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Tortuga Antimilitar
Un anillo para gobernarlos a todos (III): Adoctrinamiento
Texto del libro de Pablo San José "El Ladrillo de Cristal. Estudio crítico de la sociedad occidental y de los esfuerzos para transformarla", de Editorial Revolussia.
Ver también:
Un anillo para gobernarlos a todos (I): ¿Qué es el poder?
Un anillo para gobernarlos a todos (II): Coacción
Adoctrinamiento
Cuando, siguiendo las teorías de los sociólogos que hemos nombrado en este capítulo, hablamos de autorreproducción de la sociedad, algo que sucede con carácter universal, cabe distinguir entre una forma espontánea y más o menos inconsciente de que ello suceda y otra, programada y consciente. A esta segunda, sin ánimo peyorativo y por entendernos, le vamos a llamar «adoctrinar». La distinción no deja de ser ambigua y hay numerosos patrones transmitidos que se nos quedan entre dos aguas. Casi cabría hablar de una gradación, más que de una dicotomía.
Las personas que habitan una zona determinada, por poner un ejemplo, además del mismo idioma, comparten una serie de modismos léxicos y fonéticos. Se entiende que no hay un proyecto deliberado ni consciente por parte de nadie para que todo el mundo termine hablando con el mismo acento. Que, también por ejemplo, en los pueblos de interior del País Valencià, haya un porcentaje alto de personas con formación en música clásica, y que este tipo de arte forme parte de la tradición popular, manteniendo cierta adhesión de la juventud, podría decirse, es algo que se transmite, tanto por ambiente, como por decisión deliberada de los miembros de la colectividad (de muchos de ellos) de educar a sus hijos en tal disciplina y mantener viva la tradición —por ejemplo, participando en la banda local o en la colla de dolçainers— de forma voluntarista. Podríamos nombrar muchos casos de este tenor. Es decir, los padres, y con ellos la sociedad toda, educan a los nuevos miembros, sumando una transmisión de datos espontánea e inconsciente a un proyecto educativo objetivo y reconocible. En ese segundo empeño cabe considerar que, a su vez, esos padres no son del todo libres y no dejan de estar reproduciendo un patrón que ellos mismos han recibido de forma externa. Verbigracia, es habitual que los progenitores del momento actual con un mínimo de nivel cultural, con pocas excepciones, tengan decidido que sus hijos deberían llegar a estar dotados de estudios superiores. Incluso la mayoría de quienes tienen profesiones liberales o negocios que podrían proponer como medio de vida a sus vástagos. Es de creer que hay algún tipo de instancia externa a cada una de estas personas que logra que todas ellas, o la gran mayoría, decidan que sus hijos han de completar ese ciclo estudiantil que les mantiene en fase de formación académica casi hasta que les salen canas.
Podría decir que todo esto no tiene mucho que ver con el poder, ya que es una transmisión cultural particular, familiar... Pero, desde que Foucault afirmó que el poder es una suerte de relaciones dinámicas y cambiantes en red, cabe sospechar de cada una de estas realidades, sobre todo cuando se convierten en tendencia dominante. La idea de todo este párrafo es sugerir que el señor de los anillos aprovecha los mecanismos de educación particulares —apunto a mi hijo a karate, lo hago socio del Hércules, le abro una cartilla bancaria, lo inflo a regalos en navidad— para subrogar sutilmente algunos de sus mecanismos de doctrinar.
Y, yendo más lejos del adoctrinamiento desde la propia familia —lo que llamamos educación—, el poder concentrado en la era contemporánea ha tendido a desarrollar mecanismos específicos para educar a las masas que gobierna en aquellos conceptos que son de su conveniencia. En no pocas ocasiones, sustituyendo a la propia institución familiar. Siendo yo antimilitarista, mi hijo de cinco años arguye que la policía es buena ya que encarcela a los delincuentes y que los bancos, asimismo, lo son porque le dan dinero a la gente. Al comentarle que también dejan a personas sin casa, me responde que no pasa nada, porque «eso lo arregla el alcalde». El sistema —y los dibujos animados— funcionan. Este adoctrinamiento se realiza de forma consciente y no tanto por automatismos, si bien no siempre se declara públicamente la intención. En ocasiones de forma programada, como los planes de estudio escolares, y en otras de forma espontánea, como las campañas publicitarias, las cuales, teniendo como objetivo la promoción de un producto concreto, subsidiariamente educan en ciertos valores —el consumismo, el estar a la moda, la fe en el progreso tecnológico o la codicia, verbigracia— de gran interés para el poder, en este caso económico.
Más allá del programa educativo consciente que los padres dan a sus hijos en toda sociedad, podría decirse que la primera forma de adoctrinamiento directamente vinculada al poder establecido la encontramos en la religión: el chamán que inicia a su aprendiz en los misterios arcanos, el niño o neófito que recibe su catequesis, el clérigo que se preparara para desempeñar su función. En el mundo preilustrado participar del monopolio del saber religioso proporcionaba prestigio, el cual, a menudo, se traducía en poder político. Así, veremos con frecuencia a las cúpulas de las diferentes instituciones religiosas coaptadas por los gobernantes y puestas a su servicio (en ocasiones es la propia institución religiosa la que se hace con las riendas del poder ejecutivo). La religión en esas sociedades constituye una forma de comprender la existencia que todos comparten. Quienes administran sus liturgias, a su vez, gozan de un gran respeto por parte de la colectividad. «Capital simbólico», que diría Bourdieu, que puede hacer mucho por el poder. Puede legitimarlo: «por la gracia de Dios» lo han sido no pocos gobernantes. También puede educar al pueblo en la aceptación del status quo, dándole al mismo el marchamo de «voluntad divina», y a su desafío el de «pecado». Las fórmulas pedagógicas y sus recursos teóricos, los discursos, han sido variados a lo largo de la historia. En nuestro caso es conocida la homilética que la iglesia católica dedicó durante años a apuntalar el franquismo. Otro interesante ejemplo que podríamos nombrar es el de los césares romanos convirtiendo su propia efigie en un dios más a adorar en el panteón. Idea que, y por eso me parece interesante, ha sido utilizada también por algunas religiones de la modernidad, como el marxismo político —el cual no deja de ser una escatología historicista—, dando lugar a formidables dogmáticas y al culto a la personalidad de sus principales líderes. O la mitomanía hacia los iconos del consumismo capitalista, que también es una neta expresión espiritual. Conviene decir que la religión es una realidad sumamente compleja que sería reduccionista definir como mera fórmula de ejercicio del poder o apéndice del mismo. De hecho, en no pocas ocasiones, el propio poder ha sido señalado y combatido por grupos sociales que lo hacían impulsados por su espiritualidad religiosa compartida.
A partir de la Ilustración y la revolución liberal, el poder económico y político controlado por la burguesía dispondrá de una vanguardia intelectual que, como explicábamos en otro capítulo, reflexionará sobre el modelo social a la luz de la nueva cosmovisión de la modernidad cientificista. Uno de los frutos de tal esfuerzo de pensamiento será la idea de la necesidad de educar a las masas iletradas. La coartada es liberarlas de la ignorancia. La realidad es que la instrucción social reglada que se va a acometer mediante la institución de la escuela obligatoria, se convertirá desde el primer momento en una magnífica herramienta de troquelar el pensamiento. El guardabosques comienza a transformarse en jardinero. Con las letras y los números se transmite todo lo demás: desde el respeto reverencial a las nuevas instituciones políticas y económicas, hasta la adhesión patriótica a los nuevos estados. La escuela, institución de la modernidad ilustrada por excelencia, es tan poderosa como medio adoctrinador que, en ocasiones, alcanza a minorizar idiomas, desplazar creencias religiosas y deslegitimar modos de vida tradicionales. Su potencial de modelar el pensamiento colectivo se fundamenta en su carácter universal (todas las personas de la sociedad pasan por ella y permanecen largos años bajo su influjo), obligatorio (el absentismo está legalmente proscrito) y unívoco: no hay alternativa; «pública» o privada, empleando unos u otros sistemas pedagógicos, lo sustancial del cuerpo ideológico a transmitir es el mismo en todas las escuelas y se encuentra férreamente controlado por la institución estatal. En cada momento y lugar, sea la escuela franquista, la de la Logse o la de la China de Mao, los colegios fabricarán ciudadanos convencidos de lo inexorable del sistema en que viven. Cual si fuesen píldoras, la escuela introducirá los conceptos a los que cabe adherirse en mentes en formación y del todo manipulables. A veces de forma burda: véase la asignatura de «educación para la ciudadanía», auténtico sustituto y adaptación de la antigua «formación del espíritu nacional», o los contenidos sobre política de las asignaturas de ciencias sociales. Pero, en general, de forma harto más sutil. El poder, por ejemplo, decide en qué tipo de aprendizajes ha de formarse la población: en nuestro caso cuestiones conceptuales, científicas, utilitaristas (8). Siempre orientadas a la eficiencia dentro del mercado laboral asalariado. Y no se educa (o se hace residualmente), verbigracia, para desarrollar capacidades manuales, emocionales, relacionales etc. Y aunque, últimamente, algunas pedagogías (Montessori, inteligencias múltiples de Gardner, Waldorf, pedagogía libertaria...) tratan de salir al paso de esta descompensación, en realidad, al aplicarse por lo común en edades muy precoces, siendo sustituidas progresivamente por el sistema «clásico» a lo largo del proceso educativo, más me resultan, en su conjunto, una especie de lavado de cara. Pedro García Olivo es sumamente crítico con estas pedagogías «alternativas», a las que tacha de simple disfraz legitimador. En su opinión, cualquier sistema pedagógico que segregue, aunque sea de forma horaria, a niños y jóvenes de su familia y comunidad cercana (única instancia a la que reconoce la facultad y el derecho de educar) para recluirlos en centros en los que se les administra una formación pautada, solo por tal circunstancia, es agente destructor de la comunidad, del pueblo, y fortalecedor del poder estatal. Opino lo mismo. Otra disquisición será a ver qué hacemos con nuestros hijos en un contexto en el que todo lo que tenga que ver con pueblo, comunidad y aun familia, está en vías de desaparición, cuando no desaparecido por completo.
Me voy del tema. Cierto es que la escuela enseña la perfectibilidad de nuestra democracia, con su impecable sistema bicameral, su soberanía popular, su monarquía garante y sus fuerzas armadas comprometidas con la paz, y orienta las inquietudes de conocimiento de los alumnos hacia la trigonometría, el dibujo técnico y el inglés. Pero estas cuestiones no son las más importantes a la hora de implantar masivamente en la mente de los sujetos los datos sociales que el sistema desea reproducir. La escuela, de principio a fin, desde el nivel preescolar al universitario, es un panóptico: un inmenso campo de concentración murado (y hasta la parte secundaria del sistema educativo, cerrado con llave), sometido a normas y pautas de disciplina. Y a vigilancia: de los expedientes académicos —¿progresa o no el sujeto «adecuadamente»?— y de los comportamientos. Todos vigilan a todos: el profesor a sus alumnos (el inspector a los profesores), los alumnos entre sí —¿quién no se ha sentido escrutado por el resto de su clase en el instituto?— y, por último, tal como colegía Bentham, cada cual a sí mismo: ¿estoy a la altura del grupo, a la altura de lo que se espera de mi, aprobaré...? En ningún lugar, quizá ni en una prisión, es vigilado tan íntima y personalizadamente un individuo. Hasta psicólogos circulan por los pasillos. El sistema del examen, por ejemplo, denostado desde hace mucho en cuanto a su capacidad para interiorizar conocimientos, es un simple mecanismo de vigilancia. A dos bandas: la obligación de aprobar el examen exige al alumno, apremiado por fuertes emociones negativas como el miedo o la ansiedad, la permanente revisión de su grado de preparación. No solo eso. Habrá de plantearse también su propia actitud; si estudia lo suficiente, si «pierde» o no el tiempo haciendo otras cosas. A su vez, el examen es la mirilla a través de la cual el estudiante es permanentemente observado tanto por el profesor como, también, por sus padres que tanto esperan de él. Y, a través de ellos, por toda la sociedad (9). El alumno, siempre sometido a la autoridad jerárquica del profesorado, que es moral, intelectual y disciplinaria, lo está también a todo un ritual de normas colectivas de obligado cumplimiento. Cual si fuera un cuartel —con silbatos o con relajantes melodías transmitidas por altavoces— todos a una entran, salen, se sientan ordenadamente, guardan silencio, comparten menú por turnos. Se ponen uniformes en algunos casos. Después de largos años de singladura surcando las diferentes fases del recorrido que dan en llamar «educativo», la persona resultante ha interiorizado a la perfección los esquemas mentales precisos para el sometimiento felizmente adaptado a la rueda que gira inexorable. Este proceso, en sociología, se conoce con el nombre de «normalización».
Mención propia merece la universidad, lugar que, reuniendo todas las características anteriormente enunciadas, funciona asimismo como sede del monopolio del conocimiento. En una sociedad de la modernidad, el conocimiento y la forma de conocer —la epistemología— se rigen por parámetros científicos. Y la ciencia, una nueva religión también, tiene su templo en la universidad. No es posible, o resulta difícil en extremo, disentir o contraponer una verdad diferente a la proclamada desde el ámbito universitario. En cualquier disciplina. Foucault, Bourdieu o el mismísimo García Calvo difícilmente hubieran encontrado lectores para sus diatribas sobre el poder si no las hubieran redactado desde el prestigio de una cátedra universitaria. A sueldo de ese mismo poder, añado. Bookchin, Arendt, Sennet y algunos otros reputados pensadores cuyos trabajos estoy utilizando como inspiración en este ensayo, reconocen haber escrito sus obras principales gracias a la «liberación» laboral obtenida merced al patrocinio económico de la universidad y de otras «filantrópicas» instancias empresariales. El llamado «pensamiento único» que el sistema pone en circulación de forma variada —por ejemplo mediante la labor de los medios de comunicación—, tiene en la universidad su principal anclaje. Precisamente por la aureola de respetabilidad, afectación y superioridad con que se reviste artificialmente a la institución y que baña en general todo el mundo académico. Y otras instancias de similar importancia para el poder: la judicatura, por ejemplo. Tal circunstancia, que podríamos atribuir, quizá, más a la faceta de «seducción» de la dominación, no deja de tener su capacidad adoctrinadora, al constituir una especie de cauce para el pensamiento, un límite a partir del cual lo reflexionado se convierte en extravagante y minoritario.
El otro gran sistema adoctrinador que nos queda por revisar es el de los medios de comunicación de masas. Herramienta sinuosa y sofisticada, que se adapta a diferentes fórmulas y responde a diversas funciones. Se han escrito ríos de tinta sobre la capacidad adoctrinadora de este medio y yo voy a tratar de ser breve aquí. La producción de verdades —según Foucault es el poder quien crea la verdad; de hecho la «verdad» que el poder es capaz de repetir hasta que la gente se la cree es lo que constituye «lo existente»— es cuestión de capital importancia para el mantenimiento del orden social. Ya en la Edad Media reyes y papas empleaban edictos y bulas para recordar a sus súbditos cual era la lectura de las cosas a la que debían adherirse; generalmente cuestiones de legitimidad sobre quién detentaba el trono. Sobre cuál era la religión verdadera y cuál la falsa algo más tarde, en tiempos de la Reforma.
Es en la era contemporánea cuando aparecen los primeros sistemas permanentes de comunicación entre el poder —sobre todo en su dimensión económica— y las masas gobernadas. Así, la prensa escrita, a partir de la Enciclopedia, que es una especie de revista distribuida por fascículos, junto con el conocimiento ilustrado, será órgano de expresión de las ideas liberales. Ideas que se enuncian tal cual, en formato de opinión y de ensayo, o como enfoques o puntos de vista concretos a la hora de narrar e interpretar la actualidad noticiable. Tal cosa no ha evolucionado apenas a lo largo de los siglos y hoy, a mi parecer, sigue teniendo una mayor potencia manipuladora el tratamiento que los medios de comunicación dan a la actualidad, que la expresión directa de puntos de vista cerrados. Por ejemplo: aquello de lo que los medios de comunicación no hablan, por muy trascendente que sea, simplemente no existe; aquello de lo que hablan día y noche, sea o no importante para la vida material del público, acabará constituyéndose en centro de sus preocupaciones. A ello cabe añadir el sesgo periodístico; la valoración subjetiva del hecho que es deslizada por el periodista o el medio al transmitir la información. Cuando estas cosas se realizan masiva y sistemáticamente, de forma automática generan, ayer y hoy, estados de opinión (10). La mentira repetida mil veces se convierte en verdad, se decía. Podemos añadir que la verdad de la que nadie habla, desaparece. No es de extrañar que todo poder, político y económico, también de ayer y de hoy, trate de dotarse de tribunas (periódicos, radios, televisiones, plataformas de internet) desde donde proyectar su discurso manipulador. Basta una simple aproximación a los principales medios de comunicación de la actualidad para comprobar cómo el sistema de poder político usa y abusa de ellos. Cómo noticiarios y tertulias se ven inundados por la promoción incesante de sus principales protagonistas, Cómo éstos, desarrollando pedagogías cuidadosamente planificadas, exponen, mienten, manipulan, retuercen el análisis de la realidad; todo ello con la profusión que sea requerida para lograr el objetivo de moldear los estados generales de opinión. La omnipresencia de este tipo de personajes en los medios, con sus discursos permanentemente impostados, y las artificiosas polémicas que escenifican entre ellos, terminan por acostumbrar a la audiencia a la dinámica de la posverdad: sea la coartada para bombardear un país, sea la convicción de que es necesario endurecer las leyes y encarcelar a los disidentes. La gente termina por interiorizar, tanto los propios mensajes, como la forma de construirlos. Al final del proceso queda poco de verdad, valor que, en realidad, no interesa a nadie; sólo hay distintas formas de ver las cosas vinculadas a cada trinchera: simples y cerrados ataques y defensas del punto de vista con el que cada cual se ha comprometido.
