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Si la pregunta es si España puede negar a EEUU sus bases para dar apoyo aéreo a Israel, la respuesta no es tan sencilla
Miguel Jorge
Editor
Y, de repente, España. En realidad, y como veremos, la situación geográfica del país lo convierte en una especie de “parada técnica” para los diferentes conflictos militares en los que Estados Unidos ha estado. La guerra que está teniendo lugar en Oriente es otro capítulo, pero con la salvedad de que, muy posiblemente, España no vaya a entrar.
Lo que plantea una pregunta lógica: ¿podría negarse al uso de sus bases aéreas?
Refuerzos desde España. Primero la noticia. En el marco de la creciente escalada militar entre Israel e Irán, Estados Unidos ha intensificado discretamente su despliegue en Oriente Próximo con la ayuda de infraestructuras clave en Europa, incluyendo bases en territorio español. Es oficial, ya que la ministra de Defensa, Margarita Robles, confirmó que Washington ha comenzado a utilizar las bases de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla) para estacionar aviones cisterna, una medida enmarcada en los acuerdos bilaterales vigentes entre ambos países.
Robles aseguró que la presencia de estos medios aéreos se realiza dentro de los límites establecidos por los tratados de defensa conjunta. En concreto, el convenio permite el despliegue de hasta 15 aviones de reabastecimiento en Morón, aunque medios internacionales como la BBC han reportado la llegada de “algo más”: al menos 30 aviones KC-135 en los últimos días, distribuidos entre España, Inglaterra y Escocia.
Apoyo logístico a cazas. Lo hemos venido contando estos días. El papel de estos aviones cisterna es estratégico: permiten ampliar el alcance operativo de aeronaves de combate como los F-16, F-22 y F-35 que el Pentágono ha movilizado hacia la región del golfo Pérsico.
Según Reuters, este refuerzo aéreo incluiría también el despliegue de un portaviones estadounidense, lo que indica una capacidad proyectiva de combate en varias dimensiones. Aunque el secretario de Estado de Defensa, Pete Hegseth, ha insistido en que se trata de un despliegue con fines estrictamente defensivos, fuentes militares estadounidenses han confirmado que estas plataformas ya han sido utilizadas para operaciones de intercepción, derribando drones y misiles lanzados por Irán en respuesta a los ataques israelíes iniciados el viernes anterior.
Reacciones en España. Qué duda cabe, la utilización de instalaciones militares españolas por parte de Estados Unidos ha generado inquietud dentro del propio arco parlamentario español. Podemos ha presentado una batería de preguntas en el Congreso para exigir explicaciones al Ejecutivo sobre la llegada, el pasado viernes, de los aviones cisterna a la base de Morón.
En su escrito, expresan sospechas de que estas instalaciones están siendo empleadas como escala logística en apoyo a operaciones militares en favor de Israel. El partido liderado por Ione Belarra también ha cuestionado al Gobierno sobre si estaba al tanto de estos movimientos y si supervisa su propósito, poniendo sobre la mesa el debate sobre la soberanía operativa y la implicación indirecta de España en un conflicto internacional de alta intensidad.
Base legal y precedentes. La actual utilización de las bases militares de Rota y Morón por parte de Estados Unidos se enmarca en una relación estratégica iniciada en 1953, cuando España, aún bajo la dictadura franquista, firmó los llamados Acuerdos de Madrid.
A cambio de ayuda económica y militar, se autorizó la instalación de bases norteamericanas en territorio español, en lo que fue un tímido paso de apertura internacional. Esta red inicial incluía las bases de Zaragoza, Torrejón de Ardoz, Morón de la Frontera y Rota, y constituyó uno de los primeros gestos de España para aspirar a ingresar en la OTAN, algo que no se concretaría hasta 1982 con la firma, y hasta 1999 con la adhesión plena a la estructura militar integrada de la Alianza.
El convenido del 88. La base legal actual que regula el uso compartido de Rota y Morón se estableció con el Convenio de Cooperación para la Defensa firmado el 1 de diciembre de 1988 entre los gobiernos de Felipe González y Ronald Reagan, en plena era final de la Guerra Fría. Este texto ha sido enmendado en tres ocasiones (en 2002, 2012 y 2015) para adaptarse a los cambios geoestratégicos y operativos.
Según el propio Ministerio de Defensa, el segundo protocolo de enmienda fijó un periodo de vigencia de ocho años desde su entrada en vigor (21 de mayo de 2013), lo que hacía que caducara el 22 de mayo de 2021. Sin embargo, el artículo 69 del convenio prevé una prórroga automática anual si ninguna de las partes expresa su voluntad contraria con seis meses de antelación, lo que ha venido sucediendo hasta hoy, con algunas excepciones.
Limitaciones operativas. Aunque la jurisdicción estadounidense rige en ciertos aspectos dentro del perímetro de las bases, España conserva la soberanía y el control político sobre su uso estratégico. De hecho, Estados Unidos no puede utilizar las instalaciones unilateralmente, sino que requiere permiso expreso del Gobierno español, tal y como estipula el convenio.
Este principio se ha mantenido, aunque en la práctica no ha supuesto obstáculos durante, por ejemplo, las guerras de Irak y Afganistán, cuando los gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero autorizaron su uso sin restricciones. De igual modo, en 2021 España permitió que ambas bases acogieran temporalmente a colaboradores afganos de Estados Unidos durante su huida de Kabul.
Presencia militar. Según el convenio, Estados Unidos puede mantener desplegados hasta 2.200 militares, 36 aviones y 500 civiles en Morón, aunque el contingente actual se sitúa en torno a los 600 efectivos. En Rota, el límite permitido asciende a 4.250 militares y 1.000 civiles estadounidenses.
Estas cifras reflejan una reducción paulatina respecto a décadas anteriores, y en 2023 se confirmó el traslado de la fuerza de respuesta rápida para África desde Morón a una base en Italia, evidenciando un repliegue operativo que afecta directamente al empleo y a la economía de las zonas cercanas, que perciben unos dos millones de euros anuales en ingresos directos del Estado.
Capacidad real del veto. Por tanto, a la gran pregunta, ¿podría España negarle al uso de sus bases aéreas a Estados Unidos con respecto al conflicto Israel-Irán? La respuesta corta es que sí, de hecho, hay ejemplos, como con la devolución de Torrejón en 1991 y Zaragoza en 1992. Plus: en 1986, el gobierno de Felipe González anunció que no renovaría automáticamente el pacto, exigiendo además la retirada de los F‑16 norteamericanos en Torrejón, lo que condujo a su retirada definitiva entre 1988 y 1992 (aunque, como vemos, luego aparecieron nuevos convenios y textos enmendados).
Por tanto, la ausencia de renovación automática implica que Estados Unidos debe salir en un plazo establecido (tradicionalmente un año), como ocurrió en los años ochenta. Esto demuestra que, si el Gobierno actual lo considerase necesario, podría vetar operaciones específicas, incluido el uso de Morón o Rota para reabastecimiento o apoyo aéreo. Dicho de otra forma, si Madrid no desea que tales operaciones ocurran hoy, legalmente podría denegarlas o exigir condiciones estrictas en la renovación del acuerdo.
El delicado equilibrio. El hecho de que España no vaya a entrar en la guerra de Oriente, pero permita la llegada de Cisternas de Estados Unidos para apoyar la ofensiva de Israel, deja bastante clara la situación. La posición del Gobierno español combina cautela y preocupación. Robles reiteró que la situación es extremadamente delicada y que el Ejecutivo desea una pronta desescalada y un acuerdo de paz duradero. Con todo, la coordinación militar con Estados Unidos, aunque reglada y prevista en esos tratados bilaterales, deja a España expuesta a los vaivenes de una guerra que podría desbordarse en cualquier momento.
Plus: la llegada de más medios aéreos, el movimiento de cazas furtivos y la posibilidad de un ataque preventivo estadounidense contra Irán incrementan la presión sobre el Ejecutivo español, que debe mantener el equilibrio entre su papel en la OTAN, su relación con Washington y la innegable inquietud de la opinión pública frente a una implicación militar indirecta que ya es tangible y numérica en las pistas de sus bases aéreas.
¿Keynesianismo militar?
Robert Skidelsky
Nota: John Maynard Keynes creía que los gobiernos debían incurrir en déficit fiscal cuando fuera necesario para estimular el crecimiento y el empleo. La sabiduría económica contemporánea insiste en equilibrar el presupuesto, excepto en un caso: el gasto militar. Hoy en día, los gobiernos se apresuran a romper sus «reglas fiscales» en respuesta a la llamada «amenaza rusa».
Como señaló recientemente John Lanchester (LRB, 27 de abril de 2025), «por poco dinero que haya para cualquier otra cosa, siempre hay suficiente para una guerra». Los fracasos de la economía neoliberal amenazan con todo tipo de reacciones políticas, algunas de las cuales ya se han visto en el giro nacionalista de las relaciones internacionales. El «keynesianismo militar» es una tentadora salida al impasse político, ya que proporciona una justificación geopolítica a medidas económicas que serían rechazadas por motivos económicos neoliberales.
El gasto público en obras públicas se remonta a mucho antes de que John Maynard Keynes apareciera para proporcionarle una base científica. Como señaló Keynes con sarcasmo: «La construcción de pirámides, los terremotos e incluso las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica se interpone en el camino de algo mejor». Dado que la educación de los políticos contemporáneos ha retrocedido aproximadamente al nivel de la época de Keynes, el keynesianismo militar ofrecerá a los gobiernos una forma cada vez más tentadora de combinar la economía del pleno empleo con la retórica de la seguridad nacional.
