabiduría colectiva, no que contemos con “sabios” por libre.
Y sabiduría colectiva lo debe ser en saber elegir la acción, el momento, las estrategias, las opciones, las prácticas, en sacar lecciones de las prefiguraciones que anticipa nuestra acción, en saber sacar motivación de la esperanza, en saber vislumbrar la alternativa a la que apuntan nuestras apuestas y los caminos para acercarnos a ella… En saber soñar el camino, en aprender la resiliencia y la resistencia que necesitamos para no doblegarnos, en ensayar prácticas de vida y acción de contraste y prefigurativas, …
Los saberes que necesitamos no se deben confundir con los conocimientos teóricos, expertos, tradicionales y/o académicos al uso, legítimos y de innegable importancia para desarrollar nuestra sabiduría pero insuficientes, y se refieren también a otros tipos de conocimientos prácticos, experiencias de vida, confrontación de perspectivas, modos de analizar la realidad, prácticas de acción, inteligencias emocionales y otro sinfín de saberes tan legítimos (y tal vez más urgentes) como los primeros.
Por eso la sabiduría del movimiento debe construirse en colectivo aceptando todas las legitimidades y todas las sabidurías de los co-participantes en su construcción.
Para ello, en mi criterio el pacifismo actual necesita provocar, al servicio de la causa de una paz con contenidos y que aspire a algo más que a la preparación de la guerra o a la paz negativa:
un verdadero cruce de saberes que aún no tenemos, los que cada cual y cada organización acumula,
y una ortopráxis de acción política (por encima de cualquier ortodoxia)
Lo necesitamos porque el conocimiento compartido nos ofrece un verdadero antídoto para no caer en la mentira que propaga el discurso oficial y porque permite sensibilizar a la sociedad de forma capilar y significativa.
Necesitamos ese cruce de saberes para poder actuar de manera capilar en la sociedad en su conjunto, hacia la que debemos priorizar estrategias de diálogo paciente, sensibilización, debate, formación y apertura a la participación fácil e inclusivo en nuestro activismo.
Necesitamos generar una corriente de sensibilización abierta a otros mundos y a sus capacidades expresivas, tal como ocurrió en la experiencia insumisa, capaz de hacerse porosa a todo tipo de vínculos sociales, desde las familias a los grupos de barrios, desde los institutos e instituciones educativas a los medios de comunicación, desde las organizaciones religiosas y políticas a las culturales o de otra índole, con la participación y la expansión de creatividad que supuso logros tan insospechados como la implicación de canciones y cantantes, literaturas varias, teatro, expresiones lúdicas, fiestas y celebraciones, arte callejero, música, debates, mesas redondas, cine, tesis doctorales, valores compartidos y prácticas sociales, y todo tipo de actividad imaginable.
Lo necesitamos porque la sabiduría compartida genera energías nuevas, supone una verdadera escuela de formación y aprendizaje colectivo, ofrece perspectivas novedosas y nos ayuda a empoderarnos y a construir nuestro relato y nuestras aspiraciones en común, el patrimonio con el que podremos enfrentar el discurso de la guerra.
6.- Pacifismo internacionalista.
Si ocurre la guerra, el desafío del pacifismo resistente a la guerra deberá tener en cuenta su vocación doblemente internacionalista y poner en práctica sus capacidades de solidaridad.
Hacia los pacifistas del otro lado del conflicto, que merecen igualmente nuestra colaboración y solidaridad recíproca.
Los otros pueblos, victimas también del régimen de guerra.
Por eso nuestro pacifismo actual necesita volverse más intercomunicado con otros pacifismos y más internacionalista en la solidaridad y el empuje de propuestas de desarrollo justo con otros pueblos.
Necesitamos también concertar líneas de acción política más resistente a la guerra con otros pacifismos, tanto de los pueblos circundantes que en teoría forman parte de nuestro propio bloque, como de los que forman parte del teórico enemigo.
Necesitamos más conocimiento y encuentro, más intercambio, más colaboración con otros pueblos para desinventar la idea de enemigo y reenfocar nuestras luchas contra los verdaderos enemigos de la seguridad humana, el militarismo y sus apoyos entre ellos.
