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Tortuga Antimilitar
La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: Líbano
Este día 24 de octubre se cumplen dos años y ocho meses del inicio de la guerra de Ucrania, hecho que nos convoca cada día 24 de mes para pedir el final de las acciones bélicas e instar a las partes enfrentadas a resolver sus diferencias mediante el diálogo. También este mes de octubre se ha cumplido un año del inicio de esta fase de la guerra de exterminio que Israel perpetra contra la población árabe de Oriente Próximo.
No obstante, como bien sabemos, los de Ucrania e Israel no son los únicos conflictos bélicos que asolan a la humanidad. Queremos aprovechar estas convocatorias para recordar otros escenarios igualmente destructores de la vida y dignidad humana y la naturaleza, que no se suelen nombrar en los medios de comunicación.
Hoy vamos a hablar brevemente sobre la guerra en Líbano.
Líbano es un pequeño estado mediterráneo enclavado entre Siria e Israel. Desde su descolonización por parte de Francia, y su posterior independecia, acaecida en 1943, hasta los años setenta, el país vivió una gran prosperidad y desarrollo, convirtiéndose en el centro financiero de Oriente Próximo. Sin embargo, a partir de 1975 se inicia un rosario de guerras civiles, injerencias militares extranjeras y ataques por parte de otros países (principalmente Israel) que no ha cesado hasta el día de hoy. No es fácil explicar un proceso tan complejo y multifactorial, pero vamos tratar de resumirlo con algunas pinceladas.
Desde su fundación, Líbano es un estado multiétnico y pluriconfesional, en el que las étnias cristianas son el 50% de la población. Las musulmanas, a su vez, se dividen entre sunníes y chiíes. La división religiosa también es geográfica, repartiéndose los distintos grupos en diferentes zonas del país. En plena época de guerra fría, ya se daba un contencioso entre los grupos cristianos, que controlan el gobierno de la capital, Beirut, y son prooccidentales y aliados de EEUU, y los árabes, más bien alineados con posiciones socialistas, panarabistas y cercanos a la URSS.
A esta problemática se añade el hecho de la llegada al país de más de 100.000 refugiados palestinos en dos oleadas: 1948 y 1967, que huyen de la limpieza étnica que Israel está perpetrando en su territorio, y se instalan en campos de refugiados. La misma OLP de Yasser Arafat, expulsada de Jordania, se instala en Beirut en 1970. Estos hechos cambian la proporción demográfica entre cristianos y musulmanes y, trasladando a Líbano el conflicto que se vive en Israel, son la causa de un ataque militar de los cristianos maronitas a las fuerzas palestinas de la OLP. Así se inicia una larga guerra civil, en la que los grupos árabes dan apoyo a los palestinos y hay intervención de numerosas potencias extranjeras: Siria, EEUU, Francia, Italia y, especialmente, Israel, siempre interesado en azuzar la guerra y armar a quien se entrenta a sus enemigos palestinos en el Líbano.
La guerra civil se extiende hasta 1990. Mientras tanto, se suceden los desembarcos de tropas extranjeras, con el supuesto intento de poner paz y, especialmente, las invasiones de Israel del sur del país, buscando crear cinturones de seguridad para proteger sus regiones fronterizas de los ataques palestinos de la OLP y, años más tarde, de la milicia independiente chií, Hezbolá. Hubo invasiones del sur del Líbano por parte de Israel en 1978, 1982, llegando a ocupar todo el sector musulmán de Beirut, y practicando las brutales matanzas de refugiados palestinos en los campos de Sabra y Chatila, en 2006, provocando alrededor de un millón de desplazados, y la que está en vigor en estos momentos.
No solo hay invasiones terrestres. Primero la OLP, y Hezbollá en las últimas décadas, han mantenido vivo el conflicto con Israel, mediante perennes bombardeos de cohetes desde sus posiciones e incluso alguna incursión terrestre. La respuesta israelí ha sido siempre contundente y brutal, llegando a practicar bombardeos de ciudades a gran escala y todo tipo de atentados terroristas en Líbano.
Desde 1978 permanece estacionado en el Sur del Líbano un contingente de cascos azules de la ONU, hoy bajo mandato español que, como fácimente puede entenderse, no ha aportado prácticamente nada al cese de las hostilidades.
En Líbano, como en Ucrania y Palestina y toda la región de Oriente Próximo es urgente el cese de toda acción militar. Entendemos que se trata de un contencioso que no puede entenderse, ni resolverse, al margen del conflicto que enfrenta al expansionismo sionista de Israel con el pueblo palestino. De tal forma, visto que las autoridades israelíes, con el apoyo mayoritario de su población no árabe, no tienen intención de detener su acción bélica brutal y genocida, como primer paso se hace imprescindible el repudio internacional de Israel y el bloqueo completo de sus importaciones y exportaciones de armamento. Solo con un Israel suficientemente desarmado y vigilado por el resto de la humanidad se podrá generar el escenario para unas auténticas conversaciones de paz que puedan conducir a una solución justa y aceptable para todas las partes enfrentadas, tanto en Palestina como en Líbano.
Por un mundo sin guerras, con tolerancia, entendimiento, empatía y cooperación entre personas, pueblos, étnias, religiones y culturas. Con respeto al medio ambiente. Por un mundo en Paz.
Ver también:
Reseña del libro “Deje de ser antisemita en tres semanas”
En esta obra, el autor aborda con claridad y profundidad uno de los problemas más persistentes y destructivos de la historia humana: el antisemitismo. Dividido en tres secciones fundamentales, el libro ofrece una guía tanto educativa como reflexiva para aquellos que buscan erradicar esta forma de odio y prejuicio.
La gran novedad del autor es que distingue entre el antisemitismo clásico y el antisemitismo actual. Mientras que el primero lo ha sufrido históricamente el pueblo judío, el segundo lo padece el actual gobierno de Israel.
La primera parte del libro actúa como una lección de historia, explorando las raíces del antisemitismo. El clásico se define como una hostilidad, prejuicio o discriminación contra los judíos como grupo o como individuos. El autor analiza cómo este fenómeno ha evolucionado desde la antigüedad, siendo alimentado por mitos y falsas creencias, como el concepto de los «asesinos de Cristo» en la Edad Media, hasta las teorías de conspiración modernas. Esta sección proporciona un análisis detallado de cómo las ideologías antisemitas han sido manipuladas por gobiernos y movimientos políticos a lo largo de los siglos para consolidar su poder y justificar distintas atrocidades.
Por contra, el antisemitismo actual se dirige contra las humanitarias políticas del gobierno israelí y sus razonables prácticas bélicas. Se materializa en la crítica constante del asesinato, la tortura, la violación y otras muchas prácticas realizadas por el gobierno israelí, obviando su total legitimidad.
Para argumentar la legitimidad de las acciones del gobierno sionista, Hitmann despliega una panoplia de argumentos a cuál más convincente. Podemos mencionar algunos de ellos.
El autor nos refresca las teorías totalmente acientíficas que utilizaba el Tercer Reich para sostener que la supuesta raza aria era superior a las demás y que, en consecuencia, era el pueblo legitimado para acabar, cual mano justiciera darwinista, con otras etnias, comenzando por los judíos. Frente a esta intolerable mentira, Hitmann nos revela cuál es el verdadero pueblo elegido y también cuál es la fuente de ese conocimiento: frente a las alocadas teorías sin base científica del nacionalsocialismo, podemos encontrar las sólidas bases de la teoría sionista, respaldada por la verdadera ciencia, que es la religión.
Haciendo gala de una erudición casi infinita, Benjamin nos obsequia con toda una teoría historiográfica basada en la comúnmente aceptada norma de que la fuerza es derecho, axioma de su escuela de pensamiento. Partiendo de esta premisa, repasa toda la historia del actual estado israelí, recordando cada una de sus victorias contra sus enemigos internos y externos, así como el aplastamiento sistemático de la resistencia palestina y de cualquiera de sus imprudentes aliados. Bajo ese alud de datos, el lector no puede más que dar la razón a Hitmann cuando afirma que, puesto que el fuerte tiene derecho a someter al débil, como cualquier persona sensata sostiene, está claro a quién asiste dicho derecho en Oriente Medio.
Finalmente, como colofón a esta magna obra, el autor cumple lo prometido y traza un programa de entrenamiento mental, a modo de libro de autoayuda, para eliminar el vicio antisemita de la psique del lector, de modo que se evite el intolerable error de condenar continuamente las violaciones de los Derechos Humanos por parte de Israel.
Para ello, haciendo gala de ser un auténtico hombre del Renacimiento, Hitmann utiliza principios de la filosofía clásica. Propone una adaptación de los principios del estoicismo, basados en la idea de que no debemos preocuparnos por aquello que no podemos cambiar. Puesto que no podemos hacer nada respecto a la impunidad con la que actúa el gobierno israelí, hagamos como nos aconsejaría el mismísimo Marco Aurelio y simplemente pensemos en otra cosa. También utiliza herramientas del utilitarismo filosófico, comenzando por el mismísimo Jeremy Bentham, quien nos insta a enfocarnos en aquellas actividades vitales que son realmente útiles. Los activistas antisemitas que critican los bombardeos, los asesinatos, las torturas o el expolio practicado por los sionistas nunca han conseguido ningún resultado, así que ¿por qué malgastar nuestro valioso tiempo vital en ser tan antisemita?
En conclusión, Deje de ser antisemita en tres semanas es una obra crucial para aquellos que buscan comprender las raíces del antisemitismo y, más importante aún, cómo combatirlo en su vida diaria. El libro no solo informa, sino que también ofrece herramientas prácticas para cambiar la mentalidad de aquellos que han caído en las trampas del odio y los prejuicios. A todo ello, el autor añade golpes de humor que hacen la lectura más ligera, como cuando concluye «seamos sinceros, al fin y al cabo, ¿a quién le agradan los moros?», o el no menos hilarante «si hasta la ONU es antisemita, ¿cómo no va a estar usted también infectado?».
El libro está patrocinado por la editorial Mossad, pero solo está disponible en formato electrónico, en consonancia con su política de fomento del uso de los aparatos electrónicos con batería.
Paz justa para Palestina, Líbano y todo Próximo Oriente
Més baix, en valencià
Se cumple más de un año del inicio de las operaciones bélicas del estado de Israel sobre la población civil palestina en Gaza y Cisjordania. A lo largo de estos terribles meses hemos contemplado una pugna bélica desigual, que solo de forma incorrecta se puede denominar guerra o conflicto, consistiendo, más bien, en un proceso sistemático de exterminio, destrucción deliberada y a gran escala de infraestructuras civiles, y limpieza étnica. Es decir, un genocidio en toda regla.
La cuantificación de los efectos de la devastación producida por el sionismo israelí con el firme apoyo de EEUU y el silenco cómplice de los estados de la Unión Europea, además de ser estremecedora por su gran cota de crueldad, no resulta nada fácil de establecer debido al grandísimo grado de destrucción provocado. Se habla de unas 44.000 personas muertas bajo los bombardeos israelíes con munición norteamericana. Bombardeos sistemáticos ejercidos sobre hospitales, campos de refugiados, caravanas humanitarias, escuelas, panaderías... Constitutivos todos y cada uno de ellos de crímenes de lesa humanidad. Se dice desde fuentes bien informadas que más de la mitad de esas personas asesinadas eran menores de edad; una amplísima mayoría, civiles desarmados.
Eso no es todo: La orgía sangrienta de EEUU e Israel en la zona no se ha limitado solo al asesinato masivo de civiles inocentes. También se ha dirigido a la destrucción sistemática de infraestructuras civiles y económicas. Barrios enteros de edificios de viviendas, centros sanitarios, educativos, carreteras, mezquitas, redes de distribución de suministros, monumentos históricos, pozos de agua, campos de cultivo, etc. han sido arrasados por completo con el objetivo de volver impracticable la vida humana en las zonas devastadas. Esta política de tierra quemada es la que, en las últimas semanas, ha producido el éxodo de un millón de refugiados en Líbano. Al mismo tiempo se está llevando a cabo el robo a gran escala de tierras a la población palestina de Cisjordania, por parte de bandas de colonos apoyadas por su gobierno, que, con toda impunidad, no han dudado en emplear el asesinato indiscriminado, el incendio de propiedades, la detención arbitraria y la tortura, o el terrorismo como medio para lograr sus propósitos.
Cabe recordar que esta guerra de exterminio contra la población palestina no comienza el siete de octubre de 2023. Desde su misma fundación y hasta la actualidad, el estado de Israel, a difentes escalas según cada momento, con medios similares a los actuales, viene poniendo en práctica su proyecto nacional expansionista. Sin embargo, hay que alertar del grave peligro que, más allá del genocidio sobre palestinos y libaneses, está generando a toda la humanidad el desbocado expansionismo norteamericano-israelí que contemplamos estos días. En este último año hemos sido testigos de como se hacían añicos hasta los más elementales principios del derecho internacional, del derecho internacional humanitario y hasta de las mismas Naciones Unidas (ONU), cuyo personal e instalaciones en la zona son sistemáticamente atacados por Israel con toda impunidad, llegando a atreverse, incluso, a disparar sobre los cascos azules desplegados al sur del Líbano. Además, esta política imprudente y demencial, que no hace sino extender más y más la guerra, y provocar mayores cotas de devastación, tiene el grave y creciente peligro de desembocar en un conflicto regional a gran escala que podría dinamitar la economía mundial. Incluso podría abocarnos a un escenario de guerra nuclear.
Es importante tener muy claro que, si Israel es quien dispone su ejército y sus intalaciones bélicas, es EEUU quien financia todo su esfuerzo militar, le provee del armamento preciso, estaciona tropas en la zona para protegerle de eventuales contraataques y, en última instancia, despliega su amplio poder mundial para desactivar cualquier posibilidad de rendimiento de cuentas ante la justicia internacional. No conviene olvidar tampoco la actitud cómplice de los países de la Unión Europea y su estridente silencio ante el genocidio que se está perpetrando. Si Rusia, por su guerra contra Ucrania, sufre fuertes sanciones económicas, informativas, culturales... por parte de todos estos países, entre los que está el nuestro, nada puede explicar que los embajadores de Israel recorran los pasillos de las gobernaciones europeas influyendo sobre ellas, comprando narrativas en los medios de comunicación, que los abastos de material bélico procedente de los países europeos o que transitan por sus puertos lleguen sin problema a sus destinos en Israel, o que los representantes de dicho país sigan participando en las competiciones deportivas internacionales o en la Eurovisión. El cinismo de un Occidente que, con esta doble moral, se desacredita definitivamente ante el resto del mundo no puede ser mayor.
