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Tortuga Antimilitar
El Reino Unido y Francia ultiman una coalición de países europeos que pretenden enviar tropas a Ucrania
Starmer, a los europeos sobre la paz en Ucrania: “Debemos defender cualquier acuerdo nosotros mismos”
El primer ministro británico, que ha reunido a 25 líderes europeos y otros aliados este sábado, dice que hay “nuevos compromisos” para una posible fuerza de paz y anuncia un encuentro de jefes militares el próximo jueves para pasar a la “fase operativa”.
María Ramírez
Oxford (Reino Unido)
Mientras Estados Unidos sigue negociando por su cuenta con Rusia, el Reino Unido y Francia diseñan una misión militar para intentar mantener la paz y preservar la soberanía de Ucrania si hay un acuerdo. Este sábado Keir Starmer, el primer ministro británico, reunió en una videoconferencia a más de una veintena de líderes de países dispuestos a participar, entre ellos, el presidente Pedro Sánchez.
“Debemos estar preparados para defender cualquier acuerdo nosotros mismos a través de una coalición de dispuestos”, dijo Starmer al principio de la reunión, que duró cerca de dos horas. Él y el presidente francés, Emmanuel Macron, presentaron opciones que les han preparado en los últimos días sus equipos de defensa después de varios encuentros con otros europeos y aliados como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Los jefes militares se vuelven a reunir el próximo jueves en el Reino Unido para diseñar una operación más detallada, y Starmer y Macron, dispuestos a llevar gran parte del peso de cualquier misión, quieren hacer la lista de qué recursos pueden poner los demás.
“Ha habido nuevos compromisos sobre la mesa esta mañana”, dijo Starmer en una rueda de prensa después de la reunión, aunque no identificó qué gobiernos hicieron esas ofertas y aseguró que habrá más detalles a partir del jueves, cuando se pasará a la fase “operativa” de la posible misión.
Entre los asistentes a la llamada de este sábado estaban el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y representantes de la Unión Europea además de los líderes de la mayoría de gobiernos europeos. Después de horas de incertidumbre, también participó la primera ministra italiana, Georgia Meloni, crítica con la iniciativa franco-británica y deseosa de hablar más directamente con el presidente de Estados Unidos. Después de la reunión, un portavoz de Meloni dijo que Italia “no contempla” participar en una posible misión de paz con tropas en el terreno.
El presidente Sánchez no ha dado aún detalles en público de qué podría aportar España, pero un portavoz subrayó antes de la reunión la importancia de que “España esté en estas mesas de decisión”, según informa nuestro reportero José Enrique Monrosi.
“Tenemos que seguir empujando, avanzando y preparándonos para la paz, una paz que sea segura y que dure”, dijo Starmer a los participantes en la llamada. “Antes o después”, según el primer ministro británico, el presidente ruso, Vladímir Putin, tendrá que “sentarse a la mesa” y “entablar una conversación seria”. Las palabras del británico sugieren que las conversaciones del Kremlin con Estados Unidos no han sido hasta ahora negociaciones o no han sido serias. “Lo que vemos ahora es que es Putin el que está intentando dar largas”, dijo.
Unas horas antes de la reunión, Starmer también se quejó de que Putin estaba “jugando” para no responder a la propuesta de alto el fuego, diseñada por los europeos y presentada por Ucrania a Estados Unidos. Según el británico, los europeos y otros aliados tienen formas de “presionar” a Putin “de manera colectiva” para que acepte una verdadera negociación. Starmer aseguró que los líderes también comentaron en la reunión la posibilidad de reforzar la sanciones contra Rusia.
Los europeos esperan que una parte de un futuro acuerdo sea una fuerza para mantener la paz. La llamada “coalición de dispuestos” estaría liderada por el Reino Unido y Francia, las únicas potencias nucleares y las que están dispuestas a desplegar más tropas en el terreno. Otra veintena de países participaría con soldados o formadores de militares, armamento y tecnología de vigilancia, en algunos casos con despliegues en países vecinos de Ucrania y en el mar Negro y el mar de Azov. Como repite Starmer, a esto habría que añadirle un apoyo de Estados Unidos, sea en forma de información de inteligencia, aviones, defensa antimisiles o algún refuerzo militar en Polonia.
Los europeos, conscientes de los límites de su relación con el Estados Unidos de Donald Trump, tratan de acelerar entretanto la inversión en defensa y de desplegar más capacidades ahora en Ucrania.
También se trata de abandonar la dependencia en las comunicaciones por satélite de la empresa de Elon Musk, Starlink.
“Podemos intervenir rápido por ejemplo con munición, pero también con comunicaciones por satélite si es necesario”, dijo el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, después de la reunión de Defensa en París el miércoles. El nuevo Gobierno alemán de coalición es una de las piezas clave ya que el próximo canciller, Friedrich Merz, se ha comprometido a gastar más y ha alertado claramente que Estados Unidos ya no es un aliado de fiar.
La misión que preparan Starmer y Macron para presentarla a Trump, el único con el que Putin quiere de momento negociar. El presidente de Estados Unidos dice haber “pasado por mucho” con el de Rusia y tiene con él una larga historia de admiración y resentimientos comunes que inquietaba a diplomáticos y militares estadounidenses ya en su primer mandato.
Defender el acuerdo
Para los europeos, excluidos por Trump y Putin de la mesa de negociación, se trata ahora, si hay un acuerdo de cese de hostilidades, de “defenderlo”. “Tiene que ser una paz donde se defienda el acuerdo, porque hemos tenido acuerdos antes y no se han mantenido porque Rusia los viola”, dijo Starmer antes de la reunión en una entrevista con el podcast The News Agents.
Putin ha insistido a través de varios portavoces que consideraría una “amenaza” la presencia de tropas europeas dentro de Ucrania. “Está diciendo, como ha dicho antes, que no quiere garantías de seguridad en relación con el trato. Eso te dice algo. Si no pretendes infringir el acuerdo, no tendrías demasiados problemas con las garantías para el acuerdo”, explicó Starmer. “Su reacción refuerza mi convicción profunda de que si no se defiende el acuerdo con garantías de seguridad, entonces él lo violará en el momento que le apetezca... Para mantener la paz, debemos tener garantías de seguridad fuertes. No mantienes la paz sin garantías”.
Los europeos están preocupados sobre cómo Estados Unidos está negociando con el Kremlin, en particular porque ya no tiene alrededor como en el primer mandato especialistas en Rusia y en la región. Trump, además, está rodeado de voces con una animadversión personal contra Ucrania, como es el caso de su vicepresidente, JD Vance, de su propio hijo, Donald Trump junior, y de su asesor Elon Musk.
“En el primer mandato de Trump había expertos serios en Rusia, como Fiona Hill, pero en este equipo actual no hay nadie así”, dijo una fuente diplomática europea al medio Politico en Londres. “Estoy preocupado de que no entiendan cómo piensan los de Putin y que caigan en sus trampas de negociación”.
Fiona Hill, especialista en la historia de Rusia y la Unión Soviética, rusoparlante y veterana del Gobierno de Estados Unidos, fue consejera de seguridad sobre Rusia de Trump entre 2017 y 2019 (luego testificó en el primer impeachment contra él). Hill, británica, es ahora asesora de defensa del Gobierno Starmer.
El negociador enviado esta semana por Estados Unidos a Moscú, Steven Witkoff, es un millonario del sector inmobiliario amigo de Trump sin especial experiencia en la diplomacia o en la región, y que el presidente también ha nombrado enviado a Oriente Próximo.
Después de ese encuentro, portavoces tanto de Estados Unidos como de Rusia aseguraron que se sienten “cautelosamente optimistas”, pero los europeos temen que Trump ceda ante las exigencias maximalistas de Putin, como dejar a Ucrania sin defensa u obligar al presidente Zelenski a convocar elecciones para intentar colocar a un Gobierno títere en Kiev.
Trump dijo el viernes que las conversaciones con Putin habían sido hasta ahora “buenas y productivas”, pese a la resistencia del presidente ruso incluso a un alto el fuego de un mes, y aprovechó para difundir una afirmación cuestionada y que repite el Kremlin sobre el cerco de las tropas ucranianas.
El “cerco masivo” de las tropas ucranianas es “ficción”, según dijo Michael Kofman, un analista militar del think-tank Carnegie Endowment, al reportero del Guardian en Kiev Shaun Walker. Una fuente ucraniana admitió la retirada de tropas, pero negó el cerco, que también ha sido cuestionado por expertos militares rusos. Lo que sí está sucediendo, como explica aquí nuestra periodista experta en Ucrania Icíar Gutiérrez, es el repliegue de las tropas ucranianas de Kursk.
Trump volvió a atacar a Ucrania durante una rueda de prensa este viernes por supuestamente “meterse” con su vecino. Entretanto, Putin agradeció sus esfuerzos por “hacer todo lo posible” para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Concentración y expansión. El capitalismo (II): Capitalismo industrial y financiero en los siglos XIX y XX
Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.
Ver también:
1ª parte: Precedentes y origen
Podríamos hablar de algunas vicisitudes en el proceso evolutivo de los estados de la Edad Moderna y del sistema económico capitalista durante los siglos XVII y XVIII. Pero, al ser de trascendencia menor para lo que tratamos de presentar en este estudio, prefiero pasar a la siguiente fase: el capitalismo tras la Revolución Industrial. Esto nos lleva a conectar con algunas cosas ya dichas en el capítulo anterior.
Las revoluciones agrícola e industrial aceleran el proceso de concentración económica. Ya nos hemos referido al expolio de tierras y expulsión de masa campesina del agro que sucedió en la última fase de lo que Marx llamaba «acumulación original». Si el sistema mercantilista ya venía permitiendo cierta acumulación de dinero mediante los beneficios de las transacciones y los intereses crediticios, esta apropiación a gran escala del medio de producción agrícola y forestal va a poner en manos de la clase emprendedora el capital necesario para crear, prácticamente de la nada, una sociedad industrial. Como decíamos arriba, el cambio de modelo es de gran calado. La economía capitalista ya no estará basada en la ganancia comercial sino en la capacidad de producir bienes de consumo y venderlos a precios competitivos. El sistema de fabricación, con ayuda de las nuevas máquinas, será de grandes proporciones, y precisará inéditos sistemas de venta masiva. Una vez más se va a recurrir al término «mercado» (10) para denominar a los grandes grupos humanos dotados, de una manera o de otra, del suficiente poder adquisitivo, imprescindibles para absorber y consumir los productos industriales. Para realizar esta transición entre modelos económicos, que durará medio siglo, o algo más, en los estados que van en vanguardia, habrá que poner a la sociedad patas arriba, especialmente a sus sectores más vulnerables. Ya hemos hablado de las duras condiciones del proletariado en la primera mitad del siglo XIX. También de cómo esa situación comenzó a cambiar lentamente hacia mediados de la centuria, una vez la transición había concluido.
Un cambio muy importante es que ya no es el estado, a diferencia de los siglos precedentes, quien gestiona la economía y acapara la parte principal de los recursos. El, cada vez más, mundializado flujo comercial había hecho crecer y enriquecerse a una clase de comerciantes: la burguesía. En tiempos de las desamortizaciones y actas de cercamiento, aunque sea el poder estatal quien regule el formato legal del expolio, serán esos agentes privados, previamente enriquecidos, quienes finalmente se hagan con la propiedad rural expropiada, la cual comprenden como una más de sus inversiones. Y de hecho, como podrá verse poco después, resulta ser una inversión más que rentable, lo cual fortalecerá aún más a esta clase empresarial frente al poder político afincado en la institución estatal, detentado por las élites nobiliarias tradicionales, y la constituirá en un contrapoder. Se da así el inhabitual caso que, por otra parte, tampoco es nuevo en la historia, de dos grupos enfrentados por la hegemonía en el corazón de un mismo sistema de poder altamente concentrado. Esta situación paradójica —dialéctica diría Marx— desemboca en un conflicto abierto entre los dos grupos, o clases, que se disputan el poder. 1789 es el pistoletazo de salida. Hemos resumido la historia de las revoluciones liberales posteriores, y explicado cómo el llamado «tercer estado», la burguesía, terminaría desalojando a la nobleza de las instituciones políticas, volviendo a unificar los dos poderes, tal como exige la lógica mecánica del modelo de concentración-expansión que venimos estudiando.
Entre las transformaciones principales que se inician en este periodo podemos hablar del trasvase poblacional desde el mundo rural a la ciudad. La Revolución Industrial dobla el brazo definitivamente a lo que venía siendo un abrumador predominio del medio rural sobre el urbano.
El llamado «éxodo rural» sucederá ininterrumpidamente hasta finales del siglo XX en los países más desarrollados y tenderá a despoblar el campo. Durante este momento del capitalismo las ciudades crecerán de forma incesante, impulsadas también por un aumento demográfico de carácter general cuyas causas no me voy a detener a examinar aquí. La implantación de industrias y el incremento poblacional obligarán a las ciudades a expandir sus límites físicos, derribando viejas y ya innecesarias murallas, y creando nuevos barrios. Cuando tales barrios se erijan para la nueva clase burguesa se seguirán criterios de orden, funcionalidad y elegancia. Son los llamados «ensanches», que aún podemos recorrer en casi todas las capitales. Como siempre fue característico de todo poder, estos espacios públicos y los edificios particulares que en ellos se radican, tratarán de demostrar la fortaleza de la nueva clase dirigente, mediante la grandiosidad y la ostentación del lujo. Así, el urbanismo y la arquitectura se convierten en escaparate de los nuevos movimientos artísticos, nuevamente adscritos a la élite, como no podía ser menos. La otra cara de la moneda del ensanche será el «suburbio», espacio que la ciudad concede para que se asiente la masa proletaria que ha afluido a ella para ser explotada en la industria. Estos barrios, que ocuparán sistemáticamente los peores lugares de la ciudad, los menos accesibles o más insalubres, se caracterizarán por la falta de planificación urbanística y por su abandono en cuanto a todo tipo de servicios básicos. La vivienda tendrá a menudo un carácter escaso, dando lugar al hacinamiento, e inhabitable —la infravivienda—.
El modelo de esta fase recibirá el nombre de «capitalismo industrial». Su principal característica, como decía, es la de poner el acento en el factor productivo. Pero también, y se iniciará entonces un debate político al respecto que llega a nuestros días, la de negar la intervención estatal en la economía. Acaso, se me ocurre, por desarrollarse en coincidencia temporal con la pugna entre la clase aristocrática parapetada en el poder político y la clase burguesa, dueña del poder económico. Los empresarios capitalistas, en estos tiempos en que son ajenos a las instituciones del estado, preferirán que sea la ley de la oferta y la demanda, y no el arbitraje gubernamental, quien regule la competencia, que así será bautizada como «libre». Lo mismo que el mercado. La marea ideológica del momento, moderna, utilitarista, liberal…, permitirá que se declare sin ambages ni escrúpulos de tipo moral o religioso, que el fin de la actividad económica no es otro que la obtención del máximo beneficio posible. Que, de hecho, es bueno y necesario que tal cosa sea así. En el desarrollo práctico de este modelo jugarán un papel principal las sociedades anónimas como estructura empresarial. También la banca y la bolsa de valores, como herramientas capaces de dotar al sistema de versatilidad, impersonalidad y dinamismo. Como puede apreciarse, asistimos al momento en que los principios del liberalismo son aplicados —también— al funcionamiento de la economía.
La siguiente etapa del modelo económico es la del «capitalismo financiero». Comienza en el último cuarto del siglo XIX y se extiende hasta la actualidad. Algunos autores prefieren definir una cuarta etapa, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a la que llaman «capitalismo tecnológico». Trataré de definir los principales rasgos de todo ello en esta secuencia interpretativa del capitalismo que vengo intentando.
Tres son las características que definen el nuevo periodo: monopolios, centralidad de los bancos, y la economía de especulación, y exportación de capitales. Más tarde entrará en juego un nuevo factor: la revolución tecnológica.
La implantación masiva de la industria y el crecimiento de la economía productiva había provocado una enorme acumulación de capital en el Occidente industrializado. Recordemos que Lenin hablaba de este excedente económico como causa del soborno a la «aristocracia obrera». Gran parte de este dinero se colocará en el mercado bursátil y en inversiones de carácter financiero a través de la banca. Recordemos, asimismo, que un banco es una sociedad que se dedica a invertir el dinero de sus depositantes, tanto en créditos a terceros con interés, como en la participación en sociedades anónimas, también en búsqueda de beneficio (en forma de dividendos, o de especulación en bolsa, mediante el incremento del valor de las acciones). Paulatinamente, las instituciones bancarias, participadas por los grandes industriales, van a ir creciendo y van a ser dueñas de cada vez mayor porcentaje accionarial de la industria, hasta alcanzar un momento en el que el capital industrial y el bancario sean prácticamente indistinguibles. Toda la economía se irá haciendo dependiente del crédito bancario, sin el cual no es posible la inversión y la expansión de los negocios.
Esa «bancarización» de la economía irá ampliándose a cada vez mayores esferas, llegando a invadir, en las postrimerías del proceso, la vida de hasta el último súbdito. Pensemos en las actuales domiciliaciones de nóminas, recibos, pagos con tarjeta o con el móvil, cargo de impuestos u obtención de créditos hipotecarios. Las empresas, e incluso los estados, se acostumbran a vivir permanentemente dependientes de una financiación que, en caso de ser bruscamente interrumpida, les llevaría a la suspensión de pagos y a la quiebra. Ocurre lo mismo en sentido contrario, cuando el volumen de créditos impagados se vuelve insostenible. Recientemente hemos asistido a más de un rescate de bancos por parte de los estados y de instituciones supranacionales creadas en prevención de estas situaciones. Como puede observarse, esta dependencia del sistema económico con respecto al capital fiduciario (el crédito) genera un delicado juego de malabares en el que hay muchos factores que pueden desequilibrar el andamiaje y provocar impredecibles reacciones en cadena. El caso más sonado fue la llamada crisis de 1929.
