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Tortuga Antimilitar
¡No a la militarización de Argentina!
Las personas y organizaciones firmantes queremos manifestar nuestra preocupación por una serie de medidas y acciones que está tomando el gobierno del presidente de Argentina, Javier Milei, y que tendrán efectos negativos para su población como para todo nuestro continente y que, además, atentan contra el espíritu de la Proclama de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que el año 2014 declaró a América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
1 – El gobierno del presidente Javier Milei solicitó, en abril del 2024, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que Argentina sea socio global de esta alianza militar. Con este fin, el ministro argentino de Defensa, Luis Petri, se reunió en Bruselas con el secretario general adjunto de la OTAN, Mircea Geoana, y le presentó una «carta de intención” con esta solicitud. Es importante recordar que la OTAN es una alianza militar que ha demostrado a lo largo de su historia un curriculum de asesinatos contra pueblos hermanos. Las intervenciones militares de la OTAN en la ex Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siria han violado los principios esenciales del derecho internacional. Su participación también en la guerra de Ucrania ha alimentado y prolongado una guerra que desde el comienzo se debió resolver mediante el diálogo y negociaciones de paz.
2- Asimismo, el anuncio de la construcción de una “base naval conjunta” entre Argentina con el Comando Sur de los EEUU, en la ciudad de Ushuaia, como la firma de un Memorándum de Entendimiento, del 7 de marzo de 2024, entre el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EEUU y la Inspección General de Puertos S.E de Argentina, la que habilita la construcción de una base militar a la vera del río Paraná, son acuerdos que violan la soberanía argentina al operar una fuerza extranjera en territorio argentino. Apoyamos la campaña del NO a las bases militares extranjeras en América ni en El Caribe.
3 – En diciembre de 2024, mediante decreto el gobierno del presidente Javier Milei dispuso que el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada pueden intervenir en asuntos de seguridad interior, en el resguardo de “objetivos de valor estratégico” los que serán definidos por el mismo ejecutivo. Al mismo tiempo, establece que las Fuerzas Armadas no sólo deben intervenir ante ataques de otros Estados, sino también ante agresiones o amenazas de “organismos paraestatales extranjeros, de organizaciones terroristas u otras organizaciones trasnacionales”. Estos decretos son un claro retroceso y un peligro que nuevamente las Fuerzas Armadas, bajo cualquier pretexto del gobierno, vigilen y repriman a la población civil de su propio país y vuelvan a cometer graves violaciones a los derechos humanos.
4 – A lo anterior, se suma que el gobierno de Milei ha vuelto a reponer los envíos de militares argentinos a entrenamiento a WHINSEC, la sucesora de la Escuela de las Américas donde, entre otros, se entrenaron los dictadores argentinos Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri y Roberto Viola.
5 – Finalmente, manifestamos nuestra solidaridad con todo el pueblo argentino, con las organizaciones sociales y de derechos humanos, con los sitios de memoria, que permanentemente son atacados, con distintas medidas, por el gobierno del presidente Javier Milei.
Firman,
Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, AFEP, Chile; Coordinadora Americana por los Derechos de los Pueblos; Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos; Comisión de Construcción de Paz, No Violencia y Antimilitarismo de la Alianza Convida 20; Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas (SOAW-Chile); Comité Oscar Romero SICSAL-Chile; Comité de Solidaridad Óscar Romero de Tarragona y Reus, España; Revista El Derecho de Vivir en Paz; Unión Bicentenaria de los Pueblos (UBP), Chile; Comitê Internacional Paz, Justiça e Dignidade aos Povos – Capítulo Brasil; Comitê Carioca de Solidariedade a Cuba e às Causas Justas, Brasil; Asociación Comunidades Construyendo Paz en Colombia – Conpazcol; Escuela Permanente PRAIS, Chile; Corporación 3y4 Álamos, Chile; Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular de El Salvador; Iglesias por la Paz, México; Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad Oscar Arnulfo Romero – SICSAL – México; Comunidad Ecuménica Martin Luther King, Chile; Fundación Pueblo Indio, Ecuador; Fundación Escuela de Paz Colombia; Comité Asamblea Constituyente Chile-Bélgica; Agrupación de Familiares y Amigos de Ejecutado Políticos y Detenidos Desaparecidos de Antofagasta por la Memoria Histórica de Antofagasta, Chile; Frente Comunicacional Anti Imperialista de Nuestra América; Mesa Ecuménica por la Paz – MEP – Colombia; Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia – COMOSOC –; Organization in Solidarity with the Guatemalan People. Revival. Guatemala-Norteamérica; Fundación Cultural ARTIS, Ecuador; SERPAJ-Costa Rica; SERPAJ-México; SERPAJ – Paraguay; Comité de DDHH y Ecológicos de Quilpué, Chile; AfroClimaCC, República Dominicana; Alianza CONVIDA-20; Centro de Amigos para la Paz, Costa Rica; Fundalatin, Idhes y la Fundación Maruxa Silva, Venezuela
Firmas individuales: Alicia Lira Matus, presidenta de AFEP, Medalla de DDHH y democracia 2023 de la U.de Chile; María Stella Cáceres, Museo de las Memorias, Dictadura y DDHH de Paraguay; Julio Yao, Presidente Honorario y Encargado del Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (CEEAP); Pablo Ruiz, periodista, paz y derechos humanos; Hervi Lara, Comité Oscar Romero, SICSAL-Chile; Georgina Valdovinos Navarro, Chile; Félix Madariaga – Editor www.elindoamericano.cl, Chile; Carmen Diniz, Brasil; María Eugenia Mosquera Riascos, Colombia; Alfonso Insuasty, grupo editorial e investigación Kavilando, Red Interuniversitaria por la paz Redipaz; Juan Alonso Reyes Caceres, Chile; Norma Elena Bregagnolo, Argentina; Manuel O Caceres, Argentina; Nidia Arrobo Rodas, Ecuador; Daniela González López, Coordinadora Internacional del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos, México; David Barrios Rodríguez, docente universitario, México; Juan Pablo Pérez, Chile; David Barrios Martínez, México; Olivia Gómez, México; Romina Martínez Velarde, México; Gerardo de la Fuente Lora, México; Hraste Aguilar Iván, France; María Rita Rodríguez Saldaña, México; Maria de los Angeles Pensado, México; Denise Melendez Cordova, Chile; Mario Venegas, Estados Unidos; María Elena López Gallardo, SICSAL, México; José A. Amesty Rivera, Costa Rica-Venezuela; Luis Alonso Vargas Ramirez, Costa Rica; Miguel Orduña Carson, México; Verónica Espinoza Hernández, Chile; Eidy Estacio Grueso, Colombia; Teofanes Josefina Santiago Santiago, México; Ana María Arenas Romero, Costa Rica; Juana Patricia Zavala Matulic, Chile; Luis Javier Angulo Talavera, Perú; Jorge Gálvez, Presidente Unión Bicentenaria de los Pueblos, Chile; Marcos Cruz García, Chile; Viviana Gysling Caselli, Chile; Monica Laucirica, Chile; Marcela Zamora Cruz, Costa Rica; Neris Gonzalez, El Salvador; Ricard Sánchez Andrés, España
Puedes apoyar con tu firma personal y/o de organización en:
USAID financió un gigantesco complejo de manipulación de medios
TYLER DURDEN, ZERO HEDGE
Además de apoyar a medios corporativos como Politico y la BBC con fondos de los contribuyentes , la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) USAID, el brazo de ayuda exterior del gobierno estadounidense, ha canalizado casi 472,6 millones de dólares a un ONG secreta denominada Internews Network (IN).
Esta financiación le permitió a la ONG establecer una presencia global, trabajando con 4.291 medios de comunicación , produciendo 4.799 horas de emisiones en un solo año y capacitando a más de 9.000 periodistas , todo ello bajo el lema de promover la libertad de prensa. Sin embargo en la práctica su actividad no es más que una extensión de la política exterior estadounidense, destinada a moldea las narrativas con los intereses geopolíticos occidentales.
La red de la manipulación
Internews Network (IN) afirma operar en más de 30 países , con oficinas principales en Estados Unidos, Londres, París y sedes regionales en Kiev, Bangkok y Nairobi . Estas ubicaciones se corresponden con puntos de conflicto geopolíticos donde la influencia occidental es muy disputada.
La líder de la organización, Jeanne Bourgault , gana la asombrosa suma de 451.000 dólares al año, un salario más alto que el de muchos jefes de Estado. Su pasado incluye un período en la embajada de Estados Unidos en Moscú a principios de los años 90, donde administró un presupuesto de 250 millones de dólares durante un período de intensa intervención occidental en la Rusia postsoviética.
Bourgault pasó más tarde seis años en USAID antes de pasar a Internews Network, desdibujando aún más las fronteras entre las operaciones gubernamentales y el llamado periodismo independiente.
WikiLeaks acaba de publicar un impactante informe que detalla el funcionamiento de esta red masiva de propaganda financiada por los contribuyentes estadounidenses.
USAID ha entregado casi 500 millones de dólares (472,6 millones de dólares) a través de una ONG secreta financiada por el gobierno estadounidense, «Internews Network» (IN) que ha «trabajado con “4.291 medios de comunicación, produciendo en un año 4.799 horas de emisiones que llegaron a 778 millones de personas y «capacitando» a más de 9.000 periodistas (cifras de 2023). IN también ha apoyado iniciativas de censura en las redes sociales.
La biografía de Bourgault en Internews Network y las de otros miembros de la junta directiva han sido recientemente eliminadas de su sitio web, pero siguen siendo accesibles en http://archive.org .
Los registros muestran que la junta está copresidida por el demócrata Richard J. Kessler y Simone Otus Coxe, esposa del multimillonario de NVIDIA Trench Coxe, ambos importantes donantes demócratas. En 2023, con el apoyo de Hillary Clinton, Bourgault lanzó un fondo de 10 millones de dólares en la Clinton Global Initiative (CGI). La página de IN que muestra una foto de Bourgault en la CGI también ha sido eliminada.
IN tiene al menos seis subsidiarias cautivas bajo nombres no relacionados, incluida una con sede en las Islas Caimán. Desde 2008, cuando comenzaron los registros electrónicos, más del 95% del presupuesto de IN ha sido proporcionado por el gobierno de los EE. UU.
La financiación de IN se ha duplicado desde el primer mandato de Trump, ya que el Estado Profundo invirtió miles de millones en combatir la llamada “desinformación”, todo bajo el pretexto de «salvar la democracia».
La biografía de la directora ejecutiva de IN, Jeanne Bourgault, demuestra que anteriormente trabajó en Wired, The Guardian y otros medios de comunicación corporativos.
El año pasado, en su intervención en el evento globalista de Davos, la directora ejecutiva de IN sostuvo que los anunciantes globales deberían priorizar el gasto en «buenas noticias». En otras palabras, había que presionar a las empresas para que gasten exclusivamente en medios corporativos financiados por la USAID, al tiempo que redujeran el gasto en sitios web de medios alternativos que no promuevan la propaganda estadounidense
Sin saberlo los contribuyentes estadounidenses han estado financiando una matriz de censura global que ha mentido sobre las guerras, los orígenes del covid, las vacunas y sigue la lista…
En la presentación del Formulario 990 para justificar sus actividades Internews afirma “ ser una organización internacional sin fines de lucro cuya misión es empoderar a los medios locales en todo el mundo para brindar a las personas las noticias y la información que necesitan»
En otras palabras IN tiene como objetivo controlar una matriz de medios y garantizar que solo se informe a nivel local de acuerdo con la propaganda estadounidense.
La matriz de medios controlados por IN se extiende por todo el mundo. El siguiente gráfico elaborado por la propia IN muestra la amplitud de su influencia y financiación de medios y periodistas “libres y democráticos ”
Concentración y expansión. El capitalismo (I): Precedentes y origen
Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.
En comparación con otros modelos, si algo caracteriza a la sociedad occidental, sobre todo a partir del Renacimiento, es su dinamismo, su continuo estado evolutivo. Ese desarrollo permanente hacia formas más complejas, con sus correspondientes pausas, es lo que comprendemos como progreso histórico. Hasta el punto de etiquetar como «menos evolucionadas» o «primitivas» a otras sociedades, simplemente por ser diferentes en eso, por estructurarse en base a formas distintas de comprender la realidad que, por ejemplo, pueden conceder más valor a lo estático que a lo cambiante. Nadie, por otra parte, trata de cruzar la acera para descubrir cómo se percibe nuestra sociedad y la representación que tenemos sobre lo que es el progreso, desde otros mundos sociales (1). La idea de la necesidad del progreso es uno de esos consensos que fundamentan la ideología compartida occidental en la edad contemporánea.
La cultura occidental, además, ha sido, prácticamente siempre, expansionista. Su historia lo es de un permanente crecimiento: control de mayores territorios, acaparamiento de mayores recursos, y sistemas políticos, económicos, culturales y tecnológicos cada vez más sofisticados. Se suele hablar de la Grecia clásica como cuna de Europa y, a su vez, de la civilización occidental: el idioma, la democracia, las polis, la filosofía, el arte, la ciencia... Por mi parte prefiero ubicar su génesis en Oriente Medio; en las primitivas culturas del llamado Creciente Fértil. No solo por ser el lugar en el que primero se comenzó a escribir, sino porque es donde se inaugura el paradigma de la concentración (el poder político en pocas manos, la economía en pocos propietarios, la población agrupada en grandes núcleos, etc.) que, como vengo diciendo, es definitorio de la sociedad occidental y será, cuando toque, la columna vertebral del capitalismo. Entiendo que hay una línea de continuidad entre aquellos antiguos sistemas y los imperios mediterráneos posteriores que, a su vez, son el precedente inmediato de nuestro mundo. La gran mayoría de estas realidades políticas, desde Asiria y Egipto a Macedonia y Roma, fueron netamente expansionistas, prácticamente desde su fundación y siempre crecieron a costa de sus vecinos. Cuando perdieron la capacidad de crecer, en todos los casos, sucumbieron. Casi podemos definir una regla histórica: todo poder centralista precisa expandirse más allá de sus fronteras en búsqueda de los recursos (territoriales, materiales, financieros, demográficos...) que su núcleo reclama para seguir creciendo de forma ilimitada, impidiendo así que surjan contrapoderes internos (o competencia, si hablamos de poder económico). De esta forma, la dinámica de expansión es también un medio de concentración y acumulación. En el futuro podremos hablar de «imperialismo» al estudiar sus expresiones modernas.
Este proceso no es exclusivo de Occidente. En otros lugares del globo suceden fenómenos parecidos. En Asia, América y, en menor medida, África, surgen y se desarrollan también formas de poder concentrado. En algunos casos, como Mesoamérica, los Andes, China o el Valle del Indo, llegan a estar dotados de gran extensión territorial y poblacional, así como de importantes aparatos administrativos. A diferencia de lo que ocurre en el Viejo Mundo, estos imperios coexisten en vecindad con multitud de pequeñas culturas sin estado no basadas en el paradigma de la concentración. Es de creer que, en el momento de su máximo apogeo (estoy pensando sobre todo en los grandes estados precolombinos), su impulso expansivo, por razones demográficas, geográficas, tecnológicas..., aún no era lo suficientemente intenso como para haber ocupado todo el territorio a su alcance, asimilando y destruyendo el resto de civilizaciones (2).
Ahora nos parece que se ha quedado pequeño, pero, podría decirse, hasta hace dos días el planeta Tierra era inmenso. Tanto que vastos imperios podían crecer y expandirse geográficamente sin que sus fronteras llegaran a aproximarse. Incluso sin saber unos de otros en algunos casos. Como quiera que el paradigma de la concentración —que venimos diciendo— precisa de la expansión continua (por eso el capitalismo es siempre expansionista), la colisión intercontinental entre los grandes imperios era cuestión de tiempo. 1492 data el más significativo encuentro entre culturas imperiales. Llama la atención que sociedades amplias y complejas como la de los incas y la de los aztecas, que habían tardado siglos en configurarse, se desmoronasen de la noche a la mañana con una inversión de esfuerzo militar mínima por parte de los invasores. Los historiadores que han estudiado la conquista de América hablan de algunos factores causales que fueron muy trascendentes: la rapidísima propagación de masivas y mortales epidemias o la situación de división y guerra interna aprovechada por los conquistadores. Pero, con independencia de esas y otras circunstancias que también concurrieron, la diferencia de tecnología y vocación expansiva, antes o después hubiera resultado determinante. En una pugna entre culturas político-económicas basadas en la concentración, prevalece aquella que está en una fase de expansión más avanzada y —ambas cosas se relacionan— posee una tecnología más desarrollada. La superioridad tecnológica venía siendo clave en el triunfo de un poder sobre otro desde la época en la que poseer espadas de hierro y no de bronce aseguraba la victoria. Lo sigue siendo en el tiempo que es testigo de la utilización de complejos sistemas informáticos para guiar drones y misiles.
Una vez el sistema occidental neutraliza a sus competidores, primero en América, unos siglos después en Asia, y alcanza la hegemonía planetaria, no dejará de avanzar fagocitando o destruyendo todo pequeño poder. También las pequeñas sociedades sin estado. Este proceso de conquista y dominio, que incluye también la vertiente ideológica, al que voy a llamar globalización cultural, no ha culminado en nuestros días, si bien se halla a las puertas de ello (3).
El fuerte impulso expansivo inaugurado en el siglo XV y ya nunca detenido, tiene una matriz económica. Sin desmerecer factores ideológicos como el deseo de propagar el cristianismo (hay que ponerse en la mentalidad de la época) o la sed de aventuras (esto me resulta más una lectura a posteriori desde la visión del romanticismo), el verdadero motor de los proyectos de exploración y conquista fue la codicia y el afán de lucro de unos pocos individuos de la sociedad. En algunos casos por necesidades de financiación del naciente poder estatal centralizado, como sucede con la monarquía hispánica, y en otros por puro espíritu mercantil y deseo de enriquecimiento. El emprendimiento comercial y la consideración de la riqueza personal en Europa, en estos momentos, se encuentra bajo un nuevo influjo ideológico, distinto al que venía teniendo en la Edad Media. De hecho, estamos en el momento fundacional del capitalismo. Cristóbal Colón y Vasco da Gama, desde luego, no hicieron sus expediciones por motivos benéficos, religiosos o científicos. Menos aún Cortés y Pizarro, cuyas conquistas, organizadas como una empresa comercial, con sus inversores y bajo el paraguas de una concesión administrativa del estado, tenían como único objetivo el botín. Que la avaricia, uno de los siete pecados capitales, fuera la gasolina que alimentara las conquistas de este momento de frenética expansión, explica su alto grado de crueldad y destrucción. Los conquistadores europeos, como Roma había hecho con Cartago, aniquilaron por completo las sociedades jerárquicamente estructuradas que encontraron, llegando a reducir drásticamente la población del continente americano.
Como decimos, es en este momento histórico conocido como Era de los Descubrimientos, cuando surge y se configura el capitalismo como un sistema económico de carácter global. Veamos brevemente su porqué.
La economía de las sociedades pequeñas y descentralizadas es la autarquía. Desde una visión del yo en clave colectiva y no tanto individual, y desde la ausencia de centros de poder, no se da la necesidad de acumular grandes excedentes. Prácticamente, solo se produce lo que se precisa para el consumo inmediato, estacional como mucho donde el medio es más desfavorable, incluyendo pequeños intercambios que en, apenas, ningún caso desembocan en un flujo comercial regular. No existe, pues, la mercancía. Tampoco la moneda, como es obvio. Valores de referencia tan básicos en nuestra sociedad como «pobreza» y «riqueza», son prácticamente inexistentes en este contexto.
Cuando una sociedad comienza un proceso de concentración, primero del poder político —siguiendo la definición de Clastres—, de forma automática, la nueva autoridad tiende a concentrar riqueza en su derredor. Como forma de prestigiarse y apuntalar su recién adquirido poder. A mayor poder, mayor acumulación. Y viceversa. Así se llega al paradigma de la sociedad esclavista, fuertemente estratificada en lo político y lo económico. El proceso de acumulación, ahora sí, precisará de mercancías y flujo comercial. A su vez este comercio necesitará productores que, primero intercambien, después vendan, excedentes. No conviene olvidar, por otra parte, que una forma de asegurar el flujo comercial también puede ser la exacción violenta directa. Así nace el ejército —que también tiene funciones de defensa interna del poder central— y la tributación forzosa.