Vistas así las cosas, queremos expresar nuestra solidaridad y empatía con todas las personas que estos días sufren el horror. Con los y las familiares de esas decenas de miles de seres humanos que han perdido a sus seres queridos. Queremos ponernos en su piel; imaginar que son nuestros familiares quines están en las tumbas o bajo los escombros. Con quienes han perdido todo lo que poseían: sus casas, sus tierras, las herramientas con las que se ganaban la vida, su derecho a la educación o a la salud, sus amistades, sus relaciones vecinales, sus recuerdos, su vida en paz. También con quienes se esfuerzan y trabajan para que un día la paz pueda darse: Con las personas voluntarias que tratan de socorrer a las víctimas de la matanza, con las y los objetores de conciencia y desertores del ejército israelí, con quienes realizan auténticos esfuerzos diplomáticos para detener el genocidio.
Como personas de a pie que vivimos en el estado español somos conscientes de que nuestra capacidad de detener este crimen contra toda la humanidad pasa por organizarnos, expresarnos, evitar toda colaboración con Israel o su economía, y presionar a las autoridades de nuestro país. Por ello reclamamos al gobierno del estado español tres cosas:
1- Embargo total al comercio de armamento con Israel
2- Suspensión de relaciones diplomáticas entre España e Israel
3- Adhesión del estado español a las denuncias en curso contra Israel en los tribunales internacionales de justicia.
¡Paz justa para Palestina, Líbano y todo Próximo Oriente!
Pau justa per a Palestina, Líban i tot Pròxim Orient
Es complix més d'un any de l'inici de les operacions bèl·liques de l'estat d'Israel sobre la població civil palestina a Gaza i Cisjordània. Al llarg d'estos terribles mesos hem contemplat una pugna bèl·lica desigual, que només de manera incorrecta es pot denominar guerra o conflicte, consistint, més bé, en un procés sistemàtic d'extermini, destrucció deliberada i a gran escala d'infraestructures civils, i neteja ètnica. És a dir, un genocidi en tota regla.
La quantificació dels efectes de la devastació produïda pel sionisme israelià amb el ferm suport dels Estats Units i el silenci còmplice dels estats de la Unió Europea, a més de ser estremidora per la seua gran cota de crueltat, no resulta gens fàcil d'establir a causa del grandíssim grau de destrucció provocat. Es parla d'unes 44.000 persones mortes sota els bombardejos israelians amb munició nord-americana. Bombardejos sistemàtics exercits sobre hospitals, camps de refugiats, caravanes humanitàries, escoles, forns... Constitutius tots i cadascun d'ells de crims de lesa humanitat. Es diu des de fonts ben informades que més de la mitat d'eixes persones assassinades eren menors d'edat; una amplíssima majoria, civils desarmats.
Això no és tot: L'orgia sagnant dels Estats Units i Israel en la zona no s'ha limitat només a l'assassinat massiu de civils innocents. També s'ha dirigit a la destrucció sistemàtica d'infraestructures civils i econòmiques. Barris sencers d'edificis de vivendes, centres sanitaris, educatius, carreteres, mesquites, xarxes de distribució de subministraments, monuments històrics, pous d'aigua, camps de cultiu, etc. han sigut arrasats per complet amb l'objectiu de tornar impracticable la vida humana en les zones devastades. Esta política de terra cremada és la que, en les últimes setmanes, ha produït l'èxode d'un milió de refugiats a Líban. Al mateix temps s'està duent a terme el robatori a gran escala de terres a la població palestina de Cisjordània, per part de bandes de colons recolçades pel seu govern, que, amb tota impunitat, no han dubtat a emprar l'assassinat indiscriminat, l'incendi de propietats, la detenció arbitrària i la tortura, o el terrorisme com mitjàns per a aconseguir els seus propòsits.
Cal recordar que esta guerra d'extermini contra la població palestina no comença el set d'octubre de 2023. Des de la seua mateixa fundació i fins a l'actualitat, l'estat d'Israel, a diferentes escales segons cada moment, amb mitjans similars als actuals, ve posant en pràctica el seu projecte nacional expansionista. No obstant això, cal alertar del greu perill que, més enllà del genocidi sobre palestins i libanesos, està generant a tota la humanitat el desbocat expansionisme nord-americà-israelià que contemplem estos dies. En este últim any hem sigut testimonis de com es reduïen a cendres fins als més elementals principis del dret internacional, del dret internacional humanitari i fins i tot de les mateixes Nacions Unides (ONU), el personal i les instal·lacions de la qual en la zona són sistemàticament atacats per Israel amb tota impunitat, arribant a atrevir-se, fins i tot, a disparar sobre els cascos blaus desplegats al sud del Líban. A més, esta política imprudent i demencial, que no fa sinó estendre més i més la guerra, i provocar majors cotes de devastació, té el greu i creixent perill de desembocar en un conflicte regional a gran escala que podria dinamitar l'economia mundial. Fins i tot podria abocar-nos a un escenari de guerra nuclear.
És important tindre molt clar que, si Israel és qui disposa el seu exèrcit i les seus intalacions bèl·liques, son els Estats Units qui financen tot el seu esforç militar, li proveïxen de l'armament precís, estacionen tropes en la zona per a protegir-li d'eventuals contraatacs i, en última instància, despleguen el seu ampli poder mundial per a desactivar qualsevol possibilitat de rendiment de comptes davant la justícia internacional. No convé oblidar tampoc l'actitud còmplice dels països de la Unió Europea i el seu estrident silenci davant el genocidi que s'està perpetrant. Si Rússia, per la seua guerra contra Ucraïna, patix fortes sancions econòmiques, informatives, culturals... per part de tots estos països, entre els quals està el nostre, res pot explicar que els ambaixadors d'Israel recórreguen els despatxos de les governacions europees influint sobre elles, comprant narratives en els mitjans de comunicació, que els carregaments de material bèl·lic procedent dels països europeus o que transita pels seus ports arribe sense problema a les seues destinacions a Israel, o que els representants d'este país continuen participant en les competicions esportives internacionals o en l'Eurovisió. El cinisme d'un Occident que, amb esta doble moral, es desacredita definitivament davant la resta del món no pot ser major.
Vistes així les coses, volem expressar la nostra solidaritat i empatia amb totes les persones que estos dies patixen l'horror. Amb els i les familiars d'eixes desenes de milers d'éssers humans que han perdut als seus sers estimats. Volem posar-nos en la seua pell; imaginar que són els nostres familiars els qui estan en les tombes o sota els enderrocs. Amb els qui han perdut tot el que posseïen: les seues cases, les seues terres, les ferramentes amb les quals es guanyaven la vida, el seu dret a l'educació o a la salut, les seues amistats, les seues relacions veïnals, els seus records, la seua vida en pau. També amb els qui s'esforcen i treballen perquè un dia la pau puga donar-se: Amb les persones voluntàries que tracten de socórrer a les víctimes de la matança, amb les i els objectors de consciència i desertors de l'exèrcit israelià, amb els qui fan autèntics esforços diplomàtics per a detindre el genocidi.
Com a persones del carrer que vivim en l'estat espanyol som conscients que la nostra capacitat de detindre este crim contra tota la humanitat passa per organitzar-nos, expressar-nos, evitar tota col·laboració amb Israel o la seua economia, i pressionar a les autoritats del nostre país. Per això reclamem al govern de l'estat espanyol tres coses:
1- Embargament total al comerç d'armament amb Israel
2- Suspensió de relacions diplomàtiques entre Espanya i Israel
3- Adhesió de l'estat espanyol a les denúncies en curs contra Israel en els tribunals internacionals de justícia.
Pau justa per a Palestina, Líban i tot Pròxim Orient!
España ha destinado 1.027 millones de euros para adquirir armamento israelí desde el 7 de octubre
Olga Rodríguez
España ha continuado importando armas de Israel y adjudicando contratos públicos a empresas de seguridad y defensa israelíes o a sus filiales en España. Además, también siguió exportando armamento a Israel tras el 7 de octubre. Así lo detalla en su nuevo informe el Centre Delàs de Estudios por la Paz, al que ha tenido acceso elDiario.es antes de su publicación. En él, los investigadores destacan que el valor de estos contratos públicos es de 1.027 millones de euros desde octubre de 2023, y que, “a pesar de la extrema gravedad de la actuación de Israel en la Franja de Gaza, las relaciones militares de España con Israel no se han alterado de manera sustancial a partir del 7 de octubre”.
El Gobierno español asegura que no ha autorizado nuevas licencias de ventas de material militar a Israel desde octubre de 2023, pero no ha revocado o suspendido las ya existentes, por lo que las exportaciones se han mantenido durante varios meses más, como desveló elDiario.es en febrero. Esa decisión de continuar con los envíos de armamento a Israel sitúa a España en el quinto país de la Unión Europea que más armas y municiones -categoría 93- ha exportado a Tel Aviv desde el pasado 7 de octubre. “El comercio de armas entre España e Israel no cesa pese al genocidio en Gaza', indica el Centre Delàs.
El Gobierno tampoco ha establecido un embargo formal de armas sobre Israel, una medida solicitada por la relatora de Naciones Unidas para los territorios palestinos, Francesca Albanese. Además, ha mantenido “la colaboración bilateral entre los dos países en materia de inteligencia y seguridad, y en un marco más amplio de la UE y la OTAN” y “permite, salvo una excepción, que se use territorio español para transferir armas de otros países”, indican los investigadores autores del informe, en el que analizan las bases de datos de comercio exterior (DataComex).
Contratos con empresas vinculadas al Ejército israelí
El pasado mes de abril el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó en el Congreso, que “desde el 7 de octubre España no desarrolla ninguna operación de compraventa de armas con Israel, ninguna”. En su informe el Centre Dèlas señala que, “se tratara de un lapsus o no, [lo que dijo el presidente] no era cierto, porque se exportaron municiones en noviembre y diciembre, pero también porque España no ha dejado de adquirir armamento de las empresas israelíes”.
Desde el inicio de la masacre en Gaza, España no ha suspendido las importaciones de material militar de Israel. Además, ha seguido adjudicando contratos a empresas militares israelíes, entre ellas la primera y la tercera del sector en Israel: Elbit Systems y Rafael (PAP Tecnos es su filial en España). Rafael es una compañía pública israelí. Elbit es privada, pero tiene un vínculo muy estrecho y altamente estratégico con las Fuerzas Armadas de Israel. Ambas “son las más lucradas por las operaciones militares en la Franja de Gaza, donde han probado y utilizado frecuentemente los mismos productos que ofrecen a las fuerzas armadas españolas”, señala el Centre Dèlas.
El pasado mes de marzo, Elbit ya anunció que esperaba mayores ganancias este año y que sus ingresos se han visto impulsados por el aumento de las ventas de municiones a Israel para su uso en Gaza. Su presidente ejecutivo, Bezhalel Machlis, ha señalado que “es crucial apoyar a las Fuerzas de Defensa de Israel. La guerra no es positiva, pero recibimos muchos pedidos y esperamos recibir más”. La empresa israelí calcula que obtendrá unos ingresos de entre 6.500 y 7.000 millones de dólares en los dos próximos años, debido a que “hay una demanda creciente de nuestra tecnología en todo el mundo”.
Entre esos contratos concedidos por España a empresas militares israelíes -o a sus filiales en territorio español- destacan la adquisición del sistema de lanzacohetes SILAM (consorcio con Elbit) o los misiles SPIKE (PAP Tecnos, filial de Rafael), ambos publicitados como “probados en combate”, es decir en los territorios palestinos.
Las compañías de sistemas de armas de Israel “son las principales empresas militares promotoras y facilitadoras de la ocupación de los territorios palestinos”, según muestran varios informes a lo largo de los últimos años. Por ello, las adquisiciones de armamento israelí “fomentan la viabilidad de la industria de defensa de dicho país y también favorecen la militarización y la ocupación militar de Palestina”, advierte el Centre Dèlas.
Empresas involucradas en Gaza
Además, también hay otras adjudicaciones a empresas fuertemente involucradas en la operación militar en curso en Gaza, como señala el informe Delàs. Destaca, entre ellas, la estadounidense Palantir Technologies Inc, cuya filial en España fue la adjudicataria de un contrato, formalizado el 6 de noviembre de 2023, para “una solución de fusión y análisis de inteligencia en el ámbito del Sistema de Inteligencia de las Fuerzas Armadas”, con un presupuesto base de licitación de 20.013.400 euros y con un valor estimado del contrato (sin impuestos) de 16.540.000 euros, según informa la Plataforma de Contratación del Sector Público.
Palantir tiene capital israelí y relaciones “especiales” con su aparato militar. Proporciona modelos de inteligencia artificial para aplicaciones militares, y firmó una “asociación estratégica” con el Ministerio de Defensa de Israel para suministrar tecnología de apoyo en sus “misiones de guerra”. Según Josh Harris, su vicepresidente, “esta asociación estratégica tiene como objetivo ayudar significativamente al Ministerio de Defensa israelí a abordar la situación actual en Israel”.
El CEO de Palantir, Alex Karp, afirma que sus productos han experimentado una “gran demanda” en Israel desde el 7 de octubre, y ha defendido la actuación del Ejército de Israel en Gaza, hasta el punto de perder empleados por esta razón. “Estoy sumamente orgulloso de que después del 7 de octubre, en unas semanas, estemos en el terreno y participemos en operaciones cruciales en Israel”, dijo en febrero, cuando al menos 27.000 palestinos habían muerto ya por ataques israelíes en la Franja.
Una niña palestina en la zona de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el pasado mes de junio Getty Images
Exportaciones de material militar de España a Israel
En noviembre de 2023 se exportaron desde España 987.000 euros en municiones a Israel, como contó elDiario.es en febrero. Lo hizo Nammo Palencia, la filial de la multinacional noruego-finlandesa Nammo. La empresa israelí receptora de esas municiones fue Elbit Systems, una de las principales proveedoras del Ejército israelí. En diciembre, España exportó a Israel más municiones y/o proyectiles, para ser reexportadas a Filipinas. También ha enviado a Israel material relacionado con vehículos blindados en octubre, noviembre, enero y febrero. En el caso de esos dos últimos meses, a falta de que se publiquen las estadísticas oficiales, el destino último de esas exportaciones sería Filipinas.
Esas exportaciones de Nammo desmienten las declaraciones del ministro de Exteriores José Manuel Albares, quien en diciembre y enero negó que se estuvieran produciendo ventas de armamento a Israel. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio -DataComex- España ha sido, con 1,1 millones de euros, el quinto país de la Unión Europea que más material de la categoría 93 (armas y municiones) ha exportado a Israel con posterioridad al 7 de octubre, solo por detrás de la República Checa, Rumanía, Eslovaquia e Italia.
El hecho de que esas exportaciones estuviesen ya autorizadas antes del 7 de octubre no impide que se pudiera haber revocado el permiso, según establece el reglamento de control del comercio de material de defensa. Dicha normativa señala que las autorizaciones pueden cancelarse si existen “indicios racionales” de que el material puede usarse en acciones “que perturben la paz”, que puedan “exacerbar tensiones” o “que puedan ser utilizados de manera contraria al respeto debido y la dignidad inherente al ser humano”, entre otros preceptos.