¿Qué peso tienen las tediosas afirmaciones sobre la austeridad fiscal y el equilibrio presupuestario frente a la urgencia de la seguridad nacional? La Comisión Europea ha propuesto eximir el gasto total en defensa de las normas fiscales de la UE durante cuatro años. Alemania ya ha iniciado el rearme suspendiendo el freno al endeudamiento constitucional promulgado por Merkel en 2009 para impedir que el Estado financie la inversión mediante préstamos, y otros países como Gran Bretaña seguramente seguirán su ejemplo. Sin restricciones al déficit y al crecimiento de la deuda (en Gran Bretaña, la deuda de la Segunda Guerra Mundial alcanzó el 250 % del PIB), el principal problema de la política será limitar la inflación mediante el racionamiento de los bienes civiles o el aumento de los impuestos, a fin de hacer sitio a los gastos de guerra.
Los economistas sitúan el origen de la revolución keynesiana en la demostración de Keynes, en la Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936), de que las economías de mercado no se autocorregían espontáneamente. De hecho, la política keynesiana nació en tiempos de guerra, no de paz: los Estados keynesianos comenzaron como Estados beligerantes. Fueron el rearme y la guerra los que abolieron el desempleo tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, con un crecimiento económico medio del 17 % anual entre 1939 y 1945. Al introducir conceptos sofisticados como las brechas de «producción» e «inflación», la teoría keynesiana, junto con las estadísticas de la renta nacional, se propuso hacer científicamente lo que los gobernantes llevaban mucho tiempo haciendo instintivamente.
Se podría argumentar que la política keynesiana de pleno empleo se extendió a la paz porque había demostrado su eficacia en la guerra. Esto debe ser parcialmente cierto, pero ignora el impacto que tuvo en la política el desafío de la Rusia soviética. La Unión Soviética era vista en Occidente no solo como un enemigo ideológico, sino también militar, y fue esto lo que dictó la forma que tomó la política keynesiana después de la guerra. En teoría, el pleno empleo podría haberse mantenido con cualquier tipo de gasto público autónomo, pero era mucho más fácil justificar el gasto militar, especialmente ante la opinión conservadora, que el gasto en hospitales o escuelas.
Así pues, la forma típica que adoptó el keynesianismo de posguerra en Estados Unidos y Gran Bretaña fue el «keynesianismo militar». En Estados Unidos, el gasto militar representó alrededor del 50 % del gasto federal entre 1950 y 1970, y en el Reino Unido, entre el 15 % y el 20 % del gasto público; en ambos países, fue, con diferencia, la partida más importante del gasto público. (En comparación, el gasto público en el Reino Unido en el Servicio Nacional de Salud fue de alrededor del 10 % del gasto público durante este periodo). El keynesianismo militar no solo incluía el gasto en armamento, sino también el gasto en guerras activas supuestamente en defensa de la libertad, en particular las guerras de Corea y Vietnam. Fue el intento del presidente Johnson de combinar el gasto en la guerra de Vietnam con los programas de la Gran Sociedad destinados a combatir la pobreza y promover los derechos civiles lo que provocó la crisis inflacionaria del keynesianismo a finales de la década de 1960, ya que los gestores keynesianos olvidaron que, en una situación de pleno empleo, había que elegir entre las armas y la mantequilla.
Los historiadores del pensamiento económico hablan de la caída del keynesianismo como una reevaluación de la teoría dentro de la economía, pero también es cierto que, con la decadencia y posterior caída del comunismo, el keynesianismo perdió gran parte de su valor político. Ya en 1961, el presidente Eisenhower, a punto de jubilarse, advirtió «contra la adquisición de una influencia injustificada... por parte del complejo militar-industrial». En esta advertencia hay un indicio apenas velado de que la Guerra Fría estaba siendo conjurada por el establishment militar y las industrias de defensa para justificar el flujo de dinero público hacia sus arcas.
El colapso de la Unión Soviética en 1990 prometía un alivio de la carrera armamentística, y el gasto militar como porcentaje del gasto público total se redujo sustancialmente: en Gran Bretaña y en la mayor parte de Europa, hasta alrededor del 5 % del gasto público. Pero el «dividendo de la paz» fue cobrado principalmente por el sector privado, no por el público. Ahora, el gasto militar está aumentando de nuevo para hacer frente a la amenaza percibida de Rusia y China; y es razonable apostar que, dado que no se recortarán los programas de bienestar para dar cabida al rearme, el endeudamiento público aumentará para financiar el incremento. La inflación que esto provocará dependerá del margen de maniobra de las economías occidentales y de la disposición de los gobiernos a restringir el consumo civil.
El propio Keynes se habría sentido deprimido, pero no sorprendido, por la facilidad con la que se puede avivar el fervor bélico para justificar las políticas keynesianas. No habría apoyado a los Estados autoritarios actuales de Rusia y China, pero tampoco habría simpatizado mucho con aquellos en Occidente que continuamente exageran la amenaza que representan para conseguir dinero. «Hay que abordar [la guerra] con mucha prudencia, reverencia y cálculo», escribió Keynes cuando era joven. En un mundo que actualmente está volviendo a bloques económicos y políticos antagónicos, su reprimenda a los belicistas en el poder es urgentemente pertinente, ya que la tecnología bélica actual puede destruir no solo la civilización, sino la vida misma.
Robert Skidelsky
es miembro de la Cámara de los Lores británica, catedrático emérito de Economía Política en la Universidad de Warwick y autor de una premiada biografía en tres volúmenes de John Maynard Keynes. Comenzó su carrera política en el Partido Laborista, fue miembro fundador del Partido Socialdemócrata y portavoz del Partido Conservador para asuntos del Tesoro en la Cámara de los Lores hasta que fue destituido por su oposición al bombardeo de Kosovo por la OTAN en 1999. Desde 2001 es miembro independiente de la Cámara de los Lores. Es autor de múltiples libros, y entre los más recientes "The Machine Age: An Idea, a History, a Warning" (Allen Lane, 2023) y junto con su hijo Edward de "How much is enough?" (2012).
Fuente: https://robertskidelsky.substack.co...
Tomado de: https://sinpermiso.info/textos/keyn...
España, cómplice del bombardeo de EEUU sobre Irán
Evaristo Torregrosa, redes sociales
España colabora con el bombardeo estadounidense a Irán desde sus bases en territorio español.
España ha colaborado en el bombardeo de Estados Unidos a Irán, permitiendo el uso de sus bases militares estadounidenses en territorio español. Ante esta situación, solicito inmediatamente la salida de España de la OTAN o, en su defecto, la convocatoria de un referéndum a tal fin, con el objetivo de evitar que el pueblo español sea nuevamente víctima de ataques terroristas, como ocurrió en el pasado tras la participación del presidente del Gobierno José María Aznar en la guerra de Irak.
Estados Unidos ha violado el derecho internacional al bombardear Irán.
El 22 de junio de 2025, Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahán. El presidente Donald Trump calificó la operación como un "éxito militar espectacular", afirmando que buscaba neutralizar la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán, considerado por él una amenaza por su programa nuclear y su supuesto rol como "patrocinador del terrorismo". Sin embargo, estos bombardeos constituyen una clara violación del derecho internacional, según los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas.
Han muerto muchas personas cuya identidad, con el tiempo, se sabrá. El bombardeo ha sido de una magnitud tremenda. No podemos calificar estos ataques simplemente como actos ilegales o estratégicos: estamos ante una masacre, posiblemente un crimen de guerra, dado el tipo de objetivo y el riesgo evidente para la población civil.
El orden internacional se fundamenta en la Carta de la ONU, que prohíbe el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado (artículo 2.4). Los bombardeos estadounidenses en territorio iraní representan un uso de la fuerza que solo podría justificarse bajo dos excepciones reconocidas:
1. Legítima defensa (artículo 51)
Para que los ataques fueran legales, Estados Unidos debería demostrar que Irán representaba un ataque armado inminente contra EE. UU. o sus aliados. No existe evidencia de que Irán hubiera iniciado o estuviera a punto de lanzar un ataque armado en junio de 2025. Las preocupaciones sobre el programa nuclear iraní, aunque expresadas por EE. UU. e Israel, no cumplen con el criterio de inminencia requerido por el derecho internacional. Además, los bombardeos a instalaciones nucleares, con riesgos de contaminación radiactiva, podrían considerarse desproporcionados, violando el principio de proporcionalidad.
2. Autorización del Consejo de Seguridad
No hay registro de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorice los ataques. El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó los bombardeos como una "escalada peligrosa" y una "amenaza a la paz y la seguridad internacionales", lo que indica la falta de respaldo de la comunidad internacional.
Los bombardeos a sitios nucleares como Fordow, Natanz e Isfahán generan preocupaciones adicionales. El Protocolo Adicional I de los Convenios de Ginebra (1977) prohíbe atacar instalaciones que contengan fuerzas peligrosas, como reactores nucleares, si pueden causar daños graves a la población civil. Aunque no se reportaron niveles anormales de radiación, el riesgo inherente de estos ataques viola el derecho internacional humanitario. Además, la Organización de Energía Atómica de Irán denunció los bombardeos como una violación flagrante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), ya que las instalaciones estaban bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Atacar sitios nucleares pacíficos socava el régimen global de no proliferación.
La estrategia jamás puede estar por encima del derecho internacional. Los derechos humanos y la soberanía de las naciones no pueden quedar subordinados a los intereses militares o políticos de una potencia. Justificar el uso de la fuerza fuera del marco de la legalidad internacional sienta un precedente muy peligroso, porque destruye el principio de igualdad jurídica de los Estados y debilita todo el sistema multilateral.