Por si fuera poco, la irrupción del mercado de valores, la bolsa, va a suponer el desarrollo de una economía paralela, la financiera-especulativa; a la postre tan determinante como la real-productiva. El valor de las empresas, según este nuevo orden, no se mide en función de su cuenta de resultados, del balance de su explotación industrial, agrícola, pesquera, de transportes... Ni siquiera por sus bienes patrimoniales. Se estima en función de lo que los inversores están dispuestos a pagar en cada momento por sus acciones. Como los jugadores de fútbol actuales. Este precio puede fluctuar indefinidamente al alza o puede derrumbarse estrepitosamente, llegando incluso a arrastrar a la quiebra a la empresa concernida. Que tal cosa suceda tiene que ver con circunstancias objetivas y de contexto que afectan al negocio y a su balance contable, pero también con factores psicológicos de optimismo y esperanza, temor e incertidumbre. «Pánico bursátil» es el término que se suele utilizar en estos últimos casos. Así, mediante la posesión de acciones, bonos de inversión y papeles (hoy anotaciones en sistemas informáticos) semejantes, alguien puede ser poseedor de una incomparable fortuna sin relación alguna con el menor factor productivo o bien raíz. Recordemos al personaje interpretado por Richard Gere en «Pretty Woman», entre otras muchas películas de Hollywood que se inspiran en esta temática. Subir a esta torre, a medio camino entre lo imaginario y lo real, y contemplar allá abajo, allá lejos, la simplicidad del tipo de economía autárquica de la que hablábamos líneas arriba, da vértigo. De hecho, la altura de los rascacielos de Manhattan y el resto de centros financieros mundiales tiene mucho que ver con la intención de proyectar hacia la sociedad esta idea de sublime intangibilidad. Recurso, por otra parte, que ya se venía utilizando desde la época de los faraones.
La siguiente característica del capitalismo moderno es el monopolio. Éste no es otra cosa que una paulatina concentración de la propiedad en cada vez menos titulares. Consecuencia lógica, mecánica, del proceso global que venimos estudiando. Tal como ocurría con las sociedades de la antigüedad, la competencia entre diferentes entes que se reparten un mismo espacio da lugar a que aquellos que crezcan a un ritmo menor, o no lo hagan en absoluto, sean fagocitados por sus compañeros de viaje. La abundancia de beneficios a finales del siglo XIX y principios del XX provocó un crecimiento incesante del volumen de negocios, generando una feroz competencia por los mismos recursos: materias primas y mercados. También por el control del capital financiero. Así, algunas empresas se fusionan para poder optar juntas a mayores ventajas competitivas. O, simplemente, las más poderosas van adsorbiendo a sus competidoras más pequeñas. Este proceso, iniciado en el sector bancario y continuado en el resto, desemboca en un mercado mundial en el que el factor competencia queda reducido a la pugna entre grandes monopolios que acaparan los principales sectores económicos. Es la principal característica del monopolio: su posición dominante en una rama concreta de la economía. Obviamente, el control de la oferta que ello supone se traduce en la posibilidad de poder imponer precios —dentro de unos límites— (11) a los consumidores. Este proceso de concentración, que estaba alumbrando la existencia de poderosos cárteles y trusts (12), ya en sus inicios, alarmó al propio poder político y económico burgués. Era evidente la contradicción que generaba a los principios del libre mercado. Concretamente a la norma según la cual éste se autorregula mediante la competencia y la ley de la oferta y la demanda. Así, comienzan a implantarse algunas legislaciones estatales que regulan, e incluso prohíben, ciertas prácticas de tipo monopolista. El poder político está de regreso a la economía. Ahora, con el beneplácito de la clase burguesa que solo unas décadas atrás lo negaba taxativamente. A partir de este momento vamos a ver, cada vez más, a los gobiernos estatales actuando en diversos frentes, en defensa de los grandes poderes económicos radicados dentro de sus fronteras, a su vez enfrentados con las compañías y bancos de los estados vecinos en el reparto del pastel planetario. Así, asistiremos a la carrera por completar los respectivos imperios coloniales o al estallido de un conflicto bélico de proporciones nunca vistas: la Primera Guerra Mundial, la cual, como es sabido, fue causada principalmente por una colisión entre economías «nacionales» en expansión.
Las cortapisas legales que trataban de evitar, o minimizar, la formación de monopolios quizá lograron que el proceso de concentración económica no llegase a sus máximas consecuencias: el monopolio puro (cosa que sí llegó a darse en la URSS y sus estados satélites). Pero en modo alguno evitaron el predominio de los monopolios en la economía. Puede decirse, de hecho, que hoy los monopolios, por mucho que se evite el término, controlan cualquier rama de la misma. En forma de oligopolio o consorcio; caso, por ejemplo, de las empresas suministradoras de combustible y energía eléctrica. O de multinacionales que han absorbido prácticamente todo su sector: como grandes empresas de la alimentación, la farmacia o la ropa sobradamente conocidas. A pesar de existir un enorme número de mercantiles, la proporción del sector no monopolizado —los llamados «outsiders»— en el total del volumen de negocio es mínimo. Podría decirse que la verdadera libre competencia juega un papel irrisorio en la actual economía capitalista, la cual se encuentra dominada en todo por las empresas monopolistas. Éstas controlan la investigación tecnológica, la extracción y los flujos de materias primas y hasta la voluntad de los consumidores, obtenida mediante su abrumadora superioridad a la hora de publicitarse. En perfecto maridaje con el poder político —recordemos, por ejemplo, las llamadas puertas giratorias—, una y otra vez consiguen de éste posiciones favorables: contratas, legislaciones, política exterior, encubrimientos, zancadillas a la pequeña empresa... En tales condiciones resulta más que difícil la competencia, y las empresas de menor tamaño que desarrollan su negocio en el mismo sector que los grandes gigantes, paulatinamente se ven obligadas a cerrar, a ser absorbidas o a continuar su explotación siendo un mero apéndice de las multinacionales; trabajando para ellas según sus condiciones, perfectamente aisladas del mercado y los consumidores. Véase el ejemplo actual de las marcas blancas. En el momento actual asistimos a la última vuelta de tuerca para monopolizar la economía: el comercio por internet. El hábito artificialmente inducido a la población para que haga sus compras desde casa empleando las últimas novedades cibernéticas, inevitablemente, contribuye a la concentración de las ventas en cada vez menos «grandes gigantes» de la red, al tiempo que el pequeño comercio local —real y no virtual— paulatinamente se ve obligado a ir cerrando sus puertas. La gradual eliminación del dinero físico y su sustitución obligada por novedosas formas telemáticas de pago —además de constituirse en un formidable sistema de controlar la esfera íntima de las personas por parte de bancos y gobiernos— navega en el mismo sentido. La novela «La Caverna», de Saramago, con lenguaje literario, apunta la inquietante deriva distópica que se desprende de todo esto.
Como se ha nombrado ya más de una vez en este capítulo, a las grandes familias capitalistas que controlaban la economía entre fines del siglo XIX y principios del XX se les caía el dinero de las manos. La aplicación de mejoras técnicas a la industria y los transportes de la llamada «segunda revolución industrial» (la máquina de vapor a la navegación, mejoras en la fundición...) había permitido una expansión, tanto de la producción como de los mercados. A su vez, el consiguiente proceso de fusión de capital bancario e industrial y la progresiva concentración empresarial en pocos monopolios, había posibilitado una acumulación de capital en pocas manos sin precedentes. Después de gastar parte de esos ahorros en sobornar a líderes políticos y sindicales, en mejorar un poco las condiciones de los trabajadores para tenerlos más contentos o, al menos, no tan enfadados, y en construirse mansiones dignas de Luis XV e hipódromos y casinos, aún les seguía sobrando dinero. ¿Qué hacer con él? Pues lo que sabían: reinvertirlo. Hacer más grandes las fábricas o construir otras nuevas, poner más navíos a surcar los océanos, fundar nuevos bancos y compañías de seguros, ensanchar los almacenes... El problema que encontraron es que sus propios mercados, sometidos a fuerte competencia, venían estando saturados. Así que decidieron emplear el dinero en la implantación de fábricas y otros negocios en las propias colonias. El objetivo era vender in situ lo allí fabricado y, más tarde, aprovechando los menores costes productivos, exportarlo con beneficio a los países industrializados. A este fenómeno se le denomina «exportación de capitales» (13).
Así, se introduce un cambio de gran entidad en la relación económica entre los países occidentales y sus colonias, la cual ya no solo se va a fundamentar en el tráfico de materias primas a cambio de productos manufacturados, propio de las etapas anteriores. Esta estrategia, además de sortear el problema de la escasez de mercado en la metrópoli, añadía la ventaja de que los costes de producción podían abaratarse sensiblemente; por estar las nuevas industrias en el mismo lugar de obtención de las materias primas que precisaban, pero, especialmente, por el muy inferior coste de la mano de obra. A cambio, sobre todo cuando esta economía colonial se convirtió en exportadora hacia Occidente, se necesitaba solvencia y costes bajos en el transporte intercontinental. Cosa que cada vez se daba más, gracias a los avances de la ingeniería. En contrapartida, invertir en estos lugares suponía ciertos riesgos, especialmente si no se daba un control político efectivo de los mismos. Así, los capitalistas presionarán a sus respectivos gobiernos para garantizar sus negocios y el cobro de sus beneficios (y para asegurarse el acceso a las grandes cantidades de materias primas que reclamaban sus industrias), obligándoles a mayor inversión en la administración y control militar de los territorios donde se hacen las inversiones: esto es, una profundización del sistema colonial.
En tal contexto, se dará una auténtica carrera entre los diversos estados capitalistas por el control de territorios de ultramar en los que puedan expandirse sus empresas monopolísticas. Es la época del «imperialismo», «fase superior del capitalismo», según Lenin. El mundo queda repartido entre un selecto grupo de países capitalistas, que compiten entre sí por explotar colonias y semicolonias. En dicha competición algunos países, colonizadores históricos, llevaban ventaja y cerraban el paso a las nuevas potencias industriales —caso de Alemania— que precisaban esos espacios para seguir creciendo. Este hecho generó las lógicas tensiones que, trasladadas una vez más a las relaciones entre estados, desembocaron en el conflicto bélico, «la continuación de la política por otros medios», según cita del teórico del belicismo Carl von Clausewitz. Jean Touchard, en su «Historia de las ideas políticas», citando al economista británico coetáneo John A. Hobson, dice que «el imperialismo es el esfuerzo de los grandes amos de la industria para facilitar la salida de su excedente de riquezas, tratando de vender o de colocar en el extranjero las mercancías o los capitales que el mercado interior no puede absorber; por consiguiente, los principales responsables de las guerras son los financieros, siendo el mejor medio de luchar contra la guerra el modificar la distribución del poder adquisitivo y el ofrecer posibilidades de inversión en el interior de las fronteras; para conseguirlo hay que sustituir a los actuales oligarcas financieros por un gobierno nacional y democrático. Tal es la tesis mantenida en 1902 por Hobson en su libro Imperialism, a study.»
En la nueva situación, el estatus económico de la colonia o del estado semicolonial (como las nuevas repúblicas americanas o algunas monarquías asiáticas nominalmente independientes) mantiene la relación de subordinación con respecto a los países colonizadores. Siguen siendo productores y exportadores natos de materias primas y productos agropecuarios. Ahora se añade que también fabrican y exportan manufacturas. En tanto mercado, son lo que se conoce como «mercados cautivos»: solo pueden consumir aquello que les vende la metrópoli, la cual impide, valiéndose de diversas fórmulas, que pueda darse un desarrollo industrial autóctono. En algunos casos se imponen los llamados «monopolios estatales»; la prohibición expresa de producir o comerciar libremente con determinados productos «estancados»: tabaco, sal, pólvora, acuñación de moneda... (más tarde telégrafo, teléfono, radio, etc.).
Tal como ocurría en el periodo del capitalismo industrial en Occidente, la producción fabril realizada en las colonias a tan bajo coste, unida a la antigua exportación de productos primarios, la cual seguía en vigor, no podía dejar de producir unos réditos económicos formidables. Sin embargo este capital no se queda en la colonia y es reinvertido en ella, sino que se repatría a la metrópoli (o se sigue invirtiendo en el país colonizado, pero siempre bajo propiedad de los capitalistas occidentales). La situación de dependencia económica no solo se mantiene, sino que tiende a incrementarse. Más cuando la economía se va haciendo global, no dejando apenas espacio a sistemas no integrados plenamente en ella.
Tras la Segunda Guerra Mundial, las regiones que estaban comprendidas en los diversos imperios coloniales alcanzan su independencia formal. Ello dará lugar a la fundación de decenas de nuevos estados, diseñados todos ellos según el patrón occidental. Algunos analistas de la época venían haciendo cálculos, y no estaba tan claro que los beneficios obtenidos de las colonias superasen los costes en administración y ocupación. Gastos que se multiplicaban de año en año al desarrollarse élites locales, cada vez más occidentalizadas, influidas por las ideologías nacionalistas que campaban por todo el mundo, deseosas de sacudirse la dominación extranjera. Así, las potencias europeas desmantelarán sus gobiernos y su ocupación, otorgando la independencia política a sus colonias. Política, que no económica. Los antiguos amos, antes de irse, se aseguran de que los nuevos sillones presidenciales y ministeriales van a estar ocupados por personas afines, cuando no directamente a sueldo de las grandes compañías occidentales que van a seguir presentes en el país.
La historia de la gobernación de estos nuevos países (incluyendo los estados latinoamericanos que eran políticamente independientes desde hacía más de un siglo), el llamado tercer mundo o «mundo empobrecido», como es más cabal nombrarlo, está salpicada de golpes de estado, asesinatos, guerras y de intervención militar occidental (14). En todos los casos se pretende que el gobierno de cada estado esté detentado por el grupo más afín a los intereses económicos neocoloniales. A poder ser, en forma de dictadura militar o de parlamentarismo adulterado, sistemas que proporcionan mayor estabilidad. En algunos casos, como, por ejemplo, la guerra de los Grandes Lagos en África, un conflicto con décadas de desarrollo y millones de víctimas causadas, poner y quitar presidentes y ubicar facciones armadas sobre el terreno, responde únicamente al interés de diferentes actores occidentales que están en pugna entre sí por el control de un territorio especialmente bien dotado en cuanto a materias primas.
A este mecanismo de, podría decirse, control remoto del centro político de estos estados, se añaden otros métodos de dominio de carácter económico. Por ejemplo el sistema arancelario. Cualquier industria autóctona de los países del mundo empobrecido —imaginemos, por ejemplo, la fabricación de refrescos de nuez de cola—, tendrá que hacer frente a fuertes pagos fronterizos si desea exportar a los mercados de Occidente y competir con los productos de allí. El arancel hace que ello no sea rentable y que su producción solo pueda enfocarse al mercado interno. En él deberá competir —incluso a nivel publicitario— con los productos fabricados in situ por las compañías occidentales o importados sin que los respectivos gobiernos, en el caso improbable de estar libres de corrupción y desear actuar de ese modo, puedan aplicarles aranceles equivalentes a los que se utilizan en el mundo rico, por miedo a represalias comerciales en forma de embargos y restricción del crédito.
Porque esa es otra. Tras la independencia se le creó un nuevo formato a la exportación de capitales: el préstamo de dinero a los nuevos estados. Poner en pie las estructuras de una nación, por muy tercermundista que sea, valga la expresión, necesita financiación. Así, los nuevos países nacieron ya empeñados. Deudores de la banca occidental e incluso de los gobiernos de los países desarrollados, también metidos a prestamistas. Posteriormente, de instituciones internacionales fundadas por los países ricos para coordinar mejor el expolio: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc. Los intereses, desde el principio, fueron leoninos. Los nuevos gobiernos no tenían otra que aceptar: países descapitalizados en virtud de los mecanismos antes expuestos, pronto se encontraron en una situación de fuerte dependencia económica para hacer funcionar mínimamente sus instituciones y desarrollar algún tipo de infraestructura. La llamada «deuda externa» devino rápidamente un diabólico mecanismo según el cual cualquier tipo de ingreso que pudieran tener esos estados, estaba poco menos que embargado, no ya para devolver los préstamos, sino, simplemente, para amortizar los intereses de los créditos. No me parece exagerado utilizar el término «vampirismo» para valorar las relaciones económicas entre estos países y el mundo rico. Hemos explicado cómo las empresas monopolistas exprimen aquellas economías y crean un flujo sistemático de riqueza hacia Occidente. Si añadimos que también los gobiernos de los países ricos y las instituciones internacionales por ellos gestionadas tienen puesto en marcha un mecanismo de usura para recaudar aún más recursos, podemos decir, alto y claro, que la población expoliada del Sur es la que paga con su pobreza, tanto el lujo de las grandes fortunas, como el propio estado de bienestar del Norte.
Notas
10- «Mercado» procede del latín mercatus, que se refería a «comercio», el cual a su vez derivaba del verbo mercari, «comprar». La raíz de estas palabras y otras relacionadas es merx (genitivo mercis) que, según mi filólogo de cabecera, el profesor Biosca, significa «producto»; cosa que se compra y que se vende. Curiosamente, y es de creer que alguna relación tiene, Mercurio (su equivalente griego es Hermes) es el dios romano del comercio. Me resulta curiosa esta última relación fonética (o semántica, como se quiera), que se correspondería con un deseo de los romanos de sacralizar la actividad comercial. Como hacían con la mayoría de cosas importantes para su cultura que, como es sabido, era politeísta. Pero lo gracioso —o no— del asunto es que esa sacralidad ha pasado al capitalismo, el cual tiene al «mercado», mejor cuanto más abstractamente se defina, como una suerte de divinidad trascendental capaz de proveer a la humanidad de bienestar y riqueza; la «bendición» o «gracia» que hoy se anhela.
11- Como es natural, el límite máximo lo fija la capacidad adquisitiva de los consumidores. Pero lo habitual es que los precios fluctúen en bandas no tan altas dependiendo del nivel de necesidad del producto puesto a la venta (no es lo mismo un objeto de primera necesidad, que algo prescindible) y del grado monopolístico alcanzado por la empresa vendedora. En esta ecuación suele participar también el poder político cuando no está completamente sobornado: limitando precios, promoviendo competencia o subvencionando productos (el recibo de la luz, por ejemplo).
12- El cártel es una unión temporal de empresas con propietarios distintos pero que trabajan en el mismo sector. Pactando una alianza entre ellas persiguen poner en desventaja a la competencia, controlar los precios o ambas cosas. A menudo su estrategia se basa en regular la oferta, disminuyéndola en relación a la demanda para que el precio aumente. El ejemplo más característico es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Por su parte el trust es la forma empresarial más cercana al monopolio. Se conforma cuando diferentes entidades que, entre todas, tienen más o menos copado un sector, se unifican en una sola gran empresa, desapareciendo así la competencia. El ejemplo histórico que siempre se pone es el de la estadounidense Standard Oil Trust, que en 1882 logró absorber a la mayoría de sus rivales. Existe también el holding, que viene a ser una unión bajo la misma propiedad de empresas que trabajan en sectores diferentes. A menudo la empresa matriz no posee completamente a las subordinadas, sino sólo parte de su accionariado. El sentido del holding no es tanto el control monopolísitico de un sector, como el contar con una buena base para la especulación financiera. En España fue famoso el holding Rumasa, y luego Nueva Rumasa, de la familia jerezana Ruíz Mateos.