Ante los datos expuestos, el Centre Delàs denuncia que el Gobierno español otorga “prioridad a la seguridad jurídica de las empresas exportadoras de armamento y del Gobierno israelí, frente a la protección de los derechos humanos de la población palestina”.
Responsabilidad jurídica
La regulación del comercio de armamento tiene entre sus objetivos el respeto de los derechos humanos, la prevención de los conflictos armados y la promoción de la paz y la seguridad. Estos objetivos requieren el control de las exportaciones de armamento y de las importaciones de material de defensa.
“Dada la extraordinaria gravedad de la ofensiva militar israelí sobre Gaza a partir del 7 de octubre, podemos afirmar que la venta de armas a Israel es contraria a la legislación española, europea e internacional”, señala el Centre Dèlas, en referencia tanto a la Ley española 53/2007, como a la Posición Común 2008/944/PESC de la Unión Europea, al Convenio para la Prevención de Genocidio y el Tratado sobre el Comercio de Armas. Este último establece la prohibición de las exportaciones de armamento “si en el momento de la autorización tiene conocimiento de que las armas o los elementos podrían utilizarse para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, infracciones graves de los Convenios de Ginebra de 1949, ataques dirigidos contra bienes de carácter civil o personas civiles protegidas, u otros crímenes de guerra tipificados en los acuerdos internacionales en los que sea parte”.
Diversos juristas expertos en derecho internacional indican que la propia “transferencia de población del Estado ocupante al territorio ocupado” constituye en sí mismo un crimen de guerra: “el crimen más grave que Israel comete en Cisjordania”, señalaba a finales de octubre el exfiscal jefe del Tribunal Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, en una entrevista con elDiario.es, en referencia a una ocupación ilegal que desde hace décadas viola las resoluciones de la ONU y que sigue ampliándose y extendiéndose en la actualidad.
“Si en una situación tan excepcional como la de Gaza, el Gobierno no aplica la legislación para parar el comercio de armas con Israel, deberíamos preguntarnos para qué sirve esta normativa”, apunta Eduardo Melero, uno de los investigadores del Centre Delàs.
En su informe titulado “Anatomía de un genocidio”, del pasado mes de marzo, la relatora de Naciones Unidas para Palestina, Francesca Albanese, establece que existen “motivos razonables para creer” que Israel ha cometido actos de genocidio contra palestinos en Gaza. Además, enumera ejemplos de actuaciones que implican la comisión de crímenes de lesa humanidad o de crímenes de guerra. Por su parte, el pasado mes de mayo el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, solicitó órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.
Continúa la masacre
Desde octubre al menos 38.000 palestinos han muerto y 88.000 han resultado heridos en Gaza por ataques israelíes. A ello habría que añadir un número indeterminado de personas desaparecidas bajo los escombros y a quienes están falleciendo por falta de medicinas, alimentos y enfermedades. La revista médica The Lancet ha publicado esta semana una estimación en la que establece que 186.000 personas podrían haber muerto en la Franja por causas indirectas. Además, casi dos millones han sufrido varios desplazamientos forzados, y toda la población padece las consecuencias de la destrucción masiva de infraestructuras y del bloqueo de la ayuda humanitaria necesaria.
Ante estos datos, desde el Centre Delàs y la campaña Fin al Comercio de Armas con Israel, demandan la modificación de la normativa española de control del comercio de armamentos (Ley 53/2007) “para incluir expresamente la posibilidad de que se acuerde un embargo de armas a un determinado país, tanto para exportaciones como importaciones”. Además, solicitan la revocación de todas las autorizaciones vigentes de material de defensa y doble uso, cuyo destino u origen sea el Estado de Israel, y una mayor transparencia en el comercio de armas español en general, y con Israel en particular.
“Si en una situación tan excepcional como la de Gaza, el Gobierno no aplica la legislación para parar el comercio de armamento con Israel, deberíamos preguntarnos para qué sirve esta normativa”, apunta Eduardo Melero, investigador del Centre Delàs.
Por último, el informe también destaca el aumento global de las exportaciones de armas españolas en 2022 y primer semestre de 2023, y subraya las autorizaciones al envío de material militar a Oriente Medio, que representaron el 36% del total en 2022, con Arabia Saudí a la cabeza, seguido de Egipto. “Destaca que no haya habido denegaciones de exportación de material de defensa a Arabia Saudí, cuando otros países de la UE sí que lo han hecho”, advierten los investigadores del Centre Delàs.
Sufrimiento y muerte en las minas y canteras de Uganda
José Ignacio Martínez Rodríguez
Un fino y consistente chorro de agua, proveniente de una lluvia que ha madrugado, se cuela en el socavón donde Moses, un fornido joven de unos veinticinco años, trabaja. Su ropa, y también la de la mayoría de los compañeros que lo flanquean, se ha teñido del color de la arena propia del terreno, aunque las manchas también se dejan ver en el pelo, en los brazos y en las piernas. No lleva zapatos, y sus pies lucen entre enfangados y polvorientos. "Siempre he sido minero, y casi siempre me he dedicado al oro. Yo me he criado aquí, así que lo hago desde que era un niño", explica. Habla sentado sobre una pirámide de tierra blanda de las muchas que hay amontonadas en un yacimiento aurífero situado entre las montañas de una provincia del este de su país, Uganda, una nación del África oriental que cuenta con unos 45 millones de habitantes.
El yacimiento aurífero consta de unos cuarenta socavones, algunos todavía sin explorar / José Ignacio Martínez Rodríguez
"En esta mina trabajan unas trescientas personas. Empezamos a excavar hace unos dos meses. Nuestra región está repleta de áreas que tienen oro", afirma Sylver Muhwezi, un hombre de 60 años que se presenta como el jefe del yacimiento y que pide que no se publique su ubicación exacta. Esta mina, como la mayoría de la zona, es ilegal. Ni hay una licencia de explotación ni tampoco los trabajadores han firmado algún tipo de contrato que los proteja. Muhwezi señala una hilera compuesta por unos cuarenta socavones donde los mineros cavan para encontrar oro. Unos todavía están a medio perforar, pero otros ya se encuentran a pleno rendimiento y el trajín de cajas repletas de arena resulta constante. "De cada agujero podemos sacar una media de cincuenta gramos. Y, por cada gramo, nos pueden pagar alrededor de 200.000 chelines (unos 47 euros)", prosigue.
Muhwezi responde a las preguntas con respuestas cortas y concretas. Afirma que paga a sus mineros 300.000 chelines (alrededor de 70 euros mensuales), un sueldo de miseria en línea con los dígitos de pobreza en el país: unos 18 millones de personas deben vivir con menos de dos euros al día, según las cifras del Banco Mundial. El dueño de la tierra le cobra medio millón de chelines (algo más de 117 euros) por permitirles la explotación y aunque asegura que se toman las medidas de seguridad oportunas, cuesta ver en el yacimiento a un solo trabajador con casco o con un calzado apropiado. Muhwezi emplea a menores de edad, pese a que la vigente Ley del Niño, aprobada en 2016, prohíbe la realización de oficios pesados a chavales que no hayan cumplido todavía los 18 años. "Los que vienen aquí a trabajar no han ido nunca al colegio. No pueden hacer otra cosa", justifica.
¿Cuánto tiempo vais a estar cavando en estas minas?
"Sobre un mes. Después, buscaremos otro yacimiento".
El gobierno ugandés anunció hace algo más de un año que había descubierto 320.000 toneladas de oro puro. ¿Qué hay de eso? ¿Ha supuesto algún beneficio?
"Nosotros seguimos trabajando en el mismo lugar que antes y no hemos encontrado ninguna diferencia. Ni digo que sea mentira, pero… Lo cierto es que no necesitamos anuncios; lo que queremos de verdad es mercado, compradores".
Los mineros cobran 300.000 chelines (alrededor de 70 euros mensuales), un sueldo de miseria en línea con los dígitos de pobreza en el país: unos 18 millones de personas deben vivir con menos de dos euros al día
UN NEGOCIO LUCRATIVO Y PELIGROSO
La nueva fiebre del oro empezó a desatarse en Uganda hace algo más de un año y medio, en junio de 2022. Entonces, el gobierno informó que había realizado estudios de exploración durante los dos últimos años, y que habían dado como resultado el descubrimiento de 31 millones de toneladas de roca enriquecida de oro, de la que podrían extraerse unas 320.000 toneladas puras del mineral. Solomon Muyita, portavoz del Ministerio de Energía y Desarrollo Mineral, afirmó que la mayoría de los depósitos fueron encontrados en Karamoja, una zona árida y extensa situada cerca de la frontera con Kenia, en el extremo noreste del país, aunque también dijo que había nuevos grandes yacimientos en otras áreas. El anuncio tuvo lugar solo unos meses después que el parlamento promulgara una nueva ley de minería por la cual se aprobaba la creación de una empresa minera estatal que adquiriría obligatoriamente el 15% de cada operación que se efectuara en la nación.
"Una cosa es lo que diga el gobierno y sus agencias, que son responsables de esos datos, y otra la verdad… Yo no soy ningún político, pero si me preguntan mi opinión, creo que es muy difícil de creer que en este país haya tanta cantidad de oro. Pienso que dijeron eso para atraer inversores", afirma al respecto el A. Muwanga, profesor asociado del Departamento de Geología y Estudios Petroleros de la Universidad de Makerere, en Kampala, la de más alto ranking nacional según su desempeño en investigación en Geología y la vigesimoséptima del continente. Muwanga habla en su despacho del centro universitario mientras coge un mapa de la estantería, lo desenrolla sobre su escritorio y señala con el dedo diversas localizaciones de oro. Dice: "La mayoría de las minas son ilegales. Hay cientos. Cuando se sospecha que hay oro, la gente compra la tierra y la explota. Todo sin licencia; es un negocio muy lucrativo".
El oro ha tenido un peso vital en la economía ugandesa en los últimos años. En 2018 superó por primera vez al café como principal exportación y en 2021 se aupó por encima de los 1.000 millones de dólares. Y ahora, pese a que esa cifra se vio drásticamente rebajada hasta los 300 millones en 2022 por las sanciones estadounidenses a African Gold Refinery, la compañía del belga Alain Goetz muy activa en el país, acusado de contrabando de metales procedentes de zonas de conflicto de la República Democrática del Congo, el Banco de Uganda anunció el pasado mayo que las exportaciones de oro crecieron en 2023 hasta los 2.300, récord absoluto. "El problema aquí es la burocracia. Hay cuatro categorías de licencias dependiente de la longitud del área, de los materiales que vayas a usar, de si vas a buscar o ya a explotarlo… Pero los procesos se eternizan", explica Muwanga.
El profesor dice también que trabajar en los pozos de oro ilegales es un oficio peligroso. "Siempre muere gente, sobre todo en periodos de lluvia", afirma. Los casos de fallecimientos en los últimos años son numerosos y dispersos por toda la geografía ugandesa e incluso africana. En agosto de 2022, cinco mineros murieron sepultados en el distrito de Amudat, en el este de Uganda, cerca de la frontera con Kenia. Autoridades locales reconocieron que no llevaban ningún equipo de protección en el momento del suceso. Unos meses después, en diciembre del mismo año, cuatro obreros perdieron la vida cuando la mina donde cavaban se hundió sobre ellos en Bihanga, en el suroeste de esta nación. El yacimiento no tenía licencia de explotación. Y en enero de 2023, 70 trabajadores fenecieron cuando el túnel en el que estaban colapsó en Mali.
"Las condiciones son muy complicadas. Las minas ilegales colapsan con mucha facilidad; se caen porque no hay medidas de seguridad, ni controles ni nada parecido", afirma la doctora ugandesa en geología Betty Nagudi. Y añade: "Si los mineros encuentran oro, cavan hasta que no hay más. Cuando son las compañías las que explotan los yacimientos no sucede así. Son responsables de los trabajadores, así que tienen que vigilar mucho todos los procesos". Nagudi ha elaborado en los últimos años algunos informes sobre posible explotación de oro y otros recursos minerales en Uganda para diferentes organismos. La doctora concluye: "Muchas empresas vienen, pero, por alguna razón, terminan rindiéndose. Quizás los beneficios no hayan sido demasiado grandes. A ver qué hay de cierto en el anuncio que hizo el gobierno. Todavía tienen que explorar la tierra, pero sería mucho oro…".
REFUGIADOS EN LA PIEDRA
Pero, si bien el oro es el mineral más codiciado para los empresarios y las grandes multinacionales extranjeras, la realidad de cientos de mineros ugandeses se encuentra lejos de este metal. "Por una parte tenemos los pozos auríferos, pero, por otra, Uganda está llena de canteras de piedras aptas para triturar, que es donde trabaja la mayoría de la gente en el sector", afirma el profesor Muwanga. El granito, el gneis, la cuarcita o la arenisca se erigen en el sustento para miles de familias y canteras de estas rocas pueden verse con frecuencia a lo largo y ancho de todo el país. Sin embargo, las condiciones de trabajo son igual de duras y los sueldos de a pie, o el dinero que consigue la gente que las trabaja de manera informal, en ocasiones no resulta suficiente ni para cubrir las necesidades más básicas y aboca a los mineros a la miseria y a una muerte lenta.
A sus 42 años, si Atim Betty llora cuando habla es porque tiene mil razones diferentes para hacerlo. Sus lágrimas se deslizan por las mejillas y allí se mezclan con las motas de sudor y polvo que se acumulan por otra ardua y calurosa jornada de trabajo. "No sé quién era la gente que nos atacó; personas altas, con algunos símbolos marcados en la frente", dice mientras dibuja en la tierra esos signos que tan bien recuerda. Betty procede de Magwi, centro de negocios y hogar en Sudán del Sur de la tribu Acoli, de la que ella forma parte. "Hace ya siete años de aquello. A mi marido le dispararon y lo mataron, pero nunca vi el cadáver. Lo sé porque me lo confirmó un hombre que lo conocía y que huyó conmigo y con mi hijo, que entonces era un bebé. Anduvimos durante dos días, llegamos a la frontera de Uganda, donde nos retuvieron dos semanas, y entonces nos trajeron aquí, al campo de refugiados de Palabek".
Palabek abrió en 2017 y ocupa una extensión de 400 kilómetros cuadrados. Según los últimos datos de ACNUR, recabados en junio de 2022, cuenta con unos 18.750 hogares para casi 70.000 personas refugiadas, la gran mayoría procedente de Sudán del Sur, un país en eterna guerra, de las que el 83% son mujeres y niños. Atim Betty fue de las primeras en llegar. Hoy habla tras una montaña de pequeños cantos que mide alrededor de un metro. Ella es minera y el yacimiento en el que trabaja se encuentra en la zona dos del asentamiento, que a su vez se divide en nueve áreas. Betty y el resto de picapedreros agolpan sus montones en el borde del camino principal, de tierra, para que los camiones que circulan por ahí, potenciales compradores, puedan divisarlos sin problemas. El modus operandi es sencillo: los más pequeños, niños que no aparentan haber cumplido todavía diez años, se adentran en los arbustos y, cuando salen, transportan en sus cabezas grandes bloques de piedra. Se los dan a los adultos, que aguardan sentados y los golpean hasta dividirlos en pequeños trozos. En ello se emplean decenas de personas. Cuando hay suficientes, los venden.