La comunidad internacional ha condenado ampliamente los bombardeos. Cuba y Chile los calificaron como actos criminales y violaciones del derecho internacional. El vicecanciller iraní, Saeed Khatibzadeh, describió los ataques como un acto de agresión que saboteó las negociaciones nucleares. Incluso aliados de Estados Unidos, como los ministros de Exteriores europeos, han priorizado la diplomacia para desescalar el conflicto, sin respaldar la acción militar. La condena de Guterres refuerza la percepción de que los bombardeos carecen de legitimidad internacional.
Se solicita al Gobierno español que condene el ataque de Estados Unidos a Irán y asuma su responsabilidad por la colaboración con las bases militares estadounidenses en territorio español. Esta colaboración aumenta el riesgo de que España sea objeto de represalias o ataques terroristas, como ya ocurrió en el pasado tras la implicación española en la guerra de Irak. Aunque prever un atentado es una hipótesis, es una hipótesis fundamentada. La historia reciente demuestra que la participación en guerras ilegales, como en Irak en 2003, convirtió a España en blanco de represalias. Antes de ello, España no había sido objetivo directo de terrorismo yihadista. Repetir ese error no solo es irresponsable: es una negligencia criminal desde el punto de vista de la seguridad nacional.
Por ello, se exige la salida de España de la OTAN o, en su defecto, la celebración de un referéndum para que la ciudadanía decida sobre la permanencia en la Alianza Atlántica.
Los bombardeos de Estados Unidos a Irán el 22 de junio de 2025 violan el derecho internacional. No se justifican como legítima defensa, ya que no había un ataque armado inminente, ni cuentan con autorización del Consejo de Seguridad. Atacar instalaciones nucleares, además, contraviene el derecho internacional humanitario y el TNP. Estas acciones socavan el orden internacional basado en la prohibición del uso de la fuerza y la resolución pacífica de disputas. La condena global y la falta de apoyo de la ONU confirman que Estados Unidos ha actuado en contra de los principios fundamentales de la Carta de la ONU, generando una escalada peligrosa con graves implicaciones para la paz mundial.
La participación de España en estos hechos, a través de sus bases militares compartidas, exige una reflexión profunda sobre su papel en la OTAN y su responsabilidad ante posibles consecuencias para la seguridad nacional y la paz internacional.
Un anillo para gobernarlos a todos (II): Coacción
Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.
Ver también:
Un anillo para gobernarlos a todos (I): ¿Qué es el poder?
Coacción
Es el procedimiento más simple. De carácter primario y, de hecho, vinculado a formas relacionales prehumanas, características de «la manada». Quien tiene la capacidad de implementar un grado de violencia superior, en cantidad o calidad, por ejercicio o simple amenaza, está en disposición de obtener la sumisión del resto, así como de arrebatarle sus pertenencias o cualquier elemento material en disputa. Ejercer la violencia no requiere sofisticación, sino simple músculo. Incluido el músculo tecnológico que muestran hoy los ejércitos de los países más desarrollados.
La violencia como herramienta de poder en estado puro, sin el acompañamiento de otros sistemas de dominio, es el recurso de autoridades débiles y provisionales: el bandolero que asalta en los caminos, la guerrilla insurgente, la tropa medieval que ejecuta razzias estacionales. Un poder que quiera ser consolidado no lo puede fiar todo a la aplicación de la fuerza bruta. Circunstancia que generaría entre la población dominada resentimiento y deseos de liberación —lo emocional, desde luego, también juega su papel en la historia— que, a la larga, desembocarían en una situación difícilmente sostenible para dicha tiranía.
Dicho esto, cabe añadir que ningún poder de los que estudiamos dejó nunca de utilizar la violencia para su propósito. Además de desplegar otros medios, claro. Quizá porque éste, por su carácter tan primario, es la instancia definitiva; no discutible ni desafiable en tanto no sea, de alguna forma, desactivada, o no se ponga sobre el tablero una fuerza similar. La dominación puede incurrir en desprestigio, deslegitimación, falta de proyección, pero si conserva su coraza militar, en principio, podrá sobrevivir.
Así, cuanto mayor fue el poder concentrado, éste se dotó de más instituciones violentas a su servicio. Al tiempo que neutralizó la capacidad de desafío de los gobernados, o conquistados, mediante la implantación del monopolio de la violencia. Dicho monopolio se consagra con legislación, pero también con propaganda; la violencia del poder ha de ser legítima y la de los particulares de carácter criminal. Esto llega a nuestros días. El vencedor de una guerra ha aplicado una fuerza «justa» y necesaria; proporcional. El derrotado ha utilizado medios ilegítimos: terrorismo, genocidio, violación de los derechos humanos, etc. Las guerras siempre las ganan los buenos, decía Jesús Ibáñez, porque si pierden, entonces se llaman malos. Los «nuestros» abaten; «ellos» asesinan. Y así sucesivamente. Cabe añadir una función a dicho monopolio de la violencia: en lugares de alta y concentrada demografía permitir que la gestión de los conflictos se realice desde la espontaneidad de la colectividad —compuesta por multitud de personas sin lazos entre sí y con intereses contrapuestos— haría difícil, tal vez inviable, la convivencia (5).
Hubo tiempos en los que la tropa asalariada protegía los «derechos» de los señores feudales; más tarde, de la monarquía afincada en el centro de poder nobiliario. Con el desarrollo del capitalismo y el poder burgués lo que se ha de proteger ya no son castillos, palacios y la honra de las hijas, sino el negocio: el comercio y la fábrica. Así, será necesario un militarismo no adscrito a personajes de sangre azul, sino al interés de la corporación burguesa. Es el estado la instancia capaz de representar eso y articular su adaptación al momento. Ahora, los ejércitos defenderán a «la nación», esto es, los intereses crematísticos de los principales prohombres de cada lugar, frente a los de sus adversarios de países vecinos. Decía atinadamente Paul Valéry que «la guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero no se masacran».
No solo esto; dado que grandes masas poblacionales han sido reducidas al estado de servidumbre —por colonización en países conquistados o por proletarización durante y después de la Revolución Industrial— se hace necesaria una institución armada que defienda dicho orden frente a posibles revueltas. Así, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, como se dijo, nace la policía, que no es más que un cuerpo militar especializado en la represión de la población del propio estado. La clase preeminente que disfruta de su vida privilegiada tras los bíceps de su primo-de-zumosol estado promete «castigo» a quien ose desafiarla. Ya hemos hablado de lo que ocurrió en París tras las revoluciones de 1848 y 1871. Entre muchísimos ejemplos en esta línea que se podrían invocar.
El temor al garrote del poder será un recurso ampliamente utilizado —en tanto amenaza y en tanto aplicación— para obtener la sumisión de las masas a lo largo del proceso de implantación de la sociedad capitalista. El castigo anunciado es de carácter ejecutivo —valga la expresión— y supone la pérdida de los bienes, la degradación social y el dolor físico: la muerte en no pocas ocasiones. Es de carácter inmediato y no aplazado, como sucederá con posterioridad cuando la prisión se convierta en el instrumento de castigo por excelencia. Todo esto, con el tiempo, irá evolucionando. Michael Foucault, en su obra ya clásica «Vigilar y Castigar» (1975), reflexiona sobre lo que da en llamar «tecnologías de castigo». Primero, compara los instrumentos represivos del antiguo régimen (ejecuciones públicas, tortura...) con los sistemas del presente, basados en el castigo disciplinario, esto es, la prisión. Foucault se pregunta el porqué de la evolución; qué ventaja representa para el poder un modelo sobre el otro.
Una primera diferenciación señala que el castigo en el antiguo régimen pretendía aislar o amputar al condenado del resto de la sociedad. La pena carcelaria, en cambio, busca integrarlo dentro de un sistema represivo de carácter colectivo. Porque en la era contemporánea el castigo no será concebido por el poder como un mero elemento disuasorio. Por el contrario, será una herramienta de primer orden para estructurar la sociedad y dirigir su evolución. Así, el sentido de la cárcel, gestionada por profesionales que son quienes deciden sobre cuál es el punto óptimo de «reinserción» de los infractores a ellos encomendados, no es tanto castigar como mantener bajo vigilancia —y sometidos a un proceso de reeducación— a los prisioneros. Más que una educación conceptual o humanística (ni siquiera se tratan las enfermedades mentales o los trastornos psicológicos que son mayoritarios entre la población reclusa), se pretenderá que los afectados y sus familiares y, en consecuencia, la sociedad toda, asuma el principio del disciplinamiento y la aceptación del orden social. Ya lo decía el desaparecido Patxi Zamoro, preso histórico de las cárceles españolas, en su obra «A Ambos Lados del Muro» (2005): «La cárcel, sin embargo, da a ambos lados del muro. La sociedad, los que vivís a ese otro lado, también sois presos, presos de lo que yo llamo el Cuarto Grado de Tratamiento. En él contáis con mayor espacio de movimiento y prerrogativas que el sistema os concede por vuestro buen comportamiento. La cárcel, a este lado, no sólo es un revólver con el que os apuntan a vuestra sien (y con el que os chantajean), sino una celda de castigo en la que se os confinará cuando dejéis de ser buenos».