Un ejemplo muy ilustrativo es el de la promoción del «discurso del miedo». Es sabido que la amenaza exterior une a la colectividad. Si, además, es una amenaza capaz de introducir un cierto vector de inseguridad, ello redundará en que esa unión se haga en torno a las propias instituciones, las cuales resultarán así fortalecidas. Es un mecanismo sencillo y de utilización añeja. Así, el poder, especialmente en tiempos de crisis, estará interesado en la promoción de amenazas, imaginarias o reales, pero descompensadas estas últimas en cuanto a trascendencia o peligrosidad con respecto a la atención mediática que se les concede, en comparación con otros riesgos que afectan a la colectividad. Siempre hay un chivo expiatorio o un Fu Manchú al que señalar: cuando no es ETA, es Bin Laden o el terrorismo yihadista. Incluso la meteorología se utiliza recurrentemente como causa de incertidumbre. Naomí Klein analiza un poco más el mecanismo. En su obra «La doctrina del shock» (2007), relaciona la terapia psiquiátrica llamada «de choque» con la capacidad de los poderes económicos neoliberales para imponer medidas impopulares aprovechando estados masivos de miedo, de conmoción y de confusión inducidos por el tratamiento mediático de amenazas y catástrofes.
A día de hoy, la gran mayoría de las personas de la sociedad pasan muchas horas de su jornada expuestas al bombardeo mediático. Ello está en perfecta consonancia con la magnitud y robustez de los consensos en circulación, incluso generados o transformados de un día para otro: de nuevo el pensamiento único (11). Ya lo advertía Pier Paolo Pasolini en «Escritos corsarios» (1975): «Con la televisión, el Centro ha igualado todo el país, tan diverso por su historia y tan rico en culturas originales. Ha emprendido una labor de homologación destructora de la autenticidad y la concreción. Ha impuesto, como decía, sus modelos, los de la nueva industrialización que ya no se conforma con un hombre que consume y pretende que las ideologías distintas de la del consumo sean inconcebibles.» Por si alguna gota le faltaba al vaso para colmarse, hoy el público no es mero receptor de los mensajes que le hace llegar el poder mediante la prensa escrita, la radio o la televisión: ahora todos colaboran en difundir y amplificar mediáticamente esas ideas, «rebotándolas» en las llamadas «redes sociales» de internet: la capacidad de altavoz de la barra del bar o la tertulia doméstica elevada a la enésima potencia. Hecho que no redunda en un mayor grado de conocimiento, sino en todo lo contrario. «La masa de información no engendra ninguna verdad», alerta Han. «Cuanta más información se pone en marcha tanto más intrincado se hace el mundo. La hiperinformación y la hipercomunicación no inyectan ninguna luz en la oscuridad.»
Cabe hablar también de la publicidad, del marketing: una disciplina —la de cómo engañar y determinar el comportamiento de los individuos que conforman la masa— que se ha convertido en verdadera ciencia; es incluso materia de estudio en las universidades. La mercadotecnia puede estar al servicio de la política y ser el propio estado o sus instituciones secundarias (como los partidos políticos) quienes la utilicen. El ejemplo paradigmático es Joseph Goebbels, el ministro nazi de propaganda que, por formar parte del bando perdedor, ha pasado a la historia como un gran villano, a pesar de que sus métodos comunicativos han sido una y otra vez replicados por los vencedores. Hoy observamos que una buena parte del espacio de los medios de comunicación está dedicado a la publicidad de las instituciones, especialmente la de aquéllas, como los partidos y sus líderes carismáticos, que más contribuyen a sostener el andamiaje de la ficción democrática. Así, no solo los informativos tienen en este tipo de realidad, por encima de casi cualquier otra, su principal foco de atención. Los medios están plagados de espacios —foros, tertulias, debates— dedicados a la promoción de las instituciones políticas del sistema. Sólo el fútbol —los circenses— les hace sombra como centro de atención. Por otra parte está la promoción comercial de la sociedad de consumo. Ya decíamos arriba cómo los anuncios publicitarios, más allá de promover la venta de un producto determinado, educan a la sociedad en valores. Por ejemplo, hace años que la ONCE dejó de emplear el valor «solidaridad con las personas discapacitadas» a la hora de promocionar su lotería. Hoy solo habla de las ventajas de convertirse en multimillonario. Individualismo/gregarismo, exclusividad, lujo, hedonismo... son valores que todos los días propone la publicidad como referencia contribuyendo no poco a su «normalización». Pero el principal proyecto de esta comunicación es el consumo en sí: reducir a la persona al mero rol de consumidor. Hablaremos de ello más adelante.
Hay también un «anti-adoctrinamiento», que viene a consistir en el esfuerzo de sectores sociales minoritarios más o menos conscientes de su propia identidad de tratar de combatir la ideología dominante, la violencia simbólica de que hablaba Bourdieu. Ésta se parece mucho a lo que Antonio Gramsci (1891-1937), un pensador y militante histórico del comunismo italiano cuya obra se pone periódicamente de moda entre cierta izquierda, llamaba «hegemonía». Recordemos que la visión marxista dictaminaba que la superación del modelo social se llevaría a cabo por causalidades económicas. Sin embargo, a partir de Lenin, no pocos marxistas comienzan a considerar la dimensión cultural de la sociedad, lo que Marx llamaba «superestructura», como un campo de batalla a tener en cuenta. Gramsci, inspirándose en Lenin (y también en Maquiavelo), se dio cuenta, antes que Foucault y Bourdieu, de la importancia de la generación e inyección de pensamiento al colectivo para el mantenimiento del orden social y económico. Analizó la forma en que la clase burguesa dominante detenta su control ideológico-cultural sobre la población (la hegemonía), llegando a la conclusión de que una buena parte de su éxito se fundamenta en el recurso de ocultar la realidad. Por ejemplo, el antagonismo de las relaciones económicas. Es decir, se basa en la mentira y la manipulación. Ante ello planteó la necesidad de que un grupo consciente y organizado, verdadero representante de los intereses de la clase proletaria subyugada, fuese capaz de generar un pensamiento compartido (sistemas de creencias y valores, moral, costumbres, interpretaciones de la realidad etc.) alternativo al burgués. Éste debería aglutinar en su derredor a una amplia mayoría social, logrando así una nueva hegemonía, esta sí, la buena y justa.
Gramsci entendía que, si se quiere desafiar la hegemonía burguesa, es preciso arrojar luz sobre sus falsedades y ocultamientos. Y, en coherente consecuencia, también se necesita que el nuevo discurso hegemónico proletario no incurra en esos mismos vicios. Loable intención que, como es conocido, no fue de especial aplicación en los estados nominalmente comunistas del siglo XX. Como, por otra parte, constituirse en organización tipo think tank o lobbie, para reflexionar sobre las mentiras del poder, elaborar discursos contrahegemónicos, y practicar tácticas —contrainformación, cartelería, conferencias, mítines, concentraciones y manifestaciones, acción directa...— para intentar hacer llegar a la población estos puntos de vista, sale más barato que organizar revoluciones, a ello se ha dedicado mayoritariamente la izquierda en Occidente hasta nuestros días. Íñigo Errejón, por ejemplo, ha invocado a menudo la hegemonía gramsciana en relación a los objetivos de la formación política de la que era dirigente.
En las décadas centrales del siglo XX, un grupo de intelectuales a los que se conoce con el nombre de «Escuela de Frankfurt» (12) cavilaron, asimismo, sobre la dominación cultural. Tras atinadas reflexiones sobre cómo el capitalismo y la sociedad de consumo habían conseguido destruir la autonomía de los sujetos en Occidente, desde un punto de vista que podríamos llamar «neoilustrado», expresaron su confianza en las capacidades del individuo para, con ayuda de la cultura y la ciencia (del arte, decía Walter Benjamin), deshacer la dominación y construir un nuevo paradigma que desarrollase y llevase a su meta los ideales utópicos de la Ilustración. Herbert Marcuse (1898-1979), en «El final de la utopía», llega a afirmar que es posible realizar las ilusiones de una existencia plena gracias al estado avanzado actual de los conocimientos científicos y sociopolíticos. No explica especialmente el cómo. Cuanto menos, el análisis de la realidad de estos teóricos parece descompensado con respecto a la estrategia de transformación que proponen. Y, además, resulta curioso que sus vagas propuestas de praxis, que deben buena parte de su fama al hecho de relacionarse con el conflicto estudiantil (espontáneo, diverso y sin objetivos claros) de mayo del 68, fueran de inspiración marxista.
No menos ambigua es la propuesta contrahegemónica de Foucault. Ya que el poder como tal se encuentra difuminado a lo largo y ancho de la sociedad, no hay un modo y un lugar concreto donde combatirlo. El lugar, a lo sumo, es «en todas partes». Así, la forma de luchar contra la dominación es «la resistencia». Igual que el poder mayor es capaz de hilvanar diferentes micropoderes y aprovechar su dinámica para sus estrategias globales, así las fuerzas que pretendan desafiarlo habrán de aprender a hacerlo de forma descentralizada, apoyándose en su potencial propio. Con formas «codificadas estratégicamente», diseñando cómo construir «lazos transversales de saber a saber, de un punto de politización a otro, los cruces y los intercambiadores». Esta forma de interpretar el desafío al poder, que viene a constituir posiblemente, la razón de ser ideológica de los «movimientos sociales», a mi me resulta tan sugerente como imprecisa.
Notas
7- Son casi las mismas personas que se indignan cuando gobiernos conservadores amplían las prerrogativas policiales a la hora de reprimir la protesta política, quienes reclaman y aplauden el endurecimiento punitivo en aquellos temas que están en su diana. Incumpliendo la máxima del ilustrado norteamericano Thomas Paine «quien quiera salvaguardar su libertad deberá proteger de la arbitrariedad hasta a sus enemigos, o se establecerá un precedente que se volverá contra él», ecologistas, feministas, animalistas, «anticapitalistas»... serán, en no pocos casos, fervientes partidarios de la actuación policial y la condena carcelaria, mejor cuanto más larga, como solución universal de los conflictos sobre los que tienen puesta su mirada. No parece un enfoque especialmente racional ni positivo éste, ni muy diferente al que se da en la facción conservadora; más bien apunta a la integración de esos sectores «de izquierda» en el dispositivo de autovigilancia social y castigo implantado por el régimen.
8- Y, dentro de esta dinámica, priorizando las ciencias aplicadas o los idiomas dominantes sobre, por ejemplo, las humanidades. Es fácil relacionar tal cosa con el interés de la propiedad capitalista en dotarse de grandes bolsas de mano de obra altamente cualificada (y no especialmente reflexiva) para atender las exigencias del avance tecnológico. Es paradigmático lo que sucede en el contexto de la universidad. Siguiendo la tendencia marcada por EEUU, los países de la Unión Europea concertaron en 1999 un acuerdo que, en la práctica, supone subordinar la mayor parte de los estudios universitarios a la demanda de la gran empresa. El llamado «Plan (o proceso) de Bolonia», aún en fase de implantación, está consiguiendo mercantilizar la enseñanza superior en toda Europa. Estudiar en una universidad, de este modo, ha pasado a comprenderse, ya no como supuesto derecho, sino como una inversión económica que las personas estudiantes (sus padres en realidad) han de desembolsar a cambio del puesto asalariado que, se entiende, «disfrutarán» en el futuro, merced a esa formación. Así acaba pesando, tanto o más, el factor «compraventa» que la propia cualificación. Ni qué decir sobre el ideal de la búsqueda de la sabiduría, hoy desfasado. La otra cara de la moneda es que, paulatinamente, van desapareciendo, o van siendo minorizados, los estudios que, por no merecer la atención y financiación de las empresas, se consideran no rentables, prescindibles en definitiva.
9- En Corea del Sur la selectividad de acceso a los estudios universitarios («suneung» en su idioma) supone un acontecimiento nacional. Las universidades del país están fuertemente intervenidas por la empresa, y la competitividad se establece en grado sumo. El día en que tienen lugar las pruebas se suspenden vuelos y se cortan calles, a fin de que el ruido de los motores no desconcentre a los examinandos. Los negocios abren más tarde y se multiplica el dispositivo policial con el objetivo de que nadie llegue tarde al examen. Los días previos las madres llenan de exvotos los altares de sus divinidades. Los alumnos se inflan a tranquilizantes. Lograr la nota que da acceso al estudio deseado es tocar el cielo. Fracasar en el empeño supone la defenestración social. Posiblemente el internado en un espartano centro de estudios de carácter militar. El día que las notas se hacen públicas la tasa de suicidios se dispara. Corea es uno de los países con mayor número de suicidios del mundo.
10- «Para que la fábrica de mentiras se sostenga en pie, filtrando como verdad lo que favorece y como mentira lo que perjudica a esos intereses, es precisa la convergencia de cinco ingredientes: concentración de la propiedad de los medios, financiación mediante la publicidad, dependencia de la información suministrada por el gobierno o las empresas o “los expertos”, uso de correctivos para disciplinar a los profesionales de la información, profesión de anticomunismo como religión nacional... Con estos cinco nudos, la información queda atada y bien atada».
Jesús Ibáñez: «Por una sociología de la vida cotidiana» (1994).
11- No faltan ejemplos de la incidencia práctica de los mensajes de los mass media sobre la opinión pública: alarma colectiva ante ciertos sucesos, adhesiones a la figura de deportistas patrios, diferentes sensibilidades hacia según qué escenarios bélicos... A principios de la Segunda Guerra Mundial la mayoría de los estadounidenses eran contrarios a la participación de su país en la misma. Poco después, tras una fuerte campaña mediática, la tendencia había dado un giro de ciento ochenta grados. Al final de la contienda, tras el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki y la rendición nipona, una encuesta reflejó, no solo una abrumadora aquiescencia al lanzamiento de los artefactos nucleares, sino un sentir mayoritario hacia la opción de proseguir el bombardeo atómico hasta arrasar Japón por completo.
12- La «Escuela de Frankfurt» es la etiqueta empleada para englobar a un conjunto de intelectuales, expertos en filosofía aplicada a la sociología y la política, que investigaron entre finales de los treinta y finales de los ochenta del siglo XX. En su mayoría eran de origen alemán. Aunque cada uno de ellos aporta enfoques y acercamientos disciplinarios propios, a menudo divergentes entre sí, hay algunos elementos comunes que son los que permiten clasificarlos como «escuela». Por una parte, la influencia que reciben de la filosofía hegeliana y marxista. Incluso del psicoanálisis freudiano. Por otra, el motivo de su investigación, que no es otro que el cuestionamiento de los métodos de sistematizar el conocimiento en Occidente. A su entender, la «teoría» resultante es la que legitima y apuntala la sociedad burguesa. Por ello, tratarán de proponer una metodología epistemológica que cuestione dicha teoría burguesa y permita, de algún modo, la superación del modelo social. Así, el cuerpo ideológico común a la escuela es conocido como «Teoría Crítica». Están considerados como los principales representantes de la Escuela de Frankfurt, Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, que serían sus fundadores, Herbert Marcuse, o Jürgen Habermas en otra generación.
Israel pagó 42,8 millones de euros a Google para ocultar el hambre en Gaza
Eduardo López Alonso
Israel destinó 42,8 millones de euros a Google para ocultar el genocidio de la Franja de Gaza y la situación de hambre de la población en el enclave asediado por la guerra. Una investigación conjunta de Eurovision News Spotlight, la alianza de verificación liderada por la Unión Europea de Radiodifusión (EBU, por sus siglas en inglés), concluye que las publicaciones difundidas por cuentas oficiales del Gobierno israelí forman parte de una estrategia de publicidad gubernamental planificada. Consiste en el uso de redes sociales, influencers y viajes a su territorio para contrarrestar las críticas en temas como la hambruna en Gaza. El informe ha sido destacado en un primer momento en España por Verifica RTVE.
Inversión millonaria
La investigación, en la que han participado medios públicos de Alemania (DW y BR24), Austria (ORF) y Bélgica (VRT), revela que el Gobierno israelí está llevando a cabo una "estrategia de relaciones públicas sofisticada, bien financiada y, a menudo, poco convencional". El objetivo de esta estrategia es "moldear la narrativa internacional en torno a las operaciones militares del país", según este análisis. El contrato destapado entre Israel y Google tiene validez desde el 17 de junio hasta el 31 de diciembre de 2025 y está valorado en 167 millones de shekels israelíes (42,8 millones de euros). De esa cantidad, se destinan 150 millones de shekels (38,5 millones de euros aproximadamente) a YouTube y Display & Video 360, la plataforma de gestión de campañas publicitarias de Google. Otros 10 millones de shekels (2,56 millones de euros) son para campañas de publicidad en X. También designan 10 millones de shekels (1,79 millones) a las plataformas de publicidad francesas e israelíes Outbrain/Teads.