13- La exportación de capitales, ya desde sus inicios y en una dinámica que llega a la actualidad, no se circunscribió a las colonias. El mundo colonial era inestable; siempre amenazado por revueltas y sediciones y por otros factores que podían detener o condicionar la producción. A día de hoy, invertir en el tercer mundo, a pesar de la gran oportunidad de negocio por la reducción de los costes, sigue siendo arriesgado. Un cambio radical de gobierno, por ejemplo, puede suponer la expiración de una concesión o del favor gubernamental, o un gravoso impago. Muchos capitalistas de los países económicamente más avanzados, prudentes ellos, prefirieron exportar sus capitales a otros países, también desarrollados, en los que, al ser los costes de producción inferiores a los de su país de origen, también era posible la obtención de beneficios. Menos cuantiosos pero más garantizados. Como los bonos del estado. A día de hoy este tipo de negocio —llamado «inversión extranjera»— supone mayor flujo económico que el realizado en países subdesarrollados. Por ejemplo, EEUU tradicionalmente ha invertido mucho en Europa, y así es fácil ver factorías de Coca Cola o de la Ford aquí y allá. O Mcdonals, por nombrar los principales iconos del capitalismo yanki. Similar política han seguido Japón, los países petroleros del golfo (resulta curioso ver a los jeques árabes comprando, entre otros, equipos de fútbol europeos) y, últimamente, algunas economías emergentes, Rusia por ejemplo.
14- Se podrían escribir muchos libros —y de hecho los hay— para describir las innumerables ocasiones en las que los países occidentales han interferido, con todo tipo de medios, en la gobernación de estos estados. EEUU, por ejemplo, no ha hecho otra cosa que actuar directa o indirectamente en lo que se da en llamar «su patio trastero», es decir América Latina, desde que el presidente James Monroe impulsara en 1823 la doctrina de su nombre que autofaculta a EEUU a intervenir militarmente en cualquier punto del continente. Algunos países, como Nicaragua, República Dominicana o Panamá han sido recurrentemente invadidos. Cuba también (y ahí está Guantánamo). De igual modo Haití o México. También han sufrido agresiones Honduras, Guatemala, Bolivia o la isla de Granada. Por otra parte está el apoyo, disimulado o indisimulado, a cambios de gobierno como el derrocamiento de Allende en Chile, la colaboración en el establecimiento y pervivencia de las dictaduras uruguaya y argentina, financiación de guerrillas anticomunistas como «la contra» en Nicaragua, participación militar en el conflicto colombiano (el llamado Plan Colombia), apoyo a grupos paramilitares en este mismo país o, por ejemplo, en El Salvador, o intentos más recientes de desestabilizar Venezuela.
En África la intervención occidental es mayor si cabe. Los países más empobrecidos, en la parte central del continente, viven en perpetua inestabilidad inducida exteriormente. Cualquier dirigente político díscolo con los intereses occidentales es rápidamente derrocado (como el costamarfileño Laurent Gbagbo en 2011), cuando no asesinado (como, por ejemplo, el congoleño Patrice Lumumba en 1961 o los presidentes de Ruanda y Burundi, Juvénal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, muertos en 1994 cuando un misil alcanzó el avión en que viajaban juntos). Feroces dictadores complacientes con Occidente como Kagame en Ruanda u Obiang en Guinea Ecuatorial ven pasar las décadas en el poder sin mayores problemas. En los últimos años hemos asistido al asalto militar a la Libia de Gadafi o a la invasión, liderada por Francia, de Mali.
En el continente asiático la injerencia de los países primermundistas en los nuevos estados independientes ha sido menor, salvo el caso de la Indochina ex-francesa, escenario de sangrientos conflictos entre los que destaca la guerra de Vietnam. Aunque no ha de olvidarse Próximo Oriente, tablero de ajedrez en el que se libra la batalla por el control de los hidrocarburos desde hace más de medio siglo. Allí la guerra y el atentado terrorista, tristemente, se han convertido en algo cotidiano.
Canarias para la Paz: Presentación del Estatuto de Neutralidad en el Parlamento de Canarias
Más de 80 organizaciones sociales, culturales, vecinales, antimilitaristas, feministas, ecologistas, antiracistas, por la Justicia social, universitarias, sindicales y partidos políticos hemos confluído en la presentación de una propuesta desmilitarizadora y de Paz para Canarias, donde la seguridad sea la neutralidad de nuestro archipiélago.
La presentación se hizo con el apoyo de una concentración de un centenar de personas representantes y con un encuentro con la presidenta del Parlamento de Canarias y una reunión con los diferentes grupos políticos.
Finalizó esta presentación con una asamblea colectiva en la sala Europa del Parlamento donde se expresaron diferentes reflexiones y pasos siguientes.
Canarias, territorio de Paz, como el resto del planeta, ese es nuestro anhelo y nuestro compromiso. Para la guerra,nada.
David Ballester: Una historia de la policía española
David Ballester
Una historia de la policía española
De los grises y Conesa a los azules y Villarejo
Pasado & Presente,
Barcelona,
2024,
752 págs.
Isabel Alonso Dávila
Una historia de la policía española
En este libro, en el prefacio y la introducción, el autor nos sitúa en lo que va a ser esta historia de la policía española. Él mismo nos advierte de que ya lo ha señalado claramente en el título, con la utilización del artículo indeterminado «una». Es decir, que estamos ante una de las posibles historias de la policía española, la que quería hacer él, un doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB), que ha sido catedrático de enseñanza secundaria y profesor de la Escuela de Policía de Cataluña y del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UAB. Es importante señalar el perfil del autor porque ha supuesto una novedad entre los historiadores de los cuerpos policiales, que casi siempre han sido personas que pertenecían a la policía o a la Guardia Civil. Ballester ha utilizado estas historias previas como fuentes y, como buen historiador, ha hecho la crítica de estas fuentes, como, por otro lado, hay que hacer con todas. También ha utilizado las memorias de Martín Villa y Barrionuevo, a las que les saca mucho jugo. Así que tenemos garantizado en este libro el rigor académico, desde el enfoque de un autor que nos entrega un ensayo interpretativo.
David Ballester ha publicado con anterioridad libros que ya le acercaban, desde los y las protagonistas que se encontraban en el lado contrario de la ecuación, el de las víctimas de la violencia policial, al tema al que dedica este último, la policía. Me refiero a Vides truncades. Repressió, víctimes i impunitat a Catalunya, 1964-1980, de 2018 (es importante señalar que este libro fue una fuente fundamental para el documental Vides truncades. Històries d'impunitat, que se emitió en la cadena pública catalana TV3 en 2019), y Las otras víctimas. La violencia policial durante la Transición, 1975-1982, de 2022. Todo esto nos sitúa ante un historiador que no solo investiga, sino que también hace transferencia de lo investigado a través de su labor docente y de su aparición en los medios de comunicación; es decir, que construye historia pública. Hace poco también lo pudimos ver en el documental Infiltrats, emitido por TV3 el 11 de enero pasado, sobre los policías infiltrados recientemente en movimientos políticos y sociales.
Una historia de la policía española está dedicado a «todos los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que realizan su labor con profesionalidad y apego a las leyes democráticas». Y también a «todas las víctimas de las malas praxis de los cuerpos policiales». Y esto es ya una declaración de principios, claro. Porque, como señala David Ballester en la introducción, la policía, en las democracias, tiene la función de servir y proteger a la ciudadanía, mientras que en las dictaduras se dedica a reprimir la disidencia.
Los seis capítulos del libro están organizados por orden cronológico, la organización preferida habitualmente por historiadores e historiadoras. Éstos son sus títulos y los años que abarca cada uno: «Gris. El color de una dictadura (1939-1975)», «Muerto Franco, la bota continúa (1975-1978)», «Del gris al marrón. “Chocolate con porras” (1978-1982)», «Llegan los socialistas. ¿Por el cambio? (1982-1996)», «Los gobiernos pasan, pero la policía queda (1996-2023)» y «Los problemas de hoy. ¿Un pasado que no quiere pasar?». Así que esta historia de la policía española comienza el año en que la dictadura franquista ya dominaba en todo el Estado español y nos lleva hasta un presente que, como iremos viendo a través de la lectura del libro, tiene unas características que se explican en ese pasado en el que el autor ha decidido situar el inicio de esta historia. Queda fuera la violencia parapolicial (especialmente presente en la Transición, nos recuerda el autor), porque, según él, es un tema que merece por sí mismo una monografía. Esperemos que él mismo tenga el tiempo y las ganas de acometer esta investigación y publicarla.
En el prefacio, Ballester va más atrás en el tiempo para recordarnos que la revolución burguesa española tuvo unas características militaristas, que partían de los pronunciamientos liberales, y estuvo obsesionada con el orden público. También nos recuerda que los periodos democráticos de la historia española son la excepción y no la regla.
Durante toda la lectura de la obra planea un tema básico que explica, en gran medida, la pregunta con la que se cierra el título del último capítulo: «¿Un pasado que no quiere pasar?». Este tema es el de la no depuración de los cuerpos policiales de la dictadura. Durante la Transición no se realizó. Pero tampoco se llevó a cabo después. Para el autor, será esta falta de depuración la que explique las actuaciones policiales durante la Transición, tanto en la calle como en las comisarías de policía, y también la evolución posterior de los cuerpos policiales y su actitud respecto a los responsables políticos, surgidos de la voluntad ciudadana a través del voto, pero que no han podido, o querido, depurar a la policía franquista. Y es que esta no depuración, nos dice Ballester, «comportó que la naciente democracia se constituyera utilizando los mimbres heredados de la dictadura». Y estos mimbres se tejieron reciclando currículums de violadores de derechos humanos, que fueron promocionados a altas responsabilidades por los gobiernos democráticos e, incluso, condecorados y recompensados económicamente. Es pues ésta, para David Ballester, una de las herencias franquistas más incómodas, uno de los grandes problemas de la democracia, porque ha conllevado una oposición, desde los cuerpos policiales, a todo posible cambio en sus filas.
Así, aunque es verdad que se disolvió la BPS, ninguno de sus agentes rindió cuentas y casi todos pasaron a formar parte de otras brigadas, nos recuerda Ballester. Y enseguida se nos va el pensamiento a comparar eso con lo que pasó con los jueces del TOP que pasaron a la Audiencia Nacional. Nos recuerda el autor como significativo el caso de José Sainz González (veterano de la lucha antiguerrillera y de la BPS), que llegará a ser director general de la policía en mayo de 1979 y que se rodeó de otros compañeros suyos, como Genuino Navales, Benjamín Solsona, Manuel Ballesteros, etc. La comparación con lo que pasó en Portugal es obligatoria, porque allí los presos políticos salieron de las cárceles y entró en ellas la policía política. Es verdad que por un breve periodo, pero al menos, y esto es muy importante, no se integraron en la policía democrática. Los datos de España en 1982 sirven para calibrar el alcance del problema cuando leemos en el libro que antiguos miembros de la BPS dirigían nueve de la trece jefaturas superiores de policía. Y también nos recuerda que el único miembro de la BPS que no pasó a formar parte de la policía democrática fue Antonio Juan Creix, pero que su salida se produjo durante la propia dictadura, en 1974: «Por paradójico que parezca, su cese fulminante cuando ejercía como jefe superior de policía en Sevilla es el único ejemplo de depuración policial que será citado en estas páginas y es obvio que no fue llevada a cabo por los demócratas», nos dice. La permisiva tolerancia de los gobiernos de UCD, el pragmatismo de los del PSOE, con el terrorismo de ETA como coartada, y el hecho de que las demandas de depuración de la policía quedaran en manos casi exclusivamente de los grupos de extrema izquierda ayudarán a construir el muro de la impunidad. Incluso el PCE transigió. A esto hay que añadir el artículo 2 de la Ley de Amnistía del 77, según el cual también se beneficiarían de ella «los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes de orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta ley»; algo reforzado en el artículo 3, que afinaba diciendo que la ley también afectaba a «los delitos cometidos por funcionarios y agentes del orden público».
Y la pregunta que nos hacemos, con el propio autor, es «¿hasta qué punto la falta de depuración constituye el origen de buena parte de los problemas planteados en el seno de la institución policial, tanto a lo largo del último cuarto del siglo pasado como, incluso, en los inicios del presente?». Una pregunta obligatoria, que este libro imprescindible ayuda a responder de forma documentada.
La Familia Lavapiés o la militancia maoísta del arte durante el final del franquismo y la Transición
Luis de la Cruz
Al leer hoy juntas estas tres palabras, la-familia-Lavapiés, pensaremos que es una manera literaria de referirse a uno de los barrios de Madrid con una identidad más definida, cohesionada y de mayor tradición política de izquierdas. Sin embargo, se trata también del nombre de una importante célula de activismo político-cultural que operó a finales de los años setenta.
La trayectoria de La Familia Lavapiés es muy desconocida hoy, seguramente por sus vínculos con grupos de la izquierda radical de la época, alguno de ellos incluso practicante de la lucha armada. También, es posible, porque en la historia del marxismo, fuera del PCE hace más frío. Durante los años finales del franquismo y los primeros de la transición, la militancia política y la cultural eran un todo indiferenciado, y por ello LFL tuvieron vínculos tanto con la Unión Popular de Artistas (UPA), formada en 1972 en París, como con el FRAP o el PC (marxista-leninista).
Exposición Artecontradicción, en 1975 https://www.archivolafuente.com/
La casa de la artista Amelia Moreno, en el número 50 de la calle Embajadores, se acabó convirtiendo en el centro neurálgico de militantes de extrema izquierda que formaron La Familia Lavapiés en 1975. Decidieron tomar el nombre del barrio donde llevaban a cabo parte de su actividad política y donde se veían. “Con el nombre queremos expresar una idea y un deseo sobre el lugar y la clase social a quienes dirigimos nuestros documentos”, se podía leer en una entrevista realizada por Joaquín Estefanía para Informaciones en 1975.
No debió ser fácil compaginar, dentro de la célula militante, la permebilidad cultural de los agitados setenta con la verticalidad del maoísmo, disonancia que llegó a convivir en algunas de sus obras. Así, en la obra CL QR de Darío Corbeira (integrante del grupo) se componen acciones revolucionarias llevadas a cabo por el FRAP en la Complutense o Lavapiés con referencias a Led Zeppelin, The Who, Ovidi Monllor o Yes, entre otros conjuntos de la época.
El arte se ponía al servicio del proyecto político y del pueblo, como ya había sucedido en la primera mitad del siglo XX, pero ahora el agit-prop llegaba contaminado de los postulados semióticos del sesentayochimo francés, el arte pop y, desde luego, la cultura popular juvenil, bien representada en el rock. Participaban, de alguna manera, del espíritu libertario de la época, paradójicamente encuadrados en una organización estalinista.
Darío Corbeira, uno de los fundadores del grupo, expresaba así las distintas militancias cruzadas en un documento de la revista Desacuerdos:
“… en otoño de 1974 vi la luz. El primer concierto de King Crimson en Madrid me abrió los ojos: 'O milito con creatividad o me marcho'. Me quedé, y nos quedamos. De algún modo Robert Fripp embarazó a la madre de La Familia Lavapiés. El rock era, ya para siempre, un filtro luminoso que te ayudaba a hacer más llevadera la mili revolucionaria”.
Acción en el barrio madrileño de Portugalete. En Contra la Transición «pelele»: La Familia Lavapiés como síntoma contracultural de la izquierda radical LFL
La primera acción del grupo fue una exposición en la Galería Antonio Machado llamada Artecontradicción, que llamó mucho la atención y reunió a bastante gente en la inauguración (la policía no faltó a la cita). La muestra fue girando por distintos colegios mayores hasta acabar en una galería de Cuenca, donde prendieron fuego al material, quizá para exorcizar los cantos de sirena y ofertas expositivas propiciadas por el inesperado éxito. Sin embargo, la actividad pública seguía compaginándose con detenciones y el arte de guerrilla en las barriadas.
Llegar a los barrios obreros fue una prioridad para la izquierda radical de la época, lo que se resuelve dentro de la actividad del grupo con la realización de murales en barrios periféricos, organización de charlas, acciones en fiestas (como las del barrio de Portugalete, donde colaboraron con la asociación vecinal haciendo un mural que incluía un fragmento de El Guernika y el lema “la ciudad debe ser nuestra” o una performance sobre las condiciones materiales de la clase trabajadora). También llevaron a cabo acciones similares en otros barrios, como La Ventilla, en oposición a los planes urbanísticos que pretendían acabar con la barriada sin garantías para el realojo de los vecinos.
La memoria de la Guerra Civil estaba muy presente en el arte político de la LFL, lo que resulta evidente al ver el recurso constante al poeta Miguel Hernández, sobre cuya figura basaron diversas acciones e, incluso, hicieron un mural en Orihuela.
Tocaron muchos palos. Desde fotomontajes que reproducían la portada del entonces popular periódico de sucesos El Caso, performances con caretas en manifestaciones, exposiciones (Arte-contradicción, en 1975), pintadas políticas…
Eran muy jóvenes y la mayoría de ellos ni tenía formación artística ni hicieron del arte una profesión en ese momento. Según Jaime Vindel, que ha escrito sobre el grupo, “la extracción social de sus integrantes era la clase obrera emigrada a Madrid durante el período desarrollista, un aspecto que era extensible a numerosos militantes de la UPA y el FRAP. A excepción de Corbeira, con estudios universitarios, el resto de los miembros se había autoformado en sus oficios y provenía de barrios humildes de la ciudad”. Los miembros fundadores, provenientes de la militancia en la UPA, se conocieron en reuniones clandestinas en lugar de en inauguraciones de exposiciones y no usaban nombres ficticios por impostura artística sino por los dictados del catecismo de la clandestinidad. Montaron La Familia Lavapiés con voluntad de autonomía, por lo que mantenían una relación de constante tira y afloja con el PC (m-l). Fueron Santiago Aguado, Darío Corbeira, Javier Florén, Amelia Moreno y Félix de la Torre Fajardo.
La Familia Lavapiés se disolvió a finales de 1976 o principios de 1977 y lo hizo de forma dadaísta: enviando por correo su obra a un destinatario ficticio, con un remitente falso. Algunos de sus miembros continuaron su militancia. Por ejemplo, Paco Gámez hizo en 1977 un cartel en el que Marx bailaba con un travesti. Otros de sus integrantes han continuado también con una carrera en el mundo del arte, como Amelia Moreno o el propio Corbeira. Su legado se encuentra a buen recaudo en el Archivo Lafuente de Santander, el nombre del grupo aparece citado en cada vez más estudios culturales sobre la transición y, de vez en cuando, su legado forma parte de muestras, como sucedió con El pintor de canciones, que se pudo ver en el Centro Cultural de la Villa en 2018. La arqueología de la memoria reciente encuentra, de vez en cuando, metralla agit-prop de La Familia Lavapiés y la data en una época, no muy lejana, en la que el arte político era algo más que hablar de política en el arte.