El poder central no solo demanda mercancías consumibles y acumulables; también servicios. Así se rodea de grupos humanos que, improductivos en lo material y precisando ser a su vez alimentados, alojados y vestidos, le proporcionarán la satisfacción de esas necesidades. Desde los militares o recaudadores que ya hemos nombrado, a los palafreneros, cocineros, constructores o prostitutas (4). El aumento del número de estos «funcionarios» y su acumulación en torno al centro de poder, hará nacer la ciudad, una forma de vida eminentemente parasitaria con respecto al agro, desde el primer momento de su creación.
La concentración o centralización rompe la relación directa universal entre el medio y los seres humanos (5). Ahora, una parte de los mismos vivirá del esfuerzo productivo de otros, los cuales ya no solo trabajarán para cubrir sus necesidades, sino que se verán obligados a incrementar su esfuerzo para poder aportar los excedentes que el anterior grupo les reclama. La instauración del mercado, desde el primer momento, se hará en condiciones de intercambio desigual (es ésta una premisa imprescindible para el funcionamiento del capitalismo). En caso contrario no se hubiera producido la acumulación de la riqueza. Los productores, que ahora dedican muchas más horas de su tiempo al trabajo, al tener que entregar parte de su producción directamente al poder, en forma de impuestos, o al mercado en condiciones desventajosas, no verán en modo alguno compensado ese esfuerzo suplementario. Esta reflexión, en parte, es la que haría afirmar en su día a Proudhon que «la propiedad es un robo» (6).
La institución del mercado, que podemos comprender en tanto flujo comercial y en tanto lugar físico donde se produce el intercambio, a medida que se desarrolla, necesita de un grupo humano específicamente dedicado a la intermediación. Con esta nueva clase surge la moneda. También el sistema bancario, necesario para financiar inversiones en estos tiempos de emprendimiento económico, y proveedor de productos que facilitan el comercio. La letra de cambio, antecesora de los actuales cheques, la transferencia bancaria y los pagos telemáticos, en su origen, tiene como objetivo evitar el movimiento de metales preciosos como elemento de pago en transacciones a distancia. La moneda por su parte necesita un poder central fuerte que la avale. Muy prestigiado, de hecho, si se quiere que su valor de cambio sea reconocido en lugares remotos, una necesidad evidente en este momento de expansión de las rutas comerciales.
Los grandes imperios de la antigüedad, como Roma, ya estuvieron dotados de sistemas similares en cuanto a la acuñación y uso de moneda, y personas específicamente dedicadas al crédito. No es raro que los textos de la época nombren el préstamo y la usura. Sin embargo, durante la Edad Media hubo un fuerte retroceso en esta cuestión. Tanto el uso de moneda como el sistema crediticio sufrieron una fuerte contracción en cuanto a su volumen, un estancamiento en su desarrollo y hubieron de circunscribirse a ámbitos locales o regionales. La práctica ausencia de estados reconocibles como tales y la gran fragmentación del poder en pequeñas taifas y señoríos nobiliarios, elimina la práctica totalidad de factores que hacían necesario el comercio a gran escala. La desconcentración política afecta también al medio de vida urbano, que se reduce al mínimo. La economía, liberada en parte del efecto succión de un gran estado fuerte y estratificado, de forma natural, recupera modelos autárquicos (7). Siguiendo la dinámica contraria al proceso de concentración, la población abandona las ciudades y se dispersa por el territorio, ocupando todo tipo de tierras, incluso las montañosas de menor valor agrícola que, como contrapartida, suponen un lugar más seguro donde vivir. Es ahora, en ausencia de omnímodos poderes externos, cuando muchas de estas colectividades desarrollarán sistemas de apoyo mutuo que recuerdan a las sociedades sin estado: organizaciones asamblearias, formas de propiedad y trabajo comunal, autodefensa... Pero no nos vayamos del tema. En este contexto, el mercado tendrá un carácter muy limitado. Local o comarcal cuando mucho. Dedicado al intercambio —frecuentemente mediante trueque— de pequeñas cantidades de excedente de las comunidades campesinas y ganaderas y de productos de fabricación artesanal. También al abasto de las pocas y escasamente pobladas ciudades y al suministro de lo necesario para mantener al funcionariado nobiliario de cada lugar. Esto último proporcionado en forma de impuestos, en especie y corvea por lo general.
Hacia el siglo XV cambia el paradigma. Se inicia, sobre todo en Europa Occidental, un nuevo ciclo de concentración de poder que conforma unidades políticas de mayor tamaño, con un centro crecientemente fuerte y con mayor capacidad de controlar el territorio, especialmente en cuanto al cobro de tributos. En consecuencia se reactiva la vida urbana y el comercio a mayores escalas. Podemos volver a invocar a Pierre Clastres y su teoría de que es la concentración política la que acarrea la económica. De esta forma, la causa y razón principal del sistema económico que ha llegado a nuestros días, y que nace en ese momento, sería la aparición de la nueva institución de carácter estatal.
La Europa de este tiempo, que recibe el nombre de «Moderna», retoma algunas de las formas institucionales de la época tardorromana. De hecho, el movimiento cultural, elitista y vinculado a los centros de poder, llamado «Renacimiento», tendrá como referente «el esplendor» de la antigüedad clásica. El estado moderno y el sistema de intercambio comercial de carácter global y de concentración de riqueza que es su lógico desarrollo —que ya podemos llamar «capitalismo»—, se irá configurando a lo largo del siglo XVI (8). En la siguiente centuria puede decirse que el proceso ha sido culminado. Este primitivo sistema capitalista, denominado «mercantilismo», estará muy vinculado, de hecho intervenido en cuanto a sus principales flujos de mercancías, por los nuevos estados. Éstos tratarán de acaparar el tráfico de metales preciosos procedentes de América, y desarrollarán medidas de protección de la economía productiva sujeta a comercio de sus respectivos territorios; el «proteccionismo». El naciente capitalismo se inspira en el modelo comercial y financiero del imperio romano, que estaba basado en un estado y una moneda fuertes, en la recaudación de tributos y en una importante iniciativa mercantil y crediticia de carácter privado. Ahora se añaden factores de competencia, al haber diversos estados en pugna, aplicación de mejoras tecnológicas a la producción y el transporte marítimo, y la inclusión de nuevos mundos en el mercado global. A pesar de ser, como digo, una especie de reanudación ampliada de lo que se venía haciendo hasta el siglo V, el cambio con respecto a lo que sucedía en la Edad Media es muy grande.
El inicio de la Edad Moderna se caracteriza por una concepción más pragmática de la vida y la política (recordemos, por ejemplo, a Maquiavelo) y marca el comienzo del proceso de secularización que lentamente irá descristianizando Europa durante los siguientes siglos. Por lo pronto, la reforma protestante, entre otras cosas, supone una adaptación de la moralidad religiosa a los desafíos de los nuevos tiempos. Algunos autores (9) quieren ver en la irrupción de la ética protestante, proclive a la búsqueda de éxito y enriquecimiento personal, a diferencia del catolicismo, la explicación ideológica de los cambios económicos y políticos del momento.
Si hasta entonces la clave de la economía venía siendo el factor productivo, en este momento el centro de la misma será el intercambio (la producción volverá a ser protagonista tras la Revolución Industrial). Es la intermediación, esa clase social nueva, junto con instituciones como las bancarias, que se encargan de que el comercio funcione según la demanda de los estados, lo que va a posibilitar la erección de grandes fortunas. La acumulación de beneficios, contables en moneda o metales preciosos, gracias a los intercambios desiguales, posibilitará que existan fondos suficientes para reinversiones, para iniciar nuevos negocios, para financiar expediciones y, en el futuro, para poner en pie la industria. La competencia entre diversos actores es característica principal de este modelo económico. Como lo está siendo en ese mismo momento, y de forma inseparable con lo anterior, la pugna entre diferentes estados por la hegemonía. Ello le obliga, al capitalismo, a ser expansionista por definición. Recordemos: crecer o sucumbir. La concentración de propiedad que es meta de toda su dinámica, no solo será monetaria; también tenderá a concentrar en pocas manos los medios de producir bienes, la tierra y las fincas urbanas.
Notas
1- Recomiendo un agradable e instructivo ejercicio para desarrollar la capacidad de conocer el pasado y el presente —también— desde otras claves culturales: La lectura del libro de Amin Maalouf «Las cruzadas vistas por los árabes». Alianza Editorial, 2005.
2- Vuelvo a citar aquí el libro de Pierre Clastres «La sociedad contra el estado» (1974). El antropólogo describe las características de algunas sociedades amazónicas, insertando estas descripciones en una visión de conjunto. Examina los rasgos que permiten su funcionamiento sin la existencia de un centro de poder (rasgos que, de hecho, son incompatibles con dicho poder) y, desde ahí, especula sobre el proceso por el que algunas de estas pequeñas culturas se convirtieron en sociedades jerárquicas. Contraviniendo el economicismo marxista, sustenta la tesis de que es la concentración de poder y funciones en manos de una jefatura, y no un conflicto por el acaparamiento de la riqueza, lo que hace surgir el estado.
3- En su necesidad compulsiva de crecimiento material, esa, podría decirse, máquina con vida propia, independiente de los seres humanos, que es el capitalismo, concreción actual del sistema occidental, busca y no encuentra caminos. Sin apenas nuevos territorios que poder incluir bajo su administración, la expansión hacia otros planetas cada vez pertenece menos al terreno de la utopía o la novela de ciencia ficción. Mientras tanto, crece en el terreno de lo imaginario: generación artificial de nuevas necesidades materiales y productos mercantilizables que las satisfagan. Es un crecimiento irreal que no engrandece; solo hace que circule el dinero, y que se cree y destruya más materia. Como en las guerras. Viene a ser un desarrollo de tipo cancerígeno, que amenaza con destruir la vida del ser que lo alberga.
4- La prostitución, entendida como un medio de vida consistente en entregar el propio cuerpo para el disfrute sexual de otras personas a cambio de un pago, no es cierto que sea el oficio más antiguo del mundo. Surge, como el patriarcado y en íntima relación con él, en el contexto de sociedades estratificadas. En las sociedades sin estado, en las que no hay excedentes, mercancía, moneda ni trabajo por cuenta ajena, pueden darse múltiples tipos de relaciones sexuales, incluso de subordinación en algunos casos, pero la prostitución, tal como la hemos definido, no tiene sentido ni lugar.
5- Dice Bookchin: «El estado, en la forma auténticamente acabada e históricamente completa en que lo encontramos hoy, pudo haber emergido sólo después de que las sociedades tradicionales, las costumbres y las sensibilidades fueron tan profundamente reelaboradas para concordar con la dominación, que la humanidad perdió todo sentido de contacto con la sociedad orgánica de la cual provenía. (…) Al reestructurar la sociedad en su derredor, el estado adquiere funciones sociales superagregadas que ahora aparecen como funciones políticas. No solo regula la economía, sino que la politiza; no solo coloniza la vida social sino que la absorbe. Las formas sociales aparecen así como formas estatales y los valores sociales, como valores políticos. La sociedad está organizada de modo tal que se vuelve indiferenciable del estado».
6- Unos siglos antes, concretamente en el IV, un líder del cristianismo ya había establecido que «quien es muy rico es un ladrón o hijo de un ladrón». El autor de la frase, según fuentes, es San Juan Crisóstomo, San Ambrosio o San Jerónimo (en cuya «Epístola a Hebidia», 121, 1, aparece la frase redactada en forma similar). En cualquier caso, los tres personajes fueron coetáneos y compartieron esa idea. De hecho, Juan Crisóstomo reflexiona largamente sobre la cuestión de la riqueza y la pobreza en varios de sus numerosos escritos conservados.
7- La llamada Alta Edad Media es un periodo muy largo, de aproximadamente cinco siglos de duración (del V al X), en el que se dan realidades políticas muy dispares. Desde grandes imperios como Bizancio o el Califato, a monarquías con cierta capacidad de gestionar su territorio y recabar impuestos como el reino carolingio, el imperio alemán o el papado. Es también la época en que surge y se desarrolla el feudalismo, sistema que no adoptó el mismo formato ni la misma entidad en todos los lugares de Europa y que alcanzaría su plenitud en los siglos inmediatamente posteriores. Cierto es que, con excepción de los ejemplos citados y alguno más, la ausencia relativa de poderes centrales estables fue característica de este periodo y ello favoreció la autoorganización de la pequeña célula campesina. Pero, considero, no conviene realizar lecturas de este fenómeno en clave idealizada. Raro fue que cualquiera de estas comunidades rurales no estuviera bajo el dominio jurisdiccional y la obligación de tributar a algún señorío nobiliario o eclesiástico. En formas más y menos rigurosas. Estos pequeños focos locales de succión y concentración material obligaban a los productores a entregar excedentes, quebrando así la relación ideal entre producción y consumo de forma directa. Cuando no existió tal poder externo, o fue extremadamente débil, ello se debió a un contexto de conflicto. Esas poblaciones, libres de una autoridad recientemente desaparecida, aún no del todo establecida en un nuevo territorio, o incapaz de ejercer su señorío por encontrarse en situación precaria, como contrapartida y durante todo el tiempo que durase el vacío de poder, se encontraban, de hecho, en una «frontera». Por lo tanto, eran objetivo de operaciones de pillaje y saqueo perpetradas por agentes de diferentes signos. Ello les obligaba a compatibilizar su actividad agropecuaria con la autodefensa armada. Obviamente, tanto el pillaje cuando se daba, como la necesidad de la defensa, suponían una mengua de recursos y una distorsión de su modelo económico, el cual, debido a lo arcaico del utillaje y las técnicas agrícolas, era de una productividad muy baja. Del 2'5 ó 3 a 1 y proporciones similares para el cultivo de cereales. Sin necesidad de ver películas, es de creer que la vida no debió de ser fácil en estos contextos.
8- El sociólogo Inmanuel Wallerstein, en su conocida obra «El moderno sistema-mundo» (publicada entre 1974 y 1989 en tres volúmenes), que supuso la aparición de un nuevo modelo interpretativo de la historia del capitalismo, localiza el origen del actual sistema económico en el noroeste de Europa del siglo XVI.
9- La idea, principalmente, procede de Max Weber quien, en «La ética protestante y el espíritu del capitalismo» (1905), relaciona el origen del capitalismo con la reforma protestante. Al contrario que el catolicismo, el protestantismo (Weber se fija especialmente en el calvinismo) ve en el éxito económico la bendición de Dios. Así, los cristianos reformados podrán esforzarse sin trabas en pro de los negocios. La prosperidad indica el favor divino hacia el cristiano rico y es, a su vez, glorificación de Dios ante los ojos de los hombres. Según Weber, esta idea permitirá la aplicación de principios racionales y optimización a la empresa económica. A lo largo del tiempo el fundamento religioso irá desapareciendo pero permanecerá el método de rentabilización de esfuerzos y búsqueda del máximo beneficio. No es difícil relacionar esta ideología con el posterior ideal liberal burgués que defiende el egoísmo individual como motor del progreso.
Antisemitismo español y sexo gratis
Según un reciente estudio realizado por el equipo docente de la universidad Rabino Maeztu y teniendo en cuenta diversos tipos de cancamusas, se ha podido comprobar con una alta fiabilidad fidedigna el hecho contrastable e incontestable de que el uso de ciertos palabros conduce indefectiblemente a resultados ontológicos que vamos a exponer.
Este estudio demuestra que en ciertos textos, ya se hable de los horrores provocados por el ejército israelí, de si el calor de un microondas dura menos que el de una olla, o si el punto G se halla si se busca porque haberlo haylo, demuestra, como decíamos, que al introducir "antisemitismo", "español" o "sexo gratis" en textos publicados en la red indefectiblemente el algoritmo o la curiosidad insana te llevarán a abrir los enlaces propuestos.
Para muestra un botón; botón que es este artículo creado con falsedades palmarias como lo son el infame estudio de la universidad Rabino Maeztu y la propia universidad. Más falsos que un euro de cartón.
Pero, paradójicamente, no todo es falso, o eso creemos, en este texto. Estudiamos la posibilidad de que al haber incluido antisemitismo, español y sexo gratis varias veces en el circunloquio, este escrito recibirá un número de visitas no proporcional a semejante chorrada.
Gracias de antemano por participar en este experimento.
J. Ramírez
CEO de Cancamu S.A.
Las comunidades del Catatumbo (Colombia) claman por la paz
Declaración de la Caravana humanitaria y sesión de la comisión de paz en el Catatumbo
La paz no se construye con más violencia, sino con diálogos sinceros y con el compromiso de todos los actores involucrados. La violencia no es la solución, el cese inmediato de hostilidades y enfrentamientos debe ser prioritaria, y por tanto rechazamos la militarización como salida a la crisis.
Con el abrazo caluroso de decenas de organizaciones sociales, juveniles, de mujeres, de derechos humanos, sindicales, congresistas, autoridades locales, regionales, la institucionalidad, y el acompañamiento de los organismos multilaterales de derechos humanos y las confesiones de fe, dio inicio la sesión humanitaria en medio de un dolor que no tiene dueño, que es colectivo.
De cara a las alertas emitidas en 2024, al desarrollo de confrontaciones entre el Ejército de Liberación Nacional, ELN y el Estado Mayor de Bloques y Frentes, EMBF y las consecuentes vulneraciones a los DH y al DIH, que han afectado a más de ocho municipios de la región, incluyendo Convención, Teorama, San Calixto, Hacarí, Tibú, El Tarra, Sardinata y El Carmen; nos reunimos para elevar nuestra voz ante los actores en confrontación y el gobiernonacional, para hacer un llamado urgente hacia la búsqueda de la solución política y dialogada al conflicto social y armado, priorizando la paz por encima de la agudización de la guerra.
En este sentido, llamamos a retomar las mesas de diálogo, los ceses bilaterales y las propuestas de las comunidades construidas en diversos escenarios y contenidas en el Pacto Social para la Transformación Territorial del Catatumbo, entendiendo la paz como la profundización de la justicia social como expresión del cumplimiento de los acuerdos, tanto con los actores armados como con las comunidades que se han movilizado de forma persistente.
Ante esta grave situación, y conscientes de nuestro papel en la tarea ineludible de contribuir a transitar los caminos de la paz como único horizonte posible, las organizaciones sociales, la Mesa Humanitaria y de Construcción de Paz del Catatumbo, con el respaldo de las organizaciones asistentes a la jornada del 04 de febrero, proponemos una ruta de acción que contemple:
1. Llamado a desescalar el conflicto armado y al cese de hostilidades.
2. Exigir la implementación de mecanismos de protección a la población civil.
3. Acatar los 7 Mínimos Humanitarios y el Acuerdo Humanitario para el Catatumbo.
4. Desarrollar acciones humanitarias inmediatas, tales como retornos dignos, seguros, colectivos y con garantías, comisiones de verificación y corredores humanitarios, entre otras.
5. Exigir al gobierno nacional atención urgente a la crisis humanitaria.
6. Poner en marcha la Comisión Humanitaria en respuesta a la carta de las organizaciones sociales del 19 de enero de 2025, a los actores en confrontación.
La paz no se construye con más violencia, sino con diálogos sinceros y con el compromiso de todos los actores involucrados. La violencia no es la solución, el cese inmediato de hostilidades y enfrentamientos debe ser prioritaria, y por tanto rechazamos la militarización como salida a la crisis.
Exigimos a los actores armados y al Gobierno Nacional que tomen acción de manera inmediata para evitar más sufrimiento y dolor para la población civil del Catatumbo. Las comunidades claman por la paz, la dignidad y el respeto a la vida. El tiempo para actuar es ahora.