Anuncios contra las evidencias del drama
Esta investigación también demuestra la insistencia del Gobierno de Israel en esta estrategia diplomática. Sus datos revelan que en 2024 la IGAA patrocinó 2.000 anuncios, 1.100 dirigidos a la audiencia internacional. Desde el 1 de enero al 5 de septiembre de 2025, publicaron "más de 4.000 anuncios, el 50% de los cuales estaban dirigidos a un público internacional". Los equipos de comunicación de Israel pretenden ocultar la drámatica situación del enclave, en el que no pueden entrar periodistas (han muerto hasta ahora más de 200 profesionales). La guerra de Israel contra Gaza ha causado al menos 64.964 muertos y 165.312 heridos desde octubre de 2023. Se cree que miles más se encuentran bajo los escombros. Algunos estudios apuntan a que es posible que esa cifra sea hasta 10 veces superior. Un total de 1.139 personas murieron en Israel durante los ataques del 7 de octubre, y unas 200 fueron capturadas.
Promover narrativas
Tras esta ofensiva comunicativa por parte de Israel se encuentra la Agencia de Publicidad del Gobierno de Israel (IGAA), una oficina "que utiliza las plataformas publicitarias de Google y Meta para promover las narrativas del Gobierno israelí y contrarrestar a quienes desafían directamente las políticas y operaciones militares de Tel Aviv mediante publicidad pagada", según este estudio periodístico internacional. Tal y como explican en esta investigación conjunta, se trata de "narrativas cargadas de emotividad meticulosamente planificadas y ejecutadas", como los anuncios pagados de mercados con comida en Gaza "para contrarrestar los informes sobre la hambruna" y acusar "a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) de ser una "fachada de Hamás"".
Vídeos falsos
La investigación conjunta liderada por Eurovision News Spotlight confirma que los contenidos que niegan la hambruna en Gaza se distribuyeron en la plataforma de anuncios de Google. La estrategia comunicativa tiene similitudes con la efectuada por Rusia sobre la guerra de Ucrania, al menos en lo que respecta a ese afán por limitar la presencia de periodistas en el conflicto y el afán por dar sensación de normalidad pese a los dramas continuos aparejados a la guerra. Según los datos de agosto de 2025, existen "importantes aumentos" de visitas al canal del Ministerio de Asuntos Exteriores "que coinciden con la publicación de los vídeos sobre los restaurantes y mercados de alimentos de Gaza". Con este análisis, aseguran que no son "visitas orgánicas" (es decir, que los usuarios entren por su propia cuenta sin necesidad de anuncios) y confirman "que los vídeos se distribuyeron a través de Google Ads, lo que indica que el Ministerio de Asuntos Exteriores pagó deliberadamente para insertarlos en los feeds de los usuarios de varios países".
Desinformación en red
Israel niega sistemáticamente la hambruna, mostrando en vídeos que se potencian en Google mercados y restaurantes con comida en la Franja, así como señalando supuestas "noticias falsas" de medios internacionales sobre niños desnutridos. Israel también ha pagado para promocionar en Google páginas web contra organizaciones. Uno de los últimos anuncios que difunde el Gobierno israelí es una página web gubernamental en contra de la Fundación Hind Rajab (fundación que denuncia delitos de Israel). Este sitio pretende suplantar a la página original de la fundación para hablar de "la perturbadora realidad de la fundación Hind Rajab, no te dejes engañar por la máscara de HRF". La revista Wired también denunció a finales de agosto una página web promocionada por el Gobierno israelí que aparecía al realizar búsquedas en Google sobre la UNWRA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo) y en la que habla de "la conexión entre la UNRWA y Hamás en Gaza".
Cazan en Sevilla a un policía nacional daltónico robando drogas incautadas: Falló al sustituir la cocaína
Roberto Marbán
Formaba parte del grupo de Estupefacientes de la Comisaría de la Macarena en Sevilla. Allí, ha sido detenido, acusado de un delito contra la salud pública, por haber sustraído las drogas incautadas en diferentes intervenciones policiales y sustituirlas por otras sustancias para evitar que se le descubriera.
Sin embargo, el daltonismo del agente jugó en su contra –una afección de origen genético que afecta a la capacidad de distinguir los colores–. La Unidad de Asuntos Internos, que llevaba tiempo investigando los robos de drogas en esta comisaría, sospechó de él cuando, según recoge Diario de Sevilla, sustituyó cocaína por una vitamina de color rosa sin percatarse de ello.
Tras la investigación, este agente fue detenido el pasado martes tras un periodo en el que la Comisaría de la Macarena llevaba tiempo notando de que se sucedían pequeñas sustracciones en las sustancias de estupefacientes depositadas en dependencias policiales, fruto de las diferentes operaciones antidroga en la ciudad.
Cambiazo fallido
El agente detenido accedía a los alijos y se llevaba sustancias como cocaína o medicamentos, los cuales sustituía por otros, intentando así que no se notara su acción. En uno de sus últimos cambiazos, falló groseramente al llevarse cocaína y dejar en lugar una vitamina de color rosa, lo que evidentemente llamó la atención de los de Asuntos Internos, que ya habían colocado cámaras de vigilancia.
El funcionario daltónico, pillado in fraganti, fue puesto a disposición judicial, donde deberá prestar declaración después de que la Fiscalía solicitara su ingreso en prisión provisional. Se le pueden llegar a imputar hasta un total de tres delitos: uno, contra la salud pública, y otros dos más: contra la Administración de Justicia y contra la seguridad vial, ya que además se había quedado sin carnet de conducir tras perder todos sus puntos.
La juez de guardia ha optado por dejarle en libertad porque, pese a la gravedad de los hechos, no aprecia riesgo de fuga. Además, la magistrada entiende que el agente no puede interferir en la práctica de las diligencias de investigación y que el ahora investigado no tiene antecedentes penales.
El daltonismo, aunque ha creado polémica, no es causa impeditiva para ser funcionario, aunque ha habido aspirantes a Policía Nacional que han quedado excluidos por este motivo. Hace algún tiempo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) daba la razón a un aspirante a Policía Nacional en el proceso selectivo para el ingreso en la Escala Básica que había sido declarado «no apto» por padecer discromatopsia, reiterando que el daltonismo no podía ser utilizado como causa de exclusión.
En agosto de 2020, y tras haber superado las primeras pruebas, este aspirante quedó excluido del proceso selectivo por ese «no apto» en el reconocimiento médico al observarse su discromatopsia al entenderse que la «correcta observación del entorno, así como la óptima apreciación de los colores era un elemento imprescindible en el correcto desarrollo de las tareas policiales».
El aspirante interpuso recurso, y el TSJ dictaminó que el recurrente «no se encuentra afectado por ninguna de las causas de exclusión» establecidas en la Policía.
Judíos españoles contra el genocidio en Gaza: 'Un pueblo perseguido no puede convertirse en perseguidor'
Francisco Carrión
Jonas Benarroch se toma un café en una terraza del barrio madrileño de Chamberí. Habla pausado, pero sus palabras llevan el peso de un desgarro colectivo. “Nos cuesta mucho”, confiesa al inicio de la entrevista con El Independiente. “Cuesta aceptar que una parte de tu propio pueblo está cometiendo un genocidio. Pero no podemos seguir callados”, arguye.
Benarroch es presidente de JCall España, una asociación de judíos que nació en 2018 en Barcelona y hoy reúne voces de todo el país. Son unas decenas de miembros, pero se han convertido en una rara avis dentro de las comunidades judías españolas, que desde hace dos años han justificado la operación militar israelí en la Franja de Gaza, con más de 63.000 asesinados y un enclave completamente devastado tras dos años de guerra. El grupo al que pertenece Benarroch, en cambio, alza la voz contra la ocupación israelí y contra la violencia del ejército en Gaza.
“Nos juntamos para ofrecer una voz judía contra la ocupación”, explica. “Los últimos acontecimientos no nos han hecho cambiar de postura, pero sí agudizar la crítica. Sobre todo contra el Gobierno de Israel y el ejército. No podemos aceptar lo que se está haciendo en Gaza”.
La palabra “genocidio” fue durante meses un abismo incluso dentro de JCall. La asociación evitó emplearla, temiendo entrar en un terreno políticamente explosivo. “La acusación de genocidio se utilizaba antes de que empezara el genocidio”, recuerda Benarroch. “Era un término cargado de política, no de legalidad. Intentamos ser prudentes. Pero cada vez hay más expertos —incluido el historiador Omer Bartov, que es sionista— que lo definen así. Y tienen razón. Israel está cometiendo un genocidio”.
En un artículo publicado hace mes y medio en The New York Times, Bartov se muestra categórico: “Mi conclusión ineludible es que Israel está cometiendo genocidio contra el pueblo palestino. Habiendo crecido en un hogar sionista, vivido la primera mitad de mi vida en Israel, servido en las Fuerzas de Defensa de Israel como soldado y oficial, y dedicado la mayor parte de mi carrera a investigar y escribir sobre crímenes de guerra y el Holocausto, esta fue una conclusión dolorosa a la que llegar, y a la que me resistí todo lo que pude. Pero llevo un cuarto de siglo impartiendo clases sobre genocidio. Sé reconocer uno cuando lo veo”.
“Nos costó mucho pronunciar la palabra. Genocidio. Preferíamos esperar a que lo dijera un tribunal. Pero al final hay cosas que no puedes seguir negando”, esboza Benarroch. “La prudencia que mantuvimos durante más de un año era casi cobardía. Hoy no podemos seguir callando”, agrega. Sus declaraciones, sin medias tintas, causaron un terremoto entre los sionistas que defienden la interminable contienda en Gaza frente a la fatiga de los militares y reservistas y la agonía de las familias de los rehenes. Hablar de “genocidio” en voz alta, sobre todo siendo judío, tiene consecuencias. “No les gusta escucharlo. Y menos si lo decimos nosotros”, reconoce. Los ataques en redes sociales se han vuelto constantes: “Traidores”, “colaboracionistas”, “vendidos a Hamás”. Pero para Benarroch, sefardí, callar es más insoportable que soportar el señalamiento.
“Hay una especie de silencio impuesto dentro de las comunidades judías”, desliza. “Muchos piensan como nosotros, pero no se atreven a decirlo. Por miedo a traicionar. Se ha instalado la idea de que criticar a Israel es traicionar al pueblo judío. Es falso, completamente falso. Y hay que romper ese tabú”.
“Israel nos ha convertido en rehenes”
Para Benarroch, la deriva del Estado hebreo ha llevado a la diáspora a una trampa identitaria. “Israel ha convertido a los judíos del mundo en rehenes de su política”, dice con amargura. “Ha hecho de sí mismo el centro del judaísmo, como si el judaísmo no pudiera existir sin un Estado. Han nacionalizado al pueblo judío. Y eso no es nuestra tradición. Nuestro legado es diverso, plural, humanista. Israel ha cambiado el rostro y el alma del judaísmo”. La frase la repite dos veces, como si pesara más que las demás: “Israel ha cambiado el rostro y el alma del judaísmo”.
Para él y otros miembros de JCall, la paradoja se ha vuelto insoportable hasta no comulgar con el país que se presenta como víctima eterna pero, al unísono, presume de supremacía militar en Oriente Próximo y mantiene una política de ocupación que define como “brutal”. “No se puede ser al mismo tiempo la víctima de la historia y el más fuerte de la región”, resume. “No se puede, pero Israel lo intenta”. Y agrega: “El Holocausto se ha convertido en un recurso político. Alimenta un relato de victimización perpetua, mientras se presume del poder militar. Es una contradicción brutal”.
“Un conflicto moral”
Benarroch no rehúye la complejidad. “Claro que lo que hizo Hamás el 7 de octubre es inaceptable”, dice. “Yo no estoy aquí para apoyar el fascismo islámico. Pero no puedes hacer pagar a víctimas inocentes lo que hizo Hamás. No puedes arrasar Gaza y matar miles de civiles. Es una atrocidad”.
Por eso, insiste, su lucha es también interna, moral. “No hablamos sólo de política. Esto es un conflicto ético profundo. ¿Cómo es posible que un pueblo perseguido se convierta en perseguidor? Los palestinos están pagando el precio de nuestra historia. Eso es insoportable”.
“Lo de Cisjordania y Gaza -advierte- es apartheid. En Israel no exactamente, pero sí hay segregación legal y real: no puedes vivir donde quieras, no puedes traer a tu cónyuge si es de Cisjordania, hay un sistema paralelo para ellos”.
El precio del silencio
En España, la posición de JCall les ha convertido en “minoría dentro de la minoría”. “Las comunidades judías mainstream”, como las califica Benarroch, suelen alinearse con los discursos oficiales israelíes. Los enfrentamientos internos son inevitables.
“Sí, hemos perdido amistades”, admite Benarroch. “Pero merece la pena. Esta lucha es por la liberación de todos: del oprimido y del opresor. No vamos contra Israel, vamos contra un Gobierno y contra un ejército que actúan en nuestro nombre. Y no queremos que lo hagan. También estamos en contra de la dominación israelí desde el río hasta el mar".
Puentes rotos
El 7 de octubre y la guerra en Gaza han dinamitado muchos espacios de diálogo entre israelíes y palestisnos, entre judíos y musulmanes. “La polarización es brutal”, lamenta Benarroch. “Hay grupos palestinos muy abiertos con los que hemos trabajado, pero hoy cuesta mucho. Cada parte vive con un dolor insoportable”.
Aun así, insiste en que “el único camino es la convivencia”, aunque hoy sea para muchos una utopía, empezando por la propia naturaleza de esa solución que permita a israelíes y palestinos compartir geografía. Benarroch apoya la propuesta de la organización binacional A Land for All: “Dos Estados, una patria”. Una confederación que permita a israelíes y palestinos vivir donde quieran, respetando derechos y dignidad. “No es fácil, pero es la única solución justa”, alega.
Una espiral de deshumanización
Benarroch describe un país y una sociedad atrapados en “una narrativa de victimización perpetua”. “Desde pequeños, a los israelíes se les inculca que el mundo les odia, que solo pueden sobrevivir armados hasta los dientes”, afirma. “Es un adoctrinamiento que empieza en la guardería. Los niños palestinos y los israelíes no se conocen hasta la universidad. Si llegan. Así es muy fácil construir ficciones sobre el otro”.
El eclipse de la sociedad israelí
Esa mentalidad, cree, ha generado una sociedad ansiosa, militarizada y cada vez más polarizada. “El Gobierno actual es supremacista, fascista, mesianista. Pero incluso dentro de Israel, cada vez hay más gente que empieza a despertar. Hay reservistas que se niegan a seguir participando en la masacre. Hay familias de rehenes que exigen un alto el fuego. Todavía hay esperanza, pero el precio será muy alto”.
Quebrar el miedo
En última instancia, Benarroch y JCall luchan también contra el miedo. “El miedo a hablar, el miedo a disentir, el miedo a enfrentarse a tu propia comunidad”, enumera. “Pero también el miedo de Israel, que está en el corazón de esta espiral de violencia. Miedo a desaparecer, miedo a ser débil, miedo al otro”. Romper el silencio, dice, es la única forma de cambiar algo. “No les pedimos a todos que digan que es un genocidio. Solo que digan: basta. Basta ya. No lo hagáis en nuestro nombre”.
Benarroch es consciente de que su posición lo convierte en blanco de ataques, pero no está dispuesto a callar. “El judaísmo que yo heredé es humanista, vulnerable, consciente de la fragilidad de la vida”, dice. “El Estado de Israel no representa eso. Y no podemos permitir que hable en nuestro nombre”.
Un barco con armas para Israel atraca en el puerto de València
Mónica Ros
Decenas de activistas se han concentrado este jueves por la tarde en el edificio del Puerto de València para reclamar al Gobierno de España un "embargo integral" al comercio de armas con Israel y la inmovilización y registro de un barco que, según denuncian, traslada piezas de aviones de combate a este país.
Convocados por la Red Estatal Contra la Ocupación de Palestina (Red Estatal Contra la Ocupación de Palestina) y su campaña 'Fin al Comercio de Armas con Israel', los manifestantes han centrado sus protestas en un navío con destino a Haifa que según aseguran hará escala en los puertos de Valencia, Barcelona y Algeciras los días 18, 20 y 26 de septiembre, respectivamente.
Los asistentes han exhibido esta tarde varias pancartas contra el "genocidio" en Palestina y han coreado lemas como "Estado sionista, estado terrorista" o "son hospitales, no bases militares".
El barco ha llegado a las 11 horas, pertenece a la naviera Maersk, se llama Nysted Maersk. Pasará menos de un día (22 horas) en el Puerto de València y lleva a bordo componentes de aviones de combate F-35 que son los que utiliza el ejército de Israel en los bombardeos de la Franja de Gaza. La previsión es que el material de guerra se entregue a la empresa 'Israel Aeropace Industries Ltd' tras ser descargada en el puerto israelí de Haifa el 4 de octubre. Antes de ese momento estará hoy en València y los próximos días 20 y 26 de septiembre en los puertos de Barcelona y Algeciras, y Rescop (Red Estatal Contra la Ocupación de Palestina). Todo esos datos figuran en la querella presentada el miércoles en la Audiencia Nacional solicitando la retención y registro del barco. "Sin la aprobación inmediata de un embargo integral de armas a Israel, los barcos implicados en el negocio del genocidio continuarán utilizando nuestros puertos", denuncian. Además, han convocado una protesta para esta tarde, alas 19 horas, ante el edificio del Reloj, en el Puerto de València.