Huelga agrícola y represión: La intrahistoria del Romance de la Guardia Civil de García Lorca
El Romancero Gitano es una de las obras más populares de Federico García Lorca. Y de las más comprometidas. El libro —como diría el poeta—, “aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía; y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”.
No residía en Lorca la voluntad de retratar “la Andalucía que se ve”, sino desentrañar aquella donde “está temblando la que no se ve”. Elevar la esencia andaluza en su dimensión cósmica. En ese propósito, no podía haber una raíz más oculta para hablar de la Andalucía misteriosa y milenaria que la que posee el gitano, la gitana, frente a la alienante esencia de la racionalidad occidental.
En el Romancero Gitano — “obra misteriosa y clara”, “popular y andalucísima”, donde lo narrativo y lo lírico, lo terrenal y lo simbólico, se fusionan entre sí—, hay una universalización del pueblo gitano y una importancia concedida al sur, un sur nutrido de esas personas que, de nuevo en palabras de Lorca, “parece nunca han existido para los poetas”. Personas que “mueren de hambre por no vender su voz milenaria a los señores que no poseen más que dinero, que es tan poca cosa”. Esas que riegan con su sudor el campo andaluz, o forman parte de un pueblo perseguido, estigmatizado e invisibilizado por la historia.
Porque la Andalucía que late en los romances de García Lorca no es la tierra pintoresca de señoritos y cortijeros, terratenientes y latifundistas; es la que se esconde en los cauces de los ríos. Es la Andalucía de los pobres, de la pena y de los marginados. De los sin pan. La Andalucía del temblor. De la fragua y de la hoz. La Andalucía popular. La tierra de jornaleros y gitanos.
Tratamos hoy aquí uno de los dieciocho romances que componen el romancero, Romance de la Guardia Civil española. Un poema, como todo el libro, rico en connotaciones y sentidos que, a veces, lejos de quedarse en el universo de la metáfora, también tienen —como veremos a continuación— su correspondencia con la realidad.
Romance de la Guardia Civil española. Contexto y situación del campo andaluz y de la campiña de Jerez
En la década de 1920, la clase trabajadora en Andalucía constituía tres cuartas partes de la población. Estaba formada, en los núcleos rurales, por jornaleros y jornaleras agrícolas y pequeños propietarios; en los núcleos urbanos, por un proletariado de servicios o actividades esporádicas (Solana Ruiz, J. L. 2003. Las clases sociales en Andalucía. Un recorrido sociohistórico).
Con una progresiva madurez como clase obrera, las mayorías sociales del campo, atravesadas por la conflictividad política y social de principios de siglo, protagonizaron una creciente concienciación y organización política a causa de problemáticas tanto coyunturales —inflación de la economía, especulación de productos de primera necesidad, carestía de subsistencias—, como estructurales, derivadas fundamentalmente de la injusta y desigual propiedad de la tierra.
En ese contexto, la campiña de Jerez de la Frontera —una de las seis comarcas de la provincia de Cádiz—, con grandes superficies dedicadas al cultivo de la vid, y, por tanto, con una destacada acumulación de población activa agraria, fue escenario de multitud de movilizaciones y huelgas campesinas. Entre 1917 y 1921, hubo en Jerez más de sesenta huelgas (Caro Canela, D. 1996. Huelgas en Jerez en el trienio 1918-1920). En el conjunto de la región, durante esos años se convocaron unas doscientas huelgas, siendo Jerez de la Frontera uno de los territorios más activos de lucha (Morales Muñoz, M. 2015. “La voz de la tierra. Los movimientos campesinos en Andalucía (1868-1931)”.
De entre todas esas huelgas, la que aquí nos interesa fue una más, como otra cualquiera, sin hechos destacados para su mención. Otro conflicto de clase en la larga lista de choques entre los de abajo y los de arriba, entre quienes trabajaban el campo y poseían la tierra. Solo que llegó a los oídos de un poeta. De un poeta comprometido, que comprendía con simpatía a los perseguidos. Y le inspiró para hacer un romance.
Gracias al minucioso y documentado trabajo del investigador lorquiano Miguel Francisco Caballero Pérez en “Lorca, basado en hechos reales”, hoy sabemos que uno de los poemas más críticos de García Lorca, “Romance de la Guardia Civil española”, seguramente tenga su razón de ser en la huelga que en 1923 llevaron a cabo los jornaleros agrícolas de la campiña de Jerez de la Frontera, así como en la represión de la misma por parte de la Guardia Civil. De esta forma pasa una huelga común a los anales de la historia.
La huelga agrícola de 1923
Informaba El Defensor de Granada el día 10 de julio de 1923: “Huelga en Jerez. Se ha declarado la huelga de obreros agrícolas de la campiña jerezana. Se han adoptado precauciones para evitar coacciones”. Y continuaba, al día siguiente: “Sigue la huelga en la campiña. Alcanza ya veintidós cortijos. Se han nombrado cinco comités de huelga”.
La huelga se producía en un momento donde la reorganización sindicalista, el auge de las corrientes libertarias y del movimiento obrero propiciaban el despertar del trabajador/a del campo.
La crítica al sistema de explotación y a la política caciquil del proletariado agrícola iba en aumento (Rodríguez, R. 1979. El proletariado agrícola andaluz como clase social (1913-1920). Los medios de la época, particularmente El Defensor de Granada y El Guadalete, informaban de la evolución de la huelga. Resumidamente, la protesta agrícola, con altibajos, no fue fructífera. Desde los primeros mítines de mil personas y la solidaridad entre trabajadores, hasta el desinfle y el abatimiento final, el paro y la reivindicación de los trabajadores/as duró aproximadamente un mes.
El final estuvo condicionado por la dureza de la fuerza represiva del Estado y la coacción de la clase propietaria local. Violencia que Lorca plasmó en su Romance tiempo después de los hechos.
La represión de la Guardia Civil y los terratenientes jerezanos
Destacamos cuatro informaciones relevantes sobre la huelga, marcadas en negrita para el investigador lorquiano Miguel Caballero, pues explicarían las alusiones de García Lorca a la represión violenta de la Guardia Civil en su famoso romance (y en la huelga jerezana).
La primera, del diario ABC del día 18 de julio, donde se señala que la Guardia Civil “disolvió varios grupos que ejercían coacciones y detuvo a varios huelguistas. Se han concentrado 70 guardias civiles”.
Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena.
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía
de pistolas inconcretas.
La segunda, aparecida en El Guadalete el día 22 de julio, donde se informa del regreso de “la fuerza de la Guardia Civil que había marchado a Madrid” para contener y reprimir a los trabajadores.
Avanzan de dos en fondo
a la ciudad de la fiesta.
Un rumor de siemprevivas
invade las cartucheras.
Avanzan de dos en fondo.
Doble nocturno de tela.
El cielo, se les antoja,
una vitrina de espuelas.
La ciudad, libre de miedo,
multiplicaba sus puertas.
Cuarenta guardias civiles
entran a saco por ellas.
Los relojes se pararon,
y el coñac de las botellas
se disfrazó de noviembre
para no infundir sospechas.
Un vuelo de gritos largos
se levantó en las veletas.
Los sables cortan las brisas
que los cascos atropellan.
Por las calles de penumbra
huyen las gitanas viejas
con los caballos dormidos
y las orzas de monedas.
La tercera, redactada dos días después en el mismo medio, donde se dice, literalmente, “La Guardia Civil recorre el campo incesantemente y dentro de la ciudad se ha redoblado la vigilancia”.
Por las calles empinadas
suben las capas siniestras,
dejando detrás fugaces
remolinos de tijeras.
Y la cuarta y última, citada en el ABC el 10 de agosto según el investigador Caballero: “incendio en varios cortijos (…) que puso de manifiesto actos represivos (…) como la quema de chozas de los jornaleros (…) El incendio destruyó las cosechas y supuso la muerte para muchas cabezas de ganado. Además, varias chozas fueron pasto de las llamas, dejando a los colonos en la miseria” (Caballero, M. 2022. Lorca: basado en hechos reales. Los sucesos que inspiraron sus obras).
Pero la Guardia Civil
avanza sembrando hogueras,
donde joven y desnuda
la imaginación se quema.
Rosa la de los Camborios,
gime sentada en su puerta
con sus dos pechos cortados
puestos en una bandeja.
Y otras muchachas corrían
perseguidas por sus trenzas,
en un aire donde estallan
rosas de pólvora negra.
Cuando todos los tejados
eran surcos en la tierra,
el alba meció sus hombros
en largo perfil de piedra.
La huelga, habida cuenta de la represión, “finalizó sin que los obreros consiguieran la más mínima mejora en sus jornales, los cuales permanecieron congelados en la cantidad pagada el año anterior. La presión de los caciques (…); el hambre, el cansancio, la división y el desgaste de los obreros; todo ello contribuyó a acabar con las pretensiones de mejora social y de sueldo por las que lucharon los jornaleros durante los 26 días que duró la huelga” (ídem).
La lucha de los trabajadores del campo y su represión, llegó, de algún modo, a los oídos de Federico García Lorca. Y los hechos le inspiraron para hacer una dura crítica a la Benemérita. Existen muchas razones para creerlo, como la coincidencia temporal del Romancero (aunque publicado en 1928, cabe recordar que el libro fue escrito entre 1924 y 1927) y la huelga; la casi literal reproducción de la represión de la Guardia Civil contra los huelguistas y los asentamientos gitanos de la zona; o la introducción en el romance de un nombre propio como Pedro Domecq, terrateniente de una de las familias con más linaje de la zona, y de una ciudad concreta: Jerez de la Frontera.
Detrás va Pedro Domecq
con tres sultanes de Persia.
La media luna, soñaba
un éxtasis de cigüeña.
Estandartes y faroles
invaden las azoteas.
Por los espejos sollozan
bailarinas sin caderas.
Agua y sombra, sombra y agua
por Jerez de la Frontera.
En relación a este último hecho, el Pedro Domecq del romance podría ser Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio (1881-1937), empresario bodeguero y ganadero de toros bravos, o Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio (1869-1921), marqués de Casa Domecq, gentilhombre de Cámara de Su Majestad (Alfonso XIII), Caballero de la Orden Militar de Calatrava, Caballero de la Orden de Carlos III y vicecónsul de Bélgica en Jerez. Ambos hijos de Pedro Jacinto Domecq Loustau (empresario vitivinícola, principal impulsor del brandy de Jerez) y María del Carmen Núñez de Villavicencio Olaguer-Feliú, primera marquesa de Domecq.
No es Romance de la Guardia Civil española el único poema donde Lorca hace una enérgica crítica al cuerpo de seguridad. En el Romancero Gitano hay múltiples referencias a la Guardia Civil.
Sirvan de ejemplo Prendimiento y muerte de Antoñito El Camborio (Y a la mitad del camino / bajo las ramas de un olmo, / guardia civil caminera / lo llevó codo con codo (…) / Ni tú eres hijo de nadie, / ni legítimo Camborio / ¡Se acabaron los gitanos / que iban por el monte solos! / Están los viejos cuchillos / tiritando bajo el polvo. / A las nueve de la noche / lo llevan al calabozo, / mientras los guardias civiles / beben limonada todos. / Y a las nueve de la noche / le cierran el calabozo, / mientras el cielo reluce / como la grupa de un potro); Romance Sonámbulo (Sobre el rostro del aljibe / se mecía la gitana. / Verde carne, pelo verde, / con ojos de fría plata. / Un carámbano de luna / la sostiene sobre el agua. / La noche su puso íntima / como una pequeña plaza. / Guardias civiles borrachos, / en la puerta golpeaban. / Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar. / Y el caballo en la montaña); o Reyerta (El juez, con guardia civil, / por los olivares viene. / Sangre resbalada gime / muda canción de serpiente. / Señores guardias civiles: / aquí pasó lo de siempre. / Han muerto cuatro romanos / y cinco cartagineses).
Incluso en poemas anteriores, como Canción del gitano apaleado, del Poema del cante jondo (1923), Lorca ya denunciaba la violencia de la “guardia civil caminera”:
Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco bofetadas;
después, mi madre, a la noche,
me pondrá en papel de plata.
Guardia civil caminera,
dadme unos sorbitos de agua.
Agua con peces y barcos.
Agua, agua, agua, agua.
¡Ay, mandor de los civiles
que estás arriba en tu sala!
¡No habrá pañuelos de seda
para limpiarme la cara!
En sus numerosas cartas y relaciones epistolares, también encontramos crítica y preocupación por parte del poeta ante la violencia de la Benemérita. En una carta a su hermano Francisco, en 1926, le llegó a decir: “El país está gobernado por La Guardia Civil. Un cabo de Carataúnas a quien molestaban los gitanos, para hacer que se fueran los llamó al cuartel y con las tenazas de la lumbre les arrancó un diente a cada uno diciéndoles: ‘Si mañana están aquí caerá otro'. Naturalmente, los pobres gitanos mellados tuvieron que emigrar a otro sitio. Esta Pascua en Cañar un gitanillo de catorce años robó cinco gallinas al alcalde. La Guardia Civil le ató un madero a los brazos y lo pasearon por las calles del pueblo, dándole fuertes correazos y obligándole a cantar en alta voz. Me lo contó un niño que vio pasar la comitiva desde la escuela. Su relato tenía un agrio realismo conmovedor. Todo esto es de una crueldad insospechada... y de un fuerte sabor fernandino”.
Como en sus posteriores publicaciones (marcadamente en Poeta en Nueva York, poemario anticapitalista, antirracista, durísimo contra la deshumanización de la sociedad moderna) Lorca se alinea con los perseguidos, los discriminados. Y no duda en criticar (en plena dictadura de Primo de Rivera) a nada más y nada menos que la Guardia Civil. Un hecho insoslayable de su trágico final.
Romance de la Guardia Civil española y el asesinato de Federico García Lorca
Romance de la Guardia Civil española fue, como dijo Miguel García-Posada, “la primera gran creación poética en que, si no la revolución, sí es la represión implacable la que se manifiesta rotundamente. La imaginación, el juego, la libertad, son sacrificados por la ley de una civilización siniestra. Hay que esperar al ‘Guernica' picassiano para encontrar otro testimonio artístico semejante de masacre”.
Las referencias del poeta a la Guardia Civil, y el antagonismo dibujado entre el pueblo gitano y el cuerpo policial, “surgen del mismo pozo oscuro del miedo popular (…) Cada encuentro entre gitanos, eternamente ingenuos, aventureros y valientes hasta en sus más pequeñas vanidades, se convierte en un choque entre la sombría violencia organizada y la libertad humana, generosa y alegre“ (Barea, A. 1957. Lorca, el poeta y el pueblo).
Como era de esperar, la crítica del poeta al cuerpo en Romancero Gitano, y más concretamente, en Romance de la Guardia Civil española, no fue acogida con entusiasmo. Ni en el cuerpo ni en parte de la sociedad. De hecho, dato curioso, Lorca llegó a ser denunciado por su libro el 31 de enero de 1936, ya que contenía, según el denunciante, “conceptos y frases injuriosas para el Instituto de la Guardia Civil”. La denuncia no prosperó y la anécdota terminó siendo rocambolesca.
Sin embargo, el contenido del poema y el odio que despertó en las fuerzas represoras del Estado están estrechamente ligados al fusilamiento del granadino. Y lo están por una serie de circunstancias insólitas, sorprendentes, como tantas y tantas eventualidades en la vida del poeta.
Veamos: entre los guardias civiles que reprimieron la citada huelga de 1923, se encontraban Vicente González García y Miguel Romero Macías.
González García era jefe del primer Escuadrón de Caballería de la Comandancia de Cádiz con sede en Jerez de la Frontera. Allí conoció y estuvo bajo el mando del teniente coronel Velasco Simarro. La caballería tuvo participación directa en la huelga agrícola de la campiña jerezana.
Por su parte, Romero Macías fue uno de los dos tenientes de la Guardia Civil que participaron en la represión de la huelga del 23. Años más tarde, en 1930, fue destinado a Granada. Allí, como González García, también estuvo bajo el mando del teniente coronel Velasco Simarro.
¿Y quién fue Velasco Simarro? El responsable en 1936 de la detención y asesinato de Federico García Lorca (Caballero Pérez, M. (2011). Las trece últimas horas en la vida de García Lorca).
Es decir, dos de los guardias que protagonizaron la violenta represión de la huelga jerezana de 1923 —hechos recogidos, difundidos y duramente criticados por Lorca en Romance de la Guardia Civil española —, terminaron estando bajo el mando del responsable del fusilamiento del autor del poema. Es difícil pensar que los tres no conversaran sobre el famoso romance, dada la trascendencia del mismo y la universalidad del autor, que ya era, por aquel entonces, uno de los poetas más famosos y renombrados del panorama literario español e internacional.
Como dice Caballero, al que le debemos gran parte del conocimiento de este conjunto de casualidades, “que este teniente coronel Velasco Simarro estuvo destinado en la comandancia de Cádiz en 1932 cuatro años después de la publicación del Romance de la Guardia Civil española, que fue considerado un ataque brutal a dicha institución; que Velasco conoció todos los hechos acaecidos y que dan lugar a dicho Romance y que la mala suerte para el poeta es que este individuo fuese el dueño de su destino, son hechos claros”.
Fin. Las dos caras de la historia
Velasco Simarro falleció el 26 de mayo de 1945. Su cuerpo está enterrado en el cementerio municipal de Granada. Miguel Romero Macías murió a los 45 años debido a una enfermedad. La vida de Vicente González García terminó plácidamente en Andalucía, tras ser ascendido en la jerarquía castrense y retirándose de los servicios militares a mediados de los años cuarenta.
Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio murió el 9 de febrero de 1921. Yace enterrado en la Finca el Majuelo, Jerez de la Frontera. Tras su fallecimiento, la burguesía jerezana y el Ayuntamiento de la ciudad erigieron un monumento en su honor. Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio falleció el 20 de marzo de 1937. Su cuerpo descansa en la Cripta de la Capilla del Sagrario de la Colegial, en Jerez de la Frontera. La familia Domecq es a día de hoy, según la revista Forbes, una de las familias más ricas de España.
Federico García Lorca fue detenido el 16 de agosto de 1936 por la Guardia Civil. Dos días después, entre Víznar y Alfácar, fue asesinado. Su cuerpo, ochenta y siete años después, sigue desaparecido. Entre las personas que componían el grupo que terminaría con la vida del autor del Romancero Gitano, había un guardia civil. Tenía el alma de charol y de plomo la calavera.
¡Oh, ciudad de los gitanos!
La Guardia Civil se aleja
por un túnel de silencio
mientras las llamas te cercan.
¡Oh, ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena.
Fuente original con bastantes ilustraciones: https://www.elsaltodiario.com/poesi...
Ells multen, nosaltris multitut
Un juez investiga una supuesta agresión policial a detenidos en un calabozo de Fuengirola
El presunto agresor dice que usó la fuerza mínima necesaria para inmovilizar al detenido.