El Tarra, Norte de Santander, 4 de febrero de 2025
Firman,
Movimiento por la Constituyente Popular - MCP Asociación Campesina del Catatumbo - ASCAMCAT Comité de Integración de Social del Catatumbo- CISCA
Mesa Humanitaria y de Construcción de Paz del Catatumbo
Detenidos al menos tres guardias civiles de Sevilla por colaborar con un narcotraficante
Luis Lastra
Al menos tres guardias civiles de Sevilla fueron detenidos recientemente en el marco de una operación contra el narcotráfico, que dirige el Juzgado de Instrucción número 8 de la capital andaluza. Se los investiga como presuntos autores de un delito de cohecho y otro de revelación de secretos. Uno de ellos fue arrestado el pasado mes de diciembre y el resto a principios de febrero. No ha trascendido si hay algún agente más implicado presuntamente en esta causa. Todos fueron puestos en libertad con cargos tras sus detenciones.
Según explicaron a este periódico las citadas fuentes, la causa es una pieza separada que surgió a raíz de una investigación contra varios traficantes de droga, entre ellos un conocido narco del Polígono Norte con el que presuntamente los guardias civiles habrían colaborado pasándole información. El asunto está declarado secreto, de ahí que apenas hayan trascendido datos concretos sobre lo que se está investigando.
Uno de los agentes detenidos estaba destinado en la Central Operativa de Tráfico (COTA), por lo que este guardia civil podría tener acceso a todos los datos de titulares de vehículos y matrículas. Otro de los guardias civiles investigados pertenece al Núcleo de Servicio, la unidad encargada de dar seguridad a los edificios públicos en los que la Guardia Civil tiene presencia, como la Delegación del Gobierno en Andalucía, la Subdelegación del Gobierno en Sevilla o los acuartelamientos de Eritaña (donde se encuentra la IV Zona del instituto armado, desde donde se coordina toda la estructura de la Guardia Civil en Andalucía, Ceuta y Melilla) y de Montequinto, en el que está ubicada la Comandancia de Sevilla.
El narcotraficante cuya investigación dio origen a esta pieza separada es una persona conocida en el submundo del tráfico de drogas, donde tiene fama de especialista en vuelcos, como se conoce en el argot policial a los robos de estupefacientes entre bandas de narcotraficantes. Se le investigó por un asalto a la casa de un narcotraficante de Montequinto, al que robaron en su vivienda más de medio millón de euros. Entraron cinco personas encapuchadas, con monos de trabajo oscuro, con una escalera extensible. La Policía los sorprendió porque recibió una llamada que alertada del robo en un domicilio del barrio.
Se le buscó también en otras ocasiones por su presunta relación con varios alijos de hachís. Estuvo investigado, y llegó a ser juzgado, por el asalto a la Aduana de Huelva durante la Nochevieja del año 2013 para robar más de una tonelada de hachís. Finalmente fue absuelto junto con otros once acusados, a los que nadie pudo probar su relación con este golpe. Sólo fue condenado el vigilante de seguridad. Como curiosidad, cuando fue detenido en un chalé de Carmona hace más de una década, la Policía encontró un mural pintado en una pared en el que se representaba un alijo de hachís.
En los últimos años han sido detenidos varios agentes de la Guardia Civil en la provincia de Sevilla. Uno de ellos fue el teniente Raúl P. M., jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic). Este mando fue condenado por la Audiencia Provincial a ocho años y diez meses de cárcel, si bien esta pena fue rebajada, en noviembre de 2024, por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) a cinco años y cuatro meses. El Alto Tribunal lo absolvió de un delito de tráfico de drogas en grado de tentativa y uno de los dos delitos de tentativa de hurto por los que fue condenado tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, por falta de pruebas de no haberse tratado de delitos provocados.
En abril de 2024, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla condenó a siete años y seis meses de cárcel a los once acusados de introducir en España un total de 367 kilogramos de cocaína procedente de Colombia y ocultos en un contenedor. Entre los condenados figuraban un guardia civil y dos policías nacionales, que ejercían de escoltas del transporte de la droga desde el puerto de Málaga hasta Sevilla y fueron detenidos en una nave de Carrión de los Céspedes.
Suiza vota abrumadoramente en contra de crecer dentro de "los límites planetarios"
M. Rodríguez
Los defensores del "decrecimiento" fueron derrotados este domingo en su intento de imponerlo por ley en un país europeo. Suiza celebró un referéndum que proponía incluir en la Constitución un artículo poniendo "límites" a la economía que cosechó una abrumadora derrota: el 69,8% de los votantes rechazaron la propuesta que había sido lanzada por las juventudes de Los Verdes.
El texto ahora rechazado proponía la inclusión de un artículo relativo a los "límites de la economía" especificando que "la naturaleza y su capacidad de regeneración constituyen los límites de la economía nacional" y que la actividad económica sólo puede usar recursos y generar emisiones "en la medida en que se preserven las bases naturales de la vida". Al respecto, se proponía un segundo artículo que ponía plazos a ese deseo: como tarde en diez años se debía garantizar que la economía suiza no tuviera un "impacto ambiental" superior al marcado por los "límites planetarios". Citaban el consumo del agua, cambio climático, pérdida de diversidad biológica, uso de la tierra y aportes de nitrógeno y fósforo a la atmósfera.
Según los datos de la prensa local, en ningún cantón suizo se aprobó la propuesta en una votación con una participación inferior a la de otras consultas, del 38%. El texto no entraba en detalles de lo que supondría esa economía "dentro de los límites planetarios" más allá de que la transformación debía ser "socialmente aceptable", pero Greenpeace sí había publicado algunos cálculos, señalando que conllevaría una disminución de la huella de carbono per cápita en más del 90%.
El portazo suizo al decrecimiento vino precedido de los llamamientos a votar en contra de los partidos en el poder y también de los empresarios, que alertaron de las catastróficas consecuencias que tendría acatar el artículo redactado por el ecologismo. "Habría que renunciar a gran parte de lo que constituye el actual nivel de vida en Suiza", advirtieron avisando también del riesgo de deslocalizaciones y de que la próspera Suiza acabara convertida en un país en vías de desarrollo más similar a "Afganistán, Haití o Madagascar", en palabras de un parlamentario de la derecha. "Los ciudadanos suizos no han querido poner al país contra la pared", celebró la directora de Economisusse, la federación de empresas helvéticas, Monika Rühl.
Las Juventudes verdes que apadrinaron la iniciativa lamentaron, mientras, el "alarmismo" que a su juicio había rodeado el debate: según la copresidenta de la sección de juventudes de los Verdes, Margot Chauderna, los poderes económicos "deben comprender que un sistema basado en un crecimiento infinito no puede funcionar con recursos finitos". El país, dijo, "ha desaprovechado una gran oportunidad para luchar contra las crisis medioambientales".
Confirmada la condena por torturas a seis mossos: “Os podríamos matar y no se enteraría nadie”
Oriol Solé Altimira
“Dos jóvenes son víctimas del abuso policial de seis agentes en un lugar solitario sin posibilidad de defensa alguna y son golpeados y humillados por el hecho de haberse saltado un control policial”. No es el inicio de un podcast, sino un fragmento de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) que ha ratificado la condena por, entre otros, un delito de torturas a media docena de funcionarios de los Mossos d'Esquadra.
En una sentencia de 120 páginas, a la que ha tenido acceso elDiario.es, la sección de apelación de la Sala Civil y Penal del TSJC respalda al 100% el fallo de la Audiencia de Barcelona y rechaza todos los recursos de los condenados, a los que afea que pretendan “imponer su propia e interesada valoración probatoria” sobre lo ocurrido.
Se trata de uno de los casos de torturas policiales más graves ocurridos en los últimos años en Catalunya, tanto por las lesiones físicas como por las secuelas psicológicas en las dos víctimas, una de ellas representada por la abogada Jennifer Lahoz. El TSJC destaca que la agresión se produjo con los jóvenes “detenidos, esposados y en el suelo”, sin que tuvieran “ninguna oportunidad de defensa eficaz frente a seis agentes armados”.
Los agentes condenados obtienen una pena atenuada por los más de tres años que la causa estuvo paralizada en un juzgado de Cerdanyola del Vallès (Barcelona). En 2023, tras la condena en primera instancia, la conselleria de Interior suspendió de empleo y sueldo a los agentes. Uno de los mossos condenados es M.F., que abandonó a petición propia el cuerpo en 2017, un año después de la agresión, para fundar una empresa de seguridad privada. Desde el 2021 está investigado por robo con fuerza, soborno y revelación de secretos.
Pese a que, al contrario que en otros casos de torturas policiales, nadie pudo grabar en vídeo la agresión al ocurrir en un lugar apartado, el tribunal da plena credibilidad a la declaración de las dos víctimas al verse corroborada por varios informes de médicos y peritos.
Los hechos ocurrieron en el año 2016. Los dos amigos, de 21 y 23 años en el momento de los hechos, se dieron a la fuga del control policial de alcoholemia la madrugada del 23 de abril de en Cerdanyola. Un coche patrulla y un furgón de la unidad de apoyo de los antidisturbios (ARRO) salieron tras ellos. Su huida terminó al chocar el coche con un muro en un camino de tierra.
Tras el siniestro, los agentes esposaron a los jóvenes, los mantuvieron en el suelo y les golpearon con puñetazos y patadas en la cara, la cabeza y el cuerpo, al tiempo que les insultaban y les humillaban con expresiones como “os podríamos matar y aquí no se enteraría nadie”. También cortaron uno de los cinturones del coche y los golpearon con él y arrancaron el altavoz pesado que llevaban en el maletero. Las víctimas requirieron de cuatro y seis meses respectivamente para estabilizar sus lesiones físicas. Ambos también sufrieron secuelas psicológicas de gravedad a causa de las torturas.
Los mossos d'esquadra impugnaron la sentencia inicial del caso al considerar que se había vulnerado su derecho a la presunción de inocencia y que la Audiencia de Barcelona les había condenado sin pruebas. El TSJC lo descarta por completo. En varios tramos de la sentencia, la sección de apelación elogia la resolución de la Audiencia de Barcelona que condenó a los agentes en primera instancia, de la que destaca el “detalle tan abundante” y “exhaustividad total” a la hora de valorar las pruebas del juicio.
Para que un recurso prospere, es necesario que se constate que el tribunal ha realizado una valoración irracional o insuficiente de pruebas. Y eso es algo que no ha ocurrido en este caso, tal y como se encarga de recordar el TSJC. Todo lo contrario, la Audiencia de Barcelona alcanzó su convicción de que los agentes habían torturado a los jóvenes de forma “plenamente creíble” y con “información plenamente fiable”, ahonda el tribunal. “La abundancia probatoria resulta incuestionable”, zanja la Sala.
Alegaban los mossos condenados que las dos víctimas y la sentencia les habían imputado la agresión sin concretar el papel de cada uno. Pero el TSJC recuerda que el relato de hechos probados sí identifica que primero llegaron al lugar dos agentes y después otros cuatro, y que todos ellos “participaron en la agresión de forma conjunta, unánime y deliberada”.
Aunque las víctimas no hayan podido “individualizar” quién les dio cada golpe, argumenta el TSJC, no existen dudas de que se trató de una “acción conjunta”. En el caso de que alguno de los agentes condenados no hubiera dado golpes ni patadas y solo hubiera mirado, también hubiera podido ser condenado, ya que no frenaron a los mossos agresores. “Nadie intentó parar la agresión, todos participaron y la presenciaron de forma imperturbable. Hubo varios golpes, hubo una tácita connivencia”, reza la sentencia.
“La gravedad del ataque a la integridad moral, física y psíquica de los jóvenes fluye con naturalidad de los propios hechos”, agrega la sentencia, que destaca la “rapidez” con la que los mossos perpetraron la agresión “antes de que llegaran terceros que pudieran ser testigos” de la misma.
“El lugar solitario, el número de agresores, el hecho de que las víctimas estuvieran boca abajo en el suelo y esposados no permite otra consideración”, concluye la sentencia de la que ha sido ponente la magistrada María Jesús Manzano en un tribunal del que también han formado parte la magistrada Roser Bach y el magistrado Manuel Álvarez.
Penas rebajadas por la tardanza del juicio
El TSJC ratifica la sentencia de la Audiencia de Barcelona en todos sus extremos. A M.F., sargento en el momento de la agresión, le impone una pena de 5 años y 45 días de cárcel por los delitos de torturas y lesiones con la agravante de alevosía y prevalimiento de cargo público. Los otros cinco agentes han sido condenados a cuatro años de cárcel. Sus penas se ven rebajadas al aplicarse la atenuante de dilaciones indebidas por los tres años que estuvo la causa paralizada sin enviarse a juicio.
Una vez sea firme la sentencia (los condenados recurrirán en casación ante el Tribunal Supremo, según informan fuentes de sus defensas), los mossos deberán dejar obligatoriamente el cuerpo ya que la sentencia contempla la inhabilitación absoluta para ejercer de policías. También deberán afrontar indemnizaciones que suman 90.152 euros por las lesiones y daños morales a las víctimas que, en caso de no pagarse, serán asumidas por la Generalitat.
Beate Küpper: “Nos estamos acostumbrando al discurso antihumano de la extrema derecha”
La profesora, una de las principales expertas en populismo y el extremismo de derechas en Alemania, ha analizado cómo la crisis económica, la pandemia y la inseguridad han favorecido la implantación de discursos xenófobos y antidemocráticos. "Si soy completamente honesta, sí, tengo miedo", afirma.
Lourdes Velasco
BERLÍN // Doctora en Psicología Social y profesora de grupos y situaciones de conflicto en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Niederrhein, Beate Küpper es una de las principales expertas en populismo y el extremismo de derechas en Alemania. Coautora del estudio Mitte, un informe de referencia sobre actitudes antidemocráticas, misántropas y de extrema derecha en el país, Küpper ha analizado cómo la crisis económica, la pandemia y la inseguridad han favorecido la implantación de discursos xenófobos y antidemocráticos.
En esta entrevista, advierte sobre la creciente normalización de la extrema derecha en Alemania, el papel que juegan los partidos tradicionales en su legitimación y la responsabilidad de la sociedad en la defensa de la democracia. “Sabemos lo rápido que puede ocurrir todo. No estamos haciendo lo suficiente para frenar el extremismo”, asegura Küpper.
En las próximas elecciones del 23 de febrero, se espera que los extremistas de Alternativa para Alemania (AfD) sean segunda fuerza política, con cerca de un 20% de los votos según las encuestas, por detrás de los conservadores de la CDU, que no solo ha asumido el discurso de los extremistas en materia de migración sino que, a tres semanas de las elecciones, han acabado con el pacto no escrito de mantenerlos aislados. «Sabemos por estudios de ciencia política que no es buena idea que los partidos conservadores establezcan alianzas con la extrema derecha. Envían la señal de que la cooperación está bien, y legitiman y normalizan a la extrema derecha. Al final, los votantes piensan que no son tan malos y prefieren votar al original», asegura la investigadora.
Acabamos de ver cómo la CDU cambió su rumbo político al establecer una alianza con la extrema derecha para impulsar políticas antimigración. ¿Es el electorado alemán más permeable a la xenofobia o a la retórica antidemocrática?
Sí, lo es. Por nuestro pasado, sabemos que la población alemana ha sido receptiva a la retórica xenófoba. Esto ocurre también en otros países, pero es especialmente relevante en Alemania. Desde la fundación de la República Federal en 1949, siempre ha habido partidos de extrema derecha con cierto apoyo.
El estudio Mitte, del que soy coautora, patrocinado por la Fundación Friedrich Ebert y dirigido por Andreas Zick, de la Universidad de Bielefeld, muestra que las actitudes extremistas de derecha han aumentado. En nuestra última encuesta, realizada en el invierno de 2022/23, encontramos más del triple de aprobación en comparación con años anteriores.
Desde 2014, solo un 2-3% de la población compartía una visión completamente extremista de derecha; en 2022-23, esta cifra subió al 8%. Además, otro 20% se encuentra en una «zona gris»: no son extremistas, pero tampoco claramente demócratas. Y esta cifra ha crecido considerablemente hasta el 20% actual. Estudios similares muestran que las actitudes extremistas de derecha, tras años de descenso, han repuntado.
¿Cómo se definen las actitudes extremistas de las que no lo son?
Definimos estas actitudes como un síndrome compuesto por seis dimensiones, tres políticas, que son la defensa de la dictadura, la trivialización del nacionalsocialismo y el nacionalismo, y tres socio-étnicas: xenofobia, antisemitismo y darwinismo social, que establece que ciertos pueblos o vidas valen más que otros.
A menudo nos preguntan si estar en contra de los extranjeros convierte a alguien en extremista de derecha. No ser amigable con los extranjeros no implica necesariamente extremismo, pero los datos muestran que quienes respaldan afirmaciones xenófobas tienen más probabilidades de coincidir con posturas antisemitas, darwinistas sociales y de apoyo a dictaduras. Estas conclusiones provienen de encuestas a unas 2.000 personas y reflejan tendencias generales, no casos individuales.
¿Qué razones hay detrás del aumento del extremismo en la sociedad alemana?
Observamos al menos dos razones. En 2021, en los estudios vimos que descendían los índices de aprobación del extremismo. Esto fue así porque durante el confinamiento, la gente estaba agotada pero confiaba en la acción gubernamental y seguía las reglas por miedo al virus. No había aún vacunas, y la prioridad era protegerse. Sin embargo, cuando la pandemia terminó, la gente estaba muy cansada y surgió un fuerte resentimiento por las restricciones. Muchas personas comenzaron a cuestionarlas, las consideraron ilógicas o un intento de control.
A raíz de esta pérdida de confianza en el Gobierno, que se dio porque todo se volvió muy complicado y confuso –como suele pasar con las pandemias–, y debido a la difusión de teorías conspirativas en Internet, cada vez más personas se radicalizaron. Esto también incluyó a grupos que antes no eran particularmente radicales, por ejemplo mujeres que trabajaban en el sector sanitario. Algunas de ellas, por no querer vacunarse, perdieron su empleo. Encontraron nuevos contactos en Telegram, porque sus antiguos amigos ya no querían tener relación con ellas. Actuaban de manera conspirativa, extraña a los ojos de muchos, eran muy críticas con el sistema y la democracia. Sabemos que los actores de extrema derecha usaron la pandemia en su beneficio y lograron radicalizar a la gente.
La segunda razón es la acumulación de crisis: la agresión rusa contra Ucrania combinada con la crisis energética generó un gran temor en la gente, que temía congelarse en invierno. La sociedad percibe una crisis permanente, lo que genera sensación de saturación y la necesidad de soluciones simples. La extrema derecha responde a esta demanda con un discurso de vuelta a un pasado idealizado, en el que no había cambios ni amenazas externas. Promueve el rechazo a la migración, a las medidas climáticas y a cualquier transformación social.
En 2015 y 2016 (con la crisis Siria), llegaron muchas personas al país en un corto período de tiempo. Después, con la guerra en Ucrania, llegaron más refugiados. La gente siente que es demasiado, que todo es muy complejo y quiere soluciones simples, que es lo que ofrece la extrema derecha: respuestas aparentemente sencillas, la idea de volver a un pasado idealizado y sin cambios.
Por otro lado, es interesante ver que la percepción de crisis es mayor cuanto más lejana se siente. Hace dos años, solo un tercio de los encuestados afirmaba haberse visto personalmente gravemente afectado por una crisis, pero el 55% creía que Alemania en su conjunto sí lo estaba. Además, el 42% dijo sentirse inseguro, y esa inseguridad aumenta la disposición a aceptar discursos de extrema derecha, que simplifican los problemas señalando culpables: las élites, los inmigrantes o grupos minoritarios.
Por último, hay que añadir que el rechazo a ciertos colectivos no es nuevo. En tiempos de crisis, los prejuicios latentes se activan. En la peste negra, los judíos fueron chivos expiatorios; en la crisis económica mundial, el antisemitismo y el nacionalismo se intensificaron. Este patrón se repite hoy. La extrema derecha ha sabido explotarlo, canalizando el malestar hacia la hostilidad contra extranjeros, minorías y élites. Es un fenómeno recurrente. Y desafortunadamente eso funciona porque es una lógica establecida.
También los valores democráticos y la democracia en sí están perdiendo atractivo para los votantes.