En «Microfísica del Poder» (1980), Foucault afirma que hay un punto de inflexión a partir del cual la vigilancia es más importante que el castigo: «el momento en el que se ha percibido que era, para la economía del poder, más eficaz y más rentable vigilar que castigar». En su análisis de los sistemas de vigilancia, el autor francés recordará la idea del panóptico de Jeremy Benthan (6): el sistema arquitectónico ideado para prisiones y fábricas que, por su distribución en forma de estrella, permite que un solo agente ubicado en el centro pueda vigilar el espacio entero. Según Bentham, el hecho de sentir esta permanente vigilancia haría que ésta fuese interiorizada por los sujetos, conduciéndoles a una vigilancia de sí mismos. Foucault entiende que el panóptico (del griego «pan»; todo, «opsis»; ver, y «tikos», relativo a. O sea: «desde donde todo se ve») existe, de hecho, en la sociedad de su tiempo, la cual se basa en la vigilancia de unos hacia otros. Instituciones como la prisión, la fábrica, la escuela, el hospital —mucho más si hablamos del cuartel— tienen por función ligar a unos individuos con otros obteniéndose así su acompasamiento con el orden establecido: la «normalización». La vigilancia no acaba ahí: el poder —político y económico— se esfuerza incesantemente en dotarse de mejores herramientas para obtener información de sus gobernados. Foucault, quien, en este sentido, hablaba del binomio «poder-conocimiento», llegó a afirmar que el poder no desarrolla las ciencias humanas para conocer mejor al hombre sino para, mediante dicho conocimiento, poderle dominar mejor.
Hoy podemos decir que las tecnologías de vigilancia de las que hablaba Michael Foucault en su brillante análisis de los sistemas de control de su época, han sido ampliamente rebasadas. Baste pensar, por ejemplo, en la proliferación de la videovigilancia, el uso generalizado de tarjetas con microchips, la sustitución del dinero físico por el virtual (cualquier transacción es así conocida por el ojo que todo lo ve) o la implantación masiva de tecnologías de telefonía por satélite enormemente invasivas de la propia intimidad. Entre más casos que podrían añadirse. Quienes hace unos años poníamos el grito en el cielo cuando se instalaban cámaras en lugares de pública concurrencia o preferíamos no ser fotografiados en manifestaciones, ni dar datos personales a la policía, hoy no tenemos otra que resignarnos a que cada circunstancia de nuestra vida —profundamente expoliada de su capacidad de privacidad— sea exhibida, por propios y extraños, en internet o almacenada sin nuestro consentimiento, con fines comerciales y policíacos, en el engendro llamado «Big data». Todo ello alumbra un tipo de sociedad embelesada con la exhibición y propagación de datos. Mucho más allá de la distopía imaginada por Bentham, todos vigilan a todos, principalmente a sí mismos.
El pensador Byung-Chul Han, en su análisis de la sociedad actual, revisa y actualiza las teorías de Foucault y del resto de sociólogos que estudiaron hace ya unas décadas el control social. Por ejemplo, en «La Sociedad de la Transparencia» (2012), afirma que: «hoy, el globo entero se desarrolla en pos de formar un gran panóptico. No hay ningún afuera del panóptico. Éste se hace total. Ningún muro separa el adentro y el afuera. Google y las redes sociales, que se presentan como espacios de la libertad, adoptan formas panópticas. Hoy, contra lo que se supone normalmente, la vigilancia no se realiza como ataque a la libertad. Más bien cada uno se entrega voluntariamente a la mirada panóptica. A sabiendas, contribuimos al panóptico digital, en la medida en que nos desnudamos y exponemos. El morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez. Ahí está la dialéctica de la libertad, que se hace patente como control.» Añade que «la transparencia» es imperativa. Que todo aquel que se oculta de algún modo de las miradas sociales se convierte, por ello, en sospechoso, y que dicha coacción es una neta forma de violencia del poder hacia el individuo.
Así, merced a todos estos recursos, se cumple con creces el objetivo de «normalización». Hecho que se ve perfectamente reflejado en la disposición generalizada a la denuncia de cualquier infracción de la norma, por mínima que ésta sea. Puede decirse, sin apenas incurrir en hipérbole, que la investigación y persecución policial de los delitos se hace cada día más innecesaria ante la intensa y creciente actividad inquisitorial de la mayoría de la ciudadanía. Es más, frente a épocas en las que una parte de la población occidental, lo que se daba en llamar «izquierda», estaba por la labor de garantizar derechos civiles, hoy ese mismo sector social, casi, es quien con más ahínco reclama del poder estatal el endurecimiento punitivo de la legislación, la judicialización de toda relación social y el uso discrecional de la prisión (6).
Notas
5- «Las relaciones en un pueblo de 20 personas suponen tan solo 190 interacciones bipersonales (20 personas por 19 veces dividido por 2) . Pero en un pueblo de 2.000 personas el número de interacciones se dispara hasta 1.999.000. Cada una de estas interacciones tiene el potencial de explotar en una discusión con violencia. Cada agresión violenta (ya sea psíquica o física) suele conducir a un contraataque violento, iniciando un ciclo de violencia que puede acabar con consecuencias a menudo trágicas y que desestabilizan la sociedad. (...) En una población en la que muchas personas son familiares próximos y todo el mundo conoce a todo el mundo por su nombre, los familiares y amigos que se tienen en común intervienen en las disputas. Pero tan buena circunstancia queda superada cuando se traspasa el umbral de varios centenares por debajo del cual es posible conocer a todo el mundo. A partir de ahí, el creciente número de interrelaciones se da entre extraños no emparentados. Cuando dos extraños pelean, pocas personas presentes serán amigas o familiares de ambos adversarios a la vez, con interés personal en detener la contienda. En cambio, muchos espectadores podrían ser amigos o familiares de un solo adversario y se pondrían de parte de esta persona, haciendo que el conflicto entre dos personas pasara a ser una batalla campal. Una sociedad grande que continúe manteniendo la resolución de los conflictos en manos de todos sus miembros tiene garantizada la explosión. Este factor, por si solo, explicaría por qué las sociedades integradas por miles de miembros solo pueden existir si desarrollan una autoridad centralizada que monopolice la violencia y resuelva los conflictos.» Tomado y traducido de: «Perquè ens oposem políticament a les ciutats?» Firmado por: Na Pai, membre de la Comissió de Difusió i Propaganda de Repoblament Rural. Fuente: http://barcelona.indymedia.org/news...
6- Jeremy Bentham (1748-1832). Economista, jurista y pensador liberal nacido en Londres. Relacionado con James Mill y John Stuart Mill. Se le considera padre del utilitarismo; un tipo de filosofía ética que busca la razón de ser de cada cosa en el grado de utilidad que proporciona a la hora de «lograr la felicidad para el mayor número». Buena parte de su pensamiento estuvo enfocado a «calcular» en qué podría consistir un placer o una felicidad «objetiva». Y, en consecuencia, qué podría hacer la autoridad de una sociedad para aplicar las medidas que condujeran hacia ella. Incluso teniendo en cuenta la posibilidad de una minoría discordante o perjudicada. En tal contexto surge la idea del «panóptico». Sus ideas serían profundizadas por Stuart Mill y puede decirse que tienen plena vigencia y forman parte del actual cuerpo ideológico que justifica, tanto el capitalismo, como la política parlamentaria.
Pensar la guerra después de 1945
Ministerio de Defensa y Generalitat Valenciana impulsan cursos de propaganda militar
El Cabrero, cantaor
Sobran símbolos, armas, césares e ignorancia. Sin estas cosas, los defectos de los seres humanos se sobrellevarían bien.
Occidente escala su guerra mundial
Rafael Poch
Hay dos enfoques sobre lo que está pasando. El optimista afirma que los conflictos a los que asistimos, la masacre de Gaza, la guerra de Ucrania, y la guerra contra Irán, son choques separados e independientes, cada uno con su particular lógica y motivación, la “seguridad europea”, los embrollos de Oriente Medio, el colonialismo israelí... Por desgracia, la realidad sugiere otra cosa: los tres choques están relacionados y forman parte del mismo proceso. Se trata de la guerra contra los adversarios de Occidente: contra todos aquellos que objetan su menguante dominio mundial y representan la posibilidad de una administración planetaria colegiada y plural entre potencias. No es un orden ideal, pero es diferente del hegemonismo irrespetuoso con las diferentes civilizaciones.
En relaciones internacionales, la divisoria no es entre democracia y autocracia, sino entre hegemonismo y pluralismo multipolar. La alternativa hegemonismo/multipolaridad es a las relaciones internacionales lo mismo que la alternativa dictadura de partido único/ pluralismo-división de poderes en un régimen nacional. Los mayores dictadores están en lo que antes se autodenominaba “mundo libre”. La simple realidad es que los adversarios de Occidente y sus denostados regímenes, la teocracia iraní, el régimen ruso con su combinación de autocracia, aspectos liberales y tradicionalismo eslavo, o la benevolente dictadura china con su buena gobernanza, son mucho más responsables y prudentes en su comportamiento exterior. Y a diferencia de los tiempos de la conferencia de los no alineados en Bandung (1955), la fuerza de gravedad de la potencia de la economía china convierte ahora esa alternativa en algo serio que atrae a la mayoría del mundo y le permite formar un gran polo, lo que en Occidente se vive como amenaza. Ante esa amenaza, el imperio está dispuesto a quemar el mundo para salvar su trono, en palabras del comentarista vietnamita Sony Thang. Gaza fue el anuncio, Ucrania el tanteo, Irán la escalada, pero Rusia y China son la traca y el objetivo final.