"Cuando nos trajeron ni siquiera había casas, sólo hierbas altas y arbustos. Tuvimos que construirlas nosotros. Era algo que yo nunca había hecho. Fue muy difícil", prosigue Betty. Y dice también que su hijo, que ahora tiene siete años, es un niño difícil, que lo rompe todo y no puede estarse quieto. Y que lo que recibe de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados), 18.000 chelines algunos meses (algo más de cuatro euros y medio), o seis kilos de maíz, tres kilos de alubias y un poco de aceite para cocinar otros meses, le resulta completamente insuficiente. Por eso pasa los días en la cantera, donde atiende a este medio. Por eso pica piedra durante horas pese a que las condiciones resultan penosas. "Este trabajo es muy duro. Me duelen las manos, la espalda, el pecho… El médico me ha dicho que me encuentro muy mal, que si sigo podría morirme. Pero, ¿qué hago? No puedo hacer otra cosa”, concluye.
UNA ESPERA QUE SE ETERNIZA
"Muchas veces, los refugiados se encuentran como en una espera, sin hacer nada, incapaces de ponerse en alguna actividad comercial o económica porque aquí es muy poco lo que se puede hacer. También hay chicas de 14 o 15 años que ya son madres, y eso supone una limitación muy grande a la hora, por ejemplo, de acceder a una educación", explica Ubaldino Andrade, director en este asentamiento de Misiones Salesianas, organización que desarrolla varios proyectos educativos y sociales en el campo desde 2017, tan sólo unas semanas después de su apertura. Y añade: "Esto es una experiencia constante de supervivencia. Aquí se explota todo lo que pueda dar una entrada de dinero y mejorar la situación de las familias, aunque ello implique trabajos muy duros, como picar piedra".
Como en Palabek, mujeres y niños son mayorías en las canteras. Latwa Nancy tiene 20 años y llegó al campo hace algo más de seis años. Ella procede de Ikotos, otra población sursudanesa cerca de la frontera de Uganda, escenario de diversos enfrentamientos desde hace lustros. "Hui por la violencia, por los disparos. Llegué con mi madre. Me casé hace tres años, pero mi marido no trabaja en nada, así que tengo que venir aquí con el pequeño", dice. Y señala al bebé que la acompaña en todas las jornadas laborales en el yacimiento. Si la joven se permite descansos entre martillazo y martillazo es precisamente porque necesita amamantar a su retoño. Cuando termina de hacerlo, lo envuelve en un pareo y se lo carga de nuevo en la espalda. Después sigue picando piedra. "La vida aquí es tremendamente complicada. Este oficio me produce enormes dolores en el pecho. Se me hace difícil respirar. Y, si me caigo y me hago heridas, como esta en la pierna, no puedo parar. Da igual lo que me pase", agrega.
Cuenta Nancy que puede llenar tres contenedores de piedra al año, y que por cada uno de ellos le pagan unos 170.000 chelines (alrededor de 42 euros). Y que eso le ayuda a afrontar algunos gastos, pero no muchos. Huir de un país sumido en guerra y pobreza no le ha valido para escapar de la miseria. Si el 76% de la población en Sudán del Sur debe vivir con menos de dos euros al día, los números en Uganda, antes mencionados, tampoco son demasiado halagüeños, y mujeres como Atoo Regina, de 32 años, que pica piedra junto a Nancy y a las demás, son la cara viva de la pobreza. "Yo vivo aquí con mi madre, mis dos hermanas, mis ocho sobrinos y mis tres hijos. Vengo a trabajar a las canteras desde hace tres años. Porque, ¿qué quieren que hagamos con seis kilos de maíz? ¿Quién va a pagar las tasas escolares y los uniformes de los niños? ¿Quién va a pagar las medicinas de mi madre?", se pregunta.
UNA INFANCIA DURA
A la dificultad de acceder a una vida digna y de ejercer el derecho a la educación, se suma que Uganda no es la mejor nación para combatir el trabajo infantil. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) recoge en un informe publicado en febrero de este año que, a principios del 2022, casi el 40% de niños del país (o sea, más de seis millones de menores) trabajaba, con algunas de las regiones norteñas, donde se encuentra Palabek, liderando la estadística.
La cota más alta se alcanza entre niños de 5 a 11 años, con el 58% de ellos ejerciendo algún empleo. "Realizan una labor que es mental, física, social o moralmente peligrosa e interfiere en su escolarización, socava su potencial y merma el desarrollo de la sociedad", explica la OIT en su escrito. Poco sabe Joyce de estas estadísticas. "Me gusta el inglés y las matemáticas. Cuando crezca, quiero ser enfermera; creo que es bueno socorrer a la gente. Pero, de momento, seguiré viniendo aquí, a picar piedra para ayudar a mi madre", finaliza la niña.
Las escasas posibilidades educativas lastran el futuro de los 42.500 menores de edad que viven en Palabek. Habla de nuevo Ubaldino Andrade: "Dentro del campo, hay 19 escuelas preescolares, 14 escuelas primarias y sólo una secundaria. Además, algunos alumnos llegan a ella después de caminar muchísimo. Hay quien anda hasta 20 kilómetros sólo de ida. Además, de los 2.000 estudiantes de ese colegio, creo que sólo el 25% son muchachas. Y de ese porcentaje, muy pocas llegan a terminar su educación". Diversas menores acompañan a sus padres en las jornadas de trabajo, mayoritariamente en el campo, aunque las canteras no son una excepción. Helen Imoo, una mujer de 32 años, trabaja la piedra junto a su hijo Okin, de 16, y su hija Joyce, de 13. "Vienen a echarme una mano durante los fines de semana y también en periodos de vacaciones. La vida es muy difícil", se justifica la primera. "Me gusta ayudar. Mi madre paga el colegio, la comida… Es lo que hay que hacer", zanja la pequeña.
Fuente con buenas fotos: https://kamchatka.es/sufrimiento-y-...
Trabajadores portuarios griegos impiden que 21 toneladas de munición lleguen a Israel
Los trabajadores del puerto de El Pireo, el mayor de Grecia y situado a las afueras de Atenas, bloquearon la carga de un contenedor con 21 toneladas de munición en un buque con destino a Israel, informaron este viernes a EFE fuentes del mayor sindicato de ese puerto, ENEDEP.
La Guardia Costera reconoció que en la noche del jueves «se obstaculizó la entrada del camión que trasladaba un contenedor con cartuchos» para un buque «con destino en el extranjero», aunque no menciona el peso de la carga ni su destino concreto.
«Libertad para Palestina» y «OTAN asesina», se podía leer en una pancarta sostenida por decenas de trabajadores que se reunieron en el puerto la noche del jueves y que lograron impedir que se cargara dicho contenedor.
En su llamamiento al boicot del día anterior ENEDEP había informado que no permitiría el envío de munición para la «mortífera maquinaria bélica del Estado asesino de Israel, que con el apoyo de la OTAN y la Unión Europea continúa la masacre del pueblo libanés y palestino».
Los manifestantes rotularon «Asesinos, fuera del puerto» sobre el contenedor, que actualmente sigue en el puerto de El Pireo bajo vigilancia de las autoridades portuarias, según fuentes del sindicato.
La carga llegó por vía terrestre desde Macedonia del Norte y estaba lista para ser embarcada en un buque portacontenedores con destino final el puerto israelí de Haifa.
Actualmente, «se han iniciado los procedimientos para que el contenedor sea devuelto a Macedonia del Norte», según las fuentes consultadas por EFE de ENEDEP. EFE
No existe ningún argumento lógico y legal para apoyar a Israel
Caitlin A. Johnstone
Traducido del inglés por Marwan Perez para Rebelión
Es increíble darse cuenta de que nadie puede articular una razón por la cual se debería apoyar a Israel, que sea a la vez lógicamente coherente y moralmente defendible.
Los occidentales crecen adoctrinados con la idea de que ese pequeño país en el Oriente Próximo es superimportante, y necesita ser apoyado y defendido a toda costa, pero si examinas las razones dadas descubres que ninguna de ellas es realmente válida.
«¡Israel es el único lugar donde los judíos pueden estar seguros!«
Esto es claramente falso. Es evidente que un judío en la ciudad de Nueva York está mucho más seguro que un judío en Tel Aviv. La creación forzada de un nuevo etno-Estado de apartheid sobre una civilización preexistente significa naturalmente que Israel solo puede existir en violencia perpetua, lo que pone en peligro a todos los que viven allí.
«¡Los judíos merecen una patria!«
¿Por qué? ¿Por qué cualquier religión merece tener un país propio donde los miembros de esa religión estén a cargo de todos los demás y reciban un trato preferencial? Hay más mormones en el mundo que judíos y no tienen su propio país. Hay más sikhs en el mundo que judíos y no tienen su propio país. No hay ninguna razón lógicamente coherente por la que cada religión deba tener su propio Estado-nación, y no hay ninguna razón lógicamente coherente por la que tal principio deba aplicarse a los judíos pero no a los cienciólogos.
«Israel es la única democracia liberal en Oriente Medio«
Esto es una tontería. Un régimen de apartheid genocida que tortura a la población palestina y suprime todos sus derechos, es exactamente lo opuesto a “liberal” y “democrático”. Pero incluso si no fuera el caso, no hay ninguna razón -ni coherentemente lógica ni defendible moralmente- para que una región determinada tenga un representante con una ideología política particular, donde no importe cuánta gente necesita asesinar y oprimir para hacer efectiva dicha ideología.
«Apoyo la existencia de Israel, pero me opongo al maltrato a los palestinos»
Esta es una idea muy popular entre los liberales, pero es absurda y contradictoria. Israel ha abusado de los palestinos durante toda su existencia, desde su mismo inicio. Solo en los cuentos de hadas imaginarios de los sionistas liberales Israel ha existido sin tiranía, robos y asesinatos, y solo en sus cuentos de hadas imaginarios puede un etno-Estado judío colocarse sobre una civilización de no judíos de una manera que pueda existir sin tiranía, robos y asesinatos ininterrumpidos.
Las únicas opciones son (a) una solución de dos Estados, que Israel está haciendo abiertamente todo lo posible por evitar, y (b) una solución de un Estado en el que todos tengan los mismos derechos, que por definición no sería un Estado judío. Los sionistas liberales pretenden vivir en una línea temporal alternativa de fantasía en «la no realidad». Así es como los liberales intentan cuadrar el círculo apoyando a Israel cuando es moralmente indefendible; simplemente inventan un mundo imaginario de lo es moral y pretenden que esa invención sea una posibilidad real.
https://x.com/dwdavison/status/1830...
«Israel es esencial para proteger nuestros intereses en la región«
Este eslogan es lógicamente coherente desde cierto punto de vista, pero ciertamente no es moralmente defendible.
Ni siquiera existe una razón lógicamente coherente para que un occidental normal diga que Israel protege “nuestros” intereses en Oriente Próximo. Solo es lógicamente coherente que los administradores del imperio occidental digan que ayudar a Israel a desplegar la fuerza violenta ininterrumpida necesaria para su existencia, contribuye a sembrar el caos, la tiranía, la desestabilización y la división; y todo ello es necesario para asegurar su dominio geoestratégico de una región rica en recursos, e impedir que las naciones de Oriente Próximo se unan en un bloque de superpotencias y que utilicen sus recursos para promover sus propios intereses en todo el mundo.
Contrariamente a lo que algunos creen, Israel no es responsable de la existencia del belicismo occidental: el belicismo occidental es responsable de la existencia de Israel. Si no existiera Israel, simplemente inventarían otra excusa para mantener una presencia militar en Oriente Próximo y seguir sembrando la violencia y el caos. El propio Biden lo ha reconocido diciendo : “Si no hubiera un Israel, Estados Unidos tendría que inventarse uno para proteger sus intereses en la región”.
Desde esa perspectiva, tiene sentido decir que al imperio occidental le resultaría más difícil avanzar en sus objetivos unipolares en un escenario mundial sin un agente desestabilizador cuya existencia dependa por completo del apoyo constante de Occidente. Y si uno realmente quiere ayudar a los imperialistas en su apoyo a Israel, también puede argumentar que Israel ofrece la excusa perfecta para mantener una presencia militar en Oriente Próximo.
Durante muchos años, el argumento que puso fin al debate contra la retirada militar occidental de Oriente Próximo, fue que ello garantizaría la destrucción de Israel, porque sus vecinos simplemente lo eliminarían sin la disuasión de la maquinaria de guerra estadounidense, presente allí para protegerlo.
Y si se da por sentado que Israel debe seguir existiendo en su forma actual, se trata realmente de un argumento que pone fin al debate. Si se da por sentado que se debe permitir que Israel exista como un etno-Estado de apartheid que fue artificialmente creado a mediados del siglo XX, entonces, por supuesto, no hay manera de que dicho Estado pueda existir sin una violencia constante y, por supuesto, no hay forma de que pueda salir victorioso de toda esa violencia sin el respaldo del imperio centralizado de Estados Unidos.
Esto significa que, si se acepta que Israel debe seguir existiendo como existe actualmente, necesariamente se acepta que Estados Unidos y sus aliados occidentales deben mantener un control militar absoluto sobre Oriente Próximo. Sin una incesante violencia no hay forma de mantener ese Estado artificial creado engañosamente, por lo que hay que estar preparado y ayudarle a infligir esa violencia en todo momento.
Eso resulta, como mínimo, muy conveniente para la estructura de poder centralizada de Estados Unidos, pero, por supuesto, no es moralmente defendible. No es moralmente defendible seguir matando habitantes de Oriente Próximo año tras año, década tras década, para gobernar el mundo. Puede que sea lógicamente coherente, pero también es profundamente perverso.
Todos los argumentos a favor de Israel fracasan, ya sea desde el punto de vista lógico, moral o de ambos. Por eso se dedica tanta propaganda a manipularnos para que apoyemos a este régimen asesino, y por eso las estructuras de poder reprimen cada vez más las voces que se oponen.
Es por eso que los medios de comunicación masiva han mostrado un sesgo totalmente salvaje hacia el interés informativo israelí en sus reportajes y es por eso que los críticos de las atrocidades israelíes como Richard Medhurst, Sarah Wilkinson y Mary Kostakidis han sido escandalosamente perseguidos en Reino Unido y Australia.
No tienen argumentos, por eso recurren cada vez más al instrumento más contundente.
Si quitamos las capas, los argumentos para mantener el proyecto de Israel son todos de dominación y control, razón por la cual se utiliza cada vez más dominación y más control para proteger dicho proyecto de un análisis profundo.