RTVE.es / Mañaneros
La Policía Nacional ha abierto un expediente disciplinario a uno de sus agentes por la actuación policial a principios de año en una comisaria de Fuengirola. Por su parte, el juez está investigando las imágenes que ofrecen en exclusiva en el programa de Televisión Española 'Mañaneros'.
El presunto agresor dice que usó la fuerza mínima necesaria para inmovilizar al detenido y asegura haber recibido golpes en la mano con la que golpeó al detenido.
Cómo sucedieron los hechos
Las imágenes, a las que ha tenido acceso en exclusiva Mañaneros, corresponden al pasado 8 de enero. En ellas se puede ver a un hombre, de 32 años y de origen marroquí, detenido en la comisaría de Fuengirola, Málaga. Durante su estancia en los calabozos, mantiene una actitud aparentemente nerviosa, y, según las imágenes, aporrea la puerta de la celda con insistencia.
Los gritos y los aspavientos que hacen llaman la atención de su compañero de celda que está sentado en el suelo, pero también la de los agentes de vigilancia. Uno de ellos irrumpe en la celda. Es entonces, cuando nada más entrar, el agente le propina una patada que le desestabiliza.
Después, le da hasta tres puñetazos. Una vez en el suelo, el policía le propina cuatro patadas más. Todo sucede ante la mirada perpleja del otro detenido y de un segundo agente que, como pueden ver, contempla toda la escena desde la puerta sin intervenir.
A continuación, también golpea y agarra por el cuello al otro detenido para acabar lanzándole encima del otro hombre, al que el policía tira una última patada en la cabeza antes de salir de la celda junto a su compañero.
Los dos detenidos quedan en el suelo, el primero de ellos y el que ha recibido la mayor parte de los golpes parece pedir explicaciones al policía. A los pocos segundos vuelve entrar en la celda, discute durante unos momentos con el detenido, que sigue tirado en el suelo. La agresión le ha producido una fuerte hemorragia, como queda reflejado en el parte médico al que ha tenido acceso el programa 'Mañaneros'.
Es entonces, cuando los dos agredidos intentan pedir explicaciones al otro agente. Uno de ellos incluso se percata de que la cámara de seguridad está grabando todas estas imágenes y parece decírselo al policía. Una actuación policial que actualmente está siendo investigada.
La Policía ha abierto un expediente disciplinario al agente
El programa 'Mañaneros' se han puesto en contacto con la Policía Nacional, quien asegura que hay dos atestados abiertos: uno por la detención de este hombre y otro por las imágenes mostradas en exclusiva. Unas imágenes que les pidió el juez y que el magistrado está investigando. Será él quien considere si esta agresión es constitutiva o no de delito y no será hasta entonces cuando la Policía decida cuál es el futuro de ese agente. Desde la Policía insisten: episodios como estos no son comunes en la Policía Nacional.
Alemania quiere reintroducir el servicio militar obligatorio en 2025
Carmela Negrete
El que será el nuevo canciller alemán en un par de semanas, el cristianodemócrata Friedrich Merz, viene con todo. En los primeros días tras ganar las elecciones, ya advirtió que quiere invitar a Benjamin Netanyahu al país, a pesar de que pesa sobre él una orden de detención internacional. Y aún antes de que se constituya el nuevo Bundestag, pretende incluso reformar la Constitución para contraer más deuda y financiar así un rearme colosal de unos 800.000 millones de euros adicionales.
El portavoz de defensa del grupo parlamentario de Merz, la coalición denominada La Unión, Florian Hahn, declaró el martes al diario Bild que la abolición del servicio militar obligatorio ya no se ajusta a los tiempos. El nuevo gobierno quiere que los primeros reclutas crucen las puertas de los cuarteles ya en 2025. Es lo que declaró y lo justificó con el argumento de que no se puede permanecer impasible mientras el mundo, supuestamente, se vuelve más inseguro. Según el político bávaro, Alemania necesita una “disuasión creíble y un aumento del personal”, compuesto por ciudadanos en uniforme.
Ya el gobierno anterior presentó un plan para reintroducir el servicio militar en base al llamado modelo sueco. Según este, se realiza un listado general de los jóvenes en edad de hacer la mili y tienen que someterse a un chequeo médico obligatorio. Es así como escogen a los jóvenes más fuertes y aptos para ir al ejército y les invitan a unnirse a filas de forma voluntaria. En caso de que no se encuentre el número de jóvenes necesario dispuesto a realizar dicho servicio, se realizará de forma forzada. El Ministro de Defensa socialdemócrata, Boris Pistorius, ya explicó en noviembre que en caso de guerra el país debe disponer de 460.000 soldados de partida, de los cuales 260.000 serían reservistas que hayan hecho el servicio militar obligatorio. Según informaciones de Der Spiegel publicadas el jueves, el Bundeswehr planea obligar a los reservistas de mas de 50 a participar en entrenamientos obligatorios.
Mientras los planes para obligar a servir con armas se concretan, la justicia alemana ha dejado claro que, en caso de guerra, no respetará al parecer el derecho a la objeción de conciencia. El 16 de enero, el Tribunal Federal de Justicia emitió una sentencia que un ucraniano debía ser deportado a su país a pesar de que alegó la objeción de conciencia y que, con toda probabilidad, sería enviado a luchar al frente. En la sentencia, sin embargo, los jueces además escriben que en el caso de guerra el derecho a la objeción de conciencia no contaría por causas de fuerza mayor. Una comprensión del derecho, que está recogido en la carta magna, que podría afectar a ciudadanos alemanes en caso de guerra si sienta jurisprudencia, advierten varios expertos como la profesora Kathrin Groh de la Universidad de la Bundeswehr o el blog especializado en derecho Legal Online Tribune.
Deudas ingentes para armamento
El martes fue un día infame para la historia de Alemania: la CDU y el SPD anunciaron el mayor endeudamiento en la historia de la República Federal para comprar armamento y convertir, tal como se había anunciado, a Alemania en la tercera potencia militar mundial. Muy llamativo fue el hecho de que en la conferencia de prensa apareció Merz, pero no el canciller saliente Olaf Scholz, que ha actuado como freno en muchas ocasiones desde el comienzo de la guerra de Ucrania, sino que salieron a hablar con la prensa los co-presidentes del SPD, Saskia Esken y Lars Klingbeil. 500.000 millones quiere invertir el país en prepararse para la guerra y 400.000 más en infraestructura. Los socialdemócratas han justificado a su electorado el acuerdo con la inversión paralela en infraestructura civil. Sin embargo, si se va al detalle, se trata de inversiones que atienden a la lógica de la "movilidad militar“: las carreteras, los ferrocarriles y los puertos del país.
Para ello, están dispuestos a cambiar la constitución a marchas forzadas con el parlamento de antes de las elecciones (es posible de forma legal, pero muy reprobable a nivel moral). La semana que viene, el jueves, se debatirán estos planes y el martes de la siguiente sería la votación. Los votos del partido verde serán fundamentales para aprobar tales créditos de guerra y se dan por garantizados. Die Linke aún no ha desvelado si votará a favor, porque, justifican, siempre han estado a favor de reformar el freno de la deuda constitucional.
El partido liberal FDP, que no entrará en el nuevo Bundestag pero aún tiene voto en el parlamento con el que Merz quiere aprobar sus planes, ha rechazado la propuesta. Una de las consejeras económicas independientes del llamado Consejo de Sabios de la Economía, Veronika Grimm, ha criticado los planes y aseguró al diario Bild que éstos "suenan más a sátira que a una propuesta seria", ya que cree que antes de realizar las inversiones necesarias, se debería tener una estrategia clara de defensa y de crecimiento para la economía. Ella cree que será difícil devolver el dinero prestado para tales fines sin un crecimiento de la economía.
Uno de los principales indicadores de la marcha de la misma, el índice ifo, cayó en el caso de las empresas químicas en febrero, de nuevo, a menos 18,2 puntos, después de haber registrado menos 14,8 puntos en enero. "La industria química está en crisis: los altos costos de la energía, los obstáculos burocráticos, la débil demanda y el aumento de las barreras comerciales la están afectando en la competencia global", explicaba en una nota de prensa la experta del sector Anna Wolf del Instituto ifo. Y éste es solo un sector de los afectados por la crisis en Alemania. En estos momentos, el sector de armamento es el único con un crecimiento considerable y expectativas: las acciones de la mayor empresa de armamento alemana Rheinmetall han llegado a costar 1.200 euros la unidad, un crecimiento exponencial en los últimos meses.
El canciller designado Merz quiere que Alemania sea una potencia nuclear y se ha reunido en Paris con Emmanuel Macron para negociar el estacionamiento de aviones con carga nuclear en suelo alemán. El exministro de Exteriores de los Verdes, Joschka Fischer, quien, a sus 76 años, no irá a la guerra, ha abogado estos días por la reintroducción inmediata del servicio militar obligatorio y por un "paraguas nuclear europeo" en una entrevista con el diario Die Zeit.
Die Linke queda en entredicho
Ante esta avalancha aplastante de muy malas noticias para la paz, las libertades y la economía, Die Linke no ha puesto el grito en el cielo, y su contención no es casual. El partido no está en el gobierno, sino que debería hacer trabajo de oposición. En las declaraciones y en las apariciones en prensa y programas televisivos, las principales figuras han criticado el que ahora, de repente, haya medios para el ejército, cientos de miles de millones, y que tan solo con la condición de gastar ese dinero en armas, los cristianodemócratas y los socialdemócratas están también dispuestos a hacer inversiones millonarias en la infraestructura del país. El rearme en sí no ha sido tematizado por el partido como tal ni han salido a manifestarse, en general, tras oír la noticia.
Con su buen olfato y conocimiento sobre el partido, el periodista Sebastian Friedrich y el politólogo de la Fundación Rosa Luxemburgo, Ingar Solty, publicaron un artículo conjunto en el semanario "Der Freitag" el martes, titulado "Se acabó la fiesta: el freno de la deuda y el rearme se convierten en el dilema de Die Linke". Explican que "Die Linke ha rechazado siempre el freno de la deuda, porque pretendía posibilitar inversiones sociales y ecológicas. Ahora se ve obligada a ocuparse de un fondo especial destinado exclusivamente al rearme". Los autores creen que el partido tuvo suerte durante el breve intervalo de la campaña electoral, ya que no se habló demasiado del tema de la guerra, y que "el rearme pone a Die Linke bajo presión".
Ambos analistas creen que parte de los nuevos votantes del partido o que se han unido a él "se muestran abiertamente a favor de los envíos de armas a Ucrania, en un momento en el que el gobierno ucraniano solo puede mantener la guerra mediante las más masivas reclutaciones forzosas y en el que Estados Unidos ya busca una forma de congelar el conflicto" y constatan que es por eso que "Die Linke se encuentra en esta situación bajo una enorme presión".
El diputado del partido Dietmar Bartsch escribió en su cuenta de X que "un cambio de 180 grados hacia un segundo partido verde no será permitida por Die Linke". En ese mismo post, asegura que la formación necesita repensar su programática, en especial la del congreso del partido en Erfurt en 2011. "Habrá que debatir sobre la cuestión de si descartamos de manera categórica las entregas de armas para siempre y en todas partes", escribe el político y le pone palabras a lo que es un secreto a voces, que Die Linke se ha llenado de nuevos activistas verdes que leen el diario Taz, que escribe "ésta es nuestra guerra" en sus comentarios de opinión.
Los sindicatos mayoritarios tampoco parece que vayan a oponer resistencia al plan de rearme alemán que, al fin y al cabo, se traduce en inversiones y puestos de trabajo en la economía de guerra: "En particular, en el contexto de las incertidumbres globales, debemos fortalecer la capacidad de defensa de Europa y, al mismo tiempo, no frenar el progreso social", declaró la presidenta de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Yasmin Fahimi, en un comunicado emitido el miércoles.
Denuncian matanzas sistemáticas de civiles por parte de las nuevas autoridades de Siria
"Ejecutados a sangre fría": cientos de civiles asesinados en Siria en una escalada de violencia que ha dejado más de 1.000 muertos en dos días, según una ONG
Autor, Redacción
Es uno de los episodios de violencia más graves desde que se inició la guerra civil en Siria hace 14 años, que hace temer por la frágil estabilidad del país.
Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad sirias y hombres armados leales al antiguo régimen de Bashar al Assad habrían dejado más de un millar de muertos en los últimos dos días, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), un grupo con sede en Reino Unido que lleva documentando el conflicto sirio desde su inicio.
Entre los muertos hay, según la organización no gubernamental, unos 745 civiles que habrían sido asesinados "a sangre fría" en unas 30 "masacres" sectarias dirigidas por las fuerzas de seguridad contra la minoría alauita este viernes y sábado en la zona de la costa mediterránea del país.
La BBC no ha podido verificar de forma independiente estas afirmaciones.
Se ha reportado que cientos de personas han huido de sus hogares en las provincias costeras de Latakia y Tartús, bastiones del apoyo al depuesto presidente Bashar Al Assad, que también es alauita.
https://www.bbc.com/mundo/articles/...
EL MUNDO, testigo del regreso del horror a la nueva Siria: "¡Están matando a familias enteras!"
La ofensiva del nuevo Gobierno contra facciones afines a Bashar al Asad provoca matanzas y un caos absoluto en varias localidades del este del país.
Javier Espinosa
El primer cadáver estaba tirado en la esquina. Con los brazos abiertos. Alguien le cubrió la cabeza con una sudadera. La víctima no tuvo tiempo de vestirse. Salió corriendo con el típico chándal que usan los locales para dormir o permanecer en casa.
Detrás, otros dos cuerpos habían sido tapados con una manta marrón. Nadie se había atrevido a recogerlos pese a que el lugar se encuentra a pocos metros de una de las avenidas principales de la metrópoli siria. Allí, decenas de combatientes de las fuerzas gubernamentales caminaban tranquilamente por la zona.
Tan sólo horas antes, uno de los residentes de este mismo barrio de Al Qusur, había explicado a este periódico cómo se desarrollaba la tragedia.
"¡Es un desastre! ¡Están matando a familias enteras! Con niños. Hay muchos cadáveres en las calles. El cadáver de mi tío todavía está tirado en el tejado junto a otros. Les dispararon a sangre fría. Y había estado en la cárcel por ser un oponente del régimen anterior", explicó vía WhatsApp.
Los signos de la catástrofe que se abatió sobre el arrabal de Banias eran visibles en todas partes. Había coches con las ventanillas rotas por los disparos, otro empotrado contra un árbol, negocios calcinados, muchos saqueados. Una ambulancia de los Cascos Blancos parecía buscar más cuerpos, mientras grupos de encapuchados armados con AK-47 seguían patrullando por las travesías.
El periodista de EL MUNDO había pernoctado en este mismo lugar y permaneció allí hasta el viernes al mediodía. Incluso en ese instante, al poco de concluir los enfrentamientos, los vecinos se permitían asomarse a la vía pública y una pareja de niños intentaba combatir el aburrimiento jugando al fútbol. Era un mero espejismo. La matanza comenzó poco después.
El residente de Al Qusur -que por supuesto no quiso ser identificado- perdió a otro tío y un primo durante la jornada del sábado y junto a toda su familia tuvo que huir del domicilio para esconderse en un "lugar seguro". "Si hubiésemos esperado 30 minutos, no estaría hablando contigo", indicó. "Ahora están excavando fosas comunes para enterrar a todo el mundo", añadió.
El horror de Banias es una imagen que los sirios creían que habían enterrado con la desaparición de la dictadura que se prodigó en este mismo tipo de matanzas durante años. Se habían equivocado. La euforia que se vivió tras el 8 de diciembre es historia. Enterrada en sangre.
La sorprendente ofensiva que lanzaron las facciones afines a Bashar al Asad el pasado jueves en las regiones alauitas del oeste del país ha generado una brutal reacción por parte de las fuerzas del nuevo ejecutivo liderado por Ahmed Sharaa, que según varias ONG sirias ha desembocado en la masacre de cientos de civiles, miembros de la misma confesión a la que pertenece el autócrata exiliado.
Fadel Abdul Ghani, director de la Red Siria de Derechos Humanos (RSDH), declaró que los uniformados de la nueva administración fueron responsables de al menos 140 asesinatos de civiles en diversas zonas de Banias, Jableh y Lataquia, principalmente. "Hasta la tarde de este sábado, la cifra de muertos llegó a 1.018 personas", dijo el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que indicó que "745 civiles fueron asesinados a sangre fría en masacres sectarias" en las provincias del oeste de Siria de mayoría alauita, la rama del islam chií que profesa la familia de Bachar Al Asad.
Las organizaciones pro derechos humanos también confirman el asesinato de decenas -un centenar, según la RSDH- de integrantes de las tropas gubernamentales a manos de los insurgentes.
La organización siria Etana ratificó la existencia de "violencia generalizada e indiscriminada contra civiles, predominantemente alauitas" y alertó de que este tipo de acciones "pueden afianzar las divisiones sectarias" y servir como "herramienta de reclutamiento para el antiguo régimen y sus partidarios, que buscan usar la costa para lanzar nuevos ataques".
Los combates derivaron en un escenario dominado por el caos y la anarquía que todavía prevalecía este sábado en Banias y en la autopista que une Homs con la costa siria. La autovía estaba repleta de controles y columnas de hombres armados cuya filiación resultaba difícil de adivinar. Algunos vestidos con los atuendos de los mismos yihadistas que aterrorizaron a todo el país durante la égida en la que el extremismo -especialmente el del Estado Islámico- secuestró la revolución popular que pretendía derrocar a Asad. De hecho, muchos hacían ondear la bandera blanca con el lema "No hay más Dios que Alá" que identifica a varios grupos radicales y no la enseña siria. Ese mismo estandarte había sustituido al símbolo nacional del país en una de las primeras plazas de Banias.
Otros convoyes de todo terrenos marchaban en dirección contraria, hacia Homs y el sur del país, cargados con los expolios del saqueo que siguió a la contraofensiva gubernamental. Este reportero pudo asistir al pillaje de numerosos negocios de Banias el viernes por la mañana. Los militares afectos a Damasco cargaban sus coches con cuantas cajas podían acaparar en las pequeñas tiendas situadas en la calle principal de la ciudad. En la carretera se podían ver camiones con motocicletas y hasta uno que se llevaba una moto acuática de tamaño ingente.
Más adelante en la ruta, otro vehículo de los Cascos Blancos evacuaba los despojos de una enésima víctima de la confusión que prevalece en el país. Una estudiante universitaria de Qamishli, en el Este, que estudiaba en Latakia. "Le alcanzó una bala perdida en la cabeza", explicó Bashar Mustafa, uno de sus compañeros, que huía en la misma camioneta.