Vemos muestras de la unidad político-militar del bloque occidental en las dos guerras por Estado interpuesto, contra Rusia e Irán, vía Ucrania e Israel. Los mismos drones que atacaron bases estratégicas rusas el 1 de junio, se usaron el viernes 13 en Irán para eliminar a veinte dirigentes político-militares de primer nivel, además de a científicos nucleares. En ambos casos, el apoyo militar y financiero de la OTAN (Estados Unidos más la Unión Europea) y su cobertura política es manifiesto. La “agresión rusa no provocada” y el “derecho de Israel a defenderse”, forman parte del mismo relato. Lo mismo puede decirse del engaño concertado. El Times of Israel explicaba el mismo día 13 que haciendo ver que estaba negociando, Estados Unidos ayudó a que Irán bajara la guardia de tal forma que Israel pudiera ejecutar su ataque sorpresa. Ese engaño es de la misma factura que aquel “proceso de Minsk” sobre el que Angela Merkel y François Hollande admitieron que solo era una comedia para entretener a Rusia y ganar tiempo, mientras la OTAN fortalecía al ejército ucraniano. “Permitir a Netanyahu atacar Irán cuando los enviados estadounidenses estaban negociando con Teherán, sitúa a la Presidencia de Estados Unidos al mismo nivel de credibilidad que Al Capone”, dice el director del MidleEast Eye, David Hearst. ¿Quién volverá a fiarse de una negociación con Estados Unidos?
Todos los imperios utilizan la violencia al toparse con su declive, pero Estados Unidos es un caso especial. No tiene memoria de guerra en su propio territorio –su guerra civil queda muy lejos–, solo experiencia de guerras lejanas y fáciles de fusiles contra lanzas o de alta tecnología contra morralla predigital. Allí donde no ganaron, en Corea, en Vietnam y en los desastres de la guerra continua de los últimos treinta años, la catástrofe nunca la sufrieron ellos. Ese dato biográfico de Estados Unidos hace particularmente peligroso su proceso de ir a menos. Como en su día Boris Yeltsin en la URSS, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es un acelerador del decreciente poder occidental.
Decadencia tardo-romana
Cuando asistimos en los noventa a la dramática quiebra soviética, nos vino a la cabeza la idea de que solo una quiebra del imperio occidental podría emularla en intensidad. Estamos en ello. En Estados Unidos estamos asistiendo a lo que parecen los inicios de un grandioso y peligroso espectáculo. Ante nosotros, un cuadro completo de decadencia tardo-romana. Al frente del imperio hemos visto a un presidente senil, Joe Biden, asistido por ayudantes con nivel de becario (los secretarios de Estado y seguridad nacional, Blinken y Sullivan), que ha sido relevado por un sociópata narcisista. A los pocos meses en el cargo, su íntimo socio, el hombre más rico del mundo, le ha acusado de formar parte de una red pederasta cuyo organizador –Jeffrey Epstein, con pedigrí de chantajista del Mossad– fue suicidado en prisión. Su Administración está dividida sobre contra quién hacer la guerra, los responsables saltan de los cargos y el secretario de Estado, Marco Rubio, asume funciones del Consejo de Seguridad Nacional, un aparato enorme descabezado que no se sabe quién dirige. El presidente ha defendido un proyecto inmobiliario-genocida para Gaza, un día dice una cosa y al siguiente lo contrario, su maltrato comercial de socios y adversarios anuncia graves perjuicios a la economía popular de su país, su política de emigración y sus excesos autocráticos provocan levantamientos “contra el rey”. Trump que alardeaba con desafiar al “Estado profundo”, sufrió dos atentados en su campaña electoral y ya no parece capaz de mantener su promesa electoral de no meter a su país en nuevas guerras, lo que rompe su base popular. Esta especie de Nerón leyó en mayo en Riad, Arabia Saudí, un discurso anunciando un giro pacífico y no intervencionista en Oriente Medio y un mes después está llamando a los más de diez millones de habitantes de Teherán a evacuar la ciudad y a sus dirigentes a una “rendición incondicional”… No sabía nada de Ucrania cuando prometió acabar con la guerra en veinticuatro horas y ahora confirma que no tiene ni idea de lo que es Irán.
Ignorando el informe de sus agencias de seguridad, que en marzo confirmaron que Irán “no está construyendo el arma nuclear y que su líder supremo no autorizó tal programa que fue suspendido en 2003”, Trump se ha rendido a la tesis israelí, defendida desde los años noventa, de que Teherán está “a punto” de hacerse con la bomba. Se repite el esquema utilizado con Irak en 2003. Irán no ha atacado a nadie y defiende desde hace décadas la creación de una zona desnuclearizada en Oriente Medio. Sin embargo, Israel –único poseedor de arsenales nucleares, químicos y biológicos en la región, que ha atacado a todos sus vecinos sin excepción– lo presenta como el gran peligro regional, con la falsedad de las armas de destrucción masiva. La misma semana que comenzó su ataque contra Irán, con la colaboración de Estados Unidos y las potencias europeas, Israel masacraba a gazatíes hambrientos en los puntos de distribución de comida a razón de varias decenas al día, bombardeaba Siria y Líbano, atacaba el puerto de Hodeidah en Yemen y secuestraba en aguas internacionales el barco en el que iba Greta Thunberg y otros once activistas que intentaban llegar a Gaza.
La Agencia Internacional de la Energía Atómica, controlada por potencias occidentales hostiles, que se negó a decir quién bombardeaba la central nuclear ucraniana de Zaporiyia ocupada por los rusos, ha desempeñado en Irán el mismo papel de espionaje de las instalaciones iraníes que los inspectores de la ONU realizaron en Irak por cuenta de los servicios secretos occidentales. El imperio quiere hacer con Irán los mismo que hizo con Irak, Siria o Libia, de acuerdo con el conocido guion neoconde septiembre de 2001 revelado por el General Wesley Clark en 2011: destruir siete países en cinco años: Irak, Líbano, Siria, Somalia, Libia, Sudán e Irán. Todo se repite y al mismo tiempo es muy diferente.
Los medios de comunicación y el establishment político occidental han asistido con comprensión al “Pearl Harbor” iraní, sin caer en la cuenta de que aquello concluyó con una derrota del atacante, como si fuera normal la agresión contra un país en medio de una negociación, con la eliminación de toda una plana mayor, incluido el jefe negociador iraní, Alí Shamjaní, matando de paso a decenas de civiles. Ante todo esto, el presidente francés, Emmanuel Macron, condena el “programa nuclear iraní” y reafirma “el derecho de Israel a defenderse y garantizar su seguridad”. El ministro de Exteriores alemán, Johann Wadephul, ha ido más lejos al “condenar enérgicamente” a Irán por “atacar indiscriminadamente territorio israelí”, antes incluso de que Teherán lanzara sus primeros misiles de respuesta, de momento sin gran impacto. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha reiterado “el derecho de Israel a defenderse” con alguna llamada “a las dos partes” a la contención. Pero ha sido un tercer alemán, el canciller Friedrich Merz, el autor de la declaración más exacta y más vergonzosa: “Israel está haciendo el trabajo sucio por todos nosotros”.
Lo que pasará
Lo que va a pasar a partir de ahora en Irán depende de cinco preguntas para las que no tenemos respuesta.
Desde que Donald Trump matara al principal militar iraní, el general Gasem Soleimani, en enero de 2020, la moderación de Irán ha sido extraordinaria. En abril de 2024, Israel atacó con gran mortandad la embajada iraní en Damasco. Irán respondió con un ataque simbólico. El 19 de mayo, Israel mató al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y a su ministro de Exteriores, Amir Abdolahian. Irán prefirió encubrir el atentado y presentarlo como un accidente de helicóptero. Los dos últimos días de julio de 2024, Israel asesinó al jefe militar de Hezbolá, Fuad Shukr, y al líder de Hamás, Haniyeh, cuando éste se encontraba invitado en Teherán. Se anunciaron respuestas, pero Irán acabó comprando el collar de cuentas que le ofreció la administración de Biden, prometiendo un alto el fuego permanente en Gaza si no había represalias. No hubo alto el fuego. En septiembre, Israel inició los bombardeos de Beirut, declarados “linea roja”, y el 17 y 18 de ese mes descabezó a la cúpula de Hezbollah en Líbano con la explosión de los dispositivos personales pager. No hubo respuesta, así que el día 27 asesinaron al líder de Hezbolá, Nasrallah. La respuesta fue la operación “Promesa verdadera 2”, que causó daños en Israel, pero que no llegaron, ni de lejos, a los sufridos por el “eje de la resistencia”. Esta prudente moderación es, seguramente, lo que ha dado alas al actual ataque directo contra Irán. Por eso, la primera pregunta cuya respuesta desconocemos es:
¿Cuantos misiles tiene Irán? Tras los ataques de los últimos seis días, ¿conserva capacidad ofensiva para dañar a Israel de forma significativa y hacer creíble su disuasión? Irán está lanzando menos misiles contra Irán conforme pasan los días. ¿Es verdad que cuanto más se desgaste la defensa antimisiles israelí, los iraníes les lanzarán misiles cada vez más potentes? ¿Tienen misiles de reserva para la eventualidad de una participación militar de Estados Unidos?
Segunda: China y Rusia, ¿van a ayudar a Irán? Irán ayudó a Rusia en Ucrania. Ahora a Rusia le viene bien que Occidente diversifique su acción militar fuera de Ucrania. Rusia tiene una relación ambigua con Israel, donde viven más de un millón de exciudadanos de la URSS. ¿Enviará Rusia baterías antiaéreas de última generación que hasta ahora han sido negadas por el Kremlin y que Moscú necesita en su propio terreno, más aún ante la posibilidad de un segundo frente contra países de la OTAN en el Báltico y el norte de Rusia? Respecto a China, es el principal receptor de petróleo iraní. Irán es un elemento esencial en la gran estrategia china de integración euroasiática de la nueva Ruta de la Seda. Los tres países mantienen alianzas firmadas. ¿Van a hacer algo? Si no lo hacen, ¿qué respeto merecerá su alianza, la Organización de Seguridad y Cooperación de Shanghai, los BRICS, etc?