En la querella también se detalla la participación del Nysted Maersk en al menos otros dos transbordos de material militar con destino a Israel. "Estos tráficos se llevaron a cabo en el Puerto de Algeciras durante los días 14 de septiembre y 12 de octubre de 2024. El Nysted Maersk es además uno de los 36 barcos incluido en la lista de bloqueo de la campaña global 'Ningún Puerto para el Genocidio', por su sistemática complicidad en la logística del genocidio. La querella se dirige contra el capitán del barco y las empresas Maersk Logistics and Services Spain, S.L. y Maersk Spain, S.L., por su presunta participación en un delito de contrabando de material de defensa al haber infringido el régimen de autorizaciones administrativas previsto en la Ley 53/2007 de 28 de diciembre", explican desde la organización Rescop.
La documentación que acompaña a la querella "acredita la implicación de la naviera Maersk en una cadena logística de suministro militar que alimenta el genocidio a Palestina, con la complicidad de infraestructuras civiles y comerciales. Esto constituye una violación flagrante de las obligaciones internacionales de no asistencia a crímenes internacionales, reconocidas por el Derecho Internacional y el Estatuto de Roma".
"El tráfico de armas a Israel por España es la norma, no la excepción"
Para el investigador sobre paz, conflictos armados, desarme y acción humanitaria Alejandro Pozo, (del Centro de Estudios por la Paz J.M. Delàs), el tráfico por España de envíos de armas a Israel "es la norma y no la excepción". "Permitir estas operaciones logísticas es permitir que el genocidio continúo. Maersk y otras navieras están utilizando rutas comerciales y civiles para entregar a Israel maquinaria militar, sin la cual sería imposible sostener una ocupación ilegal, un sistema de apartheid y una ofensiva genocida", explica. Y añade: "Esta situación evidencia que hasta la fecha, el Gobierno no ha adoptado medidas efectivas para aplicar de manera inmediata un embargo integral de armas a Israel, al haber pospuesto esta decisión al menos una semana más". "El próximo martes se cumplirán 97 Consejos de Ministros desde octubre de 2023 sin la aprobación de esta medida. Insistimos que un genocidio no se detiene con palabras y promesas, sino con hechos. Palestina no puede esperar más", remarca.
Organización civil y laboral
Desde la campaña "Fi al comerç d'armes amb Israel" le exigen al Gobierno que cumpla "con su obligación legal de impedir el tráfico de armas hacia Israel, y que imponga inmediatamente un embargo integral de armas vía Real decreto ley". Pero, además, le solicitan a la sociedad civil "que se organice para denunciar y visibilizar el papel de los puertos en esta cadena de complicidad". Por ello, instan a que acudan a la concentración de esta tarde en el Puerto de València "y a las que sucederán". También le piden a los sindicatos y trabajadores portuarios "que no presten sus manos ni sus herramientas al sostenimiento de crímenes contra la humanidad. Exigimos que se nieguen a operar barcos como el Nysted Maersk, involucrados en el transporte de armamento para el genocidio".
Enzo Traverso: 'La islamofobia juega hoy el papel que históricamente fue el del antisemitismo'
María Daniela Yaccar
Hace ya casi 10 años de la publicación, en francés, de Las nuevas caras de la derecha, libro del historiador italiano Enzo Traverso, que en esas páginas conversaba con el periodista Régis Meyran (tiene el formato de una entrevista). En Argentina, Siglo XXI lo editó en 2018 y acaba de relanzarlo con un nuevo prefacio, en tiempos en que partidos y referentes de ultraderecha siguen ganando terreno tanto en Europa como en EEUU y América latina. "Fue publicado mucho antes de Milei y otros acontecimientos. En diez años cambiaron muchas cosas en el mundo y otras se mantienen", dice Traverso. Para él, el presidente argentino representa la "vanguardia de la nueva derecha radical global", aunque su liderazgo es, a simple vista, "más frágil" que el de otros mandatarios.
Las nuevas caras de la derecha, potencia y contradicciones de la etapa posfascista aporta para interpretar el escenario de la Argentina actual e, incluso, el mapa global. Ya en 2016, el historiador marxista radicado en Nueva York, agudo observador de tendencias de época, planteaba algo que está en discusión en este momento, acerca de las relaciones de las nuevas derechas con el fascismo clásico, y prefería usar el término "posfascismo". Buscaba características comunes y distintivas entre los representantes, e intentaba entender el motivo por el cual una nueva ola de derecha se afianzaba y amenazaba al mundo. "Hay algunas líneas de interpretación que me parecen confirmadas por la evolución de la situación global y otras que me parece necesario revisar", aclara Traverso.
-Leído en la Argentina de hoy parece un libro visionario. ¿Sentís que se anticipó a algo que se gestaba y que se fue consolidando?
No sé si se puede decir visionario porque mis ideas eran compartidas ya en la época. La tendencia era bastante clara: un ascenso de la extrema derecha a nivel global. En diez años esta derecha tomó un perfil más bien definido. Hace diez años era posible destacar rasgos o tendencias que hoy son claramente definidos. El primer mandato de Trump fue muy distinto del segundo. Fue elegido probablemente sin que lo esperara porque todo el mundo pensaba que la elegida iba a ser Hillary Clinton. Ni Trump mismo sabía bien qué hacer en la presidencia. Fue un mandato de tentativas, confusión, eslogans con pocos hechos.
Hoy todo es diferente. Llegó a la presidencia y empezó un programa de cambio radical, yo diría no solamente del gobierno y del sistema político sino de la sociedad misma, con un impacto internacional fuerte. Y esto tiene la consecuencia de fortalecer todos los gobiernos y las corrientes de derecha radical en varios continentes. Ese es un poco el tema de mi libro. Definir el perfil, investigar la estructura y las direcciones tomadas por esta nueva derecha radical, que es muy heterogénea porque hay diferencias significativas entre Milei por un lado, Meloni y Le Pen por otro lado, y y Trump en el medio que es la figura de vanguardia.
-Decías que el triunfo de Trump no se veía venir. En la Argentina pasó parecido: gran parte de la sociedad vivió un shock con el triunfo electoral de Milei. ¿Son personajes que arrasan con patrones previos y por eso impacta que lleguen al poder? ¿Traen algo nuevo?
Es importante destacar el papel visionario y vanguardista de Milei. Creo que no hubiera podido aparecer hace diez años; el contexto general no hubiera permitido su emergencia. Hace diez años se hablaba mucho de populismo, mucho más que de fascismo, neofascismo o posfascismo. El ascenso de las derechas radicales tenía una causa muy clara: aparecían como una manera muy conservadora, reaccionaria y de derecha -es decir, xenófoba, nacionalista y todo lo que quieras- de contestar a la crisis del neoliberalismo. Aparecían como una alternativa. Trump aparecía como el candidato en contra de las elites. El establishment en EEUU estaba encabezado por Hillary Clinton. Y Trump era el candidato populista capaz de concentrar todo el malestar social en contra del establishment.
Pasó lo mismo en otros países. Meloni en la época era muy marginal en Italia; Marine Le Pen ya estaba subiendo, pero aparecía como una 'outsider'. En el debate por las elecciones presidenciales apareció como una candidata que no tenía la envergadura de una jefa de Estado, no tenía ideas claras sobre qué hacer con el euro, la Unión Europea, la política internacional... era una protesta sin proyecto. Todas las elites del gran capital, de la financiación internacional, las fuerzas poderosas del neoliberalismo no tenían ninguna confianza en las extremas derechas. El liderazgo del neoliberalismo en Europa era la Comisión Europea, que es en Francia Macron, en Italia, Draghi. En Alemania era Merkel. En EEUU, el establishment tomó medidas para contener Trump. Y después de meses hubo límites que Trump no podía sobrepasar.
Diez años después, el paisaje cambió mucho. La crisis del establishment tradicional, del liberalismo clásico, de las fuerzas conservadoras o socialdemócratas, que acompañaron el capitalismo neoliberal hasta ahora, es mucho más profunda que antes. Se ve la caída del Partido Demócrata en EEUU, es el síntoma más claro. Y las élites del gran capital y del capitalismo neoliberal establecieron un diálogo con las nuevas derechas, que se volvieron un interlocutor fiable. Y esto en todo el mundo. Meloni, que fue hasta hace poco enemiga de la Unión Europea, hoy es un pilar de la estabilidad de las instituciones europeas, una defensora del euro; Le Pen lo mismo, etcétera. En EEUU, este cambio tuvo una forma espectacular, con la ceremonia de investidura de Trump con todos los poderosos atrás de él.
-Entonces, ¿estos referentes de la ultraderecha dejaron de ser 'outsiders'?
Esta es la administración de los grandes monopolios y del gran capital, ¿no? No sé si se puede hablar de un bloque histórico en el sentido gramsciano, pero desde este punto de vista Trump fue un artista excepcional, porque fue capaz de establecer una alianza entre las capas más explotadas de la sociedad, los pobres, los que sufren el neoliberalismo, y hegemonizar su rebelión y malestar en una alianza con los sectores más poderosos del neoliberalismo. No sé cuánto tiempo puede durar...
-Esa era la siguiente pregunta.
No sé. No estoy convencido de que esta alianza precaria pueda volverse un bloque histórico, pero ahora funciona. Y desde este punto de vista, Milei fue un vanguardista, porque fue capaz de dibujar una derecha radical ultra neoliberal. Es decir, Meloni se oponía al neoliberalismo; Le Pen y Trump hablaban en contra del establishment y llegó Milei que es un neoliberal radical. Alguien que asume el neoliberalismo no solamente como un modelo económico que implica sacar el estado social, los derechos, todo un conjunto de conquistas.
Es un modelo de sociedad. Alguien que no solamente piensa la economía como moldeada y organizada por el mercado, y el provecho como el objetivo de la acción económica. Piensa un modelo antropológico y social; el neoliberalismo como el modelo que moldea la vida de los seres humanos. Fue alguien que indicó el horizonte de esta nueva derecha radical global.
-¿Milei es más radical que Trump?
Ideológicamente sí. No vivo en la Argentina, soy un observador exterior. Podríamos decir que Bolsonaro fue una prefiguración de Milei. Pero Bolsonaro es el típico líder demagogo y populista que no tiene una ideología. Sí, es anticomunista, fascista, neoliberal, racista pero, como Trump, es muy pragmático. Milei tiene una ideología, un proyecto, ideas claras sobre lo que quiere hacer. Y desde este punto de vista se lo puede considerar como la vanguardia de la derecha radical en una escala global. Eso no significa que sea quien dirige: es un aliado. Hay una jerarquía económica, militar y geopolítica. La Unión Europea es más importante que la Argentina y EEUU es más importante que la Unión Europea.
Lo que no está claro, lo que me interroga, está vinculado a dinámicas nacionales argentinas que no entiendo muy bien (risas). Pero el hecho es que, atrás de Trump, en la imagen de la ceremonia, estaba el gran capital que había financiado su campaña. Esa no es la situación de la Argentina. No creo que el neoliberalismo argentino tenga una fuerza comparable a la del de EEUU y Europa, por razones, también, históricas, por la vinculación entre economía y Estado. En Brasil, las grandes fuerzas del capitalismo, como Petrobras, estaban vinculadas al PT mucho más que a Bolsonaro.
Creo que el éxito de Milei se explica por la búsqueda de una alternativa después de muchas opciones que fracasaron y no por la suma de un conjunto de fuerzas que crearon un bloque histórico, una hegemonía ideológicamente bien definida. Puede ser que a pesar de su proyecto ideológico claro y con un perfil muy definido sea un fenómeno transicional, y que tenga raíces más frágiles y precarias de lo que aparece en la superficie. Es una hipótesis.
-Esta extrema derecha se instala en el poder con un discurso que asegura cierta novedad. En el caso de Milei fue muy fuerte la apelación a la lucha contra la casta, pero recientemente el Gobierno argentino quedó envuelto en un importante escándalo de corrupción. ¿El doble discurso es capaz de perforar a las nuevas derechas?
Ese es un signo de que Milei es mucho más frágil que Trump, porque Trump fue capaz, en pocos meses, de someter al poder judicial, y ahora toma todo un conjunto de medidas inconstitucionales que son legitimadas en última instancia por la Corte Suprema. El Partido Demócrata no comprendió que esa era la dinámica y no sabe bien cómo reaccionar. Se está construyendo una especie de ejército, de milicia personal, un aparato bajo el control de Trump.
En la Argentina no se da esta situación. Milei no fue capaz de hacer hasta ahora lo que hizo Trump. Cuando Trump recibe 280 mil millones de dólares para su campaña y después nombra al tipo en su gobierno.... es una corrupción muy abierta del poder pero se hace de manera legal. Milei no es el dictador que tiene todos los poderes sin límites. Hay formas de resistencia, tensiones y contradicciones en las instituciones.
-En la Argentina desde que asumió Milei se está debatiendo si es fascista o no...
Conozco muy bien el ejemplo de Meloni. Llega de un partido fascista, siempre reivindicó su cultura, su admiración hacia Mussolini, su ideología fascista. El jefe del Senado, que es la segunda institución de la República, tiene bustos de Mussolini en su despacho. Decir que Meloni es fascista es obvio. Eso no significa que Italia lo sea: es una república parlamentaria con un gobierno dirigido por una fascista que quisiera más poderes para el ejecutivo pero que modera mucho su propio fascismo por la pertenencia de Italia a la Unión Europea, por el contexto geopolítico, porque Italia recibe financiación de la Unión Europea. Entonces aparece como una defensora del euro, de las instituciones europeas y de la democracia. Repite todo el tiempo que no es fascista pero tampoco antifascista. Encabeza una democracia que sería "anti antifascista", porque el antifascismo sería totalitario.
Esas son las contradicciones de muchos. Le Pen no dice "voy a establecer una dictadura"; dice, "quiero ser elegida presidente de la república francesa y acepto el marco de las instituciones europeas y de la república". Yo escribo para Il manifesto, es un diario legal, no está amenazado por el gobierno de Meloni. Cuando los movimientos de izquierda radical organizan una manifestación, hay un conjunto de policía híper armada. Creo que en la Argentina es lo mismo. Todas las oposiciones pueden actuar legalmente.
En EEUU la situación es más compleja: Trump lanzó una campaña en contra de las universidades, bajo el pretexto del antisemitismo, para sacar a todos los estudiantes extranjeros y la normalización de las universidades controlando lo que hacen los departamentos de humanidades, LGBTQ+, los que trabajan sobre el mundo árabe y Palestina. EEUU es el país más avanzado en la puesta en cuestión del estado de derecho y de las normas de la democracia liberal, mucho más que Italia o Argentina. Se está acercando al modelo de la Ucrania desde el golpe del Maidan, en la cual había elecciones también.
El modelo es el de una "democracia autoritaria", un régimen autoritario que preserva una fachada de democracia liberal. Es una tendencia general de las nuevas derechas radicales en este comienzo del siglo XXI. El fascismo clásico estaba en contra de la democracia, quería destruirla, a pesar de que en Italia y en Alemania pudo llegar al poder a través de las instituciones. Pero una vez que se estableció en el poder, destruyó la democracia. Desde un punto de vista ideológico, eso estaba muy claro. La ideología, la cultura, la filosofía política del fascismo clásico, era antidemócrata, antiliberal. Hoy las nuevas derechas quieren establecer una forma de autoritarismo dentro de la democracia liberal. Es lo que yo llamo posfascismo: una transformación autoritaria de la democracia liberal sin destruir sus instituciones.
-¿Y cuáles son los riesgos?
Los riesgos son que una vez que el proceso se acabe no haya más democracia, estado de derecho. Un conjunto de libertades estarán comprometidas o destruidas. Trump está preparando el proceso para establecer su poder en caso de que no pudiera ser reelegido; quiere transformar las leyes para presentarse otra vez o poner otro candidato como sucesor legítimo. Ahora están tomando un conjunto de medidas para transformar los distritos electorales, para garantizar la mayoría republicana y que el proceso pueda seguir en un marco institucional liberal demócrata. Es un régimen autoritario que preserva la fachada de la democracia. Si eso no funciona, va a suprimir las elecciones.
Pensá en lo que ocurrió el 6 de enero de 2021. El argumento no era "vamos a organizar un golpe en contra de la democracia porque queremos establecer el régimen de Trump". Era "organizamos una rebelión porque Biden ganó a través de un fraude". Fue una mentira total, pero ese era el argumento y mucha gente que participó de esta rebelión lo hizo pensando que estaba defendiendo las instituciones de la democracia norteamericana, en contra de los corruptos, los traidores, los que habían organizado un fraude. Eso es también el universo mental del posfascismo. Después de décadas y décadas de democracia, del rechazo al fascismo, las dictaduras militares, no es posible... En la Argentina, hoy Milei no podría decir "soy el nuevo Videla" porque la sociedad no lo aceptaría. Meloni tampoco dice "soy la reencarnación de Mussolini".
-Pero el gobierno argentino sí niega la dictadura militar.
Eso es bastante claro, pero sería un error pensar a las nuevas derechas como una reproducción del fascismo clásico. Por eso es mejor hablar de posfascismo. Es algo diferente. También desde un punto de vista cultural, ideológico, simbólico. Estas nuevas derechas no indican ninguna continuidad con el fascismo clásico.
Islamofobia-En el libro hay todo un capítulo dedicado a la "islamofobia". ¿Qué rol juegan conflictos como el de Gaza en alimentar discursos islamófobos a nivel global?