Asombra que la clase obrera consciente de su lugar en el conflicto de clases que impone nuestro orden capitalista no reconozcan la solidaridad de clase con las calases obreras de los pueblos hipotéticamente enemigos y no actúe de forma solidaria en favor de la paz de clase. Asombra más aún cuando los obreros y los sindicatos que en teoría construyen para llevar a cabo esa solidaridad internacionalista son, pongamos por caso, los que piden carga laboral para fabricar armas que agredirán a otras clases trabajadoras.
7.- Contra el presentismo, el oportunismo y la improvisación.
La séptima condición que debemos profundizar para fortalecer un movimiento pacifista capaz de resistirse a la guerra tiene que ver con varias tendencias que, en mi criterio, evidencian una de las mayores debilidades con las que se nos percibe.
La primera es el presentismo con el que algunas figuras u organizaciones entran y salen de la escena para hacerse ver en momentos de oportunidad y de cálculo. Sobran los ejemplos de presentismo oportunista que juega en contra de la solidez de un pacifismo en movimiento. Máxime cuando los mensajes y las escenificaciones de tal presentismo cogen, por lo general, el rábano por las hojas y no son coherentes con el núcleo fundamental de las propuestas pacifistas.
Este presentismo se aplica en ocasiones a organizaciones y personajes que calientan la silla o que aparecen en momentos oportunos sin verdadero contenido detrás y como mero reclamo.
Llama la atención la celeridad con la que se aprestan sedicentes líderes pacifistas sin contacto real con el pacifismo, para encabezar luchas pacifistas en momentos oportunos. Sobre todo, cuando tales liderazgos ad hoc se contrastan con trayectorias de trabajo que no acreditan precisamente la coherencia con el propio pasado.
Pero el presentismo se refiere también a modulaciones del pacifismo y organizaciones pacifistas que se presentan habitualmente priorizando la imagen sobre la sustancia, la apariencia y la puesta en escena vacía y con escaso contenido detrás o en abierta contradicción con el activismo pacifista más habitual.
El presentismo y el oportunismo, especialmente del que participan partidos políticos y sindicatos con gran aparato detrás, supone un lastre del que conviene desprendernos. Crea confusión, descrédito, desánimo y no genera sinergias en favor de la paz.
No cabe duda de que el oportunismo siempre será una tentación, incluso para las organizaciones más cabales, pues la ventana de oportunidad que nos provoca el azar permite en ocasiones buscar atajos en la lucha o acelerar procesos necesitados de un empujón. Pero deberíamos intentar en la medida de lo posible evitar el presentismo y guiarnos por la visión de largo plazo en vez de por el cortoplacismo, por la proposición y la iniciativa buscada por encima de la reacción y la opinión pública del momento, por provocar agendas y procesos en vez de responder al oportunismo y la improvisación.
Y, sobre todo, presentarnos con la significación comunicativa y con los contenidos propios, no prestados, de las propuestas pacifistas de paz positiva y no con las rebajas acomodaticias del momento.
Por ello también deberíamos saber, igual que antes propuse tejer alianzas, en el absoluto respeto y la franca colaboración con otras articulaciones e intereses legítimos, desembarazarnos de abrazos efectistas y de compañeros de viaje maleducados e irrespetuosos. Y a veces, incluso, denunciar sus maniobras. Aunque los sectarios nos llamen sectarios.
Un pacifismo que se precie debe defender su autonomía y su independencia. Ni es el hermano menor de ninguna ideología ni, menos aún, la correa de transmisión de las consignas de ningún partido político u organización sistémica. Cuando llegue la guerra, si esta no ha llegado ya, debe tener la capacidad de actuar sin mordazas ni préstamos que lo desvíen de su propia pretensión de resistencia a la guerra y construcción de la paz positiva.
8.- Pacifismo articulado y en busca de ciclos movilizadores.