Exactamente, esa sería una tercera explicación. En Alemania, con la fundación de la República Federal en 1949 y la Ley Fundamental, establecimos un estándar muy alto de dignidad e igualdad para todas las personas, avanzando hacia la democratización. Pero esa tendencia se ha revertido en todo el mundo. También en Alemania observamos una creciente disposición a adoptar ideas autocráticas.
En los últimos 50 años, hemos vivido una fuerte individualización. La gente valora mucho la individualidad, pero no hemos desarrollado una cultura democrática acorde para ver cómo negociamos todas nuestras diferentes ideas individuales, incluso conflictos, de una manera civilizada. De eso trata la democracia. Así, cuando el Estado no cumple sus expectativas, algunos concluyen que el sistema no funciona. Ya no culpan solo al Gobierno, sino que comienzan a ver la democracia en sí como inútil.
Los votantes de AfD, por ejemplo, tienen expectativas particularmente altas: creen tener derecho a un mejor trato que los demás, pero al mismo tiempo se sienten colectivamente desfavorecidos. Esta combinación de sentirse en desventaja como grupo y, a la vez, reclamar una posición individual superior, resulta muy explosiva.
Otro aspecto que destaca en este electorado es la desorientación: sienten que todo se ha vuelto tan complicado que ya no saben dónde están. Además, tienen una actitud extremadamente neoliberal: piensan que si alguien no sabe venderse bien, es su propia culpa, y que no hay que mostrar tanta consideración hacia los más débiles.
Si combinamos todos estos elementos, vemos cómo se genera una gran receptividad hacia lo que los partidos de extrema derecha tienen para ofrecer.
¿Qué consecuencias tiene en términos de legitimación del discurso que un partido como la CDU (Unión de Centro Democrático) se base en las ideas de la extrema derecha?
Sabemos por estudios de ciencia política que han hecho comparaciones europeas que no es buena idea que los partidos conservadores, o que cualquier partido en general, establezca coaliciones o cualquier otra cooperación con partidos de extrema derecha, porque entonces los están ennobleciendo, están enviando una señal clara de que se puede colaborar con ellos, y eso los trivializa y los legitima. Los votantes acaban pensando que no son tan malos.
Luego también vemos que hay un efecto de generar un hábito o una normalización del discurso. Si etiquetamos la migración como ilegal, estoy vinculando la idea de la migración con lo criminal. Sabemos cómo funciona la cognición, es un efecto de aprendizaje. Si establezco esa conexión, luego básicamente percibo a las personas que han migrado como criminales. Sospecho de ellas, desconfío de ellas. Y eso es algo que encaja exactamente en el discurso de los partidos de extrema derecha. Ellos lo saben. Es por eso que se centran en estos temas.
Y si ahora otros partidos también ponen estas cuestiones tan fuertemente en primer plano, eso es un beneficio para los partidos de extrema derecha que se alimentan de incitar al odio y de generar estereotipos negativos. Por eso los partidos de extrema derecha prefieren hablar de migración en lugar de, por ejemplo, el sistema de salud o el sistema de pensiones, que corre el riesgo de colapsar. Esto es mucho más abstracto, más complicado, y quizás yo mismo tenga que cambiar algo.
Hablamos de los migrantes como un problema y no del hecho de que quizás no lo estemos haciendo lo suficientemente bien para canalizar mejor la migración, organizarla mejor, etcétera.
La migración se está situando como uno de los grandes temas de la campaña electoral. ¿Qué papel juegan los medios de comunicación o las redes sociales en la difusión de narrativas populistas?
Tienen una responsabilidad muy grande. Hace unos diez años, cuando muchos refugiados comenzaron a llegar hacia Europa, un estudio de la Fundación Otto Brenner descubrió que incluso en aquel entonces el tema de la migración era muy dominante y siempre con un enfoque negativo, mientras que otros temas quedaban relegados a un segundo plano.
Sabemos por otros estudios realizados a nivel europeo que el terreno de las emociones negativas beneficia a los partidos populistas. Estamos especialmente atentos a las cosas que nos asustan. La migración no es un tema aterrador en sí mismo, pero nos lo venden como tal. Se podría buscar otro marco y decir: gente de todo el mundo quiere vivir aquí, viene mucha gente diferente, es interesante. En el ámbito laboral se podría decir que todos vienen aquí y nos aportan sus conocimientos y habilidades, lo cual es genial. Pero se eligen marcos negativos.
Y en las redes sociales, los algoritmos están construidos para comportarse exagerando lo emocional y también simplificando las cosas. No se trata de buscar mensajes complejos sino dotados de una dura emoción. Y eso significa que el populismo sigue exactamente la misma lógica que los medios de comunicación masivos y de las redes sociales.
Ante ese panorama tan gris, ¿qué se puede hacer para fortalecer la democracia?
Es posible identificar oportunidades de mejora: mantener la objetividad y hacer que los argumentos sean transparentes. El año pasado, en Alemania, hubo grandes manifestaciones a favor de la democracia y en contra del auge de los partidos de extrema derecha. Fueron las protestas más grandes jamás registradas: cuatro millones de personas salieron a las calles, no solo en las grandes ciudades, sino también en pequeñas comunidades. Fue un momento significativo. También ahora, muchas personas salen a las calles y expresan su preocupación por la colaboración de los conservadores con la extrema derecha, por ejemplo con carteles como: «Es 5 minutos antes de 1933», es decir, el año en que los nacionalsocialistas llegaron al poder.
La gente teme que la democracia se desmorone ante sus ojos y no quiere quedarse de brazos cruzados. Esto también se refleja en las encuestas: más del 70% de la población está preocupada por el extremismo de derecha y teme por la estabilidad democrática.
No toda la sociedad apoya estas ideologías. Sin embargo, se presta demasiada atención a los actores más ruidosos, aquellos que en Alemania llamamos «ciudadanos enojados». Estos grupos se han manifestado contra medidas de salud pública, protestas agrícolas y la acogida de refugiados. Mientras tanto, se ignora a una gran parte de la población que apoya activamente la democracia y los derechos humanos.
Más del 40% de la población ha participado en acciones de apoyo, desde impartir cursos de alemán hasta realizar donaciones. Sin embargo, el enfoque mediático sigue centrado en quienes se oponen y hacen más ruido. Se da demasiado espacio al populismo agresivo y muy poco a la mayor parte de los ciudadanos, que defienden la democracia.
Existe una gran parte de la población preocupada, que no quiere quedarse inmóvil ante las amenazas, y es crucial visibilizarla. Es importante que los medios y los partidos políticos no refuercen, de manera indirecta, el discurso populista.
¿Pero cree que la sociedad alemana es consciente de la amenaza que suponen estos discursos extremistas?
Algunas personas son conscientes de la amenaza, especialmente las que se ven directamente afectadas, por ejemplo porque ellas mismas son inmigrantes o queer y/o están comprometidas con la democracia. Sin embargo, no cabe duda de que Alemania no está haciendo lo suficiente para combatir el extremismo de derechas. Al contrario, nos estamos acostumbrando a este comportamiento antihumano y antidemocrático, como ha sucedido por ejemplo en Austria, donde la extrema derecha es incluso primera fuerza. Y está pasando también en Estados Unidos. Creo que frenar esos discursos requiere compromiso y responsabilidad ciudadana. Como ciudadanos, tenemos derecho a que nos tomen en serio, pero como adultos también somos responsables de nuestras decisiones. Y eso es lo que está faltando en el debate: hay que exigir cuentas a los votantes. Como ciudadanos, somos responsables del éxito de la democracia. No funciona por sí sola, tienen que respaldarla.
Los ciudadanos deben comprometerse a hacer esto en su vida diaria y también en sus decisiones electorales. Quien vota a un partido de extrema derecha también es responsable de lo que elige y debe responder a esta pregunta: ¿Estás seguro de que quieres vivir en una sociedad y en un país donde se implanten las ideas que se lanzan desde el podio en los mítines electorales? Somos responsables de lo que elegimos.
Vemos que la CDU está adoptando algunas de las premisas de la extrema derecha. ¿Se está moviendo el centro político hacia la derecha en Alemania?
A la pregunta de dónde se sitúan en la escala política de izquierda a derecha, durante muchos años más del 60% de los alemanes respondieron «justo en el centro». Entretanto, esta proporción se ha reducido a poco más del 50%. Sin embargo, incluso quienes se consideran centristas pueden tener actitudes de extrema derecha, a veces sin ser conscientes de ello. Cada vez más personas afirman abiertamente ser de derechas, algo que antes resultaba embarazoso y ahora se expresa con seguridad e incluso de forma provocativa, especialmente entre los jóvenes.
Ejemplo de ello fue el escándalo en Sylt, donde jóvenes acomodados cantaron una canción italiana cuya letra fue transformada en un mensaje xenófobo. No fue un caso aislado, sino parte de una tendencia en la que discursos inhumanos se normalizan bajo apariencia de diversión.
Vemos un centro que, por un lado, se identifica más con la derecha y, por otro, sigue considerándose centrista pero adopta actitudes de extrema derecha, a veces conscientemente, otras por repetición. Expresiones como “necesitamos un partido único que represente a Alemania” o “necesitamos un líder con mano dura” reflejan este fenómeno. También crece el número de personas que, aun viéndose como centristas, coinciden con estas posturas.
¿Personalmente tiene miedo? ¿Cree que habrá una radicalización aún mayor en los próximos años?
Si soy completamente honesta, sí, tengo miedo. En Alemania sabemos lo rápido que puede ocurrir todo. Hace 80 años, el NSDAP obtuvo por debajo del 3% de los votos en 1928 y pocos años después se le entregó el poder. Mucha gente lo siguió, algunos conscientemente, otros simplemente participando sin cuestionar, viviendo su vida y mirando para otro lado . En poco tiempo, vieron o incluso colaboraron en la expulsión de sus vecinos, compraron sus muebles a bajo precio y presenciaron su deportación. Hubo 40.000 campos de trabajo y de concentración en Alemania, en todos los distritos. Todo el mundo podía ver lo que pasaba, si quería.
La democracia es un sistema complejo y exigente. Implica reconocer la dignidad de todos, equilibrar intereses, respetar los derechos de las minorías. No siempre funciona bien, y tolerar sus dificultades es un acto de alta civilización. Pero la extrema derecha ofrece una tentación peligrosa: un partido que decide y elimina a quien no lo acepte.
Por eso tengo miedo, y no soy la única. Las encuestas muestran que quienes no encajan en su visión del mundo están en la mira. Los crímenes de odio han aumentado, al igual que la violencia xenófoba, el antisemitismo y los ataques contra lugares conmemorativos. La violencia misógina y de género también han crecido. Vemos cómo la imposición del poder sobre el otro se normaliza y las reglas del debate civilizado se desmoronan.
Sin embargo, también tengo esperanza. Muchas personas están alarmadas y reaccionando. Lo vimos el año pasado y lo vimos el fin de semana en las manifestaciones multitudinarias.
Creo que debemos ser conscientes de hasta dónde pueden llevarnos las ideas y los lemas de los partidos de extrema derecha. Es fundamental tomarlo en serio y que cada persona se pregunte: ¿Quiero vivir en una sociedad así? Sabemos, y así lo confirman los estudios, que en los países más democráticos e igualitarios la gente es más feliz.
El gobierno de EEUU y sus élites militares, financieras y tecnológicas tenían previsto utilizar la Inteligencia Artificial para afirmar el dominio global
Thomas Fazi
En enero de 1961, poco antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente Eisenhower lanzó una famosa advertencia contra el “complejo militar-industrial”, al describir cómo las empresas de defensa y los funcionarios militares se confabulaban para influir indebidamente en las políticas públicas. Joe Biden, 64 años después, dedicó su propio mensaje de despedida a temas similares. Evocó una nueva oligarquía: un complejo “tecno-industrial” que absorbe el poder en Silicon Valley a expensas del pueblo estadounidense.
Biden obviamente estaba aludiendo a los estrechos vínculos entre Donald Trump y los multimillonarios de las grandes tecnológicas como Elon Musk. Sin embargo, si bien la crítica del presidente saliente suena hueca, sobre todo considerando la proximidad de su propia administración a los intereses corporativos, hay algo de verdad en sus afirmaciones. Los florecientes vínculos entre las grandes tecnológicas y el gobierno de Estados Unidos realmente están reconfigurando el futuro del país, y es probable que reciban un gran impulso bajo el gobierno de Trump.
En el inicio de su segundo mandato, los vínculos de Trump con la industria tecnológica son vívidamente claros. Musk, por ejemplo, prometió fondos sustanciales para la campaña de Trump. Fue nombrado codirector del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, un papel que le permite influir directamente en las decisiones del presupuesto federal. Para no quedarse atrás, todas las grandes empresas tecnológicas han donado millones al fondo de la investidura de Trump, y todos, desde Jeff Bezos hasta Tim Cook, disfrutaron de asientos en primera fila el lunes. Esto indica un realineamiento político importante entre las élites de Silicon Valley, tradicionalmente un semillero del progresismo liberal. A principios de este mes, por ejemplo, Zuckerberg anunció que eliminaría a los verificadores de datos de sus plataformas.
Sin embargo, no se trata de un mero oportunismo político, de elegir a un ganador y adaptarse al nuevo panorama político. Tampoco se puede entender esta comodidad simplemente por lo que Trump ha prometido a los multimillonarios: en particular, adoptar una actitud menos intervencionista en relación con las criptomonedas y la inteligencia artificial. Lo que está sucediendo aquí es parte de una historia mucho más amplia, que combina el pasado militar-industrial de Eisenhower con el presente tecnológico-industrial de Biden. Bienvenidos, entonces, al futuro tecno-militar de Estados Unidos. Con los gigantes del sector privado detrás, el estado de seguridad de Estados Unidos se volverá más letal que nunca, incluso cuando su dependencia de los contratos federales expone tanto la hipocresía de los hermanos tecnológicos como la continuidad del programa político de Trump.
No se trata de un fenómeno totalmente nuevo: los vínculos de la industria con el gobierno, arraigados en el militarismo de la Guerra Fría, eran exactamente lo que Eisenhower temía en los años sesenta. Sin embargo, lo que es diferente ahora es la forma en que las capacidades militares y de inteligencia estadounidenses se han externalizado a las grandes empresas tecnológicas. Pensemos en Amazon, un importante proveedor de servicios de computación en la nube tanto para el Departamento de Defensa como para la CIA. No menos sorprendente es que Amazon ha desarrollado activamente herramientas de inteligencia artificial para la optimización logística y el análisis del campo de batalla, integrándose aún más en las operaciones de defensa. Sus competidores también han avanzado en una dirección similar. La incursión de Google en la tecnología militar incluye el Proyecto Maven, que utiliza inteligencia artificial para analizar imágenes de drones con fines de vigilancia y selección de objetivos. A pesar de las protestas internas, que obligaron a Google a retirarse del proyecto, la empresa sigue prestando servicios críticos en la nube a agencias gubernamentales.
Por su parte, Microsoft ha conseguido numerosos contratos de defensa, incluido el desarrollo del Sistema Integrado de Aumento Visual para el Ejército de Estados Unidos. Un proyecto de 22.000 millones de dólares que mejora la conciencia situacional de las tropas mediante realidad aumentada. Aunque tradicionalmente ha tenido menos vínculos con el Pentágono, Meta ha entrado recientemente en este campo también, poniendo a disposición de los clientes militares su modelo de lenguaje de gran tamaño Llama. Este último ejemplo subraya cómo las grandes empresas tecnológicas están aprovechando herramientas de inteligencia artificial de vanguardia para fines militares, difuminando aún más las fronteras entre la innovación privada y la política exterior estadounidense.
Las grandes empresas tecnológicas no son las únicas en esta situación, sino que también ha surgido una nueva ola de empresas más pequeñas que se autodenominan Little Tech, aunque en realidad valen miles de millones de dólares y su riqueza suele estar asegurada mediante lucrativos contratos de defensa. Un ejemplo: el sistema de satélites Starlink de SpaceX se ha vuelto indispensable para las operaciones militares estadounidenses, ya que proporciona Internet seguro y confiable en zonas de conflicto, incluida Ucrania. La empresa de Musk también está desarrollando una constelación de satélites espía a medida para agencias de inteligencia, lo que fortalece aún más su papel en la seguridad nacional. Anduril, fundada por Palmer Luckey, realiza un trabajo similar. Inicialmente ganó atención por sus torres de vigilancia para detectar migrantes, pero se ha expandido para construir drones autónomos junto con misiles, robots y otras tecnologías de defensa.
Sin embargo, ninguna empresa representa mejor el tecnomilitarismo que Palantir. Fundada por Peter Thiel, que recibió financiación inicial de la división de capital de riesgo de la CIA, ha desarrollado su empresa en estrecha colaboración con varias agencias de inteligencia estadounidenses. Un producto de Palantir, Gotham, integra datos de vigilancia y reconocimiento para proporcionar información para la lucha contra el terrorismo y la inteligencia en el campo de batalla. Otro programa, Foundry, ofrece gestión de la cadena de suministro y la logística. Estos sistemas están demostrando ser útiles sobre el terreno: han ayudado a Ucrania a luchar contra Rusia y a Israel a atacar a los combatientes de Hamás en Gaza.
No menos importante es el hecho de que esta nueva generación de tecnomilitaristas también está dando forma al discurso público. Sus líderes, en particular Thiel y Luckey, son conocidos por abrazar sin complejos una ideología neoimperialista agresiva que glorifica la guerra y la violencia como expresiones fundamentales del deber patriótico. “Las sociedades siempre han necesitado una clase guerrera que se entusiasme y se entusiasme con ejercer violencia sobre otros en pos de buenos objetivos”, explicó Luckey en una charla reciente. “Necesitamos gente como yo, que esté enferma de esa manera y que no pierda el sueño fabricando herramientas de violencia para preservar la libertad”. Alex Karp, el director ejecutivo de Palantir, ha hecho afirmaciones similares, argumentando que para restaurar la legitimidad y fortalecer la seguridad nacional, Estados Unidos debería hacer que sus enemigos “se despierten asustados y se vayan a dormir asustados”, algo que podría lograrse mediante el castigo colectivo.
Lo que une a estos autodenominados guerreros tecnológicos es su creencia de que Estados Unidos debe usar la tecnología, especialmente la inteligencia artificial, para afirmar el dominio global de su país, un desarrollo del que, por cierto, se beneficiarán enormemente. El objetivo obvio aquí es China, a la que Thiel y el resto ven como una amenaza existencial a la hegemonía estadounidense. Fundamentalmente, argumentan que los gigantes tradicionales de la defensa, así como los monopolistas de las grandes tecnologías, no son aptos para esa tarea, sobre todo debido a sus engorrosas estructuras corporativas.
El año pasado, Palantir incluso publicó un manifiesto en el que atacaba las prácticas de contratación establecidas del Pentágono. Entre otras cosas, decía que el Departamento de Defensa debe fomentar la competencia y acelerar el desarrollo, naturalmente abriéndose más a las pequeñas empresas tecnológicas. Esto representa nada menos que una declaración de guerra contra los contratistas tradicionales, especialmente si recordamos que Palantir y Anduril están, según se informa, en conversaciones con una docena de competidores, entre ellos SpaceX y el fabricante de ChatGPT, OpenAI, para presentar ofertas conjuntas por contratos del colosal presupuesto de defensa de Estados Unidos, de 850.000 millones de dólares.
En cualquier caso, esta actividad subraya la falsedad de la ideología libertaria y antiestatista que defienden los hermanos tecnológicos como Thiel. Por mucho que afirmen oponerse al gran gobierno, la verdad es que el complejo tecnomilitar depende totalmente del Estado: para canibalizar los mercados extranjeros, canalizar la financiación de las agencias de seguridad y, por supuesto, para librar guerras. Como gurú ideológico de Little Tech, Thiel ha cultivado amplios vínculos con Magaworld, donando 15 millones de dólares a la campaña al Senado de 2022 de JD Vance, quien, por su parte, invirtió en Anduril.
