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Actualizado: hace 2 horas 39 min

Animalismo vs. Medio Ambiente: Cuando la defensa de los animales pone en peligro la naturaleza

29 June, 2025 - 00:00

Juanlu González

Hacía mucho que no tocaba ningún tema ambiental en los Bits, pero esta situación de verdad que me exaspera… El blog comenzó siendo mucho más amplio en los ámbitos tratados pero, finalmente, la geopolítica se lo comió todo. Que me perdonen los geopolítikers puros por esta entrada que hoy parece incluso fuera de lugar, pero tenía ganas de contarlo.

En las últimas décadas, el movimiento animalista ha ganado terreno en la opinión pública y en las políticas urbanas. Si bien muchas de sus reivindicaciones parten de un lugar compasivo, ciertos posicionamientos están teniendo consecuencias negativas para la conservación de la biodiversidad. En muchos casos, se está priorizando el bienestar individual de algunos animales domésticos sobre la preservación de especies autóctonas en peligro, lo que plantea un conflicto ético y ecológico difícil de ignorar. El animalismo, para michas personas, se ha convertido en un sustituto de la religión, con todo lo que ello conlleva de peligroso.

Un claro ejemplo es el impacto de los gatos domésticos en la fauna silvestre. Estos felinos, introducidos artificialmente en muchos ecosistemas, se han convertido en depredadores invasores cuya acción combinada con la negligencia humana está causando graves daños ambientales. De hecho, se estima que los gatos son responsables del 14 % de las extinciones registradas a nivel mundial de pequeños mamíferos, pájaros y reptiles, y frecuentemente se les considera una severa amenaza para la conservación de la fauna salvaje.

Estudios científicos avalan este impacto devastador. Se calcula que solo en Estados Unidos, los gatos matan entre 1.300 y 4.000 millones de aves al año, además de decenas de miles de pequeños mamíferos y reptiles. Este problema no se limita a un país o región; se repite en todo el mundo. En Australia, los gatos asilvestrados están vinculados directamente con la desaparición de al menos 63 especies de vertebrados, y se cree que son responsables de la muerte diaria de más de un millón de reptiles.

También hay evidencia contundente en España. En Galicia, por ejemplo, dos biólogos de la Universidad de La Coruña (UDC) han estimado que los gatos matan al menos 1,6 millones de animales silvestres cada año en esa comunidad. Su estudio, publicado en GCiencia , concluye que “su impacto en la fauna es muy importante” y recomienda claramente que “los gatos no deben salir de casa” para minimizar el daño que provocan a la biodiversidad local.

Este fenómeno también ocurre en otras zonas sensibles con otras especies domésticas, como el Parque Natural Bahía de Cádiz, donde las gallinas asilvestradas están provocando graves alteraciones en el ecosistema local. Estas aves, abandonadas por humanos y sin apenas predadores, se multiplican y alimentan de especies protegidas como camaleones, lagartijas y otros pequeños reptiles y anfibios, contribuyendo a la disminución de poblaciones ya frágiles debido a otros factores ambientales.

Pero no solo los gatos ni las gallinas tienen un impacto negativo en los ecosistemas. Los perros asilvestrados también están causando graves daños en muchos espacios naturales. Según estimaciones, en el mundo existen más de 700 millones de perros domésticos, de los que alrededor de 400 millones viven sueltos o completamente asilvestrados. Estos animales, al escapar del control humano, forman jaurías que cazan, compiten y transmiten enfermedades a la fauna silvestre. En Chile, por ejemplo, un estudio de CONAF reveló que los perros atacaron 5,2 veces por año cada parque nacional, matando a 257 animales silvestres en promedio. En algunos casos, su presión es tal que incluso se ha planteado como medida necesaria su captura o eliminación controlada, algo que nuevamente tropieza con la oposición de ciertos grupos animalistas.

La promoción de colonias felinas en entornos urbanos sin un control poblacional efectivo tampoco ayuda. Algunos modelos, como el de esterilización-castración-liberación, pueden ser útiles en contextos muy específicos, pero en la práctica suelen traducirse en una mayor presión sobre la fauna silvestre. Los gatos siguen cazando, matando y alterando el equilibrio natural incluso cuando se les alimenta regularmente. A nivel de comportamiento, el instinto de caza es independiente del de alimentación.

Frente a datos tan contundentes, muchos colectivos animalistas insisten en posiciones contrarias a cualquier intervención que implique el sacrificio controlado de estas especies invasoras. Argumentan desde una visión moral y emocional que, aunque respetable en ciertos ámbitos, entra en contradicción con los principios básicos de la ecología y la conservación. Priorizar la vida individual de ciertos animales domésticos puede acabar conduciendo a la desaparición de especies enteras.

No se trata de demonizar a quienes defienden el bienestar animal, sino de señalar que hay posturas dentro del movimiento animalista que ignoran o minimizan el impacto ecológico de ciertas prácticas. La conservación del medio ambiente debe centrarse en el equilibrio de los ecosistemas y en la protección de la biodiversidad global, no solo en el bienestar de aquellas especies que nos resultan más cercanas o queridas.

El verdadero respeto por la vida no puede limitarse a los animales que conviven con nosotros. Debe abarcar también a aquellos que habitan bosques, ríos, montañas y playas, que no tienen voz en redes sociales ni patrocinadores mediáticos. La naturaleza no necesita mascotas, necesita equilibrio. Defender el bienestar animal es legítimo y necesario, pero no puede hacerse a costa de ignorar los daños ecológicos que provocan algunas de nuestras acciones. Si queremos un mundo más justo para todos los seres vivos, debemos empezar por respetar la complejidad de la vida tal y como es, no solo como nos gustaría que fuera.

Fuente: https://www.bitsrojiverdes.org/word...

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Para escuelas y hospitales

29 June, 2025 - 00:00

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Libertarios y anarcocapitalistas de todo el mundo unidos… a la teta de los gobiernos

28 June, 2025 - 00:00

Juan Torres, Nueva Tribuna.

Los medios de comunicación de todo el mundo llevan meses informando de los recortes de Elon Musk en Estados Unidos ejecutados con incesantes soflamas contra el Estado y el despilfarro con que gasta el dinero público.

Ahora se pelea con su jefe, el presidente Trump, porque dice que su ley presupuestaria va a producir más déficit y deuda, y este último lo amenaza con quitarle los miles de millones de dólares que recibe del gobierno.

No es sólo la crónica de un esperpento. Es una muestra más de la incompetencia, la ignorancia, el cinismo y la maldad criminal de los nuevos multimillonarios que están secuestrando a los Estados para estrujarlos como a un limón en su beneficio y que usan como escuadrón ideológico que lo justifique a los economistas libertarios o anarcocapitalistas, como ellos mismos se autodenominan.

Musk, es un buen paradigma y expresión del nuevo tipo de capital tecnológico que se propone dominar el mundo. Existe gracias al dinero público que durante muchos años se ha dedicado a promover la investigación básica y no puede hacer negocios sin ayudas millonarias de los gobiernos, pero ataca sin piedad la intervención del Estado porque quiere tenerlo todo y no está dispuesto a poner ni un dólar en impuestos para contribuir al gasto común.

Musk ha mostrado ser un incompetente. Aseguró que ahorraría dos billones de dólares y sólo ha ahorrado, según la web de su propio departamento, 180.000 millones de dólares. A pesar de haber dispuesto de todos los medios necesarios, lo más probable es que, en realidad, no haya ahorrado ni la mitad de esta última cifra. Y eso, teniendo en cuenta que no se contabilizan los costes que esos recortes van a producirle al gobierno por otras vías.

Detener la ofensiva ultra

Musk ha mostrado que es un ignorante. Se extraña ahora de que los recortes presupuestarios añaden más déficit y deuda, cuando ese ha sido el resultado de todas y cada una de las operaciones de recortes de inspiración neoliberal y libertaria que se han hecho en las últimas décadas. No puede ser de otro modo, cuando lo único que se hace es recortar impuestos a los ricos y gasto social a los más pobres y, al mismo tiempo, se aumenta en mayor medida el gasto militar y el de ayudas a las grandes empresas y al sector financiero.

Musk es un cínico porque despotrica contra el gasto público cuando sus empresas han podido existir y ganar dinero gracias a las ayudas gubernamentales: al menos 38.000 millones de dólares en los últimos cinco años, según The Washington Post. Y sus empresas no han sido las únicas en recibir esas ayudas. Aunque no es fácil determinarlo con exactitud, se calcula que las 500 cotizadas más grandes de Estados Unidos reciben entre 500.000 millones de dólares y 750.000 millones anualmente de dinero público en forma de ayudas, rescates, beneficios fiscales o contratos. Y es imposible calcular el beneficio que reciben por el uso de infraestructuras, investigación o fondos federales por el que no pagan.

Elon Musk y quienes han alentado, apoyado, aplaudido y permitido sus recortes se han comportado, por último, como seres malvados y auténticos criminales. Sólo el desmantelamiento de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) va a provocar la muerte de millones de personas. Y la nueva ley presupuestaria, entre otras consecuencias de ese tipo, va a limitar el acceso a la atención médica a más de 11 millones de ciudadanos de ese país, mientras que baja los impuestos y da ayudas millonarias a los más ricos.

Las industrias y empresas que reclaman la no intervención pública buscan, en realidad, que esta se mantenga con toda su contundencia, pero a su favor. Es lo que ha ocurrido con las grandes tecnológicas que han conseguido que el Estado federal intervenga para prohibir (en la reciente ley presupuestaria) que los diferentes estados legislen sobre Inteligencia Artificial en los próximos diez años para combatir la manipulación y los fraudes. Intervención del Estado a favor de los demás, no; en el suyo, toda la que sea necesaria y mucho más.

Fascismo o democracia

Mientras que Elon Musk y Donald Trump han estado haciendo todo esto, han gozado del apoyo y la complacencia de un ejército magníficamente bien pagado de palmeros de medio mundo. Una legión de economistas y periodistas que se dedican a promover la religión de los mercados libres que nadie ha visto nunca, y a justificar bajadas de impuestos y recortes de gastos con datos falsos y teorías económico de las que sólo se ha podido contrastar que, cuando se han puesto en práctica, siempre han tenido el efecto contrario al anunciado (más deuda y peor economía) y el que nunca reconocen (más riqueza y privilegios para los más ricos).

Para semejante proyecto no se puede recurrir sino a lo que se está recurriendo: a la mentira, a la extrema derecha totalitaria y a personajes estrambóticos, drogadictos y viciosos, delincuentes convictos, maleducados y enfermos de avaricia, de poder y egolatría. Lo peorcito de cada casa, pero que sacarán adelante su negocio si no se levanta frente a ellos una oleada de denuncia y transparencia, y un reclamo planetario de verdad, libertad, democracia, justicia y paz.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articul...

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La OTAN: La organización más peligrosa de la Tierra

28 June, 2025 - 00:00

Una colaboración con Basta de Guerra Fría y el Foro Zetkin de Investigación Social.

Los carteles de este dossier fueron creados por artistas de todo el mundo y forman parte la exposición (In)seguridad, organizada en el marco de la Cumbre por la Paz de Madrid 2022, previa a la Cumbre de la OTAN en la misma ciudad. Esta exposición fue una iniciativa colectiva de la Secretaría Europea de la Asamblea Internacional de los Pueblos, el Instituto Tricontinental de Investigación Social, la Marcha Mundial de las Mujeres y otras organizaciones.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) declara enfrentar la mayor crisis existencial en sus casi 80 años de historia. Mientras el presidente de Estados Unidos Donald Trump y su equipo de seguridad nacional parecen, en apariencia, dar la espalda a Europa y afirman que ya no financiarán su seguridad, los líderes europeos se apresuran a recaudar fondos para aumentar su apoyo a la guerra en Ucrania y fortalecer su propia producción y capacidad militar. Sin embargo, no hay indicios concretos de que Estados Unidos, fuerza dominante de la OTAN, vaya a retirarse de este instrumento militar o a disolverlo.

Desde su fundación en 1949, la OTAN ha servido a múltiples propósitos para Estados Unidos. Presionar a los Estados europeos para que asuman mayores gastos en defensa es una cosa. Confundir esto con un retiro estratégico estadounidense de Europa es otra. Más allá de la retórica, las acciones de Trump no escapan al enfoque general de la élite estadounidense: mantener el poder global mediante instrumentos como la OTAN y un sistema europeo de Estados manejable, en lugar de aislar a Estados Unidos tras los océanos Atlántico y Pacífico. La alianza atlántica seguirá siendo un instrumento del poder del Norte Global, pese a los inevitables sobresaltos superficiales en el período que viene.

El título de este dossier, La OTAN: la organización más peligrosa de la Tierra coincide con la opinión del politólogo Peter Gowan (1946–2009), quien durante el bombardeo y la fragmentación de Yugoslavia por parte de la OTAN en 1999, escribió:

Debemos tener en cuenta dos hechos lamentables: primero, que los Estados de la OTAN han estado y están empeñados en exacerbar las desigualdades de poder y riqueza en el mundo, en destruir todo desafío a su abrumador poder militar y económico, y en subordinar casi cualquier otra consideración a estos objetivos. Segundo, que los Estados de la OTAN encuentran extraordinariamente fácil manipular a sus electorados nacionales para que crean que, en efecto, están guiando a la población mundial hacia un futuro más justo y humano cuando, en realidad, no están haciendo tal cosa (Gowan, 1999: 103).

La OTAN utiliza el lenguaje de los derechos humanos y la seguridad colectiva para ocultar las motivaciones subyacentes a su creación y existencia actual. Sería útil dejar de lado esta retórica y examinar el historial real de esta alianza militar, no de derechos humanos.

Este dossier consta de tres partes. La primera ofrece una historia de la OTAN y un análisis de su papel en el sistema imperialista liderado por Estados Unidos. La segunda se centra en cómo, tras la caída de la Unión Soviética, la OTAN se redefinió a sí misma como un gendarme global e intervino —como muestra la tercera parte— de diferentes maneras en el Sur Global.

Parte 1: La alianza agresiva

La idea de la OTAN surgió durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y el Reino Unido comenzaron a discutir nuevos acuerdos de seguridad, una vez derrotadas las potencias fascistas en Europa (Dagdelen, 2024; Rynning, 2024; Anderson, 2023). En 1945, Estados Unidos albergó la Conferencia de San Francisco, donde se fundó la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La Carta de la ONU, ratificada por los 50 participantes, permitió (en el Capítulo VIII, Artículo 52) la formación de organizaciones regionales de seguridad y les concedió la posibilidad de aplicar acciones coercitivas, como sanciones e intervenciones militares, pero solo con autorización del Consejo de Seguridad (Capítulo VIII, Artículo 53).1

Basándose en esta autorización de la Carta de la ONU, Estados Unidos reunió a diez países europeos y Canadá para firmar el Tratado de Washington en 1949 y crear la OTAN. Los países europeos que se unieron a ella tenían experiencias diversas tras la guerra: la mayoría, como Francia y Alemania, tuvieron que reconstruir sus fuerzas armadas casi desde cero. Otros, como el Reino Unido, conservaron ejércitos relativamente intactos, mientras que uno —Islandia— no tenía ejército permanente. La OTAN les proporcionó un escudo militar (y nuclear) estadounidense.

En 1949, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) hizo circular un memorándum donde explicaba que el verdadero objetivo de la OTAN no era solo disuadir a la Unión Soviética de amenazar a Europa, sino también mantener el “control a largo plazo del poder alemán” y resolver la cuestión de “quién controlará el potencial alemán y, por tanto, mantendrá el equilibrio de poder en Europa” (CIA, 1949). Esta evaluación realista es una visión más precisa de la OTAN que cualquier análisis de sus estatutos.

Esta comprensión de la CIA tenía un equivalente europeo. Como escribió el primer secretario general de la OTAN, Lord Hastings Lionel Ismay, en un memorándum interno de 1952, la organización debía “mantener a la Unión Soviética fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo” ([1952] 2024).