El genocidio en Gaza es un factor importante en la reconfiguración ideológica, cultural y simbólica de las nuevas derechas. Porque el elemento que reúne toda esa galaxia de las extremas derechas es el soporte incondicional a Israel y a su genocidio, bajo el pretexto de la lucha contra el antisemitismo. El antisemitismo completamente instrumentalizado, y eso es algo nuevo. Es decir, este es el planteamiento de corrientes que tienen en su propia historia rasgos antisemitas muy claros. Si vas a ver la historia del Rassemblement National en Francia, es la principal fuerza antisemita en la sociedad francesa. Fratelli d'Italia son los herederos de los fascistas que deportaron a los judíos italianos. Alternative für Deutschland son los herederos del nazismo. Y todos hoy son amigos de Netanyahu y apoyan al régimen israelí.
Es un cambio notable porque históricamente el antisemitismo es uno de los pilares del proceso de formación de los nacionalismos europeos. Fueron antisemitas por lo menos hasta la posguerra. Hoy son todos hiperfilosionistas. ¿Y cómo explicar este cambio? El papel de chivo expiatorio, de minoría que puede ser golpeada como responsable de todos los problemas sociales, son los migrantes, y ellos son negros, asiáticos, árabes y en su gran mayoría musulmanes.
El Islam reemplazó al judaísmo en la definición de esta identidad negativa. Por un siglo y medio, el judaísmo fue definido como el enemigo de la civilización occidental y cristiana. Ahora se habla de civilización judeo-cristiana amenazada por el Islam. La islamofobia juega hoy el papel que históricamente fue el del antisemitismo en las políticas nacionalistas, xenófobas, de las nuevas derechas del fascismo. Se produjo rápido, antes incluso de que las nuevas derechas sean capaces de despojarse de su antisemitismo.
Página 12
Sandías para Ayuso
Mientras la presidenta autonómica mezcla frutas con cadáveres, la Vuelta Ciclista no pudo acabar en Madrid por la resistencia pacífica de la gente que se niega a blanquear un genocidio.
Banksy pintó en 2005, en un muro de Cisjordania, a un joven activista que no arrojaba piedras ni cócteles molotov sino un ramo de flores. El mural se titulaba Love is in the air y era, más que una postal estética, un manifiesto. Las flores convertidas en proyectiles, la dignidad hecha arma contra la ocupación. Un ramo como representación de desafío, de humanidad frente a la barbarie.
Veinte años después y en Madrid, Isabel Díaz Ayuso afirma, con sorna, que no se puede combatir a Hamás “con magdalenas y flores”. Una imagen, una frase, dos contextos, dos mundos opuestos que comparten símbolo y lo vacían o lo colman de sentido. Las flores de Banksy iluminan nuevas posibilidades; como en la revolución portuguesa, donde un clavel en la boca de un fusil simbolizó la derrota de una dictadura sin necesidad de un solo disparo. Frente a las armas, una flor. Frente a la ocupación ilegal, una flor. Frente a la violencia del poder, una flor. Mientras Banksy ve en las flores un acto de resistencia y esperanza, Ayuso las reduce a sarcasmo para justificar un genocidio. El arte no cambia gobiernos, pero puede incomodar y transformar miradas, porque el símbolo no solo nombra, también abre mundos. La política mal usada, en cambio, corre el riesgo de cancelarlos. En esa distancia abismal se juega mucho más que un debate semiótico. Se dirime la posibilidad de seguir llamando “civilización” a algo que entiende como libertad de expresión que se ironice con la muerte ajena o se llame terroristas a quienes defienden la paz. Dos mundos separados por kilómetros y, sobre todo, por toneladas de conciencia y humanidad.
La paradoja no es nueva ni única. En 1948, mientras el mundo firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nacía el Estado de Israel. La primera proclamaba que todo ser humano tiene derechos por el mero hecho de existir. El segundo se ha dedicado durante más de setenta años a recordarnos que no, que no todos los seres humanos son seres humanos. Gaza es la confirmación brutal de esa contradicción: la negación práctica del principio mismo de humanidad, retransmitida en directo para el silencio o aplauso de las capitales occidentales.
En esa negación encaja Ayuso con su ramo convertido en chascarrillo de mal gusto. Simone Weil advirtió en La Ilíada o el poema de la fuerza que la violencia convierte a las víctimas en piedra, pero también transforma a los verdugos en monstruos. Esos monstruos no siempre llevan uniforme o conducen tanques; a veces sonríen detrás de un atril, escriben en un periódico, improvisan juegos semánticos ante un micrófono o se hacen virales con una ocurrencia que trivializa un genocidio. El alcalde de Madrid ya lo hizo, la presidenta de esa misma Comunidad repitió el gesto. Madrid, Madrid, Madrid.
La trayectoria verborreica de Díaz Ayuso puede leerse como un catálogo de lo esperpéntico. Lo mismo suelta una gracieta sobre terrazas y cañas en plena pandemia que trivializa con los muertos en las residencias con un “qué más da, si se iban a morir igual”. Lo mismo se saca de la manga un exabrupto barriobajero tipo “me gusta la fruta” que reduce la devastación de Gaza a un chiste doméstico con magdalenas y flores. Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal” al describir a los burócratas nazis convencidos de cumplir con su deber. Con Ayuso, entramos en un terreno distinto: la maldad de lo banal. No se trata del funcionario dócil que estampa su firma, sino de la política que transforma la muerte en meme y la destrucción de un pueblo en un gag de rueda de prensa. Ayuso utiliza las flores no para denunciar la violencia sino para justificarla. Frente a la barbarie, sarcasmo; frente a la destrucción de un pueblo, burda ironía castiza.
Y mientras la presidenta y el alcalde madrileños mezclan frutas con cadáveres, la Vuelta Ciclista, con todas sus interrupciones, como señala Amador Fernández-Savater, no ha podido acabar en Madrid. Los corredores no pudieron levantar los brazos en la Castellana ni recibieron las flores manchadas de metáforas que suelen celebrar el esfuerzo y la victoria. La resistencia pacífica de la gente común decidió que la Vuelta Ciclista no podía concluir como si nada. Madrid quedó atrapada entre dos imágenes: de un lado, la banalidad dañina de quienes gobiernan; del otro, la obstinación ética de quienes decidieron que no se pedalea sobre cadáveres y se niegan a blanquear el genocidio. La paradoja es cruel y al mismo tiempo luminosa: los gobernantes apoyando el exterminio de un pueblo, los gobernados recordando que la humanidad no se negocia. En esa diferencia, mínima y enorme, late todavía la posibilidad de que las flores vuelvan a ser lo que Banksy pintó en un muro: armas de dignidad contra la violencia.
18 y 19 de octubre: Encuentro estatal antimilitarista y por la Paz
Tortuga
Los próximos días 18 y 19 de octubre de 2025 tendrá lugar en BASOA Defendatzaileen Etxea (Casa de las defensoras) en Artea, Bizkaia, un encuentro con carácter estatal de colectivos antimilitaristas y que trabajan por la Paz.
Convocado por Alternativa Antimilitarista-Moc, este encuentro es de carácter abierto y a él están invitadas todas las personas que participan en colectivos que trabajan temas de carácter pacifista y antimilitarista. Dado que el lugar tiene plazas limitadas, es preciso registrarse en el formulario de la web del evento: https://www.antimilitaristas.org/ba...
En un momento en el que las élites gobernantes en Europa han comenzado a recortar servicios ciudadanos básicos con el objetivo de engrasar la industria y la maquinaria militar, lo que nos encamina hacia un futuro incierto en el que la amenaza bélica es cada vez más real, este encuentro pretende contribuir a generar una respuesta ciudadana para empoderar a la sociedad y defenderla de la amenaza del militarismo y de la guerra.
Según reza en la propia convocatoria, son objetivos del encuentro: conocer a personas, grupos, iniciativas y experiencias de trabajo pacifista, antimilitarista y noviolento, compartir análisis, aprendizajes y desafíos del antimilitarismo en el contexto actual, crear un mapa actualizado de iniciativas antimilitaristas en el estado español y fortalecer el trabajo antimilitarista.
A lo largo de dos días de convivencia se darán diferentes ponencias, debates y puestas en común, relacionadas con la memoria histórica del movimiento, el análisis de la coyuntura actual, el tejido de redes y el trazado de estrategias.
Podéis acceder al horario del encuentro, sus contenidos y la información logística en esta web: https://www.antimilitaristas.org/ba...
¡Os esperamos!
Una marcha del río Ebro al mar Cantábrico para denunciar a las empresas vascas que colaboran con Israel
Raquel Andrés Durà
“Desde el río hasta el mar” es la frase que resume la reivindicación de recuperar los territorios históricos de Palestina, desde el oeste del río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Una tierra ocupada hoy, en gran parte, por el Estado de Israel. En la misma línea, ahora la marcha Ibaitik Itsasora cruza parte de Euskal Herria, desde el río Ebro hasta el mar Cantábrico, para señalar las empresas y entidades vascas que están colaborando con el sionismo de Israel y con el genocidio en Gaza.
Los caminantes empezaron a andar en Tutera el 10 de septiembre y, tras recorrer Iruñea el pasado domingo, prosiguen hacia el norte de Nafarroa, pasando por Elizondo y Bera, para afrontar la última etapa el sábado 20, desde Irun hasta Hendaia. Un total de 11 etapas en las que se van haciendo paradas para denunciar la complicidad y colaboración con Israel de empresas por las que se va pasando, como CAF, Teva, M.Torres, Zara o Carrefour, que se complementan con actividades impulsadas por colectivos locales como proyección de documentales, charlas, conciertos, danzas y plantaciones de olivos.
Dos de los organizadores, Txuri Ollo y Richard Weyndling, explican que utilizan “la geografía de Euskal Herria” para “visualizar la reivindicación legítima del pueblo palestino para vivir en su territorio histórico, desde el río hasta el mar”, pasando por las tres zonas administrativas del país (Nafarroa, CAV e Iparralde). “Llevamos dos años haciendo manifestaciones y concentraciones todas las semanas en Iruñea y hemos dado cientos de charlas. Pero esto no se mueve, no hay sanciones, no hay medidas contra Israel, se mantienen las relaciones diplomáticas, armamentísticas y comerciales y la gente tiene ganas de manifestarse contra todo esto”, observa Ollo.
Weyndling señala que la marcha Ibaitik Itsasora tiene dos objetivos fundamentales: “Tejer la solidaridad, reforzar y aprovechar la extensa red de apoyo a Palestina que hay en Euskal Herria, y destapar la complicidad, denunciar a las empresas e instituciones que colaboran y se benefician de la ocupación ilegal, del apartheid y del genocidio”.
Aseguran que la respuesta “ha sido increíble”. “Nos dan sitios para dormir, casas o pisos enteros, nos preparan comidas, la gente sale a las carreteras a ofrecernos agua o fruta, participan los ayuntamientos y toda la población en general... Cada día nos emocionamos con tantos detalles”, apunta Ollo, mientras de Weyndling destaca un momento especial que vivió la marcha en sus primeros días: “El recibimiento en Tafalla de los niños y niñas en la escuela y los estudiantes de FP desde las ventanas del centro animándonos fue realmente bonito y nos trajo a la memoria el sufrimiento de la infancia en Gaza”.
En la jornada del pasado domingo 14 de septiembre, de Noain a Ansoain, también se sintió la emoción. El día comenzó a las puertas de la empresa M.Torres, en el Valle de Elorz, a la que se acusó de ser “cómplice” con el gobierno sionista por su participación en la producción de aviones de guerra para la industria armamentística israelí.
Prosiguió con un recibimiento del concejal de Cultura del Ayuntamiento del Valle de Elorz, Daniel Lanz, de Aldatu Elortzibar, quien denunció el genocidio perpetuado por el “estado terrorista de Israel” y agradeció el papel de la lucha ciudadana: “A veces parece que la agenda mediática la marcan los políticos, pero estos días se ha demostrado que la sociedad civil organizada ha sido la punta de lanza”, en alusión a las protestas en La Vuelta a España o al abandono de los siete jugadores israelíes del torneo de ajedrez de Sestao. Además de haber apoyado una moción de apoyo a Palestina, Lanz anunció que esta semana su gobierno aprobará una donación de 10.000 euros a la asociación Salam Gaza.
Los participantes tuvieron un recibimiento muy emotivo en el parque de Bomberos de Navarra, donde desplegaron banderas de Palestina desde una grúa y otra gigante desde la azotea, además de mostrar pancartas y apoyo a pie de calle. Dos bomberas incluso caminaron un rato con la marcha. Ya en Iruñea, se unió mucha más gente al recorrido y se produjeron sendas protestas en la plaza de la Paz, ante Osasunbidea, por la compra de productos de Teva, gran farmacéutica israelí; y en la avenida San Ignacio, frente a una tienda de Zara, por la complicidad de Inditex con el sionismo porque, entre otras cosas, a principios de 2025 abrió su tienda más grande hasta la fecha cerca de Tel Aviv. “Zara viste genocidio, Zara viste apartheid”, gritaron los presentes.
Tras cruzar el casco viejo de Iruñea, la marcha se dirigió hacia Artica, donde se hizo otra parada de protesta frente a la sede de Orbital Critical Systems, que compró la vasca CAF a finales de 2021, según denunciaron, “para entrar en la industria armamentística”. La jornada concluyó en Ansoain con un acto de recibimiento con danza y música en el que se habló de la situación del campo de refugiados de Jalazone.
El reflejo de la presión popular en las declaraciones y decisiones políticas
Hace unos días, el lehendakari Imanol Pradales afirmó que “quizás” la empresa vasca de ferrocarriles CAF debería realizar “una reflexión ética” sobre sus contratos con Israel, el tren ligero de Jerusalén, valorado en 1.800 millones de euros en 2019, y el tren ligero-tranvía de Tel Aviv, de 1.000 millones de euros en 2022. Eso sí, rápidamente matizó que esa decisión “no es una cuestión sencilla” y aseguró que la empresa de Beasain logró las adjudicaciones “respetando todas las normativas de Naciones Unidas y las que se plantean a nivel internacional”.
Estas declaraciones contrastan con las de la relatora especial de la ONU para los territorios ocupados de Palestina, Francesca Albanese, que incluyó en julio a CAF en la lista de empresas occidentales que “sacan provecho de la ocupación ilegal israelí, del apartheid y ahora del genocidio”. Hay que recordar que la opinión del Gobierno Vasco sobre CAF no es banal, ya que tiene un 3% de participación en la empresa a través del fondo Finkatuz.
Pradales industria militar
Para uno de los organizadores de la marcha Ibaitik Itsasora, Richard Weyndling, estas declaraciones de Pradales, aunque tibias, “son un reflejo de la presión popular”. En todo caso, recuerda que “el Gobierno Vasco es accionista en CAF”, por lo que “también son cómplices”: “Pueden actuar y tienen la obligación legal de hacerlo para forzar que la empresa desinvierta en ese proyecto ilegal en Jerusalén que estrangulará los barrios palestinos y expulsarán a su población”.
Fruto de las protestas ciudadanas también es el hecho de que tanto el Gobierno como el Parlamento de Nafarroa se hayan comprometido “a romper relaciones con CAF”: “Nos han indicado que ya han cortado todos los contratos con la empresa. No lo hemos visto todavía, pero nos han asegurado que ya no existen. Parece una cosa pequeña, pero simbólicamente es muy importante porque rompe con esa falta de respuesta institucional. Es un éxito de la presión popular”.
El gobierno español anula el contrato de lanzacohetes con tecnología israelí que se desarrolla en Córdoba
Aristóteles Moreno
A las 16.12 minutos del martes, el Ministerio de Defensa anuló formalmente el contrato del primer gran proyecto armamentístico que nace en Córdoba al calor de la Base Logística del Ejército de Tierra. El acuerdo de suministro del Sistema de Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM), cifrado en 697 millones de euros, quedó nominalmente suspendido sobre el papel, instantes después de que el Consejo de Ministros aprobara un paquete de medidas contra el “genocidio de Gaza” y en “apoyo a la población palestina”.
La primera de las nueve disposiciones gubernamentales anuncia la inminente promulgación de un real decreto para “consolidar jurídicamente” un embargo de armas a Israel, que, según el Ejecutivo, se aplica desde octubre de 2023, tras la invasión de Gaza en respuesta a los atentados de Hamás. La anulación del contrato del lanzacohetes SILAM no especifica las razones de la suspensión pero todo indica que se produce como consecuencia del bloqueo armamentístico decretado. También ha sido cancelado el contrato de suministro de 168 sistemas de misiles contra carro Spike LR2, valorado en 287 millones de euros.
Aunque el Ejecutivo sostiene que suspendió todas las transacciones militares con Israel desde la invasión de Gaza, los datos oficiales de la Secretaría de Comercio lo desmienten. Entre febrero y mayo de este mismo año, España fue el país de la UE que más armas y municiones importó desde el país hebreo, tal como publicó elDiario.es.
De hecho, los lanzacohetes SILAM están íntegramente basados en el modelo israelí PULS, un arma letal desarrollada por el gigante Elbit Systems y probada en combate contra los territorios ilegalmente ocupados en Gaza y Cisjordania, así como en Líbano. El contrato para la fabricación de 12 equipos lanzacohetes fue adjudicado por el Ministerio de Defensa a Escribano M&E y Expal dos meses después de la operación militar desplegada contra Gaza, que ha costado ya más de 63.000 muertos, la demolición del 85% de las viviendas y el desplazamiento forzado de casi dos millones de palestinos.
El acuerdo militar podría vulnerar los tratados internacionales de comercio de armas y las cláusulas éticas de la UE, que prohíben comprar o vender material bélico a países que violen gravemente los derechos humanos. También transgrede dos compromisos éticos suscritos en 2012 por el Ayuntamiento y la Universidad de Córdoba contra las “transferencias militares” con países que atenten contra el derecho internacional y humanitario. La fábrica de lanzacohetes se levanta sobre una parcela de 23.000 metros cuadrados del Parque Tecnológico de Córdoba, cuyo consejo de administración está formado, entre otros socios, por la Universidad, el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Andalucía.