Se necesita un pacifismo articulado y que pueda ser referencia patente para la gente del común que quiera movilizarse. Entiendo por articulado un pacifismo capaz de desarrollar simultáneamente:
una actuación concreta y cotidiana en cada lugar donde organizaciones pacifistas tengan presencia,
una de toma de decisiones común
el desarrollo de una acción política coordinada y compartida
capaz de provocar sus propias agendas y de hacer saltar a las ajenas sus reclamaciones y luchas
capaz de gestionar sus disensos y desacuerdos para que no resten y de resolver sus conflictos cooperativamente
dotada de mecanismos de apoyo mutuo, generador de sinergias y constructor de fortalezas compartidas
enfocada a la interacción y el diálogo con la sociedad en su conjunto
tejedor de redes y alianzas con otras articulaciones sociales.
Sería un error pensar en términos de organización o de estructura cerrada a la hora de concretar la articulación del pacifismo. Tanto por su diversidad de organizaciones e iniciativas, como por su pluralidad de enfoques, campos de acción, grado de relación, afinidades, sinergias y capacidades, la articulación deberá mantener suficiente plasticidad y porosidad para poder actuar donde y como se deba y se pueda en cada momento.
Debe huir de excesivas representaciones y sobrerrepresentaciones tanto grupales como personales y potenciar el carácter colectivo de su articulación, el carácter efímero y subordinado de sus portavocías y la existencia de mecanismos de control y de sujeción de estos portavoces más visibles a las directrices del común.
El modelo de articulación exige diversidad de grados de coordinación y de toma de decisiones estratégicas e incluso de campañas.
Sea como fuere, debe tener la suficiente visibilidad para ser identificado como tal de cara a la participación en sus iniciativas y en la construcción de sus propuestas, lineamientos y campañas.
9.- Ni lobbies ni estrategas.
En consecuencia, el movimiento pacifista que necesitamos no puede identificarse con pretensiones y experiencias superadas de formar una especie de club de notables con capacidad de influir o emboscarse en los círculos de poder para desplazar sus consensos o para convencerle de la bondad de sus propuestas.
No necesitamos notables que convenzan a los señores de la guerra ni podemos depender de lobbies, por bienintencionados que sean, para que en nuestro nombre negocien transacciones y cambios no asumidos ni decididos en común.
Sí necesitamos en cambio pacifismo de acción, de empoderamiento social, de cambio de mentalidades y prácticas sociales, de protagonismo colectivo y de enfoque más transformacional que transicional, más estructural y cultural que jurídico y de retoques, más profundo que pactista, inconformista, más de movilización y dinamización de la protesta que de pisar moquetas y salones.
Un pacifismo que pone al servicio de su causa los saberes y capacidades de sus activismos y activistas y que los supedita a sus necesidades, análisis, preocupaciones y prioridades y no al revés.
Frente al reproche de que no podemos aspirar a cambios si no llegamos a las instituciones, debemos afirmar que nuestra prioridad es el cambio de mentalidades y la activación del procomún, pero además, es que la experiencia desobediente de la insumisión o de las movilizaciones contra la guerra ya enseñan cómo para provocar cambios institucionales la vía de la lucha social puede obligar a efectuarlos y a provocar la quiebra de las agendas controladas por el poder al menos con la misma eficacia que el cabildeo.
10.- Pacifismo ambicioso y noviolento hacia la paz positiva.
El pacifismo resistente a la guerra tiene en cuenta el carácter esencial de la guerra y su preparación en la reproducción del sistema capitalista global. Como he explicado en otras ocasiones, la guerra es un ciclo repetitivo y espiral que se produce simultáneamente en el propio escenario (aquí) y en el escenario de confrontación (allí) y cuenta con un momento de preparación (antes) otro de ejecución (durante) y un tercero de reconstrucción/vuelta a empezar.
Escala de tiempo El contenido generado por IA puede ser incorrecto.
Dicha reproducción, en el contexto de interconexión de las distintas sociedades y estados del planeta, abre la puerta a una diversificación de guerras y a una convivencia de momentos, en distintos lugares, de los períodos del antes, durante y después.