Un año antes de la fundación de la OTAN, George Kennan, del Departamento de Estado de EE. UU., reflexionó sobre cómo su país poseía “cerca del 50% de la riqueza mundial, pero solo el 6,3% de su población”. Las implicaciones de esta disparidad, advirtió, debían resolverse. En el Vigésimo tercer informe del personal de planificación de políticas, Kennan escribió:

Esta desigualdad es particularmente grande entre nosotros y los pueblos de Asia. En esta situación, no podemos evitar ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea real en el período venidero es diseñar un patrón de relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin perjuicio para nuestra seguridad nacional ([1948] 1976).

El “patrón de relaciones” que era necesario construir para controlar “la envidia y el resentimiento” de los pueblos de Asia y del Sur Global en general comenzó el año anterior a la creación de la OTAN, cuando Estados Unidos reorganizó los acuerdos de seguridad en las Américas con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (o Pacto de Río) de 1947 y, posteriormente, con la adopción de una nueva carta para la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Bogotá, Colombia, en 1948. Ambos acuerdos sometieron a los países de América Latina al control de Estados Unidos.

Pocos años después de la fundación de la OTAN en 1949, Estados Unidos construyó pactos de seguridad en Asia Oriental (el Pacto de Manila de 1954, que creó la Organización del Tratado del Sudeste Asiático, SEATO) y en Asia Central (el Pacto de Bagdad de 1955, que dio origen a la Organización del Tratado Central, CENTO). Junto con estos pactos, la OEA —bajo el liderazgo de Estados Unidos— se comprometió a la acción anticomunista mediante la creación, en 1962, del Comité Consultivo Especial de Seguridad contra la Acción Subversiva del Comunismo Internacional (Tricontinental, 2022).

Estados Unidos estableció esta ecología de pactos militares con dos propósitos: restringir el desarrollo de partidos y fuerzas comunistas en las regiones y facilitar su influencia sobre los gobiernos del mundo. Esto formaba parte de una proyección de poder más amplia que permitió a Estados Unidos construir y mantener bases militares, algunas de ellas con capacidad nuclear, lejos de sus costas, pero cerca de la Unión Soviética, la República Popular Democrática de Corea, la República Democrática de Vietnam y la República Popular China, sentando de manera efectiva las bases de una presencia militar global.

La necesidad de pactos militares comenzó a disminuir entre las décadas de 1960 y 1980 por varias razones. En primer lugar, Estados Unidos ya había establecido una enorme presencia militar global, con bases desde Japón hasta Honduras, creadas mediante tratados bilaterales. En segundo lugar, la drástica mejora de la tecnología militar, le permitía mayor flexibilidad y movilidad con su arsenal de misiles de alcance intermedio, submarinos nucleares y una enorme capacidad aérea. En tercer lugar, EE.UU. desarrolló la estrategia conocida como interoperabilidad, que le permitía utilizar las ventas de su propia tecnología militar a aliados como una forma de promover ejercicios conjuntos, realizados de hecho bajo su mando y en su mayor parte para sus intereses estratégicos. Finalmente, Estados Unidos ya había creado estructuras de mando regionales, como el Comando del Pacífico (PACOM creado en 1947, convertido en Indo-Pacífico en 2018), el Comando Sur (SOUTHCOM, 1963) y el Comando Central (CENTCOM, 1983), que ya habían establecido acuerdos bilaterales y multilaterales con ejércitos aliados, haciendo innecesarios nuevos pactos militares regionales.

Estos nuevos mecanismos para la proyección militar global de Estados Unidos hicieron menos necesarios los pactos de seguridad en regiones como Asia y Medio Oriente. La SEATO se disolvió en 1977, en gran medida debido a la falta de interés de los países del sudeste asiático, y dos años más tarde, tras la Revolución iraní, se clausuró la CENTO (Tricontinental, 2022). Sin embargo, este no fue el caso en América Latina, donde la OEA continúa operando hasta el día de hoy, enfocada con precisión de rayo láser en minimizar el papel de la izquierda en la región. Cuba fue suspendida de la organización en 1962, tras lo cual Fidel Castro la calificó como el “Ministerio de Colonias” de Estados Unidos.

Junto a la OEA, la OTAN fue la otra gran excepción. No fue disuelta. La fórmula de Lord Hastings seguía vigente. Mantener a la Unión Soviética fuera: conservar las bases militares de Estados Unidos y la OTAN con armas nucleares estadounidenses en Europa como medida de disuasión ante cualquier avance soviético más allá de las líneas establecidas tras la Segunda Guerra Mundial. Mantener a los estadounidenses dentro: desde la perspectiva de EE. UU., esto implicaba mantener sometida a Europa, lo cual significaba impedir que creara su propio ejército continental y asegurar que cada vez que se discutiera la expansión de la Unión Europea (UE), se promoviera también la expansión de la OTAN, para mantener así la influencia estadounidense en la región. Mantener a los alemanes abajo: asegurarse de que las antiguas potencias imperialistas no aspiraran a nada más allá de ser aliadas subordinadas de Estados Unidos, una visión que el país mantuvo no solo para Alemania, sino para toda Eurasia, especialmente Japón. La OTAN, por tanto, se mantuvo como un elemento esencial de la arquitectura del imperialismo estadounidense.

Independientemente de lo que dijeran las autoridades de Estados Unidos y de la OTAN, era evidente que tenían tres objetivos para este pacto militar: impedir el crecimiento de la izquierda en sus propios países (desmantelando los frentes populares en Francia, Grecia e Italia a fines de las décadas de 1940 y de 1950, así como el movimiento pacifista en Alemania Occidental durante las décadas de 1960 y 1970), contener y hacer retroceder al bloque socialista (incluida, a partir de 1959, la Revolución cubana) e impedir el éxito los movimientos de liberación nacional en África y Asia (incluido el apoyo a las guerras coloniales de Portugal en África entre las décadas de 1960 y 1970, y la asistencia a Estados Unidos en Corea a comienzos de la década de 1950 y en Vietnam entre las décadas de 1960 y 1970) (Neumann, 2024).

Parte 2: La OTAN Global

En noviembre de 1991, un mes antes de la disolución formal de la Unión Soviética, la OTAN publicó un informe titulado Nuevo concepto estratégico, en el cual reconocía que se vivía una “nueva era, más prometedora, en Europa” (OTAN, 2022). En ese contexto, los Estados miembros de la OTAN bien podrían haber tenido la confianza para declarar la disolución de la alianza. En lugar de eso, legitimaron su continuidad, advirtiendo sobre amenazas “multidireccionales” que requerían intervenciones coordinadas, incluso fuera de los territorios de los Estados miembros.

En 1997, en la sede de la OTAN en Bruselas, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, afirmó que, con la Unión Soviética fuera del escenario, “muchas personas creen que ya no enfrentamos una amenaza unificadora, pero yo creo que sí”. ¿Cuál era, entonces, el propósito de la OTAN? Albright lo explicó así:

Detener la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas. Apagar la combinación inflamable de tecnología y terrorismo, la posibilidad —por impensable que parezca— de que armas de destrucción masiva caigan en manos de personas que no tengan reparos en utilizarlas. Esta amenaza emana en gran medida del Medio Oriente y de Eurasia, por lo que Europa está especialmente en riesgo (1997).

Es decir, la OTAN debía intervenir en zonas fuera de Europa para proteger a Europa. Esa es la interpretación caritativa y superficial. Pero hay otra forma de entender lo que Albright dijo tan claramente. Desde el colapso de la Unión Soviética, Rusia —bajo un presidente dócil como Boris Yeltsin (cuya reelección en 1996 se debió a la injerencia estadounidense)— se rindió de hecho a Estados Unidos. De este modo, el país aprovechó la oportunidad para utilizar su abrumador poder militar —y su principal instrumento a escala global, la OTAN— para expandir su dominio en Europa del Este y castigar a los llamados Estados de retroceso (como los llamó Anthony Lake, del Departamento de Estado de EE. UU., en 1994), que se negaran a adoptar las políticas de globalización, neoliberalismo y primacía estadounidense.2

Los gobiernos del Norte Global necesitan la imagen de un enemigo amenazador para justificar la existencia de la OTAN. Ya se trate de la supuesta amenaza del comunismo (la Unión Soviética durante la Guerra Fría), las acusaciones de terrorismo (al-Qaeda) o el autoritarismo (Rusia y China en años recientes), los Estados miembros de la OTAN siembran el miedo ante los “enemigos del mundo libre” para convencer a sus propias poblaciones de la necesidad de una mayor militarización de sus sociedades, por ejemplo, ampliando sus fuerzas armadas y policiales (Monastiriakos, 2024). Esta demagogia también cumple la función de incorporar en la campaña bélica de la OTAN a movimientos y sindicatos que de otro modo serían progresistas.

De hecho, ya en 1991 estaba claro que Estados Unidos utilizaría a la OTAN para subyugar a Europa del Este y a Rusia, y que luego la utilizaría como policía mundial contra cualquier “Estado rebelde” que se atreviera a desafiar el poder estadounidense en esta nueva era. Las líneas de actuación de la alianza atlántica seguirían al pie de la letra la política exterior de Estados Unidos. Tal como se afirma en la Estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos de América de 2002, publicada durante la presidencia de George W. Bush: “Nuestras fuerzas serán lo suficientemente fuertes como para disuadir a posibles adversarios de intentar una acumulación militar con la esperanza de superar o igualar el poder de Estados Unidos” (The White House, 2022: 39). El concepto de “posibles adversarios”, inicialmente “Estados rebeldes” o “Estados canallas” en 1994 y luego “terrorismo catastrófico” en 1998, pronto se centraría en Rusia y China.3

Hubo mandatos geopolíticos que influyeron en esta decisión, pero también existió dinero en juego. Cuando colapsó la Unión Soviética, la industria armamentística temía que viniera un “dividendo de la paz” y que sus ganancias —que habían crecido enormemente durante ese periodo— se vieran afectadas. Por eso, la industria de armas creó el Comité Estadounidense para la Ampliación de la OTAN, presidido por Bruce Jackson (entonces vicepresidente de Lockheed Martin), que presionó al Congreso estadounidense para aprobar la Ley de Facilitación de la Ampliación de la OTAN de 1996. En los dos años siguientes, entre 1996 y 1998, las seis mayores empresas contratistas militares gastaron 51 millones de dólares en lobby ante el Congreso para promover la expansión de la alianza atlántica (Seele, 1998). Como expresó Joel Johnson, de la Asociación de la Industria Aeroespacial: “hay mucho en juego. Quien entre primero tendrá el control asegurado durante el próximo cuarto de siglo” (dado que la venta de aeronaves implica compras enormes de repuestos y de aviones nuevos para mantener y ampliar las flotas) (Gerth y Weiner, 1997).

A los nuevos estados miembros de la OTAN se les alentó firmemente a comprar a la industria armamentística estadounidense, por lo que la ampliación de la OTAN fue también una expansión del mercado de armas para Boeing, Lockheed Martin, McDonnell Douglas, Northrop Grumman, Raytheon y Textron (conocidas en ese entonces como las “seis grandes”, todas con sede en Estados Unidos) (Seele, 1998). Entre los periodos 2015–2019 y 2020–2024, por ejemplo, los Estados europeos miembros de la OTAN más que duplicaron sus importaciones de armamento, con un 64 % proveniente de Estados Unidos (SIPRI, 2025; Pfeifer et al., 2025).

La dependencia europea de las empresas armamentísticas estadounidenses ha sido un tema de preocupación para lxs burócratas de la región desde hace décadas. En 2003, por ejemplo, un estudio de la Comisión Europea señalaba que “existe el peligro de que la industria europea quede reducida a la condición de subproveedora de las principales contratistas estadounidenses, mientras que el conocimiento técnico clave quede reservado a las empresas de Estados Unidos” (Unión Europea, 2003: 11). Esto formaba parte de una visión más amplia para subordinar a Europa a las ambiciones de Estados Unidos.

En 1999, excediendo cualquier mandato de la ONU para misiones de mantenimiento de la paz, la OTAN fue a la guerra en Yugoslavia para desmembrar el país. Durante esta guerra, la organización militar bombardeó la embajada china en Belgrado, un hecho que las autoridades chinas continúan considerando un acto deliberado (Stevenson, 2023: 46–47). Este fue el primer indicio del impulso de la OTAN fuera de su zona de operaciones. Dos años después, la alianza atlantica llevó a cabo otra operación “fuera de área” al participar en la guerra contra Afganistán iniciada por Estados Unidos. Esto le otorgó la confianza de que ahora tenía la capacidad y el permiso para actuar como policía del orden liderado por Estados Unidos. En 2006, Ivo H. Daalder —quien se convertiría en embajador estadounidense ante la OTAN en 2009— y James Goldgeier —defensor de larga data de la expansión de la OTAN— escribieron en Foreign Affairs sobre la “OTAN global” en 2006 (105–113). Aunque la OTAN no participó formalmente en la guerra ilegal contra Irak en 2003, prestó apoyo logístico y de comunicaciones a Polonia y Turquía durante el conflicto. Durante ese período, la OTAN comenzó a expandir sus relaciones con fuerzas militares de todo el mundo, especialmente en Europa del Este y Asia Oriental, y participó de diversas maneras en la Guerra contra el Terror de Estados Unidos (De Nevers, 2007: 34).

Antes del colapso de la Unión Soviética, y como condición para permitir la anexión de la República Democrática Alemana (RDA), el gobierno de Estados Unidos se comprometió ante el gobierno soviético a que la OTAN no se expandiría más allá de la frontera oriental de Alemania.4

Sin embargo, tras la caída de la Unión Soviética, la alianza atlántica hizo exactamente eso. El bombardeo de Yugoslavia en 1999 envió un mensaje claro a los países de Europa del Este: están con nosotros o contra nosotros. En los años siguientes, estos países se incorporaron a la OTAN: República Checa, Hungría y Polonia en 1999; Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia en 2004; Albania y Croacia en 2009; Montenegro en 2017; y Macedonia del Norte en 2020. Durante este proceso, Estados Unidos tomó medidas para asegurarse de que la ahora reunificada Alemania se “mantuviera a raya” y operara solo dentro de los márgenes establecidos por Washington (Tricontinental, 2024a). Se permitió la expansión de la Unión Europea hacia el este, pero esta fue precedida (o al menos acompañada) por la expansión de la OTAN. Así se aseguró la hegemonía estadounidense dentro del bloque occidental, especialmente en Europa del Este.

Aunque cuatro países que comparten frontera con Rusia (Estonia, Letonia, Lituania y Polonia) ya se habían incorporado a la OTAN para mediados de los 2000, el gobierno ruso no estaba dispuesto a permitir el ingreso de Georgia y Ucrania, dos países que comparten fronteras considerables con Rusia. En la Cumbre de la OTAN celebrada en Bucarest en abril de 2008, y en un contexto de creciente dependencia europea del gas y petróleo rusos, Francia y Alemania bloquearon el ingreso de Georgia y Ucrania a la alianza. El despliegue de tropas rusas tras un enfrentamiento militar con Georgia en Osetia del Sur ese mismo año, fue el primer indicio de hasta dónde estaba dispuesta a llegar Moscú para impedir que Georgia ingresara a la UE o a la OTAN. La destitución del gobierno ucraniano en 2014 —influenciada por Estados Unidos—, la insistencia del Norte Global en que Ucrania ingresara a la OTAN y el retiro estadounidense de importantes tratados de control de armas —como el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (2002) y el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (2019)— hicieron pensar a Rusia que Washington buscaba emplazar armas nucleares de alcance intermedio en su frontera.5

Para Moscú, esto era inaceptable, lo que condujo a la invasión de Ucrania en 2022.