Israel, en definitiva, no es más que una guerra sin fin y, como todas las guerras, su existencia depende de ocultar la verdad al público.
Fuente: https://www.caitlinjohnst.one/p/the...
Tomado de: https://rebelion.org/no-existe-ning...
Líderes cobardes e hipócritas
Señores y señoras líderes mundiales, dejen de esconderse delegando la responsabilidad en otros. Que el Consejo de Seguridad de la ONU no tome decisiones para detener el genocidio palestino, no impide que las tomen ustedes desde los sillones que ocupan.
Manual para líderes mediocres que condenan pero no ordenan:
1. Terminen inmediatamente con la compra-venta de armas a Israel.
2. Expulsen a la legación diplomática de Israel en sus países, y desalojen las suyas en territorio israelí.
3. Comprométanse con Sudáfrica en su demanda contra Israel por el genocidio palestino.
4. Cancelen toda ayuda que presten a empresas que comercien con Israel, y penalicen a aquellas que trabajen o se beneficien con la ocupación ilegal de territorios palestinos.
5. Expulsen de todas la esferas culturales y deportivas a representantes de Israel, permitiendo participar a esos ciudadanos bajo cualquier otra bandera.
6. Ordenen la detención inmediata de aquellos ciudadanos de Israel, que hallándose en su territorio nacional, hayan participado en los crímenes de guerra contra los palestinos acusándoles de delitos de lesa humanidad.
Como mínimo, esto es lo que debería de hacer cualquier líder mundial que pretenda detener el genocidio en Palestina. Lo que hasta ahora estamos viendo son relaciones públicas entre políticos cobardes, a los que hablar y condenar ni les cuesta nada a ellos, ni afecta en nada a la impunidad israelí.
No se dejen engañar.
Un fenómeno en auge
«De la pseudociencia a la conspiración. Un viaje por la espiritualidad New Age»
Pablo San José Alonso.
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Cabría pensar que en un contexto de declive de la espiritualidad (la Iglesia Católica, por ejemplo, asiste con gran preocupación a la vertiginosa «descristianización» de Occidente) y de avance de las visiones materialistas de la vida, debería prosperar ampliamente el pensamiento científico, racional y objetivo, tendiendo a ser cada vez más minoritarias, además de las religiosas, las sensibilidades supersticiosas, místicas o pseudocientíficas. Sin embargo la realidad nos demuestra que, de alguna manera, una cosa no está reñida con la otra (1). Es decir, a pesar de la evidente incongruencia que supone contemplado desde una perspectiva lógica, hay algún tipo de compatibilidad epistemológica entre un marco general de carácter racional y materialista, y expresiones concretas, dentro de ese mismo marco, de carácter espiritual y acientífico. De hecho, cualquiera que cuente entre sus amistades con personas adscritas a este tipo de pensamiento habrá notado no pocos de esos desajustes y aparentes contradicciones: gente sumamente crítica con la medicina «oficial» que corre rauda al hospital o al médico de cabecera al menor síntoma de una dolencia importante; otras a quienes mantener discursos ecologistas especialmente radicales no les impide emplear el automóvil a diario o comprar ropa que no precisan; quienes votan en cada elección a pesar de sostener la creencia de que hay un gobierno mundial en la sombra que lo controla todo, divulgadores de la teoría de la nocividad de las redes inalámbricas que se pasan el día pendientes de su teléfono móvil, y muchas más del mismo tenor.
Visto desde fuera, da la impresión de que este tipo de personas tienen verdadera confianza en realidades en las que, intelectualmente, no quieren creer, al tiempo que carecen de fe suficiente hacia aquellas otras cosas por las que quisieran apostar y de las que hacen proselitismo. Una especie de querer y no poder que, por otra parte, no parece suponerles problema alguno. La explicación hay que buscarla en la cultura de la posmodernidad, que hemos nombrado sucintamente. La persona posmoderna, en principio, no es espiritual y se siente más cómoda que nadie en un contexto de predominio del materialismo. Ni siquiera es moral. De hecho, no está declaradamente en conflicto con la razón ni con la ciencia. En cambio, lo que no admite es que nadie le imponga la menor cuota de verdad objetiva. Para el posmoderno no existe la Verdad, sino las verdades, las cuales dependen de cada individuo y de cada perspectiva y, por lo tanto, son siempre relativas. Ni siquiera son permanentes dentro de su propio relativismo y pueden evolucionar con la mayor celeridad al más mínimo cambio de circunstancias o de intereses personales. Tal es el marco que, a pesar del contexto aparentemente desfavorable, hace posible la proliferación de todas estas sensibilidades de desafío a los paradigmas académicos y a los discursos «oficiales».
Por otra parte, el estudio de la psicología de masas en situaciones de crisis cuenta con no pocos análisis que observan, tanto eventos acotados que afectan a grupos delimitados como grandes crisis históricas que han influido en las condiciones de vida de amplios sectores de población. En dichos contextos, entre otras cosas que ocurren, suele resquebrajarse o perderse la confianza en lo que venían siendo las autoridades que regían los destinos de dichos grupos humanos y se tiende a levantar la mirada en búsqueda de otras nuevas que, en principio, y merced a un discurso novedoso y rotundo, aparenten mayor solvencia. Entiéndase autoridad no solo en relación a lo político, sino también a lo moral, cultural, espiritual, etc. Del mismo modo, el miedo a lo que está por venir, la incertidumbre experimentada al notar que se tambalean los marcos objetivos y esquemas que definían las circunstancias vitales propias, provoca que muchos individuos comiencen a dudar de lo que venían siendo las explicaciones de la realidad en que confiaban, que estaban, además, mayoritariamente aceptadas y sobre las que no había discusión, o la había muy residualmente (2). Toda realidad vivida se apoya en algún tipo de marco teórico; si tal realidad es insatisfactoria, decepcionante, amenazante… el individuo dudará también de la explicación que la fundamentaba. Si, en ese momento, aparece alguien, conocedor de la perdida de credibilidad de esos referentes ideológicos, con un discurso alternativo mínimamente enhebrado, cuenta con grandes posibilidades de ser escuchado.
Unamos las dos variables enunciadas. Una vez se extiende y prolifera en la sociedad la mentalidad antiobjetiva y relativista de la posmodernidad, dicho estado de pensamiento llega a coincidir con una crisis; sea económica, como hace unos años, sea una pandemia, como pasó recientemente (acompañada además de problemas anteriores y/o sobrevenidos de tipo económico). Como se decía al principio de todo, se dan las condiciones para una tormenta perfecta. Quienes sienten afectadas o amenazadas sus condiciones de vida (incluso sus marcos referenciales de pensamiento, como ocurre a las personas de mentalidad tradicional en épocas de cambios) por las nuevas circunstancias, tienden a buscar explicaciones satisfactorias distintas a las «oficiales»; más radicales cuanto mayor es su descontento o su preocupación. Con el agravante de que en la complejidad del mundo actual se hacen difíciles las explicaciones simples para definir las situaciones de cambio. Y eso en el caso de que pueda lograrse la formulación de dichas respuestas, incluso las no tan sencillas, en plazos razonablemente cortos, lo que no siempre ocurre (3).
Si, además, como sucedía en el contexto de la pandemia del covid, dichas explicaciones han de emanar de fuentes «científicas», el problema se agrava. La educación escolar que ha recibido la inmensa mayoría de la población en los países occidentales inculca el sometimiento a la autoridad del paradigma científico, el cual queda así establecido como una sólida instancia, un pilar sobre el que reposa el bienestar y la seguridad de la sociedad. Sin embargo, en dicho proceso educativo, suele olvidarse subrayar que «la ciencia», en cualquier caso, no deja de ser un conocimiento siempre imperfecto, una forma de aproximarse a la realidad que es gradual, progresiva, a menudo a base de avances y retrocesos, coral, cooperativa, también competitiva, en ocasiones plena de polémica y desacuerdos y, por todo ello, incapaz de proporcionar todas las respuestas que se le requieren en cada momento (4). En plena crisis sanitaria, siguiendo con el ejemplo, muchas personas necesitan y esperan respuestas rápidas y claras, y soluciones determinantes por parte del estamento científico. Sin embargo, éste se encuentra, a su vez, navegando territorios desconocidos que, en todo caso, debe recorrer con rigor y sin violentar sus propios procedimientos, lo cual requiere una cierta inversión de tiempo que, según la naturaleza del nuevo reto, puede llegar a ser cuantiosa. Por ello, dicha voz no siempre está capacitada para emitir las respuestas demandadas en el plazo requerido. Este hecho, en tales casos, provoca decepción, pérdida de prestigio y desafección hacia la ciencia «oficial» por parte de numerosas personas. Y, en consecuencia, se convierte en fuente de alimentación de epistemologías y teorías «alternativas» que se autoproclaman capaces de llenar ese vacío.
Cuando la pandemia del covid estaba en sus fases más álgidas y la vacunación masiva de la población apenas comenzaba, como decía arriba y es bien sabido, el nivel de incertidumbre, en todos los aspectos, se hallaba en niveles máximos. No solo se estaba en medio de una crisis económica destructora de empleo y tejido empresarial, con el consiguiente incremento de la precariedad y la pobreza. Además de ello se asistía a un momento de cambios profundos, de gran calado, que se sucedían a gran velocidad. Pensemos, por ejemplo, en el desplazamiento de todo tipo de referencias vitales, comunicativas, relacionales, laborales, administrativas, educativas… hacia el mundo de lo cibernético y virtual. El impacto sociológico y psicológico de las llamadas redes sociales de internet alcanzó cotas insospechadas. Pero hay más procesos que en dichos momentos sufrían una fuerte profundización: la progresiva desaparición de dinero físico, la mengua de los Estados de Derecho con una fuerte irrupción de las pulsiones punitivistas, el regreso de ciertas formas autoritarias de comprender la política y el Estado, la pérdida de hegemonía política, cultural y económica de Occidente en beneficio de las potencias asiáticas emergentes y un largo etcétera. Son muchos cambios simultáneos y, además, sirviendo de acelerante a las transformaciones citadas, había una pandemia que obligó a la población a largos confinamientos domiciliarios, a importantes cambios de hábitos, a introducir fuertes restricciones dentro de su vida relacional y social o a circular por las calles detrás de una mascarilla sanitaria o, más tarde, provista de un pasaporte sanitario imprescindible para acceder a según que servicios. Todo ello decretado desde los poderes establecidos invocando figuras jurídicas de excepción e impuesto mediante coacción policial a base de multas y detenciones. Sin olvidar esa otra forma de obligar consistente en utilizar los altavoces mediáticos de esos mismos poderes para generar presión social y, Michel Foucault no lo habría descrito de otra manera, incitar la vigilancia entre unos y otros ciudadanos y la autovigilancia.
En un contexto tan complejo, afectado por las circunstancias descritas, quienes tienen necesidad de respuestas a sus dudas y preguntas, como consecuencia importante de la proliferación de formas de comunicarse virtuales, las van a encontrar fácilmente. No solo eso; las hallarán en forma profusa y variada, pudiendo, como si de comprar en un hipermercado se tratara, escoger aquellas que encajan mejor con sus determinantes epistemológicos personales (educación, sesgos, identidades colectivas...) y desechar las restantes. Cada explicación alternativa vendrá acompañada de toda una legión de seguidores, lo cual conlleva la garantía de que la persona que la adopta no se va a encontrar sola sosteniendo ese punto de vista. Ser muchos compartiendo una determinada forma de contemplar las cosas aporta confirmación y seguridad en el principio. La validación que cada miembro del grupo de pensamiento ejerce sobre el discurso de otro miembro, en el cual se siente reflejado como si fuera un espejo, redunda en un convencimiento cada vez mayor del mismo por parte de ambos. Es lo que se conoce como retroalimentación. Si, además, el punto de vista es criticado o perseguido desde otros ámbitos de pensamiento, la retroalimentación y el autoconvencimiento alcanzan cotas mayores. Si es un punto de vista minoritario, que es combatido desde otro que es mayoritario, dicha retroalimentación desembocará en la implementación de estructuras de trinchera y blindaje discursivo. Es lo que conocemos como fanatismo, una actitud que, no por poco nombrarse, deja de estar muy en auge y que incapacita a los individuos para la escucha, el diálogo con otras personas y el procesamiento de nuevos datos que la realidad pueda ofrecer. El siguiente paso es la militancia para promover el propio pensamiento y combatir todo aquel que se le opone o que, simplemente, no coincide con él. Decía Bertrand Russell: «El miedo colectivo estimula el instinto de manada y tiende a producir ferocidad hacia aquellos que no son considerados miembros de la manada». Este tipo de dinámicas, que no suponen novedad histórica, puesto que siempre han existido, hoy suceden con mayor frecuencia e intensidad merced a la omnipresencia de las redes sociales de internet como lugar donde realimentar sin cesar las propias creencias entre los iguales y donde combatir las de las personas y grupos de distinto pensamiento. Y, también, en general, por causa del predominio de la comunicación virtual (sin dimensión corporal) en detrimento de la real, lo que facilita la impersonalidad y, por tanto, la falta de compromiso con el otro, de empatía y, finalmente, el desencuentro.
El uso de Internet suma un efecto más a los descritos. En virtud de los encuentros y conflictos que produce la comunicación virtual, añadiendo la querencia de cada cual de relacionarse preferentemente con personas afines, acaba por suceder que muchos comunicantes virtuales solo mantengan amistades e interrelaciones de internet con personas de su idéntico pensamiento. De tal forma, tomando, en muchos casos, la parte por el todo, robustecen más y más su propia forma de ver las cosas, a la vez que se acrecienta su ignorancia o su conocimiento deformado en relación a aquello que se encuentra fuera de ese límite, lo que conduce a una importante mengua de la perspectiva de la realidad en toda su complejidad y extensión.
Volviendo al principio del hilo, cabe pensar que, en virtud de los mecanismos descritos, cuanto más profunda sea la crisis, más probabilidades hay de que proliferen y prosperen los puntos de vista alternativos y que no llegue a ser nada infrecuente que éstos sean de carácter dogmático y sectario. Tal circunstancia pudo contemplarse sobradamente en el contexto que hemos empleado como ejemplo.
…
Notas
1- Gilbert K. Chesterton: «Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo».
2- «La complejidad del mundo actual, su acelerado ritmo y la sobreinformación que dificulta interpretarlo es el alimento de los creyentes en las maquinaciones a gran escala».
https://www.publico.es/sociedad/rad...
3- «En la cobertura a tiempo real que han ido ofreciendo los medios de comunicación de la ciencia de la pandemia, los espectadores, ansiosos por encontrar certezas en la ciencia, se han topado de bruces con una radical incertidumbre».
Lorraine Daston. 2020. Sciencie and its Public after the Pandemic. https:/zif.hipotheses.org/634 .