En cierto modo la guerra es el estado natural de la política entre poderes capitalistas basados en la violencia rectora que subyace como razón, objetivo y medio de este sistema complejo y automatizado en el que nuestro poder de acción queda mediado y limitado. Modificando la propuesta de Clausewitz, no es que la guerra sea la continuación de la política por otros medios, sino que la política viene a ser la continuación de la violencia rectora por otros medios y la guerra el horizonte (como advertencia o como realización si llega el caso) de relación entre poderes capitalistas en pugna.
De este esquema pueden extraerse varios elementos para la construcción de la propuesta pacifista:
Dado el carácter cíclico de la guerra y que la misma se construye con ladrillos específicos en el antes, durante y después tanto aquí como allí, la manera de luchar contra la guerra es cortocircuitar en el antes, durante y después esos ladrillos específicos. Esto permite identificar planos concretos e interconectados de lucha pacifista. Podemos emplear los que aparecen en el bocadillo del cuadro anteriormente aportado u otros que nos parezcan más idóneos, pero lo cierto es que el carácter cíclico de la guerra presenta escenarios y concreciones de lucha contra la guerra más allá de la repulsa genérica.
Para quienes esperan luchar contra la guerra, una mala noticia. La guerra no va a llegar. La guerra ha llegado ya y la sufrimos, con distintas intensidades ya. No sólo me refiero a la guerra militar que se construye a nuestras espaldas, pero con nuestra silenciosa aquiescencia, sino a las otras guerras, las que se desencadenan cada día contra las mujeres, o contra la naturaleza, o contra los empobrecidos y vulnerables, o contra las familias sin casa, o la explotación o cualquier otro de los múltiples planos donde se despliega a diario la violencia directa, o la violencia cultural, o la violencia estructural. Y hay que dar respuesta ya, sin esperar más, también a estas guerras.
Del carácter político de la guerra como metodología de reproducción del capitalismo y de la lógica de violencia rectora (dominación-violencia) que lo reproduce, se infiere que lo contrario a la paz no es la guerra, sino la violencia rectora, y la guerra, la expresión de esta en el ámbito de la seguridad. De esta manera de ver las cosas, se infiere que la lucha por la paz no se refiere a la paz negativa (lucha contra la guerra y pretensión de mera ausencia de guerra) sino a una paz positiva y ambiciosa, entendida como lucha contra la violencia rectora y contra sus lógicas de dominación-violencia en todos los ámbitos
Del anterior punto podemos sacar consecuencias prácticas para nuestro pacifismo:
Se debe dirigir contra todas las violencias (directas, estructurales, culturales, la sinergia de la interrelación y recombinación de estas)
La paz por ello debe incorporar de forma simultánea, junto al componente antibelicista y antimilitarista, la lucha contra la violencia depredadora con la vida y el planeta, la lucha contra la violencia patriarcal, la lucha contra la violencia social y estructural y la desigualdad, la lucha contra la explotación, la lucha contra la violencia colonial, .a lucha contra la violencia etnocéntrica, racista y supremacista, la lucha contra la dominación del hombre sobre el hombre y sobre la naturaleza, etc.
Su horizonte debe ser por consiguiente romper con el paradigma dominación-violencia (y consiguientemente debe tener un marcado enfoque anticapitalista) y desencadenar dinámicas y procesos de forma alternativa (es decir, no después, sino a la vez) basadas en las ideas fuerza antagónicas de cooperación-noviolencia que permitan cristalizar en la idea de paz rectora y de seguridad humana y ecológica.
En lo que se refiere a nuestra propuesta hacia el régimen de guerra la propuesta pacifista debe tener un marcado carácter de resistencia radical a la guerra y no puede apostar por el desarme (quitar armas y elaborar pactos militares de paz fría) sino por la desmilitarización y el trans-arme entendido como provocación de procesos de construcción de alternativas de seguridad basadas en la cooperación-noviolencia. No basta con quitar poder a lo militar, si en paralelo no transformamos nuestras sociedades hacia la idea y la práctica de la paz positiva.