Desde principios de la década de 1950, Estados Unidos se ha quejado de tener que asumir la mayor parte del gasto de la OTAN debido a que los países europeos no invierten lo suficiente en sus capacidades militares.6

En 1952, incluso el Parlamento del Reino Unido debatió la desigualdad en el gasto militar y en el servicio militar obligatorio entre los países de la OTAN (UK Parliament Hansard, 1952). No obstante, los bajos niveles de gasto militar en Europa se mantuvieron e, incluso, disminuyeron en la década de 1970 debido al proceso de distensión que siguió a la firma del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972, a los Acuerdos de Helsinki de 1975, así como a la estanflación que asfixió las economías europeas en ese mismo periodo. En la década de 1980, la administración del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan presionó a Europa para que aumentara su gasto militar. Tras el fin de la Guerra Fría, lxs funcionarixs estadounidenses insistieron al unísono en la necesidad de incrementar el gasto militar europeo.

Al mismo tiempo, sin embargo, Europa reconocía que su dependencia de Estados Unidos le impedía actuar de manera autónoma. Tras las guerras en Bosnia (1995) y Yugoslavia (1999), por ejemplo, se abrió un debate en las capitales europeas sobre su dependencia de Estados Unidos.7

El impulso para desarrollar el sistema de navegación satelital europeo, Galileo, estuvo motivado en gran medida por esta preocupación. “Si la UE se ve obligada a emprender una misión de seguridad que Estados Unidos no considere de su interés”, señalaba un informe de la Comisión Europea en 2002, Europa “será impotente si no dispone de la tecnología satelital, que ahora resulta indispensable” (Caldicott y Eisendrath, 2007: 31). Para la Cumbre de la OTAN en Riga de 2006, los Estados miembros acordaron que debían elevar su gasto militar al 2 % de su PIB, una norma que se reforzó en la Cumbre de la OTAN en Gales de 2014 (OTAN, 2006).

A pesar de ser conscientes de los problemas derivados de la dependencia militar, los Estados europeos querían seguir bajo el paraguas militar estadounidense. Lxs líderes europeos se apresuraron de cumbre en cumbre de la OTAN a acordar el aumento de sus gastos militares, sin importar el daño que esto causaría a sus sociedades y a sus propias políticas exteriores, que se volvían cada vez más militarizadas. En 2022, el canciller alemán Olaf Scholz pronunció un discurso que más tarde se conocería como Zeitenwende (que significa “cambio de era”), en el que prometió un fondo de 100.000 millones de dólares para incrementar el gasto militar (2022). Luego, en 2025, cuando el gobierno de Estados Unidos decidió recortar la ayuda militar a Ucrania, el gobierno alemán (ahora liderado por el canciller Friedrich Merz) —que había sido una voz arrogante de prudencia fiscal hacia su propia población y hacia los pueblos de países europeos más pobres (como Grecia)— ignoró su regla de freno a la deuda (un límite al endeudamiento gubernamental consagrado en la Constitución alemana en 2009), con el fin de aumentar el gasto militar (McHugh, 2025). Este mismo año, la Unión Europea también anunció planes para aprobar 800.000 millones de euros en créditos para la guerra (Le Monde, 2025). En otras palabras, siempre hay dinero para la OTAN, pero no para la protección social ni para infraestructuras clave (Ganesh, 2025).

Parte 3: La OTAN y el Sur Global

En 2023, un año después de la invasión rusa a Ucrania, el embajador alemán Christoph Heusgen increpó a la primera ministra de Namibia, Saara Kuugongelwa-Amadhila, porque su país no había condenado a Rusia. Kuugongelwa-Amadhila respondió con calma que su país estaba “promoviendo una resolución pacífica de ese conflicto, para que el mundo entero y todos los recursos del mundo puedan centrarse en mejorar las condiciones de vida de las personas en lugar de gastarse en adquirir armas, matar gente y, en definitiva, crear hostilidades” (2023). El dinero utilizado para comprar armas, añadió Kuugongelwa-Amadhila, podría usarse incluso en Europa, “donde muchas personas están atravesando dificultades”. Lo significativo de este intercambio no fue lo que dijo Kuugongelwa-Amadhila, sino el hecho que dijera algo que contraría el consenso del Norte Global.

El desconcierto se extendió por la sala y más allá. ¿Por qué estxs líderes de países pequeños y pobres del Sur Global están alzando la voz contra el Norte Global? ¿Por qué ya no están tan subordinadxs como antes? Tal como escribió el canciller japonés Yoshimasa Hayashi en el prefacio del Libro azul diplomático 2023 de su país, que buscaba comprender el surgimiento del Sur Global: “El mundo se encuentra ahora en un punto de inflexión en la historia” (Tricontinental, 2024b). En un informe de noviembre de 2024, el relator de la OTAN y exministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Audronius Ažubalis, reconocía los cambios en curso a nivel mundial con el ascenso del Sur Global:

Cabe argumentar que Occidente no se adaptó con la suficiente rapidez a esta nueva realidad, lo que permitió que potencias autoritarias como Rusia y China avanzaran significativamente en Asia, África, América Latina y el Pacífico, cosechando importantes beneficios económicos y geopolíticos (2024).

La valoración de Ažubalis demuestra lo poco que los líderes del Norte Global comprenden el ascenso del Sur Global. En efecto, es el surgimiento de un nuevo polo de industria y fuerzas productivas en Asia (desde India y China hasta Vietnam e Indonesia) y la creación de un nuevo conjunto de instituciones de desarrollo (como el Nuevo Banco de Desarrollo), lo que ha permitido a los Estados más pobres cierto margen de maniobra frente al Fondo Monetario Internacional, dominado por el Departamento del Tesoro de EE.UU. En otras palabras, no es que China esté logrando “avances significativos” en estos continentes, sino que China y otros países están en condiciones de financiar esfuerzos de desarrollo en las naciones más pobres. Dado que el Norte Global no está haciendo esto, estos países ya no están atados a él.

Descartar simplemente a China y Rusia como “potencias autoritarias” y asumir que la retórica gastada del liberalismo y la democracia occidentales atraerá a países que buscan desarrollar sus economías es insensato. Igualmente absurda es la acusación de autoritarismo proveniente de países que habitualmente se alían con monarquías. La incapacidad de comprender el movimiento real de la historia paraliza a lxs intelectuales de la OTAN, quienes recurren al supuesto que los pueblos de África, Asia, América Latina y el Pacífico están siendo engañados por Rusia y China, y que, si solo conocieran la verdad sobre el liberalismo y la democracia occidentales, tomarían la “decisión correcta” de subordinarse al Norte Global.

Sin embargo, la OTAN ha desarrollado una presencia importante en la región mediterránea, en el continente africano y en Asia (y tiene un papel menor en América Latina, donde su principal aliado es Colombia). En el resto de esta sección, nos centraremos en estas tres regiones de actividad significativa de la OTAN.

El Mediterráneo, la Guerra contra el Terror y la instrumentalización de la migración

Para la década de 1990, la OTAN había extendido sus tentáculos en busca de colaboraciones por todo el mundo, comenzando por lo que llamó su “vecindario meridional” (es decir, los países al sur del mar Mediterráneo). En 1994, lanzó el Diálogo Mediterráneo, un foro para que países fuera de la zona de la OTAN intercambiaran con los Estados miembros. Los países se unieron al diálogo en oleadas —desde Argelia, Egipto e Israel hasta Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez—, muchos de los cuales no tenían relaciones con Israel y, sin embargo, se sentaron a la mesa con representantes de ese país. En 2004, un año después que Estados Unidos y varios de sus aliados de la OTAN participaran en la ilegal guerra contra Irak, la alianza integró a cuatro países árabes del Golfo (Baréin, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos) en la Iniciativa de Cooperación de Estambul, con el fin de reforzar la cooperación militar entre la OTAN y el Golfo Árabe. Varios de los países en estas iniciativas (incluidos al menos Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Marruecos) participaron en la Operación Protector Unificado de la OTAN en 2011, que destruyó el Estado libio. En 2016, la OTAN inauguró el Centro de Dirección Estratégica Sur cerca de Nápoles (Italia). En 2017, abrió un Centro Regional de la Iniciativa de Cooperación de Estambul en Kuwait. Luego, dentro de ese proceso de diálogo, sugirió establecer una Oficina de Enlace de la OTAN en Amán (Jordania). Esta oficina fue anunciada en la Cumbre de la OTAN de 2023 en Vilna e inaugurada al año siguiente.

Estas declaraciones y comunicados hablan efusivamente de derechos humanos y democracia, pero las palabras clave en la realidad son contraterrorismo e interceptación de migrantes en el mar. Tras la atrocidad de la guerra de la OTAN contra Libia en 2011 —cuando la alianza ya estaba metida hasta las rodillas en el pantano de la Guerra contra el Terror—, comenzó su guerra contra la población migrante de diversas partes del Sur Global que viajaban a ese país devastado por la guerra para intentar cruzar el mar hacia Italia. Lxs líderes de la OTAN empezaron a referirse a esta tragedia como la “instrumentalización de migrantes”, lo que para ellxs significaba que sus enemigos estaban desplegando a lxs migrantes como una “amenaza híbrida” para saturar sus países (una frase que se usó específicamente cuando Rusia permitió que solicitantes de asilo de varios países cruzaran la frontera hacia Finlandia en 2024). En una reunión en Washington en 2024, el entonces secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reconoció directamente que “la OTAN tiene un papel que desempeñar” en la “instrumentalización de la migración” (2024a). Esto es la OTAN desplegando todo su arsenal militar para defender la Fortress Europe [Fortaleza Europa], un concepto de ultraderecha y antiinmigrante.

Africa dice: “¡OTAN, dégage!”

La acción más trascendental de la OTAN al sur del Mediterráneo fue el uso de la fuerza para destruir el Estado libio en 2011. Esta intervención no solo abrió las puertas a la migración de africanxs y otros hacia Europa a través de Libia, sino que también desencadenó un asalto terrorista en Argelia, Mali, Burkina Faso y Níger. Más de una década después, los escombros de la intervención de la OTAN persisten.

Cabe destacar que esta intervención se realizó bajo el pretexto de la “responsabilidad de proteger” (R2P, por sus siglas en inglés), una norma internacional desarrollada por una Organización de las Naciones Unidas (ONU) acorralada que “busca garantizar que la comunidad internacional nunca más fracase en detener los crímenes atroces masivos de genocidio, crímenes de guerra, limpieza étnica y crímenes de lesa humanidad” (Global Centre for the Responsibility to Protect, s.f.). Aunque el Comité Internacional sobre Intervención y Soberanía Estatal desarrolló la R2P en 2001 como respuesta al genocidio de Ruanda en 1994 y al bombardeo de la OTAN contra Yugoslavia en 1999, no fue hasta después de que Estados Unidos menoscabara la idea de “intervención humanitaria” con su guerra ilegal contra Irak en 2003, que se tomaron medidas más concretas para consolidar la R2P como norma internacional, hasta su adopción formal en la Cumbre Mundial de la ONU en 2005.

Francia, una de las artífices de la destrucción de Libia, utilizó el posterior asalto terrorista en el Sahel para legitimar su propia intervención militar en la región, que ahora ha sido expulsada por golpes de Estado populares bajo el lema ¡France, dégage! (Prasahd, 2024). Este sentimiento —“¡Francia, fuera!”— se extiende a una órbita más amplia: ¡Europa, fuera! ¡OTAN, fuera!

Para la mayoría de la población del continente africano, no resulta fácil distinguir entre la Unión Europea (UE), Estados Unidos y la OTAN. La política migratoria de la UE, por ejemplo, no es una política civil, sino paramilitar, que utilizó a los Carabinieri de Italia y a la Guardia Civil de España para patrullar el Sahel a través de los Grupos de Acción Rápida para la Vigilancia e Intervención en el Sahel (GAR-SI, por sus siglas en francés) entre 2017 y 2021. Mientras tanto, Estados Unidos desplegó drones de vigilancia desde la AB 201, una enorme base militar estadounidense en Agadez (Níger) (CIVIPOL, 2021). La intervención militar francesa, las bases estadounidenses en la región y el uso de tecnologías de vigilancia en el Sahel y el Sáhara —estrictamente reguladas o prohibidas en Europa— son la forma en que el norte de África experimenta el proyecto de la OTAN: no como un defensor de los derechos humanos, sino como un instrumento de brutalidad (Tricontinental, 2021; Napolitano, 2023).

Sin embargo, la presencia de la OTAN en África ha planteado un dilema para los gobiernos del continente, que siguen buscando financiamiento y asistencia técnica. En 2015, esta dinámica le otorgó a la OTAN el derecho de establecer una oficina de enlace en la sede de la Unión Africana (UA) en Adís Abeba, Etiopía (2023). Es esta concesión la que permite a los Estados africanos solicitar entrenamiento y fondos para la incipiente Fuerza Africana de Reserva (cuya capacidad regional incluye a la Fuerza de Reserva de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, que casi invade Mali, Burkina Faso y Níger tras los golpes de Estado populares en 2021, 2022 y 2023, respectivamente) (Eid, 2024). Los líderes militares africanos continúan rotando entre los cuarteles generales militares de los países de la OTAN, relación formalizada bajo el nombre de Diálogos entre personal militar de la OTAN y la UA (2024b). Con un ambiente tan acogedor, resulta casi simbólico que el Consejo de Paz y Seguridad de la UA emitiera en 2016 una declaración pidiendo a sus Estados miembros ser “cautelosos” con las bases militares extranjeras en su territorio (Unión Africana, 2016).

El reto de China para la OTAN

Las guerras en Yugoslavia, Afganistán y Libia llevaron a la OTAN más allá de su área de operaciones directa. Sin embargo, esto dista mucho de ser el límite de la geografía imperialista de la alianza. Como escribió Sten Rynning, del Danish Institute for Advanced Study, en su libro de 2024 NATO: From Cold War to Ukraine, a History of the World's Most Powerful Alliance [OTAN: de la Guerra Fría a Ucrania, una historia de la alianza más poderosa del mundo]: “Naturalmente, la OTAN no puede permitirse ignorar el Indo-Pacífico, porque este escenario se ha convertido en la principal preocupación geopolítica de Estados Unidos” (2024: 275).

Esta formulación llamaría la atención de un lingüista: la OTAN “no puede permitirse ignorar” los asuntos centrales que preocupan, no a los miembros de la alianza en su conjunto, sino a Estados Unidos. En otras palabras, Rynning —cuyo libro es lo más cercano a un estudio autorizado sobre la OTAN— admite abiertamente dos cosas. Primero, que la política de la organización no la determina el Consejo del Atlántico Norte (oficialmente su principal órgano de decisión), sino Estados Unidos. Segundo, que desde 2009 (cuando Barack Obama asumió la presidencia de EE. UU.), el país ha visto a China como su principal rival, empujando a la OTAN a expandir su órbita para amenazar a China y “ponerla en su lugar”.

Hasta hace poco, la OTAN describía a China como un país que ofrecía “oportunidades y desafíos”, como se afirmó en la Declaración de Londres (2019). Dos años después, bajo presión estadounidense, la alianza militar decidió que China ya no ofrecía “oportunidades”, sino que sus “ambiciones declaradas y comportamiento asertivo presentan desafíos sistémicos al orden internacional basado en reglas y a áreas relevantes para la seguridad de la Alianza” (Declaración de Bruselas, 2021).

En un ensayo publicado en el sitio web de la OTAN (2023), Luis Simón, del Real Instituto Elcano, con sede en Madrid (fundado y financiado por el Estado español), argumentó que “China constituye un desafío para un sistema internacional que aún refleja en gran medida los valores e intereses transatlánticos” (Simón, 2023). Esta es una observación certera: no es que China se oponga al “orden internacional basado en reglas” (como alega el Departamento de Estado de EE.UU.), sino que podría oponerse al dominio transatlántico de dicho sistema.

Simón señala otras dos formas significativas en las que China es “relevante” para la seguridad de la OTAN. Primero, China posee sistemas de armas capaces de alcanzar Europa y tiene “infraestructuras críticas en Europa”. Segundo, dado que la Nueva Guerra Fría contra China es “inmensamente trascendental para Estados Unidos”, la OTAN debe involucrarse en el Indo-Pacífico. Esto refuerza el argumento de Rynning: si es importante para EE.UU., lo es para la OTAN. Aquí, Simón (español) y Rynning (danés) coinciden en que la soberanía de las políticas exteriores de sus propios países puede sacrificarse ante Washington.