Quienquiera que gane la inminente guerra civil entre las grandes tecnológicas y sus parientes más agresivos, está claro que el complejo tecnomilitar moldeará no sólo a la nueva administración, sino también a la sociedad estadounidense, exacerbando la creciente interdependencia entre el poder estatal y los intereses corporativos. Pero quizá lo más sorprendente de todo sea lo que dice el complejo tecnomilitar sobre la plataforma política de Trump. El nuevo presidente se ha presentado como un antiintervencionista y un candidato de la paz, pero su administración está estrechamente alineada con empresas que dependen de la perpetuación del militarismo estadounidense. La fijación de los tecnoguerreros con China ejemplifica esta dinámica, ya que la tensión con la República Popular ofrece amplias oportunidades para las empresas de defensa de alta tecnología. Mientras las corporaciones que prosperan con la guerra sigan ejerciendo influencia sobre la política exterior estadounidense, es poco probable que el país pueda alguna vez deshacerse de sus tendencias ávidas de guerra.
El creciente poder del complejo tecnomilitar también tiene implicaciones internas. Las tecnologías de vigilancia desarrolladas por empresas como Palantir pueden, obviamente, implementarse tanto en el país como en el extranjero, como ya se ha hecho. Después de todo, en 2009 JPMorgan utilizó un programa de Palantir llamado Metropolis para monitorear los datos de los empleados, incluidos los correos electrónicos y las ubicaciones GPS, para detectar señales de descontento. Una vez más, figuras como Thiel repiten el libertarismo mientras se benefician de tecnologías de vigilancia autoritarias, una contradicción que está destinada a perseguir a la nueva administración. Es pronto, pero no hace falta ser un Eisenhower para adivinar cómo se desenvolverán estas tensiones.
Fuente: https://unherd.com/2025/01/welcome-...
Traducido del inglés con traductor automático y revisado por Tortuga.
Solo el 3% de los israelíes judíos cree que el plan de limpieza étnica de Trump para Gaza es inmoral
Por Caitlin A. Johnstone
Fuentes: Blog Personal Rafael Poch de Feliu https://rafaelpoch.com/
Una encuesta del Jewish People Policy Institute ha revelado que «más de ocho de cada diez israelíes judíos apoyan el plan» propuesto por el presidente Donald Trump de limpiar étnicamente la Franja de Gaza de palestinos reasentándolos en Egipto y Jordania.
La encuesta también encontró que entre la minoría de israelíes que no apoyaban el plan de Trump, sólo el 13% se oponía porque lo consideraba inmoral. Entre los israelíes judíos específicamente, el número que se opone a la limpieza étnica de Gaza por razones morales es de solo el tres por ciento.
Un tres por ciento. Si eso no es un signo de una sociedad moralmente enferma, no sé qué lo sería.
Para que quede claro, estamos hablando de expulsar permanentemente a una población indígena de su tierra natal a escala masiva para que su territorio pueda ser reclamado por colonos. Este es el tipo de crimen que incluso una conciencia medianamente formada reconocería inmediatamente como profundamente inmoral, pero entre los judíos israelíes, esa cifra es sólo del tres por ciento.
La degeneración moral que hace posible tal falta de empatía humana básica a gran escala es la consecuencia natural de todo lo que el Estado de Israel es y siempre ha sido. A los judíos israelíes se les adoctrina desde que nacen para que consideren a los palestinos menos que humanos, porque de lo contrario el Israel moderno no tendría sentido. No tiene sentido que un Estado de apartheid en el que un grupo recibe un trato preferente sobre los demás se haya colocado encima de una civilización preexistente a la que se robó violentamente la tierra, los derechos y la dignidad, si se considera que todas las partes implicadas son iguales. Así que se les enseña a no verlas como iguales.
Sin embargo, este envenenamiento sistemático de la conciencia tiene repercusiones en todo tipo de ámbitos. Una encuesta de 2011 publicada por Haaretz reveló que el 61% de los hombres israelíes no considera violación el sexo forzado con un conocido, y que sólo el 7% cree que la violación marital es algo real. Las violaciones abundan en el ejército israelí y casi nunca se castigan; en 2022, The Jerusalem Post informó de que las FDI recibieron 1.542 denuncias de agresiones sexuales en el año 2020 y que, de ellas, sólo se presentaron 31 acusaciones.
Basta con escuchar a los israelíes hablar de valores exclusivos de su cultura como el «shitat hamatzliah» (pasar por encima de la gente y hacer lo que te dé la gana para ver si te sales con la tuya) o el pecado de ser un «freier» (alguien que se atiene a las normas y pierde la oportunidad de engañar a los demás) para comprender que ésta es una nación de sociópatas.
Y tiene que serlo. Si los israelíes fueran un pueblo profundamente moral con conciencias bien formadas, no existiría Israel, porque los abusos necesarios para mantener su existencia como Estado nunca contarían con el apoyo democrático de su pueblo. Israel no puede existir sin violencia, tiranía e injusticia incesantes, por lo que es vital para los intereses del Estado que los israelíes sean el tipo de personas que apoyarían estas cosas.
Y en caso de que alguien esté confundido, esta inmoralidad no se refiere en realidad a los judíos o al judaísmo. Cualquier grupo al que se adoctrine de forma generalizada en la creencia de que un grupo vecino debe ser tratado de forma abusiva se convertirá en personas crueles e ignorantes; cualquier persona con conciencia que haya interactuado alguna vez con sudafricanos blancos a partir de cierta edad probablemente haya probado esto. No tiene nada que ver con la religión o la etnia de nadie, es simplemente cómo se mantienen los abusos del apartheid.
Esta es la entidad depravada a la que se le dice a todo el mundo occidental que debe apoyar incondicionalmente. Un Estado de apartheid que convierte a su propia gente en monstruos para que participen en actos monstruosos.
Fuente: https://rafaelpoch.com/2025/02/07/s...
Tomado de: https://rebelion.org/solo-el-3-de-l...
La policía israelí allana varias librerías árabes en Jerusalen, secuestra a sus propietarios y roba todos los libros que encuentra con la bandera palestina, o el nombre de Palestina o Gaza en la portada
La policía israelí irrumpe en una reputada librería palestina de Jerusalén Este y detiene a sus dueños
elDiario.es
Agentes de la Policía de Jerusalén irrumpieron este domingo en una conocida librería en la parte árabe de la ciudad, Educational Bookshop, confiscaron numerosos libros y arrestaron a sus dueños, Mahmud Muna y Ahmad Muna. Un reportero del periódico israelí Haaretz ha informado desde anoche de lo sucedido a través de la red social X, donde han sido publicadas numerosas condenas internacionales porque esa librería es una referencia para la cultura árabe y palestina.
Según el reportero Nir Hasson, los policías entraron e inspeccionaron dos de las tres librerías de Educational Bookshop, y se llevaron aquellos libros en cuya portada aparecía la bandera palestina, el mapa de Palestina o la palabra Palestina, así como Gaza. El hermano de Mahmud Muna, Murad, ha relatado a Haaretz que los agentes emplearon Google Translate para entender el contenido de los libros y que “cualquier cosa que no les gustó, se la llevaron”.
Hasson ha informado este lunes de que la Policía ha pedido la detención de los libreros durante ocho días, después de haberlos mantenido en custodia policial toda la noche, por la “sospecha de perturbar el orden público”. Tras comparecer ante el juez, el periodo de detención ha sido extendido un día en lugar de los ocho solicitados.
La Policía israelí ha señalado en un comunicado que anoche “realizó búsquedas en dos librerías sospechosas de vender libros con contenido incitante” y que fueron detenidos “los sospechosos que supuestamente vendieron los libros”. “Como parte de la investigación, los detectives encontraron numerosos libros que contenían material incitante con temas nacionalistas palestinos, incluido un libro para colorear para niños titulado Desde el río hasta el mar”, ha detallado en el comunicado, junto al cual ha sido publicado una foto del libro en cuestión.
La Policía ha afirmado que “continuará sus esfuerzos para frustrar la incitación y el apoyo al terrorismo, así como para detener a aquellos involucrados en delitos que amenazan la seguridad de los ciudadanos de Israel”.
Educational Bookshop tiene dos tiendas situadas en la calle Salah el Din, una de las arterias comerciales y más concurridas de Jerusalén Este. También tiene otro establecimiento en la Colonia Americana y vende libros tanto en árabe como en inglés. Es una parada obligatoria para quienes desean profundizar en el conflicto árabe-israelí o leer literatura árabe y palestina.
Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, ha denunciado en X la redada contra la Educational Bookshop, que ha calificado de “faro intelectual” y “una joya de gestión familiar que resiste el borrado [cultural] palestino bajo el apartheid”.
Europa: Ni voz ni voto en la paz en Ucrania
Editorial
Desde que Donald Trump es presidente de Estados Unidos, han cambiado muchas cosas. En realidad, fue su victoria y la expectativa de su nuevo mandato radicalizado lo que desencadenó cambios a escala internacional. Apenas unas horas después de haberse confirmado la derrota de Kamala Harris en las presidenciales de noviembre, ya se hicieron evidentes algunos de los nuevos marcos: hablar de negociaciones con Vladímir Putin pasó, de la noche a la mañana, de disparatada ocurrencia a normalidad institucional.
Pero el nivel de brutalidad del nuevo imperialismo trumpista ha sorprendido en Europa, por sorprendente que pueda parecer. Es cierto que Groenlandia, Canadá o Panamá fueron elementos que el presidente estadounidense no puso encima de la mesa durante la campaña, sino más bien tras ganar las elecciones. No obstante, había tres elementos que podían leerse claramente con con anterioridad: la hegemonía que supo construir dentro del Partido Republicano durante los años de mandato de Joe Biden, la ampliación sociológica de su bloque histórico y la acumulación de fuerzas entre los conglomerados del sector tecnológico-industrial.
Las élites políticas europeas no supieron (o, tal vez, no quisieron) ver la bestialidad del segundo mandato de Trump que se venía y, en consecuencia, no se prepararon. Durante los cuatro años de administración demócrata, Europa tuvo la oportunidad de marcar perfil propio y desligarse, al menos parcialmente, de la política exterior estadounidense. Decidió no hacerlo. Ni la negativa de Biden a terminar la guerra en Ucrania cuando se pudo, ni el apoyo del hegemón al genocidio israelí en Gaza. Nada fue suficiente para que las instituciones y gobiernos de Europa decidiesen desacoplarse del jefe.
De hecho, ni siquiera un desacoplamiento parcial tuvo lugar. Al contrario: en los años de mayor convulsión global en décadas, Europa decidió acatar sin miramientos su posición de subordinado, sin visos a una eventual reformulación de los lazos con Estados Unidos. El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca no alteró esta dinámica. Ni siquiera cuando el presidente norteamericano amenazó la integridad territorial de Dinamarca, los gobiernos europeos se plantaron. Absolutamente nada.
Probablemente, el consentimiento europeo al genocidio contra los palestinos haya sido la mayor bajeza moral en décadas de política comunitaria. Y, en este sentido, quizá la negligencia más autodestructiva haya sido en el caso de la guerra en Ucrania. Impulsada durante años por la política expansiva de Estados Unidos en el Este de Europa, y sostenida desde 2022 por un gobierno de Joe Biden obsesionado con desgastar militar, económica y energéticamente a Rusia para defender sus propios intereses, poner fin a la guerra de Ucrania debió haber sido en todo momento una prioridad estratégica europea.
Detengámonos un momento a reflexionar sobre esto: para proteger intereses estadounidenses, Europa consintió el inicio y el prolongamiento de una guerra que solo le generó problemas a su economía, infraestructura y seguridad. Es penoso. Pero, además, la sumisión a los dictados del gobierno de Biden echó por tierra el potencial diplomático de Europa, que hoy exige un asiento en la mesa de negociación que, francamente, no se ha ganado.
Trump ha dejado claro que deben ser Estados Unidos y Rusia los que den forma a las negociaciones de paz en Ucrania. Por extensión, tanto Kiev como Europa habrán de acatar lo que dictamine Washington. Esta línea ya la había esbozado durante la campaña electoral, pero ha sido clarificada una vez ha retornado al despacho oval. Y, aunque la justificación planteada por Trump es que Europa no pone “tanto dinero como Estados Unidos” en la OTAN y que, por consiguiente, no merece el mismo peso en la toma de decisiones, lo cierto es que no es así.
Si Europa hubiera marcado un perfil divergente desde el inicio del conflicto, exigiendo negociaciones de paz a Rusia, sí, pero también a Estados Unidos, hoy tendría motivos de peso para exigir tener voz propia en las conversaciones. Por falso que sea el argumento trumpista, en su fondo tiene sustento: ¿qué sentido tiene que Europa se siente a negociar con Rusia? Si los actores europeos van a seguir exactamente la línea defendida por Donald Trump, ejerciendo como acólitos de Washington, su presencia es redundante en la mesa de negociaciones.
El caso ucraniano es distinto. Siendo plenamente dependiente de la ayuda de Estados Unidos para su propia subsistencia, ciertamente Zelenski acatará lo que imponga Trump. Europa podría haber jugado un papel crucial, pero decidió que no era la mejor idea. Renunciamos a sostener una posición pacifista que se opusiera a Rusia y Estados Unidos y apostamos por el seguidismo ciego al hegemón jefe. ¿Y ahora qué? Pues, esencialmente, sobramos. No somos necesarios para la paz en Ucrania. Y, a la luz de las “reacciones” a la amenaza trumpista contra Dinamarca… probablemente, los Estados europeos volverán a evitar el conflicto con su socio mayoritario, legitimando una vez más la fagocitación.
Ya estamos en el futuro
Este fin de semana, bajo el lema trumpista MEGA (Make Europe Great Again, Hagamos grande de nuevo Europa), los líderes de la ultraderecha europea se reúnen en Madrid. Detrás de estas reuniones subyace el apoyo a las políticas de Trump que están provocando un cambio hacia el ultraliberalismo más extremo.
Estamos ya en una revolución que tiene toda la pinta de poner fin a la democracia burguesa tal y como la conocemos desde la Revolución Francesa. Por si alguien no se había dado cuenta, ya estamos en el futuro. Las elecciones en EE. UU. y el papel jugado por la tecnología (datismo, algoritmos…) y los magnates de las tecno-empresas que han apoyado a Trump, nos han metido de lleno en una revolución que ha pillado a la izquierda y a Europa en mantillas.
La irrupción de los ordenadores e internet han generado otro modelo productivo y lucrativo que no se parece en nada a los modelos económicos del siglo XX. Seguimos estando en el capitalismo, pero en una nueva fase que bien podríamos llamar «capitalismo googleniano» o «capitalismo algorítmico» o algo así. Los teóricos lo llaman "capitalismo cognitivo". Su principal característica, que ya la estamos padeciendo, es la sustitución del Estado y de la democracia por otros poderes que provienen del regalo que a diario ofrecemos gratuitamente a las empresas de los magnates tecnológicos. De gratis le hemos donado nuestros datos, nuestros gustos, nuestros comentarios…, en fin, todo nuestro ser más intimo, transformados en cookies.
Podemos decir en términos "gramscianos", que a las redes les hemos dado el regalo de constituirse en hegemónicas. Lo que en teoría tendrían que hacer las fuerzas de la cultura y del trabajo para llegar a una sociedad más igualitaria, lo han hecho las tecno-empresas. Con toda esa información que les hemos proporcionado, nos moldean a su gusto y votamos lo que nos sugieren. Los ciudadanos, como trabajadores y consumidores que somos, nos hemos quedado sin alternativa para combatir la algoritmización, en manos de Elon Musk y de sus amigos de google y facebock.
La nueva tecnología funciona como una ampliación del cuerpo y de la mente a través de eso que se llama inteligencia artificial. La sociedad ya no funciona por clases, sino como una máquina. De esta manera es imposible que las ideas socialistas, tal y como las conocemos actualmente, puedan ser una alternativa a lo que se nos viene encima.
La información ya no llega a los jóvenes por los canales habituales, les llega por las redes y, por lo tanto, un rebaño de yutubers e influencers educa más que la universidad. ¿Cómo si no iban a votar a Trump? ¿cómo si no hay terraplanistas? ¿cómo si no Abascal consigue un 15 % de votos?
Los partidos políticos tradicionales, tras la llegada de las redes sociales, se han quedado sin instrumentos de combate para difundir sus discursos. Se lleva el gato al agua quien tiene y maneja los datos.
De eso va la reunión de Madrid, un nuevo fascismo. Esta vez sin Estado y sin capa social. Solo datos y ultraliberalismo.
La mira imperial puesta en Islas Galápagos (Ecuador)
Alberto Acosta
Fuentes: Rebelión
“La historia es la enseñanza del porvenir: ignorar los tiempos pasados es no ser aptos para los venideros.” Las Catilinarias, Juan Montalvo.
La concreción para entregar una base en Galápagos a fuerzas armadas de los Estados Unidos, por parte del presidente Daniel Noboa, debería sacudir a la sociedad, más allá de quienes ingenuamente quieren ver en ese paso una posible solución a los graves problemas de inseguridad que vive el país. Esta decisión atropella el espíritu y la letra de la Constitución de Montecristi, que proclama y defiende categóricamente la “cultura de la Paz”. Y esta disposición ubica al Ecuador, cual peón de ajedrez, en medio de un brutal enfrentamiento interimperial.
Son justamente los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos los que priman, una vez más. No es una casualidad que, simultáneamente, en Perú, donde ya existen cinco bases militares yanquis, se haya concretado un nuevo acuerdo con Washington para construir el puerto espacial más grande de la región en la Base Aérea de Talara, en el departamento de Piura. No cabe duda alguna que, coincidiendo Luis Córdova Galarza,
“ambos proyectos están relacionados a nivel geoestratégico y constituyen nuevos enclaves militares para fortalecer la posición de dominio y control de los Estados Unidos en la región, ante un eventual conflicto armado con la República Popular China o sus aliados”.[1]
Esta es una cuestión de especial cuidado cuando el presidente norteamericano, Donald Trump, al iniciar su segundo mandato, ha renovado las pretensiones expansionistas de su país. Públicamente propone retomar el control del Canal de Panamá y anexar Groenlandia. Incluso ha afirmado que Canadá y México deberían pasar a ser dos estrellas más de la Unión. Al tiempo que ha abierto la puerta a una acelerada guerra de aranceles en contra sus socios en el T-MEC: Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, sucesor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN); guerra que la extiende a productos chinos. Mientras tanto ha desatado una brutal persecución en contra de migrantes indocumentados, a los que les deporta de la forma más ruin, atropellando sus Derechos Humanos, llegando incluso a trasladar a algunos migrantes a la prisión de máxima seguridad para terroristas en Guantánamo.
Tenemos entre manos un gobernante que alienta una suerte de gobierno de oligarquías transnacionales, cuyo poder se expande desde el control de medios de comunicación masivos, apuntalados en tecnologías de alcance global, con tentáculos en una diversidad de actividades económicas en el planeta. Oligarquías que no ocultan sus pretensiones de conquista y colonización en el espacio sideral.
Esa intención no es nueva. Empresas privadas, como SpaceX (Elon Musk) y United Launch Alliance (Boeing y Lockheed Martin), beneficiarias de enormes contratos gubernamentales, proporcionan gran parte de la capacidad de lanzamiento de cohetes estadounidenses, tanto para misiones científicas como militares. Aunque los estrechos vínculos entre las industrias de defensa y aeroespacial no son nada novedosos, nos encontramos en una fase decididamente nueva. Hoy inciden los avances tecnológicos, las nuevas prioridades políticas y el auge de esas oligarquías transnacionales. Con este proceso, aceleradamente se erosiona la visión del espacio exterior como bien común. El capitalismo estadounidense ha colocado su mira en el Universo en un intento por mercantilizarlo –empezando con la extracción de minerales de los asteroides[2]-, al tiempo que trata de consolidar sus posiciones de dominio, sobre todo militar, en la Tierra.
Llegados a este punto no se puede olvidar lo que significó y significa aún la combinación de la “Doctrina Monroe” con las ideas del Destino Manifiesto, que sentó un precedente y las bases mismas para la expansión de Estados Unidos en el continente americano e inclusive fuera de él. Ese es el sustento ideológico de dicho imperialismo que disputó el poder a las viejas potencias europeas. Ideología que ahora nutre el empeño por recuperar e inclusive ampliar la supremacía global de los Estados Unidos.