Tercera: ¿El “eje de la resistencia” tiene fuelle todavía, en Líbano, en Irak, en Yemen, para atacar a Israel, por ejemplo con acciones desde el sur de Líbano, mayor hostigamiento a la navegación en el Mar Rojo y eventuales ataques a bases americanas en el Golfo?
Cuarta: ¿Participarán los Estados Unidos en la guerra? Evidentemente, ya lo hacen, pero ¿lo harán directa y abiertamente, usando su ejército? En caso afirmativo, ¿cómo y con qué intensidad?
Quinta: ¿Los países del Golfo permitirán a Estados Unidos usar sus bases para atacar Irán, con la certeza de que Irán las atacará?
Sea como fuere, es obvio que Irán no es Irak. La implicación directa de Estados Unidos provocará un desastre de grandes proporciones, al lado del cual lo de Irak será un juego de niños. El eventual cierre del estrecho de Ormuz tendrá graves repercusiones en la economía mundial y los precios del petróleo. A largo plazo, el suicidio de Israel está servido, pero el suicidio de un Estado, colonial y genocida, que además es potencia nuclear, es sumamente inquietante. No hay nada más peligroso que un suicida fanático.
Ministerio de Defensa y Generalitat Valenciana impulsan cursos de propaganda militar
El Ministerio de Defensa español, en colaboración con la Conselleria de Educación de la Generalitat Valenciana, ha puesto en marcha un programa de formación dirigido a docentes de secundaria, bachillerato y formación profesional bajo el título Cultura de Paz, Seguridad y Defensa.
El curso, homologado por la Generalitat y con una duración de 20 horas, se impartirá de manera presencial del 1 al 4 de julio en las sedes provinciales de la Delegación de Defensa en la Comunitat Valenciana.
El contenido del curso aborda “riesgos y amenazas globales, la defensa compartida en el marco de la Unión Europea y la OTAN”, y ofrece información sobre “las opciones profesionales en las Fuerzas Armadas”.
Según fuentes oficiales, el objetivo es “acercar la defensa al ciudadano” y “fomentar el conocimiento sobre el papel de las Fuerzas Armadas en la sociedad española”.
Además, la participación de miembros de las Fuerzas Armadas en la formación y la inclusión de información sobre carreras militares han generado críticas por considerarse una forma de propaganda militar que busca influir en la percepción del profesorado y, a través de ellos, en los estudiantes. El curso suma puntos en el currículum docente, lo que incentiva la asistencia.
Este programa se enmarca en un contexto de aumento significativo del presupuesto militar español y de una estrategia gubernamental que impulsa la “cultura de defensa” como parte de la política de “seguridad nacional”, en línea con las directrices de la Unión Europea y la OTAN.
Aunque no existe evidencia oficial de que el curso tenga como finalidad expresa el reclutamiento militar, sí se reconoce que se “informa sobre las salidas profesionales en las Fuerzas Armadas”, lo que algunos sectores interpretan como una maniobra para fomentar el interés juvenil en la carrera militar.
Dos policías alcoholizados y presuntamente racistas asesinan a un magrebí en Torrejón, Madrid
No dejen de ver las estremecedoras grabaciones de vídeo en la fuente del enlace: https://www.elmundo.es/madrid/2025/...
"¿Te ha robado a ti? ¡Pues cállate!", respondieron acalorados los agentes a las quejas de los vecinos
Daniel J. Ollero
«Vimos desde nuestra ventana cómo estrangulaban al chico y no puedo quitarme la imagen de la cabeza», relata a GRAN MADRID un testigo presencial de la muerte de Abderrahim, de 36 años, a manos de dos policías municipales fuera de servicio en Torrejón de Ardoz. «Le hicieron un mataleón durante 10 o 15 minutos. Al principio gritaba de dolor y se quejaba, pero hubo un momento en el que dejó de moverse. Se desvaneció como un pajarillo sin que dejaran de asfixiarle y echarse encima de él».
El testimonio coincide con los de otros testigos y con las grabaciones captadas por vecinos y transeúntes, a las que ha tenido acceso GRAN MADRID. En las imágenes se ve a uno de los agentes de paisano aplicando una llave de estrangulamiento tipo mataleón mientras apoya su peso sobre la nuca y las cervicales de la víctima. A su lado, el otro policía, que aparece tambaleándose, rodando por el suelo y con evidentes problemas para mantenerse en pie, recibe tras patadas de una mujer, se incorpora con dificultad y se deja caer sobre la parte baja de la espalda de Abderrahim, reforzando así la inmovilización.
La secuencia de hechos, ocurrida a la altura del número 20 de la calle Pesquera, fue el desenlace de una breve persecución entre Abderrahim y los dos policías que, según los vecinos, «parecían estar bebidos». «El chico pasó corriendo por un lateral de la plaza hacia la calle Pesquera y los policías fueron detrás. Decían que había robado un móvil en el bar en el que estaban», relatan desde un restaurante junto al escenario de las fiestas municipales.
Tras la presunta sustracción, Abderrahim encabezaba la huida y los dos agentes, de 58 y 60 años, trataban de darle caza. Entonces, el joven se detuvo en un tramo de la calle Pesquera junto a la parte trasera de un supermercado y una inmobiliaria. Allí fue alcanzado.
A partir de este momento, la versión del entorno de los agentes difiere radicalmente de la de los vecinos. Los primeros afirman que Abderrahim «había sido detenido por robo con fuerza y por hurtos en más de 44 ocasiones», que se resistía violentamente y que, para reducirlo, fue necesario aplicar una maniobra de sujeción tan contundente.
Una narración completamente opuesta a la que ofrecen los testigos. «El chico se paró, les dijo que qué querían y que no llevaba nada», recuerda uno de ellos, mientras levanta las manos imitando los gestos del fallecido. «Entonces», continúa, «le golpearon, se cayó al suelo, uno le sujetó por el cuello y el más gordo se le echó encima por la espalda».
Los vecinos relatan el comienzo de una escena «angustiosa» que se prolongó durante minutos: «Empezamos a gritar, decíamos que le estaban haciendo daño. '¡Déjale, que le vais a matar!', chillábamos mi mujer y yo». «'¡Que le vais a asfixiar al chaval, coño!', se escucha también», recuerda otro testigo. «'¡Soltadle, soltadle!', le gritábamos mientras el policía nos respondía con insultos y se acomodaba para seguir apretando, mientras el otro, más corpulento, también se echaba encima del chico, que era un palillo».
Cuando Abderrahim estaba ya inmóvil en el suelo, una pareja de adolescentes intervino y logró empujar brevemente al agente más pesado, que rodó por el suelo antes de incorporarse. Los vecinos seguían gritando al policía que tenía sujeto al hombre por el cuello, y el agente les respondía con un «¡subnormal!» a frases como: «¡Quítale ya el brazo, que está inmovilizado!».
«¿Te ha robado a ti? ¡Pues cállate!», argumentaban acalorados los agentes. «¿Qué tendrá que ver que robe con que asfixies al chaval?», les reprochaba uno de los presentes, en una escena registrada con un móvil.
Poco antes de que en una de las grabaciones se reflejen las luces azules y se escuchen las sirenas, los vecinos insisten en que le dejen respirar. «¡Si está respirando!», espeta el policía, mientras continúa presionando con su cuerpo sobre la nuca del hombre. «Instalaron una carpa y mandaron tres unidades a reanimarle», recuerda una vecina desde un bar próximo. «Intentaban revivirle, veíamos a los sanitarios negar con la cabeza, como diciendo que la cosa pintaba mal». El SUMMA solo pudo certificar el fallecimiento: «Estrangulamiento».
Fuente: https://www.elmundo.es/madrid/2025/...
Ver también:
Israel está haciendo “el trabajo sucio” por “todos nosotros” en Irán, dice el canciller alemán en el G-7
KANANASKIS, Canadá.- El jefe del gobierno alemán, Friedrich Merz, expresó este martes un fuerte apoyo a Israel en el conflicto con Irán, señalando que estaba haciendo el “trabajo sucio” por la comunidad internacional. Por su parte, el líder francés, Emmanuel Macron, se desmarcó levemente sosteniendo que tampoco se debe ir más allá del objetivo inicial, es decir, se opuso a un “cambio de régimen”.
“Este es el trabajo sucio que Israel está haciendo por todos nosotros. También somos víctimas de este régimen. Este régimen clerical ha traído muerte y destrucción al mundo", dijo Merz en una entrevista durante el G7.
“Supongo que los ataques de los últimos días han debilitado considerablemente al régimen clerical y es poco probable que recupere su fuerza previa, lo que torna incierto el futuro del país”, señaló en otra entrevista.
“Gran parte del liderazgo militar y la llamada Guardia Revolucionaria ya no están vivos, por lo que las cosas no serán como antes”, añadió.
Consultado sobre si cree que Estados Unidos podría involucrarse en la campaña militar contra Irán, Merz estimó que “aún no hay una decisión del gobierno estadounidense”.
“Ahora depende mucho de cuán dispuesto esté el régimen [iraní] a regresar a la mesa de negociaciones” sobre su programa nuclear, indicó.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que “el mayor error hoy en día sería intentar cambiar el régimen de Irán por medios militares”. Y habló sobre la necesidad de volver a la mesa de negociaciones. “Parece que desde ayer ha habido un cambio en la opinión de Trump sobre Irán. Creo que Trump está presionando a Irán. Creo que debemos volver a la mesa de negociaciones con Irán”, afirmó.