Pese a todas estas prescripciones, denunciadas por el Centro Delàs de Estudios por la Paz y el grupo parlamentario Sumar, el proyecto militar ha seguido su curso. Escribano M&E incluso ultimaba el pasado mayo la adquisición de otras cuatro parcelas municipales para ampliar en 16.300 metros cuadrados la factoría de lanzacohetes. No es la primera vez que gravita la amenaza de suspensión sobre el proyecto SILAM por la presión de los socios de Gobierno ante el avance del genocidio palestino. En octubre de 2024, la titular de Defensa ya anunció públicamente la cancelación de todas las transacciones militares con Israel y la búsqueda de una alternativa tecnológica. Un año después, Escribano y Expal mantienen activa su producción de lanzacohetes en Córdoba.
Tanto es así que el Ministerio de Defensa ultimaba los preparativos para probar los primeros equipos desarrollados por Escribano y Expal en Córdoba. Hace escasamente una semana el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) anunció la adjudicación de los “ensayos en mar dentro del marco del proyecto SILAM” a la empresa UTEK. “Se hace necesario la realización de una serie de ensayos previos a los tiros de calificación, tanto en pantano como en el mar, donde se llevará a cabo el ejercicio real de tiro de cohetes”, indica la memoria justificativa del contrato. La adjudicación revela que los primeros equipos militares con tecnología israelí se encuentran en avanzado estado de fabricación.
La empresa adjudicataria UTEK se encargará de gestionar los permisos y el alquiler de una embarcación para un plazo de diez días de ensayos que se realizarán en el pantano de San Juan, en Madrid. También incluye asistencia técnica para tres ensayos que tendrán lugar en Mazagón (Huelva) y en la Base Naval de Cartagena, todos ellos entre septiembre y noviembre de este año. “Se requiere embarcación no tripulada, neumática, semirrígida e hichable para el apuntamiento de coordenadas fijas”, señala el informe técnico. El documento justifica la adjudicación a la firma UTEK por su “experiencia acreditada en operaciones para la Armada y la OTAN”.
El calendario ya establecía que las primeras pruebas de fuego se iban a realizar a mediados de 2025 y la entrega de los grupos de artillería completos estaba prevista para dentro de dos años. El plazo de ejecución del contrato expira el 15 de diciembre de 2027, tal como figura en el acuerdo que ahora ha sido formalmente anulado por el Gobierno.
Cazas, fragatas y misiles en Canarias: La OTAN convierte las islas en un escenario de guerra
A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Mediante un comunicado remitido a la redacción de Canarias-semanal, la Plataforma Canaria por la Paz, Contra la OTAN y por la Neutralidad ha denunciado el uso del archipiélago para nuevas maniobras militares previstas para la próxima semana.
La organización critica con dureza el ejercicio militar “Eagle Eye 25-03”, que se llevará a cabo del 15 al 21 de septiembre con la participación de seis cazas F-18 del Ejército del Aire, así como los ejercicios “Sinergia 25”, que incluyen el despliegue de sistemas antiaéreos, fragatas y personal militar en la Base Aérea de Gando y sus alrededores.
La Plataforma considera que este tipo de operaciones "son parte de la estrategia del Gobierno español para profundizar su alianza con la OTAN y con el bloque militar encabezado por Estados Unidos y el Reino Unido".
Según expresa la Plataforma Canaria por la Paz, estas maniobras representan una escalada en la “militarización de Canarias”, lo que, a su juicio, expone a las islas a ser consideradas un “objetivo militar” en eventuales conflictos internacionales. En este contexto, advierten del grave riesgo que estas acciones suponen para la seguridad y la vida del pueblo canario.
El comunicado recuerda que, en el referéndum de 1986, el pueblo canario votó mayoritariamente en contra de la OTAN, un mandato que la Plataforma considera vigente y que exige que sea respetado. Por ello, "reclaman el cese inmediato de las maniobras militares en territorio canario y abogan por la desmilitarización completa del archipiélago".
Asimismo, la Plataforma exige que tanto el Parlamento como el Gobierno de Canarias impulsen de forma urgente un Estatuto de Neutralidad que impida la utilización de las islas en operaciones militares y conflictos ajenos.
Para el colectivo, “la seguridad de Canarias sólo será una realidad si conseguimos que nuestras islas se conviertan en un territorio neutral”.
El comunicado denuncia, igualmente, que "mientras el Estado español convierte al archipiélago en una plataforma militar, continúa enviando armas y respaldando a actores implicados en crímenes contra la humanidad, especialmente en África".
En este sentido, la Plataforma pone como ejemplo el genocidio en curso contra el pueblo palestino, que —dicen— se desarrolla “con el silencio cómplice de la OTAN y de la Unión Europea”.
Israel comienza el ataque por tierra en la Ciudad de Gaza, la ONU concluye que está cometiendo genocidio
Redacción El Salto
Durante la jornada del lunes el ejército de tierra de Israel ha iniciado definitivamente el ataque terrestre de la Ciudad de Gaza según ha anunciado el ministro de Defensa sionista Israel Katz, que en sus redes sociales celebraba la incursión militar exponiendo que “Gaza está ardiendo”. Katz, además ha anunciado que en las próximas horas y días se unirán nuevos efectivos según el plan anunciado por el primer ministro Benjamin Netanyahu. Esta incursión recrudece el genocidio puesto en marcha y el ataque a la capital del territorio costero de Gaza que, durante los últimos días, ha vivido decenas de bombardeos. Katz además insiste en que durante las próximas horas la ofensiva aumentará alegando que “no cederemos ni cederemos hasta que la misión se complete”.
Durante las últimas horas al menos 14 personas han sido asesinadas, a lo que se suma más de 40 personas heridas y decenas de personas desaparecidas en la Ciudad de Gaza según las autoridades sanitarias palestinas. Desde hace días, gran parte de la población gazatí está intentando huir hacia localidades del sur, pero la mayor parte de las salidas se encuentran bloqueadas. El ataque coincide con la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio que ha mostrado su “apoyo inquebrantable” al Estado sionista y ha apuntado que las relaciones entre ambos “nunca ha sido tan fuerte y sólida”.
Hoy, 16 de septiembre, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas, ha concluido en un informe que Israel ha cometido un genocidio, y se basa en cuatro puntos: los asesinatos, haber causado daños corporales y mentales graves, infligir deliberadamente condiciones de vida para provocar la destrucción, e imponer medidas destinadas a impedir nacimientos, la ONU valora que el país dirigido por Netanyahu ha cometido cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 1948.
Navi Pillay, presidenta de la comisión de investigación de la ONU, denuncia que la responsabilidad de estos actos “recae en las más altas esferas de las autoridades israelíes, que han orquestado una campaña genocida durante casi dos años con la intención específica de destruir al grupo palestino en Gaza”.
El pasado lunes, la relatora de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, exponía su preocupación en Ginebra y apuntaba que el número de fallecidos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 podría ser diez veces más que las cifras estimadas: “65.000 es el número de palestinos supuestamente muertos, de los cuales más del 75% son mujeres y niños, pero de hecho deberíamos empezar a pensar en 680.000 porque este es el número que algunos académicos y científicos afirman que es la verdadera cifra de muertos en Gaza".
No, una protesta pacífica no pasa a ser violenta por cortar un evento deportivo o por tirar unas vallas, según el derecho internacional
Según el Comité de los Derechos Humanos de la ONU, una protesta no deja de ser pacífica por el corte de una calle, la interrupción de un evento deportivo ni por el surgimiento de hechos violentos aislados.
Gabriela Sánchez
La manifestación contra el genocidio de Gaza que este domingo provocó la cancelación de la última etapa de la Vuelta en Madrid ha sido tachada de “violenta” por parte de la derecha española y algunos sectores deportivos. Para justificarlo, quienes atacan la concentración contra la participación del equipo Israel Premier-Tech apelan a la retirada de las vallas en algunos de los puntos del recorrido ciclista para ocupar la calle e interrumpir el campeonato, así como la supuesta actitud violenta de algunos manifestantes. Pero el derecho internacional contradice sus argumentos: una protesta no deja de ser pacífica por el corte de una calle o la interrupción de un evento deportivo ni tampoco por el surgimiento de hechos violentos aislados.
Las resoluciones del Comité de los Derechos Humanos de la ONU, las conclusiones del Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Libertad de Reunión y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) recuerdan que todo acto de protesta es incómodo por naturaleza, por lo que la protección de las manifestaciones pacíficas no debe quedar diluida ante cortes en carreteras o interrupciones de eventos. Con esta base jurídica, Amnistía Internacional ha concluido este lunes que la concentración propalestina que acabó con la suspensión de la Vuelta “fue eminentemente pacífica” y ha recordado que “las acciones de desobediencia civil, como la obstrucción de calles, no constituyen actos violentos”.
“Un acto de la sociedad civil, como puede ser la obstrucción de una calle de forma pacífica, se considera un acto protesta que tiene la finalidad de que llegue al mayor número posible de personas y está protegido por el derecho de la expresión pacífica”, explica a elDiario.es Daniel Canales, investigador de Amnistía Internacional especializado en derechos humanos y justicia internacional. “La protección de un evento deportivo no es suficiente para limitar el derecho de manifestación”, apunta en la misma línea Julio González, catedrático de derecho administrativo en la Universidad Complutense de Madrid.
El Comité de los Derechos Humanos de la ONU recuerda que las concentraciones pacíficas “pueden causar, por su propia naturaleza, cierto grado de perturbación de la normalidad”. Por tanto, el organismo internacional sostiene que “se deben permitir esos trastornos” y solo se puede disuadir si genera “una perturbación desproporcionada, en cuyo caso las autoridades deben poder justificar detalladamente las restricciones”. El Relator Especial de la ONU para la libertad de reunión y asociación recordó en 2021 ante la Asamblea General que “el bloqueo de carreteras es un medio legítimo de protesta, que desde hace mucho tiempo ocupa un lugar central en los movimientos sociales de todo el mundo”. Estas actuaciones, por tanto, “nunca debe estar sujetas a la imposición de sanciones penales”.
El Comité de los Derechos Humanos solo justifica la disolución de una concentración que sea pacífica si causa “una gran perturbación” que sea “grave y sostenida”, un extremo que, a juicio del experto de Amnistía Internacional, no se produce por la interrupción de un evento deportivo como ocurrió este domingo en Madrid. El experto en derecho administrativo coincide en que la protección de la Vuelta “no es razón suficiente” para limitar el derecho a la manifestación.
“Toda manifestación provoca molestias, es indudable. Pero es uno de los derechos fundamentales que existen en todo estado democrático y toda limitación se tiene que hacer a razones muy fundadas. Si en este caso esa razón es la protección de un deportivo, no es razón suficiente”, zanja el catedrático de derecho administrativo.
Durante una manifestación, toda intervención de las fuerzas de seguridad debe cumplir con tres principios: legalidad, necesidad y proporcionalidad. “Legalidad, que estén cumpliendo la ley. Necesidad, que se trate de una medida necesaria para proteger el fin, mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos. Y proporcional en cuanto a que la actuación sea la mínima posible para conseguir ese fin”, explica el investigador de Amnistía Internacional.
“La obstrucción de una vía no justificaría una intervención para disuadir la concentración. Sí se podría, por ejemplo, si esa obstrucción dura varios días, si impide la distribución de suministros básicos durante un tiempo o si la carretera cortada impide el acceso a un hospital”, aclara Canales. En la misma línea se posiciona Julio González, catedrático en derecho administrativo de la Universidad Complutense de Madrid: “El corte de calles per se no es un acto violento que justifique disolver una protesta”.
Hechos violentos aislados
Según el análisis realizado en el terreno por observadores de Amnistía Internacional, pese a que algunos participantes en las protestas lanzaron objetos contra los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la manifestación fue “eminentemente pacífica”. Según la delegación de Gobierno, 22 agentes de policía resultaron heridos. El balance es de dos detenidos frente a las 100.000 que participaron en las protestas. Los investigadores concluyen que estos incidentes suponen hechos aislados que no representan a la mayoría de los concentrados en el centro de Madrid este domingo.
Una manifestación pacífica sigue considerándose pacífica aunque ocurran hechos concretos de violencia en la protesta, recalcan desde Amnistía Internacional. “El tribunal europeo de derechos humanos afirma que aunque ocurran hechos aislados de violencia o haya personas concretas generando hechos violentos no supone que la manifestación deje de estar protegida”, desarrolla Canales. “Las autoridades deben distinguir esas actuaciones y tener una respuesta para abordar los hechos de violencia que haya, sin que eso suponga restringir el derecho a la protesta pacífica que ejerza un mayor número de personas”.
En 2006, el Tribunal Europeo de DDHH condenó a Turquía por la disolución de una protesta pacífica no permitida y la posterior detención de los manifestantes. En el fallo, el Tribunal concluyó que “los actos violentos ocasionales o aislados o los delitos cometidos por algunos manifestantes, o incluso por agentes provocadores, no pueden privar a una manifestación de su carácter fundamentalmente pacífico”. La sentencia sostiene que la policía no debe dispersar a toda una manifestación por la violencia de unos pocos, sino que debe concentrar sus esfuerzos en aislar y neutralizar a los individuos violentos.
Uso de la fuerza
Un equipo de Amnistía Internacional estuvo sobre el terreno durante la tarde en calidad de observadora en puntos calientes de las manifestaciones convocadas en Madrid. A través de un comunicado, la ONG ha concluido que las fuerzas de seguridad respetaron el derecho por lo que durante la jornada “no se cometieron violaciones graves de derechos humanos”.
Sin embargo, Amnistía ha denunciado “casos preocupantes de uso excesivo de la fuerza” por parte de los agentes desplegados, entre los que menciona el “uso indebido de porras policiales” contra manifestantes pacíficos y periodistas, con golpes “en la espalda y en la cabeza” que provocaron algunos heridos. La organización también ha documentado la utilización de spray pimienta para dispersar a grupos de manifestantes pacíficos, de una manera “incompatible con los estándares internacionales”.
Carta abierta a Perico Delgado
Estimado señor Delgado,
lo suyo no fue un comentario deportivo. Fue un alineamiento político. Desde su micrófono en RTVE no defendió al ciclismo, defendió lo indefendible: que un evento deportivo pueda convertirse en escaparate de un Estado genocida sin que nadie levante la voz.
Cuando calificó a los manifestantes de “radicales” y dijo que “les da igual lo que ocurre en Gaza”, no solo insultó a miles de personas que ayer se jugaron el tipo en Madrid. También mintió. Porque si algo mueve a esas protestas no es la indiferencia, es la rabia contra la indiferencia de los cómodos. Y usted ayer eligió la comodidad: la de cerrar los ojos ante más de 64.000 asesinados en Gaza y abrir la boca solo para defender que la bicicleta siga rodando como si no pasara nada.
No se equivoque: lo que ensucia la imagen de España no son las banderas palestinas en la Castellana. Lo que la ensucia es ver a Ayuso recibiendo con honores al equipo israelí mientras en Gaza entierran niños bajo los escombros. Lo que la ensucia es escucharle a usted, una voz pública, despreciar a quienes ejercen un derecho democrático para que el genocidio no se normalice.
El ciclismo podrá ser su religión, pero no está por encima de la vida humana. Y menos cuando ese deporte se convierte en coartada de propaganda. Usted habla de “la imagen de la Vuelta”. La imagen que queda es otra: miles de personas en la calle demostrando que la dignidad está por encima del espectáculo.
¿De verdad cree que quienes bloquearon la Vuelta son enemigos del ciclismo? No, señor Delgado. Enemigo del ciclismo es quien lo utiliza como campaña de lavado para un gobierno que masacra. Enemigo del ciclismo es quien quiere que la televisión pública convierta un genocidio en nota al pie. Enemigo del ciclismo es quien, como usted, cree que pedalear importa más que gritar contra la barbarie.
Ayer quedó claro: ustedes corren por etapas, el pueblo corre por vidas. Y esa carrera no la van a ganar los cómplices del silencio.
Lo diré con la crudeza que usted no quiso asumir: quien calla ante un genocidio es cómplice. Y quien insulta a quienes lo denuncian, se convierte en altavoz del verdugo.
Cordialmente,
Javier F. Ferrero, Spanish Revolution
Protesta y lucha por la desmilitarización para el cambio de rumbo
Vivimos en un mundo cuyas instituciones políticas avanzan cada vez con mayor velocidad en el camino de la remilitarización; sin embargo, esta situación encuentra diferentes respuestas y en una sociedad descontenta.
Por una parte, nos encontramos con un pacifismo institucional y posibilista que promueve políticas de desarme selectivo o total; por otra, un pacifismo más social y transformador que aspira a una transformación capilar de las sociedades y en promover una agenda transversal de desmilitarización y paz positiva, con pretensión más social y horizontal.
En el siguiente informe, presentado por Juan Carlos Rois y el Grup Antimilitarista Tortuga, hacemos un repaso a las actividades realizadas por este segundo tipo de pacifismo, aquel que busca el empoderamiento de las sociedades frente a los enemigos de la seguridad ciudadana.
Para descargar el documento:
Noviolencia
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas.
¿Es lo mismo «educar para la paz y la no violencia», que hacerlo «para la paz y la noviolencia»?