Los miembros de la comitiva dijeron que se habían encontrado con "cadáveres en la carretera, entre Jableh y Banias". "La ruta es muy peligrosa", le secundó Mustafa.
Bajo este escenario de absoluta confusión, cientos de civiles intentaban abandonar Banias, montándose en coches y furgonetas con bolsas donde acumulaban sus enseres. Algunos vagaban por las calles sin saber muy bien a dónde dirigirse. Otra camarilla de civiles intentó refugiarse junto al principal hospital de Banias, un recinto que fue escenario de violentos combates el viernes.
El edificio mostraba las marcas de los disparos y seguía siendo protegido por una patrulla de leales a Damasco. Mahmud Zalha asisitó aterrorizado a los combates que se sucedieron durante horas.
"Nos tuvimos que refugiar en la sala de cuidados intensivos porque tiene una puerta metálica. Los milicianos del antiguo régimen disparaban con RPG y ametralladoras. Llegaron hasta la puerta, pero los guardias de seguridad y los refuerzos consiguieron detenerlos", relató.
La visita al centro sanitario se interrumpió después de que una de las ametralladoras pesadas comenzara a lanzar ráfagas al aire para saludar la llegada de otra facción, algo que confirmó la absoluta incertidumbre que rige en la localidad. Pacientes y médicos salieron corriendo, presa del pánico, hasta que comprendieron que no estaban atrapados en una enésima refriega. Entre los militantes que entraron sin preguntar en el recinto figuraba un africano que rápidamente se cubrió el rostro con un pasamontaña al percatarse de la presencia de reporteros.
Otras familias alauíes seguían atrapadas en sus viviendas, dominadas por el terror.
"Estamos en nuestra casa desde el jueves. No puedo hacer nada. Las fuerzas de policía están patrullando la zona y usando altavoces. Dicen que ahora todo es seguro", precisó uno de esos clanes, que como la mayoría de los consultados para este artículo no quiso dar su nombre.
Miles de personas de la misma confesión intentaban esconderse en iglesias cristianas, en las montañas y hasta en la base aérea que controlan los rusos cerca de Jableh.
El Gobierno central intentó reconducir este sábado la situación enviando más refuerzos a las regiones costeras. El ejército ha recuperado el control de la mayor parte de las grandes villas aunque esta última jornada todavía se registró un ataque contra un hospital de Latakia, que acabó con la muerte de varios de los asaltantes.
Una fuente de seguridad citada por la agencia de noticias estatal siria Sana reconoció que se han perpetrado "violaciones individuales" después de que civiles ajenos a las fuerzas de seguridad se dirigieran hacia la costa siria para frenar el avance de los insurgentes afectos a Bashar al Asad. "Estamos trabajando para detener estas violaciones", agregó el mismo representante oficial.
En un discurso televisado, Sharaa se negó a condenar de forma clara los estremecedores sucesos y aunque dijo que "no permitirán que nadie reaccione de forma exagerada", previamente agradeció a sus uniformados que "protegieran a los civiles".
El mandatario acusó a los seguidores del derrocado Asad de propiciar el caos con su ataque en toda la región costera. "Al haber asaltado hospitales y aterrorizado a inocentes, habéis atacado a todos los sirios. Habéis cometido un pecado imperdonable y habéis recibido una respuesta que no podéis soportar. Por lo tanto, apresuraros a entregar las armas antes de que sea demasiado tarde", clamó el jefe de Estado.
Sharaa tan sólo emitió una velada crítica hacia los hechos que se estaban difundiendo y dijo que los "prisioneros no deben ser humillados ni golpeados porque es contrario a la ley del país y de Dios".
"Lo que nos distingue de nuestro enemigo es nuestra moral. Cuando la comprometemos, nos colocamos al nivel de nuestros enemigos. Los restos del régimen [de Bashar al Asad] nos están provocando para que cometamos transgresiones. Es nuestro deber proteger a la gente de la costa [los alauitas]", aseveró.
El cáncer del odio sectario se expande a una velocidad endiablada. Fue esa misma aversión la que sumió a Irak en un conflicto devastador durante más de una década. La misma que se encargó de promover Asad cuando sus acólitos ejecutaron masacres casi caldadas a las actuales. De hecho, Banias fue escenario de otra brutal sangría en 2013 cuando milicianos alauitas acabaron con la vida de decenas de civiles, incluidos niños y mujeres. Uno de los líderes de aquellas facciones, Mihrac Ural, se expresó con el mismo rencor sectario que ahora se escucha en boca de los militares suníes. "Hay que limpiar Banias y estos terroristas tienen que terminar en el mar", declaró públicamente el comandante aliado de Asad.
Era la misma prepotencia y sentido de la impunidad con la que algunos de los ganadores de la guerra en Siria se han comportado en estas últimas jornadas, cuando no han tenido el menor empacho en grabar todos los desmanes y crímenes que han cometido.
Las redes sociales se han llenado de grabaciones de uniformados ejecutando o golpeando a sus cautivos. En uno de ellos les hacen ladrar para después gritar que en realidad no son perros sino "cerdos". En otra secuencia, un grupo de militantes ordena a tres personas que se arrastren en fila, antes de dispararles a quemarropa. Otro más muestra a una pareja de uniformados en una motocicleta que descubren a un aldeano y le dicen: "Te hemos pillado". Después, le disparan varios tiros por la espalda asegurándose de que el crimen queda recogido por la cámara.
A diferencia de Banias, la situación en Tartús parecía haberse estabilizado. Allí, la presencia de los militantes bajo la autoridad de Damasco era más reducida y la localidad casi no presenta signos de combates.
Según, Jafar, un alauí de la villa, uno de los principales líderes de los irregulares que desataron la actual oleada de violencia, Meqdad Fteha, llegó a anunciar que había capturado esta misma metrópoli, "algo que era una mentira obvia". "Este señor quiere crear el caos sectario, arrastrar a los alauíes a una guerra civil. Fracasaron, pero nosotros seguimos pagando el precio", opinó.
Un portavoz de las fuerzas de seguridad en Tartus, Abu Kamal, de 28 años, negó que los agentes de la nueva administración fueran los responsables de las matanzas de alauíes, aunque admitió que "puede que se hayan cometido algunos errores". "Algunos de esos asesinatos también fueron cometidos por los restos del antiguo régimen para crear el caos", añadió.
Abu Kamal opinó que lo ocurrido ha sido "un intento de golpe de Estado apoyado por Irán, Hizbulá y Rusia. Pero han fracasado. Han perdido a mucha gente y tendrán que retirarse".
La tensión confesional alcanzó el jueves la localidad de Homs, donde también reside una significativa comunidad alauita. Los empleados del café Dubai, sito en el arrabal de Khadara, fueron testigos de cómo una muchedumbre de suníes indignados por la emboscada inicial que desencadenó la crisis actual se concentraban en ese distrito, lanzando consignas contra los integrantes de la minoría.
"Gritaban: ¡No queremos alauíes aquí! o ¡Que se jodan los alauíes!", indicó el chaval, de 21 años.
La manifestación desembocó en el asalto de cafeterías y negocios del barrio, y ráfagas de ametralladora contra algunas viviendas. El viernes, los impactos de bala y los casquillos seguían tirados sobre el suelo.
Las fuerzas de seguridad de Homs han conseguido controlar las divisiones entre comunidades, desplegando camionetas con ametralladoras pesadas y el viernes llegaron a desplegar una cadena humana de hombres armados para impedir el acceso hasta los arrabales donde viven los alauíes.
Abdallah Hattab, de 33 años, uno de los agentes que vigilan el enclave, precisó que sus fuerzas fueron las que contuvieron a la turba hasta obligarlos a dejar el lugar. "Eran los familiares de nuestros hermanos que han sido asesinados en la costa y por eso estaban enfadados", comentó.
Mustafa Abud, alguacil alauí de Zahra, otro barrio alauí, reconoció que él mismo había pedido a sus vecinos que no se sumaran a la sublevación de los insurgentes seguidores de Asad. "No es nuestra guerra", les dije.
"No se pone fin a la sangre con más sangre, sino con la racionalidad", le secundó el jeque alauí Majialdin Seldun.
El citado Jafar, de 26 años, se vió obligado a abandonar este sábado su domicilio en Tartús ante la perspectiva de que los agentes de Damasco registraran su barrio buscando armas. El ingeniero alauí sólo se atrevió a hablar con los periodistas en una recóndita esquina de un bar oculto en una galería.
El sirio participó el jueves en la manifestación que se organizó en la urbe para protestar contra la razzia que sufren los enclaves alauítas. Una movilización que fue disuelta por los disparos al aire de las fuerzas de seguridad.
Mientras conversaba con los informadores, no paraba de recibir llamadas de sus familiares, presa del pánico. El pavor es algo que comparten ahora todos los aluíes. Uno de sus familiares, que vive en un villorrio cercano a Tartús, le narró por teléfono que estaban huyendo a las laderas de las colinas. "Cada vez que escuchamos venir un coche, todos los habitantes nos escondemos en el campo, para que parezca que la aldea está vacía. No puedo hablar más porque se me acaba la batería del teléfono", anunció antes de colgar.
Para Jaafar, como para muchos sirios, este baño de sangre marca un antes y un después en la atribulada historia del Estado árabe. Un trágico episodio de un guión que se pensaba repleto de esperanzas. "Para mí, Siria ya no existe", concluye.
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Qué está pasando en Siria: claves para entender la mayor ola de violencia desde la caída de Al Asad
En los últimos días, las fuerzas afiliadas a las nuevas autoridades sirias se han enfrentado a hombres leales al expresidente Bashar Al Asad, en medio de las acusaciones de matanzas sectarias y graves abusos contra los civiles.
Francesca Cicardi
Cuando se han cumplido tres meses desde el derrocamiento del expresidente sirio Bashar Al Asad, la hasta ahora pacífica transición democrática se ha visto sacudida por la violencia sectaria que muchos temían que estallara desde un primer momento. En este tiempo, las tensiones han permanecido elevadas en la zona de la costa Mediterránea, donde se concentra la población alauí, secta del islam a la que pertenece el exmandatario y que integraba mayoritariamente su régimen.
La semana pasada, esas tensiones desembocaron en los mayores enfrentamientos armados desde el mes de diciembre, en medio de acusaciones de masacres de civiles y combatientes alauíes a manos de las fuerzas y milicianos suníes afiliados al nuevo Gobierno en Damasco. No hay cifras oficiales de fallecidos y es difícil verificar los números que circulan en redes sociales. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (ONG con sede en Reino Unido y una amplia red de informantes en Siria), más de 1.090 civiles han perdido la vida desde el 6 de marzo en la zona costera.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos ha verificado la muerte de 111 personas (90 hombres, 18 mujeres, un niño y dos niñas), pero ha advertido de que el número puede ser mucho más elevado.
¿Cuándo y cómo estalló la violencia?
El pasado 6 de marzo, hombres armados fieles al derrocado dictador atacaron a las fuerzas de seguridad y armadas de las nuevas autoridades interinas en la provincia de Latakia –que durante la guerra civil siria había sido un feudo del régimen de Al Asad y donde hay una destacada presencia de población alauí–. A continuación, el Gobierno liderado por Ahmad Al Sharaa lanzó una operación en esa provincia y la vecina de Tartús para perseguir a los atacantes y desmantelar “células durmientes” integradas por miembros del exrégimen. La operación se extendió a varias provincias durante varios días, hasta este lunes.
En Latakia es donde el Observatorio Sirio ha registrado el mayor número de muertos civiles, casi 600, según el último recuento.
Las nuevas autoridades sirias controlan la mayor parte del país
Según Muhsen Al Mustafa, analista del Centro Omran para Estudios Estratégicos sobre Siria, el del jueves no fue un ataque aislado. “Fue un movimiento calculado de lo que queda de las elites del Ejército y la Inteligencia de la época de Al Asad para reafirmar su poder a través de la fuerza”, explica el experto a elDiario.es. En su opinión, los choques que han tenido lugar en los pasados días pueden ser “el comienzo de una insurgencia armada coordinada por parte de los leales al exrégimen”. Al Mustafa destaca que los nostálgicos de Al Asad buscaban ejercer su influencia e, incluso, hacerse con el control territorial de algunas áreas de la región costera.
Por su parte, Charles Lister, director del programa de Siria del Middle East Institute de Washington, señala que la mayoría de los cabecillas de la insurrección armada eran excomandantes de la IV División del Ejército sirio, que tiene un historial de abusos y crímenes en los casi 14 años de guerra. Una fuente de seguridad siria dijo a la agencia de noticias Reuters que había unos 5.000 insurgentes pro Al Asad.
¿Cuál ha sido la respuesta del Gobierno?
El Ministerio de Defensa sirio aseguró el lunes que la operación contra los fieles del exrégimen ha terminado, aunque ha prometido que sus fuerzas seguirán persiguiendo a los que quedan de ellos para evitar futuras “amenazas”. Cientos de uniformados han muerto desde el jueves y han aparecido indicios de ejecuciones, como una fosa común descubierta cerca de la localidad de Qardaha, con cuerpos de integrantes de las fuerzas de seguridad sirias, según han informado los medios oficiales.
Mientras, combatientes del bando de Damasco han sido acusados de perpetrar masacres, saqueos y otras atrocidades en las poblaciones de mayoría alauí de las provincias de Latakia y Tartús, para vengarse del ataque sufrido a manos de los exmilitares y milicianos de esa secta. Según Al Mustafa, “grupos indisciplinados han cometido violaciones” contra los civiles, pero el analista no descarta que los propios leales a Al Asad perpetraran crímenes contra los alauíes y otros que apoyan al nuevo Gobierno, tal y como les habían amenazado que harían.
El experto sirio señala que las autoridades de Damasco respondieron “de forma proporcionada a la amenaza” sobre el terreno y, en el plano político, “rápidamente” creando dos comisiones.
El presidente del país, Ahmad Al Sharaa –quien lideró la coalición de grupos islamistas que tomaron el control de Damasco el pasado diciembre y expulsaron a Al Asad del poder–, anunció el domingo la formación de una comisión para “el mantenimiento de la paz social”, con el objetivo de brindar apoyo a los civiles de la zona costera y escuchar sus demandas. Asimismo, el mandatario encargó a otra comisión, integrada por seis figuras de la judicatura, que investigue lo sucedido desde el 6 de marzo en la costa mediterránea, y prometió que todos los implicados en el derramamiento de sangre o maltrato de los civiles rendirán cuentas.
En una entrevista con Reuters este lunes, Al Sharaa ha responsabilizado de la violencia a los fieles al exrégimen, pero ha admitido que sus acciones brindaron “una oportunidad para la venganza” y que “muchas violaciones han ocurrido” en los pasados días.
Horas más tarde, la Presidencia siria anunció un acontecimiento favorable para la estabilidad y el control del Gobierno sobre todo el país. Tras una reunión entre Al Sharaa y Mazlum Abdi, líder de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) —alianza formada mayormente por milicias kurdas—, se acordó “la integración de las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio”, lo que representa un espaldarazo para la transición que los cruentos sucesos de los últimos días han puesto en duda.
Desde Amnistía Internacional, la directora de Oriente Medio, Heba Morayef, ha lamentado las “horribles imágenes” que llegan de Siria, las cuales son “un recordatorio de los pasados ciclos de atrocidades” y “amenazan con prender las tensiones sectarias y alimentar más violencia mortal” en el país. Asimismo, ha señalado en un comunicado que las promesas de Al Sharaa “no significarán nada si la justicia no se hace de forma que priorice la participación de las víctimas y promueva los derechos de los ciudadanos”, además de ser “imparcial”.
¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?
Dentro y fuera de Siria, se ha puesto en duda la actuación de los uniformados del Gobierno y de combatientes leales a Al Sharaa, una parte de los cuales proceden de grupos radicales –incluido el propio presidente, que fue cabecilla de Al Qaeda en Siria–. Varias fuentes han señalado la participación en los combates de yihadistas, incluidos extranjeros, que llegaron a la zona costera procedentes de la vecina Idlib, donde estaban arrinconadas las facciones armadas opositoras hasta la caída del régimen.
En la Unión Europea se declaran “alarmados” por las informaciones sobre asesinatos de “civiles inocentes”, pero se mueven con prudencia y cautela a la espera de las conclusiones de la investigación que ha prometido el presidente sirio, informa Irene Castro. “Hemos visto que las autoridades han reaccionado rápido y los culpables tienen que rendir cuentas ante la justicia”, ha dicho la portavoz de exteriores de la Comisión Europea, Anitta Hipper, que ha apuntado a que ha habido “manipulación y desinformación” respecto a lo ocurrido en los últimos días.
Mientras, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha sido mucho más contundente: “Estados Unidos condena a los terroristas islamistas radicales, incluidos yihadistas extranjeros, que han asesinado a gente en el oeste de Siria en los pasados días”. En un comunicado, Rubio ha señalado el apoyo de Washington a todas las minorías del país, incluidos los cristianos, que también han sido víctimas de algunos actos de violencia en la región costera. “Las autoridades interinas de Siria deben hacer rendir cuentas a los perpetradores de estas masacres contra las comunidades minoritarias de Siria”, ha afirmado.
Por su parte, Rusia, que fue el principal apoyo internacional de Al Asad hasta su caída en desgracia, ha llamado a poner fin a “las manifestaciones de violencia” en Siria. En los pasados días, integrantes de la comunidad alauí han pedido protección a Moscú ante los ataques que estaban sufriendo e, incluso, han acudido a la base militar rusa de Hameimim, en Latakia.
Mientras, Israel ha aprovechado para destacar la inestabilidad en Siria y la naturaleza del nuevo Gobierno islamista. El ministro de Exteriores, Gideon Sa'ar, ha afirmado que los nuevos dirigentes siguen siendo “yihadistas, incluso si algunos de sus líderes se han puesto traje de chaqueta”. Para Tel Aviv, las nuevas autoridades sirias suponen una amenaza a su seguridad y, por ello, ha desplegado tropas en la zona de separación entre Israel y Siria, más allá de los Altos del Golán ocupados desde 1967. Esa zona está desmilitarizada con base en un acuerdo de 1974 entre los dos países, pero Tel Aviv considera que el pacto no es válido después de la caída del régimen de Al Asad y ha aprovechado el cambio en Siria para expandir su presencia en el territorio del vecino.
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Líderes religiosos en Siria estiman que más de 7.000 cristianos y alauitas han sido asesinados por el terrorismo islamista en los últimos días
Por Unai Cano
Líderes religiosos han denunciado desde Siria que el terrorismo islámico, con el respaldo de Turquía, ha acabado ya con la vida de más de 7.000 cristianos y alauitas en los últimos días. Según estos testimonios, las masacres están siendo «especialmente cruentas» y tienen como objetivo acabar con las comunidades históricas que han habitado en esta región durante siglos.