Israel tiene en marcha desde el viernes una campaña aérea dirigida contra sitios en todo Irán, con el objetivo declarado de prevenir que se dote de armas atómicas. Pero el primer ministro Benjamin Netanyahu también sugirió que la campaña podría tener objetivos más amplios.
Irán está gobernado por líderes clericales desde la Revolución Islámica de 1979, y ha sido acusado durante mucho tiempo por países occidentales de abusos contra los derechos humanos y por reprimir brutalmente la disidencia.
Si bien se mostró alineado con Estados Unidos sobre Medio Oriente, Merz contradijo a Donald Trump sobre críticas del presidente norteamericano a la expulsión de Rusia del antes llamado Grupo de los Ocho (G8) en 2014, a raíz de la anexión de Crimea. Ahí pasó a ser el G7.
Trump comenzó su participación en la cumbre de Canadá calificando de “gran error” la exclusión de Rusia del G8. Al respecto, Merz comentó: “Sigo creyendo que la exclusión de Putin del formato G8, como se llamaba entonces, tras la anexión de Crimea, fue correcta”.
“No estamos sentados aquí en este formato con señores de la guerra ni con criminales de guerra. Y por eso sigue siendo válido que Putin no tiene sitio en esta mesa", añadió sobre el G7, formado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón.
Trump abandonó de forma prematura la cumbre a primera hora de la tarde del lunes debido a la situación en Medio Oriente, ausentándose de la segunda jornada.
“Tras intensas y productivas consultas sobre cuestiones relacionadas con la economía mundial, el comercio y la seguridad de las materias primas, el gobierno alemán entiende la salida anticipada del presidente de Estados Unidos del G7″, dijo el vocero del gobierno alemán, Stefan Kornelius.
“Hemos discutido en detalle la situación en Medio Oriente y compartimos la expectativa de que el conflicto debe llegar a un rápido final político", añadió.
“La solución a la crisis de Irán debe conducir a una amplia desescalada de las hostilidades en Medio Oriente”, insistió Kornelius, que subrayó asimismo la necesidad de impedir que Irán posea armas nucleares.
Agencias AFP y DPA
Activistas canarios retornan de Egipto: 'La brutal reacción a esta acción pacífica demuestra el miedo que nos tienen cuando nos unimos'
Gara Santana
Acudieron a la llamada de socorro de Gaza donde Israel está en la fase más cruel del genocidio perpetrado sobre la población palestina: el uso del hambre como arma de guerra. En las últimas semanadas se ven en tiempo real de imágenes de gazatíes hambrientos tratando de llegar a los puntos de ayuda humanitaria mientras reciben disparos hasta la muerte.
Para forzar a los líderes mundiales a asumir su responsabilidad, la legislación internacional y dar garantía del respeto a los derechos humanos, activistas de todo el mundo se dieron cita en la marcha global en Rafah para romper el bloqueo israelí. Muchos activistas, como Koldobi, Antonio y Chus quisieron acometer la empresa desde El Cairo, pero el gobierno egipcio no ha dado ninguna facilidad -de hecho han opuesto hostilidad y violencia- al avance de los manifestantes y los tres canarios retornaron a casa en la noche de este martes.
Mientras los miembros de Canarias por Palestina y Alternativa Antimilitarista MOC estuvieron intentando llegar al corazón del bloqueo, sucedieron los consecutivos ataques entre Israel e Irán, complicando la situación en la región y transformando absolutamente el panorama con el que los activistas aterrizaron en El Cairo.
Todo eso pudieron contarlo, a pesar del cansancio y lo que les queda por asimilar, entre abrazos y cánticos de '¡Palestina Libre!' en la zona de llegadas del aeropuerto de Gando.
A la pregunta de este periódico de qué balance hacen los canarios de la acción en El Cairo, en términos generales es positivo para ellos por diferentes motivos. Para la activista Koldobi Velasco una de las conclusiones más claras es la fortaleza de los grupos humanos cuando luchan en colectivo. “Si la respuesta a una marcha pacífica ha sido tan brutal es porque realmente nos tienen miedo”, asevera. “Estamos muy contentas de esta primera fase de la marcha porque ha tenido una repercusión muy grande”, añade.
De la represión en Egipto también habla Antonio Agudo. “No nos dejaban movernos”, relata. “Estaban continuamente persiguiéndonos, quitándonos el pasaporte y los móviles”.
Los intentos de los activistas por acercarse al punto de encuentro en Rafah, eran interceptados sistemáticamente por la policía egipcia, que volvía a llevarlos a El Cairo bajo amenaza de volverles a repetir este traslado las veces que hiciera falta.
Pero los tres grancanarios están convencidos de que aquí no acaba nada. “Es un pulso”, explica a este periódico Chus García. “La marcha no quedará solo en esta acción. Muchísima gente de muchísimos países ha echado un pulso al gobierno de Egipto que está siendo cómplice”.
Desde esta redacción, cuando los tres activistas partieron se les preguntó si el pueblo palestino sabe que hay otros pueblos del mundo pensando en ellos y su dolor. Los activistas confirman que lo saben y recibieron antes de regresar un vídeo donde un representante de la organización palestina de La Marcha expresaba: “Gracias por esos intentos de llegar. Que sí que habéis llegado, que habéis llegado a nuestro corazón y habéis llegado y nos sentimos menos solos”.
La Ministra española de Defensa confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases andaluzas de Morón y Rota
La Ministra española de Defensa confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases andaluzas de Morón y Rota
Robles confirma la llegada de bombarderos de EEUU a las bases de Morón y Rota como refuerzo por el conflicto entre Israel e Irán
La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha confirmado este miércoles la llegada de bombarderos y aviones cisterna en el marco del refuerzo militar de la Administración Trump por el conflicto entre Israel e Irán, pero ha asegurado que Estados Unidos usa las bases con arreglo a los acuerdos bilaterales y los tratados.
“En este momento sí que es verdad que Estados Unidos está utilizando las bases, pero siempre dentro de los límites del acuerdo que tenemos entre los dos países y con arreglo a los tratados”, ha dicho Robles en declaraciones a los medios en el pasillo del Congreso, aunque no ha entrado en más detalles.
Datos recabados por la BBC muestran que al menos 30 bombarderos y aviones cisterna para reabastecer aviones de combate han hecho escala en bases aéreas estadounidenses en España, Escocia e Inglaterra, mientras Trump ha advertido a Irán de que la paciencia de Estados Unidos “se está agotando”, en plenos enfrentamientos entre Teherán y el Estado hebreo.
La ministra ha querido trasladar la “preocupación” del Gobierno ante el deterioro de la situación y ha pedido que la situación se “reconduzca” y ambas partes puedan alcanzar “pronto” un acuerdo de paz.
La teoría del “día después”: Irán y la agresión israelí
Ignacio Gutiérrez de Terán Gómez-Benita
Arabista en la Universidad Autónoma de Madrid.
Para entender la posición de numerosos países europeos con respecto al proyecto sionista en general, para intentar entender mejor dicho, porque el asunto tiene su complejidad, puede servir de ayuda reparar en uno de los comunicados emitidos por la cancillería alemana horas después de que empezase el ataque israelí contra Irán la madrugada del pasado viernes 13 de junio.
Como es sabido, el ejército iraní lanzó una oleada de misiles contra objetivos en la Palestina ocupada, horas después de los bombardeos israelíes que parecían haber dejado a sus dirigentes en un estado de profunda conmoción. Pues bien, la diplomacia alemana, como tantas otras en Europa, haría responsable a Teherán del conflicto. Condenó los misiles contra objetivos israelíes y reafirmó, una vez más, el derecho de Israel a la legítima defensa. Una afirmación particularísima si tenemos en cuenta que Irán no había agredido previamente a Israel, que se sepa, y que el legítimo derecho a la defensa se basaba aquí en la necesidad de desarbolar el programa nuclear israelí y la “posibilidad” de que Irán desarrollara una bomba atómica.
Esto es, antes de que alguien posiblemente te ataque –según criterios “objetivos” que son completamente subjetivos- comienzas a defenderte, y si el otro responde, este –y no tú- es quien inicia la agresión. No cuesta tanto entenderlo: nuestros líderes europeos lo han asimilado perfectamente.
Justificar y condenar
Para mentes estúpidamente cartesianas, como las de unos cuantos, esto representa un absoluto sinsentido. Difícil de comprender, sí, para alguien que intente mirar las cosas con sentido común (digno de matrícula de honor para quien, además, cometa la osadía de aplicar el derecho y las leyes internacionales).
Los dirigentes alemanes suelen enmarcar su compromiso incuestionable con la seguridad del régimen de Tel Aviv en el Staatsräson (“razón de estado”) esgrimido por la ex canciller Angela Merkel en su famoso discurso ante el parlamento israelí de 2008, al que se añade el protagonismo alemán en el Holocausto de los años treinta. Así, todo lo que hace Israel ha de justificarse y lo que le hacen a él, condenarse sin paliativos.
Los franceses y los británicos han hecho algo similar: justificar los ataques israelíes en territorio iraní. En compañía de los alemanes y una larga lista de estados europeos, árabes y, por supuesto, Estados Unidos, están aportando ayuda logística a Tel Aviv, incluida información sobre objetivos militares iraníes y están ayudando a derribar los proyectiles dirigidos hacia la Palestina ocupada, además de sumarse a la propaganda difundida por numerosos medios occidentales que convierte a Israel en víctima de una conspiración radical e irracional.