Esta actitud ha motivado a la OTAN a utilizar su Programa de Asociación Personalizada (creado en 2021) para estrechar vínculos con Australia y Nueva Zelanda (ambos ya miembros de la alianza de inteligencia Five Eyes), así como con Japón y Corea del Sur. Estos países conforman ahora el Indo-Pacific 4 (IP4) y participaron como “cuasi miembros” en la Cumbre de la OTAN en Madrid (2022) (OTAN 2024c; Tricontinental, 2024b).

En septiembre de 2024, el primer ministro japonés Shigeru Ishiba llegó a proponer la formación de una “OTAN asiática”. Sin embargo, aunque la alianza ha considerado abrir una oficina de enlace en Tokio, una OTAN asiática resultaría redundante ante los mecanismos ya existentes de la Estrategia Indo-Pacífico de Estados Unidos, como:

Five Eyes: red de agencias de inteligencia (Australia, Canadá, EE. UU., Nueva Zelanda y Reino Unido) vinculada por acuerdos secretos.
Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad): integrado por Australia, India, Japón y EE. UU.
El Squad: que reemplaza a una India menos entusiasta por Filipinas.
AUKUS: alianza militar entre Australia, Reino Unido y EE. UU.
JAKUS: alianza trilateral entre Japón, Corea del Sur y EE. UU.

Además, el gobierno estadounidense ha incorporado de manera provocativa a la provincia china de Taiwán en el creciente rol de la OTAN en Asia. Por ejemplo: El borrador de la Ley de Política hacia Taiwán del Congreso de EE.UU. lo designa como “aliado importante no perteneciente a la OTAN”, mientras que una enmienda recomendada a la Ley de Control de Exportación de Armas de 1976 lo incluye en la lista de «receptores OTAN Plus», lo que le permite eludir normas de no proliferación de distinto tipo (Ishiba, 2025; US-China Economic and Security Review Commission, 2024: 443–485; US Senate Committee on Foreign Relations, 2022; Fernandes, 2022; Fernandes, 2018; Cannon y Hakata, 2021 y Baldauff, 2024).

En otras palabras, ya existen múltiples plataformas que cumplen la función de una “OTAN asiática”, y la propia OTAN está plenamente involucrada en el Indo-Pacífico, como lo demuestra su disposición a unirse al proyecto estadounidense de patrullar las aguas que rodean a China y construir proyectos de seguridad, como bases y alianzas. La alianza atlántica de la OTAN ya ha desplegado sus velas en el océano Pacífico. Esto es la diplomacia de las cañoneras del siglo XXI.

En 1839, los barcos británicos que impusieron el opio a China llevaban nombres evocadores como el HMS Volage y el HMS Hyacinth: el primero (Volage, “voluble”) aludía a la inconstancia, y el segundo (Hyacinth, “jacinto”) hacía referencia a los celos en la mitología griega. Estos nombres merecen ser recordados. Las alianzas de la OTAN también son volubles. Sus intereses, igualmente, están impulsados por los celos, proteger los intereses de sus Estados miembros por encima de los globales, al contrario de lo que pretende hacer creer. Su objetivo es mantener el sistema de reglas liderado por Estados Unidos e impedir el desarrollo de otros países. Esto es lo que convierte a la OTAN en la organización más peligrosa y reaccionaria del mundo actual.

Notas

1 Para más información sobre la Conferencia de San Francisco, véase Tricontinental, 2024c

2 En 1997, Peter Gowan escribió: “Al ingresar en Polonia, la OTAN en realidad aumenta la inseguridad en los países bálticos. Es ineludible la conclusión de que la primera y principal base para el avance hacia Polonia no es una amenaza rusa, sino la extrema debilidad actual de Rusia. Debido al colapso social y económico catastrófico dentro de Rusia, y al hecho de que su Estado ha sido, por el momento, capturado por un clan de capitalistas mafiosos en torno al protegido de Occidente, Boris Yeltsin, el Estado ruso no se encuentra actualmente en condiciones de resistir la expansión. Esta debilidad rusa será casi con certeza temporal. Debemos asumir que la economía y el Estado rusos se recuperarán. Podría fácilmente multiplicarse por diez veces, en términos de recursos. La OTAN, por lo tanto, está aprovechando una ‘ventana de oportunidad' que no permanecerá abierta por mucho tiempo. Se trata, por tanto, de establecer un fait accompli contra Rusia con rapidez” (1999: 298–299).

3 Sobre los llamados “Estados rebeldes” o “Estados canallas”, véase Lake, 1994: 45-55. Respecto al “terrorismo catastrófico”, consúltese Carter, Deutch y Zelikow, 1998: 80-95. Cuando Lake escribió ese ensayo, era el asesor de Seguridad Nacional de EE. UU. y Carter posteriormente se desempeñó como secretario de Defensa (2015-2017). Deutch había sido subsecretario de Defensa (1994-1995) y luego director de la CIA (1995-1996), mientras que Zelikow fue autor de la Estrategia de seguridad nacional de Bush en 2002.

4 Para una valoración de la anexión de la RDA, véase IFF DDR y Tricontinental, 2021. Sobre la polémica acerca de la expansión de la OTAN hacia el Este, véase Sarotte (2014: 90-97), y 2021.

5 Para una amplia comprensión de la captura neoliberal de las estructuras de Ucrania, véase Yurchenko, 2017; para una evaluación del contexto de la guerra en Ucrania, véase Foster et Al., 2022.

6 Un primer resumen está disponible en el texto de Busler, 1985, y uno más reciente en Congressional Research Service, 2019. La similitud en el tono y los argumentos a lo largo de 34 años y cinco presidencias es asombrosa.

7 Para más información, véase Cámara de los Comunes del Reino Unido, 2000.

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Stevenson, Tom. Someone Else's Empire. British Illusions and American Hegemony. Verso Books, 2023.

Stockholm International Peace Research Institute. “Ukraine the World's Biggest Arms Importer; United States' Dominance of Global Arms Exports Grows as Russian Exports Continue to Fall”. Sipri. 10 de marzo de 2025. Disponible en: https://www.sipri.org/media/press-r...;:text=European%20NATO%20members%20increase%20dependence,19%20(52%20per%20cent).

US-China Economic and Security Review Commission. “Chapter 9: Taiwan”. En: 2024 Annual Report to Congress. Washington, DC: US Government Publishing Office. Noviembre de 2024. Disponible en: https://www.uscc.gov/sites/default/...;Taiwan.pdf.

Unión Europea. “Towards an EU Defence Equipment Policy”. Bruselas, 2003.

US Senate Committee on Foreign Relations. Taiwan Policy Act of 2022. Washington, DC: US Senate, 2022. Disponble en: https://www.foreign.senate.gov/imo/....

The White House. “The National Security Strategy of the United States of America”. Septiembre de 2002. Disponible en: https://2009-2017.state.gov/documen....

Yurchenko, Yuliya. Ukraine and the Empire of Capital: from Marketisation to Armed Conflict. Pluto Books, 2017.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/do...

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Lo importante

28 June, 2025 - 00:00

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Otro incendio en el campo de maniobras de Chinchilla (Albacete)… y van tres

27 June, 2025 - 00:00

Esta tarde, de nuevo, una columna de humo es visible desde Albacete y otras localidades como Villavaliente y Casas de Juan Núñez. Y, de nuevo, el incendio forestal se ha declarado en el campo de maniobras de Chinchilla.

Es el tercer incendio en el CENAD, en menos de dos semanas. Y en este ya no se ha activado al INFOCAM, al ser terreno militar, por lo que la Junta no puede informar de su alcance.

El fuego comenzó pasadas las cuatro de la tarde y la columna de humo todavía es muy visible.

Fuente: https://masquealba.com/otro-incendi...

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Protesta contra la reconversión del Tallerón de Duro Felguera en fábrica de armas

27 June, 2025 - 00:00

Redacción Nortes

La compañía tecnológica Indra, participada por el Estado, comprará a Duro Felguera El Tallerón de Xixón para construir vehículos que demandan en la actualidad los ejércitos español y europeo, después de que no haya podido adquirir la fábrica de Santa Bárbara, de General Dynamics, en Trubia, Oviedo/Uviéu.

Este domingo activistas de Asturies pola Paz se manifestaron a las puertas de la factoría para exigir su mantenimiento como industria civil.

En la actualidad se proyectan tres nuevas plantas vinculadas a la industria militar que se sumarían a las dos ya existentes en Trubia.

Fuente: https://www.nortes.me/2025/06/22/pr...

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Verguenza ajena

27 June, 2025 - 00:00

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Medio centenar de personas se expresan contra la guerra en Elx

26 June, 2025 - 00:00

Tortuga.

Algo más de cincuenta personas se dieron cita el pasado 24 de junio en el barrio ilicitano de Altabix para expresarse por la Paz y contra las guerras. Estas convocatorias que, cada mes, convoca la plataforma Elx per la Pau desde hace más de tres años, se emplean fundamentalmente para reflexionar sobre el dolor causado por el conflicto de Ucrania y el genocidio de Palestina. Mediante la atenta lectura de escritos redactados para la ocasión, se reflexiona sobre sus causas, su desarrollo y sus consecuencias. También sobre el papel cómplice que las autoridades que gobiernan el estado español juegan para que todas estas atrocidades puedan darse.

Además de recordar Ucrania y Palestina, en las concentraciones también se reflexiona sobre una de esas guerras o conflictos que no salen en la televisión pero que son "igualmente destructivos de la vida y dignidad humana y de la naturaleza". En esta ocasión se leyó un texto sobre el "capitalismo tóxico".

En las convocatorias también hay espacio para la música y para el micro abierto, a través del que cualquier persona asistente puede compartir sus inquietudes y opiniones o leer poemas. En esta ocasión tuvimos la ocasión de escuchar los versos de Pablo Neruda, Miguel Hernández o Gloria Fuertes, entre otros.

La plataforma Elx per la Pau ha anunciado que las concentraciones mensuales, que siempre son en día 24, continuarán también durante los meses de julio y agosto.

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Los miembros de la OTAN confirman su compromiso de aumentar el gasto militar al 5% del PIB

26 June, 2025 - 00:00

Público

En la cumbre celebrada este miércoles en La Haya, los líderes de la OTAN han acordado formalizar su "compromiso inquebrantable" de aumentar el gasto en Defensa hasta el 5% del PIB para los próximos diez años. Esta cifra, que incluye un mínimo del 3,5 % para gasto militar directo y hasta un 1,5 % para inversiones complementarias.

La declaración final de la cumbre destaca que esta ambiciosa meta responde a "profundas amenazas y desafíos a la seguridad", haciendo hincapié en la "amenaza a largo plazo" que representa Rusia, así como en el terrorismo persistente.

Los países deberán presentar planes anuales que reflejen un camino "creíble y progresivo" hacia el cumplimiento de este objetivo. Estos informes servirán para evaluar el avance de cada miembro, y se ha fijado el año 2029 como fecha intermedia para revisar la evolución y adaptar los esfuerzos si el entorno estratégico así lo requiere.

El documento aprobado por consenso no incorpora ninguna disposición que permita rebajar el umbral del 5 %. No obstante, Pedro Sánchez ha ratificado que España no gastará más del 2,1% de su PIB en Defensa y ha insistido en el compromiso del Estado como miembro del Tratado Atlántico para alcanzar los objetivos necesarios marcados.

El reparto del gasto contempla dos bloques: uno militar, que deberá representar al menos el 3,5 % del PIB y que se centrará en los recursos esenciales para la defensa, y otro vinculado a áreas complementarias como la ciberseguridad, la protección de infraestructuras críticas, la innovación tecnológica y el fortalecimiento de la industria armamentística, para lo cual se estima un máximo del 1,5 %.

El acuerdo también enfatiza el respaldo continuo a Ucrania. Aunque no se pronuncia sobre su posible adhesión futura a la Alianza, los líderes recuerdan que "la seguridad de Ucrania contribuye a la nuestra" y que las ayudas dirigidas a Kiev podrán ser incluidas en el cómputo nacional del gasto en defensa.

"Los aliados reafirman sus compromisos soberanos de largo plazo para brindar apoyo a Ucrania", recoge el texto, que si bien omite menciones directas a la invasión rusa, reconoce que Moscú representa una amenaza permanente para la estabilidad euroatlántica.

La declaración, de apenas cinco puntos, mantiene un tono prudente al abordar el conflicto en el este de Europa, evitando términos contundentes. Esta moderación, según fuentes aliadas, responde a la postura estadounidense, que ha optado por un lenguaje más comedido en el marco de la OTAN.

En contraprestación, Europa ha logrado del Gobierno estadounidense una renovada garantía del principio de defensa colectiva que rige la organización: "Un ataque contra uno es un ataque contra todos". De este modo, el Artículo 5 del Tratado de Washington vuelve a situarse en el centro del compromiso atlántico.

Por último, los aliados han mostrado su voluntad de estrechar la cooperación industrial en el ámbito militar, abogando por suprimir barreras comerciales internas para reforzar el desarrollo conjunto de capacidades y tecnología de defensa en todo el espacio transatlántico.

Fuente: https://www.publico.es/internaciona...

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Nunca más, dijeron

26 June, 2025 - 00:00

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Cuestión de lenguaje

25 June, 2025 - 00:00

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'La IA está idiotizando a la gente'

25 June, 2025 - 00:00

Olivia Carballar

En El cuento de nunca acabar, Carmen Martín Gaite explica de manera maravillosa por qué la literatura funciona. No hay truco. Tras las palabras que se escriben, decía ella, está el pensamiento. Y, sobre esa idea, destaca otra cuestión fundamental: la necesidad de escuchar a los demás, de ver no sólo lo que dicen sino cómo lo dicen. Los elementos extraverbales que siempre hemos estudiado en las clases de Lengua y su relevancia en la función comunicativa.

Todo esto está cambiando no por la IA, sino por el uso que hacemos de ella. «Nuestra forma de escribir se volverá más simple, menos interesante y más homogénea», afirma en una entrevista en El País la lingüista Naomi Baron, que lleva cuatro décadas estudiando cómo cambia la comunicación humana con la irrupción de las máquinas.

Ella misma admite las modificaciones que ha supuesto en su propia escritura: «Empiezo a escribir un correo y la sugerencia de palabras y el autorrelleno me dicen cuáles serán mis próximas tres palabras. Cuando le estoy escribiendo a un amigo digo ‘no, tengo maneras más interesantes o personales de decir esto y, porque es mi amigo, merece el tiempo que me tome para escribirle'. Sé que estoy poniendo menos esfuerzo en mis correos porque los programas están mejorando y hacen cada vez más lo que yo haría. Preocupa porque gran parte de la comunicación con la gente que nos importa ya se hace por escrito, y si ahora ni siquiera soy yo la que escribe, mis conexiones personales se deterioran».

En la explicación, cita también una de las herramientas de Microsoft, que permite responder un correo electrónico sin haberlo leído, porque la IA lo revisa y responde por la persona. ¿Supone esta uniformidad un problema? Baron advierte: «La razón por la que algunos libros se siguen leyendo 200 años después es porque justamente hay algo muy personal, muy humano en ellos».

Entre los lectores y lectoras de La Marea, hay quienes comparten la misma visión, incluso profesiones que, podríamos pensar, están más cerca de la IA. Javier Fernández, ingeniero informático, marca una diferencia fundamental en este punto: no es lo mismo la IA generativa, como ChatGPT, que cualquier otra clase de IA. «Si bien estoy completamente en contra de la primera por aspectos medioambientales y éticos, entre otros, la segunda creo que sí que puede ser de ayuda». El ejemplo más visible es el efecto de esta tecnología en los hospitales. En su opinión, la IA generativa «está idiotizando a la gente». «Hay gente que ya no sabe hacer la o con un canuto. Esto lo he visto en el grado de Ingeniería Informática, donde ya no saben ni hacer lo más básico sin recurrir a la ayuda».