Primeros aleteos del águila yanqui en territorio del Ecuador
Para comprender mejor la complejidad de la decisión entreguista del gobierno de Daniel Noboa, que empezó a fraguarse en el gobierno de Guillermo Lasso, hagamos un breve recuento de las pretensiones imperiales, que cuentan con una larga historia de amenazas e inclusive agresiones.
Cuando Ecuador recién daba sus primeros pasos republicanos, el año 1852, un grupo de maleantes, encabezados por el “pirata del Guayas”, Manuel Briones, asaltó la goleta norteamericana “George Howland”, en Galápagos. Los asaltantes fueron capturados y ajusticiados. El hecho dio lugar a un reclamo de casi 40 mil dólares por parte de la misión diplomática estadounidense en Quito. Su exigencia no obtuvo respuesta durante una década.
En 1862, luego de largos años de silencio y ante las nuevas presiones norteamericanas, el entonces presidente Gabriel García Moreno firmó un convenio para atender estas reclamaciones, comprometiéndose a pagar en nueve años. Como el país no pudo cumplir con esa demanda, las continuas presiones del representante norteamericano desembocaron en amenazas, inclusive de intervención armada. Este llegó a sugerir, en abril de 1866, que, de su larga experiencia en este país, le llevaba a concluir que la deuda no será nunca pagada, a menos que nuestro gobierno evidencie su disposición de respaldar su demanda con la fuerza. La propuesta fue motivo de discusión en el Congreso norteamericano, órgano al que recurrió el presidente Andrew Johnson, quien expresó que las “deudas de un gobierno a otro son justamente consideradas como algo sagrado y como medidas diplomáticas ulteriores no son en este caso susceptibles de ser exitosas, someto a vuestra consideración la conveniencia de autorizar otros procedimientos”.[3]
Frente a tamaña amenaza, los gobiernos de Chile y Perú intervinieron ante Washington para conseguir un plazo mayor en favor de Ecuador. Para entonces había estallado la Guerra del Pacífico, enfrentando una alianza peruano-chilena contra España. Esta actitud de los dos gobiernos latinoamericanos permitió solucionar el problema, a pesar de que el gobierno ecuatoriano, el de García Moreno, se había declarado neutral en el conflicto del Pacífico, permitiendo el aprovisionamiento de las naves hispanas en los puertos nacionales. Recuérdese que también los norteamericanos se mantuvieron neutrales en esa guerra, lo que significó mucho para la flota española, que se encontraba lejos de sus bases.
El Ecuador pagó su deuda, reconociendo un interés de mora del 1%. Para entonces la deuda ya ascendía a casi noventa y cinco mil dólares por obra y gracia de alegres cuentas, tal como lo presentó el historiador Jorge W. Villacres Moscoso:
“el buque valía tanto: Intereses sobre el valor primitivo, tanto más: densas sumas. Pudo hacerse una presa de tantas ballenas, tanto: intereses sobre lo que pudo pescarse, tanto: enormes cifras. Con el aceite pudieron hacerse tales y cuales negocios, tanto: intereses sobre los negocios que pudieron hacerse: tanto. Sendos guarismos: incomprensibles cantidades”.[4]
Un punto a tener muy en cuenta. La amenaza o incluso la utilización de mecanismos no pacíficos para cobrar las deudas externas marcan las relaciones históricas de Nuestra América con las potencias imperiales, sobre todo con los Estados Unidos. Son muchos los casos en los que los reclamos de los acreedores fueron respaldados abiertamente con las armas, como sucedió con la invasión anglo-francesa-española a México en 1862; el despojo a México de casi dos millones de kilómetros cuadrados -Texas, Nuevo México, California, entre otros estados de la Unión- en las décadas de 1840-1850 por parte de los Estados Unidos; el bombardeo de los puertos venezolanos en 1903, por parte de una flota anglo-germano-italiana (con aprobación de los Estados Unidos); el secuestro por parte de marines de las aduanas de la República Dominicana en 1907 y de Haití en 1917, para mencionar apenas unos pocos ejemplos. [5]
Así, a lo largo del tiempo se han repetido las amenazas para forzar el servicio de la deuda, siempre a tono con las apetencias de los acreedores. De las misiones militares se pasó a las misiones de expertos de los organismos multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial, a las que cada vez más se suman algunas ONG que lucran del canje deuda por Naturaleza, como veremos más adelante.
No nos olvidemos que la historia de la deuda externa engarza con un axioma menos conocido de Klaus von Clausewitz: “La guerra es un acto de violencia cuyo objetivo es forzar al adversarlo a hacer nuestra voluntad”. Objetivo que se consigue con el manejo imperial de la deuda en el ámbito de la política económica. Ya no se requiere enviar tropas, sino que se imponen condiciones de política económica, en función de las demandas de los acreedores, manteniendo, de paso, a nuestras economías como suministradoras de materias primas.
No solo eso, en la práctica, muchas veces, los acreedores ven asegurados sus intereses con el empleo de la fuerza pública de los propios países deudores… fuerza pública encargada de aplacar las protestas y mantener el “orden”, cuando el servicio de dichas deudas provoca los justificados reclamos populares ante las graves afectaciones sociales que desatan las políticas económicas de austeridad impuestas. No nos olvidemos que muchas de esas deudas son corruptas, usurarias u odiosas, casi siempre impagables.
La deuda, en este sentido, ha sido y es un instrumento para obligar a hacer la voluntad de los acreedores. Esa perversa lógica la encontraremos a continuación, teniendo a las Galápagos en la mira de los intereses imperiales.
Una compleja y poco conocida historia de pretensiones imperiales
El Archipiélago de Colón -o simplemente las Galápagos- pertenece al patrimonio ecuatoriano desde 1832. Antes de formar parte del territorio ecuatoriano e incluso décadas después, este archipiélago fue utilizado como guarida de piratas, que saqueaban sus riquezas, sobre todo animales. Estas islas también fueron objeto de importantes investigaciones científicas, como la de Charles Darwin (1835), llegando incluso, por su increíble y única biodiversidad, a ser declaradas Patrimonio de la Humanidad, en 1978, por la UNESCO.
Hay que reconocer que el ejercicio de la soberanía nacional en dicho territorio insular registra muchas tribulaciones. Las pretensiones imperiales por despojarnos del archipiélago han estado presentes una y otra vez. Y la incapacidad de los gobernantes para defender la soberanía nacional ha sido casi una constante. Durante mucho tiempo no se consideró la significación de su biodiversidad y menos aún los derechos de su población. Las islas llegaron a ser consideradas como económicamente yermas, lo que condujo a que sean empleadas como colonias de criminales, llevados allá desde el continente.
Los anhelos de varios imperios de anexarse, controlar o al menos poner un pie militar en las islas Galápagos es larga. En el gobierno del general José María Urbina (1852 – 1856), la Casa Blanca propuso explotar el guano en las Galápagos, a pesar de que era sabido que no había cantidades significativas como en el Perú. Realmente eran otros lo intereses de Washington.
No solo están en la lista los ambiciosos vecinos del Norte. Francia en algún momento de la historia, justamente cuando el presidente Gabriel García Moreno trató de convertir a Ecuador en su protectorado, mostró su interés por esas lejanas islas. Justamente en 1859, cuando existían cuatro gobiernos en Ecuador, y su integridad estaba amenazado por las pretensiones territoriales del vecino del sur, el caudillo conservador García Moreno buscó respaldo militar en Francia. Escribió tres cartas al encargado de negocios francés, Emilie Trinité, expresándole el deseo de que Ecuador esté protegido por el Imperio francés.
García Moreno buscaba “la felicidad de este país”, pues consideraba que Francia, entonces gobernada por el emperador Napoleón III, quién poco después invadiría México con el pretexto de cobrar una deuda externa, garantizaba “la civilización en la paz y la libertad en el orden” y así, además, se podía “frenar el torrente asolador de la raza anglo-americana”. Cuando ya había pasado el peligro de fragmentación, el mismo presidente García Moreno volvió a insistir sobre la posibilidad de que Ecuador se convierta en protectorado francés, con otra misiva, en tono similar a la anterior, en 1861, dirigida a Aimé Fabre, sucesor de Trinité.
El destacado historiador Alfredo Pareja Diezcanseco[6], profundo estudioso de esos episodios, desnudó el significado de estas cartas: “Ninguna desesperación del momento le hizo dar ese paso [a García Moreno]. Por el contrario, fue proyecto reflexivo, de mandatario extraño, en tierra de indios. Qué Francia no haya querido recibir el regalo, es otra cosa…”
Alguna vez también se dijo que incluso Alemania estaría interesada, pero quienes nunca ha desistido de esa pretensión son los gobiernos de Washington. Tan esa sí, que, en 1883, el Senado norteamericano declaró a las islas como “tierra de nadie” (res nullius), considerando la existencia de serias dudas sobre la existencia de la soberanía de Ecuador sobre el archipiélago. La lista de estos intentos es interminable, en estas breves páginas solo se resaltan algunos considerados los más relevantes.[7]
Pragmatismo o sumisión: las Galápagos a cambio de la deuda
En la tercera década del siglo XX, como en tantas otras ocasiones en la larga historia de la deuda eterna[8], los responsables gubernamentales tuvieron que enfrentar problemas derivados del endeudamiento externo. Nepalí Bonifaz, a la sazón presidente del Banco Central, manifestó en un informe reservado a la Asamblea Constituyente, el 21 de enero de 1929, que la situación económica estaba encerrada “en un dilema que no tiene salida”. Por su trascendencia, bien vale conocer algunos detalles de dicho documento:
“O nos quedamos con la enorme deuda exterior de más de cien millones de sucres, esclavizados por tiempo indefinido, sin poder realizar las obras públicas, tan justas como necesarias, prometidas a las provincias; o, si queremos cancelar la primera y ejecutar las segundas, tendremos que aceptar, para obtener un empréstito, condiciones tan vergonzosas y humillantes que, prácticamente, daríamos al traste con la autonomía nacional.
“Nuestra deuda está garantizada por las aduanas, con el ferrocarril y con la responsabilidad del Gobierno ecuatoriano; es decir con todas las garantías compatibles, hasta cierto punto, con nuestra independencia, aunque ellas no dejen de ser un tanto humillantes.
“Sin embargo, los acreedores han sido permanentemente burlados. Hace pocos días, lo iban a ser de nuevo cuando se propuso suspender el pago de los cupones.
“El poquísimo tiempo que llevamos de cumplir con nuestros compromisos, no puede lavamos de nuestra conducta secular, ni puede inspirar confianza alguna para prestarnos dinero. Con semejantes antecedentes, para acordamos un empréstito, es seguro que se nos pedirá, por lo menos, la entrega de nuestra principal Aduana a un representante de los prestamistas. Lo cual equivaldría para nosotros a firmar un ‘Documento de Concertaje', que nadie en el Ecuador, querría suscribir”.
Bonifaz completó su informe, que fue leído en el Congreso, proponiendo algo que
“puede herir la susceptibilidad de algunas personas; pero juzgo mi deber, cualesquiera que sean las consecuencias, el indicar a la Asamblea el único medio que nos queda, no sólo para remediar, nuestra situación actual, sino para subir, en pocos años, a una prosperidad a la que no llegaremos de otro modo antes de un siglo.
“Los ecuatorianos debemos, dejando a un lado el romanticismo -enfermedad común de toda raza latina- mirar frente a frente, con la calma que lo requiere, el problema de la venta de Galápagos al Gobierno Americano, antes de que éste, con su tradicional política, se apodere del Archipiélago, porque así lo exigen los vitales intereses de su gran país”.
Y Bonifaz concluyó en la necesidad de la venta de las islas Galápagos, aduciendo
“que esas Islas no nos pertenecen… sino moralmente, pues no tenemos medios de ejercer en ellas nuestra soberanía: que no están habitadas; que quizás no haya uno por cincuenta mil ecuatorianos que las conozcan; que sus tierras son estériles; y, por último, que no nos ocasionarían sino gastos hasta el día en que el Coloso del Norte se apodere de ellas. Cosa que tardará más o menos en suceder, pero que sucederá fatalmente si nuestros políticos no lo impiden negociándolas de una manera voluntaria.
“Como consecuencia de la venta tendríamos: La desaparición de esa vergüenza llamada deuda externa”.
El Congreso, luego de largas deliberaciones, mantuvo la decisión de “sostener el quijotismo de conservar Galápagos a todo trance y por todos los medios”, como dejó sentado el historiador conservador Luis Robalino Dávlla. [9]
Lo curioso es que la actitud de Bonifaz pareció servirle para terciar, poco después, como candidato conservador en las elecciones para la Presidencia de la República, y ganarlas. No se llegó a posesionar, pues el Congreso Nacional lo descalificó en vista de sus orígenes peruanos, mencionados alguna vez por el propio Bonifaz. Su descalificación, para cerrar este triste capítulo, desembocó en “la guerra de los cuatro días”, que se libró en Quito del 29 de agosto al 1 de septiembre de 1932, con cientos de víctimas.
Recuérdese que la pretensión de entregar parte del territorio nacional para servir la deuda externa, no era nueva. Entre los primeros arreglos de la conocida como “deuda inglesa” o “deuda de la Independencia”, en 1854, se planteó ceder territorios en la Costa y en la Amazonía a los acreedores, alentando, simultáneamente, la colonización europea; con una cláusula que reconocía una creciente tasa de interés a medida que subía el número de colonos. Este intento exacerbó las tensiones con el Perú, lo que incluso llegó a provocar el mencionado conflicto armado en 1859.
Del ataque japonés a Peral Harbor a Galápagos: Baltra – Base Beta
La importancia estratégica de las Galápagos cobró aún más fuerza desde la construcción del Canal de Panamá, que, como bien sabemos, surgió de una acción imperial, que propició el desmenbramiento del territorio colombiano para dar paso a la creación del Estado de Panamá.
Los Estados Unidos mantenían sus expectativas para llegar a controlar las Galápagos. Ya desde el año 1919, buques de su armada realizaban misiones de cartografía y de mediciones batimétricas en el Archipiélago. Incluso, en 1921, se habló oficialmente de la necesidad que las islas formen parte de la administración del Canal de Panamá.
En el año 1935, el presidente Franklin D. Roosevelt, preocupado por razones de geo-estrategia y ante la no aceptación de Ecuador para vender las islas, buscó concretar esa aspiración esgrimiendo argumentos cobijados en la protección de la biodiversidad allí existente. Se sugería la sesión de soberanía para que sea la Unión Panamericana -surgida de la IV Conferencia Interamericana, celebrada en 1910, en Buenos Aires- la responsable del patrullaje de las islas y la encargada de financiar el proyecto conservacionista.
Muy pocos años después, en diciembre de 1941, se registró la llegada masiva de tropas yanquis a territorio ecuatoriano. El continente americano estaba consternado por el ataque japonés a Pearl Harbor, el domingo 7 de dicho mes. En ese contexto, con parte del territorio ecuatoriano ocupado por tropas peruanas, y sin que el Estado ecuatoriano hubiera aún concedido oficialmente la autorización, desembarcaron los contingentes de la marina y del ejército norteamericano. Esas tropas extranjeras ocuparon posiciones estratégicas en Baltra (Seymur), en la Islas Galápagos, y también en Salinas, en la costa ecuatoriana.
De hecho, ya en el año 1938 el gobierno ecuatoriano había suscrito algunos acuerdos secretos -sin el consentimiento del Congreso Nacional- para permitir la presencia de soldados norteamericanos en el Archipiélago. Tropas que ya en el año 1940, en número muy reducido se habían estacionado precariamente en la isla Baltra.
En esos días, el Ecuador vivía una gravísima crisis política. Su provincia sureña de El Oro estaba invadida por tropas peruanas; agresión con la que Lima trataba de imponer un arreglo limítrofe. Ese ataque peruano en contra de Ecuador no preocupaba en la región. Los países americanos estaban movilizados para “defender la democracia” amenazada por los países del eje: Alemania, Italia, Japón. La solidaridad panamericana estaba en su apogeo. La defensa colectiva del continente, inspirada en los convenios multilaterales de Lima y la Habana, se complementaba con varios convenios bilaterales, anteriores al ataque nipón.
El presidente liberal-conservador Carlos Alberto Arroyo del Río, incapaz de dar una respuesta a la doble invasión, se sumó a esa solidaridad internacional, reclamando inclusive “el procerato de la lealtad…” a Washington. En la práctica toleró la ocupación del territorio nacional por las tropas yanquis y aceptó las imposiciones peruanas.
Recién el 24 de enero de 1942 se firmó el convenio para normalizar la presencia de tropas de los EEUU en Salinas y el 2 de febrero en Baltra. Entre estas dos fechas, con la presencia de soldados peruanos en territorio ecuatoriano y con una enorme presión panamericana, el 29 de enero de 1942, se firmó el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro, con el que el Perú intentó dilucidar la larga disputa de límites con su vecino.
Cuando ya se avizoraba el fin de lo que sería la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos trataron de prolongar la ocupación de esas dos bases por 99 años, con un pago de 20 millones de dólares. Esas negociaciones con el gobierno liberal-conservador de Quito se frustraron por la revuelta popular del 28 de mayo de 1944, conocida como “La Gloriosa”.
Con el nuevo régimen del doctor José María Velasco Ibarra se mantuvieron las pretensiones de la gran potencia del norte. Empero, en la Asamblea Constituyente de 1944 se exigió buscar una salida que evite al país “la más humillante ofensa a la dignidad soberana”. Las presiones y negociaciones continuaron. Inclusive fueron parte de la agenda en los debates de otra Asamblea Constituyente, la de 1946. El gobierno de Velasco Ibarra no cedió a las pretensiones de Washington, que ofrecía recursos económicos para ayudar a solventar los graves problemas económicos existentes. Sería en ese año, el primero de julio cuando se retiraron las tropas norteamericanas.
Al salir sus soldados dejaron desmanteladas las instalaciones militares y en escombros las construcciones, botando al mar gran parte de los equipos que no pudieron o quisieron retirar. Las afectaciones al ambiente deben estar documentadas en informes del propio gobierno norteamericano; se conoce que se aplanó una montaña (¿el cráter?) en Baltra; que se aceleró la destrucción del hábitat de muchas especies nativas con la construcción e las pistas de aterrizaje, las carreteras y las viviendas para la tropa e incluso que su presencia contribuyó a la llegada de varias especies extrañas en ese entorno. Quedaron también los restos de varios aviones estrellados en el mar de las Galápagos, en cuyo fondo inclusive se han detectado bombas y otros instrumentos de guerra.
Una historia similar, pero de mucho menor magnitud, se repitió en medio de otra grave crisis. Luego del terremoto de 1987, que destruyó el oleoducto transecuatoriano, ahondando las graves dificultades desatadas por el peso de la deuda externa, llegaron reservistas yanquis para ayudar en la construcción de una vía amazónica. Su aporte real fue prácticamente nulo. Lo que buscaban es aprender cómo se construyen carreteras en territorios selváticos. Y aún cuando el Congreso Nacional dispuso su salida, el presidente socialcristiano León Febres Cordero permitió que continúen para cumplir con el plazo que él había acordado con los Estados Unidos.
La experiencia de la base militar norteamericana en Manta
Años después, en 1999, cuando el Ecuador, durante el gobierno del democristiano Jamil Mahuad, vivía otra de sus mayores crisis, de forma reservada, sin autorización del Congreso Nacional, se permitió la instalación de lo que se conoció como Base de Manta, cuyo nombre oficial fue Puesto de Operaciones de Avanzada (FOL, Forward Operating Location).
En esa época, los Estados Unidos pretendían, una vez más, consolidar su hegemonía en la región. Empezaba la ejecución del Plan Colombia con el afán de enfrentar el narcotráfico, como rezaba el discurso oficial. Eran los años en los que se vendía desde la Casa Blanca la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Por igual les preocupaba en Washington la consolidación del régimen de Hugo Chávez en Venezuela. Y adicionalmente, entre otros factores, el Pentágono se sentía presionado porque los Estados Unidos estaban forzados a dejar la Base Howard, en Panamá, como consecuencia de los Tratados Torrijos-Carter. En este entorno, como pretexto oficial, la base de Manta incluía la operación de aeronaves para controlar el narcotráfico.