Hace unos días publicaba Elena Álvarez Mellado un artículo en ElDiaro.es titulado «El “no” del Presidente», en el que reflexionaba acerca de la agilidad que tenemos como hablantes a la hora de identificar, en oraciones que llevan el adverbio “no”, el foco de la negación. Y esgrimía, entre otros, estos ejemplos: «En “La violencia no es el camino”, la negación afecta a la totalidad de la oración (negamos que la violencia sea el camino); pero en “La no violencia es el camino”, el foco de la negación afecta exclusivamente a la palabra “violencia”, lo que estamos afirmando es que la ausencia de violencia es el camino a seguir».
La explicación reforzaba, a mi manera de ver, un equívoco habitual, y no pude evitar este comentario. «Cuando decimos —ante un conflicto, una injusticia o un genocidio— que “la no violencia es el camino”, no siempre afirmamos, sin más, «que la ausencia de violencia es el camino a seguir». Lo que sostenemos quienes estamos por la noviolencia es la necesidad de una resistencia activa frente al atropello o la barbarie, pero renunciando, eso sí, al ejercicio de la violencia. La «no violencia» puede entenderse en ocasiones como «pasividad». La «noviolencia», jamás».
La cosa tiene su enjundia para los filólogos: ¿es «no violencia» un grupo nominal formado por un adverbio y un sustantivo, y su significado, por tanto, «ausencia de violencia»? ¿O es una locución nominal, cuyo significado no equivale a la suma de sus dos componentes, tal y como ocurre en otras locuciones como «patas de gallo», «llave inglesa» o «pez gordo»? No sería difícil argumentar —y son muchos los ensayos acerca de la «noviolencia» como forma de acción política en que podríamos basarnos— que estamos ante un significado unitario, diferente a la suma de las partes. La «noviolencia» incorpora un elemento de llamada a la acción, de resistencia civil y de contribución al cambio social y político que la grafía «no violencia» diluye.
Sin embargo, cuando las diferentes leyes educativas subrayan entre sus principios el de «educar para la no violencia»; cuando se alienta cada 30 de enero a recordar las figuras de Gandhi, Rosa Parks y Martin Luther King; cuando en el artículo 1 de la LOMLOE se precisa la necesidad de educar «para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial en el del acoso escolar y ciberacoso con el fin de ayudar al alumnado a reconocer toda forma de maltrato, abuso sexual, violencia o discriminación y reaccionar frente a ella», parece claro que lo que se reclama a los docentes es promover aquellos aprendizajes que ayudarán a nuestro alumnado a hacer frente a la violencia, y no a permanecer impasibles frente a ella.
Pensaba en todo esto este verano cuando leía, de manera simultánea, dos títulos igualmente enjundiosos. De un lado, Capitanes de abril, publicado en Tusquets. En él, la periodista Tereixa Constela rescata las historias de hombres y mujeres cuya acción noviolenta contra la dictadura salazarista en Portugal hizo posible aquel 25 de abril la revolución incruenta que acabó con ella. De otro, el librito del Saler al Túria, editado por PrunaLlibres/El Magnànim, escrito por el arquitecto Carles Dolç y dedicado “a les ciutadanes i als ciutadans que van iniciar i formar part dels moviments socials que aconseguiren evitar la destrucció completa de la Devesa del Saler i la conversió del Túria en un llit d'autopistes. El libro narra con extraordinaria precisión y viveza cómo se fueron articulando ambos movimientos de resistencia, y cómo consiguieron frenar dos proyectos urbanísticos que parecían imparables. Quienes hoy disfrutamos, sea como residentes o como turistas, esa maravilla que es el jardín del Turia, un espacio verde de más de nueve kilómetros que atraviesa la ciudad de Valencia, deberíamos conocer la intrahistoria de lo que en su momento parecía un sueño irrealizable.
Leía ambos volúmenes y pensaba en cuánto cambiaría nuestra formación ciudadana si nuestro aprendizaje de la Historia no estuviera jalonado por una incesante sucesión de guerras y desastres, sino (también) por las luchas noviolentas que desembocaron en la ampliación de derechos que hoy disfrutamos, por los movimientos de resistencia activa de quienes se opusieron a dictaduras, injusticias o al uso de la violencia y las armas. Y pensaba en el movimiento sufragista, en las madres y abuelas de la Plaza de mayo, en la campaña de boicot que tan decisivamente contribuyó a acabar con el apartheid en Sudáfrica, en la contribución de las mujeres al fin de la guerra civil de Liberia en 2003, y por la que Leymah Gbowee recibiría el Premio Nobel de la Paz en 2011.
«Las guerras no son inexorables»: recuerdo la gravedad con que el historiador José María Jover Zamora nos prevenía acerca de unos libros de texto -los manuales de Historia de 7º y 8º de EGB, que acababa de hojear- cuyos índices no eran sino un continuum de guerras, con su infinito despliegue de antecedentes, causas, fases y consecuencias.Presentar la historia en estos términos es un extraordinario disparate, subrayaba. «Las guerras son fruto de decisiones humanas y, por tanto, son siempre evitables».
Cuántas veces he vuelto sobre sus palabras. También ahora, ante un genocidio.
¿Para qué estamos educando? Qué inútil todo, qué perversa banalidad, si lo que se aprende en las escuelas no contribuye a formar personas capaces de movilizarse ante la barbarie, ante la matanza de niñas y niños, ante la condena a la hambruna de toda una población civil, ante el bombardeo de hospitales, ante el asesinato de periodistas y trabajadores de Naciones Unidas.
Es aquí y es ahora. Lo sabemos. Lo estamos viendo.
«Es más difícil estar a la altura de las circunstancias que au dessus de la mêlée», escribía Antonio Machado durante la guerra civil española en Juan de Mairena. ¿Vamos a estar, como educadores, a la altura de las circunstancias, o preferimos la inhibición y el silencio? ¿Somos un claustro decidido a condenar el genocidio del pueblo palestino, y a manifestar nuestra oposición al suministro de las armas con que el Estado de Israel lo está llevando a cabo? «Si un Estado mata civiles, esconder los cadáveres es pactar con los asesinos un trato beneficioso», decía Gervasio Sánchez para referirse a los medios que decidían no mostrar las fotos del horror. Lo mismo vale para nosotros, los docentes. Podemos mostrar o esconder, hablar o callar. En los claustros y en nuestras clases. Tanto una acción como otra suponen ya una toma de postura.
Para quienes tienen alguna sombra de temor y de duda, me gustaría decirles que la ley les ampara. Recordemos el artículo 1 de la LOMLOE. Así que no perdamos esto de vista: si ante la barbarie optamos por el silencio, por mirar hacia otro lado, ¿con qué fuerza moral pediremos luego a nuestras alumnas y alumnos que denuncien los casos de acoso o abuso, si nosotros no somos capaces de dar un paso al frente?
«Marea por Palestina: La Educación contra en el genocidio», está articulando e impulsando iniciativas en este sentido. Estemos, por favor, a la altura de las circunstancias.
(Y solo nos falta instar a la RAE para que estudie la incorporación del sustantivo “noviolencia” a la próxima edición del Diccionario. Quizá contribuiría a evitar el colosal malentendido que nos ha tenido sumidos en la inacción).
Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2...
Tomado de: https://rebelion.org/noviolencia/
Sahel: Salir del atolladero militarista
Paul Martial
Viernes, 13 de junio. Apenas llegados a Malí, unos mercenarios de la nueva estructura militar rusa, el Africa Corps ‒que ha venido a sustituir al grupo Wagner, la milicia del ahora difunto Yevgueni Prigoshin‒ han caído en una emboscada entre Anefis y Aguelhoc, en la región de Kidal. El balance es pésimo: se habla de varias decenas de muertos. Reivindica la operación el Frente de Liberación de Azawad (FLA), que agrupa principalmente a los independentistas tuáregs.
Esta celada choca con la narrativa que presenta a los mercenarios rusos, sean de Wagner o del Africa Corps (y en muchos casos pertenecientes sucesivamente a ambas unidades), como temibles combatientes que, en el terreno militar, iban a marcar la diferencia. Relativiza asimismo el único éxito que puede esgrimir el grupo Wagner, a saber, la recuperación de Kidal, bastión de los movimientos independentistas tuaregs y presentado por las autoridades malienses como la reconquista de la soberanía nacional, que resulta ser cuando menos precaria.
La sustitución de Wagner por el Africa Corps no cambiará a fondo la relación entre las autoridades malienses y los suplentes rusos. La mayor parte de los combatientes de Wagner se han integrado en el Africa Corps. Lo que sí podría producirse es un mayor control de la política maliense por las autoridades rusas, dado que la nueva fuerza militar depende del ministerio de Defensa, cosa que no sucedía con el grupo Wagner. Es posible que se produzcan otros cambios, en particular en el terreno económico: el gobierno maliense pagaba cada mes 10 millones de dólares a la unidad de mercenarios.
Con el Africa Corps asistimos más bien a una formalización de la intervención rusa entendida más como una relación de Estado a Estado que eventualmente abrirá la vía a una exoneración de este pago para el gobierno malienses. En lo esencial no cambiará nada, ni siquiera en el terreno militar, tanto en Malí como en los otros dos países, Níger y Burkina Faso, que constituyen la Alianza de Estados del Sahel (AES) y se enfrentan asimismo a la hostilidad de los yihadistas.
Una situación humanitaria deteriorada
Desde la toma del poder por las juntas militares de los países de la AES, los yihadistas del JNIM, acrónimo de Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), afiliado a Al Qaeda, y las tropas del Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS) no cesan de progresar. De las 135 entidades administrativas que componen estos tres países sahelianos, la mayoría de expertos consideran que dos tercios se hallan bajo control más o menos laxo de los grupos islamistas.
Este avance viene acompañado de un aumento importante del número de muertos, cerca de 11.200 contabilizados a finales de junio de 2024, es decir, el triple del registrado en 2021. Además, hay que contemplar esta evolución con prudencia, ya que el control de la información por parte de las juntas y la represión contra las y los periodistas permiten sospechar que las cifras reales son superiores.
En la vertiente humanitaria, la situación también ha empeorado, pues han sido desplazadas cerca de cinco millones y medio de personas. En la mayoría de las zonas en que hay combates entre las fuerzas islamistas y los respectivos ejércitos, las escuelas y los centros de salud han cerrado, privando a las poblaciones de servicios educativos y sanitarios. A modo de ejemplo, en Burkina Faso el 20 % de los establecimientos sanitarios y alrededor de 5.300 centros escolares están cerrados. El resultado es que el 40 % de las niñas y niños no pueden acceder a una escuela.
Se considera que la inseguridad alimentaria constituye un riesgo importante. En Malí, el 12 % de la población sufre malnutrición, en Níger la mitad de la población infantil padece carencias nutritivas moderadas o severas, y en Burkina Faso más de 2,3 millones de personas pasan hambre.
El avance yihadista
Los grupos islamistas ganan terreno aprovechando el debilitamiento de los ejércitos nacionales, que tiene que ver con la dejadez y la corrupción de la mayoría de oficiales superiores. Desvían los sueldos de la tropa, utilizan una parte del dinero que dedican los Estados a la defensa para construirse casas o comprar empresas. A esto se añade el tráfico de armas, que a veces se venden a los grupos armados. Los expertos del instituto de investigación Conflict Armament Research calculan que la parte fundamental del armamento y de las municiones de los insurgentes provienen de los ejércitos nacionales, que en buena parte se obtienen asaltando convoyes militares o cuarteles.
Además, los yihadistas han invertido mucho dinero en tecnologías, especialmente en los sistemas de comunicación, que gracias a las redes Starlink permiten que circule a información entre los combatientes, lo que les proporciona una ventaja decisiva en las batallas. Este refuerzo de las capacidades operativas viene acompañado, gracias a la red de satélites de Elon Musk, de su presencia en las principales redes sociales o de vídeos cortos que destacan los éxitos de sus operaciones militares, desmintiendo los mensajes oficiales de las autoridades.
Además, la ventaja que tenían las fuerzas armadas de los países sahelianos en el espacio aéreo tiende a desaparecer con la utilización de drones por parte de los grupos armados. Los usan para recoger informaciones, para efectuar bombardeos y también para dirigir batallas. La primera vez que se emplearon drones fue en Malí en abril de 2024, donde los combatientes utilizaron un cuatrirrotor equipado con granadas y obuses de mortero para atacar una milicia dozo aliada del ejército nacional.
En Burkina Faso, el ataque al campamento militar de Diapaga, que causó la muerte de una cincuentena de personas y permitió a los yihadistas hacerse con el arsenal, en particular ametralladoras automáticas, se dirigió con la ayuda de drones. Esto permitió a los mandos de los insurgentes tener una visión global del campo de batalla. Es probable que la utilización de drones por los grupos armados se intensifique, aumentando su potencia de fuego.
En este contexto, los ejércitos nacionales son incapaces de mantener bajo control los territorios, los cuarteles se convierten en dianas y cada ataque incrementa el número de soldados muertos o apresados, provocando la desmoralización en sus filas. El ejemplo del campamento de Bulikesi, considerado de gran importancia estratégica para el control de las carreteras en el centro de Malí, es sumamente revelador. Atacado dos veces en un mes, el ejército maliense no ha sabido hacer otra cosa que abandonarlo, alegando el eufemismo de retirada estratégica.
Las juntas en el poder
Tanto a nivel social como securitario, la situación es sumamente preocupante y no deja de deteriorarse. Sin embargo, fue precisamente para poner fin a la falta de seguridad que los militares de los tres países habían decidido derrocar el régimen civil, como si el ejército no tuviera nada que ver con ese estado de cosas. La toma del poder por los militares tuvo lugar en un contexto de fuerte combatividad popular, aunque con diferencias en cada uno de los tres países.
En Malí hubo movilizaciones importantes, en particular encabezadas por el Movimiento del 5 de junio – Alianza de Fuerzas Patrióticas (M5-AFP), contra el gobierno del presidente Ibrahim Bubacar Keita, que no se había contentado con acumular fracasos económicos y militares, sino que también se había visto salpicado por diversos escándalos de corrupción. En el punto de mira estaban especialmente las barrabasadas bling bling del hijo del presidente, Karim, que aparece en las redes sociales haciéndose una autofoto en un yate de lujo donde el champán corre a raudales y disponiéndose a bailar con unas jóvenes. Los militares se adelantaron a la movilización popular usurpando el poder con la complicidad de una minoría del M5-AFP dirigida por Choguel Maiga, quien sería nombrado primer ministro sin tener poder real.
En Burkina Faso, en 2014 una revolución tumbó la dictadura de Blaise Compaoré, allanando el camino a la convocatoria de elecciones, en que los dos candidatos principales eran liberales proclives a Francia. El gobierno de Roch Marc Christian Kaboré, al igual que el de su correligionario civil maliense, fue incapaz de enderezar el barco ni siquiera mínimamente. El asalto al cuartel de la gendarmería de Inata levantó una ola de indignación de la población, porque a pesar de varios llamamientos, los gendarmes quedaron aislados, teniendo que recurrir a la caza para alimentarse. A raíz del ataque de los yihadistas murieron una sesentena de militares.
Si bien la responsabilidad de este acontecimiento incumbe en gran medida tanto al gobierno de Kaboré como al ejército, ello no impidió a los militares tomar el poder mediante un primer golpe de Estado encabezado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, seguido de un segundo. El ejército burkinés tenía el campo totalmente despejado, contrariamente a Malí, ante la ausencia de cualquier oposición política. La voluntad del movimiento Balai Citoyen [Escoba Ciudadana], bien implantado entre la juventud, de desempeñar únicamente un papel de observador de la escena política, anuló la posibilidad de aparecer como una alternativa a los políticos cuya lealtad a Francia era evidente.
Se podría haber emprendido otra vía, a semejanza de los Comités de Resistencia de Sudán, que aparecieron primeramente como un movimiento civil de ayuda y solidaridad, y después como un instrumento de movilización, para ser capaz al final, justo antes de estallar la guerra entre los generales, de proponer una “carta revolucionaria del poder popular”, presentada como una alternativa a los militares, pero también a los partidos políticos del sistema.
El de Níger es un caso muy diferente. El presidente Mohamed Bazoum fue elegido en un proceso electoral globalmente satisfactorio. Había comenzado a abrir una vía interesante para tratar de poner fin a la guerra librada por los yihadistas planteando simultáneamente una respuesta militar y una política de apertura de cara a unas conversaciones de paz. Sin embargo, apareció como el hombre de los franceses al aceptar la presencia de tropas francesas en el país, tropas que habían sido expulsadas previamente de Malí y de Burkina Faso. Antes de ocupar la presidencia, Bazoum había sido ministro de Interior y de Seguridad, habiendo dejado recuerdos muy malos entre los y las activistas del país.
Un incidente que quedó relativamente silenciado, pero que refleja las tensiones y movilizaciones contra el imperialismo francés, fue la manifestación en Tera, en la región de Tillaberi, contra el convoy de la operación Barjane, en la que murieron dos personas, sin duda por los disparos de soldados franceses.
Quiérase o no, la toma del poder por los militares en los países de la AES es una consecuencia de las movilizaciones populares contra los gobiernos civiles corruptos. También se ha nutrido de la incomprensión por parte de las poblaciones de la ausencia de resultados tangibles del combate de las tropas francesas contra el yihadismo, unas tropas que dicen conocer el terreno, pero que fueron incapaces de impedir los ataques enemigos.