Daniel Cotillas, comunicador social, es también un caso excepcional. Se dedica profesionalmente a la creación de herramientas digitales pero «con una extraña salvedad»: que apenas usa redes sociales y, por el momento, tampoco IA. «Bueno, al menos no de forma asidua o intencional. Al fin y al cabo ya estamos usando IA sólo por el hecho de estar conectados a Internet», aclara.

Además de la escritura, a él le preocupa también la estandarización del pensamiento. «He visto con amigos que la usan el tipo de respuesta que les otorga ante preguntas de comparación en el pensamiento de autores, o respecto a temáticas complejas y, siendo una tecnología que simplemente consulta grandes cantidades de datos a gran velocidad, el resultado acaba siendo una amalgama de grises sobre la que no siento nada dentro de la epidermis».

En su análisis, pone también sobre la mesa ese «asombramiento» al que asistimos ante lo que hace la máquina y que, básicamente, tiene que ver con la rapidez: «Encontramos la metáfora perfecta con la comida rápida: no es buena, no está rica y da dolor de estómago, pero no dejamos de asombrarnos de la capacidad de tener algo comestible en la mesa 10 minutos después de haberlo pedido».

Y tiene un mensaje para quienes afirman que la IA ha venido para quedarse: «Es una herramienta, sin duda, y como tal tendremos que ver ahora qué uso le damos (o eso o le reventamos el martillo de Heidegger en la CPU); pero ante la manida e insidiosa frase que esgrimen aquellos que viven obnubilados por estas novedades de “la IA ha venido para quedarse así que lo mejor es adaptarse” yo diría que “la IA ha venido para quedarse así que lo mejor es que la coloquemos en el lugar que le corresponde”. Y ese lugar, para mí, sería barriendo la casa, para que yo pueda irme al parque a jugar un rato».

Como mucha otra gente, Álvaro Urdániz probó la IA con ChatGPT por curiosidad y se sorprendió de lo que podía hacer. Más tarde, en cambio, afirma que vio los problemas éticos que conlleva. Y los enumera así: robo de propiedad intelectual, consumo desaforado de recursos hídricos, desinformación, privacidad, pérdida de puestos de trabajo…

«Cuanto más veía, más disparatado e injustificable me parecía, así que decidí evitar la IA generativa en todo lo que está en mi mano, ya sea buscadores de Internet, diferentes apps, redes sociales… Ya no la utilizo e intento evitar aquellos servicios que hacen uso de ella. Creo que, ahora mismo, no hay justificación ética para el uso de la IA generativa y no considero que se trate de rechazar el progreso, sino de hacer un uso responsable y moral de la tecnología».

Fuente: https://www.lamarea.com/2025/06/17/...

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Jorge Icaza: Huasipungo

25 June, 2025 - 00:00

Jorge Icaza: Huasipungo
Idioma original: español
Año de publicación: 1934
Valoración: recomendable como lectura, imprescindible como documento

Hay libros que quizás no sean lecturas agradables o particularmente placenteras; que quizás no se transformen en tu libro favorito, ese al que vuelves una y otra vez, y que regalas a todas tus amistades a la primera oportunidad; pero que sin embargo constituyen documentos imprescindibles para comprender un lugar y una época, para denunciar opresiones o injusticias a través de la ficción. Ese es el caso de Huasipungo, una obra cuya lectura puede ser ardua (por su forma y por su contenido), pero que ofrece un conmovedor e impactante testimonio de la situación de explotación inhumana en la que se encontraban los indígenas en el Ecuador de comienzos del siglo XX.

Para ofrecer este testimonio, la novela explora y entrelaza los destinos de dos hombres bien diferentes: Alfonso Pereira, el dueño de una extensa y mal gobernada plantación en el interior de Ecuador; y Andrés Chiliquinga, un indio de la hacienda de Pereira acosado por la desgracia, la miseria y la injusticia. Al comienzo de la novela, Alfonso Pereira, hostigado por su tío y por un inversor estadounidense (pero también por el embarazo no deseado de su hija) decide trasladarse a sus propiedades de Cuchitambo, para supervisar la instalación de una explotación maderera y la construcción de una moderna carretera. Vemos, así, que la situación de miseria y práctica esclavitud en la que vivían los indígenas (con sus "huasipungos", pequenas parcelas de tierra cedidas por los terratenientes, como única posesión) se ve empeorada aún más, con la imposición de nuevos trabajos, nuevas violencias, nuevas injusticias.

La crítica de Jorge Icaza es implacable: tanto el poder económico (representado por Pereira y por el señor Chapy, con su deseo de enriquecimiento a cualquier coste), el poder político (representado por el teniente político Jacinto Quintana) o el poder religioso (en la persona de un cura avaricioso, lujurioso y sin escrúpulos), todos demuestran el mismo egoísmo, la misma deshumanidad, el mismo desprecio por los indios, a los que tratan como posesiones reemplazables y molestas. Tampoco los propios indígenas aparecen en absoluto idealizados: son seres alcoholizados, violentos con sus mujeres, negligentes con sus hijos, supersticiosos, sumisos. Es obvio que la simpatía del narrador (y del autor) están de su parte, pero eso no significa que se los eleve a la categoría del "buen salvaje".

Como decía al principio, esta puede resultar una lectura algo ardua, en primer lugar porque no se escatiman detalles en la descripción de las numerosas violencias (psicológicas, físicas y sexuales) que se ejercen sobre los indios o, en menor medida, los "cholos", o de las condiciones miserables e infrahumanas en las que viven los indígenas. (La escena en la que los indios, incluidos Andrés y su familia, consumen carne podrida de buey es paradigmática en este sentido). Por otra parte, hay un esfuerzo consciente (y progresivo a medida que avanzaban las ediciones de la obra) por representar con fidelidad el habla de los indios, que mezcla un español deformado con palabras y estructuras propias del quecha; aunque la novela incluye un útil glosario al final, puede resultar difícil comprender algunos diálogos, sobre todo al principio de la lectura.

Que el principal valor de la novela sea su carga de denuncia de una opresión inhumana, no quiere decir que carezca de virtudes o valores estéticos: las causas más justas pueden dar lugar a obras artísticas infumables, pero no es este el caso. En primer lugar, cabe destacar la inteligencia y eficacia de la estructura narrativa, que combina la alternancia de focos (entre Pereira y Andrés) anteriormente mencionada, pero también una progresión o adensamientod e los conflictos que llevan a un desenlace inevitable. También sorprende la belleza (aunque sea una belleza terrible) de ciertas páginas o ciertas descripciones de paisajes, personajes o situaciones, o la potencia de muchas escenas, como aquella en la que un indio queda atrapado en el lodo en medio de la corriente durante la construcción de la carretera.

Por todo ello (su capacidad de denuncia, unida a su magistral composición, Huasipungo está considerada como una de las principales representantes, si no el principal, de la novela indigenista, a la que también pertenecen Los ríos profundos de José María Arguedas o El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría. Se trata de un subgénero específico de Hispano-América, pero que puede relacionarse con el desarrollo del realismo social en otras latitudes o tradiciones. Así, el grito con el que acaba la novela ("¡Ñucanchic huasipungo!", "¡el huasipungo es nuestro!") trasciende su ámbito concreto, para convertirse en un grito solidario con muchos otros: el grito de los oprimidos que se rebelan contra sus opresores.

Fuente: https://unlibroaldia.blogspot.com/2...

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La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: El capitalismo tóxico

24 June, 2025 - 00:00

Como bien sabemos, los de Ucrania e Israel no son los únicos conflictos bélicos que asolan a la humanidad. Queremos aprovechar estas convocatorias para recordar otros escenarios igualmente destructores de la vida y dignidad humana y la naturaleza, que no se suelen nombrar en los medios de comunicación.

Hoy vamos a hablar brevemente sobre el daño que la contaminación ambiental causa al planeta y a los seres humanos: El capitalismo tóxico.

La principal guerra y conflicto es la agresión despiadada contra la madre Tierra y nuestro propio cuerpo y mente.

Las guerras son un mal menor.

Un sistema que mata en silencio a través del ciclo "comprar, tirar, comprar" y el crecimiento económico descontrolado. 10 millones de muertes anuales producidas por un capitalismo tóxico que envenena los pulmones, la sangre y el futuro de la humanidad.

Diez millones de muertes al año: el costo de un sistema que envenena.

Cada tres segundos, una persona muere de forma prematura. Son diez millones de vidas al año. No se trata de guerras ni pandemias, sino del resultado de un modelo económico que pone las ganancias por encima de la salud y la vida humana. Respiramos aire contaminado, bebemos agua tóxica, trabajamos hasta el colapso. La ciencia lo confirma. La pregunta es: ¿hasta cuándo aceptaremos este genocidio silencioso?

¿Y si las guerras fueran el mal menor?

Cada año, los conflictos armados provocan miles de muertes y conmueven al mundo entero. Pero si sumamos todas las víctimas de guerras, aún están muy lejos de las diez millones que mueren anualmente por la contaminación ambiental. Diez millones de vidas segadas por el aire que respiramos, el agua que bebemos, el estrés crónico que nos consume.

La contaminación mata más que todas las guerras, pero lo hace sin ruido, sin cámaras, sin misiles. Es una guerra silenciosa, sin titulares, pero con un campo de batalla global: nuestras ciudades, nuestros cuerpos. Mientras se gastan billones en defensa, millones mueren por no poder respirar aire limpio. Tal vez el enemigo más letal no esté en los conflictos armados, sino en el modelo de desarrollo que hemos normalizado.

El sistema que nos está matando.

Detrás de estas muertes hay un patrón claro: un sistema que nos impulsa a consumir sin freno. Comprar, tirar, volver a comprar. Un ciclo que no solo genera residuos y contamina ríos, sino que también cobra millones de vidas y deja a nuestro planeta al borde del colapso. Esta no es una exageración: es la factura real de un modelo que prioriza el crecimiento económico sin límites, a cualquier costo.

Las formas del veneno.

El aire que respiramos.
Más de 4 millones de personas mueren cada año por respirar aire contaminado. Las partículas microscópicas PM2.5 penetran en los pulmones y provocan cáncer, asma y enfermedades cardíacas. En ciudades como Ciudad de México o Delhi, millones inhalan este veneno invisible cada día. Priya, una niña de 8 años, tose sangre en una clínica abarrotada. Su asma no aparece en los informes oficiales, pero su sufrimiento es el precio de vivir junto a una autopista.

El agua y el suelo que consumimos.
Cada año, más de 2 millones de personas mueren por contaminación en el agua o el suelo. En comunidades como Dakar, el plomo en el agua intoxica a una de cada tres infancias. Aminata, de 5 años, sufre retrasos cognitivos que nadie cuenta como “muertes por contaminación”. Y los llamados “químicos eternos”, como los PFAS, están presentes en productos cotidianos y en la sangre del 99% de los europeos. Aumentan drásticamente el riesgo de cáncer renal, infertilidad y enfermedades autoinmunes.

El estrés y el agotamiento como enfermedad social
El sistema también mata por desgaste. Más de 3 millones de personas mueren por causas asociadas al estrés crónico, como infartos y suicidios. El consumismo nos impone un ritmo de vida insostenible. María, de 34 años, sufrió un infarto en São Paulo tras interminables turnos en una fábrica de ropa desechable. La fatiga crónica, la ansiedad y la depresión afectan a millones, pero rara vez se relacionan con el modelo que las provoca.

Las raíces del desastre.

Consumismo sin control.
Cada año generamos más de 2 mil millones de toneladas de basura. La mitad es plástico de un solo uso que termina en el mar o en nuestra sangre. La obsolescencia programada hace que nuestros dispositivos duren lo justo para obligarnos a comprar nuevos. Los desechos electrónicos, muchos de ellos tóxicos, se acumulan en Ghana, Bangladesh y otras regiones pobres que pagan el precio de nuestro confort.

Crecimiento infinito en un planeta finito.
El sistema económico global exige crecer un 3% cada año. Pero con cada punto de PIB, crecen también las emisiones, los residuos y la contaminación. Si no actuamos, en 2050 podríamos superar los 15 millones de muertes anuales por causas ambientales. La industria textil, por ejemplo, fabrica ropa que se usa siete veces antes de tirarse, mientras contamina ríos enteros con tintes cancerígenos.

Una desigualdad mortal.
El 10% más rico del mundo genera la mitad de las emisiones globales. Pero es el 50% más pobre quien sufre el 80% de las muertes relacionadas con la contaminación. En Mumbai, los barrios marginales respiran un aire 20 veces más tóxico que las zonas de élite. En el Amazonas, los pueblos indígenas se contaminan con mercurio vertido por la minería ilegal, pero sus muertes no llegan a los titulares.

Qué podemos hacer: soluciones urgentes.

El cambio es posible, pero no vendrá solo. Necesitamos acción colectiva, voluntad política y cambios en nuestra vida cotidiana. Algunas claves:

Romper el ciclo de comprar y tirar
Leyes que obliguen a fabricar productos duraderos y fáciles de reparar. En Francia ya se penaliza la obsolescencia programada. En lo personal, podemos elegir reparar, reutilizar y evitar el plástico innecesario.

Justicia ambiental global.
Aplicar un impuesto al carbono que penalice la contaminación y beneficie a quienes menos tienen. Por ejemplo, cobrar 150 dólares por tonelada de CO₂ y redistribuir ese dinero entre las familias vulnerables. Impulsar también un Tribunal Penal Ambiental que juzgue el ecocidio como crimen contra la humanidad.

Ciudades humanas, no tóxicas.
Implementar modelos urbanos sostenibles, como las supermanzanas en Barcelona, que han reducido notablemente la contaminación. Reducir la jornada laboral, como se hizo en Islandia, donde se mejoró el bienestar sin perder productividad.

Atender a las víctimas invisibles.
Instalar clínicas de desintoxicación y chequeos gratuitos para detectar sustancias como plomo o PFAS. Fomentar también terapias naturales como la "receta verde": dos horas diarias en la naturaleza, que en países como Japón han demostrado reducir la depresión en un 25%.

El momento es ahora.

Las diez millones de muertes al año por contaminación son solo la punta del iceberg. Detrás hay enfermedades crónicas, sufrimiento invisible y comunidades enteras condenadas al deterioro. Pero también hay esperanza. En Kenia, hay quienes protegen sus ríos. En Argentina, sindicatos luchan por jornadas dignas. En cada barrio, alguien elige reparar en vez de tirar.

La pregunta es simple: ¿seguiremos alimentando un sistema que nos envenena o construiremos un mundo donde vivir no sea un riesgo?

El tiempo corre: 3... 2... 1...

¿Esto te duele? Haz algo. Comparte este mensaje, únete a una marcha, cambia tus hábitos, exige leyes justas. Las víctimas invisibles no pueden esperar más.

Por un mundo sin guerras. Con respeto al medio ambiente, a la vida. Por un mundo en Paz.

Fuentes verificadas: OMS, UNEP, Banco Mundial, UNICEF, NIH, FMI, MIT y Lancet (2023–2024). Las soluciones propuestas están respaldadas por expertos en salud pública, economía y urbanismo.

Ver también:

Otras guerras que también recordamos: Guerras y conflictos de los que no suele hablarse en los informativos

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La expulsión planificada de la población de Gaza ya está en marcha

24 June, 2025 - 00:00

Gadi Algazi

Tal vez estaba esperando a que sonaran las campanas de alarma, o a que el portavoz del ejército israelí emitiera un anuncio oficial. Pero la expulsión masiva de palestinos de Gaza, conocida durante mucho tiempo en el lenguaje israelí como "transferencia", ya está en marcha. No en un futuro lejano. Ahora mismo.