4- «...En tiempos de crisis pandémica la sociedad espera que la ciencia juegue un papel autoritario que reduzca la incertidumbre y la ambigüedad. Sin embargo … la ciencia se mueve necesariamente en el terreno de la incertidumbre y ha de enfrentarse constantemente a problemas de ambigüedad. El funcionamiento normal de la ciencia, lento, debatible, provisional, se aleja diametralmente de la expectativa de la sociedad que demanda una respuesta única, definitiva y rápida. Los citados autores identifican cuatro incompatibilidades entre la ciencia y la expectativa surgida durante la crisis (que, por otra parte, parece mantenerse también en otras épocas de normalidad). La primera incompatibilidad tendría que ver con el rechazo de la sociedad, de lo que el fundador de la ciencia, R. Merton, denominó el “excepticismo organizado”, es decir, la búsqueda activa de la crítica, el debate y, por tanto, la normalización del desacuerdo entre los científicos. En segundo lugar, estaría el rechazo por parte de la sociedad de la lentitud propia de la acumulación de evidencias a largo plazo, imprescindible para obtener conocimientos rigurosamente contrastados empíricamente. En tercer lugar, se daría una falta de comprensión del esfuerzo colectivo e impersonal que requiere la ciencia, donde buscar una única autoridad de la que dependa qué se considera aceptable resulta inadmisible. Finalmente, en cuarto lugar, la sociedad no comprende la importancia de la complejidad, la incertidumbre y la multiplicidad de perspectivas en la investigación científica, claramente incompatible con la búsqueda rápida de soluciones sencilla que la sociedad exige en tiempos de pandemia.»
El cómputo de muertes por covid-19: Incoherencia metodológicas y dificultades genuinas. María Caamaño Alegre. Revista de La Sociedad de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia en España. Especial: Filosofía en tiempos de pandemia. Enero 2021.
Redadas (en Ucrania)
Publicado por @nsanzo
“Zelensky ultima la creación de un Ministerio de la Unidad para salvar a Ucrania del desastre demográfico”, titulaba esta semana El País en un artículo que trataba las medidas “urgentes” que el Gobierno ucraniano pretende aplicar para paliar la grave situación demográfica que sufre el país. Como ya se ha repetido en anteriores ocasiones, la cuestión es común a Rusia y Ucrania y tiene un mismo origen: la disolución de la Unión Soviética y la pérdida de población que se produjo durante la década siguiente. La situación no es nueva y era perfectamente conocida para la prensa, la población y la clase política, que ha preferido escudarse tras los perpetuos aplazamientos del tan retrasado censo. Mantener la ficción de que el país mantenía una población de más de cuarenta millones dependía de ello. Ahora, con el éxodo que se produjo tras la invasión rusa, Ucrania puede escudarse en la guerra para justificar la pérdida de población y poner en marcha medidas que busquen recuperar a quienes han abandonado el país desde 2022. El presidente ucraniano no se cansa de definir el retorno de la población -entre la que incluye también a miembros de la diáspora, descendientes de ucranianos que hayan nacido en otros países- como la riqueza del futuro, la garantía de que, cuando llegue la paz, Ucrania no solo podrá reconstruirse, sino convertirse en un país próspero y moderno.
Pero esas exageradas promesas tienen poco que ver con los motivos por los que Kiev intenta convencer a sus aliados de que favorezcan el retorno “voluntario” de la población que ahora mismo reside como refugiada en los países europeos. En momentos de sinceridad, tanto Zelensky como su entorno han admitido que precisan de ese retorno por dos motivos claros: las personas capaces de luchar deben estar disponibles para luchar en el frente, mientras que el resto de la población ha de regresar para colaborar en el esfuerzo bélico por medio del trabajo y del pago de impuestos. La población se convierte así en un activo que simplemente actúa como peón en una situación que está completamente fuera de su control. Ucrania ha pospuesto sine die las elecciones presidenciales, legislativas y locales, por lo que se ha eliminado toda forma de participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, que se limita aún más en el caso de los hombres en edad, y aparentemente obligación, de combatir.
Hace muchos meses que los intentos masivos de huir del país, acciones contra las oficinas de reclutamiento y la evasión de la movilización son regularmente admitidas por medios de comunicación abiertamente proucranianos. Al desgaste de la guerra y las bajas causadas en estos dos años -siempre ocultadas por parte del Gobierno con la connivencia de la prensa, que hasta hace escasas semanas ni siquiera ha hecho preguntas- hay que sumar la necesidad de eximir a ciertas profesiones del reclutamiento. Ucrania aspira a ampliar el número de efectivos de los que disponen las Fuerzas Armadas, pero sin olvidar el intento de reanudar la producción militar a gran escala. En el pasado, la patronal ha exigido al Gobierno eximir oficialmente de la movilización a los trabajadores de esas fábricas, ya que el temor a ser reclutados forzosamente al acudir a su puesto de trabajo hacía que muchos hombres no se presentaran al trabajo. Las autoridades ucranianas parecen haber comprendido el problema y esas quejas de los empresarios no se han repetido.
Sin embargo, las necesidades de movilización no descienden sino que aumentan. El Gobierno de Zelensky esperaba lograr un gran objetivo estratégico con su ataque a Kursk y que el permiso para utilizar armamento occidental en Rusia acelerara el proceso para llegar al momento en el que pudiera dictar a Moscú los términos de la rendición. Nada de eso ha ocurrido y la situación para las tropas de Kiev se ha complicado en Donbass, donde las bajas siguen siendo un misterio, pero la intensidad de la batalla sugiere que han de ser elevadas. Prueba fehaciente de las dificultades de Ucrania para reponer sus filas es el cada vez más público reclutamiento forzoso. Los intentos de esquivar la movilización por la fuerza no son masivos, pero sí lo suficientemente peligrosos como para que algunas oficinas hayan recibido el permiso de disparar a matar en caso de que los agentes del reclutamiento se sientan en peligro.
Las dificultades para captar soldados se pusieron de manifiesto el viernes por la noche, cuando las autoridades ucranianas realizaron redadas masivas en diferentes lugares del país, especialmente en la capital. Desde el 24 de febrero de 2022, cada acto de normalidad ha sido presentado por los medios como una épica muestra del coraje ucraniano. Se ha dado heroicidad a las fiestas que siguen celebrándose cada fin de semana en Odessa o a que los restaurantes de alto nivel de Kiev sigan llenos a diario. Lo mismo ocurre con los conciertos, un signo de normalidad que es también una oportunidad para las autoridades, conscientes de que las grandes acumulaciones de personas no son tan habituales.
La redada del viernes en un concierto en la capital del país no ha sido la única acción de estas características que se ha realizado en Ucrania. Los agentes ya se presentaron el día en el que se celebraba un pequeño acto del Orgullo LGTBI. Para regocijo de miembros de la extrema derecha como Maksym Zhoryn, que se mofaba comentando “¿no quieren igualdad?”, las autoridades identificaron con facilidad a todo un grupo de personas aprovechándose de que las personas asistentes se creían protegidas por el Estado, especialmente interesado en mostrarse moderno, europeo y tolerante. Ni la organización ni quienes participaron en el acto esperaban tener que enfrentarse, no solo a la extrema derecha, que ya había anunciado una contramanifestación, sino también a los agentes del reclutamiento.
Lo distintivo de la redada del viernes, durante la que los agentes captaron forzosamente a varias personas que fueron transportadas en furgonetas y se produjeron enfrentamientos, es que se trataba del concierto de Okean Elzy, la banda del diputado Vyacheslav Vakarchuk, una persona muy conocida tanto en el ámbito político como en el cultural. Al igual que Zelensky, Vakarchuk, que emergió en la escena política en el mismo momento que el actual presidente, debía revolucionar el estilo ucraniano para convertir el país en el paraíso liberal al que ambas figuras aspiran. Su partido, Golos, debía ser el faro centrista que guiara a la política ucraniana hacia la equiparación con la europea, dejando atrás los partidos personalistas que habían marcado las tres décadas anteriores. Con los postulados del Fondo Monetario Internacional como principal ideario económico y el atlantismo como única convicción internacional, el protagonismo de Vakarchuk quedó completamente eclipsado por el ascenso de Zelensky y el político y cantante no ha sabido tampoco reinventarse durante la guerra como sí lo han hecho personas como Serhiy Sternenko, que ha conseguido crearse a sí mismo el personaje de activista con aspiración a convertirse en think-tanker. Poco queda del Vakarchuk del que Francis Fukuyama afirmaba que debía ser presidente de Ucrania.
Como una figura social y culturalmente importante, perteneciente a una familia influyente y cuyo padre fue ministro del Gobierno de Yuschenko, se esperaba de Vakarchuk, cuando menos, una declaración sobre los incidentes que se produjeron a raíz de su concierto, donde varias personas fueron forzosamente trasladadas a las oficinas de reclutamiento. Las redes sociales del grupo se han llenado de mensajes condenando el silencio del cantante, que ha evitado realizar comentarios. Favorable a continuar la guerra hasta la victoria final, Vakarchuk no puede permitirse criticar la movilización, ni siquiera aquella realizada por la fuerza, ni tampoco manifestarse públicamente del lado de las autoridades a costa de sus seguidores.
Frente al cobarde silencio de Vakarchuk, quienes defienden una movilización aún más dura vuelven a regocijarse. “La movilización justa es exactamente así: cuando se coge a la gente no solo de los pueblos y ciudades pequeñas, sino también de las grandes ciudades en las que gente va a conciertos y restaurantes”, escribió ayer Maksym Zhoryn comentando un vídeo en el que un joven intenta deshacerse de los agentes de policía que tratan de introducirle en un vehículo. Zhoryn, comandante adjunto de la Tercera Brigada de Asalto y un hombre muy cercano a Andriy Biletsky utiliza así el lenguaje contrario a las élites tan habitual en la extrema derecha, cuya preocupación no es la población, sino simplemente disponer de la suficiente carne de cañón para seguir adelante con su proyecto. También en esto, la postura de la extrema derecha se confunde con la del Estado.
El halcón, el rico y los trolls: Figuras clave de la propaganda sionista en España
Pablo Elorduy
El Tribunal Penal Internacional recibió el pasado 5 de agosto, un informe amicus curiae —esto es, de un tercero no involucrado en el proceso— firmado por un grupo llamado High Level Military Group. El documento se dirigía a Karim Khan, el fiscal que en mayo de este año emitió un escrito en el que se pedían órdenes de persecución internacional contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant, primer ministro y ministro de Defensa de Israel. Después de exponer los detalles de una visita al campo de batalla de la mano de las Fuerzas Armadas de Israel (FDI), este grupo de militares de alta graduación concurría que “la presentación de órdenes de arresto contra dirigentes nacionales israelíes no sólo es, como mínimo, prematura, sino también injustificada desde el punto de vista fáctico”. Pedían de este modo carta blanca para el Tzahal, el ejército israelí, del que decían que había mitigado los riesgos sobre la población civil gazatí. En ese momento, las víctimas mortales después de diez meses de invasión en Gaza eran 39.623 personas.
Según su página web, High Level Military Group lo componen militares de países OTAN. Son cuatro generales, de los ejércitos de Canadá, Reino Unido, Alemania e Italia; tres tenientes generales —entre ellos uno de los responsables de la operación Tormenta del Desierto en 1991—, generales de brigada, coroneles y un almirante español, José María Terán, que en su día sonó para dirigir el Centro Nacional de Inteligencia. No obstante, la persona que firma la carta, que pretende disuadir al TPI de cualquier acción de control sobre las actuaciones del ejército israelí en Gaza, es un civil.
Rafael Bardají, director ejecutivo del High Level Military Group, es uno de los principales defensores de Israel en España. Pese a que en 2023 cesó como ejecutivo de Expal, durante la reordenación que ha tenido lugar para la integración en el gigante armamentístico Rheinmetall, el nombre de Bardají sigue siendo importante para medir la vinculación de un sector de la Defensa —entendido no solo como el ejército sino también como parte del complejo industrial armamentístico— con la escalada que tiene lugar en Oriente Próximo. Fundador del Grupo de Estudios Estratégicos, Bardají es un halcón de la guerra, según la definición canónica de los individuos que abogan por promover o sostener conflictos en lugar de buscar salidas diplomáticas.
Días después de la carta formal a Khan, Bardají firmaba con el coronel británico Richard Kemp un artículo de batalla frontal contra el Tribunal Penal Internacional: “Estados Unidos debería sancionar a la Corte Penal Internacional”, se titula, y establece una línea emergente de pensamiento a la contra del derecho internacional vigente: “La única manera de enfrentarse a estas bandas terroristas sedientas de sangre [en referencia a Hamás] es mediante la fuerza militar, no mediante demandas judiciales dictadas por la CPI”.
La narrativa de Bardají y Kemp remite a las señales enviadas por el expresidente José María Aznar, que esta misma semana ha criticado a la administración de Joe Biden por intentar “disuadir” a Israel de tomar algunos de los pasos en su escalada bélica contra Irán y Líbano. Son pasos como los ataques a infraestructuras nucleares o el ataque a campos petrolíferos. Para Aznar, “si Israel fracasase, habría zonas del mundo muy comprometidas”.
“Si Israel no gana —añadía—, la próxima batalla no será en Oriente Medio, será en las costas del sur de Europa”.
Aznar y Bardají comparten algo más que un ideario. El segundo fue, entre 1996 y 2004, asesor ejecutivo de la presidencia de Aznar. Su ascenso tuvo lugar durante el inicio de la “guerra contra el terror” derivada de los atentados contra Estados Unidos en 2001. Desde entonces, se ha integrado en el Special Operation Forces HQ de la OTAN, ha asesorado a las fuerzas armadas y los servicios secretos españoles —pero también a empresas como Repsol—, y es miembro del poderoso lobby militarista Atlantic Council así como del Jerusalem Centre for Public Affairs, think tank israelí especializado en política exterior.
Juntos, Aznar y Bardají, promovieron la iniciativa Friends of Israel, en cuya imagen de portada aparece el propio expresidente español y que aglutina a representantes de la gorilada latinoamericana, a los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia) o Luis Alberto Lacalle (Uruguay), a un ramillete de exmandatarios de la derecha atlántica y a John Bolton, exasesor de Donald Trump, nacionalista estadounidense acérrimo y partidario de políticas de mano dura con respecto a Irán, Libia, Cuba o Venezuela. El 2 de octubre de 2024, Bolton lanzaba una especie de programa de máximos: “Israel debería destruir el programa de armas nucleares de Irán. Hay muchas otras cosas que también podrían destruir, como las instalaciones de carga de petróleo, las bases y cuarteles generales de la Guardia Revolucionaria y los activos de misiles balísticos”, explicaba.
Como es sabido, en sus ratos libres, Bardají —a quien se comenzó a reconocer en España debido a sus contactos con Vox y a la famosa fotografía de un encuentro con Steve Bannon, ideólogo de la alt right y cheerleader del Trumpismo 1.0— se dedica a retuitear contenidos en X (Twitter). Tuits con noticias de dudosa credibilidad y factura, redifusión de contenidos de comentaristas ultra como Capitán Bitcoin, y montajes fotográficos cutres forman parte de la dieta.