Para mucha gente joven, esta incomprensión se ha transformado en duda y después en la convicción de que existe complicidad entre Francia y los grupos armados. Una opinión que estuvo muy presente en las redes sociales y que también debe su éxito a la política del ejército francés de tejer una alianza, informal pero real, con los independentistas tuáregs, agrupados en aquel entonces en el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA). La lucha en común entre el MNLA y el ejército francés contra los yihadistas se vio como un atentado a la soberanía nacional, pues implicaba la conversión de la región de Kidal en un santuario para los tuáregs.
En el plano económico, la junta maliense está librando un pulso con compañías mineras occidentales con vistas a un reparto más equitativo de las ganancias. Si bien este objetivo ha dado pie a medidas coercitivas contra los dirigentes de las filiales de las multinacionales, ello no constituye como tal una ruptura con el orden económico. Muchos gobiernos africanos han revisado su legislación minera y la han enmendado a fin de obtener un reparto mejor de las riquezas. En el pasado, gobiernos claramente reaccionarios y totalmente alineados con los gobiernos occidentales, adoptaron a veces medidas mucho más radicales, como fue el caso, por ejemplo, de la política de zairización en Congo, que comportaba una vertiente económica lanzada por Mobutu.
Dicha política dio lugar al cambio de moneda y a la nacionalización de los bienes raíces y comerciales pertenecientes a extranjeros. La campaña se lanzó con una voluntad declarada de romper con todo lo que podía representar a Occidente en el país, por lo que se modificaron los nombres de pila, los de las ciudades y de las calles, incluido el nombre del país: Congo pasó a llamarse República de Zaire. Esta política violenta, burocrática e impuesta desde arriba fue un medio para consolidar una política clientelar en aras a la perennidad del poder. Es lo que pasa con las juntas militares de la AES, que se benefician en gran parte de la renta securitaria con el fuerte aumento de los presupuestos de defensa.
Los métodos de corrupción siguen siendo los clásicos, con contratos públicos opacos adjudicados a dedo a miembros de la familia y amigos de quienes componen las juntas, junto a la represión contra los periodistas y las ONG para evitar que circulen informaciones sobre estos tejemanejes. Sin embargo, resulta más difícil ocultar las mansiones de lujo construidas recientemente por los miembros de las juntas.
En cuanto a las narrativas soberanistas propagadas por los golpistas, apenas logran ilusionar. Conviene recordar que los caciques de la Francáfrica tampoco dudan en utilizar el vocabulario anticolonialista o de las organizaciones panafricanaspara atacar a las ONG que denuncian la corrupción de esos sátrapas. Así, la ONG Dignidad y Conciencia Africana organizó una conferencia de prensa para “hacer frente a los ataques de las ONG occidentales contra los dirigentes africanos” con la pregunta: ¿Cómo aceptar que jefes de Estado de países independientes sean objeto de semejantes intrusiones en los asuntos internos de sus respectivos países?”
Los dirigentes malienses han comprendido perfectamente que la cuestión de la reconquista de Kidal podría reforzar su popularidad y acreditar un poco sus declaraciones soberanistas, por mucho que a medio plazo esta política ha resultado catastrófica, como veremos más adelante. Es cierto que las declaraciones contra la política de Francia se reciben siempre con entusiasmo, tanto si las hace el primer ministro, Choguel Maiga, en la tribuna de Naciones Unidas, donde afirmó que Francia había abandonado a Malí en el campo de batalla, como si provienen del dirigente burkinés Ibrahim Traoré, quien criticó las políticas neocolonialistas de Occidente, bajo la mirada complacida de su anfitrión, Putin, aportando así una mala copia adulterada de Thomas Sankara.
Está claro que el comportamiento de las autoridades francesas no hace más que alimentar esta retórica. Con Barjane, la jerarquía militar francesa dirige las operaciones y hace caso omiso de la opinión de los países sahelianos afectados. Los soldados franceses han operado en colaboración con milicias que han cometido crímenes de guerra como el GATIA (Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad y Aliados). Las fuerzas galas han bombardeado a civiles, concretamente en Bunti, donde mataron a 19 personas, y han rechazado sistemáticamente la creación de una comisión de investigación independiente. Las autoridades francesas querían intervenir militarmente para restituir a Bazoum tras el golpe de Estado. Sin hablar ya de la continua arrogancia del presidente Macron, que indispone tanto a africanos como franceses.
Las juntas militares contra la población
La cuestión central para las tres juntas militares podría resumirse en cómo mantenerse en el poder con un balance bastante alejado de las promesas efectuadas para justificar el golpe de mano. Durante meses, los discursos sobre la soberanía y la segunda independencia de los países de la AES fueron bien recibidos. Este planteamiento se resquebraja ahora ante los ataques casi diarios de los grupos armados, con su peaje de muertos, prisioneros, testimonios de soldados atacados que no reciben ningún refuerzo a pesar de sus llamadas desesperadas, aldeas rodeadas y abandonadas a su triste suerte por las autoridades. Las políticas adoptadas por las juntas consisten ante todo en censurar las informaciones en beneficio de una propaganda basada, como diría Trump, en la verdad alternativa. Así, han clausurado las emisoras de radio y cadenas de televisión independientes, amenazado a la prensa y amordazado a las y los periodistas.
Las voces disidentes también deben acallarse, e incluso los partidarios de primera hora de los golpes de Estado que se muestran críticos son encarcelados en Malí o enviados al frente en Burkina Faso. En Níger, militantes antiimperialistas como Mussa Tchangari están en la cárcel por orden del presidente Abdurahaman Tiani, exjefe de la guardia presidencial. Este último pretende ahora ser el portaestandarte de la soberanía nacional, cuando a lo largo de su prolongada carrera no se ha distinguido especialmente en la lucha contra el neocolonialismo francés.
En Burkina Faso, los sindicalistas, como Musa Diallo, secretario general de la CGT-B, no tienen más remedio que volver a la clandestinidad. En Malí, los partidos están prohibidos y militantes como Umar Mariko, dirigente del partido de izquierda radical Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia (SADI), han tenido que exiliarse. Al mismo tiempo, las estructuras ad hoc creadas y sometidas a las juntas ascienden a los presidentes: así, Asimi Goita, quien ha pasado directamente de coronel a general de cinco estrellas, podrá ostentar la presidencia de Malí mientras el país esté en riesgo de ataques terroristas.
Su gestión de la guerra ha agravado visiblemente al situación. En Malí, la junta militar ha denunciado unilateralmente los acuerdos de Argel suscritos por una serie de grupos armados, en su mayoría independentistas. Después los ha calificado de terroristas y ha lanzado la operación de reconquista de Kidal. No solo la junta maliense se ha enemistado con Argelia, la principal fuerza regional, acusándola de desestabilizar Malí, sino que ha abierto un nuevo frente interno, con el riesgo de que se materialice una alianza entre el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanesv (JNIM) y el Frente de Liberación de Azawad (FLA).
En Burkina Faso, la huida hacia delante adopta la forma de creación de los Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDP). Los civiles reclutados reciben durante una o dos semanas una instrucción militar rudimentaria. Se supone que servirán de ayuda para el servicio de inteligencia del ejército. Esparcidos en las aldeas, son detectados rápidamente por los yihadistas. La mayoría de los VDP provienen de las filas de los koglweogo, que desempeñaban en el medio rural un papel de policías y jueces al mismo tiempo. Fueron denunciados a menudo por las organizaciones de defensa de los derechos humanos por actos de tortura contra personas sospechosas de bandidaje.
Actualmente, acusan a los VDP de cometer masacres contra la comunidad peul, sospechosa de apoyar al JNIM. Las fuerzas armadas nigerinas también se apoyan en milicias comunitarias, aunque en menor medida, especialmente en los zankai de la comunidad zarma, que tienen en el punto de mira a los peuls, a quienes acusan de apoyar al Estado Islámico, en particular en la región de Tillaberi.
Los ejércitos de la AES, acompañados de sus mercenarios rusos o comunitarios, han matado a más civiles que yihadistas. Las últimas revelaciones del diario Le Monde y del semanario Jeune Afrique sobre las torturas practicadas por los mercenarios de Wagner, aderezadas con insultos racistas, son una ilustración espeluznante de lo que pueden sufrir las poblaciones de estos tres países. El aislamiento y las violaciones a gran escala de los derechos humanos no hacen más que reforzar las posiciones de los grupos armados, islamistas o independentistas.
La ironía es que la estrategia de huida hacia delante militarista adoptada por las fuerzas armadas nacionales es la misma que siguieron los militares franceses, con el mismo resultado: un estrepitoso fracaso que se explica por la naturaleza de la crisis en el Sahel.
La estrategia de los yihadistas
En el Sahel son muchas las razones para unirse a la lucha yihadista. A menudo tienen que ver con la preocupación por protegerse a uno mismo, a la familia o a la comunidad. También puede tratarse del deseo de vengarse por los abusos de las autoridades o de milicias que se reclaman de otra comunidad. La cuestión económica, es decir, la posibilidad de dedicarse a una actividad lucrativa, también es mencionada por los prisioneros yihadistas o los arrepentidos interrogados por académicos. Una conclusión es clara: muy pocos señalan la religión.
Es cierto que existen debates sobre la importancia de la religión en esta radicalización. Parece ilusorio descartar completamente este dato. Sobre todo porque la mayoría de los líderes tienen un enfoque diferente y más religioso, que transmiten a diario a los combatientes. Esto permite dotar la acción de un marco, pero también de una justificación de la guerra librada con su séquito de sufrimiento y muerte.
La fuerza de los grupos yihadistas reside en su capacidad de integrarse en las comunidades de diferentes maneras y participar en conflictos muy locales. En otras palabras, las luchas políticas y, en ocasiones, armadas, suelen ser muy anteriores a la aparición de los grupos yihadistas. Si tomamos el caso de las rebeliones tuáregs, estas se remontan al inicio de la independencia de Malí. Níger también ha sido escenario de revueltas armadas de estas comunidades.
En este sentido, la trayectoria de Iyad Ag Ghali, líder del JNIM, es muy reveladora y característica de la historia de la lucha de los tuáregs en las regiones de Malí. A finales de la década de 1980, fundó el Movimiento Popular de Liberación de Azawad (MPLA), que no tiene nada de religioso y defiende las reivindicaciones de los tuáregs. Fue a principios de la década de 2000 cuando la cuestión religiosa pasó a ocupar un lugar central.
En el centro de Malí, la katiba de Macina del predicador Amadou Koufa se construyó defendiendo a las poblaciones más pobres, denunciando los abusos, la obligación de pagar un peaje para acceder a los pastos, criticando a los grandes propietarios de rebaños y a los religiosos corruptos. Esta misma retórica se encuentra en el grupo Ansarul Islam, de Burkina Faso, que se ha integrado en el JNIM. Su líder, Ibrahim Malam Dicko, propugna la igualdad entre las clases sociales, defiende a las personas de origen servil y critica a los jefes tradicionales. Estos discursos tienen un gran impacto entre los numerosos jóvenes marginados y sin futuro.
Los yihadistas garantizan al menos a la población una justicia que parece equitativa y rápida. Esta dimensión suele subestimarse, pero es importante, incluso vital, cuando se trata de resolver cuestiones relacionadas con la propiedad de la tierra o el ganado. Esta lucha armada viene impulsada por las profundas desigualdades sociales, la violencia de las fuerzas armadas y la ausencia de justicia, y no está sobredeterminada por cuestiones religiosas, aunque en general la población tiene un fuerte apego al islam. Ganar esta guerra implica profundas reformas sociales.
Por sorprendente que pueda parecer, el ejército francés había integrado esta dimensión e intentó responder a ella lanzando el proyecto de la Alianza Sahel y después la Coalición por el Sahel, solicitando la participación de la Unión Europea y las instituciones financieras internacionales. Esta acción no dio resultado, ya que entraba en contradicción con el objetivo declarado de la intervención, a saber, la erradicación de los terroristas y no la aplicación de una política de desarrollo y mejora de la gobernanza. Una política de este tipo se habría topado con la oposición de las élites gobernantes y, en última instancia, habría dado crédito a los combatientes islamistas que critican la corrupción y la ineficacia de las autoridades.
Los miles de millones que se han gastado y se siguen gastando son dinero tirado por la ventana y podrían haberse invertido en programas que mejoraran realmente la suerte de la población.
¿Qué futuro?
Al margen de las particularidades de cada país miembro de la AES, podemos destacar algunos elementos comunes que pueden desempeñar un papel importante en el futuro.
En primer lugar, existe desde hace años una voluntad manifiesta de la población de entablar un diálogo con los yihadistas y, en general, con los grupos armados para avanzar hacia la paz. Si tomamos el caso de Malí, esta petición se ha reiterado en varias ocasiones. En 2017, durante la Conferencia por un Acuerdo Nacional, la sociedad civil hizo llamamientos al diálogo. En 2019, de nuevo, durante el diálogo nacional inclusivo, un buen número de los 3.000 delegados se pronunciaron a favor de iniciar conversaciones con Amadou Koufa e Iyad Ag Ghali para instaurar la paz.
En Níger, el Gobierno de Bazoum entabló negociaciones en 2022, antes de ser derrocado. En Burkina Faso, bajo la presidencia de Kaboré y posteriormente, tras el primer golpe de Estado liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, la voluntad de negociar la paz se topó con la intransigencia de las autoridades francesas, que se habían marcado como línea roja la negativa a dialogar y, más aún, a negociar con quienes calificaban de terroristas. Una norma que se incumplió sistemáticamente cuando se trató de negociar la liberación de rehenes occidentales.
Esta voluntad de diálogo se encuentra en lo más profundo de los tres países. Aldeas y ciudades negocian con los yihadistas el fin del bloqueo o la suspensión de los ataques y, a menudo, son los notables y los religiosos quienes lideran estas conversaciones. Estos acuerdos entre los aldeanos y los grupos armados se consideran un apoyo a los yihadistas y provocan masacres de numerosos civiles por parte de los militares. La junta militar de Burkina Faso considera traidores a los partidarios del diálogo. Recientemente, Traoré declaró: “Los burkineses no negociarán con su enemigo. Lucharemos y venceremos. No cederemos en nada, absolutamente en nada.”
En segundo lugar, la situación internacional también repercute en los grupos armados, o al menos en algunos de ellos. La evolución del grupo Hayat Tahrir al Cham, dirigido por Ahmed al Charaa en Siria, podría marcar el camino que siga el JNIM. Es decir, una desvinculación de Al Qaeda y unas exigencias religiosas menores que permitirían tejer alianzas con otros grupos, como los independentistas de Azawad.
Ya existen conversaciones entre estas dos fuerzas, con dos puntos de divergencia: la cuestión religiosa y la cuestión de la independencia. Si cada entidad, por decirlo de esta manera, echa agua a su vino, entonces podría formarse una alianza. Si bien se produjeron escaramuzas entre el FLA y el JNIM al finalizar el acuerdo de paz, rápidamente se encontró un modus vivendi que abrió el camino a cooperaciones militares puntuales contra las fuerzas armadas malienses y los mercenarios de Wagner. Este fue el caso en Tin-Zouatin, cerca de la frontera con Argelia, donde murieron 82 rusos.
Tercer dato: el creciente aislamiento de las juntas militares en el exterior. Níger se niega a cooperar con su vecino Benín, lo que facilita los cada vez más numerosos ataques de los yihadistas en este país. Burkina Faso mantiene unas relaciones pésimas con Costa de Marfil, a la que acusa de querer desestabilizar el país sin que haya pruebas formales que respalden esta acusación. Malí se ha enemistado con Argelia, que desempeñó un papel decisivo en los acuerdos de paz denunciados desde entonces por la junta. Estos países vecinos de los miembros de la AES están cada vez más preocupados por el deterioro de la seguridad, que debilita sus propios regímenes y hace que poco a poco se produzcan incidentes violentos en su territorio. Es el caso, por ejemplo, del parque natural W-Arly-Pendjari (WAP), situado sobre la triple frontera entre Benín, Burkina Faso y Níger, auténtica base de retaguardia para los islamistas armados.
Cuarto punto: la fragilidad de las juntas gobernantes. De hecho, no se pueden descartar movimientos dentro del ejército. En Burkina Faso, Traoré denuncia intentos de golpes de Estado reales o imaginarios que han sido frustrados. Esto demuestra que no puede contar con la totalidad de las fuerzas armadas. Recientemente, Níger ha sufrido dos motines en dos días, uno en Filingué y otro en Tera. Las tropas se negaron a ir al frente, lo que dice mucho del estado de las fuerzas nigerinas. En Malí se escuchan voces disidentes dentro del ejército.
De cara al futuro existen numerosas opciones, entre las que cabe citar tres que se han dado en otros países. Un escenario como el somalí, en el que los grupos islamistas logran controlar la mayor parte de los territorios que rodean las capitales, que permanecen bajo el dominio de las juntas, intentando imponer un bloqueo y extendiendo sus guerras hacia los países costeros. Un segundo escenario se parecería a lo que ocurrió en Siria. La ruptura del JNIM con Al Qaeda y una relativa desconfesionalización que permitiría establecer alianzas con facciones del ejército en uno de los tres países de la AES en torno a la expulsión de las tropas rusas y una gobernanza sin corrupción. Por último, no se puede descartar el colapso, bajo los golpes de los yihadistas, de uno de los tres regímenes, lo que tendría un efecto dominó en los otros dos países. Un episodio que recordaría al de Afganistán, con todas las consecuencias catastróficas que ello supondría, especialmente para las mujeres.
Contretemps
Traducción: viento sur
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