No está sucediendo exactamente ante los ojos israelíes -siempre es posible mirar hacia otro lado-, pero los ecos están llegando a los hogares israelíes. Los estruendos de Gaza que se escuchan en todo el país son mensajes personales, como los que el ejército solía enviar a los habitantes de Gaza en una era anterior de crueldad: "Tu casa está a punto de ser bombardeada. Vete inmediatamente". Esta es la versión actualizada del mensaje, dirigida no a la gente de Gaza, sino a los ciudadanos israelíes: "La transferencia está en marcha. Está progresando. Y no se puede revertir".

Por supuesto, la transferencia no comenzó ahora, y en el horrible caos de los últimos meses, es difícil comprender completamente la escala y el significado de lo que está ocurriendo. Tampoco está procediendo exactamente como sus iniciadores desearon. Pero ese es precisamente el peligro: cuando un proceso como este se detiene, la respuesta probable es la escalada, y un resultado aún más terrible.

¿Cómo se está llevando a cabo la transferencia en este momento? A través del hambre y la destrucción de infraestructura vital. A través del arma de la "ayuda humanitaria". A través de un bombardeo implacable y sistemático. Muchas de estas tácticas han sido informadas por los medios de comunicación, pero el "método de distribución de alimentos" sigue siendo uno de los menos intuitivos. Es crucial entender: lo que puede parecer un "trágico fracaso logístico" es, de hecho, una estrategia deliberada.

Monopolizar la ayuda alimentaria

Las masacres recurrentes de palestinos que se apresuran a los centros de distribución de alimentos, con al menos 245 palestinos asesinados en las últimas dos semanas, han conmocionado a muchos. Pero estos incidentes no deberían distraernos del cambio estructural: en lugar de cientos de centros de distribución de alimentos que operan en toda la Franja de Gaza por organizaciones internacionales con experiencia, Israel estableció solo cuatro centros para más de dos millones de personas. Esa no es la forma de satisfacer las necesidades de la población después de muchos meses de devastación y privación. Así se hambrea y se despoja a los supervivientes de su dignidad humana.

La ubicación de los cuatro centros no es menos importante. Uno está en la parte central de la Franja a lo largo del Corredor Netzarim, y tres en el sur, al oeste de Rafah. Una mirada rápida al mapa es suficiente para entender: no hay conexión entre las ubicaciones de los "centros de distribución" y las necesidades de la gente.

En cambio, el objetivo es promover el "movimiento de la población" hacia el sur, idealmente hacia las "zonas de concentración". Dado que esto constituye un crimen contra la humanidad, Israel empleó tácticas de encubrimiento: primero expulsando a los grupos de ayuda establecidos que podían proporcionarla de manera eficiente, luego subcontratando la distribución a entidades opacas como la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) respaldada por Estados Unidos.

Ya el 11 de mayo, Benjamin Netanyahu habría declarado en una sesión secreta del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa que "recibir ayuda estaría condicionado a que los habitantes de Gaza no regresaran a los lugares desde los que llegaron a los sitios de distribución de ayuda". La lógica subyacente de esta política fue confirmada por la Dra. Tammy Caner, abogada y directora del Programa de Derecho y Seguridad Nacional del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un grupo de expertos con estrechos vínculos con el ejército israelí.

De hecho, el reciente y repentino giro del ministro de Finanzas de extrema derecha de Israel, Bezalel Smotrich, que pasó de oponerse con vehemencia a cualquier ayuda a los "árabes" a respaldarla para que "el mundo nos pare y nos acuse de crímenes de guerra", también debe entenderse como un respaldo al plan de Netanyahu de usar la distribución de alimentos para extorsionar a los habitantes de Gaza para que "consientan" su desplazamiento.

La Dra. Caner también confirmó que, según la mayoría de los expertos, si la preocupación declarada de Israel es que Hamas se pueda apoderar de los suministros de ayuda, la solución lógica sería inundar Gaza con abundantes provisiones para eliminar la capacidad de cualquier grupo de monopolizar los recursos. Pero, de hecho, el monopolio es precisamente lo que está en juego: Israel lo quiere para sí mismo, para ejercerlo como palanca contra la población civil. La inanición y la distribución bajo las condiciones del ocupante son dos métodos complementarios para usar los alimentos como un arma.

Un fracaso peligroso

Facilitar la "transferencia de la población" a través de la negación y la provisión condicional de necesidades básicas no es una nueva táctica israelí. En un estudio aún no publicado, descubrí que a principios de la década de 1950, las autoridades israelíes utilizaron como un arma sistemáticamente el acceso a suministros esenciales, principalmente contra los palestinos y en menor medida pero significativa contra los judíos (principalmente Mizrahim) a quienes el estado quería utilizar para asentarlos en las regiones fronterizas.

Sin embargo, sigue sin estar claro si el plan de transferencia mediante el hambre está logrando sus objetivos previstos. Los informes de Gaza sugieren que aquellos que llegan a los centros de distribución son principalmente los suficientemente fuertes físicamente como para caminar varios kilómetros y recoger comida para una semana. Mientras tanto, Israel hasta ahora no ha logrado obligar a los cientos de miles que quedan en el norte de Gaza a hacer el largo viaje hacia el sur, y en esta etapa, tampoco ha logrado detener el regreso de muchos. Después de todo, ¿quién se embarcaría en una caminata tan agotadora si no pueden llevar comida a sus seres queridos que se quedaron atrás?

¿Significa esto que el peligro está disminuyendo, que el plan de transferencia mediante el hambre no está funcionando? No necesariamente. El plan todavía está en sus primeras etapas y, si se le permite continuar, el sufrimiento que produce podría muy bien lograr el efecto deseado. Más importante aún, en ausencia de críticas públicas, seguimiento o presión internacional significativa, la respuesta probable al fracaso a corto plazo de las medidas coercitivas es la escalada: más destrucción, más violencia. Ya hay signos de esto en el norte de Gaza, que se produce después del aplastamiento completo de Rafah por parte del ejército. El objetivo aparente de esta demolición sistemática de infraestructuras vitales y edificios residenciales es obligar a los residentes a salir de una manera que haga imposible el regreso.

Incluso hay una confirmación explícita de esta intención en los comentarios filtrados de Netanyahu durante la misma sesión del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset: "Estamos destruyendo más y más hogares, no tienen a dónde volver. El único resultado natural será que los habitantes de Gaza querrán emigrar fuera de la Franja. Nuestro principal problema es con los países receptores".

Esto es lo que los bombardeos en curso están diseñados para lograr: continuar las oleadas de destrucción de los meses anteriores y hacer que el norte de Gaza, junto con otras áreas, sea inhabitable. El gran proyecto de transferencia permanece prioritario sobre la mesa, con varias facciones de la derecha israelí, tanto dentro como fuera del gobierno, activamente involucradas.

El resultado de las "zonas de concentración"

¿A dónde se supone que debe ir la gente si no puede con la presión insoportable? Durante meses, Israel ha estado en conversaciones con posibles "países receptores", una selección de regímenes autoritarios que, se puede suponer, están sopesando factores como la estabilidad del régimen, la legitimidad internacional y, sin duda, lo que recibirían a cambio de su cooperación. Pero mientras haya una falta de países dispuestos a "recibir", la pregunta sigue siendo: ¿a dónde, exactamente, está tratando de transferir Israel a estas personas?

Las autoridades israelíes hablan abiertamente de la creación de tres llamadas "zonas de concentración" dentro de Gaza. Estas áreas aparecieron en un mapa filtrado publicado por The Times el 17 de mayo, basado en fuentes diplomáticas. Pero el mapa es engañoso: omite el hecho de que los residentes ya han sido expulsados de toda la zona fronteriza de la Franja de Gaza, y que una campaña sistemática de demolición ya ha tenido lugar allí. Según declaraciones oficiales, a los habitantes de Gaza no se les permitirá regresar o vivir en esas áreas.

En un mapa publicado en Haaretz una semana después, las "áreas de concentración" designadas parecen aún más pequeñas. Según estimaciones aproximadas, el bloque de Gaza cubre alrededor de 50 kilómetros cuadrados, el bloque del campamento central alrededor de 85 y la franja costera de Al-Mawasi solo ocho.

Los datos recopilados por organizaciones humanitarias también confirman que los palestinos en Gaza siguen siendo expulsados a territorios cada vez más pequeños. Antes de la guerra, la empobrecida Gaza ya tenía una densidad de población comparable a la de Londres. Si Israel logra forzar a la población civil a las zonas marcadas en el mapa de Haaretz, más de 2 millones de habitantes de Gaza estarían abarrotados en solo el 40 por ciento de la Franja. La densidad resultante alcanzaría aproximadamente 15.000 personas por kilómetro cuadrado, viviendo en un paisaje abrasado, despojado de infraestructura.

Los portavoces oficiales israelíes se refieren a estas zonas como "áreas de concentración", pero su tamaño limitado, la prohibición de salir de ellas y la ausencia casi total de infraestructura o medios de supervivencia, hacen posible referirse con confianza a ellas como campos de concentración.

Siendo realistas, no hay tantas formas de confinar a millones bajo supervisión militar en una estrecha franja de tierra. Para los líderes militares y políticos, la filtración de mapas y planos cumple otra función: probar las aguas, ver si alguien se resiste, averiguar hasta donde pueden llegar antes de encontrar consecuencias. Tal vez logren concentrar a los sobrevivientes en tres "áreas de concentración". Tal vez el resultado final sea algo más. ¿De verdad quieren esperar para averiguarlo?

No se requiere plan maestro

Mis amigos palestinos dirán: por supuesto, como hemos dicho todo el tiempo, la Nakba no es un solo evento, sino un proceso continuo. Eso es totalmente cierto. Pero eso no debería significar que perdamos de vista la importancia de lo que está sucediendo en este momento.

En primer lugar, la desposesión y la expulsión se desarrollan a un ritmo variable, con períodos de aceleración y escalada, así como tramos de estabilización. Incluso ha habido momentos de modesto, pero significativo, retorno palestino. Lo que estamos presenciando ahora es una aceleración casi inconcebible del desplazamiento forzado.

En segundo lugar, el ritmo no es solo cuestión de tiempo. Cuando el ritmo del proceso se acelera, también lo hace su brutalidad. La línea entre la limpieza étnica y el exterminio puede desaparecer rápidamente, casi automáticamente, cuando las fuerzas armadas aceleran el proceso sin restricciones. En condiciones de guerra, sin supervisión internacional y a cubierto por el caos, una transferencia fallida o bloqueada puede acabar en asesinatos en masa.

Así es como la transferencia se vuelve asesina, especialmente cuando se detiene. El desplazamiento repetido de personas dentro del territorio confinado de la Franja no solo está diseñado para separarlas de sus hogares, sino también para romper el tejido social de sus vidas. Algunos mueren "solos". Otros se convierten en un "problema" que debe resolverse a través de medios aún más brutales. La destrucción sistemática crea una nueva realidad: áreas enteras que se vuelven inhabitables, lo que aparentemente justifica una mayor expulsión por "razones humanitarios". La reubicación forzada a las llamadas "áreas de concentración" produce premeditadamente condiciones de vida insoportables.

Cuando la gente busca alivio de la presión aplastante, la puerta de salida puede abrirse, pero solo en una dirección. ¿La alternativa? La vida dentro de las "áreas de concentración" puede en algún momento empujar a la población a resistir, de cualquier manera que pueda. Tal resistencia podría usarse como pretexto para las incursiones policiales, para operaciones de venganza, para masacres, todo lo cual aceleraría el proceso. Es muy posible que, ante el hecho de no poder acorralar a las personas en enormes cercados, para obligarlos a salir de Gaza o para "manejar" la catástrofe humanitaria que él mismo ha creado, el ejército empuje aún más la dinámica asesina.

El siglo XX nos ha demostrado, una y otra vez, lo rápido que las fuerzas armadas se radicalizan cuando operan bajo la doctrina de la guerra total contra las poblaciones civiles. Así es como los más comprometidos con la destrucción ascienden en el mando: personas como el general de brigada israelí Ofer Winter. Para pasar de una transferencia fallida a una limpieza étnica a gran escala, para escalar este desastre más allá de cualquier cosa que aún hayamos visto, no se requiere ningún plan maestro. Nuestro silencio es suficiente.

Gracias a Amira Hass, Liat Kozma, Lee Mordechai, Alon Cohen-Lifshitz, Gerardo Leibner y Meron Rapoport por su ayuda y comentarios.

Gadi Algazi
Colaborador de la revista en hebreo "Llamada Local".

Fuente: https://www.972mag.com/gaza-expulsi...

Tomado de: https://sinpermiso.info/textos/la-e...

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Si la pregunta es si España puede negar a EEUU sus bases para dar apoyo aéreo a Israel, la respuesta no es tan sencilla

23 June, 2025 - 00:00

Miguel Jorge
Editor

Y, de repente, España. En realidad, y como veremos, la situación geográfica del país lo convierte en una especie de “parada técnica” para los diferentes conflictos militares en los que Estados Unidos ha estado. La guerra que está teniendo lugar en Oriente es otro capítulo, pero con la salvedad de que, muy posiblemente, España no vaya a entrar.

Lo que plantea una pregunta lógica: ¿podría negarse al uso de sus bases aéreas?

Refuerzos desde España. Primero la noticia. En el marco de la creciente escalada militar entre Israel e Irán, Estados Unidos ha intensificado discretamente su despliegue en Oriente Próximo con la ayuda de infraestructuras clave en Europa, incluyendo bases en territorio español. Es oficial, ya que la ministra de Defensa, Margarita Robles, confirmó que Washington ha comenzado a utilizar las bases de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla) para estacionar aviones cisterna, una medida enmarcada en los acuerdos bilaterales vigentes entre ambos países.

Robles aseguró que la presencia de estos medios aéreos se realiza dentro de los límites establecidos por los tratados de defensa conjunta. En concreto, el convenio permite el despliegue de hasta 15 aviones de reabastecimiento en Morón, aunque medios internacionales como la BBC han reportado la llegada de “algo más”: al menos 30 aviones KC-135 en los últimos días, distribuidos entre España, Inglaterra y Escocia.

Apoyo logístico a cazas. Lo hemos venido contando estos días. El papel de estos aviones cisterna es estratégico: permiten ampliar el alcance operativo de aeronaves de combate como los F-16, F-22 y F-35 que el Pentágono ha movilizado hacia la región del golfo Pérsico.

Según Reuters, este refuerzo aéreo incluiría también el despliegue de un portaviones estadounidense, lo que indica una capacidad proyectiva de combate en varias dimensiones. Aunque el secretario de Estado de Defensa, Pete Hegseth, ha insistido en que se trata de un despliegue con fines estrictamente defensivos, fuentes militares estadounidenses han confirmado que estas plataformas ya han sido utilizadas para operaciones de intercepción, derribando drones y misiles lanzados por Irán en respuesta a los ataques israelíes iniciados el viernes anterior.

Reacciones en España. Qué duda cabe, la utilización de instalaciones militares españolas por parte de Estados Unidos ha generado inquietud dentro del propio arco parlamentario español. Podemos ha presentado una batería de preguntas en el Congreso para exigir explicaciones al Ejecutivo sobre la llegada, el pasado viernes, de los aviones cisterna a la base de Morón.

En su escrito, expresan sospechas de que estas instalaciones están siendo empleadas como escala logística en apoyo a operaciones militares en favor de Israel. El partido liderado por Ione Belarra también ha cuestionado al Gobierno sobre si estaba al tanto de estos movimientos y si supervisa su propósito, poniendo sobre la mesa el debate sobre la soberanía operativa y la implicación indirecta de España en un conflicto internacional de alta intensidad.

Base legal y precedentes. La actual utilización de las bases militares de Rota y Morón por parte de Estados Unidos se enmarca en una relación estratégica iniciada en 1953, cuando España, aún bajo la dictadura franquista, firmó los llamados Acuerdos de Madrid.

A cambio de ayuda económica y militar, se autorizó la instalación de bases norteamericanas en territorio español, en lo que fue un tímido paso de apertura internacional. Esta red inicial incluía las bases de Zaragoza, Torrejón de Ardoz, Morón de la Frontera y Rota, y constituyó uno de los primeros gestos de España para aspirar a ingresar en la OTAN, algo que no se concretaría hasta 1982 con la firma, y hasta 1999 con la adhesión plena a la estructura militar integrada de la Alianza.