Entre estos últimos se encuentra una imagen de la cuenta Ministerio de la Verdad (30.000 seguidores en X) con más de 15.000 “me gusta”. En ella se ve una presa (Israel), que comienza a resquebrajarse ante la presión del agua (Islam Radical), lo que amenaza un aparente espacio de bonanza (Europa). El meme resume los argumentos fundamentales que se difunden principalmente por parte del lobby sionista en la Unión Europea. Otra narrativa habitual de los trolls es que quien refute esa idea se convierte en cómplice; el siguiente retuit de Bardají es aún más burdo. En él aparece António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, durante una conferencia de prensa. En su frente, el símbolo de Hezbollah.
El rico, David Hatchwell
Si Bardají representa el interés del poder militar atlántico dentro de la guerra provocada por Israel en Oriente Próximo, el empresario David Hatchwell es la encarnación del poder político aplicado al contexto de la milla de oro madrileña, esa que transcurre por el barrio de Salamanca hasta la zona business class del Paseo de la Castellana. Como Bardají, el apellido Hatchwell ya había resonado en la prensa antes del 7 de octubre de 2023.
El informe de actividad de David Hatchwell en las bases de datos de empresas da muestra de su hiperactividad: más de cien cargos históricos, decenas de ellos vigentes. La familia, además, ha entrado con fuerza en el negocio inmobiliario, a través de las Socimi, en el alojamiento especializado de estudiantes, y en el sector hotelero. Pero la joya de la corona sigue siendo Excem, el grupo cementero fundado por Mauricio Hatchwell, que se ha diversificado hoy para dedicarse principalmente a la alta tecnología en el ámbito de ciberseguridad, seguridad y vigilancia.
Excem ha sido contratado por, entre otros, los ministerios españoles de Defensa e Interior. El Periódico lo colocó como uno de los intermediarios en la compra del software espía Pegasus por parte del Centro Nacional de Inteligencia. Según El Confidencial Digital, la Generalitat de Catalunya, cliente de Excem desde hace años, ha licitado a la empresa un nuevo contrato para la interceptación de comunicaciones. Como ha publicado Ahoztar Zelaieta en Hordago, el Gobierno vasco es otro de los clientes habituales del holding Excem Grupo 1971, que también ha pujado por los contratos de interceptación del Ministerio que hoy dirige Fernando Grande Marlaska, adjudicados a Telefónica en 2019.
La compañía Excem es el mascarón de proa de una serie de empresas orientadas al sector armamentístico y de la cibervigilancia con CIF español y vínculos con la potente industria armamentística israelí. Entre ellas están Pap Tecnos, filial de la israelí Rafael Advanced Defense Systems, fabricante original de los misiles Spike; Guardian Homeland Security, fundada en 2006 por miembros de los servicios especiales de seguridad del Estado de Israel; Aeronautics Enterprise España, Magal Solutions o Silón Aviación, dependiente de Israel Aerospace Industries. En el sector financiero destaca el fondo Cardumen Capital, respaldado por Repsol, Red Eléctrica y Banco Sabadell, y especializado en la inversión en start-up de inteligencia artificial, ciberseguridad y big data. Este fondo está dirigido por Gil Gidron, presidente de la Cámara de Comercio España Israel, organismo cofundado por Hatchwell.
Pero Hatchwell no se detiene en sus negocios y en la puesta en marcha del museo. Desde el 7 de octubre de 2023, su presencia en programas de radio y televisión está asociada a la defensa de las acciones de Israel. Desde Horizonte, el programa de Iker Jiménez, hasta programas escorados a la extrema derecha como los de El Toro TV o el podcast de Jano García, Hatchwell repite los mantras —similares a los del dibujo-meme retuiteado por Bardají— sobre el papel de Israel como dique de contención contra la barbarie y no escatima críticas al Gobierno español y a sus socios.
La más sustantiva de esas intervenciones tuvo lugar en una videoconferencia en noviembre de 2023 con una comisión dentro de la Kneset (el Parlamento israelí), en la que Hatchwell, que en el pasado fue donante de la campaña electoral de Netanyahu, criticó las “políticas antisemitas y anti Israel” del Gobierno” y denunció una supuesta “infiltración de Irán” en Podemos, parte del Gobierno de coalición en ese momento. Asimismo, también acusó a Josep Borrell, hasta la fecha alto representante de Exteriores de la Comisión Europea, de ser “muy cercano a las posiciones de Irán”.
Los vínculos de Hatchwell con la élite política del PP de Madrid vienen de lejos. El empresario aparece como cicerone del millonario estadounidense Sheldon Adelson en la fotografía del abortado proyecto Eurovegas, promovido por la Comunidad de Madrid durante el corto mandato de Ignacio González (2012). Cinco años después, el empresario registró la Fundación Hispano Judía, presidida entonces por el expresidente y exalcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Su relación sigue siendo fértil con la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y ambos forman un triángulo especializado en la batalla cultural con el divo de la política madrileña, Nacho Cano, de quien ha sido socio en la aventura del musical Malinche.
Los vínculos se han extendido a través de la Fundación Zakut. Los Gobiernos de Ayuso, Fernando López Miras (Murcia) y Juanma Moreno Bonilla (Andalucía) han aportado subvenciones por, al menos, dos millones de euros a esta fundación, creada por Hatchwell en 2021. En febrero de 2024, la Fiscalía de la Región de Murcia abrió diligencias contra el Gobierno de López Miras por un posible delito de malversación de fondo público en torno a una presunta subvención irregular a Zakut.
Una fundación de alto copete
Entendida como un vehículo institucional de relaciones públicas y difusión de una agenda de soft power, la Fundación Hispano Judía (FHJ) agrupa a figuras relevantes del Ibex35 y su entorno, como la familia Koplowitz, Juan Ignacio Entrecanales Franco (Acciona), Juan Luis Cebrián (exGrupo Prisa) o, benefactores como la Fundación Ramón Areces (El Corte Inglés) e Inditex. Tras la salida de Ruiz Gallardón, Hatchwell es el presidente. La presidencia de honor corresponde a Mauricio Botton, el puesto 158 en la lista anual de los más ricos de El Mundo, que comparte negocios inmobiliarios con la familia Hatchwell.
La cesión de un palacete a la Fundación Hispano Judía
Las relaciones de la Fundación Hispano Judía con la Comunidad de Madrid siguen siendo óptimas. En 2023, el periodista Peio H. Riaño publicaba en El Diario que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso permitía a la FHJ alquilar por 60.000 euros mensuales la subestación eléctrica de la calle Castelló. Se trata de un coqueto edificio diseñado en 1922 por el arquitecto Antonio Palacios que es propiedad de Metro de Madrid. Antes, había fracasado el intento de llevarlo al edificio que fue del Centro Social La Ingobernable de Madrid. El museo es el objetivo de larga data de la Fundación Hispano Judía, entidad de carácter privado de carácter más exclusivo que la Federación de Comunidades Judías de España que, en el pasado, ha defendido que el museo fundamental para entender el legado judío en la península Ibérica es el Museo Sefardí de Toledo. A diferencia de aquel, el centro del Barrio de Salamanca tiene previsto vincular el proyecto museístico con la reivindicación del Estado de Israel “de la tierra prometida a la tierra del futuro”, según el dossier pasado a la prensa.
En cualquier caso, el posicionamiento público de la Fundación Hispano Judía con respecto al exterminio llevado a cabo por Israel desde el 7 de octubre de 2023 ha sido discreto. En su página web solo puede apreciarse en una campaña de donación permanente al Ejército israelí. La clave de la agitación y propaganda es la Asociación y Comunicación sobre Oriente Medio (Acom), que no está vinculada orgánicamente a la FHJ pero con la que comparte vínculos.
El primero, Hatchwell, a quien se le suele atribuir la creación de Acom; el segundo, el despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo. El fundador del mismo, Javier Cremades, es secretario de la Fundación Hispano Judía y otro socio del despacho, Santiago Fierro de Orueta, ejerce de secretario general. Este despacho ha sido en el pasado clave en algunos de los pleitos puestos en marcha por la asociación. La propia página web de Acom tiene como datos de contacto de la asociación el mismo número y planta de la calle Jorge Juan de Madrid en la que se sitúa el despacho Cremades & Calvo Sotelo.
Con una andadura de más de veinte años, Acom ha sido la principal herramienta de batalla cultural del sionismo en España Los datos públicos sobre esta asociación son escasos, si bien Hatchwell es nombrado como su cofundador y Ángel Mas, CEO de la aseguradora Amtrust, ejerce como presidente escribiendo en artículos en medios como Libertad Digital y Voz Pópuli. Mas ha publicado recientemente artículos contra el reconocimiento del Estado palestino por parte del Gobierno de Pedro Sánchez —comparando Palestina con el reino imaginario de Wakanda— y también contra el Partido Popular, después de una moción en la que los conservadores se remiten a los acuerdos de Oslo para establecer “la solución de dos estados encaminada a acabar con el conflicto de Oriente Próximo”.
La asociación, no obstante, es más conocida por sus acciones legales antes que por la prosa de sus comunicados. El 7 de junio, Acom anunciaba la ampliación de una querella por enaltecimiento del terrorismo (art.578 Código Penal) y provocación al terror en la población (art.573 Código Penal) contra la diputada Ione Belarra. En abril, demandó al Ayuntamiento de Barcelona por interrumpir sus relaciones con Israel como consecuencia de los ataques producidos a partir del 7 de octubre. Otras instituciones como la Universidad de Barcelona y la Delegación de Gobierno de Madrid también han sido objeto de acciones o advertencias legales por parte de esta organización.
El triángulo Acom, Disenso, Vox
Uno de los principales objetivos de Acom ha sido la persecución del Movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) y la transposición de los principios de este movimiento a las políticas públicas de distintos Ayuntamientos que, en el pasado, se han convertido o han tratado de convertirse en Espacios Libres de Apartheid (ELAI). La asociación ha ganado más de 80 juicios de estas características, enfocados a neutralizar la acción política —que normalmente se traducía en declaraciones no vinculantes— de los ayuntamientos. Cremades & Calvo Sotelo ha sido el despacho clave en procesos relevantes contra el BDS.
Acom lleva a cabo una intensa actividad tanto en redes sociales como en su página web, con el objetivo de intervenir en la política exterior e interior. La política española respecto al conflicto, según los editoriales publicados por la oposición, forman parte de una “cortina de humo” establecida por Sánchez, que es un “aventurero pirómano de la política” (22/5/2024), un cómplice de Hamás (6/6/2024) y el Gobierno “una anomalía antisemita”. La fusión de los conceptos de antisionismo —una forma de lucha contra una forma de supremacismo, que nació entre la propia comunidad judía— y antisemitismo es constante en sus críticas hacia la izquierda y en la de sus portavoces o exportavoces contra el llamado 'pensamiento woke'.
A diferencia de la Fundación Hispano Judía, Acom ha mostrado desde el inicio sus preferencias políticas, alineándose con Vox en mayor medida que con el Partido Popular y asumiendo parte de la retórica de la extrema derecha internacional. Otra de sus portavoces y miembros conocidos, Rosa Reigia, participó como coordinadora del Foro de Madrid, iniciativa de la Fundación Disenso, que preside Santiago Abascal, organización de la que fue directora de Relaciones Internacionales.
Otro vínculo más conocido entre Acom y Vox es Juan Carlos Girauta, eurodiputado del partido de extrema derecha después de sus coqueteos con el PP y su salida de Ciudadanos. Este verano, los periodistas de Público Emilia G. Morales y Sergio Sangiao publicaron que la declaración de intereses privados del eurodiputado reflejaba que durante dos años cobró un sueldo de mil euros mensuales procedente de Acom y otro de dos mil euros procedente de la Fundación Hispano Judía, en cuyo organigrama aparece como parte del consejo asesor.
El círculo se cierra en la Fundación Disenso con Carlos Bustelo, exministro de Industria con la Unión de Centro Democrático, que ejerce como asesor internacional de esta fundación, a la que Vox ha transferido nueve millones de euros en cinco años, tal y como ha publicado Raquel Ejerique en El Diario. Carlos Bustelo aparece también como miembro de la iniciativa Friends of Israel y compartió con Bardají la creación, en 2010, de la Fundación Friends of Israel Initiative, registrada en el Ministerio de Cultura español.
La influencia de este ecosistema, ideológicamente forjado en el periodo neocon que se rearma en todo el mundo a partir de la guerra de Iraq, es palpable en las líneas editoriales seguidas desde el 7 de octubre de 2023 de medios de comunicación como Voz Pópuli, Libertad Digital, El Debate y Ok Diario. Argumentarios que van desde el derecho de Israel a defenderse, que hablan de la “podredumbre” de la sociedad palestina, sitúan a la ONU como un enemigo fundamental de los valores de occidente —o como espacio privilegiado de lo woke— y, en definitiva, señalan que la única solución es la escalada militar continua.
La ministra de los Verdes alemanes, Annalena Baerbock, se alinea con Israel y justifica sus ataques contra civiles en Gaza y Líbano
Diario Red
Annalena Baerbock, ministra de Exteriores en el Gobierno de Scholz, como cuota del partido verde alemán, se ha convertido en noticia de nuevo estos días por su encendido discurso en el parlamento alineándose una vez más con el genocidio que están perpetrando Netanyahu e Israel y llegando a justificar los ataques a civiles en la región.
"La autodefensa, por supuesto, significa no sólo atacar a los terroristas, sino destruirlos. Por eso dejé tan claro que cuando los terroristas de Hamás se esconden detrás de la gente, detrás de las escuelas, entonces entramos en cuestiones muy difíciles, pero no nos acobardamos. Dejé claro a la ONU que los lugares civiles también pueden perder su estatus de protección porque los terroristas abusan de él. Eso es lo que apoya Alemania y lo que significa para nosotros la seguridad de Israel", ha llegado a afirmar decidida la ministra, tal y como ha recogido en su cuenta de X el medio Descifrando la Guerra.
El discurso de Baerbock, aliada de Sumar en España y candidata a la que Íñigo Errejón mostró su apoyo en las elecciones de 2021, ha sido pronunciado después de que Israel haya recrudecido la escalada en la región con ataques al Líbano llegando a irrumpir por la fuerza con tanques en el cuartel general de las fuerzas de paz de la ONU. Hay que recordar que ya han asesinado en pocas semanas a más de 2.000 personas en Líbano, además de las más de 40.000 personas asesinadas en Palestina. La relatora especial de las Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese ha criticado este discurso de la ministra de los verdes.
Albanese ha expresado en su cuenta de X que le “preocupa profundamente la postura que está adoptando Alemania respecto de Israel/Palestina y sus peligrosas implicaciones y consecuencias”. A su vez, ha señalado que “se debería invitar a la ministra Baerbock a que aporte pruebas de lo que afirma y a que explique cómo la "pérdida del carácter de protección de los bienes civiles" justifica las masacres que está cometiendo Israel en Gaza y en otros lugares”.