Luego de 10 años de su operación, dicha base, a contrapelo de quienes sostienen lo contrario, no contribuyó a resolver o al menos a disminuir el flagelo del narcotráfico. Durante su existencia la tasa de criminalidad se disparó. Los envíos de droga se triplicaron. Decenas de personas, particularmente pescadores, denunciaron abusos de parte de soldados yanquis. En suma, se registraron varias violaciones a los Derechos Humanos y la respuesta de la sociedad mantense, en su mayoría, era contraria al mantenimiento de dicha instalación militar extrajera, como informó el INREDH, en el año 2007.[10]
Es más, como se demostró, las acciones de los aviones norteamericanos no se ciñeron a los términos del convenio pactado, pues en muchos casos estaban orientadas a la lucha contra la insurgencia en Colombia y la interdicción de emigrantes ecuatorianos; muchas veces en acciones sin conocimiento de las autoridades ecuatorianas.
Lejos quedó el sueño de transformar a Manta en una suerte de Miami en el Pacífico. Los empleos que se crearon tuvieron la duración de la remodelación de las instalaciones del aeropuerto, o sea ocho meses, y luego los trabajos ofrecidos fueron en labores de limpieza y transporte de carga. El crecimiento del turismo y el comercio, que se esperaba, llegó para pocos, en un escenario en el que aumentaron los bares, discotecas y cabarets. Es más, las tropas allí instaladas, que gozaban de privilegios diplomáticos, consumían escasos productos locales.
En el año 2009, no se renovó el convenio y se produjo la salida de las tropas norteamericanas Manta, en cumplimiento de una disposición constitucional, en concreto de su artículo 5:
“El Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras.”
Debe quedar claro que en la Asamblea Constituyente de Montecristi se tomó esta decisión como resultado de un largo proceso de resistencia en el país, desplegado desde el año 1999, con el liderazgo de la Coalición No Bases – Ecuador. Este impulso ecuatoriano posibilitó la creación de la Red No Bases Mundial, que se formó en marzo del año 2007, con el fin de desarrollar una estrategia internacional para el cierre de todas las bases militares extranjeras: meta que no ha perdido para nada su vigencia.
En este punto cabría traer a colación que luego del desmantelamiento de la Base de Manta, los norteamericanos establecieron dos bases más en Colombia, en donde en la actualidad ya existen 7 bases, sin que se haya logrado parar el narcotráfico. Es más, la producción de cocaína sigue en alza en el territorio colombiano y también en el peruano, en donde ya funcionan 5 bases militares norteamericanas, a las que se sumará la base para control espacial en Talara. Es bueno conocer que, el Imperio norteamericano cuenta con cerca de un millar de bases e instalaciones militares en todo el mundo, con las que asegura su poder y bienestar económico. Con ese despliegue de poderío militar Washington no ha conseguido restringir la expansión de la droga, tal como se promete ahora con el establecimiento de una base militar estadounidense en las Galápagos, como consecuencia de los acuerdos a los que han llegado los gobiernos conservadores – neoliberales de Guillermo Lasso y Daniel Noboa.
Lo que ahora sorprende es que, en realidad, como afirmó el embajador norteamericano Todd Chapman, el año 2019, al finalizar sus funciones en Quito, con las nuevas tecnologías, los desafíos en la lucha contra el narcotráfico, no requieren de una base militar estadounidense en Ecuador, como ocurría con la base de Manta. Este diplomático, en esa entrevista, afirmó categóricamente que “no es del interés de EE.UU. usar los métodos del pasado para confrontar los desafíos de hoy”.[11]
Entonces, a todas luces aquello de que la base norteamericana en Galápagos estaría orientada a combatir el flagelo del narcotráfico pierde fuerza. Priman, sin duda alguna, los intereses geoestratégicos de Washington en medio de la disputa del poder mundial con las otras grandes potencias imperialistas.
Con una nueva gran crisis, otra oportunidad propicia para Washington
Ahora, en medio de otra crisis de enormes proporciones, que ha desembocado en niveles insostenibles de violencia e inseguridad provocados por el crimen organizado, en medio de un grave colapso social y económico,[12] como que aparecen nuevamente las condiciones para otro desembarco de tropas norteamericanas en Ecuador. La declaración del “conflicto interno armado” del presidente Noboa empata con las pretensiones de Washington, siempre presto a profundizar los lazos de sumisión de su patio trasero, sobre todo en la actualidad cuando las grandes potencias mundiales están empeñadas en consolidar sus espacios de influencia y de ser posible ampliarlos.
Los Estados Unidos, lo sabemos muy bien, están metidos hasta el cuello en una larga e inútil guerra contra el narcotráfico; bastaría con recordar su aparatosa derrota en lo que se conoce como “la guerra del opio” en Afganistán, el año 2021. Empero, lo que interesa es entender que su guerra contra el narcotráfico es parte de su geo-estrategia para expandir su control por el mundo, sobre todo en nuestra región. Le sirve de pretexto para muchas intromisiones y acciones en función de sus intereses imperiales.
Como ya lo señalamos, desde la salida de la base militar estadounidense de Manta, casa adentro se ha mantenido una campaña de diversas fuerzas políticas para que se autorice su retorno. Y en años recientes, representantes del Comando Sur han ofrecido de forma reiterada la “colaboración” militar. Hubo varios acercamientos cobijados con lo que significa la coordinación en la lucha contra el narcotráfico. Incluso, no faltaron los aplausos desde el Norte a las acciones del gobierno de Rafael Correa, tratando de congraciarse con un gobernante que mantuvo una línea soberana en su política internacional.
Sin embargo, sería en ese gobierno cuando el Ecuador se adhirió a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), lo que condujo a una reducción sustantiva del mar territorial. Esta decisión, favorecería, de acuerdo a Marcelo Larrea, uno de sus mayores críticos, la depredación que provocan las flotas pesqueras extranjeras, la explotación de minerales del subsuelo marino, al tiempo que se dan mayores facilidades para el tráfico de sustancias ilícitas en aguas consideradas por la Convención como internacionales. Al perder la soberanía sobre el mar territorial, reducido por la adhesión a la CONVEMAR de 200 a 12 millas desde la línea de costa del continente y de las Galápagos, Ecuador renuncia a la vez a sus derechos territoriales sobre sus fondos marinos y el agua suprayacente, a sus derechos de soberanía aérea y espacial en esas 188 millas, establecidas en la evolución de su legislación marina desde 1830 hasta 1986.
Recordemos que la larga disputa por la soberanía marítima de 200 millas, que se inició en los países del sur de América: Ecuador, Chile, Perú y Colombia, dio lugar a varias confrontaciones. La historia registra inclusive ¨la guerra del atún”, cuando en los años sesenta y setenta del siglo XX, el gobierno de los Estados Unidos impuso sanciones económicas a Ecuador por haber capturado buques pesqueros estadounidenses -154 en total- dentro de la zona de las 200 millas reclamada por el Ecuador.
Este enfrentamiento se desarrolló con diversos grados de intensidad desde el gobierno de Carlos Julio Arosemena, quien inició la defensa del mar territorial en 1963 al detener numerosos buques estadounidenses, que se encontraban pescando dentro de las 200 millas. Continuó en los gobiernos de Clemente Yerovi, Otto Arosemena y José María Velasco Ibarra. Este último obtuvo una victoria definitiva cuando unió a América Latina y derrotó a la administración de Richard Nixon en la OEA (Organización de Estados Americanos), lo que obligó a los Estados Unidos a someterse a las leyes ecuatorianas para liberar sus buques detenidos por “pesca ilegal”.
Marcelo Larrea, quien denuncia los riesgos que se ciernen para la soberanía nacional e incluso para la sostenibilidad de las Galápagos, considera que, con la adhesión a la CONVEMAR, suscrita el 24 de octubre del 2012, no solo se habría perdido un millón de kilómetros cuadrados de mar territorial, sino que se sientan las bases que permiten la nueva llegada de tropas extranjeras al territorio ecuatoriano.[13]
Las acciones para conseguir una mayor coordinación entre los militares de los dos países avanzaron rápidamente en el gobierno de Guillermo Lasso, justo cuando desde la Embajada norteamericana en Quito se denunciaba el accionar de narco-generales en la fuerza pública. En ese contexto, mientras se profundizaba (¿toleraba?) la infiltración del crimen organizado en la institucionalidad estatal y de los narco-dólares en toda la economía, se redobló el paso para la preparación de un “Plan Ecuador”, emulando el “Plan Colombia”, que tuvo incluso nefastas repercusiones en Ecuador. Según Fernando Carrión, uno de los mayores expertos en estos temas, “la aplicación del Plan Colombia, generó un doble efecto globo: por un lado, el traslado de la producción de cocaína y, por otro, de las nuevas rutas hacia el territorio ecuatoriano”.[14] En síntesis, dicho Plan, que no sirvió para resolver la cuestión del narcotráfico en Colombia, si puede ser visto como un detonante que provocó la creciente presencia de las bandas delictivas transnacionales en Ecuador.
En junio de 2022 se concretó un primer acuerdo entre Washington y Quito. En diciembre del mismo año, el Congreso de Estados Unidos aprobó la “Ley de Asociación Ecuador-Estados Unidos”, estableciendo un plazo de medio año para que el Departamento de Estado propusiera un plan de acción concreto. Posteriormente, el Grupo de Trabajo Bilateral de Defensa entre ambos países, a mediados del 2023, propuso invertir más de 3.100 millones de dólares en el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, con un plazo de 7 años de duración.
Se aceleraba el paso. En mayo del mismo año, en el régimen de Lasso se firmó un acuerdo para la interceptación aérea. En setiembre se firmó otro acuerdo para prevenir, identificar, combatir, impedir e interceptar las actividades marítimas transnacionales ilícitas. Ambos tratados, por dictamen de la Corte Constitucional, no fueron conocidos, ni aprobados por la Asamblea Nacional. En ese mismo 2023, una vez más, a espaldas de la sociedad, en octubre, el canciller ecuatoriano y el embajador de Estados Unidos firmaron el “Acuerdo relativo al Estatuto de las Fuerzas”, que había recibido luz verde por parte de la Corte Constitucional.
Dicho acuerdo fue ratificado por el presidente Noboa, cuyo gobierno aprobó el 10 de diciembre del 2024 el Proyecto de Seguridad Integral en la Región Insular y el Instructivo para la Aplicación de los Acuerdos de Cooperación entre Ecuador y Estados Unidos. De esta manera se operativiza el establecimiento de una base militar en las Galápagos para “combatir el narcotráfico, la pesca ilegal y otras actividades ilícitas conexas entre los grupos narcoterroristas vinculados a los cárteles internacionales”.
Estas decisiones del órgano encargado de velar por la vigencia plena de la Constitución, la Corte Constitucional, sorprenden, por decir lo menos. Por mandato constitucional están prohibidas bases o instalaciones extranjeras con fines militares en el territorio nacional; en realidad no se trata de una prohibición para tener tropas extranjeras en un espacio físico reducido, sino de una clara prohibición de tropas foráneas en el Ecuador, declarado, por la Constitución del 2008, como “un territorio de Paz”.
Lo grave es que la Corte Constitucional determinó que este acuerdo no constituye un acuerdo militar, sino más bien es solo un “compromiso de asistencia” en el marco del enfrentamiento al crimen organizado. Por lo tanto, no ameritaría debate alguno en la Asamblea Nacional, tal como sucedió con la Base de Manta en el año 1999. Es decir, se dejó abierta la puerta para que este acuerdo fuera ratificado directamente por el presidente Noboa. Como de hecho sucedió.
Quizás como una anotación para la historia queda el voto salvado de tres magistrados de la Corte que resaltaron la magnitud y la trascendencia de los compromisos acordados y los privilegios concedidos a una fuerza militar extranjera, que comprometen la soberanía nacional y que al menos debió ser tratado por el parlamento ecuatoriano. Intentar confundir el aporte militar de los Estados Unidos como un simple apoyo policial es una conclusión realmente audaz; ese subterfugio legal sirve para no cumplir con el claro mandato constitucional del artículo 419, que establece que para suscribir tratados internacionales políticos o militares, se requiere la aprobación de la Asamblea Nacional.
Las evidencias son contundentes. Los propósitos militares y los privilegios otorgados en los acuerdos son inocultables y merecen ser conocidos en detalle. Aquí apenas unos cuantos puntos seleccionados. El acuerdo se aplica a personal militar, tanto como al personal civil y contratistas estadounidenses que intervengan en diversas actividades, incluyendo entrenamiento y ayuda humanitaria, con una serie de prerrogativas e inmunidades. Se obvia la jurisdicción penal sobre ese personal. Se acepta la resolución de conflictos de acuerdo a las leyes estadounidenses y no a las ecuatorianas. Se establecen exenciones fiscales para el personal norteamericano. También se entrega el uso gratuito del espectro radioeléctrico. Se libera del pago de todo tipo de derechos a las embarcaciones de los Estados Unidos, que inclusive no están obligadas a usar los servicios de peritaje en los puertos ecuatorianos. Se establece la vigencia de la ley del Estado del agente a bordo, no la del Estado ecuatoriano, de una manera casi generalizada. Se establecen normas no solo para la interdicción de sustancias prohibidas, sino para interceptar embarcaciones con personas en calidad de emigrantes. Se autorizan sobrevuelos en todo el territorio nacional, incluyendo la permanencia en la Base Aérea Simón Bolívar de Guayaquil y en otros aeropuertos; trato similar recibirán las embarcaciones norteamericanas que podrán acoderar en todos los puertos. Lo que resulta evidente, esto es clave, se asegura el libre movimiento de vehículos, en especial aviones y buques; en otras palabras, las tropas norteamericanas no necesitarían una base específica, podrán recorrer todo el territorio nacional… siempre que informen al Estado ecuatoriano sobre sus actividades, algo que, como bien recordamos cuando estaba la Base de Manta, no era la norma.
Un dato adicional importante. El tan mencionado Plan Fénix, al que se ha referido con frecuencia el mandatario ecuatoriano Daniel Noboa, para enfrentar el crimen organizado, a la postre parece ser apenas “un plan de seguridad de cinco años para Ecuador”, elaborado sobre todo por el Pentágono. Plan al que se lo bautizó como la Hoja de Ruta de Asistencia de Seguridad, según declaró la jefa del Comando Sur de los EEUU, Laura Richardson. Ella, adicionalmente, al celebrar la aceptación de este acuerdo y al tiempo de participar en la ceremonia de entrega de una nueva donación de equipos militares de los Estados Unidos, declaró que “estoy orgullosa de servir con ustedes en el equipo democracia”, refiriéndose a los militares ecuatorianos presentes.
No puede pasar desapercibido el paquete de otros intereses del águila imperial del norte. El año 2022, al inaugurar la Conferencia Sudamericana de Defensa, reunida en Quito, la misma generala señaló públicamente que China y Rusia son “amenazas malignas” para el hemisferio. Inclusive clasificó a la pesca ilegal como un riesgo para la región, refiriéndose las flotas pesqueras chinas, a las que se les abrió la puerta con la CONVEMAR. Ténganse presente, también, que esta funcionaria, en repetidas ocasiones, ha manifestado que los recursos de América Latina son estratégicos para la seguridad de su país. Democracia, seguridad, desarrollo… todos conceptos con los que con frecuencia se disfrazan las apetencias imperiales.
Controlar Galápagos con el pretexto de proteger su Naturaleza
Con bombos y platillos, el presidente Guillermo Lasso anunció solemnemente durante la COP 26, celebrada en Glasgow, al finalizar el año 2021, que se incrementará la reserva marítima del Archipiélago de Galápagos en 60.000 kilómetros cuadrados, gracias a recursos que se conseguirían con un canje de deuda externa. Aparentemente una buena noticia. Tan es así que los aplausos hasta del jet set mundial no se hicieron esperar.
La realidad, una vez más, quedó muy lejos de la propaganda. El ruido fue más que las nueces.[15] Sin minimizar la importancia de ampliar el área de protección en el Archipiélago, la propuesta financiera no ofreció nada nuevo, ni resultó tan potente como se la intentó posicionar. Algo similar sucede con el reciente canje de deuda externa para proteger la Amazonía.
De hecho, la idea de cambiar deuda externa para financiar inversiones ambientales es muy conocida en muchas partes del mundo. En el Ecuador se practicó hace algunas décadas. La idea de canjear deuda para inversiones ambientales, que tiene mucho recorrido. Fueron grupos ambientalistas los que comenzaron a idear cómo hincarle el diente al problema para sacar recursos que les permitan impulsar inversiones en su área de su preocupación. Thomas Lovejoy, representante del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), en 1984, propuso la conversión de deuda externa a cambio de actividades de conservación de la Naturaleza. La lista de proyectos cristalizados de esta manera es larga.
Si abordamos el tema más allá de su publicidad, constatamos que estas operaciones financieras no resuelven las cuestiones de fondo. Es decir, no enfrentan los orígenes y las repercusiones que derivan del endeudamiento externo en tanto herramienta de especulación y hasta de control y subordinación de los países deudores. Es más, en la práctica estas operaciones no discriminan entre deudas legítimas e ilegítimas, como son las deudas usurarias, odiosas o desde el inicio impagables. Con la intervención de organismos no gubernamentales, incluso extranjeros, en muchos casos, se merma la capacidad de respuesta del Estado. Así, no faltaron momentos en los que la soberanía nacional fue puesta en entredicho por la presencia y poder adquirido por determinados grupos privados de dentro y fuera del país. Y, adicionalmente, los recursos liberados no son para nada suficientes con el fin de remediar los imparables daños ambientales de los diversos extractivismos, por ejemplo.
Además, los anuncios oficiales sugerían que el propósito central del gobierno no es necesariamente la conservación de Galápagos per se. El gobierno de Lasso reconoció su preocupación porque “cada día se vuelve más relevante e importante la sostenibilidad de los destinos para los turistas”. Sus islas, a no dudarlo, son un importante punto de atracción del turismo… de élite. Tampoco pasó desapercibida la afirmación del entonces presidente ecuatoriano, quien aseveró que se tomó esta decisión luego de consultar a representantes de los intereses pesqueros.
En concreto, primó más el afán económico-mediático que el efectivamente conservacionista. Cabría incluso recordar que Lasso estaba empeñado en duplicar la tasa de extracción de crudo en la Amazonía, al tiempo que forzaba la mega-minería en el país. Actividades extractivas que depredan del ambiente y atropellan los derechos de las comunidades circundantes, con una serie de impactos nocivos en otros espacios de la vida nacional. Algo similar acontece con su sucesor, Daniel Noboa, quien porfiadamente está decidido a irrespetar las consultas populares que prohíben la explotación de minerales metálicos en los cantones Girón y Cuenca, en la provincia del Azuay, así como en el noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito. Gobernante que incumple con el mandato popular que prohíbe seguir extrayendo el crudo en el Yasuni-ITT, a pesar de que se había comprometido a hacerlo siendo candidato presidencial.
Podemos concluir, entonces, que las “soluciones” basadas en transacciones financieras, como las que emergen desde los canjes deuda-Naturaleza, o desde los mercados de carbono y de servicios ambientales, son cantos de sirena. Con esas narrativas se sigue expandiendo y legitimando la acumulación capitalista al pasar de la conservación del ambiente al terreno de los negocios. El aire, los bosques, los mares, la Tierra misma e inclusive el espacio sideral se vuelven más y más vulgares mercancías. Lo que implica ampliar el “capitalismo verde”, permitiendo, perversamente, que quienes más han coadyuvado a deteriorar el entorno natural, ahora incluso puedan acumular mitigando o remediando los destrozos que ellos mismos provocaron.
Más allá de todas esas cuestiones de fondo, cabe anotar que, el manejo de los recursos a ser utilizados en Galápagos, se hará a través de una suerte de fideicomiso manejado por un directorio en donde representantes extranjeros tienen la mayoría de los votos: una clara pérdida de soberanía nacional. El Consejo Director del Galápagos Life Found está compuesto por 11 miembros, de los cuales 6 son actores privados extranjeros, representantes de la industria local del turismo y de la pesca, así como, de la investigación. Los cinco restantes provienen del gobierno ecuatoriano. Por lo tanto, el sector privado es mayoritario y podrá imponer sus intereses.