El convenido del 88. La base legal actual que regula el uso compartido de Rota y Morón se estableció con el Convenio de Cooperación para la Defensa firmado el 1 de diciembre de 1988 entre los gobiernos de Felipe González y Ronald Reagan, en plena era final de la Guerra Fría. Este texto ha sido enmendado en tres ocasiones (en 2002, 2012 y 2015) para adaptarse a los cambios geoestratégicos y operativos.

Según el propio Ministerio de Defensa, el segundo protocolo de enmienda fijó un periodo de vigencia de ocho años desde su entrada en vigor (21 de mayo de 2013), lo que hacía que caducara el 22 de mayo de 2021. Sin embargo, el artículo 69 del convenio prevé una prórroga automática anual si ninguna de las partes expresa su voluntad contraria con seis meses de antelación, lo que ha venido sucediendo hasta hoy, con algunas excepciones.

Limitaciones operativas. Aunque la jurisdicción estadounidense rige en ciertos aspectos dentro del perímetro de las bases, España conserva la soberanía y el control político sobre su uso estratégico. De hecho, Estados Unidos no puede utilizar las instalaciones unilateralmente, sino que requiere permiso expreso del Gobierno español, tal y como estipula el convenio.

Este principio se ha mantenido, aunque en la práctica no ha supuesto obstáculos durante, por ejemplo, las guerras de Irak y Afganistán, cuando los gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero autorizaron su uso sin restricciones. De igual modo, en 2021 España permitió que ambas bases acogieran temporalmente a colaboradores afganos de Estados Unidos durante su huida de Kabul.

Presencia militar. Según el convenio, Estados Unidos puede mantener desplegados hasta 2.200 militares, 36 aviones y 500 civiles en Morón, aunque el contingente actual se sitúa en torno a los 600 efectivos. En Rota, el límite permitido asciende a 4.250 militares y 1.000 civiles estadounidenses.

Estas cifras reflejan una reducción paulatina respecto a décadas anteriores, y en 2023 se confirmó el traslado de la fuerza de respuesta rápida para África desde Morón a una base en Italia, evidenciando un repliegue operativo que afecta directamente al empleo y a la economía de las zonas cercanas, que perciben unos dos millones de euros anuales en ingresos directos del Estado.

Capacidad real del veto. Por tanto, a la gran pregunta, ¿podría España negarle al uso de sus bases aéreas a Estados Unidos con respecto al conflicto Israel-Irán? La respuesta corta es que sí, de hecho, hay ejemplos, como con la devolución de Torrejón en 1991 y Zaragoza en 1992. Plus: en 1986, el gobierno de Felipe González anunció que no renovaría automáticamente el pacto, exigiendo además la retirada de los F‑16 norteamericanos en Torrejón, lo que condujo a su retirada definitiva entre 1988 y 1992 (aunque, como vemos, luego aparecieron nuevos convenios y textos enmendados).

Por tanto, la ausencia de renovación automática implica que Estados Unidos debe salir en un plazo establecido (tradicionalmente un año), como ocurrió en los años ochenta. Esto demuestra que, si el Gobierno actual lo considerase necesario, podría vetar operaciones específicas, incluido el uso de Morón o Rota para reabastecimiento o apoyo aéreo. Dicho de otra forma, si Madrid no desea que tales operaciones ocurran hoy, legalmente podría denegarlas o exigir condiciones estrictas en la renovación del acuerdo.

El delicado equilibrio. El hecho de que España no vaya a entrar en la guerra de Oriente, pero permita la llegada de Cisternas de Estados Unidos para apoyar la ofensiva de Israel, deja bastante clara la situación. La posición del Gobierno español combina cautela y preocupación. Robles reiteró que la situación es extremadamente delicada y que el Ejecutivo desea una pronta desescalada y un acuerdo de paz duradero. Con todo, la coordinación militar con Estados Unidos, aunque reglada y prevista en esos tratados bilaterales, deja a España expuesta a los vaivenes de una guerra que podría desbordarse en cualquier momento.

Plus: la llegada de más medios aéreos, el movimiento de cazas furtivos y la posibilidad de un ataque preventivo estadounidense contra Irán incrementan la presión sobre el Ejecutivo español, que debe mantener el equilibrio entre su papel en la OTAN, su relación con Washington y la innegable inquietud de la opinión pública frente a una implicación militar indirecta que ya es tangible y numérica en las pistas de sus bases aéreas.

Fuente: https://www.xataka.com/magnet/pregu...

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¿Keynesianismo militar?

23 June, 2025 - 00:00

Robert Skidelsky

Nota: John Maynard Keynes creía que los gobiernos debían incurrir en déficit fiscal cuando fuera necesario para estimular el crecimiento y el empleo. La sabiduría económica contemporánea insiste en equilibrar el presupuesto, excepto en un caso: el gasto militar. Hoy en día, los gobiernos se apresuran a romper sus «reglas fiscales» en respuesta a la llamada «amenaza rusa».

Como señaló recientemente John Lanchester (LRB, 27 de abril de 2025), «por poco dinero que haya para cualquier otra cosa, siempre hay suficiente para una guerra». Los fracasos de la economía neoliberal amenazan con todo tipo de reacciones políticas, algunas de las cuales ya se han visto en el giro nacionalista de las relaciones internacionales. El «keynesianismo militar» es una tentadora salida al impasse político, ya que proporciona una justificación geopolítica a medidas económicas que serían rechazadas por motivos económicos neoliberales.

El gasto público en obras públicas se remonta a mucho antes de que John Maynard Keynes apareciera para proporcionarle una base científica. Como señaló Keynes con sarcasmo: «La construcción de pirámides, los terremotos e incluso las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica se interpone en el camino de algo mejor». Dado que la educación de los políticos contemporáneos ha retrocedido aproximadamente al nivel de la época de Keynes, el keynesianismo militar ofrecerá a los gobiernos una forma cada vez más tentadora de combinar la economía del pleno empleo con la retórica de la seguridad nacional.

¿Qué peso tienen las tediosas afirmaciones sobre la austeridad fiscal y el equilibrio presupuestario frente a la urgencia de la seguridad nacional? La Comisión Europea ha propuesto eximir el gasto total en defensa de las normas fiscales de la UE durante cuatro años. Alemania ya ha iniciado el rearme suspendiendo el freno al endeudamiento constitucional promulgado por Merkel en 2009 para impedir que el Estado financie la inversión mediante préstamos, y otros países como Gran Bretaña seguramente seguirán su ejemplo. Sin restricciones al déficit y al crecimiento de la deuda (en Gran Bretaña, la deuda de la Segunda Guerra Mundial alcanzó el 250 % del PIB), el principal problema de la política será limitar la inflación mediante el racionamiento de los bienes civiles o el aumento de los impuestos, a fin de hacer sitio a los gastos de guerra.

Los economistas sitúan el origen de la revolución keynesiana en la demostración de Keynes, en la Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936), de que las economías de mercado no se autocorregían espontáneamente. De hecho, la política keynesiana nació en tiempos de guerra, no de paz: los Estados keynesianos comenzaron como Estados beligerantes. Fueron el rearme y la guerra los que abolieron el desempleo tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, con un crecimiento económico medio del 17 % anual entre 1939 y 1945. Al introducir conceptos sofisticados como las brechas de «producción» e «inflación», la teoría keynesiana, junto con las estadísticas de la renta nacional, se propuso hacer científicamente lo que los gobernantes llevaban mucho tiempo haciendo instintivamente.

Se podría argumentar que la política keynesiana de pleno empleo se extendió a la paz porque había demostrado su eficacia en la guerra. Esto debe ser parcialmente cierto, pero ignora el impacto que tuvo en la política el desafío de la Rusia soviética. La Unión Soviética era vista en Occidente no solo como un enemigo ideológico, sino también militar, y fue esto lo que dictó la forma que tomó la política keynesiana después de la guerra. En teoría, el pleno empleo podría haberse mantenido con cualquier tipo de gasto público autónomo, pero era mucho más fácil justificar el gasto militar, especialmente ante la opinión conservadora, que el gasto en hospitales o escuelas.

Así pues, la forma típica que adoptó el keynesianismo de posguerra en Estados Unidos y Gran Bretaña fue el «keynesianismo militar». En Estados Unidos, el gasto militar representó alrededor del 50 % del gasto federal entre 1950 y 1970, y en el Reino Unido, entre el 15 % y el 20 % del gasto público; en ambos países, fue, con diferencia, la partida más importante del gasto público. (En comparación, el gasto público en el Reino Unido en el Servicio Nacional de Salud fue de alrededor del 10 % del gasto público durante este periodo). El keynesianismo militar no solo incluía el gasto en armamento, sino también el gasto en guerras activas supuestamente en defensa de la libertad, en particular las guerras de Corea y Vietnam. Fue el intento del presidente Johnson de combinar el gasto en la guerra de Vietnam con los programas de la Gran Sociedad destinados a combatir la pobreza y promover los derechos civiles lo que provocó la crisis inflacionaria del keynesianismo a finales de la década de 1960, ya que los gestores keynesianos olvidaron que, en una situación de pleno empleo, había que elegir entre las armas y la mantequilla.

Los historiadores del pensamiento económico hablan de la caída del keynesianismo como una reevaluación de la teoría dentro de la economía, pero también es cierto que, con la decadencia y posterior caída del comunismo, el keynesianismo perdió gran parte de su valor político. Ya en 1961, el presidente Eisenhower, a punto de jubilarse, advirtió «contra la adquisición de una influencia injustificada... por parte del complejo militar-industrial». En esta advertencia hay un indicio apenas velado de que la Guerra Fría estaba siendo conjurada por el establishment militar y las industrias de defensa para justificar el flujo de dinero público hacia sus arcas.

El colapso de la Unión Soviética en 1990 prometía un alivio de la carrera armamentística, y el gasto militar como porcentaje del gasto público total se redujo sustancialmente: en Gran Bretaña y en la mayor parte de Europa, hasta alrededor del 5 % del gasto público. Pero el «dividendo de la paz» fue cobrado principalmente por el sector privado, no por el público. Ahora, el gasto militar está aumentando de nuevo para hacer frente a la amenaza percibida de Rusia y China; y es razonable apostar que, dado que no se recortarán los programas de bienestar para dar cabida al rearme, el endeudamiento público aumentará para financiar el incremento. La inflación que esto provocará dependerá del margen de maniobra de las economías occidentales y de la disposición de los gobiernos a restringir el consumo civil.

El propio Keynes se habría sentido deprimido, pero no sorprendido, por la facilidad con la que se puede avivar el fervor bélico para justificar las políticas keynesianas. No habría apoyado a los Estados autoritarios actuales de Rusia y China, pero tampoco habría simpatizado mucho con aquellos en Occidente que continuamente exageran la amenaza que representan para conseguir dinero. «Hay que abordar [la guerra] con mucha prudencia, reverencia y cálculo», escribió Keynes cuando era joven. En un mundo que actualmente está volviendo a bloques económicos y políticos antagónicos, su reprimenda a los belicistas en el poder es urgentemente pertinente, ya que la tecnología bélica actual puede destruir no solo la civilización, sino la vida misma.

Robert Skidelsky
es miembro de la Cámara de los Lores británica, catedrático emérito de Economía Política en la Universidad de Warwick y autor de una premiada biografía en tres volúmenes de John Maynard Keynes. Comenzó su carrera política en el Partido Laborista, fue miembro fundador del Partido Socialdemócrata y portavoz del Partido Conservador para asuntos del Tesoro en la Cámara de los Lores hasta que fue destituido por su oposición al bombardeo de Kosovo por la OTAN en 1999. Desde 2001 es miembro independiente de la Cámara de los Lores. Es autor de múltiples libros, y entre los más recientes "The Machine Age: An Idea, a History, a Warning" (Allen Lane, 2023) y junto con su hijo Edward de "How much is enough?" (2012).

Fuente: https://robertskidelsky.substack.co...

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España, cómplice del bombardeo de EEUU sobre Irán

22 June, 2025 - 09:24

Evaristo Torregrosa, redes sociales

España colabora con el bombardeo estadounidense a Irán desde sus bases en territorio español.

España ha colaborado en el bombardeo de Estados Unidos a Irán, permitiendo el uso de sus bases militares estadounidenses en territorio español. Ante esta situación, solicito inmediatamente la salida de España de la OTAN o, en su defecto, la convocatoria de un referéndum a tal fin, con el objetivo de evitar que el pueblo español sea nuevamente víctima de ataques terroristas, como ocurrió en el pasado tras la participación del presidente del Gobierno José María Aznar en la guerra de Irak.

Estados Unidos ha violado el derecho internacional al bombardear Irán.

El 22 de junio de 2025, Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahán. El presidente Donald Trump calificó la operación como un "éxito militar espectacular", afirmando que buscaba neutralizar la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán, considerado por él una amenaza por su programa nuclear y su supuesto rol como "patrocinador del terrorismo". Sin embargo, estos bombardeos constituyen una clara violación del derecho internacional, según los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas.

Han muerto muchas personas cuya identidad, con el tiempo, se sabrá. El bombardeo ha sido de una magnitud tremenda. No podemos calificar estos ataques simplemente como actos ilegales o estratégicos: estamos ante una masacre, posiblemente un crimen de guerra, dado el tipo de objetivo y el riesgo evidente para la población civil.

El orden internacional se fundamenta en la Carta de la ONU, que prohíbe el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado (artículo 2.4). Los bombardeos estadounidenses en territorio iraní representan un uso de la fuerza que solo podría justificarse bajo dos excepciones reconocidas:

1. Legítima defensa (artículo 51)

Para que los ataques fueran legales, Estados Unidos debería demostrar que Irán representaba un ataque armado inminente contra EE. UU. o sus aliados. No existe evidencia de que Irán hubiera iniciado o estuviera a punto de lanzar un ataque armado en junio de 2025. Las preocupaciones sobre el programa nuclear iraní, aunque expresadas por EE. UU. e Israel, no cumplen con el criterio de inminencia requerido por el derecho internacional. Además, los bombardeos a instalaciones nucleares, con riesgos de contaminación radiactiva, podrían considerarse desproporcionados, violando el principio de proporcionalidad.

2. Autorización del Consejo de Seguridad

No hay registro de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorice los ataques. El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó los bombardeos como una "escalada peligrosa" y una "amenaza a la paz y la seguridad internacionales", lo que indica la falta de respaldo de la comunidad internacional.

Los bombardeos a sitios nucleares como Fordow, Natanz e Isfahán generan preocupaciones adicionales. El Protocolo Adicional I de los Convenios de Ginebra (1977) prohíbe atacar instalaciones que contengan fuerzas peligrosas, como reactores nucleares, si pueden causar daños graves a la población civil. Aunque no se reportaron niveles anormales de radiación, el riesgo inherente de estos ataques viola el derecho internacional humanitario. Además, la Organización de Energía Atómica de Irán denunció los bombardeos como una violación flagrante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), ya que las instalaciones estaban bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Atacar sitios nucleares pacíficos socava el régimen global de no proliferación.

La estrategia jamás puede estar por encima del derecho internacional. Los derechos humanos y la soberanía de las naciones no pueden quedar subordinados a los intereses militares o políticos de una potencia. Justificar el uso de la fuerza fuera del marco de la legalidad internacional sienta un precedente muy peligroso, porque destruye el principio de igualdad jurídica de los Estados y debilita todo el sistema multilateral.

La comunidad internacional ha condenado ampliamente los bombardeos. Cuba y Chile los calificaron como actos criminales y violaciones del derecho internacional. El vicecanciller iraní, Saeed Khatibzadeh, describió los ataques como un acto de agresión que saboteó las negociaciones nucleares. Incluso aliados de Estados Unidos, como los ministros de Exteriores europeos, han priorizado la diplomacia para desescalar el conflicto, sin respaldar la acción militar. La condena de Guterres refuerza la percepción de que los bombardeos carecen de legitimidad internacional.