Habida cuenta de la urgencia de un cambio de rumbo global y de la deserción del actual sistema/mundo insostenible, debemos pensar, junto con otras articulaciones que afirman igualmente esta necesidad, nuestras prácticas de cambio y nuestras luchas en términos de defensa social frente a la violencia rectora y organizar dicha defensa social de forma compartida, coordinada y conjunta,
Tal vez el papel y el desafío de las articulaciones pacifistas del presente es el de plantear abiertamente la idea (en construcción) de la paz positiva más allá del desarme, reforzar su perfil desobediente, desmilitarizador, activista y de lucha contra la violencia rectora, ambicionar y construir con la sociedad procesos creativos de trans-arme que quiten poder a la violencia rectora y al militarismo a la vez que construyen prácticas de empoderamiento social alternativo y de cooperación-noviolencia y, como no, visibilizarse, proponer y desencadenar, junto con otros aliados afines, ciclos de movilización social de amplias miras y visión sabia.
Judíos no sionistas
Morah Yasmín
Judíos no sionistas: son los judíos que consideran el sionismo como la opresión del pueblo palestino y la denigración de las propias tradiciones, luchas por la justicia y alianzas con nuestro prójimo.
Entres sus bases están:
El sionismo es racista
Demanda poder político, económico y legal para las personas y culturas judías y europeas por encima de los pueblos y las culturas autóctonas. El sionismo no solo es racista sino antisemita. Respalda la imaginería antisemita europea y sexista del «judío diaspórico» afeminado y débil y contrapone a éste un «judío nuevo» violento y militarizado, que es un perpetrador y no una víctima de la violencia racializada.
El sionismo por lo tanto busca convertir a los judíos en blancos
A través de la adopción del racismo blanco en contra del pueblo palestino. A pesar de la necesidad de Israel de integrar a los mizrahi para mantener una mayoría judía, este racismo también se manifiesta en la marginación y la explotación económica de la población mizrahi socialmente pobre. Esta violencia racializada también incluye la explotación de los trabajadores migratorios.
Los sionistas diseminan el mito de que Israel es una democracia
En realidad, el Estado de Israel ha establecido e implementado prácticas y políticas internas de discriminación contra los judíos de ascendencia mizrahi y excluye y restringe a los palestinos. Además, el Estado de Israel, en colaboración con los Estados Unidos, socava cualquier movimiento árabe por la liberación y el cambio social.
El sionismo perpetúa el excepcionalísimo judío
Para defender sus crímenes, el sionismo cuenta una versión de la historia judía que está desconectada de la historia y las experiencias de otras personas. Promueve la narrativa del holocausto nazi como excepcional en la historia de la humanidad -a pesar de ser uno de muchos holocaustos, desde los aborígenes estadounidenses hasta Armenia y Ruanda-. El sionismo separa a los judíos de las víctimas y los sobrevivientes de otros genocidios en lugar de unirnos a ellos.
A través de una islamofobia compartida y un deseo de controlar a Medio Oriente y Asia Occidental, el Estado de Israel hace causa común con los cristianos fundamentalistas y otros que llaman a la destrucción de los judíos. Juntos, llaman a la persecución de musulmanes.
Esta promoción conjunta de islamofobia sirve para demonizar a la resistencia contra la dominación económica y militar de Occidente. Continúa una larga historia de colusión con regímenes represivos y violentos, desde Alemania nazi hasta el régimen de apartheid de Sudáfrica y las dictaduras reaccionarias a lo largo de Latinoamérica.
El sionismo sostiene que la seguridad judía depende de un estado judío altamente militarizado. Pero el Estado de Israel no contribuye a que los judíos estén seguros. Su violencia garantiza inestabilidad y miedo para los que están dentro de su esfera de influencia y pone en peligro la seguridad de todas las personas, incluyendo a los judíos, mucho más allá de sus fronteras.
El sionismo voluntariamente coludió para crear las condiciones que llevaron a la violencia en contra de los judíos en los países árabes. El odio que la violencia y dominación militar israelíes generan hacia los judíos que viven en Israel y en otros lugares es usado para justificar más violencia sionista.
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