Para redondear el tema, no se trata de una anulación de deudas, sino de una reestructuración de las mismas transformadas en nuevas deudas, con condiciones sumamente costosas: una verdadera estafa.[16] Es, en definitiva, una acción de sesión de soberanía, cobijada como una bienvenida respuesta ambiental, como fue la “preocupación ecologista”, que mostró el presidente Franklin D. Roosevelt en 1935.
Ecuador territorio en disputa de intereses geoestratégicos
Aceptemos que, si los capitales del crimen organizado han transformado al Ecuador en una plataforma de sus transnacionales negocios, los Estados Unidos mantienen su lógica geoestratégica. Desean, en lo que podría ser visto como parte de un Plan Cóndor del Siglo XXI, que las fuerzas armadas del Ecuador -así como las de otros países de la región- asuman papeles policiales para combatir al narcotráfico, al terrorismo y a otras amenazas para sus intereses. Esta realidad se constata en muchas partes de Nuestra América, incluso en países con gobiernos progresistas, como México.
Este devenir nos recuerda aquellos viejos principios de la Seguridad Nacional, orientados a fortalecer esquemas de contrainsurgencia -quien sabe si también apuntalados con agrupaciones paramilitares-, que se los puede maquillar como de lucha contra el crimen organizado.
Como para redondear este breve análisis cabría anotar el posicionamiento del gobierno de Daniel Noboa -nacido en Miami- a favor de objetivos e intereses norteamericanos. Mientras cada vez más gobiernos levantan al menos su voz de preocupación e incluso de rechazo por las brutales violaciones de derechos desatadas por el sionismo en contra del pueblo palestino, el gobierno de Noboa apoya la posición del gobierno de Netanyahu y profundiza la cooperación en el ámbito de la asistencia policial que recibe Ecuador de Israel. Igualmente, el hecho de que Ecuador haya intentado entregar arnas de origen ruso y ucraniano a los Estados Unidos a cambio de nuevo armamento norteamericano, implica tomar una posición en ese conflicto europeo, que tiene, sin lugar a dudas, series repercusiones en la geopolítica mundial. No falta, por cierto, la renovada declaración oficial de asumir partido en la compleja situación política de Venezuela, que es aprovechada por todas las potencias para expresar, a su manera, su preocupación por “la democracia” en ese país, cuando en realidad lo único que les mueve es el acceso a las enormes reservas de petróleo y minerales venezolanos.
En la actualidad, la pretendida entrega de un pedazo de territorio de Galápagos a las fuerzas armadas de Estados Unidos, tiene que ser leída en este contexto geoestratégico, sin perder de vista la enorme fragilidad ecológica de ese maravilloso territorio insular, que podría sufrir brutales impactos por la presencia de bases militares, profusamente documentados en las islas de Hawai, en la isla de Vieques en Puerto Rico o en Panamá mismo. No se trata de una base temporal. El enfrentamiento inter-imperial será largo y complejo. Además, la lucha contra el narco tráfico y el crimen organizado -sobre todo por la vía militar- está condenada al fracaso. Y, esta ocasión, las destrucciones ambientales pueden ser mucho mayores, si se considera que el armamento nuclear y químico es una característica cada vez más presente en los arsenales modernos.
Sin minimizar la necesidad de enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico, la salida de esta compleja encrucijada no pasa por la instalación de bases militares extranjeras de cualquier procedencia, por la militarización de la sociedad[17] y por el populismo penal, que terminan por crear las condiciones para perseguir a grupos empobrecidos y racializados, que inclusive sirve para reprimir a los pobladores que defienden sus territorios de los extractivismos… Tampoco es tolerable la transformación del Ecuador en una suerte de protectorado de Washington en función de sus intereses imperiales, puesto que, bien sabemos, que la geoestrategia para enfrentar el narcotráfico solo sirve para controlar territorios, cuerpos, subjetividades, sin que se logre erradicarlo.
Estamos advertidos. Ojalá no sea cierto aquello que afirmaba el filósofo británico Aldous Leonard Huxley, de que “quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.”
Notas:
[1] Sobre este tema se pueden consultar los análisis de Luis Cordova Galarza (2025); “Nuevos enclaves militares en Perú y Ecuador ¿Por qué EE.UU. se instala en Talara y Galápagos?” (1 de enero) https://ordenconflictoyviolencia.or... y “Galápagos: un eslabón en la conquista del poder espacial y marítimo” (13 de enero) https://planv.com.ec/historias/poli...
[2] Ya no como un ejercicio de ciencia ficción, ese capital oligárquico transnacional, demostrando su asombroso y perverso ingenio para buscar y encontrar nuevos ámbitos de explotación, en un renovado esfuerzo expansionista, se dispone a extraer recursos minerales fuera de los límites de nuestro planeta e inclusive a crear colonias extraterrestres. Consultar en Peter Bloom, Alberto Acosta (2021); “Fase superior de los extractivismos – Minería en el más allá”. https://rebelion.org/mineria-en-el-...
[3] Ver House oí representattves. 39 th. Congress. 1 st. Scssion. Ex Doc. N 112 Republic oí Ecuador, Library of Congress. Washington, tomado de Manuel Medina Castro (1984); La otra historia: el Ecuador contra la dependencia y la intervención, Edición auspiciada por loas amigos del autor, Guayaquil.
[4] Jorge W. Villacres Moscoso (1982); Historia diplomática de la Repúblia del Ecuador, Tomo III, Universidad de Guayaquil.
[5] Un breve recuento se encuentra en el artículo de Alberto Acosta (2003); “La increíble y triste historia de América latina y su perversa deuda externa”. https://www.lainsignia.org/2002/dic... https://www.lainsignia.org/2002/dic...
[6] Alfredo Pareja Diezcanseco (1990); Ecuador – Historia de la República, Editora Unidad Nacional, Quito.
[7] Un interesante y recomendable recuento de esta atribulada historia -lammentablemente sin la una adecuada presentación de las referencias bibliográficas, se encuentra en el libro de Hugo Idrovo (2008); Baltra – Base Beta – Galápagos y la Segunda Guerra Mundial, Ministerio de Cultura, Quito.
[8] Alberto Acosta (1994), La deuda eterna – Una historia de la deuda externa ecuatoriana, Colección Ensayo, Libresa, cuarta edición íntegramente revisada y actualizada, Quito. https://drive.google.com/file/d/148...
[9] Luis Roballno Dávlla (1973); El 9 de Julio de 1925, Editorial La Unión, Quito.
[10] Luis Ángel Saavedra, Liset Coba (2007); “¿Operaciones de avanzada o base militar operativa? Un análisis de la Base de Manta”, INREHD, Quito. Disponible en https://www.inredh.org/archivos/man...
[11] Ver las entrevista en VISTAZO, 10 de junio del 2019: “No se requiere una base militar (americana) en Ecuador”. https://www.vistazo.com/actualidad/...
[12] Leer el artículo de Natalia Sierra, Alberto Acosta (diciembre 2024); “Ecuador: ¿Un Estado en disolución? Consecuencias de un sistema político y económico fallido”, Revista Ecuador Debate, Número 123, CAAP, Quito. https://drive.google.com/file/d/11Z...
[13] La lista de intervenciones de Marcelo Larrea sobre esta cuestón es muy larga. Aquí como botón de muestra se sugiere escuchar esta entrevista del 23 de diciembre del año 2024: https://www.youtube.com/live/LQEzkJ...
[14] Fernando Carrion (2022), “La violencia en el Ecuador, una tendencia previsible” , Revista Ecuador Debate, número 117, CAAP, Quito. https://repositorio.flacsoandes.edu...
[15] Ver en Alberto Acosta, John Cajas-Guijarro (2021); “Galápagos, más ruido que nueces ¿Un canje deuda-Naturaleza nada novedoso?” https://ecuadortoday.media/2021/11/...
[16] Entre otros muchos trabajos sobre el tema se puede consultar el de Anne Theisen (2023); “La estafa del Canje de «Deuda por Naturaleza» en un Ecuador sobreendeudado”, CADTM. https://www.cadtm.org/La-estafa-del...
[17] Consultar el artículo de Natalia Sierra, Alberto Acosta (diciembre 2024); “De la excepción del Estado a la militarización de Ecuador”, en la Revista descolonialidad del poder, buenos vivires y diálogo de saberes, Número 2, México. https://img1.wsimg.com/blobby/go/0e...;1.PDF?ver=1735525209913
Alberto Acosta: Economista ecuatoriano. Compañero de lucha de los movimientos sociales. Profesor universitario. Ministro de Energía y Minas (2007). Presidente de la Asamblea Constituyente (2007-2008). Candidato a la Presidencia de la República del Ecuador por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas (2012-2013). Autor de varios libros y artículos.
Genocidio al estilo occidental
Por Chris Hedges
Fuentes: Voces del Mundo [Imagen de portada: “Exploren Gaza” (Mr. Fish)]
Gaza es un páramo de 50 millones de toneladas de escombros. Ratas y perros hurgan entre las ruinas y los fétidos charcos de aguas residuales sin tratar. El hedor pútrido y la contaminación de los cadáveres en descomposición se elevan desde debajo de las montañas de hormigón destrozado. No hay agua potable. Poca comida. Una grave escasez de servicios médicos y apenas refugios habitables. Los palestinos corren el riesgo de morir a causa de municiones sin detonar, abandonadas tras más de 15 meses de ataques aéreos, descargas de artillería, impactos de misiles y explosiones de proyectiles de tanques, así como por diversas sustancias tóxicas, como charcos de aguas residuales sin tratar y amianto.
La hepatitis A, causada por el consumo de agua contaminada, está muy extendida, al igual que las enfermedades respiratorias, la sarna, la desnutrición, el hambre y las náuseas y vómitos generalizados causados por la ingestión de alimentos rancios. Las personas vulnerables, incluidos los niños y los ancianos, junto con los enfermos, se enfrentan a una sentencia de muerte. Alrededor de 1,9 millones de personas han sido desplazadas, lo que representa el 90% de la población. Viven en tiendas improvisadas, acampadas entre losas de hormigón o al aire libre. Muchos se han visto obligados a mudarse más de una docena de veces. Nueve de cada diez viviendas han quedado destruidas o dañadas. Edificios de apartamentos, escuelas, hospitales, panaderías, mezquitas, universidades -Israel voló la Universidad Israa de la ciudad de Gaza en una demolición controlada-, cementerios, tiendas y oficinas han sido arrasados. La tasa de desempleo es del 80% y el producto interior bruto se ha reducido casi un 85%, según un informe de octubre de 2024 publicado por la Organización Internacional del Trabajo.
La prohibición por parte de Israel del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA, por sus siglas en inglés) -que calcula que limpiar Gaza de los escombros dejados tras de sí llevará 15 años- garantiza que los palestinos de Gaza nunca tendrán acceso a suministros humanitarios básicos, alimentos adecuados y servicios.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo calcula que reconstruir Gaza costará entre 40.000 y 50.000 millones de dólares y llevará, si se dispone de los fondos necesarios, hasta 2040. Sería el mayor esfuerzo de reconstrucción posbélica desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Israel, abastecido con miles de millones de dólares en armas por Estados Unidos, Alemania, Italia y el Reino Unido, creó este infierno. Y pretende mantenerlo. Gaza seguirá sitiada. Tras una oleada inicial de entregas de ayuda al comienzo del alto el fuego, Israel ha vuelto a recortar drásticamente la ayuda transportada en camiones. Las infraestructuras de Gaza no se restaurarán. Sus servicios básicos, como plantas de tratamiento de agua, electricidad y alcantarillado, no se repararán. No se reconstruirán sus carreteras, puentes y granjas destruidos. Los desesperados palestinos se verán obligados a elegir entre vivir como cavernícolas, acampados entre trozos irregulares de hormigón, muriendo de enfermedades, hambre, bombas y balas, o el exilio permanente. Estas son las únicas opciones que ofrece Israel.
Israel está convencido, probablemente con razón, de que con el tiempo la vida en la franja costera se volverá tan onerosa y difícil, especialmente a medida que Israel encuentre excusas para violar el alto el fuego y reanudar los ataques armados contra la población palestina, que será inevitable un éxodo masivo. Se ha negado, incluso con el alto el fuego en vigor, a permitir la entrada de la prensa extranjera en Gaza, una prohibición diseñada para impedir la cobertura del horrendo sufrimiento y muerte.
La segunda fase del genocidio de Israel y la expansión del «Gran Israel» -que incluye la toma de más territorio sirio en los Altos del Golán (así como llamamientos a la expansión a Damasco), el sur del Líbano, Gaza y la Cisjordania ocupada- se está consolidando. Organizaciones israelíes, incluida la organización de extrema derecha Nachala, han celebrado conferencias para preparar la colonización judía de Gaza una vez que los palestinos sean objeto de una limpieza étnica. Las colonias exclusivamente judías existieron en Gaza durante 38 años hasta que fueron desmanteladas en 2005.
Washington y sus aliados en Europa no hacen nada para detener la matanza masiva retransmitida en directo. No harán nada para impedir que los palestinos de Gaza se consuman de hambre y enfermedades y acaben por despoblarse. Son cómplices de este genocidio. Seguirán siendo socios hasta que el genocidio llegue a su sombría conclusión.
Pero el genocidio de Gaza es sólo el principio. El mundo se está desmoronando bajo los embates de la crisis climática, que está desencadenando migraciones masivas, Estados fallidos y catastróficos incendios forestales, huracanes, tormentas, inundaciones y sequías. A medida que se desmorone la estabilidad mundial, la aterradora maquinaria de la violencia industrial, que está diezmando a los palestinos, se hará omnipresente. Estos asaltos se cometerán, como en Gaza, en nombre del progreso, de la civilización occidental y de nuestras supuestas «virtudes» para aplastar las aspiraciones de aquellos, en su mayoría gente pobre de color, que han sido deshumanizados y desechados como animales humanos.
La aniquilación de Gaza por parte de Israel marca la muerte de un orden mundial guiado por leyes y normas acordadas internacionalmente, un orden violado a menudo por Estados Unidos en sus guerras imperiales en Vietnam, Iraq y Afganistán, pero que al menos se reconocía como una visión utópica. Estados Unidos y sus aliados occidentales no sólo suministran el armamento para mantener el genocidio, sino que obstruyen la exigencia de la mayoría de las naciones de que se respete el derecho humanitario.
El mensaje que esto envía es claro: Tú, y las normas que pensabas que podrían protegerte, no nos importan. Nosotros lo tenemos todo. Si intentáis quitárnoslo, os mataremos.
Los drones militarizados, los helicópteros de combate, los muros y barreras, los puestos de control, las bobinas de alambre de espino, las torres de vigilancia, los centros de detención, las deportaciones, la brutalidad y la tortura, la denegación de visados de entrada, la existencia de apartheid que conlleva ser indocumentado, la pérdida de derechos individuales y la vigilancia electrónica son tan familiares para los migrantes desesperados a lo largo de la frontera mexicana o que intentan entrar en Europa como lo son para los palestinos.
Israel, que como señala Ronen Bergman en «Rise and Kill First» (Levántate y mata primero) ha «asesinado a más personas que cualquier otro país del mundo occidental», utiliza el Holocausto nazi para santificar su victimismo hereditario y justificar su Estado colonial de asentamientos, el apartheid, las campañas de asesinatos en masa y la versión sionista del Lebensraum.
Primo Levi, que sobrevivió a Auschwitz, veía la Shoah, por esta razón, como «una fuente inagotable de maldad» que «se perpetra como odio en los supervivientes y brota de mil maneras, contra la voluntad de todos, como sed de venganza, como quiebra moral, como negación, como hastío, como resignación».
El genocidio y el exterminio masivo no son dominio exclusivo de la Alemania fascista. Adolf Hitler, como escribe Aimé Césaire en «Discurso sobre el colonialismo», parecía excepcionalmente cruel sólo porque presidía «la humillación del hombre blanco». Pero los nazis, escribe, simplemente habían aplicado «procedimientos colonialistas que hasta entonces se habían reservado exclusivamente a los árabes de Argelia, los coolies de la India y los negros de África».
La matanza alemana de los herero y los namaqua, el genocidio armenio, la hambruna de Bengala de 1943 -el entonces Primer Ministro británico Winston Churchill desestimó con ligereza la muerte de tres millones de hindúes en la hambruna llamándolos «un pueblo bestial con una religión bestial»-, junto con el lanzamiento de bombas nucleares sobre los objetivos civiles de Hiroshima y Nagasaki, ilustran algo fundamental sobre la «civilización occidental». Como comprendió Hannah Arendt, el antisemitismo por sí solo no condujo a la Shoah. Fue necesario el potencial genocida innato del Estado burocrático moderno.
«En Estados Unidos», dijo el poeta Langston Huges, «no hace falta que a los negros nos digan lo que es el fascismo en acción. Lo sabemos. Sus teorías de supremacía nórdica y supresión económica han sido realidades para nosotros desde hace mucho tiempo».
Dominamos el mundo no por nuestras virtudes superiores, sino porque somos los asesinos más eficientes del planeta. Los millones de víctimas de proyectos imperialistas racistas en países como México, China, India, el Congo, Kenia y Vietnam son sordos a las fatuas afirmaciones de los judíos de que su condición de víctimas es única. Lo mismo hacemos con los negros, los morenos y los nativos americanos. También sufrieron holocaustos, pero estos holocaustos siguen siendo minimizados o no reconocidos por sus perpetradores occidentales.
«Estos eventos que tuvieron lugar en la memoria viva socavaron el supuesto básico tanto de las tradiciones religiosas como de la Ilustración secular: que los seres humanos tienen una naturaleza fundamentalmente ‘moral'», escribe Pankaj Mishra en su libro «The World After Gaza» (El mundo después de Gaza). «La corrosiva sospecha de que no la tienen está ahora muy extendida. Muchas más personas han presenciado de cerca la muerte y la mutilación, bajo regímenes de insensibilidad, timidez y censura; reconocen con conmoción que todo es posible, que recordar las atrocidades del pasado no es garantía de que no se repitan en el presente, y que los fundamentos del derecho internacional y la moralidad no son seguros en absoluto».
La matanza en masa es tan parte integral del imperialismo occidental como la Shoah. Se alimenta de la misma enfermedad de la supremacía blanca y la convicción de que un mundo mejor se construye sobre la subyugación y erradicación de las razas «inferiores».
Israel encarna el Estado etnonacionalista que la extrema derecha de los Estados Unidos y Europa sueña con crear para sí misma, un Estado que rechaza el pluralismo político y cultural, así como las normas legales, diplomáticas y éticas. Israel es admirado por estos protofascistas, incluidos los nacionalistas cristianos, porque ha dado la espalda al derecho humanitario para utilizar la fuerza letal indiscriminada para «limpiar» su sociedad de aquellos condenados como contaminantes humanos.
Israel y sus aliados occidentales, como vio James Baldwin, se encaminan hacia la «terrible probabilidad» de que las naciones dominantes «que luchan por aferrarse a lo que han robado a sus cautivos y son incapaces de mirarse en el espejo, precipiten un caos en todo el mundo que, si no pone fin a la vida en este planeta, provocará una guerra racial como el mundo nunca ha visto».
Lo que falta no es conocimiento –nuestra perfidia y la de Israel son parte del registro histórico– sino el coraje para nombrar nuestra oscuridad y arrepentirnos. Esta ceguera voluntaria y amnesia histórica, esta negativa a rendir cuentas ante el imperio de la ley, esta creencia de que tenemos derecho a usar la violencia industrial para ejercer nuestra voluntad marca el comienzo, no el final, de las campañas de matanza masiva del Norte Global contra las legiones crecientes de pobres y vulnerables del mundo.
Chris Hedges es un escritor y periodista ganador del Premio Pulitzer. Fue corresponsal en el extranjero durante quince años para The New York Times.
Texto original: The Chris Hedges Report, traducido del inglés por Sinfo Fernández.
Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/02...
Tomado de: https://rebelion.org/genocidio-al-e...
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