Desde Damasco, fuentes eclesiásticas han alertado de que la persecución contra los cristianos en Siria ha alcanzado niveles sin precedentes. El patriarca ortodoxo griego Juan X de Antioquía ha expresado su consternación por la brutalidad de estos ataques y ha pedido a la comunidad internacional que actúe antes de que sea demasiado tarde. Además, ha denunciado que las comunidades cristianas sufren una grave escasez de alimentos y medicinas, agravada por la falta de asistencia humanitaria en la zona.
Las matanzas, que han tenido lugar en distintos puntos del país, coinciden con la consolidación del nuevo régimen islámico en Siria. Desde el entorno de estos grupos, argumentan que no pueden controlar a las milicias y facciones armadas que continúan atacando a la población civil, pero desde la Iglesia advierten que esta es sólo una excusa para encubrir crímenes sistemáticos.
Mientras la presión internacional crece de parte de países como Rusia o los Estados Unidos, el presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, ha intentado desmarcarse de la violencia y ha prometido que su gobierno tomará medidas contra quienes han participado en la matanza de civiles. «Cualquier persona implicada en estos crímenes se enfrentará a la justicia. Nadie está por encima de la ley», ha asegurado en una reciente declaración pública. Sin embargo, las pruebas en el terreno sugieren que estos anuncios no han detenido la escalada de violencia.
Dinero de sangre: Exposición contra la renovación del polígono de tiro de Bardenas (Navarra)
Tenemos el disgusto de invitarte a la exposición "dinero de sangre" en la que diferentes a(n)Rtimilitaristas exponen sus obras de protestARTE contra el polígono de tiro de las Bardenas y las guerras. Esta exposición colectiva recoge el trabajo de 25 artistas locales que han dibujado 60 billetes con la idea del "dinero de sangre", plasmando en ellos diferentes cuestiones: industria militar, víctimas de las guerras, radioactividad, secuestro de la voluntad popular, belicismo, refugiados, etc.
Este trabajo se realizó y se presentó por primera vez desde la plataforma Bardenas Libres, que llegó a aglutinar a más de 80 colectivos posicionados en contra de la renovación del último contrato que se realizó de manera automática entre la Comunidad de Bardenas y el Ministerio de Defensa en 2018.
Ante la cercanía de la próxima renovación en 2028, desde Bardenas Ya! hemos recuperado esta exposición con el propósito de volver a aglutinar fuerzas contra estas instalaciones militares, y volver a poner en marcha la Plataforma de Bardenas Libres con el objetivo de cerrar las instalaciones militares del polígono de tiro de Bardenas.
Exposición en la Sala Atelir N1 en la C/Roso nº 1 de Tudela. La exposición podrá verse de martes a viernes en horario de 17:00h a 21:00h desde el 12 de marzo hasta el 4 de abril en la Sala Atelier N1. La inauguración se celebrará este miércoles 12 de marzo a las 19:30h.
Denunciamos con ello los preparativos de guerra que constantemente se realizan en este parque natural, el militarismo y la desvergüenza de unos países a los que solo les interesa el petróleo y las materias primas, así como la de algunos ayuntamientos de la zona y el Monasterio de la Oliva que cobran ese dinero manchado de sangre.
Con el dinero recaudado, gracias a las obras de arte donadas gratuitamente por l@s artistas, se seguirá financiando la lucha contra el polígono y por un mundo más pacífico. Puedes adquirir una obra contra las guerras solicitándola en: bardenaslibres@gmail.com
La meitat dels policies i militars de l'Estat són votants de l'extrema dreta
Redacció
No cal anar massa lluny per trobar alguns exemples que demostren que la policia espanyola i l'exèrcit no són precisament progressistes ni d'esquerres. El posicionament contra l'amnistia o el seu paper durant el procés són alguns dels antecedents que toquen més de prop Catalunya, però només cal anar a les enquestes per demostrar aquesta realitat.
L'acumulat dels baròmetres del Centre d'Investigacions Sociològiques (CIS) dels últims mesos són molt clars: gairebé la meitat dels cossos policials i militars opten per votar formacions d'extrema dreta. Segons aquest recull, el 33% dels integrants d'aquest sector es decanten per Vox, mentre que un 14% ho fa per S'ha acabat la festa de l'ultra Alvise Pérez.
Potser el més cridaner dels resultats és que més policies i militars voten el partit de Santiago Abascal que el PP, que es queda amb un 30% dels suports. Així doncs, comptant que també hi apareixen reconeguts les opcions de vot en blanc o nul, si a l'Estat només votessin els militars i els policies hi hauria un possible govern d'extrema dreta. La suma dels populars i de les dues formacions d'extrema dreta arriba fins al 77% dels suports.
Qui es reparteix el 13% restant? Doncs no, no va pas a l'esquerra. Un 7% dels policies i militars espanyols es decanta per l'opció de vot en blanc o nul, just per sobre del 6% que voten al PSOE. Són l'excepció d'una tendència molt clara, i que també trenquen un 1% de policies i militars que vota a Sumar i un altre 1% que ho fa per opcions nacionalistes o independentistes.
Excursionistas de la idea: Montañismo anarquista en la España prebélica
Escrito por Pablo Batalla
«¿Qué será que la generación cada vez es más débil y más enfermiza? Pues es muy sencillo: es debido a la mala vida y viciosa de los antepasados, que sin mirar el porvenir de sus generaciones se arriesgaban a todos los vicios, por malos que fueran y sin escrúpulo de ninguna clase. ¡Jóvenes! Mirad muy bien lo que hacéis, no solo por vuestra felicidad, sino por el porvenir de vuestros futuros hijos y demás descendencia que nunca os puedan decir vuestros hijos que están enfermos por vuestra culpa. ¡Jóvenes! Ingresad en el Grupo Excursionista Eliseo Reclús». Corría el mes de febrero de 1938 y, en la Valencia capital de la República resistente, los horrores de la guerra no habían acabado con la actividad recreativa de las Juventudes Libertarias de la Barriada de la Misericordia, que, unos días antes, habían constituido aquel grupo excursionista cuya primera expedición los conduciría al paraje conocido como El Picacho. Se hacían parte, con ello, de una historia larga de maridaje entre el anarquismo y el montañismo, que en España —sobre todo en Cataluña— venía desplegando, desde finales del siglo XIX, una variopinta proliferación de grupos, revistas y ensayistas.
En la montaña, en los espacios naturales, encontraban los ácratas muchas y distintas cosas, conectadas a veces con otras sensibilidades características del movimiento, tales como el desnudismo, la teosofía o el esperantismo. Acudían los enemigos del poder a la montaña a desnudarse, a nombrar en el idioma artificial del doctor Zamenhof las cosas que veían y de esa manera practicarlo, a construir comunas… y también a rastrear —en el caso de los anarquistas catalanes— pasos de montaña a través de los cuales escapar a Francia, huyendo de la Guardia Civil, el somatén o el servicio militar, o escondrijos para las armas de la acción directa, conocimientos que resultarán muy útiles cuando la negra noche del fascismo se abata sobre España, y ante él haya que alzar la insurgencia desesperada del maquis. «Las reuniones clandestinas en la montaña —escribe Juan Gómez Casas en Historia del anarcosindicalismo español— cubríanse con el deporte del excursionismo, el culto sincero al desnudismo, al aire oxigenado y el bronceamiento al sol. Todo esto formaba un contraste pintoresco si se tiene en cuenta que esa vuelta sincera a la naturaleza era perfectamente compatible con los planes conspirativos, la química de los explosivos, el ejercicio de tiro con pistola, el intercambio de periódicos y hojas clandestinas, los anatemas contra el tabaco y el alcohol».
La crítica del deporte que hacía el anarquismo, viendo en él una correa de transmisión de valores capitalistas como la competición, o, en el caso de las sociedades deportivas marxistas, un instrumento para el encuadramiento y el adoctrinamiento —aunque hubo, también, clubes deportivos anarquistas como el Júpiter de Poblenou, afiliado todo él a la CNT, con secciones de fútbol, atletismo y excursionismo—, encontraba una excepción en el montañismo; en su confraternización desatenta a los relojes; en sus jiras, vocablo utilizado entonces para las excursiones, que el DRAE define hoy como «banquete o merienda, especialmente campestres, entre amigos, con regocijo y bulla» y registra como procedente del francés [bonne] chère, o sea, «buena comida». «Cada día las jiras van divulgándose más y más, convirtiéndose en una bella costumbre anticipadora de la vida nueva», se señalaba el 1 de septiembre de 1932 en La Revista Blanca, publicación quincenal de sociología, ciencias y artes, editada en Madrid desde el año 1900 por Juan Montseny y Teresa Mañé. La revista informaba en su «Sección de Excursionismo» de las organizadas por todo un archipiélago de colectivos, recogiendo estampas de pequeñas muchedumbres recostadas en un prado y ondeando banderas. Aquel número concreto incluía, por ejemplo, tres de la realizada por la juventud libertaria de La Nucia (Alicante) al Puig Campana, «donde entre sanas expresiones de vida resonó optimista el grito de ¡Viva la anarquía!», así como la crónica de la realizada por la Regional de Asturias, León y Palencia al Puerto de Pajares, en una «mañana deliciosa de julio con un céfiro suave y voluptuoso impregnado de aromas campestres», por «tierras de fecundidad y vida». Mil quinientos excursionistas encontraban en ella «un medio positivo de abolir prejuicios regionalistas, de conocerse y amarse mutuamente los pueblos, considerándose todos hermanos en la inmensa familia humana y en la gran patria del mundo». Montseny y Mañé eran por cierto —lo habrá adivinado el lector perspicaz— los padres de una joven llamada Federica, que unos años antes, en 1927, defendía así el naturismo en las páginas de la propia revista:
«El origen del naturalismo es el afán de recobrar la salud perdida por falta de contacto con la naturaleza. Empezó a dejar de ser remedio para convertirse en tesis con dos principios fundamentales: físico el uno y ético el otro. El primero es el retorno a la naturaleza. El segundo es el respeto a la vida animada por la naturaleza. El naturismo que no sea anarquista, no es ni será nunca naturismo. […] El naturismo no es otra cosa que una consecuencia lógica de la ciencia y los sentimientos modernos».
Eliseo Reclús, Élisée Reclus, era una suerte de santo patrón laico para aquellos amantes paralelos de las caminatas por la montaña y la revolución social. Maestro de geógrafos y anarquista de la Comuna, en el exilio en Suiza había escrito un libro, La montaña, en el que —como escribe Daniel Hiernaux-Nicolas— «el paisaje se alía a la descripción de los problemas sociales». En el «montañés libre» encontraba Reclus, hombre transido de la ética protestante del trabajo, una alegoría y una escuela del revolucionario: al habitante de la montaña —escribía—, «la fatiga del trepar y del bajar penosamente, la sencillez del alimento, el rigor de los fríos invernales, la lucha contra la intemperie» lo han hecho «un hombre aparte, le han dado una actitud, un andar, un juego de movimientos muy diferente de los usados entre sus vecinos de la llanura. Le han dado además un modo de pensar y de sentir que le distingue. Han reflejado en su espíritu, como en el del marino, algo de la serenidad de los grandes horizontes: también en muchos sitios le han asegurado el tesoro inapreciable de la libertad». Entre los montañeses,
«el trabajo solidario y los esfuerzos de conjunto son una necesidad. Todos son útiles para cada uno, y cada uno para todos. El pastor que va á los pastos altos á guardar los rebaños de la comunidad no es el menos necesario á la prosperidad general. Cuando ocurre un desastre, ayúdanse todos mutuamente para enmendar el daño. Si el alud se ha desplomado sobre algunas cabañas, todos trabajan en el desescombro. Si la lluvia ha desmoronado los campos que se cultivan en gradas sobre las pendientes, todos se ocupan en recoger la tierra que se ha venido abajo y subirla en espuertas hasta la vertiente de donde se cayó. Si el torrente desbordado ha cubierto de piedras las praderas, todos se afanan en limpiar el césped de tales escombros que lo ahogan. Cuando en invierno es peligroso arriesgarse entre la nieve, cuentan unos con la hospitalidad de otros. Todos son hermanos y pertenecen á la misma familia. Así es que cuando los atacan, resisten de común acuerdo, movidos, digámoslo así, por un solo pensamiento. Por otra parte, la vida de combates sin tregua contra toda clase de peligros y quizá también el aire puro y saludable que respiran los convierten en hombres atrevidos y desdeñosos de la muerte. Trabajadores pacíficos, á nadie atacan, pero saben defenderse».
El excursionismo era vida, vigor, regeneración, aire fresco, baños solares como los que perseguía el colectivo Amics del Sol, fundado en Barcelona en 1915 por obreros naturistas que habían convertido en un solárium una de las paredes de su fábrica, cercana a la playa de Can Tunis. Y su cultivo se entrelazaba con la sensibilidad eugenésica que, entonces (tiempos anteriores al malogramiento de la palabra por la vesania nazi) caracterizaba a la izquierda toda. Algunos de los miembros de Amics del Sol, juntamente con los esperantistas de La Rondo y el Ateneo Obrero de Les Corts, regentaban como «Grupo pro-Eugenismo» una editorial llamada Eugenia desde la que se pregonaba «la selección espiritual de los individuos, para así obtener la perfección mental de la especie, cuyos principios sociales sean la cultura y el altruismo». Se creía en la posibilidad de un hombre nuevo, alumbrado por los avances tecnológicos de una era de promisorios amaneceres, y, frente a la eugenesia clasista y racista de los conde de Gobineau y los Houston Stewart Chamberlain, aquellos anarquistas cuyos hijos se llamaban Aurora o Liberto predicaban la posibilidad de una eugenia igualitaria. No era el suyo —escribía Albano Rosell, autor de El naturismo integral y el hombre libre o de la novela En el país de Macrobia, fundador de la revista El Naturista…— «el eugenismo que nos endilga yanquilandia, […] esencialmente dogmático y clasista», sino un combate social por la conservación de la naturaleza y la abolición de la propiedad del suelo y el agua.
Sol y Vida era el muy eugénico nombre de la sección de excursionismo popular del Ateneo Ecléctico Naturista, fundada en 1926, radicada en el barrio barcelonés del Clot, y que publicaba sendas revistas llamadas Ética e Iniciales. Al grupo, que formó parte de la asamblea fundacional de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), el 25 de julio de 1927, pertenecía Joan Padreny, autor de un folleto titulado Necesidad del excursionismo y sus influencias libertarias en los individuos y los pueblos. «No pretendemos —reza su introducción— redimir a la humanidad por medio del excursionismo, pero sí creemos que es un factor que ayudará a ello y por lo tanto debemos propagarlo. Nadie ignora que durante las excursiones, y en los momentos de parada, organizamos charlas y juegos de acuerdo con el ideal de Acracia. Y es así como formaremos hombres fuertes y rebeldes, capaces de contribuir al derrumbamiento de la tiranía». Concha Liaño, miembro de Sol y Vida, evocaba tiempo después las ansias semanales por que llegase el domingo para ir de excursión:
«Todo el Ateneo iba de excursión. […] Y era muy bonito. Nos juntábamos pero muchos, los abuelos, los tíos, los niños. Era muy bello. Y también hacían grupos que discutían siempre sobre las ideas. […] Fue una época muy bella y la gente muy sana. Yo tengo unos recuerdos tan bonitos de eso. […] Aquellos muchachos eran de verdad magníficos, tan altruistas, tan sinceros, tan anarquistas. Y eran muchos. De todas las barriadas nos juntábamos».
Los clubes de montaña —de los que Nueva Humanidad celebraba en mayo de 1933 que contribuían «eficazmente a sacar a la juventud de esos antros de perversión que se llaman cafés, cines, bailes, etc.»— eran escuelas de la emancipación. Lo fueron, por ejemplo, para Liberto Sarrau (1920-2001), uno de los más heroicos antifranquistas catalanes, anarcosindicalista al que siendo niño había cautivado el martirio de Ferdinando Sacco y Bartolomeo Vanzetti, que se formó en la escuela racionalista La Farigola de Joan Puig Elias, en 1936 cofundaría el grupo Los Quijotes del Ideal, y en la posguerra pasaría por los campos de concentración franceses, los de trabajo nazis y luego volvería a entrar en España, donde formaría el grupo Tres de Mayo y sería detenido, torturado y encarcelado, penando en la prisión de San Miguel de los Reyes y la de Burgos, tras lo cual regresaría a Francia. A finales de los ochenta, atrás ya los años vividos peligrosamente, fundaría la Asociación Cultural y Ecologista Natura y, en el Pirineo, abrigaría el proyecto de creación de la colonia infantil Nou Món, inspirada en el espíritu de Ferrer i Guàrdia y para la que intentó comprar una masía de treinta hectáreas, aunque sin éxito. Sarrau era esperantista, naturista y excursionista; la tríada completa del anhelo del homo novus que construyera con mente sana en un sano cuerpo la confraternidad universal. Todo era un mismo magma. De Poblenou hacía el anarquista Antonio Turón, entrevistado por Manuel Rivas, esta evocación que incluía el excursionismo:
«Poblenou era como una placenta anarquista. Había más anarquismo por metro cuadrado que en cualquier parte del mundo. Ateneos, corales, grupos excursionistas, naturalistas, de todo. Y luego estaba el sindicato. No era necesario el proselitismo. Bastaba con ver y escuchar. Yo trabajaba en los trenes de laminación. En los turnos de descanso se leía, se debatían las cosas del mundo. Sí. Bastaba con ver. Había unos hombres que eran los más cultos, una cultura de la vida, te hablaban de una novela de Gorki o de Víctor Hugo a la hora del bocadillo; que se preocupaban por los problemas colectivos, que no bebían alcohol, que no fumaban y que además eran los mejores operarios. Y resultaba que esos eran los anarquistas […] Yo abrí los ojos a la realidad del mundo en aquella placenta que eran la fábrica y el barrio. Y cuando nos dimos cuenta, en plena adolescencia, vino el 36 y ya estábamos en una trinchera. No tuvimos miedo. En los trenes de laminación trabajabas con hierro incandescente. Cuando salimos a parar a los golpistas el 19 de julio, el primero que veías en la calle, con mono azul de faena, era a Buenaventura Durruti. ¿Cómo ibas a tener miedo?».