Se solicita al Gobierno español que condene el ataque de Estados Unidos a Irán y asuma su responsabilidad por la colaboración con las bases militares estadounidenses en territorio español. Esta colaboración aumenta el riesgo de que España sea objeto de represalias o ataques terroristas, como ya ocurrió en el pasado tras la implicación española en la guerra de Irak. Aunque prever un atentado es una hipótesis, es una hipótesis fundamentada. La historia reciente demuestra que la participación en guerras ilegales, como en Irak en 2003, convirtió a España en blanco de represalias. Antes de ello, España no había sido objetivo directo de terrorismo yihadista. Repetir ese error no solo es irresponsable: es una negligencia criminal desde el punto de vista de la seguridad nacional.

Por ello, se exige la salida de España de la OTAN o, en su defecto, la celebración de un referéndum para que la ciudadanía decida sobre la permanencia en la Alianza Atlántica.

Los bombardeos de Estados Unidos a Irán el 22 de junio de 2025 violan el derecho internacional. No se justifican como legítima defensa, ya que no había un ataque armado inminente, ni cuentan con autorización del Consejo de Seguridad. Atacar instalaciones nucleares, además, contraviene el derecho internacional humanitario y el TNP. Estas acciones socavan el orden internacional basado en la prohibición del uso de la fuerza y la resolución pacífica de disputas. La condena global y la falta de apoyo de la ONU confirman que Estados Unidos ha actuado en contra de los principios fundamentales de la Carta de la ONU, generando una escalada peligrosa con graves implicaciones para la paz mundial.

La participación de España en estos hechos, a través de sus bases militares compartidas, exige una reflexión profunda sobre su papel en la OTAN y su responsabilidad ante posibles consecuencias para la seguridad nacional y la paz internacional.

Fuente: https://www.facebook.com/photo/?fbi...

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Un anillo para gobernarlos a todos (II): Coacción

22 June, 2025 - 00:00

Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.

Índice y ficha del libro

Ver también:

Un anillo para gobernarlos a todos (I): ¿Qué es el poder?

Coacción

Es el procedimiento más simple. De carácter primario y, de hecho, vinculado a formas relacionales prehumanas, características de «la manada». Quien tiene la capacidad de implementar un grado de violencia superior, en cantidad o calidad, por ejercicio o simple amenaza, está en disposición de obtener la sumisión del resto, así como de arrebatarle sus pertenencias o cualquier elemento material en disputa. Ejercer la violencia no requiere sofisticación, sino simple músculo. Incluido el músculo tecnológico que muestran hoy los ejércitos de los países más desarrollados.

La violencia como herramienta de poder en estado puro, sin el acompañamiento de otros sistemas de dominio, es el recurso de autoridades débiles y provisionales: el bandolero que asalta en los caminos, la guerrilla insurgente, la tropa medieval que ejecuta razzias estacionales. Un poder que quiera ser consolidado no lo puede fiar todo a la aplicación de la fuerza bruta. Circunstancia que generaría entre la población dominada resentimiento y deseos de liberación —lo emocional, desde luego, también juega su papel en la historia— que, a la larga, desembocarían en una situación difícilmente sostenible para dicha tiranía.

Dicho esto, cabe añadir que ningún poder de los que estudiamos dejó nunca de utilizar la violencia para su propósito. Además de desplegar otros medios, claro. Quizá porque éste, por su carácter tan primario, es la instancia definitiva; no discutible ni desafiable en tanto no sea, de alguna forma, desactivada, o no se ponga sobre el tablero una fuerza similar. La dominación puede incurrir en desprestigio, deslegitimación, falta de proyección, pero si conserva su coraza militar, en principio, podrá sobrevivir.

Así, cuanto mayor fue el poder concentrado, éste se dotó de más instituciones violentas a su servicio. Al tiempo que neutralizó la capacidad de desafío de los gobernados, o conquistados, mediante la implantación del monopolio de la violencia. Dicho monopolio se consagra con legislación, pero también con propaganda; la violencia del poder ha de ser legítima y la de los particulares de carácter criminal. Esto llega a nuestros días. El vencedor de una guerra ha aplicado una fuerza «justa» y necesaria; proporcional. El derrotado ha utilizado medios ilegítimos: terrorismo, genocidio, violación de los derechos humanos, etc. Las guerras siempre las ganan los buenos, decía Jesús Ibáñez, porque si pierden, entonces se llaman malos. Los «nuestros» abaten; «ellos» asesinan. Y así sucesivamente. Cabe añadir una función a dicho monopolio de la violencia: en lugares de alta y concentrada demografía permitir que la gestión de los conflictos se realice desde la espontaneidad de la colectividad —compuesta por multitud de personas sin lazos entre sí y con intereses contrapuestos— haría difícil, tal vez inviable, la convivencia (5).

Hubo tiempos en los que la tropa asalariada protegía los «derechos» de los señores feudales; más tarde, de la monarquía afincada en el centro de poder nobiliario. Con el desarrollo del capitalismo y el poder burgués lo que se ha de proteger ya no son castillos, palacios y la honra de las hijas, sino el negocio: el comercio y la fábrica. Así, será necesario un militarismo no adscrito a personajes de sangre azul, sino al interés de la corporación burguesa. Es el estado la instancia capaz de representar eso y articular su adaptación al momento. Ahora, los ejércitos defenderán a «la nación», esto es, los intereses crematísticos de los principales prohombres de cada lugar, frente a los de sus adversarios de países vecinos. Decía atinadamente Paul Valéry que «la guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero no se masacran».

No solo esto; dado que grandes masas poblacionales han sido reducidas al estado de servidumbre —por colonización en países conquistados o por proletarización durante y después de la Revolución Industrial— se hace necesaria una institución armada que defienda dicho orden frente a posibles revueltas. Así, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, como se dijo, nace la policía, que no es más que un cuerpo militar especializado en la represión de la población del propio estado. La clase preeminente que disfruta de su vida privilegiada tras los bíceps de su primo-de-zumosol estado promete «castigo» a quien ose desafiarla. Ya hemos hablado de lo que ocurrió en París tras las revoluciones de 1848 y 1871. Entre muchísimos ejemplos en esta línea que se podrían invocar.

El temor al garrote del poder será un recurso ampliamente utilizado —en tanto amenaza y en tanto aplicación— para obtener la sumisión de las masas a lo largo del proceso de implantación de la sociedad capitalista. El castigo anunciado es de carácter ejecutivo —valga la expresión— y supone la pérdida de los bienes, la degradación social y el dolor físico: la muerte en no pocas ocasiones. Es de carácter inmediato y no aplazado, como sucederá con posterioridad cuando la prisión se convierta en el instrumento de castigo por excelencia. Todo esto, con el tiempo, irá evolucionando. Michael Foucault, en su obra ya clásica «Vigilar y Castigar» (1975), reflexiona sobre lo que da en llamar «tecnologías de castigo». Primero, compara los instrumentos represivos del antiguo régimen (ejecuciones públicas, tortura...) con los sistemas del presente, basados en el castigo disciplinario, esto es, la prisión. Foucault se pregunta el porqué de la evolución; qué ventaja representa para el poder un modelo sobre el otro.

Una primera diferenciación señala que el castigo en el antiguo régimen pretendía aislar o amputar al condenado del resto de la sociedad. La pena carcelaria, en cambio, busca integrarlo dentro de un sistema represivo de carácter colectivo. Porque en la era contemporánea el castigo no será concebido por el poder como un mero elemento disuasorio. Por el contrario, será una herramienta de primer orden para estructurar la sociedad y dirigir su evolución. Así, el sentido de la cárcel, gestionada por profesionales que son quienes deciden sobre cuál es el punto óptimo de «reinserción» de los infractores a ellos encomendados, no es tanto castigar como mantener bajo vigilancia —y sometidos a un proceso de reeducación— a los prisioneros. Más que una educación conceptual o humanística (ni siquiera se tratan las enfermedades mentales o los trastornos psicológicos que son mayoritarios entre la población reclusa), se pretenderá que los afectados y sus familiares y, en consecuencia, la sociedad toda, asuma el principio del disciplinamiento y la aceptación del orden social. Ya lo decía el desaparecido Patxi Zamoro, preso histórico de las cárceles españolas, en su obra «A Ambos Lados del Muro» (2005): «La cárcel, sin embargo, da a ambos lados del muro. La sociedad, los que vivís a ese otro lado, también sois presos, presos de lo que yo llamo el Cuarto Grado de Tratamiento. En él contáis con mayor espacio de movimiento y prerrogativas que el sistema os concede por vuestro buen comportamiento. La cárcel, a este lado, no sólo es un revólver con el que os apuntan a vuestra sien (y con el que os chantajean), sino una celda de castigo en la que se os confinará cuando dejéis de ser buenos».

En «Microfísica del Poder» (1980), Foucault afirma que hay un punto de inflexión a partir del cual la vigilancia es más importante que el castigo: «el momento en el que se ha percibido que era, para la economía del poder, más eficaz y más rentable vigilar que castigar». En su análisis de los sistemas de vigilancia, el autor francés recordará la idea del panóptico de Jeremy Benthan (6): el sistema arquitectónico ideado para prisiones y fábricas que, por su distribución en forma de estrella, permite que un solo agente ubicado en el centro pueda vigilar el espacio entero. Según Bentham, el hecho de sentir esta permanente vigilancia haría que ésta fuese interiorizada por los sujetos, conduciéndoles a una vigilancia de sí mismos. Foucault entiende que el panóptico (del griego «pan»; todo, «opsis»; ver, y «tikos», relativo a. O sea: «desde donde todo se ve») existe, de hecho, en la sociedad de su tiempo, la cual se basa en la vigilancia de unos hacia otros. Instituciones como la prisión, la fábrica, la escuela, el hospital —mucho más si hablamos del cuartel— tienen por función ligar a unos individuos con otros obteniéndose así su acompasamiento con el orden establecido: la «normalización». La vigilancia no acaba ahí: el poder —político y económico— se esfuerza incesantemente en dotarse de mejores herramientas para obtener información de sus gobernados. Foucault, quien, en este sentido, hablaba del binomio «poder-conocimiento», llegó a afirmar que el poder no desarrolla las ciencias humanas para conocer mejor al hombre sino para, mediante dicho conocimiento, poderle dominar mejor.

Hoy podemos decir que las tecnologías de vigilancia de las que hablaba Michael Foucault en su brillante análisis de los sistemas de control de su época, han sido ampliamente rebasadas. Baste pensar, por ejemplo, en la proliferación de la videovigilancia, el uso generalizado de tarjetas con microchips, la sustitución del dinero físico por el virtual (cualquier transacción es así conocida por el ojo que todo lo ve) o la implantación masiva de tecnologías de telefonía por satélite enormemente invasivas de la propia intimidad. Entre más casos que podrían añadirse. Quienes hace unos años poníamos el grito en el cielo cuando se instalaban cámaras en lugares de pública concurrencia o preferíamos no ser fotografiados en manifestaciones, ni dar datos personales a la policía, hoy no tenemos otra que resignarnos a que cada circunstancia de nuestra vida —profundamente expoliada de su capacidad de privacidad— sea exhibida, por propios y extraños, en internet o almacenada sin nuestro consentimiento, con fines comerciales y policíacos, en el engendro llamado «Big data». Todo ello alumbra un tipo de sociedad embelesada con la exhibición y propagación de datos. Mucho más allá de la distopía imaginada por Bentham, todos vigilan a todos, principalmente a sí mismos.

El pensador Byung-Chul Han, en su análisis de la sociedad actual, revisa y actualiza las teorías de Foucault y del resto de sociólogos que estudiaron hace ya unas décadas el control social. Por ejemplo, en «La Sociedad de la Transparencia» (2012), afirma que: «hoy, el globo entero se desarrolla en pos de formar un gran panóptico. No hay ningún afuera del panóptico. Éste se hace total. Ningún muro separa el adentro y el afuera. Google y las redes sociales, que se presentan como espacios de la libertad, adoptan formas panópticas. Hoy, contra lo que se supone normalmente, la vigilancia no se realiza como ataque a la libertad. Más bien cada uno se entrega voluntariamente a la mirada panóptica. A sabiendas, contribuimos al panóptico digital, en la medida en que nos desnudamos y exponemos. El morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez. Ahí está la dialéctica de la libertad, que se hace patente como control.» Añade que «la transparencia» es imperativa. Que todo aquel que se oculta de algún modo de las miradas sociales se convierte, por ello, en sospechoso, y que dicha coacción es una neta forma de violencia del poder hacia el individuo.

Así, merced a todos estos recursos, se cumple con creces el objetivo de «normalización». Hecho que se ve perfectamente reflejado en la disposición generalizada a la denuncia de cualquier infracción de la norma, por mínima que ésta sea. Puede decirse, sin apenas incurrir en hipérbole, que la investigación y persecución policial de los delitos se hace cada día más innecesaria ante la intensa y creciente actividad inquisitorial de la mayoría de la ciudadanía. Es más, frente a épocas en las que una parte de la población occidental, lo que se daba en llamar «izquierda», estaba por la labor de garantizar derechos civiles, hoy ese mismo sector social, casi, es quien con más ahínco reclama del poder estatal el endurecimiento punitivo de la legislación, la judicialización de toda relación social y el uso discrecional de la prisión (6).

Notas

5- «Las relaciones en un pueblo de 20 personas suponen tan solo 190 interacciones bipersonales (20 personas por 19 veces dividido por 2) . Pero en un pueblo de 2.000 personas el número de interacciones se dispara hasta 1.999.000. Cada una de estas interacciones tiene el potencial de explotar en una discusión con violencia. Cada agresión violenta (ya sea psíquica o física) suele conducir a un contraataque violento, iniciando un ciclo de violencia que puede acabar con consecuencias a menudo trágicas y que desestabilizan la sociedad. (...) En una población en la que muchas personas son familiares próximos y todo el mundo conoce a todo el mundo por su nombre, los familiares y amigos que se tienen en común intervienen en las disputas. Pero tan buena circunstancia queda superada cuando se traspasa el umbral de varios centenares por debajo del cual es posible conocer a todo el mundo. A partir de ahí, el creciente número de interrelaciones se da entre extraños no emparentados. Cuando dos extraños pelean, pocas personas presentes serán amigas o familiares de ambos adversarios a la vez, con interés personal en detener la contienda. En cambio, muchos espectadores podrían ser amigos o familiares de un solo adversario y se pondrían de parte de esta persona, haciendo que el conflicto entre dos personas pasara a ser una batalla campal. Una sociedad grande que continúe manteniendo la resolución de los conflictos en manos de todos sus miembros tiene garantizada la explosión. Este factor, por si solo, explicaría por qué las sociedades integradas por miles de miembros solo pueden existir si desarrollan una autoridad centralizada que monopolice la violencia y resuelva los conflictos.» Tomado y traducido de: «Perquè ens oposem políticament a les ciutats?» Firmado por: Na Pai, membre de la Comissió de Difusió i Propaganda de Repoblament Rural. Fuente: http://barcelona.indymedia.org/news...

6- Jeremy Bentham (1748-1832). Economista, jurista y pensador liberal nacido en Londres. Relacionado con James Mill y John Stuart Mill. Se le considera padre del utilitarismo; un tipo de filosofía ética que busca la razón de ser de cada cosa en el grado de utilidad que proporciona a la hora de «lograr la felicidad para el mayor número». Buena parte de su pensamiento estuvo enfocado a «calcular» en qué podría consistir un placer o una felicidad «objetiva». Y, en consecuencia, qué podría hacer la autoridad de una sociedad para aplicar las medidas que condujeran hacia ella. Incluso teniendo en cuenta la posibilidad de una minoría discordante o perjudicada. En tal contexto surge la idea del «panóptico». Sus ideas serían profundizadas por Stuart Mill y puede decirse que tienen plena vigencia y forman parte del actual cuerpo ideológico que justifica, tanto el capitalismo, como la política parlamentaria.

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