“¿Ha decidido Alemania ponerse del lado de un Estado que comete crímenes internacionales? Se trata de una decisión política, pero también tiene consecuencias jurídicas. Ojalá que la justicia prevalezca allí donde la política ha fracasado de forma abominable”, escribía para finalizar la relatora especial de Naciones Unidas reaccionando al discurso de Baerbock.
Quince reglas para discutir el belicismo de Israel
Caitlin Johnstone
Cómo debemos pensar, escribir y hablar de este asunto, ya que Israel nunca bombardea a civiles, sino a terroristas. Si lo criticas significa que odias al pueblo judío
Regla 1: La historia registrada comenzó el 7 de octubre de 2023. Puede que algunas cosas ocurrieran antes de esa fecha, pero nadie recuerda eso.
Regla 2: Cualquier cosa mala que haga Israel está justificada por la Regla 1. Esto es cierto incluso si hace cosas que se considerarían totalmente injustificables si las hiciera una nación como Rusia o Irán.
Regla 3: Israel tiene el derecho a defenderse, pero nadie más lo tiene.
Regla 4: Israel nunca bombardea a civiles, sino a terroristas. Si muere un número escandaloso de civiles es porque en realidad eran terroristas, o porque los terroristas los mataron, o porque un terrorista se les acercó demasiado. Si ninguna de esas razones aplica, entonces es por alguna otra razón misteriosa que todavía estamos esperando que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) investiguen.
Regla 5: Criticar cualquier cosa que haga Israel significa que odias al pueblo judío. No hay ninguna otra razón por la que alguien pueda oponerse a que se lancen explosivos militares sobre zonas repletas de niños que no sea un odio obsesivo e hirviente hacia una pequeña fe abrahámica de 13 millones de personas en todo el mundo.
Regla 6: Nada de lo que hace Israel es nunca tan malo como las odiosas críticas descritas en la Regla 5. Criticar sus acciones siempre es peor que los propios actos de Israel, porque esos críticos odian a los judíos y desean cometer otro holocausto. Evitarlo debe consumir el 100% de nuestra energía y atención políticas.
Regla 7: Israel nunca puede ser el victimario, solo puede ser la víctima. Si ataca Líbano, es porque Hezbolá lo atacó sin provocación alguna mientras él se ocupaba inocentemente de sus asuntos intentando cometer un pequeño genocidio en paz. Si la gente protesta contra su bombardeo a ciudades enteras hasta convertirlas en polvo, entonces Israel es la víctima porque las protestas hicieron que sus partidarios se sintieran tristes.
Regla 8: El hecho de que Israel esté literalmente siempre en estado de guerra con sus vecinos y con las poblaciones indígenas desplazadas a la fuerza debe interpretarse como prueba de que la Regla 7 es cierta, en lugar de probar que la Regla 7 es una tontería ridícula.
Regla 9: Las vidas árabes son mucho, mucho menos importantes para nosotros que las vidas occidentales o israelíes. Nadie tiene permitido pensar demasiado en por qué puede ser así.
Regla 10: Los medios de comunicación siempre dicen la verdad sobre Israel y sus diversos conflictos. Si dudas de esto, es probable que estés violando la Regla 5.
Regla 11: Las afirmaciones infundadas que retratan a los enemigos de Israel bajo una luz negativa pueden ser reportadas como noticias objetivas sin ninguna comprobación de los hechos o calificaciones, mientras que los registros ampliamente probados de la criminalidad israelí deben ser reportados con extremo escepticismo y calificativos dudosos como "Líbano dice" o "según el Ministerio de Salud dirigido por Hamás". Esto es importante porque, de lo contrario, te pueden acusar de propagandista.
Regla 12: Israel debe seguir existiendo en su forma actual, cueste lo que cueste y muera la gente que muera. No hay necesidad de presentar ninguna razón lógica o moralmente fundamentada de por qué esto es así. Si no estás de acuerdo con esto, lo más probable es que estés infringiendo la Regla 5.
Regla 13: El gobierno de EEUU nunca ha mentido sobre nada y siempre está en el lado correcto de todos los conflictos.
Regla 14 (solo para estadounidenses): Nada de lo que ocurra en Asia Occidental es tan urgente o significativo como lo es asegurarse de que la persona correcta gane las elecciones presidenciales de EEUU. Ignora cualquier hecho inconveniente que te distraiga de esta misión de importancia sin precedentes.
Regla 15: Hay que proteger a Israel porque es el último bastión de la libertad y la democracia en Asia Occidental, por muchos periodistas que tenga que asesinar, por muchas instituciones de prensa que tenga que cerrar, por muchas protestas que sus partidarios tengan que desmantelar, por mucha libertad de expresión que tenga que eliminar, por muchos derechos civiles que tenga que borrar y por muchas elecciones que sus grupos de presión tengan que comprar.
caitlinjohnstone.com.au. Traducción para Misión Verdad de Spoiler.
Tomado de La Haine.
El modo occidental de hacer la guerra: La apropiación de la narrativa triunfa sobre la realidad
Alastair Crooke
La propaganda y las fintas bélicas son tan antiguas como el mundo. No son nada nuevo. Pero lo que sí es nuevo es que la guerra de la información ya no es un complemento de objetivos bélicos más amplios, sino que se ha convertido en un fin en sí mismo.
Occidente ha llegado a considerar que "apropiarse" del relato ganador -y presentar el del Otro como torpe, disonante y extremista- es más importante que enfrentar los hechos sobre el terreno. Apropiarse del relato ganador es ganar, según esta visión. La "victoria" virtual, por lo tanto, triunfa sobre la realidad "real".
De este modo, la guerra se convierte más bien en el escenario para imponer un alineamiento ideológico a lo largo de una amplia alianza global y hacerlo cumplir mediante medios de comunicación complacientes.
Este objetivo goza de mayor prioridad que, por ejemplo, garantizar una capacidad de fabricación suficiente para sostener objetivos militares. La creación de una "realidad" imaginada ha tenido prioridad sobre la conformación de la realidad sobre el terreno.
El punto aquí es que este enfoque -al ser una función del alineamiento de toda la sociedad (tanto en el país como en el extranjero)- crea trampas en falsas realidades, falsas expectativas, de las cuales una salida (cuando se vuelve necesaria) se vuelve casi imposible, precisamente porque el alineamiento impuesto ha osificado el sentimiento público. La posibilidad de que un Estado cambie de rumbo a medida que se desarrollan los acontecimientos se ve limitada o se pierde, y la lectura precisa de los hechos sobre el terreno vira hacia lo políticamente correcto y se aleja de la realidad.
El efecto acumulativo de una "narrativa virtual ganadora" conlleva, no obstante, el riesgo de deslizarse progresivamente hacia una "guerra real" involuntaria.
Ucrania "lleva la guerra a Rusia"
Tomemos como ejemplo la incursión orquestada y equipada por la OTAN en la simbólicamente significativa región de Kursk. En términos de una "narrativa ganadora", su atractivo para Occidente es obvio: Ucrania "lleva la guerra a Rusia".
Si las fuerzas ucranianas hubieran logrado capturar la central nuclear de Kursk, o tan siquiera la ciudad, habrían tenido una importante moneda de cambio y bien podrían haber desviado fuerzas rusas de la "línea" (del frente) ucraniana en constante colapso en el Donbass.
Y para colmo (en términos de guerra de información), los medios occidentales estaban preparados y alineados para mostrar al presidente Putin como "congelado" por la incursión sorpresa y "tambaleándose" por el miedo de que el público ruso se volviera contra él en su ira por la humillación.
Bill Burns, director de la CIA, opinó que "Rusia no haría concesiones en relación con Ucrania hasta que se pusiera a prueba la confianza excesiva de Putin y Ucrania pudiera mostrar su fuerza". Otros funcionarios estadounidenses añadieron que la incursión en Kursk, por sí sola, no llevaría a Rusia a la mesa de negociaciones; sería necesario ampliar la operación Kursk con otras operaciones audaces (para sacudir la sangre fría de Moscú).
Por supuesto, el objetivo general era mostrar a Rusia como frágil y vulnerable, en línea con la narrativa de que, en cualquier momento, Rusia podría resquebrajarse y dispersarse en pedazos, dejando a Occidente como ganador, por supuesto.
En realidad, la incursión en Kursk fue una gran apuesta de la OTAN: implicó hipotecar las reservas militares y los blindados de Ucrania, como fichas en la mesa de la ruleta, como una apuesta a que un éxito efímero en Kursk trastocaría el equilibrio estratégico. La apuesta se perdió y las fichas se perdieron.
En pocas palabras, el caso Kursk ejemplifica el problema que tiene Occidente con las "narrativas ganadoras": su defecto inherente es que se basan en el emotivismo y evitan la argumentación. Inevitablemente, son simplistas. Su único objetivo es fomentar una alineación común de "toda la sociedad". Es decir, los principales medios de comunicación, las empresas, las agencias oficiales, las ONG y el sector de la seguridad deberían adherirse a la oposición a todos los "extremismos" que amenacen "nuestra democracia".
Este objetivo, por sí mismo, dicta que la narrativa sea poco exigente y relativamente no polémica: "Nuestra democracia, nuestros valores y nuestro consenso". La Convención Nacional Demócrata de EEUU, por ejemplo, adopta la "alegría" (repetida sin cesar), "avanzar" y "oponerse a lo raro" como declaraciones clave. Son banales; sin embargo, estos memes obtienen su energía e impulso, no tanto por el contenido, sino por el entorno deliberado de Hollywood que les da ostentación y glamour.
No es difícil ver cómo este espíritu de la época unidimensional puede haber contribuido a que EEUU y sus aliados interpretaran erróneamente el impacto que la "audaz aventura" de Kursk tuvo sobre los rusos comunes.
Occidente va a por Rusia
"Kursk" tiene historia. En 1943, Alemania invadió Rusia en Kursk para desviar la atención de sus propias pérdidas, y Alemania finalmente fue derrotada en la Batalla de Kursk. El regreso del equipo militar alemán a los alrededores de Kursk debe haber dejado a muchos boquiabiertos; el actual campo de batalla alrededor de la ciudad de Sudzha (cerca de la frontera con Ucrania y a unos 150 km de Kursk) es precisamente el lugar donde, en 1943, los ejércitos soviéticos 38 y 40 se prepararon para una contraofensiva contra el 4.º Ejército alemán.
A lo largo de los siglos, Rusia ha sido atacada de diversas formas en su flanco vulnerable desde Occidente, y más recientemente por Napoleón y Hitler. No sorprende que los rusos sean sumamente sensibles a esta sangrienta historia. ¿Bill Burns y compañía pensaron en esto detenidamente? ¿Se imaginaron que la invasión de Rusia por parte de la OTAN haría que Putin se sintiera "desafiado" y que, con un empujón más, se rendiría y aceptaría un resultado "congelado" en Ucrania, con el ingreso de este último país a la OTAN y la entrega de las nuevas provincias y de Crimea? Tal vez lo hayan pensado.
En definitiva, el mensaje que enviaron los servicios occidentales fue que Occidente (la OTAN) va a por Rusia. Este es el significado de elegir deliberadamente Kursk. Leer las runas del mensaje de Bill Burns dice que hay que prepararse para la guerra con la OTAN.
Para que quede claro, este género de "narrativa ganadora" en torno a Kursk no es ni engaño ni finta. Los Acuerdos de Minsk fueron ejemplos de engaño, pero eran engaños basados en una estrategia racional (es decir, eran históricamente normales). Los engaños de Minsk tenían como objetivo ganar tiempo para Occidente para avanzar en la militarización de Ucrania, antes de atacar el Donbass. El engaño funcionó, pero sólo al altísimo precio de una ruptura definitiva de la confianza entre Rusia y Occidente. Los engaños de Minsk también aceleraron el fin de la era de 200 años de occidentalización de Rusia.
Kursk, en cambio, es un tema diferente. Se basa en las nociones del excepcionalismo occidental. Occidente se percibe a sí mismo como alguien que se está moviendo hacia "el lado correcto de la Historia". Las "narrativas ganadoras" afirman esencialmente -en formato secular- la inevitabilidad de la Misión escatológica occidental para la redención y convergencia global. En este nuevo contexto narrativo, los hechos sobre el terreno se convierten en meros irritantes y no en realidades que deben tenerse en cuenta.
Éste es su talón de Aquiles.
"Extremismo" en conflicto con "Nuestra Democracia"
Sin embargo, la convención demócrata en Chicago subrayó una preocupación adicional: Así como el Occidente hegemónico surgió de la era de la Guerra Fría, moldeado y vigorizado a través de la oposición dialéctica al comunismo (en la mitología occidental), así vemos hoy un "extremismo" (pretendidamente) totalizador (ya sea del modo MAGA; o de la variedad externa: Irán, Rusia, etc.) - planteado en Chicago en una oposición dialéctica hegeliana similar a la anterior, capitalismo versus comunismo; pero en el caso de hoy es "extremismo" en conflicto con "Nuestra Democracia".
La tesis narrativa de la Convención Nacional Demócrata de Chicago es en sí misma una tautología de diferenciación identitaria que se presenta como "unión" bajo una bandera de diversidad y en conflicto con la "blancura" y el "extremismo". El "extremismo" se presenta claramente como el sucesor de la antigua antítesis de la Guerra Fría: el comunismo.
Es posible que en la "trastienda" de Chicago se esté pensando que una confrontación con el extremismo -en sentido amplio- volverá a producir, como ocurrió en la era posterior a la Guerra Fría, un rejuvenecimiento estadounidense. Es decir, que un conflicto con Irán, Rusia y China (de una manera diferente) podría entrar en la agenda. Las señales reveladoras están ahí (además de la urgente necesidad de Occidente de reestructurar su economía, algo que la guerra suele proporcionar).
Sin duda, la maniobra de Kursk les pareció inteligente y audaz a Londres y Washington. Pero ¿con qué resultado? No logró ni el objetivo de tomar la central nuclear de Kursk ni el de desviar tropas rusas de la línea de contacto. La presencia ucraniana en la región de Kursk será eliminada o ya lo fue.
Pero lo que sí hizo fue poner fin a todas las perspectivas de un eventual acuerdo negociado en Ucrania. La desconfianza de Rusia hacia EEUU es ahora absoluta y ha hecho que Moscú esté más decidido a llevar a cabo la operación especial hasta su conclusión. El equipo alemán visible en Kursk ha despertado viejos fantasmas (no sólo en Putín y sus ministros: campesinos de Kursk apoyaban con sus escopetas de caza a las tropas rusas) y ha consolidado la conciencia de las hostiles intenciones occidentales hacia Rusia. "Nunca más", es la respuesta tácita.
Fondo de la Cultura Estratégica. Traducido para www.nodo50.org/ceprid por María Valdés
Tomado de La Haine
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