Cuesta imaginarse hoy aquel mundo, irremisiblemente enterrado bajo el «estrato histórico» que José Luis Villacañas dice que el franquismo es en La revolución pasiva de Franco; de su victoria «definitivamente decisiva». La vida ya solo crece sobre él; «ya no puede florecer en los estratos subyacentes. Estos pueden dar nutrientes últimos a las raíces más profundas, pero sin luz no pueden alimentar la planta, hacer crecer la flor y dar el fruto». Sigue habiendo anarquistas y siguen haciendo excursiones como las que organizan las asociaciones mancomunadas en la Unió de Grups Excursionistes Llibertaris (UGEL) de Cataluña, pero son dispersas brasas de lo que un día fue un incendio. De «tiempos idos» hablaba ya Joan Ferrer i Farriol (1896-1978) en una serie de artículos melancólicos publicados en la revista Solidaridad Obrera, publicada por el exilio anarcosindicalista español en París. El número XV, publicado en 1957, versó sobre el excursionismo, y en él el anciano revolucionario derrotado evoca cómo
«Cuando los libertarios salíamos al exterior de las poblaciones no era para darnos un “día de campo” con exclusiva de arroz o “costellada”, sino para alternar y fraternizar con compañeros y compañeras de otras procedencias. […] El ideal nos animaba para el encuentro, en plena naturaleza, de otros seres alentados por preocupaciones parejas a las nuestras. Llegados al punto de destino, las manos de unos y otros se entrechocaban y los rostros se sonreían animadamente. En general, las conocencias así rápidamente entabladas determinaban amistades sólidas, inquebrantables para toda la vida […] Nuestra flema de excursionistas de la idea contrastaba con los pobres kilometristas domingueros que salían de casa para regresar a casa solamente para puntuar una marca de 100 km. andados del amanecer al anochecer».
Ferrer caracteriza con gran viveza a algunos de los compañeros de aquellas montañadas, y al hacerlo viene a componer un bestiario de aquella ingenua acracia, de su diversidad, en la que cabían «el vegetariano Torres», «el dicharachero Mingo» o el «titiritero de la revolución» Corbella, personaje singular, de divertida semblanza:
«En 1927 ese hombre se arrebató de entusiasmo solitario y ofrecía, con vistas a la revolución antiprimorriverista que se avecinaba, armas de todas clases y calibres en cartas ordinarias echadas al correo, cuando podía servirse de la recadería, muy en boga en aquellos tiempos. Una, dos y tres cartas recibimos insistiendo el manresano en proveernos de armas, hasta que el compañero Cuatrecasas le escribió reclamándole seis cañones de artillería a vuelta de correo».
Sobrecoge la nostalgia del exiliado; de este miembro de la «inmensa Numancia errante sin puerto al que llegar» de la que hablara Araquistáin, a quien desgarra evocar, en aquel año 57, las «horas añoradas todas ellas por su perfume montañero, por el amor del bosque y la acogida de las matas, allí acogedoras y olorosas. Y por la comunión fraternal con los compañeros de tales o cuales pueblos, siempre con idénticos deseos manumisores. Ante esas páginas de juventud, comprensión y entusiasmo, las incomprensiones del exilio se nos antojan monstruos de pesadilla». El homo novus nunca fue alumbrado. En aquella España —escribía Blas de Otero— no se salvó ni Dios: lo asesinaron.
Slavenka Drakulic: No matarían ni una mosca. Retratos de los criminales de las guerras balcánicas
Slavenka Drakulic: No matarían ni una mosca. Retratos de los criminales de las guerras balcánicas
Idioma original: Croata
Título original: Oni ne bi ni mrava sgazili
Traducción: Isabel Núñez
Año de publicación: 2005
Valoración: Terrible y (precisamente por eso) necesario
A medio camino entre Svetlana Alexievich, Hannah Arendt o el más reciente V13 de Emmanuel Carrère, No mataría ni una mosca es el acercamiento de la croata Slavenka Drakulic a esas preguntas que nos surgen cada vez que asistimos a un crimen atroz, a una masacre o a una guerra.
¿Cómo un país que durante cuarenta y cinco años convivió en armonía estalla en mil pedazos y se desangra en una serie de guerras fratricidas? ¿Qué lleva a un aparentemente apacible contable, taxista o enfermero a convertirse en un criminal de guerra? ¿Hablamos de sádicos, de oportunistas, de cobardes, de convencidos de la causa? ¿Circunstancias y decisiones puntuales pueden hacer que un tipo normal sea capaz de asesinar y/u ordenar asesinatos? ¿Cómo es posible que una sociedad pierda sus valores y un individuo pierda su alma y admita el mal? Y lo que es aún más inquietante, ¿qué hubieras hecho tú de haber vivido en Vukovar, Bijeljina o Mostar entre 1991 y 1995?
Quizá todo se reduzca, como dijo Biljana Plavsic con algo de cinismo, a que en nuestra obsesión por no convertirnos nunca más en víctimas, nos permitimos convertirnos en victimarios. O quizá no sea todo tan sencillo.
Conceptos como memoria y reparación, justicia y verdad, culpa y responsabilidad, la normalización del odio o la deshumanización del otro recorren un texto tan terrible como necesario en tiempos en los que la memoria histórica está en entredicho.
Pero no esperéis encontrar respuestas en el libro. Hay más preguntas que soluciones, más conjeturas que certezas en los 13 retratos (+ la introducción, la paradójica coda final y el epílogo de Marc Casals) que componen un libro que nace de la asistencia de la autora a los juicios de Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.
Creo que uno de los principales aciertos de la autora es el de reunir a criminales anónimos con criminales famosos, como Slobodan Milosevic, Ratko Mladic o Frandjo Tudjman (que no tiene retrato pero podría haberlo tenido), porque con ello se cubren varios frentes que no son "compartimentos estancos": no solo el paso de la normalidad a la violencia ciega sino también el paso del anonimato a las posiciones de poder y, sobre todo, cómo se consigue desde el poder crear un clima que acabe dando lugar a hechos tan terribles.
Otro punto a favor, y que contribuye a esa permanente sensación de irrealidad de acompaña a los textos, son los paralelismos entre algunas de las personas retratadas y personas del entorno cercano de Drakulic. Por ejemplo, un carnicero de cara inocente e ingenua (¡¡¡del que hasta sus vecinos musulmanes hablaban bien!!!) como Goran Jelisic comparte generación con la hija de la autora; Radoslav Krstic trae a la mente al propio padre de la autora, militar en el ejército yugoslavo; Biljana Plavisc, número 2 del gobierno de la República Srpska, le recuerda a su propia madre...
Y claro, si gente con la que compartimos generación, formación, trabajo o cultura, si tu vecino del 4º B o tu compañero de pupitre en 3º de EGB termina convirtiéndose en un monstruo, quizá tú hayas estado muy cerca de serlo y solo una casualidad lo ha evitado (o lo has ido viendo, pero lo has dejado correr (o te ha importado una mierda)...)
Más. Drakulic no entra en detalles escabrosos. No es eso lo que importa, el horror no se muestra a través de la sangre ni de las vísceras. Lo terrorífico no viene de vampiros ni de seres deformes y perversos, sino de lo ya conocido.
Por último, el libro admite posibles lecturas que van algo más allá de lo "meramente filosófico y/o psicológico". Las historias individuales de los diferentes personajes son tan potentes que admiten una lectura como simples "relatos", ya sean como relatos de terror, absurdos o (aunque no lo parezca) surrealistas. Además, los paralelismos que decía establece la autora entre los protagonistas de los textos y personas cercanas a ella hacen que el libro se remonte en el tiempo y ofrezca una lectura que podríamos llamar "crónicas yugoslavas". Quizá por esta vía se podría acceder, aunque solo sea en parte, a una posible explicación de lo que vino después.
En resumen, un libro duro e incómodo pero absolutamente necesario, no ya para aprender del pasado y no incurrir en los mismos errores (llevamos ya siglos tropezando en las mismas piedras) sino, al menos, para que memoria, verdad, justicia y reparación ocupen el primer plano.
P.S. 1: Se cumple este año el 30 aniversario de la matanza de Srbrenica (también de los acuerdos de Dayton). Por si no la habéis visto, hay una película muy interesante sobre el tema: ¿Quo vadis, Aida?
P.S. 2: El libro se publicó en castellano en el año 2008. En este 2025, Libros del KO lo recupera e incluye el ya citado epílogo de Marc Casals y notas al pie actualizando la situación de algunos de los tipos que aparecen en el texto.
Trump destruirá la maquinaria del poder económico de EE. UU.
Por Henry J. Farrell y Abraham L. Newman
Los profesores Farrell y Newman son autores de Underground Empire: How America Weaponized the World Economy.
Los gobiernos republicanos y demócratas desarrollaron en conjunto una visión compartida del mundo y de la mejor manera de defender los intereses de Estados Unidos. Los responsables de la seguridad económica trabajaron en los diferentes gobiernos, forjando poco a poco grandes ambiciones de un orden mundial basado en sanciones financieras, controles de las exportaciones y el desarrollo de tecnologías cruciales. Cada gobierno nuevo fortalecía las herramientas económicas que heredaba del anterior y alentaba a sus sucesores a seguir construyendo las estructuras del poder económico estadounidense.
Estamos a punto de descubrir lo que pasa cuando esas estructuras son controladas por un gobierno disruptivo, y lo que pasa cuando ese gobierno hereda las armas sin el sentido de la responsabilidad que las acompaña.
Todavía hay tecnócratas tradicionales de la seguridad económica en el nuevo gobierno de Donald Trump, pero solo son una facción, que compite con otras: los entusiastas de las criptomonedas, los impulsores de Wall Street y los partidarios de la postura “America First” (Estados Unidos primero). Con esta pugna, sumada a las peleas del presidente Trump con otros países a través de redes sociales, podríamos encontrarnos ante el comienzo de un mundo en el que los países se desvinculen de la dependencia de Estados Unidos, mientras nuestra maquinaria de poder comienza a oxidarse desde adentro.
Antes de dejar la Casa Blanca, el equipo de Joe Biden claramente esperaba poder dar forma a la agenda del gobierno de Trump. Tan solo seis días antes de que este tomara posesión, el gobierno de Biden publicó un plan para que Estados Unidos dominara la inteligencia artificial mundial. Este documento era la culminación de más de dos décadas de esfuerzos estadounidenses por utilizar los estrangulamientos tecnológicos y económicos para construir un poder estadounidense duradero, y trazaba un plan detallado para consolidar el control del país sobre la inteligencia artificial de vanguardia.
Sin embargo, Trump mostró su propio enfoque de la política y los asuntos mundiales. Colombia es uno de los aliados latinoamericanos más estrechos de Estados Unidos. Cuando se negó a aceptar dos aviones militares con deportados, Trump anunció que impondría sanciones totales “del Tesoro, bancarias y financieras”, así como aranceles del 50 por ciento a todos los productos colombianos en el plazo de una semana. El presidente de Colombia respondió con su propia diatriba en internet. Un arreglo que permitió salvar las apariencias puso fin a la pelea. Adiós al acuerdo político que se había gestado durante décadas; en su lugar, una publicación de 190 palabras en Truth Social resolvió el asunto.
Sin duda, otros países habrán prestado atención. Es posible que, a corto plazo, estén más dispuestos a darle a Trump lo que quiere. A largo plazo, tendrán motivos de sobra para alejarse de un gobierno de Estados Unidos que parece dispuesto a aplastar la economía de un aliado por capricho. Las fanfarronadas de Trump se vieron más como la diplomacia de cañoneras del siglo XIX que como un cálculo estratégico.
Pero el problema no es solo que Trump rebote de una posición política a otra como una bola en una ruleta. Es que su gobierno parece encaminado a convertirse en un casino en el que criptojugadores, oligarcas tecnológicos y oportunistas de Wall Street competirán con los halcones de la seguridad por la influencia.
La política estadounidense dependerá de la casilla de la ruleta en la que termine cayendo Trump. Estas facciones tienen visiones diferentes sobre los intereses de Estados Unidos. ¿El país debe confiar en las criptotecnologías diseñadas para resistir el control gubernamental? ¿Debe relajar o reforzar las restricciones a la exportación de inteligencia artificial y semiconductores? ¿Debería llegar a acuerdos convenientes con regímenes autocráticos ricos?
Al menos algunos de estos se apartarían drásticamente del consenso de seguridad del pasado. Antes, aunque demócratas y republicanos se enfrentaran amargamente en muchas cuestiones políticas, ambos coincidían en que el interés nacional dependía de fortalecer el poder sobre las finanzas y la tecnología globales.
Tras los atentados del 11 de septiembre, miembros de ambos partidos se dieron cuenta de que un aparato financiero global en gran parte no regulado amenazaba la seguridad de Estados Unidos. El dólar estadounidense sustentaba un sistema en el que los terroristas y los Estados fuera de la ley, como Corea del Norte, podían enviar y recibir dinero fácilmente a través de las fronteras.
El Departamento del Tesoro empezó a convertir el dólar en un sistema de poder mundial, desplegando sanciones y bloqueando a personas, bancos y, con el tiempo, incluso países enteros. Se tardó más en enfocar su atención en la tecnología, pero en el segundo gobierno de Obama, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio ya estaba desarrollando controles a la exportación y medidas afines que no solo aislaban a países como Irán, sino que también podían utilizarse contra empresas extranjeras como la china ZTE, que burlaba las reglas de Estados Unidos al tiempo que dependía de la tecnología del país.
Pocas personas ajenas a ese campo le prestaron atención a lo que parecía un mundo arcano de tecnicismos aburridos. Solo los especialistas entendieron que Estados Unidos estaba remodelando lentamente la economía mundial en torno a sus intereses de seguridad, acumulando acción tras acción para construir una vasta maquinaria de coacción.
Cuando Trump llegó al poder en 2017, este sistema no cambió tanto como uno habría esperado. Su anterior amenaza de imponer sanciones a los aliados hizo que el poder económico estadounidense fuera mucho más visible y polémico. Sin embargo, Trump con frecuencia se vio frustrado por sus propios altos funcionarios, quienes a menudo bloqueaban las acciones que temían pudieran socavar los intereses de Estados Unidos.
Los funcionarios de nivel intermedio guiaron la política a través de las tormentas de tuits de Trump, y sus improvisaciones llevaron incluso al descubrimiento de una nueva arma económica. El deseo de Trump de presionar a China para que hiciera concesiones comerciales hizo que se ampliaran los controles a la exportación, de modo que pudieran utilizarse contra empresas extranjeras que solo estuvieran relacionadas con la economía estadounidense de manera indirecta.
Cuando Biden llegó al poder, sus funcionarios utilizaron estas medidas contra Rusia y después contra China. El plan de IA de Biden se basa en poderes que fueron inventados por el Departamento de Comercio de Trump.
Estas dos décadas de continuidad están a punto de terminar. Ya quedó claro que habrá menos restricciones para Trump en su segundo mandato. En 2020, emitió una orden ejecutiva que habría prohibido efectivamente TikTok como una amenaza para la seguridad nacional. Ahora parece querer un acuerdo que mantenga a TikTok en funcionamiento (cambió de opinión en el momento en que habló con Jeff Yass, uno de los principales inversores de la empresa matriz de TikTok, aunque niega haber hablado de TikTok en la reunión).
El romance de Trump con las criptomonedas choca de manera incómoda con su entusiasmo por el poder estadounidense. Él ha prometido hacer de las criptomonedas una prioridad política nacional, e incluso lanzó su propia criptomoneda meme. Nombró a un criptoinversor, David Sacks, “zar de las criptomonedas y la inteligencia artificial”, y designó como secretario de Comercio a Howard Lutnick, cuya empresa, Cantor Fitzgerald, ha sido una de las principales promotoras de la criptomoneda estable Tether.
Pero los intereses de las criptomonedas están en conflicto con el poder financiero y tecnológico estadonidense. Las criptomonedas facilitan a los Estados rebeldes el movimiento transfronterizo de dinero y prometen que la descentralización tecnológica puede ofrecer alternativas al poder gubernamental. Los bancos tradicionales se preocupan por las posibles repercusiones de la falta de control de los servicios de criptomonedas sobre el lavado de dinero y la aplicación de sanciones financieras.
Habrá batallas similares sobre los semiconductores y la IA. Los halcones de la seguridad nacional del nuevo gobierno quieren mantener la IA bajo el control de Estados Unidos y limitar el acceso de los extranjeros a los semiconductores más poderosos. Pero las empresas de IA y los productores de semiconductores están realizando inversiones tempranas en influencia: quieren que sus enormes apuestas financieras en centros de datos e instalaciones de fabricación den sus frutos.
Las empresas de IA suelen ser optimistas respecto a los controles a la exportación (que perjudican a sus competidores chinos) y desean menos regulaciones y restricciones sobre la IA. Por el contrario, las empresas de semiconductores están mucho más preocupadas por los controles a la exportación, que limitan enormemente su acceso a los mercados mundiales.
Los funcionarios de nivel intermedio que durante mucho tiempo mantuvieron en marcha la maquinaria de la seguridad económica tendrán que hacer malabarismos con estas exigencias contrapuestas. Es probable que haya ocasiones en que el presidente Trump les exija que le proporcionen una medida de presión contra sus enemigos. Eso significa que tendrán que mantener y reforzar la maquinaria estadounidense de sanciones y control de las exportaciones.
Otras veces, es probable que el presidente quiera que estos funcionarios no interfieran con las criptomonedas, la IA o cualquier otro interés económico influyente que quiera eludir las restricciones de seguridad nacional.
A veces, sus objetivos y los intereses de seguridad nacional podrían coincidir. Aunque el propio Trump vacila sobre si Ucrania podría pasar a formar parte de Rusia, algunos de sus asesores quieren claramente aumentar la presión de las sanciones sobre Moscú para forzarlo a aceptar un acuerdo de paz con más concesiones a Ucrania.
Sin embargo, en general este gobierno debilitará inexorablemente la seguridad económica de Estados Unidos. En ocasiones, sanciones y otras medidas podrían aplicarse indiscriminadamente contra países, organizaciones y personas que disgusten al presidente. Quienes teman la volubilidad y la ira de Trump tendrán motivos de sobra para desvincularse de las conexiones con Estados Unidos para limitar los daños.
Es probable que los países y las empresas rindan pleitesía a Trump, o finjan hacerlo, para evitar aranceles, sanciones y controles a la exportación. Pero también sabrán que Estados Unidos ya no es del todo fiable. Es probable que se vean perjudicados no solo por las acciones deliberadas de Trump, sino también por los errores en política exterior que proliferan a medida que el Estado administrativo del país se marchita desde adentro. Es probable que veamos la erosión de los mercados que sustentan la fortaleza de Estados Unidos, a medida que los tributos unidireccionales desplacen a las relaciones bilaterales en un mundo multilateral. Las empresas globales diversificarán sus cadenas de suministro, aplicando a la exposición estadounidense los mismos cálculos de riesgo que antes aplicaban a los tratos con cleptócratas de poca monta.
A los adversarios de Estados Unidos durante mucho tiempo les ha resultado difícil convencer a los aliados del país para que deserten de las redes económicas estadounidenses. El segundo mandato de Trump ha cambiado sus cálculos; ahora incluso los aliados europeos hablan, discretamente, de acercarse a China. Cada vez es más difícil ver los beneficios que obtienen de sus vínculos con Estados Unidos, y cada
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