No importa que esos mismos estados europeos junto con la misma Unión Europea apadrinasen el acuerdo alcanzado entre Washington y Teherán en 2015 –el Plan de Acción Integral Conjunto (PIAC)– para neutralizar los supuestos planes iraníes de desarrollar armamento nuclear y circunscribirlo a fines pacíficos. Ni que, también, protestaran cuando el presidente Donald Trump lo declaró inefectivo de forma unilateral durante su primer mandato (2018). Tampoco nunca cerraron la puerta, o eso decían, a un acuerdo pacífico.
La respuesta iraní, que casi todo el mundo en la región daba por descontada, tuvo lugar cuando estadounidenses e iraníes estaban a punto de volver a reunirse en Omán para hablar sobre un nuevo acuerdo con el que evitar que Teherán siguiera enriqueciendo uranio para fines militares; algo de lo que se le viene acusando desde 2022.
¿Valores occidentales?
Los negociadores iraníes habían denunciado unas condiciones abusivas según su punto de vista; una especie de reedición de las restricciones impuestas en su momento a la Libia de Muammar Gadafi que impedían todo tipo de desarrollo nuclear incluido el de fines pacíficos, con vinculación, además, con un recorte sustancial en su capacidad militar convencional. Y, si bien los representantes de la Agencia de Energía Atómica han puesto el ojo sobre Irán por seguir adelante con sus programas bélicos, nadie había hablado de suspender las negociaciones.
Trump lleva semanas asegurando que estaba conteniendo al primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, para que no llevase acciones bélicas contra el país de los Ayatolás. Ha quedado claro, como tantas otras cosas a este respecto, que formaba parte de una estratagema de distracción; porque, a la vista está, que la ofensiva de su gran aliado no solo cuenta con el visto bueno estadounidense sino, también, con su implicación.
En realidad, aquí no hay consideraciones o razones de Estado, ni justicia internacional, ni defensa de la modernidad, ni nada de todas esas grandes cosas que, supuestamente, representa nuestra entidad en Oriente Medio. Israel tampoco salvaguarda los valores occidentales: si asesinar a 60.000 personas e imponer a más de dos millones una política sistemática de asedio basado en el hambre y la sed son valores occidentales, deberíamos replantearnos los conceptos y las definiciones.
Aquí lo que hay es la teoría inefable del día después. O, dicho de otro modo, las cosas empiezan cuando nosotros lo decidimos. Por arte de birlibirloque, el conflicto actual entre Irán e Israel ha comenzado en el momento en que Teherán ha lanzado su primera oleada de misiles contra objetivos civiles israelíes. No hay que olvidar, sin embargo, que Israel, en su primer ataque, mató a cincuenta civiles iraníes, un número superior a los muertos en los ataques iraníes durante los primeros tres días.
Desde el 7 de octubre de 2023, la propaganda sionista ha alcanzado un grado tal de efectividad en este tipo de argumentaciones sobre el día después, que un buen número de israelíes y occidentales creen que los palestinos “esos que están detrás del muro y la verja”, en Gaza pero también en Cisjordania, “vinieron después”. Que ellos, los colonos, han estado siempre ahí; y que los palestinos son unos advenedizos.
La teoría del día después sirve para todo: si alguien lanza un misil desde Líbano o Siria tras una incursión anterior de la aviación israelí, se trata de una agresión en toda regla. Si alguien protesta porque las bombas israelíes han segado ya la vida de decenas de miles de niños en Gaza, aparece el mensaje en las redes sociales de que “esos niños iban a ser los terroristas del día después”. Si un agricultor en cualquier aldea de Cisjordania se enfrenta a los colonos que una y otra vez van a sus tierras a destrozarle los sembrados y los aperos de labranza, también encontraremos la actitud “agresiva” y “anti moderna” de siempre; la piedra de después.
Siempre hay una pedrada de después contra la inocencia del sionismo. Lo malo para los entusiastas del engendro de proyecto colonial isarelí es que buena parte del planeta, no precisamente los dirigentes occidentales ni una parte significativa de sus súbditos, comienza a perderse en este laberinto de espacio-tiempo sin continuidad.
La alta representante de la UE: 'Suspender el acuerdo comercial con Israel no detendrá la matanza en Gaza'
En cambio, las sanciones y el bloqueo a Rusia, al parecer, están resultando de gran utilidad para parar la guerra de Ucrania. Es ironía.
Por otra parte dice la noticia que: el PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”.
La invasión de Europa está cerca, si no nos conquista y subyuga Putin, lo hará Jamenei. Lo peor de todo es que nos tratan como si fuéramos imbéciles. Nota de Tortuga.
La jefa de la diplomacia europea rebaja las expectativas de las medidas que se pueden adoptar en el marco de la revisión del acuerdo de asociación UE-Israel al recordar que, por mucho que propusiera cuestiones ambiciosas, no saldrían adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo.
Irene Castro
Corresponsal en Bruselas
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, va preparando el terreno para quienes tengan grandes expectativas en la revisión del acuerdo comercial con Israel que la UE ha puesto en marcha como forma de presión sobre Benjamin Netanyahu por la masacre en Gaza. En un debate en el Parlamento Europeo, la alta representante ha dejado claro que las medidas que ponga sobre la mesa de los ministros de Exteriores de los 27 el próximo lunes no serán tan ambiciosas como reclaman los socialistas o la izquierda. “¿La suspensión del acuerdo, parará la matanza? Sabemos la respuesta. No parará la matanza, pero cerrará los canales de comunicación con Israel”, ha expresado Kallas, que se ha referido a la necesidad de mantenerlos abiertos para cuestiones como la ayuda humanitaria, que actualmente Netanyahu bloquea o aprovecha su escasa llegada para atacar a los palestinos que intentan llegar a algunos víveres.
“Puedo proponer medidas que no saldrán adelante ni en el Colegio de Comisarios ni en el Consejo”, le ha dicho Kallas a los eurodiputados, especialmente a los socialistas y La Izquierda, que han defendido con vehemencia la suspensión del acuerdo comercial y también el embargo de armamento a Israel, así como la imposición de sanciones. Y a quienes han criticado lo que está haciendo Kallas y la UE en su conjunto les ha dicho que “expresar su ira” en ese debate “no es suficiente”.
“¿Creen que no es difícil para mí ver el sufrimiento de la gente de Gaza?”, ha preguntado al hemiciclo en su turno de réplica en el que ha asegurado que “casi cada día” habla con el ministro de Exteriores israelí para pedirle que cese la violencia y que no “instrumentalicen la ayuda humanitaria. ”Me pregunto todo el tiempo si hemos hecho suficiente; y no, porque continúa“, ha reconocido: ”Tengo la misma frustración“.
Durante más de una hora de debate se ha evidenciado la división absoluta en el Parlamento Europeo sobre el conflicto en Oriente Medio. Mientras las fuerzas progresistas en términos generales criticaban a Israel y pedían firmeza a la UE, el Partido Popular Europeo mantenía la equidistancia (salvo algunas delegaciones como la irlandesa) y la ultraderecha justificaba los ataques de Israel sobre la población palestina y llegaba a acusarla de usar a los niños como “escudos humanos”.
Kallas ha aprovechado esa división para recordar que es la misma que existe en el Consejo, donde están representados los países, y que es el organismo que tiene que tomar las decisiones sobre qué hacer respecto al acuerdo comercial (por unanimidad si es la suspensión o mayoría cualificada si es parcial). “La decisión de llevar a cabo la revisión sobre el cumplimiento del artículo 2 [que establece el cumplimiento de los derechos humanos por parte de Israel y la UE], manda un mensaje de compromiso con los derechos humanos y el derecho internacional y no solo palabras”, ha sentenciado Kallas, que pondrá sobre la mesa de los ministros el próximo lunes una propuesta.
Sobre el ataque de Israel a Irán, la alta representante ha reiterado la necesidad de reconducir la situación por la vía diplomática horas después de ofrecer a la UE como mediadora ante el estancamiento de las conversaciones de EEUU y Teherán. “Oriente Medio está en llamas. La agresión militar es implacable y la ira parece inestable”, ha afirmado.
Y ha lanzado un mensaje a Netanyahu al asegurado que “no hay certeza de que Israel consiga lo que busca de esta manera”. “Es evidente que los medios militares no brindarán el consuelo que busca el pueblo israelí”, ha agregado antes de recordar que con la masacre de Gaza “no ha logrado la liberación de rehenes” en manos del grupo Hamás.
El PP español: “Si Israel fracasa, Europa fracasa”
Esa posición se distancia un poco de lo que hasta ahora ha defendido Occidente, que ha comprado el marco de Israel. En una declaración conjunta publicada este martes, los líderes del G7 acusan a Irán de ser “la principal fuente de inestabilidad y terrorismo” en Oriente Medio. “Reiteramos nuestro apoyo a la seguridad de Israel”, señalaban los líderes internacionales sin condenar el ataque israelí sobre Irán.
El PP español ha defendido sin fisuras esa posición e incluso ha ido un paso más allá. “Si Israel fracasa, Europa fracasa”, ha expresado el eurodiputado Antonio López-Isturiz: “Nosotros seremos el próximo objetivo del régimen teocrático de Teherán”. “Entre democracia y dictadura, elegimos democracia; entre paz y guerra, elegimos paz”, ha señalado antes de admitir que no está de acuerdo con todo lo que hace “el Gobierno legítimamente elegido” de Benjamin Netanyahu y se ha referido a la “situación humanitaria” en Gaza. El eurodiputado ha afirmado que el pueblo israelí “tendrá algo que decir” en las próximas elecciones: “No puedo decir lo mismo de la gente de Gaza, ni la de Irán”.
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